domingo, 17 de mayo de 2020


COMARCAS  ESPAÑOLAS (2)

LA  HUERTA  VALENCIANA

EL  TRIBUNAL  DE  LAS  AGUAS

Y  LOS

9 PATRIMONIOS DE LA HUMANIDAD
VALENCIANOS



Poco o nada sabemos, en realidad, aquellos que vivimos en estos tiempos, como ha sido realmente la vida en la huerta de Valencia. Ni tan siquiera podemos llegar a hacernos una idea. No vamos a tratar de localizar geográficamente cada uno de los puntos que la conformó. Tampoco vamos a puntualizar todas y cada una de las alquerías y barracas que la rodearon, puesto que es bien seguro que podríamos escribir no un libro, sino varios.

Lo cierto es que si nos preguntaran a todos y cada uno de nosotros que es la huerta valenciana, contestaríamos la gran mayoría lo primero que nos llegaría a la mente, que no es otra cosa que los típicos productos de la tierra y la imagen típica que puede verse en una postal costumbrista de la época. Lejos de esa realidad, aunque esa estampa bella formó parte de aquella vida, para nada se acerca a la realidad que uno se puede imaginar, al igual que los diferentes cultivos han variado a lo largo de los siglos. 
El día a día del huertano difería de esa vestimenta y carácter costumbrista que se quiso mostrar durante una etapa de nuestra historia, la cual ha prevalecido por encima de cualquier otra relegando la realidad huertana. Pocas veces se da a conocer que por entonces la huerta no es que fuera dura o difícil para vivir día a día, es que en muchas ocasiones el trabajar las tierras para mantener y dar de comer a la familia era, digámoslo así, un modo de “esclavitud”, pues podía darse el caso de que las tierras no pertenecían a quien las trabajaba por no poder permitírselas, sino que eran tierras arrendadas (esta característica salía mucha más económica de mantener y permitía tierras a aquellas familias con menor poder adquisitivo). 

Postal antigua “Cullint flors (1909 a. de) – Anónimo”, de la imprenta de Enrique Bort (BV José Huguet). 

Como debemos de empezar por algún lado, deberíamos apartar todos nuestros ideales preconcebidos que tenemos en estos momentos, aquellos que la sociedad nos ha enseñado en este tiempo que nada tiene que ver con aquello que, básicamente, se ha perdido en su gran mayoría.
Tenemos, también, la insana costumbre de dar por hecho todo aquello que nos cuentan, darlo por sentado si lo vemos escrito por alguien en una revista, prensa o en un libro, cuando puede que ni sea la verdad, o única verdad, declinando todo aquello que nos estamos perdiendo para conocer parte de la historia de nuestros antepasados. Esa insana costumbre se ha convertido en nuestro pan de cada día, la de aceptar todo aquello que leemos sin preguntarnos el porqué de las cosas o rebatir algo para aportar cosas nuevas. Pero no lo podemos evitar, o sí, puesto que esta moda de la involución va con esta sociedad, por desgracia, además de no leer y quererlo todo reducido en “formato comprimido”. Y dado que debemos de adaptarnos a estos tiempos, vamos a intentar ´”comprimir” ese conocimiento para que entendáis que la huerta valenciana, la que no conocéis muchos de vosotros, tiene otra realidad que durante siglos ha sido tan respetada como temida.

De todos es bien sabido que la huerta necesita uno de los elementos de la tierra básicos para subsistir, que no es otro que el agua. En nuestras tierras, esa agua ha ido ligada a una histórica institución que todos, bien seguro, habréis oído hablar alguna vez: el Tribunal de las Aguas.

La típica historia que puede leerse sobre el origen y el nacimiento del Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia es la que se puede encontrar en su página oficial, donde se dice que es la más antigua institución de justicia existente en Europa. Y cierto es, aunque hay que matizar. También se dice que aunque ya existiera desde tiempos de los romanos alguna institución jurídica que resolviera los problemas del agua en tierras de Valencia, la organización que hemos heredado data de los tiempos de Al-Andalus y, muy posiblemente, de la época del Califato de Córdoba, perfeccionada desde los primeros momentos de la conquista del Reino de Valencia por el rey don Jaime. Vaya, ¿entonces se lo debemos todo a nuestro rey don Jaime? Para nada. Desde el siglo VIII, Valentia sufre un gran cambio social, político, cultural y agrícola, aunque todo lo conformado desde esa fecha ya existía en parte.
El Tyrius (el Turia actual), era ya hace casi 3000 años la principal fuente de alimentación y de abastecimiento para esa población pastora y labradora que aquí vivió antes de la llegada y expansión del imperio Romano para conformar Valentia. Hablamos de los edetanos, que les debemos mucho más de lo que creemos y que muchos ignoran. Desconocida para muchos de nosotros, sus creencias y su fe se basaban en los elementos naturales de la tierra así como en sus energías, como son el agua y el fuego, algo que todavía consideran como natural y como dogma de fe los naturales valencianos en la huerta. Fueron los romanos quienes perfeccionan e inician las construcciones de simples sistemas de regadío y de transporte del agua (canales) de lo que ya había en la actual Valencia por entonces, siendo conocedores de la cultura al agua por los pobladores edetanos, y que con el paso de los siglos han sido mejoradas, en gran parte, por los musulmanes.
No se sabe a ciencia cierta cuales eran los principales cultivos en la huerta en época romana (se sabe más exactamente cuales son introducidos en época musulmana), aunque sí se sabe que existían debido al entramado que se construyó para abastecer zonas limítrofes y cercanas a la población o asentamientos. Lo que sí se sabe a ciencia cierta era que Valentia poseía en abundancia el cultivo del cereal, además de la vid y el olivo.
La huerta y la tierra valenciana crece así como principal productora logística para abastecer, sobre todo, las campañas romanas de conquista sobre Iberia, al igual que también se ha de tener en cuenta las llamadas factorías de conserva, una de ellas como puede ser, como ejemplo, la que os hablamos en nuestro nuestro artículo de la Cala del Ministro de Xàbia.
Por entonces la chufa, tan presente hoy en día en nuestros tiempos, era puramente anecdótica, aunque cabe decir que era autóctona, tal y como ya os explicamos en nuestro artículo sobre el origen de la horchata al intentar certificaros que los musulmanes NO introdujeron la chufa en nuestras tierras, pues no sabían diferenciar las diferentes especies de juncias que aquí se hallaban. Lo mismo podemos decir de la naranja, aquella de la que hablamos en nuestro artículo de “la naranja valenciana: su origen y los inicios de la exportación“, la cual no comenzó en nuestra Península Ibérica hasta el califato de Córdoba, con las naranjas amargas o “naranjas de Sevilla” por ejemplo. A pesar de esto, es conocido que en el siglo V ya había constancia de naranjas llegadas desde África, que al fin y al cabo, todas estas llegaron de procedencia asiática asentándose en terrenos como Egipto. En un principio, el naranjo es usado como un árbol ornamental y de decoración de patios, como lo fue en la Mezquita de Córdoba y de Sevilla, donde posteriormente llegó a nuestras tierras a los Patios de la Lonja de Valencia, por poneros un ejemplo, extendiéndose así a todo el imperio. Por lo tanto, los precursores y quienes introdujeron el cultivo de la naranja son aquellos habitantes de los califatos y taifas.

