lunes, 4 de junio de 2018


(1)EL MARONISMO

La iglesia maronita debe su nombre a un importante monasterio en honor de un anacoreta llamado Marón (Marún).



¿Quién es San Marón?

Tenemos muy datos sobre la vida y actividades del monje Marón. El único relato que nos da ciertos informes es el de Teodoreto, Obispo de Ciro, fallecido el año de 458, en su Historia Religiosa escrita hacia el año de 440. Este gran historiador no nos da la fecha del nacimiento de San Marón ni tampoco la de su muerte. Sin embargo, gracias a él, sabemos que el monje Marón nació en el siglo IV y que, tras haber renunciado al mundo, llevó en su ermita, una vida acética a semejanza de los monjes sirios de la misma época. La ciudad de Ciro se encuentra a unos 70 km al noroeste de Alepo y su diócesis limitaba con la de Antioquia.
            San Efrén, el gran animador de la vida monástica siríaca durante el siglo IV, tiene palabras por demás elogiosas para los ermitaños que se establecieron en las montañas y en las grutas y cuevas de los desiertos. A principios del siglo V, la vida monacal siríaca abarcó los dos géneros de vida religiosa, es decir, el cenobitismo o la vida en comunidad en los monasterios, y el eremitismo o la vida solitaria. Estos dos géneros de vida, aunque diferentes en apariencia, se complementan entre sí: ambos tienen una sola y misma regla, las Santas Escrituras y la tradición de los Santos padres que, en realidad, no son sino los ascetas que han marcado su propia época con un espíritu particular que han legado a sus discípulos; este espíritu se transmitió de una generación a otra.
            El apostolado fue también uno de los rasgos característicos del monaquismo sirio. Los monjes sirios, aunque contemplativos, llevaban una vida auténticamente apostólica. La actividad que habían desarrollado los primeros monjes sirios no fue, en el fondo, el objetivo de su vida ascética, sino más bien la consecuencia de su amor por Cristo.
            El monje Marón fue un enamorado de Cristo y de la perfección cristiana. Para alcanzarla renunció al mundo y sus concupiscencias y se alejó a una de las montañas de la diócesis de Ciro en donde habitó en las ruinas de un antiguo templo pagano al que transformó en lugar de oración y meditación. En este lugar, llevó una vida monástica más austera que la de sus hermanos los monjes de la región.
            San Marón murió a principios del siglo V, hacia el año 410 de nuestra era. Después de su muerte, su cadáver fue objeto de disputas entre los habitantes de diversas ciudades de la región; finalmente, los habitantes del poblado más fuerte lograron apoderarse del cuerpo y lo depositaron en un templo construido y dedicado a su memoria. Este santuario se convirtió en lugar de peregrinación, en el año 452, el emperador Marciano hizo construir un gran monasterio en las cercanías de Apamea, capital de la Siria Segunda, para los discípulos de este santo.

