FONDO
MEXICANO DE LA
BIBLIOTECA
NACIONAL DE FRANCIA
Documento No. 046-058
Historia Tolteca Chichimeca
Cecilia Rossell (CIESAS)
Laura Rodríguez Cano (ENAH-INAH)
El tule y el sauce blancos, justo al costado derecho
del Tlachihualtépetl, la montaña hecha a mano. Historia Tolteca Chichimeca, ff. 9v-10r (detalle).
https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/las-razones-de-la-historia-tolteca-chichimeca
Este códice elaborado sobre papel europeo, lleva
marcas de agua(1), que indican que se trajo desde una región entre España,
Francia e Italia. Los pliegos fueron doblados en varias secciones según su
tamaño para formar 52 fojas de 29 por
Historia y estudios
Este códice, de mediados del siglo XVI, proviene del señorío de
Cuauhtinchan, en el actual estado de Puebla y pertenecía al linaje de los
moquiuixca (Cf. Kirchhoff et al.
1976:11). Para entonces, San Juan Bautista Cuauhtinchan,
formaba parte del Obispado de Tlaxcala y de la provincia franciscana del Santo
Evangelio; por lo que es muy probable que haya sido hecho en un convento de
esta orden, ya que durante esta época se manufacturaron varios códices
semejantes bajo la tutela de los frailes, los cuales seguían una estructura en
forma de relatos asociados con los años,
conocidos como anales, o bien, mostraban dichos sucesos dentro de un marco
geográfico a manera de mapa (Cf. Rossell, en preparación y Rossell, 2003). Además el papel europeo era difícil
de conseguir en la primera mitad del siglo XVI, por lo que es probable que se
hubiera proporcionado este material a través de los conventos, y que se hubiera
realizado el libro bajo la supervisión de los frailes; que como parte de sus
labores proporcionaban educación a los hijos de los nobles indígenas,
principalmente para escribir con letras del alfabeto tanto en español como en
latín, mostrándoles algunos libros que hubieran traído del viejo mundo, de los
que tal vez los indígenas hicieran copias. De los cuales aprenderían las artes
de la encuadernación y a escribir en un estilo característico de principios del
siglo XVI como se aprecia en todo el códice. El motivo
por el cual se elaboró se refiere a un
problema sobre posesión de la tierra con el grupo vecino de los totomihuaque que
estaban tratando de extender los límites de su territorio dentro del señorío
de Cuauhtinchan. Se enviaron jueces de la ciudad de México a
escuchar a los demandantes, convocados en el convento de San Francisco Tepeaca, donde
se efectuó la narración de la historia de los señores nahuas, sobre quiénes les
habían dado esas tierras y el cómo habían adquirido el derecho sobre ellas. El
litigio comenzó en 1532, cuando posiblemente se pintó el mapa, posteriormente,
hacia 1546 comenzó otro conflicto de linderos con Tepeaca, lo que
al parecer fue la causa de que se escribieran los anales (Cf.
Kirchhoff et al. 1976:11-16).
