(1)EL MARONISMO
La
iglesia maronita debe su nombre a un importante monasterio en honor de un
anacoreta llamado Marón (Marún).
¿Quién
es San Marón?
Tenemos muy datos sobre la vida
y actividades del monje Marón. El único relato que nos da ciertos informes es
el de Teodoreto, Obispo de Ciro, fallecido el año de 458, en su Historia
Religiosa escrita hacia el año de 440. Este gran historiador no nos da
la fecha del nacimiento de San Marón ni tampoco la de su muerte. Sin embargo,
gracias a él, sabemos que el monje Marón nació en el siglo IV y que, tras haber
renunciado al mundo, llevó en su ermita, una vida acética a semejanza de los
monjes sirios de la misma época. La ciudad de Ciro se encuentra a unos 70 km al
noroeste de Alepo y su diócesis limitaba con la de Antioquia.
San Efrén, el gran animador de la vida monástica siríaca
durante el siglo IV, tiene palabras por demás elogiosas para los ermitaños que se
establecieron en las montañas y en las grutas y cuevas de los desiertos. A
principios del siglo V, la vida monacal siríaca abarcó los dos géneros de vida
religiosa, es decir, el cenobitismo o la vida en comunidad en los monasterios, y el eremitismo o la vida solitaria. Estos dos géneros de vida,
aunque diferentes en apariencia, se complementan entre sí: ambos tienen una
sola y misma regla, las Santas Escrituras y la tradición de
los Santos
padres que, en realidad, no son sino los ascetas que han marcado su
propia época con un espíritu particular que han legado a sus discípulos; este
espíritu se transmitió de una generación a otra.
El apostolado fue también uno de los rasgos
característicos del monaquismo sirio. Los monjes sirios, aunque contemplativos,
llevaban una vida auténticamente apostólica. La actividad que habían
desarrollado los primeros monjes sirios no fue, en el fondo, el objetivo de su
vida ascética, sino más bien la consecuencia de su amor por Cristo.
El monje Marón fue un enamorado de Cristo y de la
perfección cristiana. Para alcanzarla renunció al mundo y sus concupiscencias y
se alejó a una de las montañas de la diócesis de Ciro en donde habitó en las
ruinas de un antiguo templo pagano al que transformó en lugar de oración y
meditación. En este lugar, llevó una vida monástica más austera que la de sus
hermanos los monjes de la región.
San Marón murió a principios del siglo V, hacia el año
410 de nuestra era. Después de su muerte, su cadáver fue objeto de disputas
entre los habitantes de diversas ciudades de la región; finalmente, los
habitantes del poblado más fuerte lograron apoderarse del cuerpo y lo
depositaron en un templo construido y dedicado a su memoria. Este santuario se
convirtió en lugar de peregrinación, en el año 452, el emperador Marciano hizo
construir un gran monasterio en las cercanías de Apamea, capital de la Siria
Segunda, para los discípulos de este santo.
Origen
de la Iglesia Maronita
Mas`oudi, historiador árabe del
siglo X, relata que el monasterio era “un edificio inmenso, rodeado de
trescientas ermitas habitadas por los monjes”; Thomas de Kaphartab, obispo
maronita del siglo XI, afirma igualmente que durante el siglo VII, el
monasterio tenía ochocientos religiosos. La actividad de los monjes maronitas
era por demás floreciente t que los fieles recurrían a ellos en sus infortunios
por lo que en un tiempo corto, l superior del monasterio de San Marón, se
convirtió en jefe espiritual y temporal
Durante el siglo VII, cuando el monasterio de San Marón
gozaba de esta preminencia y ejercía su
gran influencia, los árabes invadieron la Siria Segunda, el resultado fue que
la sede patriarcal de la Iglesia oficial de Antioquia quedó vacante y
permaneció así durante un siglo después de la muerte del patriarca Atanasio II,
acaecida en el año de 609. Al no poder tomar posesión de su sede, el patriarca
nominal in partibus residía en
Constantinopla, capital del Imperio de Oriente y sede patriarcal.
Posteriormente, durante toda la primera mitad del siglo VII, Constantinopla
dejó de nombrar a los titulares y la sede de Antioquia quedó vacante del año
702 al 742. Fue en esta época de tremenda agitación cuando la iglesia oficial
de Antioquia se encontraba acéfala y el poderoso monasterio de San Marón al
tener autoridad sobre la población de los alrededores, se declaró independiente
y formó una verdadera iglesia.