Con todas estas afirmaciones podríamos decir que, principalmente, el modo de vida de aquellas personas durante la etapa romana, como base agraria en aquel momento, era la huerta y la tierra valenciana como medio de vida principal para subsistir. Así que si era su modo de vivir ¿por qué no establecer unas normas y regularlas mediante unas leyes para el reparto de uno de sus principales tesoros (el agua)? Bienvenidos al origen del Tribunal de las Aguas…
Volviendo al tema de los Edetanos, la historia nos cuenta que, en la gran mayoría de ocasiones, Edeta se desmoronó a principios del siglo II a. C. con la destrucción de la ciudad y de gran parte de los poblados de su territorio. Aquello que las fuentes denominan “Regio Edetania” y que sería configurado a partir de ese momento bajo una dominación romana. Lo que no nos cuentan es qué pasó, con más detalles, a partir de ese momento con lo que ya había configurado  y con la llegada de los Romanos a nuestras tierras.

Lo que ocurrió, por resumirlo, es que las creencias y la cultura del agua fue respetada, de tal manera que pobladores edetanos conquistados y los que conforman Valentia dan lugar a lo que hoy conocemos como el Tribunal de las Aguas, creando unas leyes para aplicar bajo unas creencias y justicia única en la huerta valenciana, siendo pues una institución más que milenaria. Y es que la huerta valenciana debe su vida para subsistir al Tribunal de las Aguas, y este último se debe, como vida perpetua, a la huerta. Lo uno sin lo otro no podría existir. Es aquí donde debemos decir, y puntualizar que de la misma forma que una población, como la valenciana, no nace desde el 1238 por mucho que nos hagan creer en algunos libros de reciente publicación (aquí convivieron durante siglos antes de la llegada de Jaume I musulmanes en mayoría desde su llegada, junto con judíos y cristianos en mayoría), una institución como dicho Tribunal no se conforma de la noche a la mañana con la llegada del Califato ni la creación más tardía de la Taifa valenciana (Balansiya), ni la perfecciona y da leyes el monarca aragonés, pues estas ya existían mucho antes.
Sabedores los romanos del poder “divino” del agua, no se atreven a infringir la Fe ni la divinidad de lo que ya había en lo que hoy conocemos como la actual plaza de la Virgen (en origen el pozo divino edetano lleno de serpientes), además del resto de las tierras que conquistan, respetando así pozos, manantiales, ríos o cualquier lugar donde el agua estuviera presente. Que en las excavaciones de la actual Basílica de la Virgen de los Desamparados allá por el siglo XVII se encontraran numerosas lápidas y otras disposiciones romanas, no fue pura casualidad. Aquel lugar ya fue sagrado cientos y cientos de años atrás, lugar donde los romanos construyen su Oppidum y el templo a Diana.
Y es que allí hubo en otros tiempos, y seguramente seguirá enterrado, aquel pozo sagrado de peregrinación, de culto y divinidad por edetanos. Lugar donde todas las culturas que han pasado por Valencia han edificado su templo o lugar sagrado de culto, desde edetanos, romanos, visigodos y musulmanes, hasta llegar a los cristianos con la actual Catedral.
Todo lo que se encontró de origen romano sobre la actual Basílica se dice muy bien en “Lithologia o Explicacion de las piedras y otras antigüedades halladas en las canjas que fe abrieron para los fundamentos de la Capilla de nueftra Señora de los Desamparados de Valencia” obra de Joseph Vicente del Olmo, un documento que se puede encontrar en la Biblioteca Nicolau Primitiu para conocer lo que se encontró en las excavaciones de la Basílica, donde los romanos dejaron allí parte de su historia por algún motivo que muy pocos conocen pero que callan.
Los ciudadanos de aquella Valentia tenían muy presente el elemento natural del agua en su quehacer diario, tanto por la construcción de canales y sistemas para la llegada del agua a las zonas para el cultivo y riego de sus tierras; la utilización del agua para las termas, el cual una de ellos, sus resto, puede verse en el Museo de la Almoina; como el respetar pozos y acuíferos o permitir la construcción de nuevos de ellos, además de nombrar y recordar algunos de esos restos que todavía pueden verse hoy en día como el de la localidad de Calles y Chelva, conocido como el acueducto de la Peña Cortada.
Con el paso del tiempo y con la llegada de la dominación musulmana, se sigue respetando la jurisdicción y justicia del Tribunal de las Aguas por ser temidos, ya que estos, quienes defienden la huerta valenciana, aplican la justicia divina de una forma muy peculiar en la que a nadie le gustaría ser juzgado. Lo mismo pasa con la llegada de Jaime I, aunque en este caso la historia tergiversa de alguna manera lo que llega hasta nuestros días para hacernos creer que las actuales leyes de la huerta que dan los Síndicos para cada una de las acequias las conforma el monarca aragonés conquistador. Para nada esto es así, ya que Jaime I lo único que hizo fue, mediante Fuero, confirmar los “Us y Costums” (usos y costumbres) que ya existían (les dota de un régimen jurídico reconociéndolo como una institución propia del Derecho foral valenciano), continuando así el respeto que ya existía a este Tribunal desde la llegada de los musulmanes. Son diferentes las teorías sobre lugares en los que se cree que el Tribunal se reunía los jueves en época musulmana, una de ellas, la que más se cree, en el interior de la Mezquita Mayor como muestra de respeto sobre el Tribunal. Pero no solo el monarca aragonés teme y respeta el Tribunal, ya que son también los sucesores en el trono e, incluso, los que instauran los Decretos de Nueva Planta aboliendo el Reino de Valencia ya en el siglo XVIII (los borbones) los que siguen temiendo este Tribunal al que siglos tras siglos se le siguen otorgando privilegios, además de los propios franceses con la llegada del ejercito de Napoleón, la constitución de Cádiz de 1812 y todo lo que viene después hasta llegar a nuestros días. Tan respetado como temido.
No podemos olvidarnos de nombrar nuestra querida Albufera, tan importante para la huerta desde los tiempos antiguos tanto para el cultivo como para la práctica deportiva con la Vela Llatina. Conocida por los romanos como Nacarum Stagnum y en donde algunos poemas árabes se le denomina Espejo del sol, la Albufera es nombrada en numerosos poemas como lugar “sagrado”: 
“. . . Levántase allí la ciudad de Cicana (Sueca) llamada así por los íberos a causa del próximo río que toma su nombre Sicano (el Júcar) y no lejos del desparramiento de las aguas de este, el río Turia rodea la ciudad de Valentia, más por la parte que la tierra se aparta del mar a larga distancia, la región ofrece a la vista sus espaldas llenas de malezas, por allí vivían apacentando numerosos rebaños los beribraces, gente bozal y feroz que alimentándose con leche y queso sustancioso vivían robusta a manera de fieras. Por detrás de esto corre la sierra Capasia con mucha elevación y aquellas playas desnudas de vegetación se extienden hasta los términos de la derruida Chersoneso. Junto a ellas se extiende el lago de las nácaras (la Albufera) y en medio de él se levanta una pequeña isla (la Montaña de los Santos) que produce olivos y por esta razón está consagrada a Minerva . . .”
Rufo Festo Avieno. «Versos 479-495». Ora Marítima (papel).

