1649
GREGORIO
M. DE GUIJO
CRÓNICAS
DE LA CIUDAD DE MÉXICO
AÑO
DE 1649
Prisión
del corregidor
Viernes 1° de enero, el
señor obispo gobernador hizo prender en las casas de cabildo de esta ciudad, a
don Gerónimo de Bañuelos, corregidor por S.M., y a todo el regimiento, y mandó
se les pusiesen guardias de las banderas para China; fue la prisión por unas
discordias que tuvieron con el señor obispo, sobre la elección de alcaldes
ordinarios y que el dicho don Gerónimo le dijo palabras sueltas a que ayudaron
algunos regidores, y dejándole con la palabra en los labios al señor obispo, se
salieron de palacio, y por esta causa fueron presos, y algunos regidores que no
fueron presos se juntaron dicho día por auto de dicho señor obispo en dichas
casas de cabildo, y eligieron por alcaldes ordinarios a don Cristóbal de
Medina, y don Francisco del Hoyo y Asoca, caballeros, mozos y pobres, y
personas del gusto del gobernador. Y estando preso el dicho don Gerónimo, luego
el domingo siguiente le sacaron de esta ciudad cantidad de guardas, y le
llevaron preso hasta la villa de Cuernavaca, y llegados a ella abrieron un pliego
cerrado que llevaban, y en ejecución de él, llevaron al dicho don Gerónimo al
puerto de Acapulco, y lo entregaron por preso al castellano de la fuerza.
Nombramiento
de maestre de campo
Lunes 4 de dicho mes, nombró el señor obispo gobernador
por corregidor de esta ciudad al maestre de campo don Andrés Pérez Franco,
alcalde mayor que había sido de la villa de Tacuba, y en virtud de su
nombramiento, se presentó en el real acuerdo y lo admitieron, el jueves 7 de
enero, y este mismo día lo recibieron por corregidor algunos regidores por auto
de gobierno.
Prior
del consulado
Domingo 10 de enero, se hizo elección de prior del
consulado, y fue electo Andrés del Rosal, mercader, ex vecino de esta ciudad,
cuñado de Francisco de Córdoba, privados del dicho señor obispo.
Muestra
del batallón
Dicho día salió muestra del batallón de esta ciudad a las
tres de la tarde, en que hubo muchas galas en los capitanes, ministros y
soldados, y pasada muestra, se volvieron a recoger las banderas, de suerte que
estuvieron alistados siete meses diez días.
Pregón
de auto general del Santo Oficio
Lunes 11 de enero de 1649, a las cuatro horas de la
tarde, se pregonó por toda la ciudad, cómo los señores inquisidores habían de
celebrar auto general a 11 de abril de este año en esta ciudad, y se daba aviso
a todos los fieles cristianos para que acudiesen a él, y ganar las gracias e
indulgencias concedidas por la santa sede apostólica a los que asistieron en
él; salieron todos los ministros del Santo Oficio a caballo, y acompañáronlos
algunos caballeros de hábito y regidores de esta ciudad.
A 15 de este mes de enero había fallecido don Francisco
de la Torre en la cárcel de corte, donde había estado preso tiempo de seis o
siete años.
Remoción
de jueces de testamentos
A 26 de enero de dicho año, el señor arzobispo removió
del oficio de juez de testamentos, capellanías y obras pías de este arzobispo,
al Dr. Don Antonio de Esquivel Castañeda, racionero entero de esta catedral,
que había que lo era desde que se declaró la sede vacante por el cabildo, por
renunciación que hizo de este arzobispado el señor don Juan de Palafox, y en su
lugar nombró al Dr. Don Miguel de Ibarra, clérigo presbítero, su domiciliario,
y mozo rector que fue el año de 47 y de 48 de la Universidad, y comisario de la
inquisición en el obispado de la ciudad, en las diferencias que hubo con los
padres de la Compañía.
A 29 de enero llegaron cartas al señor arzobispo, en que
le da aviso el conde de Salvatierra de estar gobernando los reinos del Perú.
A 1° de febrero de dicho año, nombró el señor obispo
gobernador por capitán de infantería a don Nicolás Romero de Mella, contador de
los reales tributos, para hacer leva de gente en esta ciudad, para que vayan
con la flota a los reinos de España, por haber muerto la mayor parte de los que
trajo.
Patronato
del convento de la Concepción a Simón de Haro
A 2 de febrero, día de la Purificación de Nuestra Señora,
se otorgaron las escrituras del patronazgo entre el convento de la Concepción
de esta ciudad y Simón de Haro, vecino y mercader de plata de ella, el cual se obligó de dar acabada con toda
perfección la iglesia nueva de dicho convento, que empezó el capitán Tomás de
Aguirre Suasnava, alguacil mayor del Santo Oficio, y por su muerte la dejó
sacada de cimientos, y más de dos varas en alto las paredes, y le dieron el
patronazgo con ciertas calidades que todas aprobó el señor arzobispo, y
continúa en la obra.
Sábado 6 de febrero de dicho año, habiendo convalecido el
señor obispo gobernador de una grave y peligrosa enfermedad que le dio desde
los principios de enero de este año, hizo notificar al Dr. Don Francisco de
Rojas, oidor más antiguo de esta real audiencia, no entrase en ella y se
prestase para los reinos de Castilla, en conformidad de la merced que S.M. le
tenía de oidor de Granada, y la tenía admitida, el cual se retiró a su casa a
prevenir su viaje; y así mismo se les notificó a los demás oidores, pena de
1,000 ducados no lo admitiesen en la audiencia; dícese haberse hecho esto
porque estando tan malo el señor obispo gobernador, se trató entre los oidores
de secuestrar su hacienda, por satisfacer a S:M: mucha suma de ducados que se
dice tener causados de las ventas de los oficios que ha dado.
