jueves, 24 de octubre de 2019


TESTIMONIO MUSICAL DE MÉXICO




Estimados lectores, la música ha sido siempre agradable al oído, siempre nos ha amenizado, unas veces para alegrar el alma, otras de tristeza, pero de una manera u otra, vive con nosotros. En México siempre ha estado presente, desde la época prehispánica, hasta ahora, en bailes, danzas, fiestas, procesiones, marchas y guerras. También, para que la población viera a la institución armada como parte necesaria e indispensable de la sociedad y por medio de ejercicios militares, marchas y desfiles, provocasen admiración y respeto. Algo que hoy día, la institución militar está a la baja.
Pondré una serie de pequeños trabajos de maestros, profesores de música que van de 1760 a las postrimería del siglo XIX y los albores del XX.
            Así podrán ir leyendo e imaginando la vida de México a través de la música, los voy a ir poniendo de poco en poco, para que se piquen, y continúen leyendo. Gracias de antemano.




Ejércitos y bandas de música militares en la Nueva España, 1760-1821*


El motivo para el envío a la Nueva España de tropa veterana desde la península y la creación de milicias locales fue la amenaza a las colonias españolas por parte de Inglaterra, enemiga de España en la Guerra de Siete Años. La tarea inmediata fue la de reforzar con tropa española los puertos principales: Veracruz, el Callao, Cartagena de Indias, Acapulco, además de crear un ejército eficaz que pudiera enfrentar la amenaza inglesa.
            Es a partir de la década de 1760-70 cuando se empieza formar en la Nueva España un verdadero ejército. En esos años, el marqués de Croix puso en vigor las reformas propuestas por el teniente general Juan de Villalba y Angulo (enviado por el Rey a organizar los ejércitos de la Colonia). Hubo varios proyectos de formación del ejército regular y miliciano, los cuales, por lo general se ubicaban en uno de dos extremos. El primero hacia énfasis en una fuerza profesional, disciplinada y efectiva, no muy numerosa pero leal a la Corona; en el otro, se manejaba la idea de que la defensa de la colonia debía de residir en las milicias.
            Cada regimiento de infantería estaba formado por varios batallones y éstos, a su vez, por compañías. Los regimientos de infantería de línea contaban con tres batallones y los de infantería ligera, con uno. Cada batallón estaba formado por ocho compañías, entre granaderos y cazadores o fusileros; los de caballería, por cinco escuadrones y se subdividían en tres compañías cada uno. (1)


Los músicos de ordenanza

La efectividad de esa formación debía basarse en la disciplina que partía de la misma vida en el cuartel. Ésta empezaba con la diana, el primer toque del día con pífanos y tambores, y los soldados debían presentarse peinados, lavados y en términos generales, limpios. En seguida venía parte, tocada por el tambor, momento en que los sargentos pasaban lista, la cual era entregada al capitán. Junto con la diana se abrían las puertas de la ciudad con una ceremonia en la que participaban los tambores. A continuación se hací9an las labores propias del cuartel, como el aseo de las instalaciones y la instrucción de la tropa. Respecto de esta última, lunes, miércoles y viernes se enseñaban los toques de ordenanza. Por la tarde se tocaba marcha y se permitía a la tropa salir del cuartel. Ya de noche, cuando los tambores junto con las campanas de la iglesia tocaban oración, la tropa debía regresar. Media hora después de la puesta de sol se tocaba llamada, para anunciar que aquellos que se encontrasen fuera de la ciudad se apresurase a volver. Hacia las nueve de la noche se tocaba retreta. Sin embargo, los toques de la tarde y de la noche dependían de que la tropa estuviese acuartelada en una ciudad, presidio, puerto, etc. (2)
                Tanto la plantilla instrumental como los toques y la reglamentación de la vida en el cuartel estaban definidas en las ordenanzas militares. En ellas se especificaba el número de elementos que debe tener cada formación, cómo debe llevarse a cabo una marcha e incluso cómo saludar a un superior. Por lo general la infantería utilizaba tambores y pífanos, la caballería, trompetas y timbales y oboes los dragones; asimismo se ordenaba que cada instrumento debía llevar la insignia del regimiento. (3)
                Además de los toques ya señalados había otros: La Generala, Asamblea, Bandera, Marcha, El toque de alto, Retreta, Bando, Llamada, Misa, Oración, Orden, Fajina, Baqueta, Diana, Calacuerda, sin contar los específicos para caballería y dragones. Un toque especial de la caballería era el conocido como A degüello, que no significaba, como se ha llegado a decir, un ataque sin cuartel, sino era simplemente una carga de caballería. Lo mismo Calacuerda, que ordenaba el avance a bayoneta de la infantería. (4)