Pero de la misma manera que el agua forma parte de la huerta valenciana, también forma parte el fuego, elemento también temido por todos aquellos que han estado en el poder, incluso por la iglesia. Hoy, ajenos a toda esa creencia más que milenaria, debatimos, por ejemplo, la quema de la paja del arroz desde una cuestión ambiental, la cual se realiza no solo por un motivo de plagas y por librarnos de la “maleza” del cultivo, sino también por una tradición huertana. De la misma forma hay que hablar de las bendiciones que pedía el huertano para su cosecha. Bendiciones milenarias y que hoy en día poco se practican ya, a la vez que las maldiciones, que alguna vez pueden verse, dad gracias si lo habéis hecho en la huerta, estas últimas incluso en las fallas muy rara vez… ¿cómo que en las Fallas? Pues sí queridos amigos, nuestra máxima fiesta nace en la huerta, en nuestra querida huerta valenciana. Que la gran mayoría de viajeros durante siglos coincidan casi en su descripción, como Lady Holland en su “Lady Holland´s Spanish Journal” (1802-1805); Alexandre Laborde en 1806; o José Calasanz Biñeque en 1819 en su visita a Valencia, por citar algunos de ellos, no es casualidad. Todos ellos hablan de muñecos grotescos, en ocasiones vestidos con ropajes de la época, y todos ellos realizados de paja y acompañados, o no, con décimas o coplas escritas en una cartela, elemento que hoy se sigue utilizando para la sátira fallera, muchos de ellos escritos en “Espardenya” valenciana, tal y como ya os explicamos en el origen de las fallas en nuestro artículo, en el cual nos extendemos mucho más para explicar porque las fallas nacen en la huerta.

Imagen de un “Stot” huertano convertido en “Ninot”, falla en origen. Imagen que corresponde a una falla. Cedida por So Andrés Castellano

Todos estos muñecos tienen una forma parecida a lo que comúnmente llamaríamos “espantapájaros”, el cual, nuestros antepasados en la huerta, han utilizado tanto para bendecir su cosecha como para maldecir a aquel que le robara o la estropeara su cultivo. Por supuesto esa maldición también la podría efectuar a cualquier persona en demanda de justicia, donde diríamos que al igual que el agua es el elemento de justicia en el Tribunal de las Aguas, es el fuego en esta ocasión el elemento de justicia para el huertano o la falla en origen en cuestión.
Al igual que la huerta está desapareciendo en su práctica totalidad en favor del crecimiento urbano, también ha desaparecido la costumbre de los Síndicos del Tribunal de las Aguas de aplicar las leyes de sentencia y justicia en favor de la huerta valenciana. Muchos coinciden en que lo que hoy se vive en la puerta de los Apóstoles en la Catedral de Valencia, difiere mucho de la realidad del antiguo tribunal, y razón no les falta.
También hemos de hablar, sin ánimo de menosprecio, de los “talibanes” de la paella, pues son ellos quienes de la misma manera perjudican el nombre de nuestro querido plato más reconocido de manera internacional y, a la vez, uno de los más agredidos internacionalmente, aunque quizás no tanto como la pizza (que se lo pregunten a un italiano). En este sentido cabe decir que era común, en la huerta de cada comarca y de cada uno, usar los ingredientes de temporada para preparar la paella que reunía a la familia y/o amigos, tanto en ocasiones familiares como durante celebraciones. Así como en La Albufera se utilizaba la “rata de agua”, ingrediente autóctono de la paella, es común ver como en Benicarló se sigue utilizando la alcachofa o en La Safor el pimiento, por nombrar alguno de ellos. La paella, como tal, es un plato de origen valenciano y nunca será ni murciano, ni madrileño ni catalán, donde dicho esto cabe omitir pues el término “valenciana”, pues damos por sentado que la paella es valenciana. De la misma manera, dicho lo anterior y primero, los ingredientes que se utilizan en la paella son los que comúnmente conocemos, pero que en cada comarca valenciana pueden variar dependiendo de las tradiciones del lugar, algunas de ellas más que centenarias.

La receta de la verdadera paella (valenciana)

Cabe mencionar también, sin entrar en polémicas, la unión del hombre y el animal, donde juntos han formado “equipo” para trabajar la tierra y la huerta a lo largo de los siglos y conseguir así el fruto de la cosecha deseada, tanto en cualquier parte del mundo como en las tierras valencianas. Lo que hoy en día se conoce como “el tiro y arrastre, un deporte autóctono valenciano”, se sabe que cada 21 de agosto tenían lugar en la antigua Roma (y también en Valentia) las fiestas en honor a Conso, en las que había una competición de tiro y arrastre, tal y como nos indica Gabriel Castelló Alonso en su artículo para historiasdelahistoria.com, autor del libro “Valentia”, una bella novela histórica sobre Valentia en tiempos de Sertorio. Hoy en día esta práctica, al igual que la quema de la paja del arroz, se ha convertido en tema de polémica para que ambas queden abocadas a su desaparición (o eso es lo que quieren algunos sin apenas conocer el porqué de las cosas y su origen). 
Y es que estas líneas, que podrían ser más extensivas, solo tratan de hacer ver al lector que todo aquello que conocemos no podemos darlo por sentado, que tenemos la obligación de conocer lo que no nos cuentan para preservarlo o, en su defecto, comunicárselo a nuestros hijos y nietos. Por alguna que otra razón, la sociedad, vamos a generalizar y decir sociedad por no decir ni concretar o dar nombres sobre los propios interesados, no quiere que sepamos todo esto escrito desde el primer párrafo por algún motivo. Prefiere que sigamos creyendo en los versos de Teodor Llorente de “la Barraca Valenciana” o que no tratemos de ver otra realidad distinta de la novela de “La Barraca” de Vicente Blasco Ibañez, cuando en ella podemos observar al tío Tomba, el ciego, como símbolo de la sabiduría natural de la cultura valenciana. 
En estos días donde vivimos deprisa, las diferentes religiones nos “obligan” mediante la creencia bien en la Torah, el Corán o en la Biblia, a seguir una u otra pauta (aunque cada vez tenga más presencia el laicismo y el ateísmo). Si bien podríamos decir que tras trabajar nuestro fruto cada día tenemos que dedicar un día para descansar y dar gracias a “Dios”, variando éste último según sea nuestra religión, podríamos decir que la importancia de dichos días viene establecida desde siglos atrás por algún motivo aparente. Si bien los viernes para los musulmanes es su día sagrado, siendo el día en el que se reúnen para rezar en congregación; es el sábado el sagrado día para los judíos, el del llamado Sabbat (escrito también shabat, en hebreo: שבת: shabbath, cesar); por último, de todos es sabido que el domingo es el día de los cristianos, el cual su nombre proviene del latín dies Dominicus (día del Señor), debido a la celebración cristiana de la Resurrección de Jesús (por cierto, en la antigua Roma se llamaba a este día “dies solis”, traducido como ‘día del sol’).
Seguramente os estaréis preguntando porque esta explicación para despedir el artículo, pero no teníamos otra manera de resumirlo antes de lanzaros la siguiente pregunta. Si todos esos días son sagrados para cada una de las diferentes religiones y creencias, ¿Cuál creéis que será el día natural sagrado en la cultura natural valenciana basada en la creencia del fuego y el agua en la huerta? La respuesta la tenéis todos los jueves a las 12:00h en la puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia…una respuesta más que milenaria, aunque, por desgracia, desvirtuada.


