HISTORIA
DE ARANJUEZ
LA CORTE DURANTE EL SIGLO XVIII
Los Reyes en Aranjuez
El gran apogeo de Aranjuez como Sitio Real, llegó en el
siglo XVIII bajo la monarquía de los Borbones. Fue entonces, con aquella Corte
viajera a fecha fija, que recorría los Sitios Reales año tras año con una
puntualidad inusitada y una fidelidad inquebrantable, cuando Aranjuez vio
transformar poco a poco su fisonomía hasta convertirse en algo bien distinto de
lo que había proyectado en su día el fundador, Felipe II, a quien se debieron
los primeros desmontes, trazado de avenidas y plazas ajardinadas y, sobre todo,
las canalizaciones para el regadío que convirtieron el lugar en el vergel en
que es hoy el Sitio de Aranjuez.
Felipe
V
Felipe V fue el primer rey Borbón, con él se entronizó la
dinastía francesa en España. Su reinado se inició en los primeros años del
siglo XVIII, tras la Guerra de Sucesión que hubo de mantener contra el
archiduque Carlos de Habsburgo, el otro pretendiente al trono de España,
vacante a la muerte sin descendencia del desdichado Carlos II, el Hechizado.
Felipe V había sido criado en Francia y estaba acostumbrado
a disfrutar de las mansiones de recreo, tan apreciadas por la Corte francesa.
Él fue, por lo tanto, quien decidió transformar, a la manera de los palacios
franceses, dos de sus alojamientos reales preferidos en España: La Granja de
San Ildefonso, en las cercanías de Valsaín, y el Real Sitio de Aranjuez. El
primero fue creado de nueva planta siguiendo el espíritu de Versalles, el
segundo había sido heredado de los Austrias y estaba en un paraje tan
paradisiaco que merecía todos los esfuerzos que las arcas reales fueran capaces
de soportar.
En cierta medida, abrumado por la tristeza y el ambiente de
opresión que se respiraba en su alojamiento de Madrid -el viejo Alcázar de los
Austrias- Felipe V se obligó a sí mismo a respetar anualmente un ritual de
visitas programadas a los Sitios Reales, con esa puntualidad y pulcritud con
que el protocolo borbónico había de envolver todos los actos del monarca. Al
comenzar el año, el rey marchaba al palacio del Pardo donde pasaba el invierno.
Volvía a Madrid para presidir los actos de la Semana Santa y, apenas terminada,
en abril, ya se encaminaba con la Corte hacia Aranjuez, donde pasaba toda la
primavera hasta que comenzaba la estación veraniega. A partir de la festividad
de San Juan, que marcaba el solsticio de verano, la Corte cruzaba la sierra del
Guadarrarna y se instalaba en La Granja de San Ildefonso para librarse de los
rigores de la canícula y, en lo posible, de las muchas epidemias que acechaban
con la llegada del calor.
Era esta una costumbre muy extendida en las Cortes europeas.
Allí, reyes y nobles, intentaban huir de los malos hedores de las ciudades y
buscaban el aire sano de la montaña donde, por lo general, poseían hermosas
residencias campestres. En España, si bien los Austrias también alternaron en
su día las estancias entre el Pardo, Aranjuez y El Escorial, esta moda, seguida
a rajatabla por los Borbones, no había sido adoptada como suya por la nobleza española,
que no tuvo nunca excesivo interés en construir para sí estas residencias de
recreo. Lo que sin embargo no podía negarse era que un clima, tan asfixiante en
verano como el de la meseta, obligaba, tanto a reyes como a campesinos, a
defenderse de los peligros de las enfermedades que les acechaban en agosto. Al
menos a ello atribuye el duque de Saint Simon que en la época de Felipe V nadie
viviera en Aranjuez al llegar el verano: «ni siquiera -escribe- la gente del
pueblo, que se retira a otra parte y cierra sus casas tan pronto como los
calores se dejan sentir en ese valle, que causan fiebres muy peligrosas y que
mantienen a los que escapan de ellas siete y ocho meses en una languidez que es
una verdadera enfermedad. Por eso la Corte no para allí más que seis semanas o
dos meses en la primavera y raras veces vuelve allí en otoño»
Para el rey Felipe V, que era profundamente melancólico e
hipocondríaco, estas razones eran más que suficientes para justificar su eterno
periplo de unas a otras residencias, según la estación del año. Los Sitios
Reales que le alejaban de Madrid fueron su principal terapia. Hasta tal punto
necesitaba los efectos benéficos que la naturaleza le ofrecía en estos lugares,
que no dudó en abdicar en su hijo Luis cuando apenas llevaba diez años en el
trono para dedicarse en ellos a la contemplación y a la meditación. No pudo
ser, como es sabido, y la muerte temprana, a los diecisiete años, del que por
unos meses fue Luis I de España, devolvió el trono a este rey afable, débil y
un tanto atormentado.
Por ello quizá, la Corte española en Aranjuez, a pesar de
ser la de un rey francés de nacimiento, no tuvo mucho que ver con la frivolidad
y el relajo de las Cortes europeas, sobre todo de la francesa. Los gustos del
monarca se dirigían hacia la caza, la pesca, los paseos a caballo con su esposa
y la música. Todo ello lo encontraba con harta facilidad en Aranjuez, donde,
hasta desde sus propias ventanas, hubiera podido pescar si hubiera querido.
Aun así, y a pesar de que la tranquilidad y el sosiego eran
lo más preciado para nuestro primer Borbón y lo que buscaba en sus estancias en
Aranjuez, así como en sus otras residencias, no deja de sorprender lo
artificioso del protocolo del día a día de los reyes en su descanso de
Aranjuez. Son innumerables las descripciones sobre las jornadas de los reyes,
que, desde temprano, despachaban en la cama los asuntos de Estado para luego
levantarse y salir a pasear y a cazar, pero ninguna está contada con el gracejo
de la del Marqués de la Villa de San Andrés, noble cercano a la Corte de Felipe
V que explicaba cómo « ... cuando salen a pasearse a los jardines los Reyes,
bajan los Príncipes y los señores infantes con sus guardias de corps y sus
familias; las damas, los camaristas, los cardenales y ministros extranjeros,
los obispos, los Grandes, los títulos, los generales, consejeros, ministros,
frailes, clérigos... y -añade- a muy pocos pasos los Príncipes se cubren y toda
la demás compañía queda con la calva al aire; porque esto de cubrirse los
Grandes delante del Rey no es cuando ellos quieren, sino cuando el ceremonial
lo dispone».