Origen de la Iglesia Maronita


Mas`oudi, historiador árabe del siglo X, relata que el monasterio era “un edificio inmenso, rodeado de trescientas ermitas habitadas por los monjes”; Thomas de Kaphartab, obispo maronita del siglo XI, afirma igualmente que durante el siglo VII, el monasterio tenía ochocientos religiosos. La actividad de los monjes maronitas era por demás floreciente t que los fieles recurrían a ellos en sus infortunios por lo que en un tiempo corto, l superior del monasterio de San Marón, se convirtió en jefe espiritual y temporal
            Durante el siglo VII, cuando el monasterio de San Marón gozaba de esta preminencia  y ejercía su gran influencia, los árabes invadieron la Siria Segunda, el resultado fue que la sede patriarcal de la Iglesia oficial de Antioquia quedó vacante y permaneció así durante un siglo después de la muerte del patriarca Atanasio II, acaecida en el año de 609. Al no poder tomar posesión de su sede, el patriarca nominal in partibus residía en Constantinopla, capital del Imperio de Oriente y sede patriarcal. Posteriormente, durante toda la primera mitad del siglo VII, Constantinopla dejó de nombrar a los titulares y la sede de Antioquia quedó vacante del año 702 al 742. Fue en esta época de tremenda agitación cuando la iglesia oficial de Antioquia se encontraba acéfala y el poderoso monasterio de San Marón al tener autoridad sobre la población de los alrededores, se declaró independiente y formó una verdadera iglesia.
            Así nació la Iglesia Maronita. Era autónoma, pero a la vez estaba ligada a las demás iglesias Apostólicas. El monasterio de San Marón se encargó de nombrar el primer Patriarca que fue San Juan-Marón, debido a la influencia que tenía. Se ignora la fecha exacta de la formación de este patriarcado, pero es indudable que fue durante la primera mitad del siglo VIII. Consecuentemente, frente al hecho consumado, se reconoció como legítima la creación de esta nueva iglesia autocéfala que subsiste hasta nuestros días.
            Constituida en patriarcado y unida a la Sede Apostólica, la Iglesia Maronita no ha dejado de sufrir persecuciones violentas por parte de los herejes y de los árabes. Forzados a enfrentar estas persecuciones, o bien a cambiar sus creencias, los maronitas, Patriarca, Obispos y fieles, prefirieron emigrar a Líbano al abandonar las fértiles planicies de la Siria Segunda para unirse a sus hermanos Maronitas del pueblo libanés, autóctono, convertidos al Maronismo desde el siglo V. El Líbano se convirtió en refugio de los maronitas y en el centro de su comunidad.
            Una vez establecidos en el Monte Líbano, los maronitas se esparcieron en todas direcciones. En la antigua Fenicia al igual que en el valle de Oronte, la comunidad maronita conservó durante siglos, su aspecto original de comunidad monástica.

La Esencia del Maronismo

¿Qué se entiende por Maronismo?

El Maronismo es un sistema a la vez filosófico-teológico y socio-nacional.

            Durante los primeros siglos surgieron en la Iglesia de Cristo gran número de herejías. Un grupo de cristianos negaban la divinidad de Cristo, otro su humanidad; para algunos resultaba muy difícil creer en el misterio de la Trinidad o en la maternidad de la Santísima Virgen, etc. Todas estas herejías consternaron a la Iglesia y crearon divisiones en el seno del Cuerpo Místico de Cristo. La Iglesia tuvo que luchar para sobrevivir y salvaguardar el depósito de la fe.
            Nos detendremos en las dos herejías que consideramos más peligrosas. El Arrianismo y el Monofisismo. Arrio de Alejandría, muerto en 336, negaba la divinidad de Cristo; fue excomulgado por el Concilio de Nicea en el año 325, y posteriormente por el de Constantinopla, por su parte, negaba la humanidad de Cristo al declarar que Jesús de Nazaret sólo tenía una naturaleza, la divina; de ahí el monofisimo. Esta herejía se extendió rápidamente y fue necesario convocar un nuevo concilio ecuménico para ponerle fin; fue el Concilio de Calcedonia, reunido el año 451, el que excomulgó a Eutiques y sus adeptos, al declarar que Nuestro Señor Jesucristo es a la vez “verdadero Dios y verdadero Hombre” y que une en su persona dos naturalezas, la divina y la humana.


El maronismo, sistema filosófico-teológico
Durante los tres primeros siglos de nuestra era, la Iglesia, como ya dijimos, tuvo que luchar para sobrevivir; sus rivales fueron sobre todo el paganismo romano y el judaísmo. En el año 313, después del Edicto de Milán, cuando el emperador Constantino reconoció la religión cristiana, los cristianos vivieron un periodo de paz y tranquilidad y empezaron a escrutar el misterio de Cristo Salvador. De ahí la cantidad de herejías durante los siglos IV y V. Mencionaremos por lo pronto dos factores que favorecieron a estas herejías:
1. por una parte, la búsqueda de una claridad explícita en las expresiones usadas para definir las verdades doctrinales, de modo que frecuentemente la herejía era más verbal que doctrinal;
2. por otra, la rivalidad entre las tres metrópolis, Constantinopla, Antioquia y Alejandría, que azuzó los conflictos hasta provocar el cisma.

No olvidemos tampoco que durante los siglos IV y V dos grandes civilizaciones se enfrentaban en Antioquia:

1. la civilización griega y
2. la civilización siríaca o aramea.