El Tribunal de las Aguas de Valencia: la institución de justicia más antigua de Europa

Fotografía de portada de José Jordan bajo licencia CC BY-SA 3.0-igo

·         Todos los jueves, a las 12:00 horas, se reúne en la puerta de los apóstoles de la Catedral de Valencia la que es considerada la institución de justicia más antigua de Europa: el Tribunal de las Aguas de Valencia.
·         La Institución medieval de Justicia se encarga de dirimir los conflictos derivados del uso y aprovechamiento del agua de riego entre los agricultores de las Comunidades de Regantes de las 8 acequias que forman parte de él (Quart y Benàger-Faitanar, en la margen derecha; Tormos, margen izquierda; Mislata, margen derecha; Mestalla, margen izquierda; Favara, margen derecha; Rascanya, margen izquierda; Rovella, margen derecha).

Declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 30 de septiembre de 2009, el Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia es la más antigua institución de justicia existente en Europa. Aunque ya existiera desde tiempos de los romanos alguna institución jurídica que resolviera los problemas del agua en tierras de Valencia, la organización que hemos heredado data de los tiempos de Al-Andalus y, muy posiblemente, de la época del Califato de Córdoba, perfeccionada desde los primeros momentos de la conquista del Reino de Valencia por el rey don Jaime.
Modelo de justicia, reconocido por todas las ideologías, culturas y pueblos que configuran la rica personalidad valenciana, ha resistido el paso de los tiempos; ni la Valencia foral, ni el centralismo de nuevo cuño borbónico, ni las Cortes de Cádiz de 1812, restaron jurisdicción a este tribunal que la Constitución española de 1978, nuestro Estatuto de Autonomía, la Unesco y otros organismo de ámbito internacional, valoran y tienen en gran consideración.
La escasez de agua para el riego en la fértil vega de Valencia, admiración de viajeros que a lo largo de los siglos pasaron por estas tierras valencianas: “…la huerta espessa e grand”, del Poema del Mio Cid; el “…campo valenciano fertilísimo, pues produce inmensa variedad de frutos…”, de J. Münzer; la “…llanura deliciosa, en una región muy fértil y caliente…”, de Claude de Bronseval; “el más bello jardín del mundo”, del Cardenal de Retz; “la naturaleza parece haber repartido allí sus dones a manos llenas”, de A. Ponz;… ponen de relieve las bondades de la huerta de Valencia y la necesidad de una sabia, equitativa y justa distribución del agua que había de llegar a las 17.000 Has. de tierra de regadío a través de un complejo sistema de acequias madre, con sus brazos e hijuelas, “sequiols” y “sequiolets” que tomaban el agua del río Turia. De ahí nació el concepto de “fila” (etimológicamente ‘parte sacada de un todo’), que no es un volumen fijo de agua sino variable en función del caudal total del río.
Ocho son las acequias madre que toman agua del río Turia a través de sus azudes; por la margen derecha, las de Quart, Benácher y Faitanar, Mislata-Chirivella, Favara y Rovella; por las margen izquierda, las de Tormos, Mestalla y Rascaña. Ellas son las encargadas de retirar del río la parte correspondiente de las 138 filas en que se distribuye el agua del caudal existente en el lugar en que arranca la primera de las acequias, la de Quart; de esa manera, el agua llegará hasta la última de ellas y fertilizará los campos correspondientes sin verse perjudicada por su situación.

Tribubal de las Aguas de Valencia. Fotografía de Conchin Doménech Montaner

Hoy, el crecimiento de la ciudad y las consiguientes obras del llamado Plan Sur, el trazado del Nuevo Cauce del río Turia también llamado Solución Sur, han hecho variar el sistema de azudes con la aparición del Azud del Repartiment (‘La Cassola’) del que toman aguas las acequias de Rascanya, Robella y Favara, además de la acequia del Oro.


Valencia, la ciudad de España que más calles tiene dedicadas a los oficios, gremios y profesiones


Que Valencia tenga en torno a 55 calles dedicadas a oficios y profesiones no es pura casualidad, al igual que tampoco sea la ciudad de España que más calles posee en honor a dichos oficios, gremios y profesiones, muchos de ellos desaparecidos. De este dato, por ejemplo, se hacen eco desde Caminart, guías titulados y expertos en mostrar el cap i casal, los cuales tienen una ruta guiada por el centro histórico llamada “camins gremials“.
Y es que nuestra querida Valencia, fue, además de una zona importante de comercio (sobre todo las calles cercanas al carrer de Cavallers), una ciudad llena de oficios y profesiones en su pasado histórico, como cualquier otra ciudad importante del mediterráneo, solo que aquí hemos tenido el detalle en su gran mayoría al dedicar muchas de esas calles a bellos oficios para recordar esas actividades o personajes del antiguo Reino de Valencia en su gran mayoría.
Parte de su centro histórico, en especial Ciutat Vella (aunque también hay por ejemplo en el Polígono de Vara de Quart), cuenta con calles que recuerdan a oficios desaparecidos, en desuso o incluso que aun perduran, fruto del gran esplendor medieval que tuvo la ciutat.