Para atender la labor de los músicos de ordenanza, los primeros datos que debemos analizar son las nóminas der los regimientos, batallones y compañías, tanto del ejército de línea, como de las milicias y las fuerzas presidiales. Por ejemplo, el Regimiento de Dragones, creado en 1765, contaba en cada una de sus compañías con un tambor. Por su parte, el Regimiento fijo de Nueva España, establecido en 1786, tenía en su Plana mayor a un tambor mayor y dos pífanos, segundo y primero, y la compañía de fusileros, dos tambores. Este mismo número de músicos de ordenanza tenían el Regimiento de Infantería fijo de México y el Regimiento de infantería fijo de Puebla. (5)

            Las milicias eran más numerosas que el ejército, pero en términos militares, menos efectivas. Se dividían en Provinciales y Urbanas y, a su vez, en infantería, caballería y mixtas. Los soldados a caballo fueron la otra fuerza miliciana; por lo general se dividían en caballería, dragones y  regimientos mixtos de infantería y caballería. Entre los primeros estaba el Regimiento de caballería provincial de Querétaro, que contaba en su Plana mayor con un timbal y una trompeta; mismo tipo de instrumentos tenía el Regimiento provincial de caballería del Príncipe, ubicado en Guanajuato. Por su parte los dragones contaban con tambores, como el Regimiento de Dragones provinciales de Puebla, el Escuadrón provincial de Lanceros de Veracruz, el Regimiento de Dragones de Michoacán y los Dragones de Nueva Galicia. Entre los regimientos mixtos estaba el Cuerpo de milicias de Valladolid y Pátzcuaro que, al igual que las infanterías, contaba con tambores para fusileros y granaderos, sin embargo, en su Plana mayor incluía 4 pífanos y 6 trompetas, instrumentos de infantería y caballería respectivamente. Mixta también era La Legión de San Carlos, creada en San Luis Potosí en 1767. Contaba en la infantería con los instrumentos ya señalados (pífano y tambor) y en la caballería, trompetas (en su planta no se mencionan timbales). (6)
            Finalmente estaban las milicias urbanas de las ciudades de México, Puebla, Veracruz, Yucatán. Sus infanterías contaban con tambores, como la del Regimiento urbano de comercio de México, el de Comercio de Puebla, de Plateros de México y las Urbanas de Veracruz y Yucatán. Las trompetas eran para las de caballería, como la de Panaderos de México. A diferencia de los ejércitos regulares y milicianos, en el norte del país, las llamadas “Provincias Internas”, “si algún comandante o capitán de los presidios quisiere para su ostentación mantener tambor o trompeta, no habrá de ser a cuenta del Rey, sino que lo costeará de su caudal propio”. (7)
                El uso de músicos ordenanzas también fue característico entre los insurgentes y durante la guerra de Independencia en la Nueva España fue común el uso de tambores, pífanos y clarines. Morelos, a diferencia de Hidalgo, quien optó por un ejército numeroso pero mal disciplinado y peor entrenado, prefirió una fuerza menor pero más efectiva, tal como lo demuestran sus acciones en Tixtla, Acapulco, Oaxaca y Cuautla. Aunque de forma intuitiva, Morelos estaba al tanto de la estrategia y de las formas de hacer la guerra; por ejemplo, para pedir la rendición de una plaza, como la de Tixtla en 1811, hacía uso de una bandera blanca y un tambor que tocaba parlamento. (8)
                Sus músicos de ordenanza también sabían de los viejos ardides de la guerra. Por ejemplo, en el sitio de Cuautla, en 1812, para mantener en tensión al enemigo y no darle pausa de descanso, uno de los tambores de los insurgentes tocaba por las noches Paso de ataque cerca de la línea de los realistas. Fue tal la molestia que les causó, que una vez que Morelos se retiró de Cuautla, el mismo Calleja ordenó buscaran a dicho tambor entre los prisioneros para castigarlo. (9)