Fernando
VI
Muerto Felipe V en 1746, su sucesor, Fernando VI, valoró muy
especialmente el Real Sitio de Aranjuez. En mayor medida que su padre, quien
siempre parecía haber tenido predilección por La Granja de San Ildefonso. Para
Fernando, Aranjuez superaba a cualquier otro porque también era el lugar donde
más a gusto se encontraba su esposa, Bárbara de Braganza. La reina, procedente
de la corte portuguesa, había recibido una vasta cultura y echaba de menos el
refinamiento de otras Cortes europeas. Tuvo la aspiración de conseguir en
Aranjuez, ayudada por el marco natural que el Real Sitio la ofrecía, el boato
de una corte francesa, aunque sólo fuera durante un par de meses al año.
Sin embargo, es curioso constatar que el acto con que el rey
inauguró su primera estancia primaveral en Aranjuez, ante la perplejidad de su
esposa, fue presidir la procesión del Corpus, que durante veinte años había
sido suspendida, posiblemente porque Felipe V no había podido hacerlo a causa
de sus crisis rayanas en la demencia. Era tradición que el rey acompañara
siempre a la Custodia en aquellas ocasiones, y por ello Fernando VI recuperó la
fiesta del Corpus en Aranjuez, que desfiló aquel año de 1747 con toda la carga
pagana de la Tarasca, las Sierpes, los Gigantones y todas las danzas populares
que la acompañaban, para horror de la cultísima Bárbara de Braganza
Fue precisamente durante la primavera siguiente de 1748,
estando también el rey y su esposa Bárbara de Braganza ya en el Real Sitio,
cuando se declaró un incendio devastador que arruinó buena parte del palacio.
Esto aceleró los deseos del monarca de ampliar y mejorar el Sitio de Aranjuez,
y en 1750 dio la orden a Santiago Bonavía, su arquitecto real, de que
remodelara el palacio y trazara una villa de nueva planta para solucionar, de
una vez por todas, el problema de los alojamientos de los cortesanos. Con ello
complacía en mucho los deseos de su esposa, que disfrutaba muy especialmente
organizando las fiestas de la Corte, sobre todo la del día de San Fernando,
santo del rey y, por tanto, fiesta grande en el Real Sitio, tal y como nos lo
dejan entrever los grabados de la época.
Carlos
III
En 1759 Carlos III sucedió en el trono a su hermano Fernando,
que había muerto sin descendencia. Abandonó para ello el reino de Nápoles, que
había conseguido gracias a las intrigas de su madre Isabel de Farnesio, segunda
esposa de Felipe V, que por fin veía a uno de sus retoños sentado en el trono
de España.
Habiendo enviudado demasiado pronto, a los cuarenta y cuatro
años, y con trece hijos que le había dado su amada esposa, María Amalia de
Sajonia, que le aseguraban la sucesión, Carlos se hizo un solitario y destrozó
las expectativas de los cortesanos que se habían acostumbrado al ambiente
refinado del anterior reinado. Adiós a los conciertos, a los paseos en falúas,
a los deleites inventados por Farinelli. Al rey le interesa la caza, la
experimentación agrícola y ganadera. Le apasionan los perros de su jauría y los
cientos de miles de cepas distintas que vigila de cerca en sus cortijos de
Aranjuez. También llevó a Aranjuez esa fiebre constructiva y de mejoras del
país que siempre dominó al monarca: vías de comunicación, puentes,
canalizaciones de riego así como importantes edificaciones civiles, religiosas
y fabriles fueron levantadas en el Real Sitio.
Carlos
IV
Carlos IV fue rey de España desde 1788, en que sucedió a su
padre, Carlos III, hasta 1808 en que se vio obligado a abdicar en su hijo
Fernando, que subiría al trono con el nombre de Fernando VII el Deseado.
Siendo príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV demostró,
junto con su hermano el infante don Gabriel, saber disfrutar bien de los Sitios
Reales, en los que incorporaron mejoras y patrocinaron construcciones tan
notables como las llamadas Casas del Príncipe en el Escorial, la de Arriba y la
de Abajo; el jardín del Príncipe de Robledo, cercano esta vez al palacio de la
Granja y, por último, la Casita del Labrador en Aranjuez, donde el príncipe dirigió
personalmente la remodelación de los jardines.
Después de la guerra de la Independencia, y durante todo el
siglo XIX, la monarquía no perdió la costumbre de pasar las primaveras en
Aranjuez y siguió yendo allí todos los años hasta 1890.
ENTRETENIMIENTOS REALES
La
Música
La música fue, sin duda, la principal diversión de palacio,
y hasta la mejor terapia del rey, sobre todo tras la llegada a la Corte del
cantante Farinelli, nombre artístico por el que se conocía al famosísimo
castrato Carlos María Miguel Angel Broschi Barrese. Se dice que, a menudo, la
reina Isabel de Farnesio pedía su ayuda para sacar al rey Felipe V de su
patológica melancolía, pues en los momentos de crisis se negaba a salir de la
cama y profería horribles gritos y lamentos. Sólo la voz limpia del famoso
castrato hacía volver al monarca a la realidad.
Farinelli fue nombrado director de los entretenimientos
regios y de la música y fiestas cortesanas; y desde ese puesto ayudó también a
las obras del teatro de Aranjuez, cuya transformación llevaba a cabo Santiago
Bonavia, el gran arquitecto italiano que contaba además con las virtudes de ser
un gran pintor y un gran escenógrafo. El nuevo teatro fue inaugurado en 1754
con La Isla Desierta, una sonata escrita por Metastasio para la ocasión, a la
que puso música José Bonno.
Desde 1729 la pasión por la buena música y en especial por
la ópera había ido in crescendo; no había sido ajeno a ello la llegada a la
Corte de Domenico Scarlatti, a quien había hecho llamar a su lado la entonces
ya princesa de Asturias, Bárbara de Braganza. Scarlatti compuso más de
quinientas sonatas para clave, y la propia reina, Bárbara de Braganza, estaba
especialmente dotada para la música y era, no solo intérprete, sino
compositora.