El manuscrito se conservó en Cuauhtinchan hasta la mitad del siglo
XVIII, cuando pasó a manos del italiano Lorenzo Boturini (7). Hacia 1743, fue
confiscada su colección, pasando a
Hacer una
revisión sobre las referencias que existen hasta ahora sobre
Contenido General
El códice relata la historia de los siete
pueblos chichimecas que fueron dirigidos por los toltecas para conquistar y
llegar a merecer sus tierras y su gobierno. Su lugar de origen estaba en Chicomoztoc o
las Siete Cuevas, situado en algún paraje de la llanura o el desierto, conocido
como la tierra divina o Teotlalli, donde formaban parte de los
cazadores nómadas del norte de México. Entre ellos estaban los
tolteca-chichimeca, que fueron los primeros en tomar el camino pasando
por Colhuacatepec, el Cerro Curvo o el Lugar de los Ancestros,
hasta llegar a un pequeño asentamiento otomí junto a la rivera de un río, que
convierten en su capital y lo nombran Tollan en su lengua, el
náhuatl, que quiere decir “entre los juncos o carrizos”, y es allí donde este
grupo tomó el nombre de toltecas, los habitantes de Tollan, la
ciudad. Estaba habitada por veinte pueblos entre los que se destacaron los
nonoalca, quienes llegaron a compartir el gobierno con los toltecas, hasta que
surgen conflictos entre ellos que los obligan a abandonar la ciudad en la
tercera década del siglo XII, para dirigirse hacia el sur. Los toltecas van
guiados por su sacerdote Couenan y cuatro líderes, los
principales son Icxicouatl y Quetzalteueyac, pasan
por varios sitios en Hidalgo, Tlaxcala y Puebla donde se quedan algún tiempo,
en una migración que dura 36 años, hasta llegar a establecerse en un señorío
olmeca-xicalanca, llamado Chalchiuhtepec o Cerro de Jade
porque ahí había caído una joya de este material con forma de rana o sapo, esta
importante capital comercial y centro ceremonial llegó a recibir muchos
nombres, los hablantes de náhuatl la llamaron Cholollan Tlachiualtepetl,
el lugar de los que huyeron a la montaña hecha a mano, la gran pirámide. Habían
llegado aquí, ya que su sacerdote había venido antes a hacer penitencia al
templo de Quetzalcoatl y había visto que era un buen lugar para establecerse,
por lo que piden tierras a los gobernantes, el Tlalchiyach tizacozque y
el Aquiyach amapane, pero después de cinco años toman la ciudad y
los pueblos vecinos de la región se rebelan y hacen la guerra a estos
extranjeros como aliados de los olmeca-xicalanca. Los toltecas piden ayuda a su
dios Tezcatlipoca quien les indica regresar a Chicomoztoc para
solicitar la ayuda de los otros grupos chichimecas; parten los líderes para
convencerlos a cambio de darles su pueblo y la nobleza, el señorío y el
gobierno, la estera y el asiento, finalmente acceden y realizan una serie de
rituales adivinatorios y ayunos; los toltecas les imponen la nariguera real
elevándolos al cargo de señores, y les dan de comer maíz con lo que empiezan a
hablar el náhuatl. Regresan y conquistan a los aliados de los olmeca-xicalanca
por medio del agua divina y el fuego, es decir, la guerra, llevando sus
prisioneros a sacrificar al mismo Tlachiualtepetl donde los
reciben los toltecas con música y cantos, ellos mismos se erigen en los
soberanos de la ciudad, y a los señores chichimecas, les entregan mujeres y los
proveen de tierras y trabajadores, tomando a Cholollan como el
centro se distribuyen los grupos, los cuauhtinchantlaca se encaminan al oriente
hacia Cuauhtinchan, los tlaxcalteca van al norte a Tlaxcallan, los
acolchichimecas parten al occidente a Huexotzinco, y hacia el sur
los totomihuaque se dirigen a Totomihuacan. Al parecer, los demás
fueron a establecerse al noreste, los zacateca en Zacatlán, los
tzauhteca en Zautlan y los malpantlaca en Malpan.
A cada uno se le dio el gobierno frente a su agua y su cerro, o sea, su pueblo,
señalando los linderos de este vasto territorio conocido como Coatlalli,
donde también habitaban chochos, popolocas y mixtecos, lo cual quedó pintado en
mapas. Una vez acomodados, se presenta la lista de los señores chichimeca y
aquellos que los fueron sucediendo durante 224 años, hasta que comenzaron los
tiempos difíciles de hambruna y guerra, provocando movimientos de población así
como tensiones y enemistades entre ellos, los acolhuas y huexotzincas atacan la
ciudad de Tlaxcallan, pero son vencidos por la alianza que
forman los toltecas con los otros pueblos. En el siglo XV, los chocho-popolocas
piden ayuda al señor de Tlaltelolco para que realice una
avanzada sobre Cuauhtinchan, colocando en el poder a un señor
mixteca-popoloca, que gobernó por un poco más de 40 años, hasta que comenzó
otro conflicto con Tepeyacac. Estaban en ello, cuando tuvieron
