COMARCAS
ESPAÑOLAS (3)
LA ALPUJARRA DE GRANADA
Se extiende en la cara sur de Sierra Nevada.
Veinticinco municipios blancos como palomas que se posan escalonadamente hacia
los elevados picos de la sierra. Al pico Mulhacén, el más alto de la península
ibérica (según la leyenda la tumba del emir Muley Hacén, padre de Boabdil), se
van acercando Pampaneira, Bubión y Campaneira (el más cercano de los tres al
Veleta y al Mulhacén), situados en el barranco de Poqueira. Estos tres
municipios son considerados las joyas de la Alpujarra granadina.
Pero
hay muchos rincones sorprendentes y mágicos en este paraíso donde la
arquitectura se ha plegado a las circunstancias del paisaje creando imágenes
que pos sí solas bien valen un viaje. Aunque hay mucho más; historia,
gastronomía, naturaleza, artesanía, fiestas y un “templo” que nada tiene que
ver con el de nuestras ciudades. Los sonidos y los colores de La Alpujarra no
se pueden atrapar en una cámara de fotos, aunque parezca que sí, y cada uno de
los viajeros que llegan, se llevan un álbum interior que probablemente sólo
coincida con los demás en una evidencia indiscutible: la belleza extraordinaria
de estos paisajes.
Orientados al sur para aprovechar la bonanza del
clima mediterráneo y construidos en escalera, para adaptarse a la orografía del
terreno, el trazado urbano es sinuoso y en cierto modo caótico, pero no casual.
No sólo es una adaptación al terreno como decimos, tiene un trasfondo defensivo
pues ese caos creaba confusión en los posibles invasores. Además está la huella
musulmana que entiende el urbanismo como un crecimiento orgánico.
Los vestigios de sus habitantes
La Alpujarra
lleva poblada desde el Neolítico, como atestigua la Cueva de los Murciélagos,
muy cerca de Albuñol y uno de los yacimientos neolíticos más importantes de la
Península (muchos de los objetos encontrados en ella se exponen en el Museo
Arqueológico de Granada).
Pero es la presencia de los
musulmanes la que marca de manera más palpable la configuración de estos
pueblos, que por cierto no siempre fueron blancos. La construcción con los
materiales locales conseguía que se mimetizaran con el entorno en una especie
de "camuflaje" natural. Piedra, maderas de castaño, nogal y álamo, cañas,
yeso y lajas de pizarra ayudaban a este mimetismo paisajístico, que pasó a
salpicar de blanco el paisaje serrano cuando la cal iluminó los caseríos entre
los verdes senderos alpujarreños.
Las casas son construcciones
típicas de montaña, aunque presentan características propias como los
"terraos", que son las cubiertas de las casas utilizadas como
secaderos o tendederos de ropa, o los "tinaos", voladizos que cubren
a veces parte de la calle y que sirven de refugio ante las inclemencias del tiempo
cuando arrecian los temporales de nieve. Una imagen típica de los caseríos de
La Alpujarra son las chimeneas de sus casas, que suelen ser troncocónicas
rematadas con un "sombrero" hecho con una laja de pizarra y una
piedra "castigaera" para que no se lo lleve el viento.
El agua como parte esencial de la
vida
El agua forma parte del urbanismo no sólo a
través de las múltiples fuentes, algunas con dotes casamenteras, o como
atestiguan los lavadareos, presentes desde época árabe. Su sonido cuando corre
durante el deshielo por las acequias de las calles, es una música alegre que
acompaña la primavera y bendice los campos de labor. Adaptados a la geografía
con la construcción de "bancales" (pequeñas parcelas), sostenidos por
"balates" (muros de piedra), son el resultado de una extraordinaria
pericia que ha sabido aprovechar el agua y sujetar la tierra convirtiendo una
zona naturalmente ganadera y forestal, en una zona netamente agrícola.
Es posible que la palabra
"balate" diera nombre a Balat, el barrio tradicional judío de
Estambul que se formó tras la toma de Granada por los cristianos en el siglo
XV. Fueron muchos los judíos que llegaron por el Mediterráneo hasta el Cuerno
de Oro de la capital otomana acogidos por el hijo del emperador, que después
sería Beyazit II. Estos judíos son los sefardíes, andalusíes de religión judía
que aún en la actualidad hablan una variante del castellano antiguo, el Ladino.
LA GASTRONOMÍA
DE LA ALPUJARRA DE GRANADA
EL pastoreo y la
agricultura que un principio no fue más allá del autoconsumo, hoy ha convertido
algunos productos como el aceite en una importante fuente de ingresos. O el
jamón con denominación específica "Jamón de Trevélez", los buenos
vinos artesanales, quesos de cabra y oveja, miel con denominación de origen protegida
y una variedad de frutas y hortalizas que procuran una gastronomía digna de
mención en aquellos que transitan sus caminos. Sobre ella el escritor inglés
William George Clark hizo tantas referencias en sus libros que tuvo que
disculparse:
"…mis lectores deben perdonar mis contínuas referencias al tema del
avituallamiento, pero es que, verdaderamente, el cabalgar por estas montañas
abre a uno un apetito desconocido para las personas que están ocupadas en los
trabajos normales sedentarios de la vida."