A Carlos III, en cambio, se le acusa de haber descuidado
este aspecto cultural que dignificaba los gustos del país y en el que la Corte
había estado, hasta entonces, tan implicada; pero lo cierto es que, aunque al
rey no le gustara la música, fue bajo su reinado cuando más se popularizaron
las óperas y los conciertos de Cuaresma. También los bailes de máscaras y otras
manifestaciones que mezclaron lo popular y lo culto, hasta el punto de que
durante los años de su reinado lo que realmente llegó a su máximo apogeo fue la
tonadilla. Por ello, uno de los grandes reproches hechos al monarca era su nulo
interés en velar por la pureza musical, mientras que, con harto empeño, velaba,
en cambio, por la pureza de las artes plásticas desde la Real Academia de San
Fernando. Y Aranjuez tuvo buen ejemplo de ello porque, no obstante sus gustos
personales, que no incluían como se ha dicho la ópera ni el teatro -nos dice
Des Broses del rey que, habiendo asistido a la ópera «conversó la mitad y
durmió la otra mitad»-, encargó al arquitecto Jaime Marquet, supervisor de las
obras del Real Sitio de Aranjuez, que realizara los proyectos para un Nuevo
Teatro «a la italiana». Años antes también había mandado remodelar el viejo
Coliseo donde se habría representado, en 1765, con motivo del casamiento de los
príncipes de Asturias, el futuro Carlos IV y su prima, Mª Luisa de Parma, la
obra de Francisco Bances Candamo Cambises triunfante en Menfis, que había
exigido complejos y caros escenarios.
Paseos
en falúa
Uno de los más preciados entretenimientos de las personas
reales era navegar por el río, y también por el llamado Mar de Ontígola, gran
estanque construido en alto, que alimentaba con sus aguas a buena parte de los
numerosos caminos de arbolado que iban creándose en torno al Real Sitio,
fundamentalmente a aquellos que, por estar en zona alta, no podían ser regados
con las aguas del Tajo.
Tal diversión generó la construcción de todo tipo de naves
grandes y pequeñas, sobre todo de unas magníficas falúas, palabra italiana que
designa unas pequeñas embarcaciones. Estaban realizadas a partir de diseños
caprichosos, y a ellas se dedicó durante un tiempo el cantante Farinelli desde
su cargo de director de entretenimientos reales. La Escuadra del Tajo, como se
llamó a esta colección de barcas, se componía de cinco falúas y dieciséis
botes, uno de ellos con forma de ciervo y otro de pavo real.
Durante el reinado de Fernando VI y Bárbara de Braganza,
navegar en falúa se convirtió en la actividad preferida de la reina. Se
construyó una falúa real, una falúa de respeto, ligera y decorada con dorados,
que navegaban siempre juntas y a menudo iban seguidas por una pequeña fragata
llamada de Santa Bárbara y San Fernando que imitaba a los grandes navíos de
guerra. En ella iban las damas de la reina y quince músicos. Salían a media
tarde del embarcadero y llegaban hasta el puente de la Reina regresando a las
nueve. Merendaban, cantaban, hacían salvas con los cañoncitos de bronce y
pescaban. Muerta Bárbara de Braganza en 1758, y enloquecido por ello el rey,
que la siguió en unos meses a la tumba, la Escuadra del Tajo no volvió a
navegar.
La
caza y la pesca
La abundancia de caza era uno de los principales atractivos
que el Real Sitio de Aranjuez tuvo para los monarcas, aficionados todos ellos a
la práctica de esta actividad. Desde la época de Felipe V son abundantes los
testimonios que nos cuentan cómo los ciervos se acercan a las puertas de las
casas, como si de animales domésticos se tratara.
Charles Rouvray, duque de Saint Simon, en sus narraciones
sobre el viaje que realiza en España a la Corte de Felipe V, nos cuenta su
asombro cuando, en Aranjuez, vio cómo un criado, subido sobre una especie de
vela de madera con una puerta, se puso a silbar y al momento «la pequeña plaza
se llenó de jabalíes y de jabalinas de todos los tamaños entre los que había
varios muy grandes y de un grosor extraordinario. Ese criado les arrojó mucho
grano en distintas ocasiones, que esos animales comieron con gran voracidad, a
menudo gruñendo, y los más fuertes se hacían ceder el sitio por los otros, y
los jabalíes más jóvenes, retirados a los bordes, no osaban aproximarse hasta
que los más grandes se hubieran hartado».
Esta cercanía de las bestias, que asombra y divierte al
francés, no es sino la permanencia de una costumbre de los Austrias que se mostró
también en el palacio del Buen Retiro, donde la Casa de Fieras estaba muy
cercana al palacio. Aranjuez no se privó tampoco de su Casa de Fieras, por
llamarse así el lugar donde vivían animales traídos de países exóticos. De su
existencia, el mismo Saint Simon nos da noticia, aunque esta vez no está junto
a la casa real, sino a orillas del Mar de Ontígola, ni tampoco encierra en
jaulas a sus inquilinos. A Saint Simon le llamaron la atención los camellos y
los búfalos, pero también había cebras, guanacos y un elefante, todos sueltos,
sin miedo a que se escaparan de aquella especie de oasis donde vivían
felizmente, porque fuera del vergel estaban las arenas áridas -y con un alto
grado de salinidad- de las colinas.
Joseph Baretti, que vino a visitarnos ya en el reinado de
Carlos III, repite más o menos estas mismas anécdotas. Dice que en España los
jabalíes no son tan salvajes como en el resto del mundo, que se han habituado a
las gentes y que acuden a determinadas horas a lugares concretos respondiendo a
la llamada de sus cuidadores. Cree necesaria esta explicación a la hora de
contar cómo, en los plantíos de los árboles pequeños que había entre las
grandes avenidas de árboles gigantes, paseaban en libertad «ciervos y jabalíes,
junto con innumerables liebres, conejos, faisanes, perdices y numerosas
especies de pájaros»
De esas «numerosas especies de pájaros» que Baretti no entra
a describir, nos ilustra John Talbot Dillon, el cual, tras el viaje que realizó
a Aranjuez en 1778 aseguró que a últimos de abril se oían los trinos del cuco y
el ruiseñor, y que él vio abejarucos, oropéndolas, y uno al que llamaban pito,
que era morado y del tamaño de un cuco.