Es por eso que nuestra publicación de hoy trata de recordar algunos de aquellos oficios desaparecidos o que aún perduran, y el porqué de muchas de sus calles:
·         CARRER DELS ADRESSADORS. Se encuentra cercana a Barón de Cárcer. Son los que trabajaban, preparaban y aderezaban los terciopelos, siendo así una ocupación principal de los muchos telares que había en la ciudad, con especial mención a los que había en el barrio de Velluters.
·         CARRER DELS ALADRERS. Empieza en la C/ En Plom y termina en la C/ Quart. Llamada así desde mediados del siglo XVI por habitar en ella algunos artesanos dedicados a la construcción de arados. Los Aladrers se separaron del Gremio de Carpinteros hacia 1643.
·         CARRER DELS ALUDERS. Desde la Plaza dels Porchets hasta la Calle Linterna. En esta calle se encontraban los trabajadores que curtían las pieles (curtidores). Las principales pieles que trabajaban eran las de corzo, cabra u oveja, para la elaboración de guantes y pergaminos. También se le llamo “Calle de la Pudor” por su olor fuerte a piel. Curioso.
·         CARRER DE BALLESTERS. Debe su nombre, principalmente, a los talleres que se dedicaban a construir ballestas, además de otros objetos.
·         CARRER BANY DELS PAVESOS. Dedicada al baño público, del mismo nombre, y los oficios que habitaron en ella. Cercana a la “Calle Corretgería” y “Calle Juristas”, donde llegó a llamarse “Calle Bany de Aben Nuño” o “Calle de la Maza”. Así mismo, pavesos se relaciona con los artesanos que complementaban las armaduras de los caballeros, donde además se realizaban otros elementos de defensa y ataque. Por cierto, calles como “calle de la armería” o “calle de la puñalería” llegaron a existir.
·         CARRER DE BLANQUERIES. Rinde homenaje als blanquers, que se dedicaban a curtir y aderezar las pieles usando el caudal de la acequia de Rovella. La calle debe nombre al tramo de la antigua muralla cristiana llamado Muro de la Blanquería.
·         CALLE DE BOLSERÍA. comunica el Tossal con el Mercat. Aquí se reunieron históricamente, talleres y tiendas de pasamanería, guanteros y cordoneros, oficios que también hacían bolsas, de cuero o de piel. También hubo un tiempo donde los comerciantes comerciaban con paños y otros tejidos.
·         CARRER DELS BRODADORS O CALLE DE LOS BORDADORES. En esta calle, cercana a “Calle Correjería” y la “Calle del Micalet”, tuvo su presencia un oficio cuya misión era la de bordar las sillas de montar, ya que uno de los tramos de la “Calle Correjería” recibió el nombre de la “Sellería”, ya que allí era donde se fabricaban.
·         CARRER DELS BOTERS O CALLE DE LOS TONELEROS. Se hace referencia a esta calle a la gran concentración de la fabricación de toneles (para bebidas espirituosas principalmente) que había en la zona. En 1901, según el Anuario Bailly-Baillière, había en Valencia diez toneleros, de los que al menos siete estaban localizados en la zona portuaria.
·         CALLE DE LA CARDA. Va desde la Calle Botellas hasta la Calle del Moro Zeit y hace referencia al instrumento con púas de alambre que servía para peinar, alisar y ahuecar la lana, y que eran utilizados por otros gremios como los pelaires, tundidores, boneteros y sombrereros.
·         CARRER DE CABILLERS. Es la calle de los peluqueros y de los que aderezaban pelucas y postizos de pelo.
·         CARRER DEL CADIRERS. Conecta con la “Calle Purísima” o con la “Plaza del Horno de San Nicolás”. Antiguamente se la ha conocido por diversos nombres, como “Forn dels Cadirers”, “Calle de en Ripoll” o “Calle de Francesc de Montpalau”. Debe su nombre al gremio de silleros.
·         CARRER DE CISTELLERS (CARRER DEL MÚSIC PEYDRÓ). Si bien la calle del músico Peydró no corresponde a ningún oficio, sino que es dedicada al histórico músico, esta calle todavía mantiene la tradición de negocios en los que se puede comprar mimbre y otros productos tradicionales de la misma o parecida elaboración.
·         CARRER DELS CAIXERS. Debe su nombre a un gremio que fabrica cajas de madera (caixes): Cajas, arcas, armarios, baúles o todo tipo de recipientes para guardar objetos o para la ropa. Anteriormente se llamó Calle En Fabarsa y Calle Capsers que eran los que se dedicaban a trabajar objetos de madera delgada y endeble como cajas pequeñas, ratoneras y otras minucias. Se alarga desde la Calle Danzas hasta la Calle Taula de Canvis y curiosamente, algunas casas antiguas todavía conservan cajas de madera de estos oficios.
·         CARRER DELS CALDERERS. Debe su nombre al oficio de los caldereros o los talleres de forja, y que en la actualidad une la plaza del Tossal y la del Esparto. En realidad, este oficio se dispuso extramurs, debido a las numerosas quejas de los vecinos por las forjas y esta calle debe su nombre al recuerdo de ese oficio.
·         CARRER DELS CARNISSERS. La “Calle de Carniceros”, entre la “Calle Pie de la Cruz” y la “Calle Lope de Rueda”, debe su nombre a que en esta calle ejercían el oficio carniceros, también conocidos como “cortantes”.
·         CARRER DELS CEDACERS. Existen dos posibilidades: Que esté dedicada a los fabricantes de cedazos o que este nombre viene de los candidatos de la Ceda, facultad que tenía el rey para nombrar algunos magistrados de la ciudad.
·         CALLE DE LOS CERRAJEROS. Este oficio, llamado en valenciano manyans, fabricaba y reparaba cerrojos de puertas, armarios y baúles. Se llamó anteriormente de Vallada, y de Pere el Forjador y se sitúa cercana a la Calle San Vicente Mártir o Calle Trench.
·         CARRER DELS CORDELLATS. Nombre dado por los especialistas con los cordeles y su fabricación que aquí hubieron. La “Calle Cordellats” se alarga desde la “Plaza de la Compañía” hasta la “Plaza del Mercado.
·         CARRRER DELS CORREDORS. Tiene su entrada por la “Calle Santo Tomás” y es un callejón sin salida. Recibe este nombre porque aquí estuvo la Casa-Cofradía de los Corredores de Cuello, también llamada o conocidos por los “Corredors de Coll”, cuya actividad consistía en publicar en voz alta el precio que los licitadores ofrecían por las cosas que se subastaban en pública almoneda.
·         CALLE DE LOS CARTEROS. En honor al oficio de cartero o trotero.
·         CARRER DE CORRETGERIA. Aquí se dispusieron los Correjeros, un oficio para hacer correas, fabricantes de correajes y cabalgaduras para las caballerías. La “Calle de la Correjería” , desde la Plaza de la Reina hasta la Calle de la Purísima, se prolongaba antiguamente hacia lo que hoy es la otra parte de dicha plaza y dichos tramos se llamaron Calle de Campaneros, Calle de la Armería y posteriormente Calle de la Puñalería.
·         PLAZA DEL CORREO VIEJO. Esta plaza recuerda a los antiguos “troters” a caballo de la ciudad de Valencia. Las primeras noticias sobre los correos de Valencia se remontan a los tiempos de Jaume I y ya en sus crónicas aparecen vocablos designándolos como “correus”, “troters” y “missatgers”. La plaza tuvo con anterioridad otros nombres como “dels Mont-Palaus”, “Conde de Concentaina”, “Valencians”, “Neu”, “Correo” y “Plaza del Músico Gómis”, esta última durante la Segunda República pues este fue el autor del Himno de Riego.