Las bandas de música

En Europa, para mediados del siglo XVIII, las bandas militares ya estaban utilizando el tipo de dotación instrumental conocida como Harmoniemusik, consistente en oboes, clarinetes, fagot y cornos (también llamados trompas), al cual más tarde se integrarán las llamadas “percusiones turcas” (platillos, pandero, sistro y tambores). Esta forma de dotación instrumental también llegó a América; por ejemplo, a fines del siglo XVIII la milicia de los Pardos en Cuba mantenía una banda formada por seis pífanos, un oboe, siete clarinetes, dos fagotes, dos serpentones, un clarín, dos trompas, dos contrabajos y batería militar (percusiones). (10) Al parecer esta banda fue formada por un francés de apellido Dubois, quien había llegado desde Haití. (11) De manera semejante, en la Nueva España el Regimiento de Comercio en la capital del Reino contaba en 1807 con una plantilla (basada en aliento-madera) de 12 músicos: 5 clarinetes, un bajo (seguramente un fagot), 3 trompas, 2 flautas y una tambora. (12) En Pátzcuaro, Michoacán, en 1812, la banda estaba formada por un Mayor (seguramente el director), 7 clarinetes, 5 trompas, 1 flauta, 1 tambor, 1 tambora y 1 asistente. (13)
                Una banda militar se formaba cuando la plana mayor de cada regimiento contrataba a los músicos, que eran pagados de los sueldos de la tropa y de la oficialidad. Esta fue una práctica común en todos los ejércitos europeos y americanos durante el siglo XVIII y buena parte del XIX. Por tal motivo, en documentos como las nóminas de pago no siempre aparecen listados los músicos. Sin embargo, en ocasiones, cuando se requería vestuario, los músicos de armonía si recibían el suyo.
            Es probable que los contingentes militares de Saboya, Ultonia (formado por irlandeses) y Flandes que llegaron a la Nueva España hacia 1770 ya utilizaran la nueva dotación instrumental. Además, es factible que los regimientos españoles que arribaron con don Juan de Villalba integraran músicos de otras nacionalidades, ya que en la época era muy común que los ejércitos de línea contaran en sus filas con europeos no españoles. Por ejemplo, hacia 1788, en el Regimiento de la Corona había franceses, alemanes, italianos y flamencos, quienes representaban el 10% del total de la fuerza.
            Los músicos bien sabían que su arte podía dejarles ingresos extras, independientemente de los que recibían por su trabajo en la banda militar, sin embargo, algunos oficiales no permitían el uso de los instrumentos para funciones que no fueran las estrictamente militares.
            Los movimientos de Independencia en las posiciones españolas de América pusieron en pie de guerra a los ejércitos realistas y, como es lógico imaginar, parte del botín de guerra eran los instrumentos o la banda misma. Así, tras la derrota que infiere el cura Hidalgo a las fuerzas realistas el Celaya el 21 de septiembre de 1810, al inicio de la guerra de Independencia, se une a su ejército un regimiento con todo y su banda de música. (14)  En la batalla de Maipo, durante la guerra de Independencia de Chile, el ejército libertador capturó 2 redoblones, 2 tambores, 2 panderetas, 2 clarines, 1 media luna (puede referirse a un bugle o aun chinesco), 1 trompa, 1 corneta y un fagot. (15) Se sabe que San Martín llegó a Chile con una banda de negros africanos y criollos uniformados “a la turca”. Un músico negro famoso fue Domingo Lara “que fue el trompa de órdenes de San Martín en Chacabuco y Maipo y después en Perú y Ecuador”. (16)
                En Chile, en 1814, la primera banda militar nacional se formó con los siguientes músicos (aquí podemos ver que la dotación instrumental era de la Harmoniemusik): Francisco de la Lastra, director y clarinete; Juan Nepomuceno Vargas, clarinete; Teodoro Guzmán Pedro León, José Santa María y Luís Lara, flautas; Miguel Gómez y José Silva, trompas (cornos); Pedro Córdoba, fagot; José Noriega, serpentón; Juan Luís Correa, platillos; Juan Rocha, tambora; Bartolo Tacamán, pandereta (pandero) y José Cárcamo, triángulo. (17)
                Como podemos advertir los conjuntos musicales milicianos y regulares seguían la dotación instrumental que estaba en boga en Europa y hay que señalar que una parte de los instrumentistas eran contratados por los propios regimientos. Seguramente la llegada de contingentes militares no españoles influyó en las prácticas musicales americanas.