Este mismo afán de los reyes por la caza y por la propia
presencia de los animales en libertad, favoreció la cría de otros animales, y
así en los sotos se encontraban piaras de yeguas para la cría de caballos de
montar, y, según asegura Ponz también <yeguas de raza napolitana para
caballos de coches; en la Casa de las Vacas y sus cercanías, (además de otras
dos castas de yeguas normandas y suizas para caballos de coches) gran número de
vacas de varios colores: unas originarias del país; otras de raza holandesa y
otras de Suiza».
Felipe V e Isabel de Farnesio solían salir a cazar a caballo
diariamente, después de haber despachado los asuntos de estado y no volvían
hasta que se ponía el sol. Igual hacían por su parte el Príncipe de Asturias y
sus hermanos pequeños. En el centro del mar de Ontígola, ya en época de los
Austrias, se había levantado un pabellón de caza para que Felipe IV pudiera
disparar a los animales que se acercaban a la orilla hostigados por los
monteros. Y si bien en la época de los Borbones el lago ya no se utilizaba sino
para los paseos en las góndolas pequeñas, esta costumbre de cazar desde el agua
la adoptó también la nueva dinastía de los Borbones que, a menudo, en los
paseos sobre el Tajo en las barcas reales, disparaban también a la orilla,
donde los perros y los criados habían acorralado a los bichos. Y en el mismo
Ontígola, aquella especie de laguna o embalse cerca del cual se encontraba el
cementerio en que se enterraba a los que morían durante su estancia en el Real
Sitio, se celebraban también corridas acuáticas enfrentándose los cortesanos a
los toros desde las barcas.
Igualmente, la pesca se disfrutaba apaciblemente desde las
propias naves pequeñas del lago, para lo que se mantenía permanentemente una
abigarrada población de peces en sus aguas. También se pescaba desde las
galerías del Tajo, que eran unos pequeños entrantes en el río, construidas ya
en época de Felipe III y que procuraban espacios cómodos y agradables, no sólo
para pescar, sino simplemente para descansar viendo el correr del agua.
Juegos
El lugar de Aranjuez también invitaba a cierto tipo de
entretenimientos; por ejemplo, las abundantes yeguadas de diferentes razas que
ya hemos mencionado que había allí, sugerían las pruebas de competición entre
ellas. Así, durante mucho tiempo los caballos corrieron velozmente por la calle
de la Reina, que era el espacio idóneo para ello, bajo la mirada complaciente
de los reyes, sus dueños, y animados por los gritos de los asistentes que
apostaban sobre sus preferidos.
Después, Carlos IV, siendo aún príncipe de Asturias,
sustituyó las carreras de caballos por el juego de las Parejas. Una especie de
baile a caballo en el que cuarenta y ocho caballeros iban divididos en cuatro
filas, cada una de las cuales encabezaba uno de los hijos del rey. Vestían
atractivos trajes de diferentes colores, rojos azules, amarillos y verdes,
evocadores de un pasado glorioso, y desfilaban disciplinadamente cruzándose y
entrecruzándose indefinidamente entre ellos, en una especie de mezcla entre
torneo, baile y desfile militar.
También bajo Carlos IV se practicaba un juego que complacía
mucho al rey, que era tirar cañonazos desde la Huerta de Valencia, donde su
padre había mimado tanto siempre sus plantaciones de viñedos, turbando la
tranquilidad de los cortesanos. Esta pasión del rey por la artillería, hizo
también que imaginara el Tajo como un magnífico escenario para batallas
navales; y los cultos paseos en falúa que había dado su tío-abuelo Fernando VI,
se convirtieron para él en ejercicios de guerra. En el jardín del Príncipe
había mandado construir un embarcadero a modo de puerto de mar fortificado con
murallas, baluartes, baterías y cañones de varios calibres, donde atracaban una
fragata de dieciséis cañones, otra de diez, una falúa grande de dieciséis
remos, un jabeque, un caique de Constantinopla, una lancha y un bote chico.
Para manejar todo ello había marineros, artilleros, contramaestres, etc.
NATURALEZA
«Si aquí se hubiesen empleado las inmensas, sumas que se han
gastado en San Ildefonso, se habría hecho el más bello lugar del universo» Esta
frase la escribió Delaporte al llegar a Aranjuez en 1755. No necesitó escribir
más sobre el lugar que acababa de visitar. Viniendo de un francés era más que
suficiente. El abad Delaporte había retratado el Sitio Real sin entrar en
descripción alguna.
No había muchos lugares en España, ni en Europa, donde la
naturaleza se hubiera confabulado como en la pequeña llanura de Aranjuez, para
crear el más fértil oasis real que todo monarca barroco soñara. Los grandes
edificios podían construirse con el esfuerzo del hombre. Ahí estaba el
Monasterio de El Escorial, foco de atención aun en el siglo XVIII para
identificar a la monarquía española desde fuera de nuestras fronteras; pero
nuestra monarquía borbónica estaba ya muy lejos de la imagen sobria de los
Habsburgo. El palacio borbónico, desde el despotismo ilustrado de sus
mandatarios no desea cerrarse sobre sí mismo como un fortín inaccesible, su
fuerza está en su poder de expansión. Aspira a dominar, no sólo el espacio
construido, sino el espacio circundante. Por eso es tan importante el jardín, y
el jardín necesita de manos expertas y cualificadas, capaces de llevar a la
realidad el sueño de sus soberanos, pero sobre todo necesita de la complicidad
de la naturaleza. Un clima amable, un agua vivificadora, un universo de
pequeños animales que den vida a los rincones más apartados del bosque.
Aranjuez contaba con todo ello. Y si bien estos lugares tan apetecidos y
valorados merecían por su belleza ese adjetivo de encantadores, tan usado en el
lenguaje de los siglos XVIII y XIX para expresar la delicadeza llevada al
límite, podían llegar a transformarse también en sutiles instrumentos de poder
porque pertenecían al rey y sólo al rey y porque fuera de sus límites reinaba
el más árido de los parajes.
