TESTIMONIO
MUSICAL DE MÉXICO
Estimados lectores, la música ha sido siempre agradable al
oído, siempre nos ha amenizado, unas veces para alegrar el alma, otras de
tristeza, pero de una manera u otra, vive con nosotros. En México siempre ha
estado presente, desde la época prehispánica, hasta ahora, en bailes, danzas,
fiestas, procesiones, marchas y guerras. También, para que la población viera a
la institución armada como parte necesaria e indispensable de la sociedad y por
medio de ejercicios militares, marchas y desfiles, provocasen admiración y
respeto. Algo que hoy día, la institución militar está a la baja.
Pondré una serie de pequeños trabajos de maestros,
profesores de música que van de 1760 a las postrimería del siglo XIX y los
albores del XX.
Así podrán
ir leyendo e imaginando la vida de México a través de la música, los voy a ir
poniendo de poco en poco, para que se piquen, y continúen leyendo. Gracias de
antemano.
Ejércitos y
bandas de música militares en la Nueva España, 1760-1821*
El motivo para el envío a la Nueva España de tropa veterana
desde la península y la creación de milicias locales fue la amenaza a las
colonias españolas por parte de Inglaterra, enemiga de España en la Guerra de
Siete Años. La tarea inmediata fue la de reforzar con tropa española los
puertos principales: Veracruz, el Callao, Cartagena de Indias, Acapulco, además
de crear un ejército eficaz que pudiera enfrentar la amenaza inglesa.
Es a partir
de la década de 1760-70 cuando se empieza formar en la Nueva España un
verdadero ejército. En esos años, el marqués de Croix puso en vigor las
reformas propuestas por el teniente general Juan de Villalba y Angulo (enviado
por el Rey a organizar los ejércitos de la Colonia). Hubo varios proyectos de
formación del ejército regular y miliciano, los cuales, por lo general se
ubicaban en uno de dos extremos. El primero hacia énfasis en una fuerza
profesional, disciplinada y efectiva, no muy numerosa pero leal a la Corona; en
el otro, se manejaba la idea de que la defensa de la colonia debía de residir
en las milicias.
Cada
regimiento de infantería estaba formado por varios batallones y éstos, a su
vez, por compañías. Los regimientos de infantería de línea contaban con tres
batallones y los de infantería ligera, con uno. Cada batallón estaba formado
por ocho compañías, entre granaderos y cazadores o fusileros; los de
caballería, por cinco escuadrones y se subdividían en tres compañías cada uno. (1)
Los músicos
de ordenanza
La efectividad de esa formación debía basarse en la
disciplina que partía de la misma vida en el cuartel. Ésta empezaba con la diana,
el primer toque del día con pífanos y tambores, y los soldados debían
presentarse peinados, lavados y en términos generales, limpios. En seguida
venía parte, tocada por el tambor, momento en que los sargentos
pasaban lista, la cual era entregada al capitán. Junto con la diana se abrían
las puertas de la ciudad con una ceremonia en la que participaban los tambores.
A continuación se hací9an las labores propias del cuartel, como el aseo de las
instalaciones y la instrucción de la tropa. Respecto de esta última, lunes,
miércoles y viernes se enseñaban los toques de ordenanza. Por la tarde se
tocaba marcha y se permitía a la tropa salir del cuartel. Ya de noche,
cuando los tambores junto con las campanas de la iglesia tocaban oración,
la tropa debía regresar. Media hora después de la puesta de sol se tocaba llamada,
para anunciar que aquellos que se encontrasen fuera de la ciudad se apresurase
a volver. Hacia las nueve de la noche se tocaba retreta. Sin embargo, los
toques de la tarde y de la noche dependían de que la tropa estuviese
acuartelada en una ciudad, presidio, puerto, etc. (2)
Tanto la plantilla instrumental como los toques y la
reglamentación de la vida en el cuartel estaban definidas en las ordenanzas
militares. En ellas se especificaba el número de elementos que debe tener cada
formación, cómo debe llevarse a cabo una marcha e incluso cómo saludar a un
superior. Por lo general la infantería utilizaba tambores y pífanos, la
caballería, trompetas y timbales y oboes los dragones; asimismo se ordenaba que
cada instrumento debía llevar la insignia del regimiento. (3)
Además de los toques ya señalados había otros: La Generala, Asamblea, Bandera, Marcha, El
toque de alto, Retreta, Bando, Llamada, Misa, Oración, Orden, Fajina, Baqueta,
Diana, Calacuerda, sin contar los específicos para caballería y dragones.