Desfiles y retretas

La banda militar en sus dos acepciones (como conjunto de tambores, pífanos, clarines y timbales o con instrumentos como oboes, fagot, cornos, clarinetes y percusión) desempeñó un papel preponderante en las ceremonias oficiales, religiosas y civiles.
            En principio, que la población viera a la institución armada como parte necesaria e indispensable de la sociedad, fue algo que los altos mandos del ejército buscaron de muchas formas. El nombramiento de algún comandante era motivo de fiesta para el regimiento y, naturalmente, se celebraba con música. Tal fue el caso de Miguel Avilés, del Regimiento de Dragones de España estacionado en Puebla. Es necesario señalar que en éste, al igual que en otros documentos relacionados con asuntos del ejército, el término música o músicas se refiere a la banda militar.
            Un testigo de la época, José Gómez, alabardero del virrey, da cuenta de un desfile con motivo de la declaración de guerra contra Francia. Menciona el orden de marcha y cómo participaron las bandas de los regimientos:

Razón de la forma en que se publicó en México el bando el día 19 de junio de 1793, por mandato del Rey nuestro señor don Carlos IV y por orden del señor virrey conde de Revillagigedo; fue del tenor siguiente: fueron por delante cuatro soldados granaderos, dragones del regimiento de España, con espada en mano; luego siguió la música del gremio de panaderos y tocineros, a caballo; luego siguieron los tambores mayores y todas las músicas y tambores de todos los regimientos interpolados (alternadamente) con el uniforme de gala […] Luego siguió una compañía de granaderos de dragones del regimiento de España con espada en mano y la música del regimiento por delante, por último, una compañía de soldados de caballería del gremio de tocineros y panaderos, con lo que finalizó el bando. La mañana de este día y todo el resto de él, estuvo lloviendo. (18)

                La erección, en 1796, de la estatua ecuestre de Carlos IV durante el gobierno del virrey Marqués de Branciforte fue todo un acontecimiento. En principio, el virrey colocó, a mediados de julio del mismo año, la primera piedra de la obra, la cual incluía, además de la estatua, el arreglo de la Plaza Mayor. En esa ocasión: “Estaba formada la Tropa de Infantería y Caballería en todo el ámbito de la Plaza, cuya música se alternaba con las festivas aclamaciones del concurso [población].” (19) Para diciembre del mismo año ya estaba terminada la obra en la Plaza y se procedió a develar la estatua de madera dorada. En el momento cumbre, al ser descubierta: “presentó sus armas la Tropa, hizo la Artillería su Salva, cuyo marcial estruendo, con el repique general de campanas de las Iglesias y armoniosos conciertos de la música de los Regimientos, formaban un todo grande y admirable.” (20) La fiesta siguió en el paseo principal de la ciudad, donde se ofreció: “un gran golpe de música, que estaba di9stribuida en los quatro ángulos de la Alameda.” (21)



Niño tambor de un cuerpo realista. Detalle de una litografía que representa el fusilamiento de Morelos.