Por esta razón, si los maronitas deben su origen a San Marón, el Maronismo debe igualmente su origen a estas querellas cristológicas. En Siria Interior las poblaciones fieles a Calcedonia desarrollaron alrededor de los monasterios un sistema filosófico y teológico bajo la égida de Teodoreto, obispo de Ciro, que se convirtió en el defensor acérrimo de la doctrina definida por el Concilio de Calcedonia, es decir, que en Cristo hay dos naturalezas distintas, la divina y la humana, en una sola persona.

Sin esta visión filosófica y teológica, jamás llegaremos a comprender la esencia del maronismo. El género humano, caído después del pecado original y por lo tanto alejado de Dios, sólo podía ser rescatado, conducido hacia Dios, por un Dios hecho hombre. Si Cristo que es verdadero Dios no fuera verdaderamente hombre, es decir, solidario ontológicamente de todo el género humano, no hubiera consumado la Redención. Por esto la naturaleza humana de Cristo es real y gracias a ella pudo sentirse solidario y vinculado a todos los seres humanos del pasado, del presente y del futuro, independientemente de todo aquello que es de orden psicológico: edad, región, raza, sexo, color, etc., y así, gracias a esta naturaleza humana pudo salvar a la humanidad entera.

            En resumen, en Cristo hay una sola y misma persona en dos naturalezas distintas: la divina y la humana; las dos naturalezas son reales y no ficticias ni aparentes. Los monofisitas, sin embargo, decían que en Cristo sólo hay una naturaleza, la divina, y no lograron captar la verdad, este misterio divino, que en Cristo hay las dos naturalezas, al negarse a aceptar, como lo aceptaron los calcedonios, que las dos naturalezas están inseparablemente unidas en la persona de Jesús de Nazaret. Sin darse cuenta negaron la solidaridad ontológica de Cristo con el género humano gracias a la cual, como acabamos de explicar, realizó la salvación de toda la humanidad.
            Después del Concilio de Calcedonia (451), la iglesia de Antioquia fue desgarrada por estas controversias cristológicas y se dividió en dos clanes: 1.- el de los anticalcedonios o monofisitas, y 2.- el de los calcedonios o defensores de la doctrina verdadera de la Iglesia. Los Maronitas se encontraron al frente del clan calcedonio.
            En efecto, Teodoreto, el obispo de Ciro escribió la vida de san Marón y la de sus discípulos, fue uno de los defensores apasionados de la fórmula calcedonia en el seno del concilio. Terminado el concilio se inició una fuerte lucha entre los cristianos de Oriente. Teodoreto de Ciro se dio cuenta que l puñado de cristianos unidos a los discípulos de San Marón, estaba definitivamente a favor de la fórmula calcedonia. Comprendió también el papel que los monjes en general, y los de San Marón en particular, podrían desempeñar, en la defensa de la verdadera doctrina cristiana. ¿Acaso el propio San Antonio, padre de la vida monacal, no había abandonado su ermita y su soledad en el desierto, unos veinte años antes, para presentarse en Aljandría y defender la fe de sus compatriotas contra el arrianismo? Teodoreto escribió su Historia Religiosa por dos razones: para exhortarlos a seguir la senda de la perfección cristiana, a ejemplo de San Marón y sus discípulos, y, la otra, para alentarlos a permanecer fieles a la fórmula calcedonia de la que, en compañía del Papa León el Grande era uno de sus máximos representantes. De hecho los monjes maronitas se habían comportado a la altura de sus maestros.
            Su tarea no fue fácil, pero nada logró disuadirlos, ni las amenazas, ni las opresiones, ni la muerte. Las persecuciones desencadenadas contra los maronitas por los anticalcedonios y monofisitas fueron enormes. No es posible olvidar entre las muchas masacres la de los 350 monjes maronitas asesinados por sus adversarios en una emboscada. Pero los maronitas se unieron más estrechamente y se afirmó la convicción sobre la verdad doctrinal de la que se habían erigido en defensores. Esta tenacidad será, desde luego, una de las grandes cualidades del Maronismo, aun cuando en el transcurso de los siglos, los maronitas hayan tenido que pagar un precio muy alto.
            Si Teodoreto, ayudó a los maronitas a perseverar en la ortodoxia, el emperador Marciano también ayudó a sostenerlos. Este emperador se sentía ansioso por establecer la paz en su imperio desgarrado por las querellas doctrinales. Para hacerlo más poderosos y ayudarlos a asumir la responsabilidad que les incumbía, el año 452 les mandó construir el gran monasterio de San Marón en la región de Apamea. Y en este monasterio, nacería posteriormente la Iglesia Maronita.
            Desde el siglo V hasta nuestros días, los maronitas han sido siempre defensores acérrimos de la doctrina de la Iglesia universal, y apóstoles y propagadores del verdadero concepto doctrinal relativo a la naturaleza de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, o, para decirlo de otra manera, de la Universalidad de la Encarnación-Redentora de Cristo. ¿Al ser tan universalistas, nos preguntamos podrían ser aislacionistas, como no ha dejado de repetirse, sobre todo durante los últimos años? Están, como debe estar todo verdadero cristiano, abiertos a todo lo que tiene relación con el género humano y son sensibles a todo lo que se refiere al hombre. Los primeros maronitas fieles a la doctrina calcedonia murieron por defender la universalidad de la Redención y de la Religión Cristiana.