Un toque especial de la caballería era el conocido como A degüello, que no
significaba, como se ha llegado a decir, un ataque sin cuartel, sino era
simplemente una carga de caballería. Lo mismo Calacuerda, que ordenaba
el avance a bayoneta de la infantería. (4)
Para atender la labor de los músicos de ordenanza, los
primeros datos que debemos analizar son las nóminas der los regimientos,
batallones y compañías, tanto del ejército de línea, como de las milicias y las
fuerzas presidiales. Por ejemplo, el Regimiento
de Dragones, creado en 1765, contaba en cada una de sus compañías con un
tambor. Por su parte, el Regimiento fijo
de Nueva España, establecido en 1786, tenía en su Plana mayor a un tambor
mayor y dos pífanos, segundo y primero, y la compañía de fusileros, dos
tambores. Este mismo número de músicos de ordenanza tenían el Regimiento de Infantería fijo de México y
el Regimiento de infantería fijo de
Puebla. (5)
Las
milicias eran más numerosas que el ejército, pero en términos militares, menos
efectivas. Se dividían en Provinciales y
Urbanas y, a su vez, en infantería,
caballería y mixtas. Los soldados a caballo fueron la otra fuerza miliciana;
por lo general se dividían en caballería, dragones y regimientos mixtos de infantería y
caballería. Entre los primeros estaba el Regimiento
de caballería provincial de Querétaro, que contaba en su Plana mayor con un
timbal y una trompeta; mismo tipo de instrumentos tenía el Regimiento provincial de caballería del Príncipe, ubicado en
Guanajuato. Por su parte los dragones contaban con tambores, como el Regimiento de Dragones provinciales de
Puebla, el Escuadrón provincial de Lanceros de Veracruz, el Regimiento de Dragones de Michoacán y
los Dragones de Nueva Galicia. Entre
los regimientos mixtos estaba el Cuerpo
de milicias de Valladolid y Pátzcuaro que, al igual que las infanterías,
contaba con tambores para fusileros y granaderos, sin embargo, en su Plana
mayor incluía 4 pífanos y 6 trompetas, instrumentos de infantería y caballería
respectivamente. Mixta también era La
Legión de San Carlos, creada en San Luis Potosí en 1767. Contaba en la
infantería con los instrumentos ya señalados (pífano y tambor) y en la
caballería, trompetas (en su planta no se mencionan timbales). (6)
Finalmente
estaban las milicias urbanas de las ciudades de México, Puebla, Veracruz,
Yucatán. Sus infanterías contaban con tambores, como la del Regimiento urbano de comercio de México,
el de Comercio de Puebla, de Plateros de México y las Urbanas de Veracruz y Yucatán. Las
trompetas eran para las de caballería, como la de Panaderos de México. A diferencia de los ejércitos regulares y
milicianos, en el norte del país, las llamadas “Provincias Internas”, “si algún
comandante o capitán de los presidios quisiere para su ostentación mantener
tambor o trompeta, no habrá de ser a cuenta del Rey, sino que lo costeará de su
caudal propio”. (7)
El uso de músicos ordenanzas también fue característico
entre los insurgentes y durante la guerra de Independencia en la Nueva España
fue común el uso de tambores, pífanos y clarines. Morelos, a diferencia de
Hidalgo, quien optó por un ejército numeroso pero mal disciplinado y peor
entrenado, prefirió una fuerza menor pero más efectiva, tal como lo demuestran