A 8 de febrero salió de esta ciudad don Francisco Murillo
Criales, secretario que fue del señor
al el marqués de Mancera, que
viene por virrey, y acaba de gobernar al Perú.
Catedrático
de la lengua otomí Fr. Pedro de Rosas
Martes 9 de febrero se cerraron los edictos que se habían
puesto para la cátedra de lengua otomí y mexicana, que vacó por fin y muerte
del padre Fr. Diego de Galdós, del orden de San Agustín; y por no haber
opositores, se la adjudicó el rector y conciliarios al padre maestro Fr. Pedro
de Rosas, de la misma orden; tiene de salario cada año 300 pesos de la real
caja.
Jueves 11 de febrero se le notificó un auto del señor
obispo gobernador, al Dr. Don Gaspar de Castro, oidor de esta real audiencia,
para que dentro de veinticuatro horas saliese de esta ciudad y fuese a las
minas de azogue, jurisdicción de Michoacán, donde asiste don Luis de Berrio,
alcalde de esta corte desde en tiempo del conde de Salvatierra, que le dio con
fianzas debidas el salario de diez años para fabricar las minas de azogue. Para
que el dicho oidor asistiese en ellas y tomase razón de lo que había obrado e
iba obrando, y habiéndoselo notificado luego el viernes siguiente, salió de
esta ciudad y se fue al pueblo de Santa Fe, una legua de esta ciudad; y sabido
por los señores inquisidores, pidieron al dicho señor obispo se sirviese de
mandarle volver, para que concluyese las causas que había criado de los presos
que estaban en dicho tribunal, a que respondió el señor obispo pidiesen por escrito;
y habiéndolo hecho y manifestándole una cédula real en que S.M. manda a los
virreyes den los oidores que señalasen los inquisidores, remitió los autos,
petitorio y cédula al Dr. Don Pedro Melián, fiscal de S.M., para que diese su
parecer, y habiéndolo visto, dijo que sin embargo de la real cédula y lo pedido
por los señores del tribunal, S.E. debía mandar ejecutar y guardar su primer
auto; y con esta respuesta se le notificó al dicho doctor lo guardase y
cumpliese, y luego salió de dicho pueblo y fue a su viaje.
Provincial
de la Compañía de Jesús, padre Andrés de Rada
Viernes |° de Cuaresma, 19 de febrero a las cinco horas
de la tarde, abrieron los padres de la Compañía de Jesús el pliego que su
general les remitió en el navío de permiso, que llegó a la Veracruz por
noviembre del año pasado, en que se les daba orden para que si hubiesen abierto
el que les había enviado en la flota que llegó por septiembre a dicho puerto,
este segundo no se usase de él, y si no
se hubiese abierto, se rompiese el primero y se ejecutase el segundo. Y en esta
conformidad se abrió el segundo, y vino señalado por provincial el padre Andrés
de Rada, hombre de hasta cuarenta años y que una cosas extraviadas, se retiró a
Tepozotlán y pidió lo hiciese maestro de novicios, y lo ha sido todo este
tiempo; es persona muy docta y virtuosa. Por rector del colegio de San Pedro y
San Pablo, el padre Horacio Carochi, que también lo tenían retirado en dicho
pueblo muchos años había. Por prepósito de la casa Profesa, el padre Andrés
Pérez, procurador que fue en Roma y vino en la flota que está surta, con los
cual se desmayaron muchos de los que habían coadyuvado a los disturbios con el
señor obispo de la Puebla, y se quedaron sin oficio, como son: el padre
Francisco Calderón, prepósito que era de la casa Profesa; el padre Pedro d
Velasco, provincial actual; el padre Diego de Monroy, rector de la Puebla y el
que originó los disturbios; el padre Juan de San Miguel, que capitaneó los
ministros reales para los pregones del virrey en favor de los conservadores,
que el uno de ellos que fue el padre Agustín Godines, murió estando por prior
en la ciudad de la Veracruz en la peste sin ser absuelto; el padre Bartolomé
Castaño, que es prefecto de la congregación del Salvador de la casa Profesa,
que habiendo enviado el señor obispo de la Puebla a pedir paces, y
desistiéndose de su derecho porque cesasen los disturbios e inquietudes del
reino, predicando un domingo de Cuaresma en su casa, dijo: Paces, paces; eso
no: primero las cabezas por esas horcas. Sin otros muchos vilipendios que dijo
en este y otros sermones, y otros mayores, con deslustre del estado episcopal,
que dijo el dicho San Miguel
Luego el lunes siguiente, 22 de febrero, se tocaron a las
ocho de la noche a son de todas las campanas, las ánimas en la dicha casa
Profesa y colegio de San Pedro y en el de Santa Ana, que causó gran novedad por
no haberse usado en esta religión, y dicen ser orden del provincial.
Viernes 2° de Cuaresma, 26 de febrero, se alteraron los
vecinos cacahuateros, rector y diputados de la cofradía de San Nicolás, que
está fundada en el convento del Señor San Agustín de esta ciudad, por causa de
que no les daban el santo Cristo del Noviciado para ponerlo los domingos en la
iglesia sobre tarde y en su procesión, y se retiraron de sacar este día la del
santo, y viendo esto los religiosos la sacaron por sí; llevando el superior el
estandarte y acompañándole lo noble de la religión y reino, y al santo le
sacaron ellos en hombros, y un santo Cristo le sacó en hombros el rector del colegio
de San Pablo, y alumbró a él todos los frailes. Y asimismo el santo Lignus
Crucis fue de la misma manera, todo a costa de la religión, y salieron muchos y
muy lucidos penitentes de sangre, sin interpolarse profanidad alguna, de suerte
que causa particular devoción a todo el reino.