·         PLAZA DEL ESPARTO. Esta Plaza recuerda a aquellos que trabajaban la fibra del esparto para elaborar cordajes, alpargatas, serones para caballerías, capazos y otros muchos utensilios domésticos. Está en los alrededores de la Plaza del Mercado y entre la calle Caballeros y Caldereros. En el pasado se llamó también “Plaza de la Espartería”.
·         ESTAMENYERIA VELLA. En esta calle se concentraba el taller de mayor importancia donde se utilizaba la estameña, un tejido de lana. Es una prolongación de la Calle Purísima y acaba en la Plaza del Doctor Collado. Antiguamente se llamó de Abaixadors, de la Sabatería Vella, de les Panses y de Micer Bayarri.
·         CARRER DE LA FARINA. La calle de la Harina está dispuesta frente al Almudín, que es donde se guardaba el grano de la ciudad en aquella Valencia antigua, donde destacaba la Cofradía de los Molineros.
·         CARRER DELS FLASSADERS. Es el oficio de los que hacían frazadas o mantas de lana, siendo pues los artesanos tejedores de mantas de lana en su conjunto. Está cercana al antiguo Convento de la Merced y por eso se llamó sucesivamente de la Mercé, Arc de la Mercé, Pòrtic de la Mercé y Campanar de la Mercé. Se alarga desde la Avenida María Cristina a la Calle Cedaceros.
·         CARRER DELS FORNERS. Como su nombre indica, aquí regentaron el gremio de los horneros.
·         CARRER DE LES GALLINES. Se dice que esta calle se llamó de les Salines, porque allí se almacenaba y vendía la sal, pero por alguna razón que se desconoce, entre las cuales se disponen ciertas leyendas, su nombre acabo siendo de les Gallines.
·         CALLE DE LA HIERBA. Se refiere a aquellos que trabajaban con la alfalfa, destinada a la alimentación de algunos animales domésticos. También hubo una plaza que llevó este nombre y que estaba situada en las inmediaciones (La actual Plaza Lope de Vega).
·         CALLE DE JURISTAS. Aquí vivieron abogados de alto rango y que se encuentra entre las calles de “Corretjería” y “Caballeros”. Las razones de vivir en esta calle era la cercanía a la Audiencia, órgano que impartía justicia en la época.
·         CARRER DELS LLIBRERS. Debe su nombre a que en la Valencia antigua habían varias librerías en aquella época. Actualmente se ubica aquí la Bolsa de Valencia.
·         CARRER DE LES MANTES. Como bien su nombre indica, en esta calle hubo tiendas especializadas en mantas.
·         CARRER PES DE LA FARINA O PESO DE LA HARINA. Como podéis imaginar, en esta calle había una báscula pública para pesar uno de los alimentos de primera necesidad: La harina. Se situaba junto al antiguo Almudín, el almacén de grano de la ciudad.
·         CARRER DE LA PEIXCATERIA. La actual plaza de Lope de Vega actual, que fue la llamada de las Hierbas, se dedicó a la pescadería antes de que se construyera la Plaza Redonda, que en sus orígenes se llamó plaza del Cid, para acabar dando nombre a una calle, la “Calle de la Pescadería”, que se alarga desde la “Plaza Redonda” hasta la “Calle de San Vicente Mártir”.
·         CARRER DELS RAMELLETS. Los floristas o las floristerías se ubicaban en esta zona y en las inmediaciones del Mercado. Esta misma calle dispuso de otros nombres, donde se llamó también de Cotamallers (Los que hacían cotas de malla).
·         CALLE DE LOS ROTEROS. Debe su nombre al antiguo “Poblado de Roteros”, antecedente del actual Barrio del Carmen. El origen del nombre se duda entre la alteración de “trotero”, que eran aquellos que llevaban el correo de un lado a otro o que deriva de la palabra latina “Rothorium”, que eran los depósitos de agua para macerar el lino y cáñamo que servían para curtir las pieles en la cercana blanquería. También se piensa que pudo venir de “roters”, que eran las tierras bajas que se cultivaban en la zona de extramurs de la muralla árabe.
·         CARRER DELS SABATERS. Como su nombre indica, aquí residía el gremio de los zapateros, que tuvo numerosos talleres, tiendas y la casa gremial.
·         CARRER SABATERÍA DELS XIQUETS. Esta calle está situada en las inmediaciones de Santa Catalina y aquí se disponían, como su nombre bien indica, el calzado destinado al público infantil (preferentemente). Se alarga desde la Calle Martín Mengod hasta la Calle En Bou.
·         CARRER DELS SOGUERS. Aquí se dispusieron cordeleros, fabricantes de sogas y maromas de todo tipo.
·         CARRER DE LA SOMBRERERÍA. Aquí, en esta calle, se concentraron los artesanos de los sombreros, que a su vez tuvieron un gremio constituido en el año 1506. Va desde la Plaza de Santa Catalina a la Plaza de Lope de Vega.
·         CARRER DE TAPINERIA. En esta calle se encontraban los chapineros, que además tenían un importante gremio en la Valencia antigua y que elaboraban zapatos artesanos.
·         CARRER DELS TEIXIDORS. Como bien su nombre indica, los tejedores dieron nombre a esta calle. Se sitúa entre la Calle de Santa Teresa y la Calle de Lope de Rueda. Antiguamente hubo en la ciudad dos calles con este nombre. ¿La razón? Hubo dos gremios distintos de tejedores, uno de lana y otro de lino. Esta calle debe su nombre a los tejedores de lino, llamándose en el pasado de Calahorra, por el apellido de quien la habitó, y Forn de Na Mascona por estar aquí un horno de esta propietaria.
·         CARRER DE TENERIES O CALLE DE LOS TUNDIDORES. Esta calle debe su nombre u homenaje a los curtidores, gremio de la tijera, que se reunieron en esta zona y que aprovechaban en gran parte el caudal de agua procedente de acequia. Los tundidores eran los que se encargaban de cortar e igualar con tijeras el pelo de los paños. Estos tenían en su bandera unas tijeras con una corona de oro y una imagen de San Cristóbal. Anteriormente fue de Abaxadors, donde también se llamó de En Sancho Calvo. Se sitúa desde la Calle de Estameñería Vieja hasta la de la Zapatería de los Niños.
·         CARRER VELLA DE LA PALLA. En esta calle, a la que debe su nombre, se almacenaba y vendía paja para las caballerías. Está situada entre la Iglesia de San Juan y el Mercado Central. Llama la atención, que pudiera ser sin duda, lugar de descanso para aquellos que venían con su caballo hasta el Mercado de entonces que había dispuesto.
·         CALLE DE LOS ZURRADORES / CARRER DELS ASSAONADORS. Va desde la Calle Corregería hasta la Calle de En Bou. Esta calle debe su nombre al gremio que tenía por finalidad curtir y adobar las pieles para quitarles el pelo. También se les llamo assaonadors, a los que practicaban dicho oficio, y por eso se la llamó, a calle, assaonadors de les voltes, donde se quiso hacer referencia a los porches o cobertizos que por aquí abundaban y estaban dispuestos. También fue llamada del Hostal de les Moles por las muelas de molar que tenía esta posada y del Hostal dels tres reys por otro mesón que aquí hubo. Esta última calle, tenía en su entrada y portón una corona haciendo referencia a los Reyes Magos. 