Hasta tal punto esto era percibido por los ilustrados que
algunos no pudieron controlar la rabia y la impotencia que les producía ver uno
de los más fértiles valles, como el de Aranjuez, desperdiciado en complacer los
caprichos de una monarquía que privaba con ello a sus súbditos de una riqueza
natural. Las ideas de la Revolución Francesa, que habían prendido también en
nuestros ilustrados, son las que hacen imaginar al Conde de Cabarrús, en 1795,
cómo serían aquellas colinas desnudas, áridas y quemadas por el sol que
rodeaban lo que él calificaba como «el valle más delicioso», si hubieran podido
estar llenas de viñas, de olivos y de casas. Piensa el Conde de Cabarrús en
tres mil colonos que, ocupando sus cortijos, hicieran llegar la población hasta
Toledo, y en medio, el gran Cortijo Real que sería la escuela que pusiera en
práctica teorías útiles para sacar el máximo partido del cultivo. Bellas
ambiciones que no obtuvieron nunca el respaldo de los soberanos porque ellos no
renunciaron a poseer aquel lugar privilegiado, nacido del encuentro de dos
ríos: el Tajo y el Jarama, y de una pequeña isla que se había formado abriendo
un canal de comunicación entrambos.
Cuando nos llegan noticias sobre los Sitios Reales en el
siglo XVIII, siempre nos hablan de la inmensa mole construida en El Escorial;
cuando se trata de Aranjuez, lo que más interesa al visitante es su
impresionante fertilidad. No hay duda de que en ello influye la estación en la
que la Corte viaja a Aranjuez: la primavera, desde principios de abril hasta el
día de San Juan, cuando la vegetación que alimenta la rica vega de los ríos es
más exuberante, y cuando la naturaleza es pródiga en la reproducción de todos
aquellos habitantes del bosque que encandilaban tanto los ojos de los que allí
llegaban. Los ciervos, amaneciendo junto a las puertas de las casas, los
jabalíes paseando peligrosamente a veces por sus calles, y, sobre todo, los
cientos de aves que hacían con facilidad sus nidos en la fronda de los
incontables árboles.
Caminos
arbolados
El Sitio, en efecto, sorprendía por su abundantísimo
arbolado. A veces ejemplares centenarios que hablaban de un pasado lejanísimo
en la historia del valle; otras veces hileras de árboles jóvenes que, como en
un vivero, esperaban la edad del trasplante. Y en cierta medida así era, puesto
que anualmente se contaban por cientos los árboles de todo tipo,
fundamentalmente frutales, que salían para los jardines de la Granja de San
Ildefonso y de Robledo para atender la petición de los jardineros. Especies
delicadas que a duras penas resistían en el clima duro de la sierra norte más
de una temporada. Los que aquí quedaban crecían con impresionante velocidad,
teniendo muchas veces las raíces dentro de las acequias. Árboles que, a menudo
en filas de a tres, flanqueaban los largos caminos de más de cinco kilómetros y
que eran la admiración de propios y extraños.
El más hermoso de todos era el llamado calle de la Reina,
columna vertebral de Aranjuez que cruzaba el Tajo dos veces antes de perderse
en la espesura. Olmos gigantescos, chopos, fresnos, tilos, robles, moreras. De
ellos nos hablan los que llegan hasta el Real Sitio después de haber recorrido
el áspero camino que les lleva desde la Corte de Madrid a este inesperado
reducto, regalo de la naturaleza. Sorprendía aquella hermosa placidez del lecho
del río que giraba en un estrecho recodo, aunque no tanto como para que no
fuera obligado montar un ingenioso puente de barcas para poderlo cruzar;
artilugio de extrema perfección que, a veces engañaba a los ojos haciéndoles
ver en él una fija estructura de fábrica para sorprenderles luego con su
habilidoso despliegue nocturno. En efecto, en algunas ocasiones, aquellas
barcazas deshacían el rígido machihembrado que las mantenía firmes de ribera a
ribera y formaban en disciplinada y perfecta cuadrícula, iluminando con sus
teas encendidas el espejo frío de las aguas para admiración y disfrute de los
cortesanos. Ubicado en un lugar estratégico, entre la Huerta de Pico Tajo y el
jardín de la isla, el camino que le atravesaba conducía directamente al
Palacio.
No fue menor la admiración que suscitó también el puente de
piedra construido sobre el Jarama en 1761 por Marcos de Vierna. Suponía
trescientos metros de obra en piedra de Colmenar, cuya blancura hacía que la
vista la confundiera con el propio mármol. Los ingenieros de Carlos III
construyeron veinticinco arcos sobre el lecho del río, previniendo las
crecidas. Era solemne, largo y aplastado sobre el propio río, de manera que la
larga veintena de ojos con los que salvaba el ancho vado consiguieron
encastrarse en el paisaje con singular empaque, dando fe, tanto del mucho
interés de los soberanos por mejorar el Real Sitio, cuanto por la sumisión de
nuevo, de los elementos de la arquitectura al verdadero protagonista del lugar:
el agua, que, como decía Maurice Margarot en 1771, era el alma de la belleza
que allí se veía.
Al puente de piedra se llegaba directamente desde el camino
de Madrid. Después de bajar la pendiente pronunciada por donde el camino se
revolvía una y otra vez, se enfilaba un tramo recto que, a lo largo de cinco o
seis kilómetros, acompañaba al viajero hasta el mismo puente. Era un paseo
embellecido por tres filas de árboles, olmos, fresnos y álamos, que remataba en
esta impresionante estructura de piedra que era el puente, lo suficientemente
amplia como para mantener sendas aceras al lado de la calzada. Dos leones de
piedra, en sus extremos, sujetaban cada uno de ellos una concha con la fecha
grabada y el nombre del rey y del arquitecto.
Si el acceso desde Madrid impresionaba por su grandeza, no
le iban a la zaga aquellos otros caminos que, hacia Toledo o enlazando con
otras localidades cercanas, se fueron construyendo. En 1776, Antonio Ponz llegó
en abril a la Corte de Aranjuez y quedó impresionado por la fertilidad de un
cercado que, aprovechando el agua sobrante de Aranjuez, el rey había mandado sembrar.
Desde allí se había trazado una calle en línea recta hasta la fachada del
palacio, de más de cinco kilómetros de largo, la calle de Toledo. Ponz, a la
vista de aquella sensación de abundancia que los nuevos planteles daban, no
pudo por menos que lamentar también que no se repoblaran los cerros
circundantes con encinas como las que aún quedaban aisladamente. Así, pensaba,
podrían dignificarse los alrededores de lo que él llamaba, «el sitio más
frondoso del mundo».
