El Ladino
https://yadbeyad.wordpress.com/2010/02/11/idioma-judeoespanol-ladino/
Los judíos fueron expulsados de España el 2
de agosto de 1492, en virtud del Edicto de Granada que establecía la obligación
de abandonar el territorio español para todos los judíos, salvo aquellos que se
convirtiesen al cristianismo. La mayoría de los sefardíes optaron por el
exilio, y casi todos ellos fueron recibidos por el sultán Bayaceto II en el
Imperio Otomano. Otra parte se estableció en Marruecos, Holanda y algunos
países de Europa Central.
Los sefardíes establecidos en el Imperio
Otomano pertenecían a un nivel social y económico en cierta medida superior al
de las poblaciones autóctonas, lo cual permitió que éstos conservaran la lengua
y la mayoría de sus tradiciones hispánicas por casi 400 años. Algo similar
ocurrió en Marruecos, sin embargo, el tiempo favoreció que se originaran dos
versiones del español sefardí, el ladino (hablado en los Balcanes) y el
haquetía de Marruecos. Por la influencia cultural que tuvo el ladino y desde
luego, por el número de hablantes que tuvo, mucho mayor que el haquetía, es
considerado un especimen lingüístico muy interesante para filólogos e
hispanistas.
La
lengua hablada por los judíos españoles antes de la expulsión no difería
sustancialmente del idioma español hablado por la mayoría de la población,
aunque tuviera en ocasiones rasgos específicos, particularmente el empleo
ocasional de léxico hebreo. En las primeras décadas del establecimiento de los
sefardíes en la ciudad de Salónica, coexistían varias de las lenguas habladas
en la Península Ibérica. Era posible, en los diferentes barrios o Calls identificar
lenguas como el gallego, catalán o portugués. Sin embargo, la sustancial
predominancia de los sefardíes de origen castellano o andaluz propició que las
lenguas anteriores cayeran en desuso, no sin haber ejercido cierta influencia.[1]
El judeoespañol
posee una gran cantidad de vocablos de corte “arcaico”, en relación con el
castellano actual. Mucho de esto se debe a la falta de dinamismo que tuvo el
idioma en los Balcanes, lejos de la “Madre Patria”, cuya lengua se enriqueció y
sufrió reformas con el paso de los años. El judeoespañol por su parte, adquirió
vitalidad de la lengua turca y griega principalmente, las cuales lo
enriquecieron y en cierta medida, modernizaron.
En sus lugares de exilio, los judíos mantuvieron la
lengua española porque ésta era un signo de pertenencia a la comunidad judía, y
en los lugares donde los sefardíes compartían espacio con los ashkenazíes, como
manera de diferenciarse. Incluso en la Turquía otomana, el español hablado por
los sefardíes era conocido como yahudice (literalmente, judío). Un enviado diplomático otomano que visitó
España en el siglo XVII, se sorprendía de la lengua hablada en el país, como lo
manifestó en una carta escrita a la Puerta Sublime: Curiosamente, en España han adoptado la lengua de los judíos de
nuestro Imperio.[1]
Durante siglos, se produjo una abundante tradición
oral en judeoespañol, así como una importante cantidad de literatura. En la
ciudad de Salónica, primero otomana y más tarde griega, donde la comunidad
sefardí integraba el 65% de la población, el judeoespañol era usado como lingua franca en el comercio y en las relaciones
sociales entre cristianos, judíos y musulmanes.
El siglo XIX marca
un punto de inflexión en el desarrollo del judeoespañol, con un proceso
simultáneo de auge y declive. El universo sefardí se secularizó, aumentaron las
migraciones y la formación académica en otras lenguas, principalmente el
francés, con lo que muchos relegaron el idioma original al ámbito familiar o lo
abandonaron definitivamente. Incluso, los sefardíes cultos mostraron su grado
de occidentalización integrando palabras francesas o italianas al judeoespañol
para darle un carácter más “romance” a la lengua, sustituyendo palabras de
origen netamente turco.
El auge del
nacionalismo y la consiguiente formación de nuevos estados nacionales presionaron
a los sefardíes para que abandonasen su lengua en favor de la lengua oficial
del Estado. Paradójicamente, los años que van desde 1880 hasta los años 30 del
siglo XX son los de mayor uso del Ladino, pues es el momento histórico en que
los sefardíes alcanzan su plenitud demográfica. Este mayor uso se refleja
también en la producción escrita: se desarrolla la prensa judeoespañola al
tiempo que se traducen multitud de obras literarias europeas o se crean otras a
su semejanza.