Fusilamiento de Morelos y niño tambor.


Desde los primeros momentos de la lucha independentista resultó natural que las bandas de los regimientos participaran en las ceremonias. Ignacio Rayón fue el primero en celebrar el 16 de septiembre. En el Diario de operaciones militares dice: “a las doce, en la serenata, compitiendo entre sí las dos músicas desempeñaron varias piezas selectas con gusto de S.E. y satisfacción de todo el público”. (22) De manera semejante, cuando se emitió el Plan de Iguala, en los primeros meses de 1821, en la orden del día del Ejército Imperial de las Tres Garantías se estableció que tras haber prestado juramento de independencia los jefes y oficiales, y al momento de comenzar la misa y Te Deum: “deberán estar en la puerta de la iglesia 50 hombres del regimiento de Murcia, otros tantos de las Tres Villas e igual fuerza del de Celaya, y las respectivas bandas de estos cuerpos, para las descargas de estilo…” (23) Pocos días antes de la proclamación del día de Independencia, y ya conocidos los términos del tratado de Córdoba, algunos jefes proindependistas dieron muestras de honor y generosidad. El coronel Miguel Barragán, cuya división había tomado tres prisioneros de las fuerzas españolas, los entregó a su comandante. Previo a ello marchó, “al golpe de la música militar de los cuerpos de su mando”, de Tacuba al lugar donde estaba el jefe enemigo. (24)

Conclusiones

Como hemos visto, el cambio fundamental en el ejército ocurrió en la década de los sesenta del siglo XVIII con la llegada de tropa veterana peninsular y gracias a un extenso plan para la formación de milicias. A partir de esos años la sociedad novohispana tuvo que admitir la existencia de los militares profesionales. Su presencia en la vida cotidiana fue cada vez mayor, ya sea con sus ejercicios y desfiles en las plazas principales o en las retretas.
            Para fines del siglo XVIII y principios del XIX la actitud hacía el ejército había cambiado. La posibilidad de acceder a un cargo militar por medio de un donativo permitió que hacendados, comerciantes y dueños de minas entraran como oficiales en las milicias provinciales. (25) Para esos años el ejército de la Nueva España había adquirido gran fuerza, el programa de construcciones militares estaba muy avanzado y los virreyes eran militares al igual que muchos intendentes. La música militar y las bandas tendrán un gran desarrollo en el siglo XIX gracias al nacionalismo y a los nuevos instrumentos.