sus acciones en Tixtla, Acapulco, Oaxaca y Cuautla. Aunque de forma intuitiva,
Morelos estaba al tanto de la estrategia y de las formas de hacer la guerra;
por ejemplo, para pedir la rendición de una plaza, como la de Tixtla en 1811,
hacía uso de una bandera blanca y un tambor que tocaba parlamento. (8)
Sus músicos de ordenanza también sabían de los viejos
ardides de la guerra. Por ejemplo, en el sitio de Cuautla, en 1812, para
mantener en tensión al enemigo y no darle pausa de descanso, uno de los
tambores de los insurgentes tocaba por las noches Paso de ataque cerca de
la línea de los realistas. Fue tal la molestia que les causó, que una vez que
Morelos se retiró de Cuautla, el mismo Calleja ordenó buscaran a dicho tambor
entre los prisioneros para castigarlo. (9)
Las bandas de
música
En Europa, para mediados del siglo XVIII, las bandas
militares ya estaban utilizando el tipo de dotación instrumental conocida como Harmoniemusik, consistente en
oboes, clarinetes, fagot y cornos (también llamados trompas), al cual más tarde
se integrarán las llamadas “percusiones
turcas” (platillos, pandero, sistro y tambores). Esta forma de dotación
instrumental también llegó a América; por ejemplo, a fines del siglo XVIII la
milicia de los Pardos en Cuba mantenía una banda formada por seis pífanos, un
oboe, siete clarinetes, dos fagotes, dos serpentones, un clarín, dos trompas,
dos contrabajos y batería militar (percusiones). (10)
Al parecer esta banda fue formada por
un francés de apellido Dubois, quien había llegado desde Haití. (11) De manera semejante, en la Nueva España
el Regimiento de Comercio en la capital del Reino contaba en 1807 con una
plantilla (basada en aliento-madera) de 12 músicos: 5 clarinetes, un bajo
(seguramente un fagot), 3 trompas, 2 flautas y una tambora. (12) En Pátzcuaro, Michoacán, en 1812, la
banda estaba formada por un Mayor (seguramente el director), 7 clarinetes, 5
trompas, 1 flauta, 1 tambor, 1 tambora y 1 asistente. (13)
Una banda militar se formaba cuando la plana mayor de cada
regimiento contrataba a los músicos, que eran pagados de los sueldos de la
tropa y de la oficialidad. Esta fue una práctica común en todos los ejércitos
europeos y americanos durante el siglo XVIII y buena parte del XIX. Por tal motivo,
en documentos como las nóminas de pago no siempre aparecen listados los
músicos. Sin embargo, en ocasiones, cuando se requería vestuario, los músicos
de armonía si recibían el suyo.
Es probable
que los contingentes militares de Saboya, Ultonia (formado por irlandeses) y
Flandes que llegaron a la Nueva España hacia 1770 ya utilizaran la nueva
dotación instrumental. Además, es factible que los regimientos españoles que
arribaron con don Juan de Villalba integraran músicos de otras nacionalidades,
ya que en la época era muy común que los ejércitos de línea contaran en sus
filas con europeos no españoles. Por ejemplo, hacia 1788, en el Regimiento de
la Corona había franceses, alemanes, italianos y flamencos, quienes
representaban el 10% del total de la fuerza.
Los músicos
bien sabían que su arte podía dejarles ingresos extras, independientemente de
los que recibían por su trabajo en la banda militar, sin embargo, algunos
oficiales no permitían el uso de los instrumentos para funciones que no fueran
las estrictamente militares.