Vuelve
del destierro el corregidor
Domingo 2° de Cuaresma, 26 de febrero, volvió a esta
ciudad de su destierro el almirante don Gerónimo de Bañuelos, corregidor de
ella; y vía recta fue a besar la mano al señor obispo gobernador y al señor
arzobispo, y se retiró a su casa en la de la ciudad y continúa ejerciendo su
oficio.
Y este mismo día domingo, por orden del señor arzobispo,
envían a todos los señores de familia a sus criados y esclavos a las dos de la
tarde a la iglesia de la Encarnación, y les predica y enseña todo lo que les
conviene para su salvación el padre Andrés Pérez, prepósito de la casa Profesa,
costumbre que el Sr. Obispo don Juan Palafox tiene asentada en su iglesia.
Portugués
que se ahorcó en la cárcel
Domingo 7 de marzo de 49, estando oyendo misa los presos
de la cárcel de corte de esta ciudad, a las siete horas de la mañana, se había
quedado en la enfermería con excusa de estar malo, un hombre de nación
portugués, que estaba preso por haber muerto a un alguacil en el pueblo de
Ixtapalapa, extramuros de esta ciudad; y en el ínterin que los demás presos
oían la misa, se bajó a las secretas, y se ahorcó sin que lo viese persona
alguna, y acabada la misa y buscándolo lo hallaron como dicho es; dióse cuenta
a los alcaldes de corte y habiéndose averiguado que no le habían ayudado ni
aconsejado para tan temerario hecho, se pidió licencia al ordinario de este
arzobispado para ejecutar en él la sentencia que merecía su delito, por ser día
festivo y del santo Dr. Tomás de Aquino; y vistos los autos, la concedió, que a
las horas de las once pusieron el cuerpo caballero en una mula de albarda, y
con un indio a las ancas que lo iba teniendo, pasearon por la calle del Reloj y
casas arzobispales, y lo llevaron a la horca pública y lo subieron a ella, y
con las mismas ceremonias que a los vivos que se ahorcan (excepto el Santo
Crucifijo), lo hicieron en él, y lo dejaron hasta muy tarde, y lenvantándose un
tempestuoso aire y polvo, se alteraron los muchachos, y empezaron a ponerle
cruces con los dedos de las manos diciendo era el diablo, y luego lo apedrearon
por gran rato (supersticiones), y pasando esto, bajaron los ministros de
justicia el cuerpo y lo llevaron a la albarrada donde lo arrojaron. Dios nos dé
muerte con lo que le conozcamos.
Martes 9 de marzo de dicho año, salieron de esta ciudad
los soldados y demás infantería para el puerto de Acapulco y despacho de la nao
de Filipinas, y fue por capitán y cabo de la infantería, hasta entregarla en
Acapulco don Tomás Morán, regidor de esta ciudad y capitán del batallón de
ella.
Viernes 12 de dicho mes y año de 49, se despacharon de
esta ciudad veintiocho forzados para las Filipinas y entre ellos nueve
condenados a ellas por el tribunal de la inquisición.
Aviso
Domingo 21 de marzo de 49, de Pasión, llegó correo de
esta ciudad, y trajo por nueva cómo el miércoles 17 de dicho mes había entrado
en la Veracruz el aviso de España, y luego martes 22 de dicho mes, llegó el
pliego a esta ciudad, y trae por nuevas: haber muerto el generalísimo de San
Francisco y haberse celebrado capítulo general en Toledo, y salido por
generalísimo el comisario de Indias, que era criollo del Perú, y por vicario
general de Indias el maestro Fr. Buenaventura de Salinas y Córdoba, comisario
actual de esta provincia de la Nueva España, Perú e islas Filipinas.
Merced de deán de la
iglesia de Guadalajara al Lic. Sebastián Gutiérrez, cura más antiguo de esta
catedral; no la quiso aceptar.
De arcediano en dicha
Iglesia el Dr. Jacinto de la Serna, segundo cura de dicho sagrario; no lo
aceptó.
El buleto en favor del
Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza, obispo de la Puebla de los Ángeles. Original
pasado por el consejo y cédula real para su ejecución.
Avisóse cómo el duque de Ijar era cómplice en la traición
que se prevenía contra el rey nuestro señor, y que le dieron tormento, de que
quedó manco y tullido; hacían cargo pretendía en cierto día festivo matar a
S.M., pegar fuego por cuatro partes a la corte, robar las casas de los
mercaderes ricos, robar a la princesa de España y llevarla a Portugal, y
casarla con el hijo del duque de Braganza, rey intruso de Portugal; echar los
polvos de Milán para que murieran los cristianos, coronarse por rey de Aragón,
que fue causa de la pérdida de Tortosa, librar al hermano del duque de Braganza
que S.M. tiene preso en el castillo de Milán; que degollaron a tres caballeros
particulares cómplices en dicha traición. Esto se le hizo de cargo al de Ijar;
que el marqués de Ayamonte quedaba preso en una torre, había salido un alcalde
de casa y corte, y va la vuelta de dicho castillo; que el marqués de Mancera,
virrey que había sido del Perú, y se dijo venía a gobernar este reino, se
mandaba pasase a España y no parase en éste.
Vino plaza
supernumeraria a un hijo de Andrés del Rosal, vecino de esta ciudad y mercader
en ella, en la contaduría mayor de este reino, el cual lo había sido por 20,000
pesos, que en tiempo del conde de Salvatierra había dado al rey, y en su mismo
tiempo se dio por ninguna; dicen dio a S.M. 40,000 pesos, y así volvió a ella.
Salió de esta ciudad
para la de Puebla de los Ángeles, don Pedro de Oroz, alcalde de corte de este
reino, miércoles 23 de marzo; fue llamado del señor obispo Palafox para
entregarle todos los papeles de la visita general de este reino; y recibido, se
volvió.
Vino a esta ciudad don
Luis de Berrio, presidente de la sala del crimen, en 23 del dicho, y dejó en
las minas de azogue al oidor don Gaspar de Castro.