Si después de un
buen paseo por las cuestas y caminos serranos le presentaban una mesa en la que
aparecían platos como las sopas de Ajo Tostao, un buen Puchero de Hinojos, un
Potaje de Cascarones, un Empedrao, o una Tortilla de Collejas, o de Espárragos
Silvestres, o de Orejones de Tomates. Y dependiendo del pueblo donde le pillara
la hora de reponer fuerzas, podía elegir unas Truchas con Jamón de Soportújar,
o un Estofado de Conejo en Busquístar, o una Perdiz en Escabeche en Válor, o un
Arroz Liberal en Ugíjar, regado con un buen vino de Albondón, sin entrar en el
tema repostería de la que también hay una extensa y riquísima carta. Seguro que
entendemos al inglés.
UNA ARTESANÍA RECUPERADA DE L
ALPUJARRA DE GRANADA
Por la dificultad de la vida
en la alta montaña el autoabastecimiento llegaba también a temas como el
vestido de personas y casas. Lo que entonces era una necesidad, ahora se ha
convertido en una rica artesanía que estuvo a punto de perderse cuando los
caminos se convirtieron en carreteras que facilitaron el acceso a Granada, y el
transporte con animales prácticamente desapareció. La llegada de turistas y
foráneos, muchos escritores y artistas que han convertido estos pueblos en sus
lugares de residencia, han propiciado una paulatina recuperación de estos trabajos
artesanos y hoy los telares donde se fabrican coloridas jarapas y alfombras de
"mota" cuyos diseños se remontan a la época árabe, elaboran también
cojines, mantas, alforjas, en una variada policromía característica de esta
zona. Muebles de excelentes maderas y estilo mudéjar, y alfarería de formas
sencillas cocida en hornos de leña de la época andalusí, y la cestería cuyas
labores llegan al Neolítico, son también referentes culturales alpujarreños.
DE FIESTAS POR LOS PUEBLOS
ALPUJARREÑOS
Como no sólo de trabajar vive
el hombre, el calendario de éstos pueblos está sembrado de fiestas entre las
que destacan las de Moros y Cristianos, pero hay una variedad llena de
atractivos únicos, como la fiesta del 6 de enero en Laroles; su Procesión de
los Manchos (manojos de esparto encendidos), es todo un espectáculo nocturno en
el que las humeantes luminarias se convierten en la única iluminación al apagar
el alumbrado público. Aficionados a festejar el buen comer cocinando en sus
plazas encontramos en Mairena-Nevada, en el mes de abril como se celebran las
"Ollas de San Marcos"; potaje cocinado al fuego de hogueras en la
plaza de la iglesia, o en mayo en Sorvilán el "Guiso del choto"; en
el que muestran su destreza cocineros llegados de toda Andalucía Oriental. Como
curiosas costumbres están la de la subasta de pollos en Albuñol en el mes de
septiembre, y en agosto la romería al Mulhacén de la Virgen de las Nieves desde
Trevélez (uno de nuestros diez pueblos de
Granada), que asegura un deleite para
los sentidos en el espectáculo de sus vistas. Hay muchas más entre las que
salpican varias ferias artesanales como la que se celebra en octubre en
Pampaneira, quizá la más completa de la comarca.
SONIDOS QUE SE PIERDEN EN LA
NOCHE DE LOS TIEMPOS
Y al abrigo de sus recónditos parajes se conserva, gracias a la
tradición oral, el tesoro de su música, una de las más ricas y variadas por su
autenticidad y conservación. Detrás de su difusión está el empeño de los
hombres y mujeres que crearon la Asociación Abuxarra, y organizan cada año un
Festival de Música Tradicional. Se dice que la Alpujarra son los
"Trovos", su manifestación folclórica más original, descendiente
directo del folclore andalusí; es el duelo espontáneo de dos poetas con
acompañamiento musical. Cantados o hablados, alrededor de los troveros pueden
pasar horas mágicas de compañía vecinal regadas por el vino del lugar.
Prácticamente todos los viajeros románticos que transitaron por estas tierras
hacen referencia a los trovos, como Washington Irving o Richard Ford.
CUENTOS Y LEYENDAS
Hay también una Alpujarra Mágica, repleta de leyendas, en la que realidad
y ficción se mezclan en la noche de los tiempos. Es algo natural en una tierra
tan vieja como la civilización. Hace siete mil años en la Cueva de los
Murciélagos utilizaban flores de adormidera, seguramente para hacer más fácil
el tránsito hacia el otro lado. La larga historia ha escrito leyendas sobre las
hazañas de personajes como Ulises o Abderramán III, o Muley Hacén, Boabdil, El
Zagal, y de sus soldados y sus capitanes que están envueltas entre hechos
reales y exageraciones imaginativas. Y luego está la inagotable imaginación
popular con sus historias de duendes, fantasmas y brujas, doncellas hechizadas,
amores entre cristianas y moros, tesoros ocultos, etc. Y todo esto está
enmarcado en un paisaje lleno de cumbres inaccesibles, lagunas tan profundas
que se comunican con el mar, y manantiales que susurran palabras inexplicables.
Un buen caldo de cultivo para pasar noches al calor de una chimenea escuchando
el silbido del viento como fondo de historias ancestrales y extraordinarias.
Este es sólo un primer acercamiento a La Alpujarra, con el abrimos aquí
una serie que dedicaremos a esta tierra que hechiza y atrapa de igual manera a
gentes venidas de culturas distintas.
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