que terminar la guerra, pues aparecen los mexicas que los someten y construyen
allí una guarnición para sus campañas militares, entonces, la gente de Tepeaca les
pide apoyo para que repartan las tierras de Cuauhtinchan, por lo
que unos embajadores son enviados a dividir el señorío en cinco partes, aunque
no todos los linderos fueron respetados, lo que estuvo causando problemas a lo
largo del siglo. Hasta que en la segunda década del siglo XVI llegan los
españoles, son acogidos por los tlaxcaltecas, y destruyen Cholollan junto
con los pueblos vecinos que son conquistados, poco después llegaron los frailes
franciscanos, y se estableció un gobierno colonial, pero como el pleito
con Tepeaca siguió, se enviaron en dos ocasiones jueces de
Escritura en glifos y glosas
El texto náhuatl en caracteres alfabéticos sigue
un orden de lectura de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, distribuído
en una o dos columnas iniciando los párrafos con una marca llamada calderón, y
con la primera palabra o frase en tinta roja a manera de subtítulos; diseñando
el espacio de las páginas con los escritos en tinta negra y roja, intercalando
las imágenes a manera de ilustraciones o viñetas, dentro de una traza de líneas
horizontales y verticales casi imperceptibles, que servían como una guía. La
mayoría del texto en glosas del códice está redactado en una lengua indígena,
el náhuatl, cuya traducción más confiable se puede encontrar en la edición de
1976. Y aunque algunos franciscanos llegaron a aprenderla bien, es probable que
la obra hubiera sido realizada por un escriba proveniente de las casas
señoriales de los nahuas como la moquihuixca, que conociera la
historia de sus antepasados, por medio de la tradición oral, ya que por la
manera de redactar pareciera un relato que se aprendió de memoria, con listas
de personajes, lugares y fechas, enriqueciendo la narración con el uso de
difrasismos y metáforas, la descripción de rituales y cantos, así como de
diálogos que parecen una representación oral de la historia, lo que recuerda un
cierto estilo teatral.
Podrían haber consultado otros códices que se
conservaran del periodo prehispánico, aunque estos habían sido buscados,
destruidos y prohibidos por el fanatismo religioso en los primeros tiempos de
la colonización. Pero con el tiempo la escritura indígena se llegó a reconocer
como un medio de comunicación eficaz con la sociedad nativa, por ello, los
frailes educaron a algunos nobles nahuas para que sirvieran como escribas e
intérpretes entre los españoles y los grupos étnicos, como el que pudo haber
escrito los textos y las glosas de este códice. Pero también les solicitaron a
estos indígenas que relataran su origen e historia, para llegar a entender la
conformación de la sociedad indígena y sus problemas, así como las costumbres y
los rituales de su religión conociéndolos mejor para poderlos evangelizar. Por
ello durante la primera mitad del siglo XVI, se volvieron a elaborar muchos
códices en los que si bien se utilizaba la escritura mesoamericana, lo hacían
dentro de un formato que pudiera ser inteligible para los europeos, ya fueran
documentos escritos con caracteres alfabéticos en lenguas indígenas,
manuscritos mixtos con textos y glifos de la escritura indígena o que solamente
se empleara esta última.
En cuanto a algunos de los formatos más
utilizados, están el relato de sucesos históricos narrados año por año, conocidos
como “anales”, que podían proporcionar información amplia y detallada o bien
mencionar brevemente el año y lugar con el personaje y suceso acaecido, ya
fuera de índole humana como una entronización, una muerte o una guerra, y
también a manera de referencia, de eventos naturales como una plaga, un temblor
o la aparición de un cometa. Aquí, la dimensión que guía el relato es el
tiempo. Pero también están los “mapas” que son los relatos donde se
presentan los acontecimientos, fechas y personajes, distribuidos entre los
sitios donde sucedieron los hechos, generalmente aparecen dentro de un marco
formado con los nombres de los linderos del territorio. O sea que la dimensión
del espacio es la que conduce la narración. Estos formatos han sido
considerados como indígenas por haber sido realizados por ellos, y posiblemente
sea así, aunque llama la atención que no se conocen precedentes mesoamericanos,
salvo las listas de días y años en los códices religiosos. Sin embargo, en el
viejo mundo sí existen antecedentes muy antiguos de la utilización de los
anales junto con crónicas e historias para llevar el registro de los eventos,
entre los que se encuentran los anales eclesiásticos medievales, así como
algunos mapas de ese tiempo cuya distribución es muy semejante a los realizados
aquí.