El Maronismo es un sistema social y nacional

Sabemos que en el curso de los primeros siglos, al igual que en los posteriores, los cristianos de oriente vivían muy unidos a sus monjes. Si los patriarcas y los obispos tenían tanta influencia sobre ellos era, sobre todo, porque siempre eran elegidos entre los monjes. Por otra parte, San Marón murió hacia el año 410; el Concilio de Calcedonia se reunió en el 451; el gran monasterio de San Marón fue construido el año 452. Los conventos de los monjes maronitas se multiplicaron y el superior del monasterio de San Marón gozaba de prioridad sobre los demás monasterios. Además, todos los que dependían de este monasterio, formaban, una comunidad monástica, es decir, el patriarca, los obispos, los monjes y los fieles. La autoridad que gozaba el superior del monasterio de San Marón fue con el tiempo una de las prerrogativas del Patriarca maronita, de modo que era el jefe supremo, tanto temporal como espiritual, de toda la Iglesia Maronita. Y así, de una Iglesia autocéfala, la Iglesia maronita se transformó en Iglesia nacional y al poco tiempo se transformó de Iglesia en Nación.
            Cuando en el siglo VIII el Maronismo se convirtió en Iglesia, todos los regímenes políticos del Medio Oriente eran teocráticos. Desde el punto de vista cristiano sabemos bien el papel que desempeño el emperador Basileo en los asuntos de la Iglesia. Desde el punto de vista árabe, desde el principio hasta nuestros días, no existe separación alguna entre lo temporal y lo espiritual o religioso. Rodeada pues de regímenes teocráticos, la Iglesia maronita naciente, para sobrevivir, se convirtió en Nación, y la montaña libanesa se convirtió en el sitio geográfico por excelencia para esta nación tan joven en la que el Patriarca era a la vez jefe civil y religioso. Los bizantinos, los árabes y los turcos u otomanos no pudieron arrancar a los maronitas su autonomía ni su identidad porque si iglesia era una nación y no sólo una comunidad religiosa. Las otras iglesias orientales siguieron siendo comunidades cristianas, aunque perdiendo su identidad porque no se constituyeron en naciones. Únicamente la iglesia maronita fue reconocida como nación y conocida como tal. A manera de ejemplo podemos mencionar que el rey de Francia San Luis, el 24 de mayo de 1250, y más tarde el rey Luis XIV, el 28 de abril de 1649, se declararon protectores de la “nación maronita”, con lo que quedó garantizada la autonomía de este pueblo
            ¿Qué es pues la Iglesia Maronita? Es una comunidad que tiene sus raíces en un sistema filosófico y teológico de gran solidez y que ha encontrado una estructura propia en sus cuadros monásticos que proporcionan y encuadran el episcopado y sus dotes carismáticas. Se identifica con la nación para poder salvar su fe, su libertad y su identidad.

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Mahfouz, Joseph Dr. (O.L.M.), El Maronismo, eso que une al hombre con el Hijo del Hombre, (Compendio de Historia de la Iglesia Maronita Católica), México, Ed. Centro de Difusión Cultural de la Misión Libanesa de México, 1987.






Tumba de San Maron


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