Entró en esta ciudad el
Dr. Don Antonio de Gaviola, fiscal del santo Oficio, que tenía desterrado el
señor obispo, viernes 26 del dicho, por orden del inquisidor general, y sirve
su plaza y le volvieron todos sus bienes.
Sábado 27 de marzo, sobre tarde, habiéndose juntado a
rezar el rosario en la iglesia de Santo Domingo, todo el pueblo como lo tiene
de costumbre de años, y acabándose hallaron a Diego de Sepúlveda, vecino de
esta ciudad, hincado de rodillas en dicha iglesia y muerto con el rosario en la
mano derecha.
Jueves Santo 1° de abril, se hizo a la vela la nao de
Filipinas.
Jueves 8 de abril, entre las cuatro y cinco de la tarde
sacramentaron al señor obispo gobernador de estos reinos, el cual estaba malo
de riesgo desde domingo 9 de abril, primer día de Pascua, de un accidente grave
causado de la pesadumbre que le dio don Gerónimo de Bañuelos, corregidor de
esta ciudad el día de año nuevo sobre la elección de alcaldes.
Procesión
de la Cruz del santo Oficio
Sábado 10 de
abril, entre las cuatro y cinco de la tarde salió del convento de santo Domingo
la procesión del auto de fe; la acompañaron todas las religiones, sin
exceptuarse alguno, todos en tropa. Y sacó el estandarte el conde de Calimaya,
y llevaron las borlas un sobrino del señor arzobispo, caballero del orden de
Calatrava, y don Cristóbal de Bonilla, caballero del orden de Santiago, sobrino
del inquisidor don Juan de Mañosca, hijo de don Nicolás de Bonilla, alguacil
mayor de esta corte; acompañaron al dicho conde todos los caballeros de hábito
y la nobleza del reino con toda gala y bizarría, y tras ellos iban los
familiares, así eclesiásticos como seglares, y luego se seguía la orden de
Santo Domingo a coros con luces en las manos y remataba el prior de esta casa
de México, que llevaba una cruz verde con su sábana de tafetán negro, y tras él
venían todos los ministros del tribunal con toda gala y bizarría. Vinieron por
la placeta de dicho convento y por la delantera de la iglesia nueva de la
Encarnación a dar a la calle del Reloj, vía recta por la delantera de palacio
hasta llegar al tablado, que se hizo arrimado al colegio de Porta-Coeli; y
llegados a él, puso la cruz sobre el altar que hacía rostro a la crujía, donde
estaban encendidas seis velas de a libra
y cuatro cirios de cera blanca, y plantaron el estandarte al lado de la
Epístola; se despidieron las religiones y caballeros, y se quedó la religión de
Santo Domingo velando la cruz por sus turnos, los cuales rezaron allí a la
media noche sus maitines, y a las tres de la mañana empezaron a decir misa
rezada en el dicho altar, y las fueron diciendo hasta romper el día y a su hora
dijeron prima.
Auto
general de fe en la plazuela del Volador
Domingo
siguiente y toda la noche ocupó mucha gente el tablado y durmieron en él, y en
los aposentos que cada uno de aquellos a quienes se repartió hicieron a su
costa, con escaleras levadizas, puertas y llaves. Dicho día antes de las seis
de la mañana empezaron a salir los penitentes de la casa de la inquisición, y
vinieron por las calles que vino la procesión, por dentro de un palenque que
estaba formado de morillos, desde dicha casa hasta llegar al tablado, y dentro
de él estaban repartidas cinco compañías de soldados las cuatro del batallón y
la una que estaba para hacer gente para la flota y presidio de Veracruz;
estaban con sus arcabuces, pólvora y mecha encendida y disparaban a sus
tiempos, con lo cual no ocupó gente alguna el hueco del palenque, sino tan
solamente la infantería y penitenciados. Primeramente sesenta y seis estatuas
de hombres y mujeres que habían muerto en la secta de Moisés, las cuales traían
indios de los pueblos circunvecinos, y detrás de algunas estatuas traían otros
indios cargados los huesos de algunos, en sus ataúdes, cerrados con llave,
pintadas de color parda y negra, y con cada una estatua venían dos padrinos
españoles republicanos; luego se siguieron trece personas vivas que quemaron,
las ocho mujeres y los cinco hombres; entre ellos fueron el capitán Antonio
Vaez Casteloblanco, hermano de Simón Vaez Sevilla, penitenciado en este auto;
Duarte de León, mercader y vecino de esta ciudad; Tomás Temiño de Campo,
asimismo mercader y vecino de esta ciudad, casado en ella y con hijos que
habían sido y eran al presente penitenciados; la mujer de Luis Fernández
Tristán, hombre poderoso, vecino de esta ciudad, relajado en estatua y quemado
entre las referidas, y otras deudas muy cercanas de la mujer de Simón Vaez.
Luego se siguieron veintisiete personas entre hombres y mujeres; entre ellos el
dicho Simón Vaez y su mujer doña Juana Enríquez, Matías R. de Olivera,
Sebastián Vaez de Acevedo, cuñado del Dr. Don Antonio de Esquivel Castañeda, y
los demás eran conocidos en este reino, y asimismo trajeron dos estuas de
hombre y mujer que murieron con arrepentimiento; tras de todos los referidos
venían las tres cruces de las dos parroquias Santa Veracruz y Santa Catarina
Mártir y Sagrario de la Catedral, con toda la clerecía de ellas, y los curas y
propietarios todos con sobrepellices, y traían tres clérigos en las manos tres
cruces pequeñas, y otros tres misales y tres ceremoniales y tras ellos venían
los familiares y seglares con sus negras
a coros, y varas, luego se seguía un caballo enjaezado, enfrenado y ensillado,
y sobre él un baulito, y dentro las causas de los referidos, cubierto con un
lienzo de tafetán carmesí; y traían de diestro al caballo dos personas, y le
guardaban por un lado y otro alabarderos, y luego se seguía el alguacil mayor
del tribunal y notario público de él a caballo costosamente aderezados.