Lo que sí es característico de los
códices coloniales es la utilización de los caracteres o glifos de la escritura
mesoamericana, lo que los convierte en documentos mixtos, como en el caso de
El análisis de los Anales
Aquí se presenta una de las tres secciones en
que se dividió el códice, la primera, es la de los anales que consta de 78
páginas de las cuales solo 36 presentan glifos, el resto de las fojas son solo
texto en caracteres alfabéticos en lengua nahuatl o en blanco. Se escogieron
los anales como una muestra inicial para el análisis de los glifos de
Cada ficha consiste en una descripción formal
del glifo, que ayuda a su identificación, comparándolo con otros códices que
pertenecen al estilo de la cuenca de México y en un análisis detallado de su
función fonética en la lengua nahuatl, para conocer los diferentes usos del
glifo en el sistema de escritura del Altiplano Central. Dentro de los
comentarios del análisis fonético de cada glifo se emplearon dos diccionarios, uno
es el de Fray Alonso de Molina (abreviado como M:) y el otro de Remi Simeon
como (S:). En cuanto a la ortografía de los nombres en nahuatl en general se
respetó. Además, se incluyó una explicación del glifo en relación con el
compuesto glífico que es su contexto inmediato. Por otra parte, las glosas y
los textos en nahuatl fueron retomados de la traducción que aparece en la
edición de 1976, así como en algunos casos las notas y los comentarios que se
presentan en los recuadros. Para la lectura de los 235 compuestos glíficos y de
los 487 glifos de los anales se tomaron las glosas más cercanas a ellos. Además
la ficha incluye una explicación en texto e imagen de los contextos mayores de
los glifos y los compuestos en escenas y relatos. El número de escenas que se
encontraron en los anales suman 36, y corresponden a la información que aparece
en cada página o zona “A”. Se debe mencionar que las glosas forman la narración
de la historia y que los glifos representan los momentos más significativos de
estos eventos, que es precisamente lo que resaltamos en la descripción de las
escenas. En cambio los seis relatos que localizamos en los anales, se refieren
a narraciones más grandes que engloban varias escenas y que pueden abarcar
varias páginas del códice.
Otra particularidad es el análisis de los
personajes, ya que existen varias maneras de analizarlos. Una es separándolos
del resto de los glifos como sucede comúnmente considerándolos como una
categoría diferente, otra sería tratar cada parte del personaje como glifos
individuales, por ejemplo: cabeza, ojo, pies, brazos, etc. Aquí se considera a
los personajes como determinativos nominales o bien semánticos, donde la figura
humana está presente para marcar que sus atributos corresponden a un gentilicio
como un tolteca-chichimeca, a una jerarquía o cargo como un tecuhtli o a un
nombre personal particular como Icxicoatl y Quetzalteuyac (cf. Rossell y
Rodríguez, 2000). Para ello las glosas ayudaron a determinar el como se efectúa
la lectura de los glifos, o sea, que en el caso de los personajes sus atributos
tienen la función de ser elementos propios de un glifo complejo, que cuando
aparecen separados sí pueden asumir la función de glifos con una lectura propia.
Los glifos de los Anales
Los glifos son las unidades mínimas de
significado de la escritura indígena, se conforman con imágenes de seres y
objetos que pueden reconocerse, pero que se emplean como símbolos y signos para
expresar el pensamiento y la lengua náhuatl, así cada figura representa un
concepto y una palabra, los glifos pueden presentarse solos o combinados
formando compuestos. En su mayoría se conforman por sustantivos, que son los
nombres de los seres y objetos, así tenemos a un pié icxitl y
una serpiente coatl; asimismo se encuentran adjetivos que son las
cualidades o propiedades de ellos, como una pluma que es larga ueyac;
también están los verbos o las acciones que llegan a desarrollar, como la
hierba cuando se parte, o se divide en dos xeloa. Esto se
aplica cuando las lecturas corresponden a lo que se observa, pero también hay
glifos que figuran un concepto por asociación de ideas a manera de metáfora,
como en el caso de la diadema o copilli, que se usa para
representar el cargo de los señores o tecuhtli, este tipo de
relación se establece por medio de una convención cultural.