Los
movimientos de Independencia en las posiciones españolas de América pusieron en
pie de guerra a los ejércitos realistas y, como es lógico imaginar, parte del
botín de guerra eran los instrumentos o la banda misma. Así, tras la derrota
que infiere el cura Hidalgo a las fuerzas realistas el Celaya el 21 de
septiembre de 1810, al inicio de la guerra de Independencia, se une a su
ejército un regimiento con todo y su banda de música. (14) En la batalla de Maipo, durante la guerra de
Independencia de Chile, el ejército libertador capturó 2 redoblones, 2
tambores, 2 panderetas, 2 clarines, 1 media luna (puede referirse a un bugle o
aun chinesco), 1 trompa, 1 corneta y un fagot. (15)
Se sabe que San Martín llegó a Chile
con una banda de negros africanos y criollos uniformados “a la turca”. Un
músico negro famoso fue Domingo Lara “que fue el trompa de órdenes de San
Martín en Chacabuco y Maipo y después en Perú y Ecuador”. (16)
En Chile, en 1814, la primera banda militar nacional se
formó con los siguientes músicos (aquí podemos ver que la dotación instrumental
era de la Harmoniemusik):
Francisco de la Lastra, director y clarinete; Juan Nepomuceno Vargas,
clarinete; Teodoro Guzmán Pedro León, José Santa María y Luís Lara, flautas;
Miguel Gómez y José Silva, trompas (cornos); Pedro Córdoba, fagot; José
Noriega, serpentón; Juan Luís Correa, platillos; Juan Rocha, tambora; Bartolo
Tacamán, pandereta (pandero) y José Cárcamo, triángulo. (17)
Como podemos advertir los conjuntos musicales milicianos y
regulares seguían la dotación instrumental que estaba en boga en Europa y hay
que señalar que una parte de los instrumentistas eran contratados por los
propios regimientos. Seguramente la llegada de contingentes militares no
españoles influyó en las prácticas musicales americanas.
Desfiles y
retretas
La banda militar en sus dos acepciones (como conjunto de
tambores, pífanos, clarines y timbales o con instrumentos como oboes, fagot,
cornos, clarinetes y percusión) desempeñó un papel preponderante en las
ceremonias oficiales, religiosas y civiles.
En
principio, que la población viera a la institución armada como parte necesaria
e indispensable de la sociedad, fue algo que los altos mandos del ejército
buscaron de muchas formas. El nombramiento de algún comandante era motivo de
fiesta para el regimiento y, naturalmente, se celebraba con música. Tal fue el
caso de Miguel Avilés, del Regimiento de Dragones de España estacionado en
Puebla. Es necesario señalar que en éste, al igual que en otros documentos relacionados
con asuntos del ejército, el término música
o músicas se refiere a la banda
militar.
Un testigo
de la época, José Gómez, alabardero del virrey, da cuenta de un desfile con
motivo de la declaración de guerra contra Francia. Menciona el orden de marcha
y cómo participaron las bandas de los regimientos:
Razón de la forma en que se publicó
en México el bando el día 19 de junio de 1793, por mandato del Rey nuestro
señor don Carlos IV y por orden del señor virrey conde de Revillagigedo; fue
del tenor siguiente: fueron por delante cuatro soldados granaderos, dragones
del regimiento de España, con espada en mano; luego siguió la música del
gremio de panaderos y tocineros, a caballo; luego siguieron los tambores
mayores y todas las músicas y tambores de todos los regimientos interpolados
(alternadamente) con el uniforme de gala […] Luego siguió una compañía de
granaderos de dragones del regimiento de España con espada en mano y la
música del regimiento por delante, por último, una compañía de soldados de
caballería del gremio de tocineros y panaderos, con lo que finalizó el bando.
La mañana de este día y todo el resto de él, estuvo lloviendo. (18)
|
La erección, en 1796, de la estatua ecuestre de Carlos IV
durante el gobierno del virrey Marqués de Branciforte fue todo un
acontecimiento. En principio, el virrey colocó, a mediados de julio del mismo
año, la primera piedra de la obra, la cual incluía, además de la estatua, el
arreglo de la Plaza Mayor. En esa ocasión: “Estaba formada la Tropa de Infantería
y Caballería en todo el ámbito de la Plaza, cuya música se alternaba con las
festivas aclamaciones del concurso [población].” (19)
Para diciembre del mismo año ya estaba
terminada la obra en la Plaza y se procedió a develar la estatua de madera
dorada. En el momento cumbre, al ser descubierta: “presentó sus armas la Tropa,
hizo la Artillería su Salva, cuyo marcial estruendo, con
el repique general de campanas de las Iglesias y armoniosos conciertos de la
música de los Regimientos, formaban un todo grande y admirable.” (20) La fiesta siguió en el paseo principal
de la ciudad, donde se ofreció: “un gran golpe de música, que estaba
di9stribuida en los quatro ángulos de la Alameda.” (21)
Niño
tambor de un cuerpo realista. Detalle de una litografía que representa el
fusilamiento de Morelos.
Fusilamiento
de Morelos y niño tambor.