Subieron a los referidos por la escalera principal, que
estaba hecha para el propósito, que miraba para la real Universidad, y los
sentaron en la naranja que caía al Oriente, y se contiene de catorce gradas de
alto y remataba con un chapitel costoso. Ínterin que venían los penitenciados,
salieron del tribunal de la inquisición todos los tribunales, real Universidad
con capirotes, y regidores, alcaldes ordinarios y don Gerónimo de Bañuelos su
corregidor, y luego se seguía el fiscal del tribunal don Antonio de Gaviola con
el estandarte de la fe, y a su lado el Lic. Don Bernabé de la Higuera y
Amarilla, inquisidor más moderno, y luego el Illmo. Sr. Don Juan de Mañosca,
arzobispo de esta ciudad, como visitador general de dicho tribunal, y a su lado
derecho el Dr. Francisco de Estrada y Escobedo, inquisidor más antiguo y al
izquierdo el Dr. Don Juan de Mañosca, segundo inquisidor, y luego se seguía la
familia de los unos y losotros. Vinieron por vía recta por la calle de Santo
Domingo, plaza de la ciudad, calle de San Agustín y volvieron por ella, por la
que llaman de Millán hasta la perta de los caballos del colegio de Porta-Coeli,
donde se apearon, y subieron al convento y por las ventanas de una celda que miraba
al tablado, y estaba hecho con tal disposición y en tal altura, que servían de
puertas para salir y entrar; fue su llegada a tiempo que así el tribunal como
los penitenciados se sentaron todos en su lugar a un tiempo. Era el
frontispicio del sitial del tribunal muy grande y capaz, y estaba de suerte que
hacía rostro a las casas reales, y se sentaron debajo del dosel, con mesa
delante, los dichos señores inquisidores y fiscal presidiéndoles el señor
arzobispo, y luego tomaron todas las religiones sus lugares y el suyo el
corregidor, alcaldes ordinarios, regidores, consulado y Universidad, y a la
mano derecha del tribunal el cabildo de la Iglesia; no asistió ningún tribunal
real ni audiencia por estar in articulo
mortis el señor obispo gobernando, y aunque el dicho día sábado pretendió
la real audiencia presidir en nombre de S.M. y despacharon carta a los
inquisidores para ello, promulgó el breve apostólico concedido a los
circunstantes para que gozasen las gracias el secretario o notario público
Eugenio de Saravia, y acabado de leer con el auto proveído por el tribunal,
mandó que todos los circunstantes alzasen el dedo, y se ejecutó.
Y asimismo besasen la cruz, como se hizo, y pusieron la
mano sobre los cuatro Evangelios, para cuyo efecto llevaban el misal que
refiero, y para dar a besar las tres cruces pequeñas, y el primero que la besó
fue el cabildo de la Iglesia, y luego todos los demás; acabado esto, tomaron
lugar los curas y clérigos en las gradas que estaban enfrente del tribunal y
luego tomó el suyo el alguacil mayor en el medio de la crujía, y el notario
público en su mesa, desde donde iba repartiendo a los relatores las causas que
leían en dos púlpitos que había en distancia igual; antes de empezar las causas
predicó el Dr. Nicolás de la Torre, deán de la catedral, obispo electo de La
Habana, y tomó por tema Pax bovis,
que es el Evangelio de dicha domínica in
albis, y acabado, empezaron por Casteloblanco como maestro de su secta, y
leída y notificada su causa lo remitieron a la justicia ordinaria de la ciudad
don Gerónimo de Bañuelos corregidor de ella, y a su lugarteniente, para que
usase de piedad y misericordia con él; declarándolo por excomulgado, sectista y
anatematizado, y acabado éste, recibieron en la crujía a Duarte de León, que
asimismo remitieron a la justicia, y después de él a Tomás Temiño de Campos,
que asimismo remitieron estuvo muy rebelde y contumaz, y se puso a disputar con
los religiosos de todas órdenes, y no lo pudieron reducir, y cuandole daban a
besar la santa Cruz se enfurecía, de suerte que no parecía hombre, sino demonio
que obligó a echarle una mordaza.