Existen glifos a los que solo corresponde una
lectura, y hay otros que pueden llegar a tener dos, como la imagen de un
“águila” para leer el término específico de águila quauhtli, o bien
el genérico de pájaro tototl. Asimismo están aquellos glifos
cuya lectura puede tener varios significados, como la de una “joya de
turquesa”, de la cual se pueden hacer las siguientes lecturas: por la
descripción de su forma, es una joya cozcatl, por el material
con que está hecha, es una piedra de turquesa xiuhtomolli, por
su color, es azul turquesa xihuitl, y por ser considerado un
objeto valioso, es sinónimo de lo que es precioso. Ello en cuanto a la imagen
del glifo, pero asimismo las palabras pueden tener varios significados, como el
mismo término xihuitl que quiere decir: turquesa, año, cometa,
hierba y hoja; así las fechas de los años se pueden representar mediante un
cuadro azul con el signo y su numeral.
Seguramente el escriba pintor que utilizaba
estos glifos sabía cuando se aplicaba una posibilidad u otra, quedando su uso
fijado por una convención. Pero para el caso de aquellos glifos que pueden
tener dos lecturas, entonces se colocaba junto otro glifo cuyo nombre comenzaba
con el sonido de la lectura deseada, así para leer “tambor” ueuetl,
y no vasija caxitl o brasero tlecaxitl, se
acompañaba con parte del rostro de un “viejo” ueue, cuyo sonido
inicial ueue, servía como un marcador fonético. Una vez que se
tiene identificada la lectura del glifo como tambor o ueuetl,
muchas veces es necesaria la presencia de otra imagen que no se lee, para poder
identificar al glifo o bien su función, en este caso, se trata del nombre o
antropónimo de un personaje masculino (hombre tlacatl), el cual
aparece debajo del tambor, precisando su lectura como Ueuetzin El
venerable (señor) del tambor, donde tzin es un indicador de
respeto; a estos signos se conocen como marcadores semánticos.
Los glifos se pueden presentar aislados, que es
cuando suelen representar palabras enteras, o bien, en combinación con varios
signos que se conocen como compuestos, donde cada glifo generalmente representa
solo la parte significativa de la palabra, es decir la raíz o morfema, las que
se asocian para formar frases e ideas más complejas. El tipo de conjuntos
glíficos que aparecen en este códice, se pueden clasificar en:
Calendaricos: se forman con alguno de los 20 signos de los días
acompañados con numerales de puntos del 1 al 13 dentro de un cuadro, para
marcar que se trata de fechas. Como los años “1 Pedernal” Ce
Tecpatl y “2 Casa” Ome Calli. Asimismo están los que se
usan para nombrar a las personas mediante el día de su nacimiento, el que va
asociado a un individuo y no están encerrados. Como podría ser un Señor “1
Movimiento” Ce Ollin. En particular, se puede mencionar que
las fechas de los anales en su mayoría se refieren a los nombres de años cuyos
portadores son del tercer grupo (caña, pedernal, casa y conejo), pero también
tenemos registros de 25 días del calendario ritual que van de manera consecutiva,
desde casi el final de una rueda de 260 días, anotándose a partir del día 8
zopilote hasta el 13 flor y luego inicia otro ciclo en 1 lagarto hasta el día 7
flor.
Personajes: son las figuras humanas cuyos atributos son marcas del
género, edad, actitud y condición, se reconocen por sus características
físicas, y su postura corporal, así como el peinado y atavíos masculinos y
femeninos. Por lo que las figuras de hombres (tlacatl) adultos,
que están parados en actitud de avanzar y llevan ceñidor y sandalias como los
nobles (pilli), el pelo largo amarrado en una cola propia de
los sacerdotes (tlamacazqui), y portan la diadema de los
señores tecuhtli. Estos personajes se forman por un conjunto de
glifos que funcionan como marcadores semánticos para dar en conjunto la lectura
de: señor “tecuhtli”.
Antropónimos: proporcionan el nombre personal o sobrenombre a los
individuos, y sirven para distinguir a una persona de las demás, tal vez estos
hacen referencia a una cualidad de la persona, de su pertenencia a un linaje o
de la dedicación a cierta deidad. En este caso, se presentan los señores Icxicoatl Pié
de Serpiente, Quetzaltehueyac Pluma de Quetzal Firme y Larga.