Así nació la Iglesia Maronita. Era autónoma, pero a la
vez estaba ligada a las demás iglesias Apostólicas. El monasterio de San Marón
se encargó de nombrar el primer Patriarca que fue San Juan-Marón, debido a la
influencia que tenía. Se ignora la fecha exacta de la formación de este
patriarcado, pero es indudable que fue durante la primera mitad del siglo VIII.
Consecuentemente, frente al hecho consumado, se reconoció como legítima la
creación de esta nueva iglesia autocéfala que subsiste hasta nuestros días.
Constituida en patriarcado y unida a la Sede Apostólica,
la Iglesia Maronita no ha dejado de sufrir persecuciones violentas por parte de
los herejes y de los árabes. Forzados a enfrentar estas persecuciones, o bien a
cambiar sus creencias, los maronitas, Patriarca, Obispos y fieles, prefirieron
emigrar a Líbano al abandonar las fértiles planicies de la Siria Segunda para
unirse a sus hermanos Maronitas del pueblo libanés, autóctono, convertidos al
Maronismo desde el siglo V. El Líbano se convirtió en refugio de los maronitas
y en el centro de su comunidad.
Una vez establecidos en el Monte Líbano, los maronitas se
esparcieron en todas direcciones. En la antigua Fenicia al igual que en el
valle de Oronte, la comunidad maronita conservó durante siglos, su aspecto
original de comunidad monástica.
La
Esencia del Maronismo
¿Qué se entiende por Maronismo?
El Maronismo es un sistema a la
vez filosófico-teológico y socio-nacional.
Durante los primeros siglos surgieron en la Iglesia de
Cristo gran número de herejías. Un grupo de cristianos negaban la divinidad de
Cristo, otro su humanidad; para algunos resultaba muy difícil creer en el
misterio de la Trinidad o en la maternidad de la Santísima Virgen, etc. Todas
estas herejías consternaron a la Iglesia y crearon divisiones en el seno del
Cuerpo Místico de Cristo. La Iglesia tuvo que luchar para sobrevivir y
salvaguardar el depósito de la fe.
Nos detendremos en las dos herejías que consideramos más
peligrosas. El Arrianismo y el Monofisismo. Arrio de Alejandría,
muerto en 336, negaba la divinidad de Cristo; fue excomulgado por el Concilio
de Nicea en el año 325, y posteriormente por el de Constantinopla, por su
parte, negaba la humanidad de Cristo al declarar que Jesús de Nazaret sólo
tenía una naturaleza, la divina; de ahí el monofisimo. Esta herejía se extendió
rápidamente y fue necesario convocar un nuevo concilio ecuménico para ponerle fin;
fue el Concilio de Calcedonia, reunido el año 451, el que excomulgó a Eutiques
y sus adeptos, al declarar que Nuestro Señor Jesucristo es a la vez “verdadero
Dios y verdadero Hombre” y que une en su persona dos naturalezas, la divina y
la humana.
El
maronismo, sistema filosófico-teológico
Durante los tres primeros
siglos de nuestra era, la Iglesia, como ya dijimos, tuvo que luchar para sobrevivir;
sus rivales fueron sobre todo el paganismo romano y el judaísmo. En el año 313,
después del Edicto de Milán, cuando el emperador Constantino reconoció la
religión cristiana, los cristianos vivieron un periodo de paz y tranquilidad y
empezaron a escrutar el misterio de Cristo Salvador. De ahí la cantidad de
herejías durante los siglos IV y V. Mencionaremos por lo pronto dos factores
que favorecieron a estas herejías:
1. por una
parte, la búsqueda de una claridad explícita en las expresiones usadas para definir
las verdades doctrinales, de modo que frecuentemente la herejía era más verbal
que doctrinal;
2. por
otra, la rivalidad entre las tres metrópolis, Constantinopla, Antioquia y
Alejandría, que azuzó los conflictos hasta provocar el cisma.
No olvidemos tampoco que
durante los siglos IV y V dos grandes civilizaciones se enfrentaban en
Antioquia:
1. la
civilización griega y
2. la
civilización siríaca o aramea.