Luego se fueron siguiendo los demás, así mujeres como
hombres, que remitieron al brazo seglar, y acabados los trece, se leyeron las
causas de las sesenta y seis estatuas, breves y sumarias de dos en dos, que
asimismo las remitieron al brazo seglar, y así acabadas las sentencias, que
serían entre dos y tres de la tarde, los llevaron en procesión a la audiencia
ordinaria del dicho corregidor, el cual tenía puesto su baldoquin, arrimado a
los pilares de la ciudad, sobre un grande y alto tablado hecho en torno un
palenque, y allí se hizo relación sumaria de las causas, y sentenció a muerte
de fuego a las estatuas y demás personas vivas, y el dicho Tomás Temiño a que
fuese quemado vivo por su rebeldía y contumacia y estar inconfeso y desatinado;
y notificadas las sentencias, los subieron a caballo, y con una trompeta
delante y guardas de soldados y justicia, y el alguacil mayor de esta ciudad
que era el ejecutor, llevaron las estatuas y justiciados por la calle de San
Francisco hasta el tianguis de San Diego, y acompañaban a las personas que iban
al suplicio los religiosos más graves y doctos de todas las religiones, que con
particulares lágrimas los exhortaban al arrepentimiento y morir conociendo a
Dios, y donde trabajaron con todo fervor fue con el dicho Temiño; llegaron al
brasero que tienen para este efecto el tribunal en el dicho tianguis, donde
estba cercado por las tres partes de Oriente, Poniente y Sur, de tablados
hechos de madera que se alquilaron para ver la ejecución de estos miserables;
los subieron y los fueron poniendo en sus maderos donde les prendieron los
brazos y garganta con sus argollas, y pusieron fuego a las estatuas, que por
ser de caña prendieron con facilidad, y luego dieron garrote a los demás, y
habiendo espirado, les arrimaron el juego, que prendió con facilidad, por ser
vieja la ropa que llevaban vestida; y el Sanbenito y el corazón de cartón; y
continuando en esta ejecución, tuvieron arrimado a su palo al dicho Tomás de
Temiño, para ver si con el temor del fuego y ver abrasar a los demás, se
reducía, a que le animaban los religiosos; estuvo mucho más rebelde que de
antes, y considerándolo en tan miserable estado, se desarrimaron de él, y los
indios y muchachos le pusieron fuego, que murió quemado vivo con ciertas
primicias de su condenación que dejó admirados a los presentes, y lo que más se
pondera, es que los indios que le llevaban tirando la bestia en que iba, y el
que tenía que iba a las ancas, le decían que creyese en Dios Padre, Dios Hijo,
Dios Espíritu Santo, y otras exhortaciones tan ajustadas al servicio de su
Divina Majestad, que fue confusión de los españoles; dejó el corregidor guarda
en dicho brasero, y personas que cuidasen de revolver los huesos para que se
consumiesen; duró toda la noche el fuego hasta el lunes a mediodía que llegó el
corregidor, y con gente que llevó, juntando las cenizas, las hizo llevar en
unos carretones y que se echasen en una acequia que pasa por detrás del
convento de San Diego; remitidas las personas y estatuas al brazo seglar,
continuaron con los que quedaron vivos, que fueron veintisiete, y aunque los
quemados habían de ser catorce, pidió la mujer de Duarte de León audiencia con
misericordia estando en dicho tablado, y la retiraron de él para oírla; se
leyeron las causas con toda brevedad, haciendo relación de ser bautizados y
confirmados, sus nombres y oficios, sus padres y descendientes, su ley, ritos y
ceremonias, y luego se pronunciaba la sentencia; conque a las ocho de la noche,
poco antes, empezó la catedral a hacer señal de rogativa como lo había hecho el
sábado a la hora de la procesión y mientras duró a las oraciones, el domingo a
la hora que salieron d la catedral la cruz y clerecía, al mediodía, y asimismo
la hicieron todas las iglesias de la ciudad, y a esta hora llevaron a todos los
penitenciados ante el tribunal, y puestos de rodillas fueron azotados con las
varitas por los clérigos y curas de las parroquias, y fueron absueltos por su
Illma., y reconocieron con nuestra santa madre Iglesia católica romana, y
acabado este acto repicaron en todas las iglesias, causando en los ánimos de
los fieles notable alegría y júbilo por verlos en aquel estado a los unos, y
singular tristeza por considerar el error que habían muerto los que se estaban
quemando; se volvieron a la inquisición con luces y guarda de soldados y
padrinos, y el tribunal se recogió; velaron los soldados y rondaron el tablado
todo este día con notable vigilancia. Se remató la hechura del tablado por voz
del pregonero en 7,000 pesos, en la persona que por más bajo precio lo hizo, y
acabado, considerando el tribunal su grandeza, divisiones portillo y pinturas,
le dio a la persona otros 1,000 pesos de mejoras, y licencia para que armasen
tablados en su contorno para alquilar por sí, y se ejecutó. Se remató la vela
del brin que cubría todo el tablado y estaba pendiente de muchos morillos, en
3,000 pesos. Se hizo el tablado y palenque del corregidor y el por dónde los
trajeron, a costa del tribunal; se reparó el brasero del quemadero, que estaba
ya casi destruido; a su costa sustentaron todos los indios que sacaron las
estatuas y cargaron sus huesos, todo el tiempo que estuvieron en esta ciudad,
hicieron socorros a los ministros para las galas que este día se vistieron.
Lunes 12 de dicho mes y año de 49, sacaron del tribunal
siete personas, los seis hombres, y a doña Juana Enríquez, mujer del dicho
capitán Simón Vaez Sevilla, y con voz de pregonero que decía su delito los
pasearon por las calles acostumbradas y les dieron doscientos azotes, y los
volvieron a la cárcel perpetua; a todos los sentenciaron a destierro perpetuo
de estos reinos, y unos salieron con medias aspas. Vueltos a la inquisición, se
las quitaron; otros a Sanbenito perpetuo y perdimiento de bienes; entre los de
media aspa fueron el capitán Matías R. de Olivera, que era todo el crédito de
esta ciudad. El capitán Sebastián Vaez de Acevedo, proveedor general que fue,
en tiempo que gobernó este reino el duque de Escalona, de la armada, príncipe de
Barlovento, y a quien se había de hablar por petición.
Entre los de Sanbenito perpetuo, fue uno el dicho capitán
Sebastián V. Sevilla, persona que él y su mujer doña Juana de Rivera mandaron
esta ciudad, y eran visitados por los oidores y oidoras, regalados y respetados
como si fueran los más nobles del reino; fueron confiscados todos sus bienes;
fue su padre de dicho capitán carnicero en Casteloblanco, de dónde fue natural,
y a falta de verdugo hizo el oficio: su padre de dicho capitán fue costalero, y
tenía por oficio alquilar costales y hacer talegas, y el dicho en esta ciudad
de México fue proveedor general, y casó con la señora referida, que se recogió
en el convento de monjas de San Gerónimo de esta ciudad, con una hermana
religiosa que en él tiene y otras deudas, y al presente está en él; no tuvieron
hijos.