Desde los primeros momentos de la lucha independentista
resultó natural que las bandas de los regimientos participaran en las
ceremonias. Ignacio Rayón fue el primero en celebrar el 16 de septiembre. En el
Diario de operaciones militares dice:
“a las doce, en la serenata, compitiendo entre sí las dos músicas desempeñaron
varias piezas selectas con gusto de S.E. y satisfacción de todo el público”. (22) De manera semejante, cuando se emitió
el Plan de Iguala, en los primeros meses de 1821, en la orden del día del Ejército Imperial de las Tres Garantías se
estableció que tras haber prestado juramento de independencia los jefes y
oficiales, y al momento de comenzar la misa y Te Deum: “deberán estar en la puerta de la iglesia 50 hombres del
regimiento de Murcia, otros tantos de las Tres Villas e igual fuerza del de
Celaya, y las respectivas bandas de estos cuerpos, para las descargas de estilo…”
(23) Pocos
días antes de la proclamación del día de Independencia, y ya conocidos los
términos del tratado de Córdoba, algunos jefes proindependistas dieron muestras
de honor y generosidad. El coronel Miguel Barragán, cuya división había tomado
tres prisioneros de las fuerzas españolas, los entregó a su comandante. Previo
a ello marchó, “al golpe de la música militar de los cuerpos de su mando”, de
Tacuba al lugar donde estaba el jefe enemigo. (24)
Conclusiones
Como hemos visto, el cambio fundamental en el ejército
ocurrió en la década de los sesenta del siglo XVIII con la llegada de tropa
veterana peninsular y gracias a un extenso plan para la formación de milicias.
A partir de esos años la sociedad novohispana tuvo que admitir la existencia de
los militares profesionales. Su presencia en la vida cotidiana fue cada vez
mayor, ya sea con sus ejercicios y desfiles en las plazas principales o en las
retretas.
Para fines
del siglo XVIII y principios del XIX la actitud hacía el ejército había
cambiado. La posibilidad de acceder a un cargo militar por medio de un donativo
permitió que hacendados, comerciantes y dueños de minas entraran como oficiales
en las milicias provinciales. (25) Para esos años el ejército de la Nueva España había
adquirido gran fuerza, el programa de construcciones militares estaba muy
avanzado y los virreyes eran militares al igual que muchos intendentes. La
música militar y las bandas tendrán un gran desarrollo en el siglo XIX gracias
al nacionalismo y a los nuevos instrumentos.
NOTAS
*Ruiz
Torres, Rafael A, “Ejércitos
y bandas de música en la Nueva España, 1760-1821”, en “… y la música se volvió MEXICANA”, México, INAH, INBA, CENIDIM,
CONACULTA, 2010, PP. 9-21; se ha especializado en el estudio de las bandas
militares en nuestro país, tema del cual ha publicado artículos y presentado
ponencias. Es ejecutante de distintos instrumentos musicales como arpa, piano
y violín.
(1) José Semprúm Alfonso Bullón de
Mendoza, El ejército realista en la
independencia americana, Madrid, MAPFRE, 1992, p. 16.
(2) J. Marchena Fernández, Ejército y milicias en el mundo colonial
americano, Madrid, MAPFRE, 1992, pp. 227-232.
(3) En Argentina se conocía a este
conjunto como banda lisa, en contraste con la banda de armonía, Diccionario de la música española e
hispanoamericana, director y coordinador general, Emilio Casares Rodicio,
Sociedad de Autores y Editores, vol. 2, Madrid, 1999, p. 138.
(4) Semprúm, op. cit., p. 28: https://youtu.be/LEBLbWLldR0
(5) M. Gómez Ruiz y V. Alonso
Juanola, El ejército de los Borbones,
Servicio Histórico Militar, España, Salamanca, 1991, pp. 11-13.
(6) Ibidem, pp. 88, 101, 91, 92, 94, 98, 104, 102-103.
(7) “Ordenanzas que han de observar y
guardar todo0s los gobernadores y comandantes de los presidios y provincias
internas para el mejor gobierno de ellas” (1729) Aparece en el “Reglamento
para todos los Presidios de las Provincias… Hecho por el Excelentísimo Señor
Marqués de Casafuerte, Virrey, Gobernador y Capitán General de esos Reinos.
