jueves, 21 de mayo de 2020


COMARCAS   ESPAÑOLAS (3)

 LA  ALPUJARRA  DE  GRANADA

Se extiende en la cara sur de Sierra Nevada. Veinticinco municipios blancos como palomas que se posan escalonadamente hacia los elevados picos de la sierra. Al pico Mulhacén, el más alto de la península ibérica (según la leyenda la tumba del emir Muley Hacén, padre de Boabdil), se van acercando Pampaneira, Bubión y Campaneira (el más cercano de los tres al Veleta y al Mulhacén), situados en el barranco de Poqueira. Estos tres municipios son considerados las joyas de la Alpujarra granadina.
            Pero hay muchos rincones sorprendentes y mágicos en este paraíso donde la arquitectura se ha plegado a las circunstancias del paisaje creando imágenes que pos sí solas bien valen un viaje. Aunque hay mucho más; historia, gastronomía, naturaleza, artesanía, fiestas y un “templo” que nada tiene que ver con el de nuestras ciudades. Los sonidos y los colores de La Alpujarra no se pueden atrapar en una cámara de fotos, aunque parezca que sí, y cada uno de los viajeros que llegan, se llevan un álbum interior que probablemente sólo coincida con los demás en una evidencia indiscutible: la belleza extraordinaria de estos paisajes.



Orientados al sur para aprovechar la bonanza del clima mediterráneo y construidos en escalera, para adaptarse a la orografía del terreno, el trazado urbano es sinuoso y en cierto modo caótico, pero no casual. No sólo es una adaptación al terreno como decimos, tiene un trasfondo defensivo pues ese caos creaba confusión en los posibles invasores. Además está la huella musulmana que entiende el urbanismo como un crecimiento orgánico.





Los vestigios de sus habitantes


La Alpujarra lleva poblada desde el Neolítico, como atestigua la Cueva de los Murciélagos, muy cerca de Albuñol y uno de los yacimientos neolíticos más importantes de la Península (muchos de los objetos encontrados en ella se exponen en el Museo Arqueológico de Granada).


Pero es la presencia de los musulmanes la que marca de manera más palpable la configuración de estos pueblos, que por cierto no siempre fueron blancos. La construcción con los materiales locales conseguía que se mimetizaran con el entorno en una especie de "camuflaje" natural. Piedra, maderas de castaño, nogal y álamo, cañas, yeso y lajas de pizarra ayudaban a este mimetismo paisajístico, que pasó a salpicar de blanco el paisaje serrano cuando la cal iluminó los caseríos entre los verdes senderos alpujarreños.



Las casas son construcciones típicas de montaña, aunque presentan características propias como los "terraos", que son las cubiertas de las casas utilizadas como secaderos o tendederos de ropa, o los "tinaos", voladizos que cubren a veces parte de la calle y que sirven de refugio ante las inclemencias del tiempo cuando arrecian los temporales de nieve. Una imagen típica de los caseríos de La Alpujarra son las chimeneas de sus casas, que suelen ser troncocónicas rematadas con un "sombrero" hecho con una laja de pizarra y una piedra "castigaera" para que no se lo lleve el viento.





El agua como parte esencial de la vida

El agua forma parte del urbanismo no sólo a través de las múltiples fuentes, algunas con dotes casamenteras, o como atestiguan los lavadareos, presentes desde época árabe. Su sonido cuando corre durante el deshielo por las acequias de las calles, es una música alegre que acompaña la primavera y bendice los campos de labor. Adaptados a la geografía con la construcción de "bancales" (pequeñas parcelas), sostenidos por "balates" (muros de piedra), son el resultado de una extraordinaria pericia que ha sabido aprovechar el agua y sujetar la tierra convirtiendo una zona naturalmente ganadera y forestal, en una zona netamente agrícola.






Es posible que la palabra "balate" diera nombre a Balat, el barrio tradicional judío de Estambul que se formó tras la toma de Granada por los cristianos en el siglo XV. Fueron muchos los judíos que llegaron por el Mediterráneo hasta el Cuerno de Oro de la capital otomana acogidos por el hijo del emperador, que después sería Beyazit II. Estos judíos son los sefardíes, andalusíes de religión judía que aún en la actualidad hablan una variante del castellano antiguo, el Ladino.

LA GASTRONOMÍA DE LA ALPUJARRA DE GRANADA

EL pastoreo y la agricultura que un principio no fue más allá del autoconsumo, hoy ha convertido algunos productos como el aceite en una importante fuente de ingresos. O el jamón con denominación específica "Jamón de Trevélez", los buenos vinos artesanales, quesos de cabra y oveja, miel con denominación de origen protegida y una variedad de frutas y hortalizas que procuran una gastronomía digna de mención en aquellos que transitan sus caminos. Sobre ella el escritor inglés William George Clark hizo tantas referencias en sus libros que tuvo que disculparse:

"…mis lectores deben perdonar mis contínuas referencias al tema del avituallamiento, pero es que, verdaderamente, el cabalgar por estas montañas abre a uno un apetito desconocido para las personas que están ocupadas en los trabajos normales sedentarios de la vida."