Jardines
Hay que entender el esfuerzo que se había hecho en los
caminos de penetración al Real Sitio, sobre todo en el ya descrito Camino Real
de Madrid, que había hecho afirmar a Bourgoing, secretario de la embajada
francesa: «El camino de Madrid a Aranjuez es uno de los más hermosos y mejor
conservados de Europa ... » Y si esto había sido así, ¿qué celo no se habría
puesto en organizar los jardines del palacio?
No había sido fácil. El Sitio, planificado por los
jardineros de los monarcas de la Casa de los Austria, Felipe II y Felipe III, estaba
ideado respondiendo a las preferencias flamencas. Un jardín más paisajista que
geométrico, donde los caminos se cruzaban de una manera que a los Borbones les
había parecido anárquica y descontrolada; y precisamente controlar la
naturaleza era una de las metas de la jardinería francesa, convertir el jardín
en un salón más de palacio, en el más importante. Esa fue la meta de Esteban
Boutelou, el jardinero francés que estuvo sesenta años al servicio de los
Borbones y cuyos hijos estudiarían después el arte de la jardinería en Francia
e Inglaterra para ponerlo al servicio de los reyes españoles; de manera que
arquitectos y jardineros, año tras año y reinado tras reinado, fueron
remodelando los extensísimos, inacabables, jardines de Aranjuez.
A pesar de que los franceses consideraron a su llegada que
el ajardinamiento de Aranjuez era de pésimo gusto y que sólo la naturaleza
había puesto de su parte en el bello entorno del palacio viejo de Felipe II, lo
cierto es que las noticias que tenemos del estado de conservación del antiguo
jardín son halagüeñas; y eso a pesar del deterioro que presumiblemente debió de
sufrir cuando en 1706 estableciera el Marqués de las Minas su gobierno y sus
tropas, en plena guerra de Sucesión.
Álvarez de Colmenar, en 1707, nos cuenta que el jardín
trazado por Herrera Barnuevo entre 1660 y 1690 estaba muy bien conservado,
habla de sus paseos, grutas, fuentes, parterres, cenadores... y considera que
sus maravillas convierten al palacio en un verdadero lugar encantado. Describe
las fuentes y queda maravillado ante la de los Amores, a cuyo vaso lanzan el
agua cuatro enormes árboles desde lo alto de sus copas; y le impresiona la
gruta mandada hacer por Felipe III un siglo antes, a la que se asoman dragones
por encima de los cuales una bandada de pájaros comenzaba a gorjear antes de
que se iniciaran los juegos de agua. Sus trinos se oían al mismo tiempo que los
órganos y trompetas que sonaban también en el lugar. Todo ello por no mencionar
la multitud de pequeños estanques poblados de cisnes que se encontraban por
doquier.
El duque de Saint Simon recuerda también los caprichos
vistos en el jardín de la Isla. Los pájaros falsos colgados de los árboles
dejan caer el agua sobre el incauto paseante que se detiene a ver las estatuas,
y las fauces de los leones los empapan de repente. Lo critica y considera que
frente a la nobleza del jardín francés y el arte excepcional de Le Notre, estos
jardines de gusto flamenco no son más que «pequeñeces y niñerías». Y es que no
cabe duda de que todas estas cosas, por muy sorprendentes que fueran, no
estaban dentro del esquema borbónico, cuya dinastía se empeñó en llevar aquella
caprichosa naturaleza semicontrolada al estado de perfecta racionalidad y
simetría.
El resultado fue más que aceptable. Inmensas avenidas
adornadas con estatuas; también con incontables fuentes y surtidores, cascadas
y grutas, pero remodeladas de tal forma que crearon un universo extremadamente
placentero que no parecía tener rival. A partir de entonces nadie dudó en
considerar los jardines de Aranjuez como los más hermosos de su tiempo.
Los más importantes cambios se hicieron en el jardín de la
Isla y en el del Príncipe por orden de Carlos IV antes de ser rey. Las reformas
realizadas en ambos fueron profundas y muy estudiadas por el propio Príncipe de
Asturias porque el deterioro al que se había llegado era muy grande. Ya en 1776
Henry Swinburne hacía alusión al abandono en que estaba sumida esta zona del
Real Sitio, lamentando la pérdida de lo que debió de ser en su día una cuidada
labor de jardinería. «Es éste un lugar paradisíaco, atravesado por paseos y
prados circulares que en su origen debieron de ser muy regulares y rígidos en
su estado primitivo, pero la naturaleza, después de un siglo ha arruinado la
regularidad del arte; los árboles han crecido más allá del límite que se les
marcó y han destrozado los linderos.»
Huertas
Llegando desde Madrid se atravesaba una plaza redonda
llamada de Las Doce Calles, de las cuales una llevaba hasta la entrada de Las
Huertas que era el terreno dedicado por excelencia a los cultivos más delicados
y donde la fertilidad del valle se ponía más en evidencia. En esa zona era
donde, desde época de Felipe II se encontraba también la famosa Huerta de
Picotajo, situada en la confluencia del Tajo y el Jarama, y que estaba dividida
geométricamente con calles que salían radialmente desde plazuelas circulares.
Había otra zona de cultivos, también muy florecientes, en el
llamado Campo Flamenco por el que atravesaba el camino que llevaba a Toledo y
que constaba de doscientas fanegas de tierra, repartidas en cuadros y formando
líneas con cerca de seis mil árboles frutales.
El Cortijo, o mejor dicho los Cortijos, pues eran dos los
que tenía el rey, eran, sin duda, la explotación agraria preferida de Carlos
III y en ellos hizo plantar cepas de varios lugares del reino. Aseguran que
contaba con más de ciento sesenta mil cepas repartidas en cuadros en los que,
grabado en la piedra, podía verse el nombre de cada especie.
La Huerta de Valencia se dedicaba a experimentar con los
cultivos mediterráneos y además alojaba en su vallado campos de lino, praderas
artificiales, viñedos y moreras para la cría del gusano de seda que también
tenía un lugar en las construcciones allí levantadas a tal fin. Pero
posiblemente, lo más exótico que se experimentó en las huertas del
rey fue el cultivo de la piña tropical, nunca intentado en España hasta
entonces.