El Patrimonio de la Humanidad o Patrimonio Mundial (este último el término correcto aunque sea el primero el más usado), es un título conferido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), donde se propone promover la identificación, la protección y la preservación del patrimonio cultural y natural de todo el mundo considerado especialmente valioso para la humanidad. Este objetivo está incorporado en un tratado internacional denominado Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, aprobado por la UNESCO el 16 de noviembre de 1972.
Patrimonio cultural significa monumentos, grupos de edificios y sitios que tienen valor histórico, estético, arqueológico, científico, etnológico o antropológico. Patrimonio natural significa formaciones físicas, biológicas y geológicas excepcionales, hábitats de especies animales y vegetales amenazadas, y zonas que tengan valor científico, de conservación o estético.
El primer patrimonio valenciano fue la Lonja, declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad el 5 de diciembre de 1996. Desde entonces, 9 más se han unido a la Lonja, siendo un total de 10 los patrimonios de la Humanidad de la Comunidad Valenciana.


LOS 9 PATRIMONIOS VALENCIANOS:

 

LA LONJA DE LA SEDA DE VALENCIA:

Lonja de la Seda de Valencia. Fuente: www.visitasguiadasvalencia.com (Para visitas y guías turísticas por Valencia).

Construido entre 1482 y 1533, este conjunto de edificios se destinó desde un principio al comercio de la seda y desde entonces ha venido desempeñando funciones mercantiles. Obra maestra del gótico flamígero, la lonja y su grandiosa Sala de Contratación ilustran el poderío y la riqueza de una gran ciudad mercantil mediterránea en los siglos XV y XVI.
La Lonja es uno de los edificios característicos de la ciudad de Valencia, además de ser uno de los más famosos monumentos del gótico civil que puede ofrecer Europa. Goza de la alta distinción de Monumento Histórico Artístico de carácter nacional desde el 4 de junio de 1931 y fue declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad el 5 de diciembre de 1996.


EL PALMERAL DE ELCHE:


El Palmeral de Elche es una gran extensión de palmeras dentro del casco urbano de la ciudad. Con más de 200.000 ejemplares, es el palmeral más grande de Europa, y en el mundo sólo lo superan algunos palmerales árabes
Geógrafos árabes y viajeros europeos han sido testigos de sus cualidades extraordinarias a lo largo de la historia. Junto al palmeral han permanecido tradiciones agrícolas árabes, legado de sus ocho siglos de presencia en la península ibérica.  Sin embargo, se han encontrado restos arqueológicos de la época de los íberos y romanos que indican que estas plantaciones de palmeras son anteriores a la etapa de dominación árabe.

Los orígenes del palmeral se atribuyen a los fenicios y cartagineses, en torno a mil años A. C., puesto que los dátiles formaban parte habitual de su dieta. Fue con la invasión árabe en el siglo VIII A. C. cuando los huertos de palmeras comenzaron a cultivarse y tomaron el aspecto que presentan hoy. Los árabes establecieron una red de canales de riego que permitía el aprovechamiento de las aguas del río Vinalopó. Al mover la ciudad hacia el norte, recrearon el paisaje típico del norte de África.
Su protección se inicia con en la década de 1920 al reconocerse el peligro que corrían los huertos de palmeras, aunque no es hasta la década de 1930 cuando se legisló para protegerlos, siendo esta continuada con la Ley de Protección del Palmeral de Elche en 1986.

LA DIETA MEDITERRÁNEA:


La Dieta Mediterránea. Fuente: mejorconsalud.com 


La dieta mediterránea fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2013. La Dieta Mediterránea es una valiosa herencia cultural que representa mucho más que una simple pauta nutricional, rica y saludable. Es un estilo de vida equilibrado que recoge recetas, formas de cocinar, celebraciones, costumbres, productos típicos y actividades humanas diversas.

Entre las muchas propiedades beneficiosas para la salud de este patrón alimentario se puede destacar el tipo de grasa que lo caracteriza (aceite de oliva, pescado y frutos secos), las proporciones en los nutrientes principales que guardan sus recetas (cereales y vegetales como base de los platos y carnes o similares como “guarnición”) y la riqueza en micronutrientes que contiene, fruto de la utilización de verduras de temporada, hierbas aromáticas y condimentos.

EL MISTERIO DE ELCHE:

El Misterio de Elche. Fuente: misteridelx.com


Declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad en 2001, el Misterio de Elche es un tesoro cultural del pueblo de Elche y una de las joyas más preciadas del patrimonio valenciano, como prueban su declaración como Monumento Nacional el año 1931, y su inclusión, en el año 2001, en la primera Proclamación de las Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
La Festa, como también se conoce esta obra de origen medieval, se representa todos los años en la Basílica de Santa María de Elche en el mes de agosto, para celebrar la festividad de la Virgen de la Asunción. El día 14 se pone en escena la primera parte, denominada la Vespra y la segunda parte, la Festa, el día 15. Además, los días 11,12 y 13 de agosto se realizan los ensayos generales, en los que se escenifican ambos actos seguidos. Si quieres conocer todos los detalles de esta fiesta, visita la web de misteridelx.com.

Según las palabras del historiador Francesc Almela i Vives, en Valencia y su Reino (1965) “es el único ejemplar vivo de nuestro primitivo teatro lírico, que tiene la particularidad, entre las producciones del género de esta época, de ser enteramente cantada. Puede, pues, considerarse como un antecedente de la ópera, que apareció tres siglos y medio más tarde en Italia”.

EL ARTE RUPESTRE:


Pinturas rupestres de Jalance en el Barranco de la Peña. Fuente: http://comunitatvalenciana.com/




El arte rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica es una manifestación cultural única y representativa de una sociedad prehistórica postpaleolítica que habitó las sierras y paisajes montañosos del levante de la Península, entre el Prepirineo oscense y las sierras del sudeste, ocupando amplias zonas de las Comunidades Autónomas de Cataluña, Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana, Aragón y Castilla-La Mancha. Fue Declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1998 y constituye el conjunto de arte rupestre más grande de Europa y nos muestra imágenes excepcionales de la vida cotidiana en un periodo fundamental de la evolución cultural de la humanidad: el Epipaleolítico y el Neolítico, entre el 10.000 y el 3.500 a. C., época en la que se estabiliza el clima y comienza nuestra actual era geológica
El conjunto lo forman más de 750 sitios localizados en abrigos rocosos o acantilados en los que aparecen signos e imágenes de tipo figurativo que van desde simples trazos geométricos hasta escenas que representan animales y seres humanos en composiciones de caza, recolección, danza o guerra. De los más importantes que estén localizados en la provincia de Valencia os hablamos en nuestro artículo de el arte rupestre.