Gentilicios: muestran el grupo o lugar al que pertenecen los individuos, en su
mayoría suelen tomar el nombre de la capital del reino que se conquista y donde
establecen su residencia como el que identifica a la comunidad. Aquí
encontramos a los toltecas como los habitantes de Tollan o los
totomihuaque de Totomihuacan.
Cargos: son atributos que expresan jerarquía social y las
funciones políticas, militares y religiosas de los individuos. Como los
chichimecas, que al parecer no se trataba de un grupo en particular, sino de
una cierta categoría militar y tal vez política, de los valientes guerreros que
habitaban las tierras del norte,
Topónimos: dan nombre a los distintos lugares ya sean culturales o
naturales, pueden tratarse de ciudades, pueblos o villas, como de alguna
característica del paisaje que sirva para identificar la región o los linderos
de las tierras del señorío. Entre ellos encontramos a Tollan el
Lugar donde abundan los Tules, Colhuacan el Lugar Curvo
y Chiquiuhtepec el Cerro del Canasto. Construcciones: son los
edificios que representan los asientos del poder político y religioso, que se
conquistan o donde se hacen ofrendas y rituales, como los palacios y templos,
también pueden ser cercas o muros que delimitan el espacio o que son
defensivas. Así tenemos templos o casas del dios teocalli,
palacios tecpan y murallas tenamitl.
Insignias: son los símbolos relacionados con la guerra, el gobierno
o la religión, representan la jerarquía y el prestigio de los personajes y las
ciudades, entre éstas tenemos adornos de plumas, escudos con arco y flechas,
águilas y jaguares. Como el manojo apretado de plumas o quetzalpatzactli que
usaban los señores, las armas (arco tlauitolli y flechas mitl) o tlauiztli características
de los chichimecas, y las guirnaldas de plumas quetzaltlatectli que
ennoblecen a una ciudad.
Difrasismos: es la combinación de dos glifos cuyas lecturas
individuales son diferentes de la lectura resultante, o sea que expresan
conjuntamente otro concepto. Encontramos armas (arco y flechas) o tlauiztli con
un manto de piel o euaquemitl para representar a los
“chichimeca”.
Este conjunto de glifos formaba parte de una
escritura indígena que todavía estaba vigente durante el periodo colonial, y
que junto con el texto alfabético en lengua náhuatl permitió registrar los
acontecimientos que sucedieron a estos grupos del sur de Puebla.
Notas al pie
1.- Estas marcas del papel se tratan del
peregrino en un círculo y la cruz en el escudo foliado que al parecer fechan al
documento entre los años 1552 y 1587 la primera y 1552 y 1647 la segunda (cf
Kirchhoff et al., 1976:12).
2.- Glass (1975:220) consigna las medidas de 30
por
3.- Ms. 46-50 de 20 fojas, Ms. 51-53 de 2 fojas
y Ms.54-58 de 28 fojas junto con un mapa (cf. Glass, 1975:220, Kirchhoff et
al., 1976:8. Este mapa inicial para nuestro estudio de los glifos en el
proyecto AMOXCALLI la hemos foliado como foja 0, y para el resto hemos seguido
la foliación de la edición de 1976.
4.- De las 52 fojas (104 páginas) aparecen 37
páginas con sólo texto en náhuatl, 35 páginas con glifos y texto en náhuatl y
25 páginas con sólo escritura en glifos y 7 páginas en blanco (Glass, 1975:220).
5.- Existe un pequeño texto en otra lengua
indígena en la foja 1r que la edición de 1937 identificó como popoloca, y la
edición de 1976 sugieren que la letra sea del siglo XVIII (cf.
Kirchhoff et al., 1976:11; Swanton, 2001:115-140).
6.- Véase para los estilos y escuelas de
tlacuilos en los códices del Centro de México a Robertson, 1959.
7.- Colección reunida entre
1736-1743, quien menciona a este documento en su "Catálogo del Museo
Histórico Indiano", publicado en 1746.
8.- Cf. La litografía de Aubin
(1849-1851); Brasser de Bourbourg, 1851; Orozco y Berra; 1880; Chavero, 1886;
Boban, 1891; Garibay, 1957; Whorf, 1930, entre otros citados en Glass, 1975:221.