Especies
vegetales
El interés de los reyes por la jardinería no era ajeno a su
propio interés por el conocimiento de la botánica, sobre todo en la persona de
Carlos III, a quien la botánica interesó desde niño, como nos muestra el cuadro
de Ranc cuando le pinta clasificando plantas a corta edad. Pero son muy pocas
las veces en que nuestros informadores dieciochescos se paran a hablar de las
especies vegetales que allí se cultivan; sí que nos hablan de los árboles, al
menos de los de mayor envergadura, y así sabemos que eran numerosos los olmos,
álamos, fresnos, tilos y robles, que es a las especies que más se refieren por
ser las que flanquean los caminos ajardinados. También los tilos, en prieto
emparrado, se acercaban al Cenador y los sauces llorones y sicomoros se
asomaban a los estanques.
Después sólo mencionan que, en los bosquecillos y huertas
entre las avenidas, los árboles eran de pequeño porte, sin entrar en más.
Entendemos que la mayoría de aquellos serían frutales porque se menciona la
abundancia de albaricoques y otras frutas muy preciadas por su bondad. Y
probablemente no estaría ausente el almendro, que se plantaba en los cercados
desde época de Felipe II, aunque no hay mención de que existieran en gran
abundancia, como ocurre en cambio con otros ejemplares.
Sabemos que se cultivaban naranjas y limones, más por su
belleza que por el fruto en sí, y luego que, al otro lado del puente de cinco
ojos, frente al Terrao, que era una pradera de planta casi circular, se veía un
cercado de árboles frutales. También junto a la misma pradera fresca del Terrao
se habían plantado naranjos entremezclados con flores exóticas, cuya belleza,
decía Baretti, era inenarrable.
De las flores nos hablan menos aún. Los diversos parterres
estaban ordenados por medio de setos de mirto que adoptaban figuras diversas,
como flores de lis, aludiendo a la dinastía borbónica. Sabemos que el parterre
que da acceso al palacio estaba dividido en varias zonas por medio de setos de
boj y mirto que encerraban «una inmensa variedad de las más hermosas flores
americanas y europeas», según Joseph Baretti. También a él le debemos la
noticia de que, en torno a la Fuente de la Espina o de las Arpías, había cuatro
cercados de frutales con naranjos y limoneros, y que no lejos observó un Lyron
al que describe como «un enorme árbol indio... Su tronco parece estar compuesto
por media docena de tallos y no creo que su circunferencia sea menor que cuatro
brazas».
Talbot Dillon, en 1779, nos habla de la abundancia del que
él llama Árbol de Judas y que en España se llama Árbol del Amor, haciéndonos
notar la belleza que confiere esta planta al Sitio de Aranjuez en los inicios
de la primavera, cuando la copa del árbol se convierte en una flor gigantesca,
sin una sola hoja verde. Y Towsend, en 1786, después de hablarnos de la bondad
de las viñas de los cortijos del rey, y de la abundancia de olivos (especies
ambas que Carlos III mandó plantar en las colinas para borrar el aspecto de
aridez que el paisaje tenía fuera de sus límites) menciona la existencia por
doquier del tamarindo, que crecía en la arena, a las orillas del río.
Un curioso impertinente - como llama Ian Robertson en su libro
a estos viajeros ingleses-, tan curioso y tan impertinente como Joseph Baretti
que, a pesar de su puesto como secretario de asuntos extranjeros de la Academia
de Arquitectura, Escultura y Pintura de Londres, presta atención a cuanto a sus
ojos extraña, es una bendición para nuestro deseo de evocar un pasado tan
frágil como el de un jardín. Así, su relato sobre las setas es muy singular.
Dice que encontró la casa del jardinero. «Un edificio precioso, con una
agradable pradera enfrente, oscurecida por los más altos y frondosos árboles
que he visto en mi vida. Un arroyuelo que corre por un lado del prado produce
miles de setas que, según dicen, son muy buenas cuando brotan, aunque endurecen
si no se recogen pronto. El jardinero no quiso decirme cómo consigue obtener en
ese arroyo unas setas tan sorprendentes. Están unas junto a otras como un banco
de ostras. Sospecho que el final de la zanja ha sido construido artificialmente
con esas piedras que en Nápoles llaman Piedras de seta y que producen setas
cuando se riegan y les da el sol. »
Henry Swinburne menciona el llamado Jardín de la Primavera,
es decir, un espacio ajardinado, a uno de los lados de la calle de la Reina en
el que se había puesto especial atención en que los ejemplares fueran todos de
temprana floración. Lo califica como de un magnífico gusto y especialmente
agradable a los ojos, pero fugaz porque antes de que la Corte abandone el lugar
ya está agostado. En época de Carlos III ocupaba mil pasos y Carlos IV lo
amplió hasta el Tajo siguiendo la avenida arbolada.
Bourgoing también menciona cómo, en los lugares faltos de
cuidado, los rosales se han asilvestrado en las orillas del Tajo y cuelgan
sobre la corriente. Muchos rosales se plantaron también en el jardín del
Príncipe, y se reservaron cuadros completos para el cultivo de claveles. En
cuanto a los árboles se prefirieron los plátanos, chopos de Lombardía y acacias
en los paseos; y naranjos y limoneros para el jardincillo dedicado sólo a
frutas exquisitas.
En todos los prados se mezclaban árboles de diferentes
especies, como los cipreses de Levante, cedros del Líbano, cedros encarnados de
Virginia, pinos y árboles del amor. También sabemos que para que trepasen por
los troncos de los árboles más fuertes, se aporcaron sarmientos que formaban
emparrados y también hiedras que, a veces, crecían hasta las copas de los
árboles y los sobrepasaban; y en torno a los troncos más jóvenes se plantaron
enredaderas menos agresivas, como la madreselva y la pasionaria. No obstante
son muy pocos los ejemplares de flor que, como éstos, son mencionados porque no
son conocidos por los visitantes, ya que la mayoría provenían de América,
aunque también los había de todos los rincones de Europa.