A finales del siglo XIX, se producen también los
primeros reencuentros con el castellano peninsular, sobre todo en Marruecos,
donde la lengua de los sefardíes adquiere muchos rasgos del castellano moderno.
Algunas comunidades sefardíes intentaron que el Estado español asumiera una
tarea de reespañolización de los antiguos exiliados,
abriendo escuelas y centros de enseñanza superior que contrarrestaran la
influencia del francés.
También se intentó
que los sefardíes pudieran recuperar la ciudadanía española, sobre todo para
ampararlos del desorden y las luchas que se estaban dando en los Balcanes, dada
la progresiva desintegración territorial del Imperio Otomano. Como resultado,
el 20 de noviembre de 1924 se aprobó un Decreto de Ley elaborado por Miguel
Primo de Rivera según el cual los sefardíes tenían derecho a obtener la
nacionalidad española. Gracias a esta ley cerca de 40.000 judíos salvaron la
vida durante la persecución sufrida en la Segunda Guerra Mundial.
En el siglo XX el
judeoespañol experimenta un rápido declive. Por un lado, el Holocausto nazi que
aniquiló comunidades enteras, como la numerosa comunidad de Salónica. La
exterminación sistemática de la población judía en los campos de concentración
es el acontecimiento histórico más duro que sufren las comunidades sefardíes
desde la expulsión de 1492.
Por otro lado, las
migraciones causadas por la propia guerra y posteriormente por la creación del
Estado de Israel propiciaron el desmembramiento y aculturación de las
comunidades. En apenas cinco años la lengua Sefardíes perdió al 90% de sus
hablantes. Esto significó para el judeo-español dejar de tener un punto de
localización reconocible y perder a quienes mejor hubieran podido abrir nuevos
caminos hacia la normalización de una lengua: los escritores y creadores
literarios.
El mantenimiento
del judeoespañol como signo de identidad judía tenía poco sentido en Israel,
donde una lengua considerada más propia de los judíos, el hebreo, había sido resucitado
como lengua viva. A Israel se trasladaron la mayor parte de los sefardíes de
Marruecos, emigrados masivamente en los años 50. Los sefardíes emigrados a
países de habla hispana abandonaron rápidamente su lengua en favor del español,
y las comunidades de Francia o Estados Unidos lo mantuvieron durante un tiempo,
aunque relegándolo cada vez más al ámbito doméstico o de las relaciones
sociales.
El número de hablantes de judeoespañol ronda hoy
los 150.000. En Iberoamérica hay comunidades donde el ladino y las tradiciones
sefardíes han sido parte integral de su historia y cultura, por ejemplo en
países como Puerto Rico, Cuba, Bolivia, Brasil, entre otros. En Israel se
mantiene una revista en judeoespañol, Aki Yerushalayim (”Aquí
Jerusalén”), editada por la Autoridad Nasionala del Ladino y una emisión
semanal de radio en la emisora Kol Israel. Igualmente Radio Exterior de España
emite el programa Bozes de Sefarad que
recientemente cumplió 20 años al aire. Otros medios de comunicación en ladino
han ido desapareciendo a medida que menguaba el número de hablantes.
Las comunidades
sefardíes más numerosas fuera de Israel están en Turquía, donde hay unos 15.000
hablantes. Ahí mismo, el número de periódicos y boletines emitidos en judeoespañol sigue siendo
significativo.
Desde finales del siglo XX ha habido tímidos
intentos de recuperación del judeoespañol, sobre todo en Israel. Este
judeoespañol académico es un estándar
creado a partir de las hablas de los sefardíes. Está, incluso, muy influido por
el castellano estándar, del que se ha tomado numeroso vocabulario para
sustituir los préstamos turcos, franceses y eslavos.
Actualmente varias casas editoriales, sobre todo
españolas, editan libros escritos en lengua judeoespañola. Gad Nasí publicó
recientemente su obra editorial En tierras ajenas yo me vo
murir: una excelente recopilación de cuentos y testimonios en lengua
judeospañola. Igualmente, han vuelto a ser colocadas en el mercado
publicaciones como Los Dos Mellizos,
novela sefardí publicada por primera vez a finales del siglo XIX y Crónicas de los Reyes Otomanos de Moshé Almosnino,
primera publicación formal en lengua judeoespañola.