Por esta razón, si los
maronitas deben su origen a San Marón, el Maronismo debe igualmente su origen a
estas querellas cristológicas. En Siria Interior las poblaciones fieles a
Calcedonia desarrollaron alrededor de los monasterios un sistema filosófico y
teológico bajo la égida de Teodoreto, obispo de Ciro, que se convirtió en el
defensor acérrimo de la doctrina definida por el Concilio de Calcedonia, es
decir, que en Cristo hay dos naturalezas distintas, la divina y la humana, en
una sola persona.
Sin esta visión filosófica y
teológica, jamás llegaremos a comprender la esencia del maronismo. El género
humano, caído después del pecado original y por lo tanto alejado de Dios, sólo
podía ser rescatado, conducido hacia Dios, por un Dios hecho hombre. Si Cristo
que es verdadero Dios no fuera verdaderamente hombre, es decir, solidario ontológicamente
de todo el género humano, no hubiera consumado la Redención. Por esto la
naturaleza humana de Cristo es real y gracias a ella pudo sentirse solidario y
vinculado a todos los seres humanos del pasado, del presente y del futuro,
independientemente de todo aquello que es de orden psicológico: edad, región,
raza, sexo, color, etc., y así, gracias a esta naturaleza humana pudo salvar a
la humanidad entera.
En resumen, en Cristo hay una sola y misma persona en dos
naturalezas distintas: la divina y la humana; las dos naturalezas son reales y
no ficticias ni aparentes. Los monofisitas, sin embargo, decían que en Cristo
sólo hay una naturaleza, la divina, y no lograron captar la verdad, este
misterio divino, que en Cristo hay las dos naturalezas, al negarse a aceptar,
como lo aceptaron los calcedonios, que las dos naturalezas están
inseparablemente unidas en la persona de Jesús de Nazaret. Sin darse cuenta
negaron la solidaridad ontológica de Cristo con el género humano gracias a la
cual, como acabamos de explicar, realizó la salvación de toda la humanidad.
Después del Concilio de Calcedonia (451), la iglesia de
Antioquia fue desgarrada por estas controversias cristológicas y se dividió en
dos clanes: 1.- el de los anticalcedonios o monofisitas, y 2.- el de los
calcedonios o defensores de la doctrina verdadera de la Iglesia. Los Maronitas
se encontraron al frente del clan calcedonio.
En efecto, Teodoreto, el obispo de Ciro escribió la vida
de san Marón y la de sus discípulos, fue uno de los defensores apasionados de
la fórmula calcedonia en el seno del concilio. Terminado el concilio se inició
una fuerte lucha entre los cristianos de Oriente. Teodoreto de Ciro se dio
cuenta que l puñado de cristianos unidos a los discípulos de San Marón, estaba
definitivamente a favor de la fórmula calcedonia. Comprendió también el papel
que los monjes en general, y los de San Marón en particular, podrían
desempeñar, en la defensa de la verdadera doctrina cristiana. ¿Acaso el propio
San Antonio, padre de la vida monacal, no había abandonado su ermita y su
soledad en el desierto, unos veinte años antes, para presentarse en Aljandría y
defender la fe de sus compatriotas contra el arrianismo? Teodoreto escribió su Historia
Religiosa por dos razones: para exhortarlos a seguir la senda de la
perfección cristiana, a ejemplo de San Marón y sus discípulos, y, la otra, para
alentarlos a permanecer fieles a la fórmula calcedonia de la que, en compañía
del Papa León el Grande era uno de sus máximos representantes. De hecho los
monjes maronitas se habían comportado a la altura de sus maestros.
Su tarea no fue fácil, pero nada logró disuadirlos, ni
las amenazas, ni las opresiones, ni la muerte. Las persecuciones desencadenadas
contra los maronitas por los anticalcedonios y monofisitas fueron enormes. No
es posible olvidar entre las muchas masacres la de los 350 monjes maronitas asesinados
por sus adversarios en una emboscada. Pero los maronitas se unieron más
estrechamente y se afirmó la convicción sobre la verdad doctrinal de la que se
habían erigido en defensores. Esta tenacidad será, desde luego, una de las grandes
cualidades del Maronismo, aun cuando en el transcurso de los siglos, los
maronitas hayan tenido que pagar un precio muy alto.