DE orden de su Excelencia. En México en la imprenta Real del Superior
Gobierno de los herederos de la viuda de Miguel Rivera Calderón, en el
Empedradillo, año de 1729”, Artículo 73. Citado en Naylor H, Thomas y Charles W. Polzer, S.J.,
Pedro de Rivera and the Military
Regulations for Northern New Spain 1724-1729. A Documentary History and the
Regloamento de 1729. The University of Arizona Press, Tucson, 1988, p.
313.
(8) Ubaldo Vargas Martínez, Morelos, siervo de la nación, México,
Col. Sepan cuántos… num. 53, Porrúa, 1985, p. 44.
(9) Ibidem, p. 72.
(10) Alejo Carpentier, La música en Cuba, México, FCE,
Colecc. Popular núm. 109, 1972, pp. 146-147.
(11) Ibidem, p. 128.
(12) J.A. Robles Cahero,
“Introducción” {a dos documentos sobre la banda del Regimiento de Comercio,
Cd. de México, 1807), en Heterofonía,
116-117, enero-diciembre de 1997, p. 157.
(13) Archivo General de la Nación,
AGN, t. 486, Operaciones de guerra,
f. 123.313.
(14) E. Higuera, Hidalgo: Reseña biográfica, con una iconografía del iniciador de
nuestra independencia, México, Col. Medallones mexicanos, 1955, pp. 82 y
132. Citado en Manuel Gastelum Flores, Historia
de la música popular en Sinaloa, Serie Rescate y Divulgación, DIFOCUR,
Gobierno del Estado de Sinaloa, 1989, p. 21.
(15) S. Claro Valdez, “La vida
musical en Chile durante el gobierno del don Bernardo O´Higgins”, en Revista musical chilena, Facultad de
Artes Musicales y Representación, Universidad de Chile, Año XXXIII,
enero-marzo, 1979, núm. 145, p. 9.
(16) Isabel Aretz, “Música y danza
(América Latina continental, excepto Brasil)”, en M. Moreno Freignals, Äfrica en América Latina, Serie El
Mundo en América Latina, Siglo XXI, UNESCO, México, 1977, p. 273.
(17) Claro Valdez, op. cit., p. 7.
(18) José Gómez, Diario curioso y cuaderno de las cosas memorables en México durante
el gobierno de Revillagigedo (1789-1794), versión paleográfica,
introducción, notas y bibliografía de Ignacio González-Polo, UNAM, 1986, p.
76.
(19) David Marley (ed.), “XIV,
Estatua ecuestre (1796). Descripción de las fiestas celebradas en la imperial
corte de México con motivo de la solemne colocación de una estatua ecuestre
de nuestro augusto soberano, el señor don Carlos IV, en la plaza mayor”.
Citado en Documentos varios para la
historia de la ciudad de México a fines de la época colonial (1769-1815), facsimilar, colección Documenta Novae Hispaniae, vol. B-5, Roslton-Bain, México, 1983,
p. 3.
(20) Ibídem, p. 8.
(21) Ibídem, p. 12.
(22) Gerónimo Baqueiro Foster, “Las
bandas militares de música y su función social”, en Suplemento dominical de El Nacional, Revista mexicana de cultura,
núm. 365, México, 28 de marzo de 1954, p. 14.
(23) “Órdenes del día del Ejército
Imperial de las Tres Garantías. Previene de las solemnidades militares para
el juramento del plan de Independencia”, en Colección de documentos relativos a la época de la Independencia de
México, Guanajuato, Impreso por A. Chagoyan, 1870, pp. 310-311.
(24) Diario Político Militar Mejicano, vol. 1, núm, 5, septiembre de
1821, p. 19, en Genaro García (ed.), Documentos
Históricos Mexicanos, vol. IV, facsimilar, Instituto Nacional de Estudios
Históricos de la Revolución Mexicana, 1985.
(25) Josefa Vega Juanino, La institución militar en Michoacán en el
último cuarto del siglo XVIII, COLMICH, Gobierno del Estado de Michoacán,
Guadalajara, Jal., 1986, p. 34.
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