Si después de un buen paseo por las cuestas y caminos serranos le presentaban una mesa en la que aparecían platos como las sopas de Ajo Tostao, un buen Puchero de Hinojos, un Potaje de Cascarones, un Empedrao, o una Tortilla de Collejas, o de Espárragos Silvestres, o de Orejones de Tomates. Y dependiendo del pueblo donde le pillara la hora de reponer fuerzas, podía elegir unas Truchas con Jamón de Soportújar, o un Estofado de Conejo en Busquístar, o una Perdiz en Escabeche en Válor, o un Arroz Liberal en Ugíjar, regado con un buen vino de Albondón, sin entrar en el tema repostería de la que también hay una extensa y riquísima carta. Seguro que entendemos al inglés.



UNA ARTESANÍA RECUPERADA DE L ALPUJARRA DE GRANADA

Por la dificultad de la vida en la alta montaña el autoabastecimiento llegaba también a temas como el vestido de personas y casas. Lo que entonces era una necesidad, ahora se ha convertido en una rica artesanía que estuvo a punto de perderse cuando los caminos se convirtieron en carreteras que facilitaron el acceso a Granada, y el transporte con animales prácticamente desapareció. La llegada de turistas y foráneos, muchos escritores y artistas que han convertido estos pueblos en sus lugares de residencia, han propiciado una paulatina recuperación de estos trabajos artesanos y hoy los telares donde se fabrican coloridas jarapas y alfombras de "mota" cuyos diseños se remontan a la época árabe, elaboran también cojines, mantas, alforjas, en una variada policromía característica de esta zona. Muebles de excelentes maderas y estilo mudéjar, y alfarería de formas sencillas cocida en hornos de leña de la época andalusí, y la cestería cuyas labores llegan al Neolítico, son también referentes culturales alpujarreños.





DE FIESTAS POR LOS PUEBLOS ALPUJARREÑOS

Como no sólo de trabajar vive el hombre, el calendario de éstos pueblos está sembrado de fiestas entre las que destacan las de Moros y Cristianos, pero hay una variedad llena de atractivos únicos, como la fiesta del 6 de enero en Laroles; su Procesión de los Manchos (manojos de esparto encendidos), es todo un espectáculo nocturno en el que las humeantes luminarias se convierten en la única iluminación al apagar el alumbrado público. Aficionados a festejar el buen comer cocinando en sus plazas encontramos en Mairena-Nevada, en el mes de abril como se celebran las "Ollas de San Marcos"; potaje cocinado al fuego de hogueras en la plaza de la iglesia, o en mayo en Sorvilán el "Guiso del choto"; en el que muestran su destreza cocineros llegados de toda Andalucía Oriental. Como curiosas costumbres están la de la subasta de pollos en Albuñol en el mes de septiembre, y en agosto la romería al Mulhacén de la Virgen de las Nieves desde Trevélez (uno de nuestros diez pueblos de Granada), que asegura un deleite para los sentidos en el espectáculo de sus vistas. Hay muchas más entre las que salpican varias ferias artesanales como la que se celebra en octubre en Pampaneira, quizá la más completa de la comarca.



SONIDOS QUE SE PIERDEN EN LA NOCHE DE LOS TIEMPOS

Y al abrigo de sus recónditos parajes se conserva, gracias a la tradición oral, el tesoro de su música, una de las más ricas y variadas por su autenticidad y conservación. Detrás de su difusión está el empeño de los hombres y mujeres que crearon la Asociación Abuxarra, y organizan cada año un Festival de Música Tradicional. Se dice que la Alpujarra son los "Trovos", su manifestación folclórica más original, descendiente directo del folclore andalusí; es el duelo espontáneo de dos poetas con acompañamiento musical. Cantados o hablados, alrededor de los troveros pueden pasar horas mágicas de compañía vecinal regadas por el vino del lugar. Prácticamente todos los viajeros románticos que transitaron por estas tierras hacen referencia a los trovos, como Washington Irving o Richard Ford.



CUENTOS Y LEYENDAS

Hay también una Alpujarra Mágica, repleta de leyendas, en la que realidad y ficción se mezclan en la noche de los tiempos. Es algo natural en una tierra tan vieja como la civilización. Hace siete mil años en la Cueva de los Murciélagos utilizaban flores de adormidera, seguramente para hacer más fácil el tránsito hacia el otro lado. La larga historia ha escrito leyendas sobre las hazañas de personajes como Ulises o Abderramán III, o Muley Hacén, Boabdil, El Zagal, y de sus soldados y sus capitanes que están envueltas entre hechos reales y exageraciones imaginativas. Y luego está la inagotable imaginación popular con sus historias de duendes, fantasmas y brujas, doncellas hechizadas, amores entre cristianas y moros, tesoros ocultos, etc. Y todo esto está enmarcado en un paisaje lleno de cumbres inaccesibles, lagunas tan profundas que se comunican con el mar, y manantiales que susurran palabras inexplicables. Un buen caldo de cultivo para pasar noches al calor de una chimenea escuchando el silbido del viento como fondo de historias ancestrales y extraordinarias.


Este es sólo un primer acercamiento a La Alpujarra, con el abrimos aquí una serie que dedicaremos a esta tierra que hechiza y atrapa de igual manera a gentes venidas de culturas distintas.






















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