Si Teodoreto, ayudó a los maronitas a perseverar en la
ortodoxia, el emperador Marciano también ayudó a sostenerlos. Este emperador se
sentía ansioso por establecer la paz en su imperio desgarrado por las querellas
doctrinales. Para hacerlo más poderosos y ayudarlos a asumir la responsabilidad
que les incumbía, el año 452 les mandó construir el gran monasterio de San
Marón en la región de Apamea. Y en este monasterio, nacería posteriormente la
Iglesia Maronita.
Desde el siglo V hasta nuestros días, los maronitas han
sido siempre defensores acérrimos de la doctrina de la Iglesia universal, y
apóstoles y propagadores del verdadero concepto doctrinal relativo a la
naturaleza de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, o, para decirlo de
otra manera, de la Universalidad de la Encarnación-Redentora de Cristo. ¿Al ser
tan universalistas, nos preguntamos podrían ser aislacionistas, como no ha
dejado de repetirse, sobre todo durante los últimos años? Están, como debe
estar todo verdadero cristiano, abiertos a todo lo que tiene relación con el
género humano y son sensibles a todo lo que se refiere al hombre. Los primeros
maronitas fieles a la doctrina calcedonia murieron por defender la
universalidad de la Redención y de la Religión Cristiana.
El
Maronismo es un sistema social y nacional
Sabemos que en el curso de los
primeros siglos, al igual que en los posteriores, los cristianos de oriente
vivían muy unidos a sus monjes. Si los patriarcas y los obispos tenían tanta
influencia sobre ellos era, sobre todo, porque siempre eran elegidos entre los
monjes. Por otra parte, San Marón murió hacia el año 410; el Concilio de
Calcedonia se reunió en el 451; el gran monasterio de San Marón fue construido
el año 452. Los conventos de los monjes maronitas se multiplicaron y el
superior del monasterio de San Marón gozaba de prioridad sobre los demás
monasterios. Además, todos los que dependían de este monasterio, formaban, una
comunidad monástica, es decir, el patriarca, los obispos, los monjes y los
fieles. La autoridad que gozaba el superior del monasterio de San Marón fue con
el tiempo una de las prerrogativas del Patriarca maronita, de modo que era el
jefe supremo, tanto temporal como espiritual, de toda la Iglesia Maronita. Y
así, de una Iglesia autocéfala, la Iglesia maronita se transformó en Iglesia
nacional y al poco tiempo se transformó de Iglesia en Nación.
Cuando en el siglo VIII el Maronismo se convirtió en
Iglesia, todos los regímenes políticos del Medio Oriente eran teocráticos.
Desde el punto de vista cristiano sabemos bien el papel que desempeño el emperador
Basileo en los asuntos de la Iglesia. Desde el punto de vista árabe, desde el
principio hasta nuestros días, no existe separación alguna entre lo temporal y
lo espiritual o religioso. Rodeada pues de regímenes teocráticos, la Iglesia
maronita naciente, para sobrevivir, se convirtió en Nación, y la montaña
libanesa se convirtió en el sitio geográfico por excelencia para esta nación
tan joven en la que el Patriarca era a la vez jefe civil y religioso. Los
bizantinos, los árabes y los turcos u otomanos no pudieron arrancar a los
maronitas su autonomía ni su identidad porque si iglesia era una nación y no
sólo una comunidad religiosa. Las otras iglesias orientales siguieron siendo
comunidades cristianas, aunque perdiendo su identidad porque no se
constituyeron en naciones. Únicamente la iglesia maronita fue reconocida como
nación y conocida como tal. A manera de ejemplo podemos mencionar que el rey de
Francia San Luis, el 24 de mayo de 1250, y más tarde el rey Luis XIV, el 28 de
abril de 1649, se declararon protectores de la “nación maronita”, con lo que
quedó garantizada la autonomía de este pueblo
¿Qué es pues la Iglesia Maronita? Es una comunidad que
tiene sus raíces en un sistema filosófico y teológico de gran solidez y que ha
encontrado una estructura propia en sus cuadros monásticos que proporcionan y encuadran
el episcopado y sus dotes carismáticas. Se identifica con la nación para poder
salvar su fe, su libertad y su identidad.
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Mahfouz, Joseph Dr. (O.L.M.), El Maronismo, eso que une al hombre con el
Hijo del Hombre, (Compendio de Historia de la Iglesia Maronita Católica),
México, Ed. Centro de Difusión Cultural de la Misión Libanesa de México, 1987.
Tumba de San Maron
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