Libros tanto
judíos como de la fe cristiana han sido escritos o traducidos en ladino por
eruditos como Frantz S. Peretz. También escritores como Moshe Shaul y Avner
Peretz (Perez) han publicado una gran colección de artículos en judezmo.
Como el yidish, el
judeoespañol tradicionalmente se ha escrito con caracteres aljamiados.
En la actualidad el judeoespañol se
escribe comúnmente con el alfabeto latino, especialmente en Turquía donde sigue
las reglas fonéticas del alfabeto estandarizado para el turco moderno, impuesto
desde la década de los 20 del S. XX por Mustafa Kemal Atatürk. El uso de los
caracteres turcos resulta en la mayoría de los casos, muy útil y práctico ya
que se obtienen escritos precisos que se leen tal y como se escriben, sin tener
que recurrir a excepciones lingüísticas. Sin embargo, algunas comunidades
todavía lo escriben usando caracteres aljamiados (alfabeto hebreo del
tipo Rashi), práctica que era muy común y posiblemente
universal, hasta el siglo XIX. Aunque los alfabetos griego y cirílico se han
empleado en el pasado, hoy día están en desuso.
Tras la dramática
pérdida que para las comunidades sefardíes europeas (particularmente en los
Balcanes) significó la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de los hablantes
de judeoespañol eran judíos turcos. De ahí la importancia que tiene el uso de
su alfabeto, que por la coincidencia en la existencia de sonidos
estandarizados, subsana de manera muy eficiente la fonética del Judeoespañol.
Los siguientes caracteres es común encontrarlos en las publicaciones turcas en
judezmo:
La Autoridad
Nasionala del Ladino promueve la utilización de otro alfabeto. Hay también los
que, con Jacob M. Hassán, alegan que el Judeoespañol debe adoptar la ortografía
de la Lengua Española estándar. Otros, como es el caso de Pablo Carvajal
Valdés, sugieren que el Judeoespañol adopte la ortografía usada durante la época
de la Expulsión de 1492. La ortografía de ese tiempo se ha estandardizado y ha
cambiado eventualmente por una serie de reformas. Finalmente, fue cambiada por
una reforma ortográfica en el siglo XVIII. El Judeoespañol ha conservado algo
de la pronunciación que a la hora de las reformas había llegado a ser arcaica
en el castellano estándar.
Adoptar la ortografía del siglo XV para el
Judeoespañol traería nuevamente dentro de existencia la /s/ (originalmente
/ts/) – c (antes de e y de i) y ç/z ((cedilla): tales como en caça; la /s/ – ss: por ejemplo en passo y la [?] – x: como
en dixo. La pronunciación original de la [?] – g (antes de e o de i) y de la j: como en mujer o
gente, sería restablecido y la /z/ (originalmente /dz/) – z: permanecería en
las palabras, como en fazer y dezir. El /z/ – s: como en casa, recuperaría su pronunciación bajo esta ortografía
también. Se diferenciarían la b y la v, como en el caso del reflejo
intervocálico – B -: eg el debe español, del latin debet, volverá a su viejo deletreo castellano deve. El uso de los bigramas ch, ph y th (hoy /k /, /f/
y /t/ en español estándar respectivamente), reformado formalmente en 1803,
sería utilizado en palabras como en orthographía o theología. La Q latina ante
palabras como en quando, quanto y qual también
sería utilizado. El autor Enrique Saporta y Beja aplica intensivamente este
tipo de ortografía en sus publicaciones, alegando su alta similaridad con el
español.
Sin embargo, el
filólogo andaluz Pascual Pascual Recuero hace uso de una ortografía que
reproduce con gran exactitud los sonidos del Judeoespañol. Algunos de los
caracteres que propone para que sean usados:
Algunos entienden
que al usar la vieja ortografía castellana solamente se distanciarán
características no-hispánicas del Judeoespañol y crearán problemas que los
sistemas fonéticos actualmente solucionan. Sin embargo, la literatura española
de la edad clásica y de oro ganaría un renovado interés, un mejor aprecio y
entendimiento si su ortografía se utilizara nuevamente.