9.- Cf. Preuss y Menguin 1937-1938; Menguin,
1942; Berlín y Rendón, 1947 citados en Glass, 1975:221 y Kirchhoff et
al., 1976:8.
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Folios
Llegada a Tula de los emigrantes de Chicomoztoc. De pie se
representan dos sacerdotes toltecas vestidos a la usanza chichimeca: Icxicoúatl
y Quetzalteuéyac; a los nonoualcas chichimecas Xeluan y Uueuetzin se les dibujó
una pequeña cara, indicando su menor rango.
Este
arribo a Tula ocurrió en el año 1-Técpatl (1.116 d. C.).
Dos
macro-grupos, el tolteca chichimeca y los nonoalca-chichimeca, salen de
Chicomoztoc ("Siete
Cuevas"), lugar donde se reunían grupos mesoamericanos para
establecer convenios y alianzas, para regresar a la "Gran Tollan" (Tula,
Xicocotitlan), capital de su imperio. En la imagen se representan a los
tolteca-chichimeca Icxicoúatl y Quetzalteuéyac acompañados de Tezcauitzil y
Tololouitzin.
Representación de Cholula:
Cholula y los diversos nombres
que recibía este gran santuario mesoamericano. Estos que llegaron son los
calmecactlaca conquistadores. Los tolteca estaban divididos en dos
parcialidades: la gente
del palacio, o calmecactlaca, y los calpolleque, gente del barrio, servidores.
En la casita dibujada en la parte alta del cerro se pintó a uno de los jefes
sacerdotes de los olmeca-Xicalanca, el Aquiyach Amapane. El sacerdote que regla
en lo bajo se llamaba Tlalchiyach Tizacozque.
Folios 9r y 10v
El reino de los olmeca-xicallanca (650-1050 d. C.), desde entonces
identificado con los emblemas señoriales del tule blanco, el sauce blanco y la
montaña hecha a mano, se extendía alrededor del Tlachiualtépetl hacia los
cuatro puntos cardinales, organizado en diez señoríos con sus respectivos
linajes gobernantes cada uno.
Folio 14r
El azul verdoso del Tlachiualtépetl le confiere un carácter
divino, en cuya cima hay un sapo relacionado con un culto acuático. Ya habiendo
perdido su recubrimiento de piedra bajo el esplendor de Tollan Cholollan, el
edificio presenta la apariencia natural de un cerro erosionado. Durante el auge
tolteca-chololteca, el inmenso basamento piramidal conservó su esencia sagrada,
siendo referente obligado de la ciudad. Los nuevos señores de la tierra la
concibieron como una montaña de jade o Chalchiuhtepec dedicada a
Chiconauquiáuitl, el dios “Nueve Lluvia”.
Folio 16r
Al lado derecho de la entrada aparecen los sacerdotes
toleteca-chichimeca Icxicoúatl y Quetzalteuéyac; frente a ellos: Moquiuix,
personaje importante de los chichimecas, y Couatzin, el intérprete del náhuatl.
Los
grupos que salen son los siguientes: totomiuaque, cuauhtinchantlacas,
texcaltecas, malpantlacas, acolchichimecas, tzahuctecas y zacatecas.
Folio 16v
Chicomoztoc, es el lugar donde:
- florece el
tule blanco.
- se da la caña
blanca.
- están los
sauces blancos.
- está la fibra
roja (algodón).
- mana el agua
(en este caso agua caliente = guerra).
- está el juego
de pelota (aparecen jugando los guerreros Cuauhtliztac y Apanécatl).
Folio 20r
Los folios 20r y 21r muestran
cuando los chichimecas otomíes ayudan a los toltecas en la conquista de
Cholula; por medio de rituales y de ayuno, convierten a los jefes de las
huestes chichimecas en tlatoques (señores).
He aquí que cuando salieron de Chicomoztoc,
de dentro del Colhuacatépetl, hicieron el ayuno de los tlatoque Cuatro días
ayunaron, para ello nuestro padre, nuestro conquistador se acostó en las ramas
del mezquite blanco. Los tepilhuan chichimeca hicieron ayuno, pasaron aflicción
durante cuatro noches y cuatro días. Al ayunar y padecer, el águila y el jaguar
les dieron de comer.