Miércoles 21 de dicho mes de abril, se hizo en la iglesia
de Santo Domingo auto de dos mujeres; la una fue la que pidió misericordia el
día del auto general; y acabado, desde la puerta de la inquisición las subieron
en las bestias, y con voz de pregonero y acompañamiento de los familiares, las
pasearon por las calles acostumbradas y dieron doscientos azotes y las pusieron
en la cárcel perpetua, con Sanbenito, y así ellas como las demás que salieron
en dicho auto general, así hombres como mujeres las llevaban a la catedral los
días festivos a misa y sermón.
Dicho día miércoles 21 del dicho, despachó el señor
gobernador cien infantes de los que tiene alistados el contador de tributos,
para que vayan en la flota a los reinos de Castilla.
GOBIERNO
DE LA REAL AUDIENCIA
Este mismo día, después
de la oración, se juntó la real audiencia en la sala de acuerdo, y vieron una
petición que el fiscal de S.M. presentó con una cédula real, y por ella hizo
relación de como el dicho señor gobernador estaba cercano a la muerte, y para
que no cesase el gobierno, lo advocasen en sí en conformidad de dicha cédula;
vista por la real audiencia, se llamaron los médicos que le curaban y
declararon el riesgo de su vida.
Gobernó
este reino once meses y nueve días
Jueves 22 de abril, a las cuatro de la tarde, murió el
dicho señor gobernador, y dicen dejó por sus albaceas al maestro Fr. Diego de
los Ríos y al contador de tributos, con declaración de que se retituyese a todos
aquellos que con juramento declarasen haberlo dado o serle en cargo alguna
cosa; luego ocurrió el tribunal de la contaduría a pedir lo que convino para la
seguridad de 20,000 pesos que le habían dado a cuenta d su salario. Y lo que
tocaba a los espolios, el día siguiente viernes, se sacaron de casa del dicho
contador 40,000 pesos y un cofrecito de joyas, que el dicho declaró haberle
dado a guardar don Juan de Salazar, secretario de cámara y marido de doña
Petronila de Torres y Rueda su sobrina, y éste día depositaron a la dicha casa
de Juan de Medina, mercader vecino de esta ciudad, con gran suma de dineros, de
pena para que no la dejasen hablar con ninguna persona, y el dicho don Juan de
Salazar se retrajo en el convento de San Agustín; y se va procediendo en busca
de dineros, por tener noticia que el dicho secretario tuvo muchos, por cohechos
y ventas de oficios.
Dedicación
de la catedral de la Puebla
Domingo 18 de abril de 49, abrió la iglesia nueva de su
catedral en la ciudad de Puebla, el Sr. Obispo don Juan de Palafox, y para este
efecto salieron de esta ciudad muchas personas de cuenta y religiosos graves,
después de cien años de comenzada.
Sábado 24 de dicho, a las ocho de la mañana, salió l
cabildo de la santa iglesia catedral debajo de su cruz; y con su clerecía
fueron a la capilla real, donde estaba el cuerpo del señor gobernador, y cantaron
su vigilia y misa de réquiem muy solemne; y acabado, llegó el convento de Santo
Domingo; cantaron su vigilia, misa y responso, y luego se siguió el convento de
San Francisco, y tras él el de San Agustín.
Nombró la audiencia por capitán de la guardia a don
Martín de Robles, caballero del orden de Santiago, que había sido alcalde mayor de las Amilpas.
Vino don Gaspar de Castro, oidor de esta audiencia a
quien había desterrado el dicho gobernador en jueves 29 de abril, y entró en su
plaza.
Sábado 8 de mayo de dicho año, entró en esta ciudad el
obispo de la iglesia de Michoacán, que viene a acabar por su persona la visita
que tiene empezada del tribunal de la Cruzada en que está ocupado por sí y por
su delegado desde el año de 1646; tomó casa en las que fueron del deán don Lope
Altamirano, enfrente de las del conde de Calimaya, que al presente son del
regidor de esta ciudad Juan Lozano.
En dicho día despachó la real audiencia a cincuenta
soldados de infantería de los que se habían alistado en la bandera del contador
de tributos, para el presidio y fuerza de la Veracruz.
Viernes 14 de mayo, llegaron nuevas a esta ciudad
remitidas por Guatemala que, las dieron dos prisioneros que llegaron allí, de
como el francés tenía noticia de cómo S.M. despachaba aviso a este reno de
Nueva España para que en todos los puertos de ella se apercibiesen, porque
tenía noticia que el dicho francés despachaba una armada gruesa para la toma de
ellos. Y así había llegado don Pedro Velez Medrano, que se pasó a ellos con
tres navíos apercibidos, y arrimándose a la costa de La Habana, donde esta, y
que el dicho había hecho presa en una barca que salió del puerto de Veracruz
para el de La Habana, cargada de reales, que llevaba más de 100,000 pesos de
algunos particulares de esta ciudad, y echados los prisioneros en tierra, y con
esta nueva envió orden la real audiencia al general de la flota para que
saliese e hiciese su viaje, fuese con acuerdo y consulta del Sr. Don Juan de
Palafox, que está en dicho puerto de la Veracruz; y así mismo está el Lic. Don
Francisco de Rojas, oidor que fue en esta real audiencia con sus hijos, mujer y
nuera, y la mujer de don Juan Álvarez que así mismo fue oidor en ella; van
también dos sobrinos del señor arzobispo de esta ciudad y criados suyos; todos
los penitenciados por el tribunal del Santo Oficio en el auto general, y la
mujer e hijos del dicho don Pedro Velez, que se remite por cédula de S.M. Este
día llegaron nuevas del dicho puerto de Veracruz, de cómo el fiscal del crimen
que está en el registro de lo que se embarca, procedía con notable rigor
abriendo baúles y cajas para registrar lo que en ellos va, y pidieron remedio a
la real audiencia.
Sábado 15, se despacharon por la real audiencia
provisiones reales para el obispado de Yucatán, para embargar los bienes del
dicho señor obispo gobernador.