Origen de las
palabras en judeoespañol
Artículo principal: Origen de las palabras en judeoespañol
El judeoespañol es un idioma que recibió una importante aportación de muchas de
las lenguas habladas en la Península Ibérica, ya que muchos de los judíos
expulsados procedían de zonas como Galicia o Cataluña. Igualmente, recibió una
rica influencia del turco, del griego y del italiano.
Comparación con
otras lenguas
Judeo-Español
El djudeo-espanyol, djudio, djudezmo o ladino es la lingua favlada por los
sefardim, djudios ekspulsados de la Espanya enel 1492. Es una lingua derivada
del espanyol i favlada por 150.000 personas en komunitas en Israel, la Turkia,
antika Yugoslavia, la Gresia, el Maruekos, Mayorka, las Amerikas, entre munchos
otros.
Español
El judeo-español, djudio, djudezmo o ladino es la lengua hablada por los
sefardíes, judíos expulsados de España en 1492. Es una lengua derivada del
español y hablada por 150.000 personas en comunidades en Israel, Turquía, la
antigua Yugoslavia, Grecia, Marruecos, Mallorca, las Américas, entre muchos
otros.
Español antiguo
El iudeo-hispanyol, djudio, djudezmo uo ladino es la lingua fablada per los
sefardim, iudios essipulsatos de la Hispania enel 1492. Es una lingua deriuada
delle hispanyol i fablada per 150.000 personas in-communites in Israel, la
Turkaia, antica Yugoslavia, la Graecia, Maiorca, el Maruhek, las Amerikas,
inter muncio altres.
Asturiano
El xudeoespañol, djudio, djudezmo o ladino ye la llingua falada polos
sefardinos, xudíos expulsados d’España en 1492. Ye una llingua derivada del
español y falada por 150.000 persones en comunidaes n’Israel, Turquía, na
antigua Yugoslavia, Grecia, Marruecos, Mayorca, nes Amériques, entre munchos
otros.
Gallego
O xudeu-español, djudio, djudezmo ou ladino é a lingua falada polos sefardís,
xudeus expulsados de España en 1492. É unha lingua derivada do castelán e
falada por 150.000 persoas en comunidades en Israel, en Turquía, na antiga
Iugoslavia, Grecia, Marrocos, Mayorca, nas Américas, entre moitos outros.
Portugués
O judeu-espanhol, djudio, djudezmo ou ladino é a língua falada pelos
sefarditas, judeus expulsos da Espanha em 1492. É uma língua derivada do
espanhol e falada por 150.000 pessoas em comunidades em Israel, na Turquia, na
antiga Iugoslávia, Grécia, Marrocos, Maiorca, nas Américas, entre muitos
outros.
Ejemplos de
literatura en judeoespañol
Cuento: El Hazino Desovedyente (I. Pontremoli)
Un adam kayo hazino de munço tiempo i vino un mediko savido a verlo i le dyo
promeza ke asta tantos dias lo melezina: Basta ke se kudye a bever las
melezinas i espesias ke le dara, i ke no koma demazyado, ni kozas ke aze danyo
al estomka. İ el hazino no eskuço al mediko, i iba komiendo todo lo ke le dezeava
su alma, i no kudyava por azer la melezina del mediko. İ
viniendo el tiempo, en lugar de melezinarse, se izo hazino mas munço. İ kuando vino el mediko a ver
al hazino, le demando el hazino al mediko:
* Adam – Hombre
* Hazino – Enfermo.
* Estomka – Estómago.
* Adrava – En vez.
Refranes sefardíes
El Grupo de Cohá
Dentro de los refranes sefardíes, es interesante destacar el Grupo de Cohá
(recordad que en turco, la C tiene el sonido [LL] argentino). Cohá es un nombre
deformado por la pronunciación sefardí, del célebre personaje ficticio turco,
Nasrettin Hoca (El Maestro Nasrettin). Es considerado el prototipo de tonto,
ingenuo, y hazmerreír del pueblo. Generalmente se le ilustra como un anciano
con un turbante enorme, montado sobre un asno pequeño, que nunca le obedece.
https://yadbeyad.wordpress.com/2010/02/11/idioma-judeoespanol-ladino/
No hay comentarios:
Publicar un comentario