NOTAS

*Ruiz Torres, Rafael A, “Ejércitos y bandas de música en la Nueva España, 1760-1821”, en “… y la música se volvió MEXICANA”, México, INAH, INBA, CENIDIM, CONACULTA, 2010, PP. 9-21; se ha especializado en el estudio de las bandas militares en nuestro país, tema del cual ha publicado artículos y presentado ponencias. Es ejecutante de distintos instrumentos musicales como arpa, piano y violín.
(1) José Semprúm Alfonso Bullón de Mendoza, El ejército realista en la independencia americana, Madrid, MAPFRE, 1992, p. 16.
(2) J. Marchena Fernández, Ejército y milicias en el mundo colonial americano, Madrid, MAPFRE, 1992, pp. 227-232.
(3) En Argentina se conocía a este conjunto como banda lisa, en contraste con la banda de armonía, Diccionario de la música española e hispanoamericana, director y coordinador general, Emilio Casares Rodicio, Sociedad de Autores y Editores, vol. 2, Madrid, 1999, p. 138.
(4) Semprúm, op. cit., p. 28: https://youtu.be/LEBLbWLldR0
(5) M. Gómez Ruiz y V. Alonso Juanola, El ejército de los Borbones, Servicio Histórico Militar, España, Salamanca, 1991, pp. 11-13.
(6) Ibidem, pp. 88, 101, 91, 92, 94, 98, 104, 102-103.
(7) “Ordenanzas que han de observar y guardar todo0s los gobernadores y comandantes de los presidios y provincias internas para el mejor gobierno de ellas” (1729) Aparece en el “Reglamento para todos los Presidios de las Provincias… Hecho por el Excelentísimo Señor Marqués de Casafuerte, Virrey, Gobernador y Capitán General de esos Reinos. DE orden de su Excelencia. En México en la imprenta Real del Superior Gobierno de los herederos de la viuda de Miguel Rivera Calderón, en el Empedradillo, año de 1729”, Artículo 73. Citado en  Naylor H, Thomas y Charles W. Polzer, S.J., Pedro de Rivera and the Military Regulations for Northern New Spain 1724-1729. A Documentary History and the Regloamento de 1729. The University of Arizona Press, Tucson, 1988, p. 313.
(8) Ubaldo Vargas Martínez, Morelos, siervo de la nación, México, Col. Sepan cuántos… num. 53, Porrúa, 1985, p. 44.
(9) Ibidem, p. 72.
(10) Alejo Carpentier, La música en Cuba, México, FCE, Colecc. Popular núm. 109, 1972, pp. 146-147.
(11) Ibidem, p. 128.
(12) J.A. Robles Cahero, “Introducción” {a dos documentos sobre la banda del Regimiento de Comercio, Cd. de México, 1807), en Heterofonía, 116-117, enero-diciembre de 1997, p. 157.
(13) Archivo General de la Nación, AGN, t. 486, Operaciones de guerra, f. 123.313.
(14) E. Higuera, Hidalgo: Reseña biográfica, con una iconografía del iniciador de nuestra independencia, México, Col. Medallones mexicanos, 1955, pp. 82 y 132. Citado en Manuel Gastelum Flores, Historia de la música popular en Sinaloa, Serie Rescate y Divulgación, DIFOCUR, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1989, p. 21.
(15) S. Claro Valdez, “La vida musical en Chile durante el gobierno del don Bernardo O´Higgins”, en Revista musical chilena, Facultad de Artes Musicales y Representación, Universidad de Chile, Año XXXIII, enero-marzo, 1979, núm. 145, p. 9.
(16) Isabel Aretz, “Música y danza (América Latina continental, excepto Brasil)”, en M. Moreno Freignals, Äfrica en América Latina, Serie El Mundo en América Latina, Siglo XXI, UNESCO, México, 1977, p. 273.
(17) Claro Valdez, op. cit., p. 7.
(18) José Gómez, Diario curioso y cuaderno de las cosas memorables en México durante el gobierno de Revillagigedo (1789-1794), versión paleográfica, introducción, notas y bibliografía de Ignacio González-Polo, UNAM, 1986, p. 76.
(19) David Marley (ed.), “XIV, Estatua ecuestre (1796). Descripción de las fiestas celebradas en la imperial corte de México con motivo de la solemne colocación de una estatua ecuestre de nuestro augusto soberano, el señor don Carlos IV, en la plaza mayor”. Citado en Documentos varios para la historia de la ciudad de México a fines de la época colonial (1769-1815), facsimilar, colección Documenta Novae Hispaniae, vol. B-5, Roslton-Bain, México, 1983, p. 3.
(20) Ibídem, p. 8.
(21) Ibídem, p. 12.
(22) Gerónimo Baqueiro Foster, “Las bandas militares de música y su función social”, en Suplemento dominical de El Nacional, Revista mexicana de cultura, núm. 365, México, 28 de marzo de 1954, p. 14.
(23) “Órdenes del día del Ejército Imperial de las Tres Garantías. Previene de las solemnidades militares para el juramento del plan de Independencia”, en Colección de documentos relativos a la época de la Independencia de México, Guanajuato, Impreso por A. Chagoyan, 1870, pp. 310-311.
(24) Diario Político Militar Mejicano, vol. 1, núm, 5, septiembre de 1821, p. 19, en Genaro García (ed.), Documentos Históricos Mexicanos, vol. IV, facsimilar, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1985.
(25) Josefa Vega Juanino, La institución militar en Michoacán en el último cuarto del siglo XVIII, COLMICH, Gobierno del Estado de Michoacán, Guadalajara, Jal., 1986, p. 34.

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