Domingo 16, se leyeron censuras en las más iglesias de
esta ciudad a pedimento del fiscal de S.M., contra las personas que tienen o
saben quiénes tienen bienes del dicho señor obispo.
Martes 25 de mayo, tercer día de Pascua de Espíritu
Santo, llegó a esta ciudad correo; trajo plego de S.M. y particulares de aviso
que llegó a la Veracruz, y dio por nuevas haberse hecho justicia en tres
personajes a quienes se fulminó proceso y causa de traidores, como consta por
relación suelta que está con está, y no se dijo cosa de guerra, más que S.M.
estaría ya casado según las disposiciones de la corte.
Celebró ordenes particulares el obispo de Michoacán en
las casas de su morada sábado 29 de mayo, témporas de la Santísima Trinidad, y
no quiso ordenar a los religiosos de San Francisco.
Jueves 10 de junio de 1649, octava de Corpus Christi, se
hizo a la vela la flota que estaba surta en el puerto de la Veracruz, y en ella
se va a los reinos de Castilla el Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza, obispo de
la Puebla de los Ángeles y deja por gobernador de su obispado al Dr. Don Juan
de Merlo, canónigo de dicha iglesia, obispo electo de Honduras, con aprobación
y cédula real de S:M: Estuvo el dicho señor obispo en estos reinos desde 27 de
junio del año pasado hasta dicho día 10 de junio de 1649.
Habiéndose hecho a la vela la flota, sacaron los padres
de la Compañía un librito impreso contra él, que con licencia de S.M. había
sacado el obispo de Puebla acerca de la justa paga de los diezmos.
Martes 29 de junio, día de Nuestro Padre San Pedro,
celebraron capítulo provincial los hermanos de San Hipólito en la casa de esta
advocación en esta ciudad, y salió electo por hermano mayor el hermano Fr.
Alonso de Ayala, mozo de pocos años, y para elegirlo privó el señor arzobispo
algunos hermanos padres de provincia de voz activa y pasiva, y a otros les
notificaron auto de S. Illma. Para que no viniese a esta ciudad.
Jubileo
de misiones y doctrina cristiana de los padres de la Compañía
Domingo 21 de noviembre, se publicó en la catedral un
jubileo concedido por Inocencio X a los Padres de la Compañía de Jesús, que se
llama de las misiones, y para ganarlo en la primera, segunda y tercera semana
de Adviento; señaló el señor arzobispo la catedral Santísima Trinidad, casa
Profesa, colegio de San Pedro y San Pablo, parroquias de Santa Catarina Mártir
y Veracruz. Han de salir del dicho colegio de San Pedro y San Pablo procesiones
de la doctrina, y han de ir a la dicha iglesia de la Santísima Trinidad, y a
los que confesados y comulgados la acompañen y asistieren a los sermones y
pláticas, se les concede indulgencia plenaria, y así mismo a los que confesaren
con padre de dicha Compañía; y señaló el señor arzobispo el día de San Andrés
para que se gane.
Día del apóstol San Andrés, a 30 de noviembre, abrieron
los religiosos del orden de San Juan de Dios, dos salas altas y baja para
enfermería de los pobres, hombres y mujeres, las cuales se hicieron a costa de
Juan Sáenz, que ya es difunto, el cual así mismo les hizo la iglesia que hoy
tienen.
Miércoles 1° de diciembre de 49, se cerraron los edictos
que estaban puestos para la oposición a la cátedra de código que está vaca en
esta real Universidad, y se opusieron a ella el Dr. Juan de Arce sobrino del
Dr. Juan Díaz de Arce, maestreescuela de esta santa iglesia catedral; y
asimismo el Br. Nicolás del Puerto, abogado de la real audiencia, colegial de
Santos, y el rector y conciliarios se la adjudicaron al dicho doctor por los
estatutos, y sin embargo, se llevó a la real audiencia por el dicho Puerto
expresando agravios, y vistos, mandaron se admitiesen los opositores, leyesen y
votasen conforme a los estatutos.
A 15 de diciembre mandó la real audiencia recoger las
banderas del batallón, y este día salió de guarda el capitán don Rodrigo Mejía
de Altamirano, y entró el capitán don José de Montemayor, y a la noche recogió
su gente, y desde 16 no se hace guarda en palacio.
A 22 de diciembre amaneció borrado un letrero que estaba
puesto en el blanco de una peaña, en que estaba una cruz de piedra en el
cementerio de catedral, en que decía como a devoción del señor arzobispo y a su
costa se había hecho aquella obra: fue el borrarlo con inmundicias.
El cabildo de la santa Iglesia de la Ciudad de los
Ángeles, habiendo visto la determinación de don Juan Manuel, alcalde de corte,
en la ejecución de la provisión real, que le dio la real audiencia, en razón de
quitar los escudos de armas de S.M. que puso en la catedral de dicha iglesia,
el Sr. Don Juan de Palafox, y la ejecutó sin citación de parte, ni darla a la
justicia ordinaria de dicha ciudad; nombraron a don Manuel de Sobremonte,
tesorero, y al Dr. Don Andrés de Lucy, racionero, prebendados de dicha iglesia,
para venir a esta ciudad a la defensa de la calumnia puesta al dicho señor
obispo, y antes de entrar en jurisdicción del arzobispo, enviaron a pedir
licencia a la real audiencia, y la concedió, los cuales vienen a pedir testimonio
de querella, provisión real y demás autos hechos en razón de haber quitado
dicho escudo de armas y puesto las ordinarias. Se les dio el testimonio en la
forma que lo pidieron, lunes 17 d enero de 1650.
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GREGORIO M. DE GUIJO,
DIARIO, 1648-1664, edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros, México,
Porrúa, 1986, Tomo 1.
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