LA FIESTA DE LA MARE DE DÉU DE LA SALUT D´ALGEMESÍ:


Imagen de Algemesí – Processoneta. Fuente: La Veu del País Valencià


La fiesta de la Mare de Déu de la Salut fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 28 de noviembre de 2011. Para dicha celebración anual, el pueblo de Algemesí entero se viste de gala y sale a la calle para honrar a su patrona. Las paredes del Museu de la Festa se quedan pequeñas, y el propio pueblo se convierte en museo viviente, donde cada vecino y cada vecina forman parte de su historia y tradición. Una fiesta fervorosa en la que todos quieren participar activament.

Imágenes, palabras y sonidos en el espacio que el Museu de la Festa le dedica.
Las Procesiones de Nuestra Señora de la Salud

Algemesí es un pueblo marcado por la celebración, cada 7 y 8 de septiembre, de una de las fiestas más arraigadas e importantes para los valencianos: la Procesión de Nuestra Señora de la Salud. La devoción a una imagen mariana, encontrada según cuenta la leyenda allá por el año 1247 en el tronco de una morera, se ha convertido en un referente sobre el que se fundamenta una procesión de danzas y músicas, única. Tradición, fe y cultura desfilan por las calles: son las fiestas de Nuestra Señora de la Salud.
Las primeras noticias que se conocen sobre la celebración de la Fiesta son unas pliegos de descargo sobre el coste de la fiesta de Nuestra Señora el año 1610, celebrada por iniciativa de los vecinos de la calle de Berca donde la existía la Capilla del Hallazgo. En 1680 pasó de ser fiesta de calle para convertirse en fiesta de todo el pueblo. Es muy posible que la fiesta ya quedara instituida el 1747, con la conmemoración del quinto centenario del hallazgo y se piensa en una procesión de vuelta general.
Si quieres conocer todos los detalles de esta fiesta patrimonio valenciana, visita la web del ayuntamiento de Algemesí.


LAS FALLAS DE VALENCIA: 

Las Fallas


Cuando llega el mes de marzo, de todos es sabido que Valencia llena sus calles de alegría, fiesta y sentimiento. La pólvora, la indumentaria, la música, la gastronomía y los monumentos falleros son los protagonistas a pie de calle durante nuestra fiesta más querida y sentida que se recibe cada año con ilusión. Pero de todo lo dicho anteriormente, el verdadero protagonista de las fallas no es otro que aquel que da su fin, el que termina con toda la fiesta vivida en ese ejercicio: el fuego. De su origen, os hablamos en nuestro artículo el origen de las Fallas.

Nuestra fiesta más internacional fue declarada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la UNESCO el 30 de Noviembre de 2016.


EL ARTE DE LA PIEDA EN SECO:

El territorio valenciano posee numerosos elementos construidos con la técnica de la piedra en seco, como los “cucos” o las “barraques”. La ordenada colocación de unas piedras sobre otras, sin labrar, trabadas sin argamasa de compactación y solamente sustentadas por su propio peso, y la solidez que confiere la correcta disposición constructiva, conforman la minimalista y sabia arquitectura de la piedra en seco. 
Un paisaje de elaboración humana que se encuentra en las comarcas del norte de Castellón, como las áreas de Vinaròs-Sant Jordi, en El Baix Maestrat; Tírig-Catí-Albocàsser, en L’Alt Maestrat y Vilafranca-Castellfort, en la comarca de Els Ports de Morella, donde es frecuente encontrar casetas y ‘barraques’ diseminadas por todo el territorio. 
En la provincia de Alicante destacan los municipios de Callosa d’en Sarrià, Novelda, Crevillent o Pinoso, con numerosos ejemplos de ribazos, refugios agrícolas o refugios de cantero construidos con esta técnica y asociados a la antigua extracción minera.
En las comarcas de Valencia destaca el municipio de Enguera, con un gran número de refugios, llamados cucos, repartidos por todo su término, donde también destaca Yátova. También cabe mencionar las “barracas” situadas en los pueblos y aldeas cercanas a Ademuz, entre los núcleos de Sesga, Val de Sabina y Mas del Olmo.
La Generalitat declaró la técnica constructiva de la piedra en seco como bien de relevancia local inmaterial en noviembre de 2016. 

Arquitectura de la piedra en seco 

Se trata de un tipo de técnica frecuentemente asociada a la autoconstrucción, es decir, era realizada por los propios destinatarios del edificio u obra resultante. Estos podían ser personas con otra actividad principal y que utilizaban la piedra en seco como uno más de sus conocimientos. Asimismo, su uso está ligado a prácticas sociales de ayuda y colaboración entre vecinos, que podía acometerse en periodos de menor carga de otro tipo de faenas agrícolas y ganaderas. 
De acuerdo con esta extensión territorial, la arquitectura de piedra seca presenta una gran variedad tipológica y de soluciones constructivas, y se adecua a las variables geográficas, humanas y ambientales del territorio valenciano. Esta diversidad constructiva no hubiera sido posible sin la transmisión, generación tras generación, de una serie de conocimientos, técnicas y prácticas que, en su conjunto, conforman la técnica constructiva de la piedra en seco. Su transmisión se produce, tradicionalmente, de forma oral y en un contexto de aprendizaje informal. 
Ligado a ello, existe otro componente inmaterial muy valioso, como es el del léxico relativo a herramientas, elementos constructivos, técnicas específicas, etc., el cual presenta variaciones fonéticas y semánticas en los distintos lugares de nuestro territorio en los que se manifiesta este bien. 
En cuanto a su relación con el entorno natural, aunque la edificación en piedra seca carece, aparentemente, de planeamiento formal, esta sí que ejerce una actuación consciente sobre el medio, lo que ha dado lugar a la generación de paisajes antrópicos en los que las construcciones de piedra seca se adaptan e integran en el entorno.



LA TAMBORADA DE ALZIRA Y L´ALCORA:

TAMBORADA DE ALZIRA. Foto comarcalcv.com

El toque de tambor y el bombo forma parte de nuestra cultura y patrimonio, donde destaca L´Alcora y Alzira. Las localidades donde es típico este toque están repartidas por varias provincias como: Albacete, Castellón, Córdoba, Murcia, Teruel y Valencia, donde Alzira es la única de toda la provincia con a dicha catalogación, siendo una de las manifestaciones más destacables ligadas a la Semana Santa, forman parte de este patrimonio.
Las autonomías y localidades que forman parte de esta patrimonio son Baena (Andalucía); Albalate del Arzobispo, Alcañíz, Alcorisa, Andorra, Calanda, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urrea de Gaén (Aragón); Agramón, Hellín y Tobarra (Castilla La Mancha); Alzira y L´Alcora (Comunidad Valenciana), y Motaralla y Mula (Murcia).
Las tamboradas son rituales colectivos basados ​​en el toque simultáneo, intenso y continuado de miles de tambores y bombos, que comparten y compiten en virtuosismo en espacios públicos urbanos en el marco temporal / ritual de la Semana Santa, documentadas desde el siglo XIX. Los tambores crean un paisaje sonoro tanto individual como colectivo, identitario y singular. Estos instrumentos de percusión representan tipologías autóctonas y son expresión de artesanías locales ligadas a su creación, manufactura y mantenimiento.
















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