Folio 21r
"He aquí los días en que hicieron el
ayuno de los tlatoque: día 3 calli, día 4 quetzpalli, día couatl, día 6
miquiztli.... luego Icxicoúatl y Quetzalteuéyac les perforaron el septum a los
tepilhuan chichimeca con el hueso del águila y el hueso del jaguar."
La consagración de los jefes guerreros por sus triunfos militares
está delimitada en esta escena por un marco rectangular con diseños de petates
de tule y tejidos de varas en alusión a las materias primas de sus tronos
reales. Las cuatro aperturas cardinales simbolizan los rumbos de la tierra.
Folio 23r
En su consagración como tlatoque o nuevos dirigentes dinásticos,
los tepilhuan chichimeca
recibieron la protección del dios supremo, el Tloque Nauaque, otra advocación
de Ometeotl con
su invisible presencia en lo cerca, lo junto y en todos lados al mismo tiempo.
El ritual consistió en lechar la hierba torcida (malinalli) y el nopal
(nochtli). Dos dirigentes chichimeca, de los siete que salieron del Chicomoztoc
para combatir el levantamiento olmeca-xicallanca, realizan el flechamiento de
las plantas sagradas de donde brota su savia que simula la sangre sacrificial.
Arriba, los otros cinco son purificados por el derrame del líquido divino.
Folios 26v y 27r
La ciudad de Cholula y sus barrios. La ciudad se encuentra al
centro de la lámina, la representan su gran teocalli (o Tlachiuaaltepetl), otro
edificio de carácter religioso (denominado xiuhcalli), dos casas de nobles y
sus glifos toponímicos. Además, como referencias geográficas, se encuentran
dibujados el río Quetzalac (simbolizado con un ojo de agua y una sección de su
caudal) y varios caminos (formados por huellas de pie), los cuales unen el
teocalli con otros barrios y con un conjunto de personajes. En su borde se
dibujaron ocho cuadrantes con glifos y personajes asociados a los ocho calpulli
o barrios con que cuenta Cholula. También hay otros ocho cuadrantes que
representan a personajes, caciques, y un cuadrante mayor con un grupo de seis
personajes que posiblemente represente una junta de notables (un grupo de
teochichimecas).
Folio 28r
Los chichimecas se adueñan de Tollan Cholollan, para
posteriormente repartir las tierras entre sus jefes.
" Y en Chollolan, al llegar con sus
prisioneros, luego colocaron su cuauhtzatzaztli... allí sacrificaron por
flechamiento... los tlaloque sacrificadores fueron Moquiuix y Tecpatzin... Y
allí también luego colocaron quauhtemalacatl y allí "rayaron" a...
Los tlatoque que “rayaron" fueron
Aquiyauatl, Teuhctlecozauhqui, y Quauhcitlal.
Aquí aparecen pintados los xochimilca y los
ayapanca"
Folio 29v
Derecha-arriba: Un
contingente de guerreros tepilhuan chichimeca se dirige a la batalla.
Izquierda-arriba: Los
tolteca-chololteca celebraron el establecimiento de los tepilhuan chichimeca en
sus nuevas tierras señoriales, así como les asignaron mujeres para gestar las
nuevas dinastías. Un músico toca en la ceremonia de posesión territorial la
bocina de caracol del águila (quauhquiquiztli), animal sagrado que reinaba en
el cielo.
Folios 35v y 36r
Fundación de Cuauhtinchan, al sur de Cholula. El glifo de la
ciudad se encuentra en el centro. Una línea de pisadas muestra la llegada de sus
fundadores chichimecas procedentes del norte. La fecha 8 caña (1.174 d. C.) se
asigna al evento de fundación. Los glifos mostrados en la periferia son los
marcadores de fronteras.
Folios 42v y 43r
Escena de asalto a guerreros en un cerro fortificado, vecino a
Cuauhtinchan.
Uno de los flancos de la cumbre está protegido por varios niveles
de terrazas, a lo largo de las cuales hay plantas espinosas, especialmente
magueyes, lechuguillas y cactus. Además de prevenir la erosión, el uso de la
vegetación espinosa imponía un obstáculo serio para cualquiera que tratara de
escalar a través de las terrazas.
https://pueblosoriginarios.com/meso/valle/tolteca/anales.html
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