LA VILLA DE ARANJUEZ
Orígenes
La villa de Aranjuez comenzó a perfilarse en su trazado
actual bajo el reinado de Fernando VI, que fue quien ordenó trazar el plano de
una nueva población. Sobre ese plano es sobre el que ha seguido desarrollándose
a lo largo de los años. Es cierto que desde el siglo XVI ya se mandaron construir
junto al palacio varias casas para poder alojar a los criados, pero aquellas
viviendas quedaban cerradas cuando los reyes dejaban Aranjuez. Muchas de ellas
estaban construidas a modo de cabañas y eran sótanos semienterrados; una
anécdota contaba, a este respecto, que uno de los coches había atravesado el
techo del comedor de la casa del Nuncio. Así que su aspecto no debía de ser
demasiado atractivo.
El relato que hace Madame d'Aulnoy, que visitó nuestro país
entre 1678 y 1681, de las impresiones de su visita a Aranjuez, contrapone la
belleza del paraje a las posadas, que califica de inmundas, y a las escasas
viviendas que hay junto al palacio del rey. Antonio Ponz, más expresivo, afirma
sin paliativos que Aranjuez antes de la remodelación de 1750 había sido <un
desordenado conjunto de casas mal situadas y mal construidas y de infelices
chozas de tierra en que se alojaban los grandes señores con indecible
incomodidad, todo interpolado con zanjas, basureros y aguas detenidas». Pero lo
cierto es que si no hubo, hasta la orden de Fernando VI, otras viviendas que
aquéllas, fue porque en el siglo XVI, Felipe II había prohibido que se pudiera
vivir en Aranjuez; mandato que se ratificó en el siglo XVII, bajo el reinado de
Felipe III en 1617 y también a comienzos del siglo XVIII, en 1722, por Felipe V
De aquellas casuchas no quedó más que el recuerdo de los que
las conocieron, porque todo fue arrasado para allanar el terreno que era muy
desigual. Cuando en 1750 Fernando VI encarga a Santiago Bonavía el trazado de
una ciudad que se tendiera junto al palacio, el italiano presentó una planta
sencilla y reticular que, una vez urbanizada, fue llenándose desde el principio
de una serie de edificios a modo de una infraestructura de servicios para
abastecer a la nueva población. Una población flotante, pero numerosa y que
llegaba al mismo tiempo, siguiendo siempre a su majestad. Así tenemos noticias
de la calle de las Tahonas o de Postas, y de la calle del Almíbar, como
bautizaron a la que alojaba a los reposteros que fueron los primeros que
edificaron en ella. Eran los comerciantes y artesanos que viajaban siempre con
la Corte quienes primero se beneficiaron de la nueva licencia de construcción
en los terrenos que el rey cedía gratuitamente a quien quisiera edificar.
Después se fueron levantando casas que conformaron aquel
tejido urbano de amplias calles rectas y plazas anchas, algunas ajardinadas con
fuentes, hasta convertir el Real Sitio en un lugar muy alegre y luminoso.
Joseph Baretti nos cuenta que en 1760, cuando él visitó Aranjuez, todas las
casas eran nuevas, pintadas en color blanco y que las ventanas y contraventanas
eran verdes. A Richard Twiss, que vino doce años después, en 1772, le recordaba
a la ciudad de Postdam, cerca de Berlín. Eran casas de un solo piso con buhardilla
y su alquiler era elevadísimo.
Tenemos también noticia de un gran mercado cubierto junto a
la iglesia de San Antonio que estaba formado por varios edificios, y sostenido
por pilastras cuadradas. En él se exponían productos de todas clases, poco comunes
en otros lugares.
El palacio, por ser anterior en su construcción al caserío y
por atender a la perspectiva del río, daba la espalda a la nueva villa que se
acoplaba a la trasera del palacio. Desde la casa de Oficios, construida por
Felipe II, hasta los tres grandes paseos arbolados en tridente de las Infantas,
el Príncipe y la Reina, entre cuyas amplias perspectivas se construirían las
casas de la nobleza, se extiende la retícula de Aranjuez. Primero, siguiendo
los planos de Santiago Bonavía de 1750, después, incorporando el ensanche
proyectado y realizado, ya bajo el reinado de Carlos III, por el sucesor de
Bonavía en el cargo de arquitecto real, Jaime Marquet.
Bonavía intentó dulcificar la flagrante disociación entre el
palacio y el pueblo trazando la gran plaza de San Antonio y uniendo a su
través, con una larga arquería, la arisca arquitectura de la Casa de Oficios
con el parterre, con la Casa del Infante y con la iglesia de San Antonio, tras
los que ya se iniciaba todo el entramado de la red viaria. Centró la plaza con
la construcción, en el lado sur, de la nueva Iglesia de San Antonio que tenía
la doble función de presidir el espacio excesivamente amplio de la plaza por
una parte, y por otra, el de atender a la demanda de los cortesanos que deseaban
un nuevo templo para poder cumplir con el mandamiento de la misa, ya que la
capilla de palacio era demasiado pequeña. Ambas circunstancias propiciaron este
escenográfico espacio barroco, que da la medida de la profesionalidad de su
autor cuanto del empeño del rey en realizar una obra de mérito en la
remodelación de su Real Sitio.
Monumentos
Además del propio Palacio, de la Casa de Oficios y de
Caballeros, el Real Sitio, desde el momento mismo de su nacimiento como villa,
estuvo concebido como un espacio noble donde tuvieran cabida edificios de digna
construcción. A ello estuvieron dedicados todos los esfuerzos de Santiago
Bonavía como es evidente en los dos edificios religiosos que trazó para la
ciudad: la iglesia de San Antonio y la ermita de Alpagés.
El mayor mérito artístico recae, sin duda en la iglesia de
San Antonio. Diseñada, como el resto de la villa, a mediados del siglo XVIII.
El edificio atendía, como hemos dicho, tanto a la gran plaza a la que se
asomaba como a su propia función utilitaria. La planta estaba dominada por una
rotonda a la que se unía un cuerpo rectangular; el altar se ubicó en un espacio
elíptico formado entre ambos y de esta manera sirvió de elemento unificador. La
extraña planta respondía a la necesidad de separar el lugar donde se situaban
los frailes de la Orden de Nuestra Señora de la Esperanza de aquel otro que
estaba destinado a los fieles, que era la rotonda a la que se accedía desde la
plaza.
Con Carlos III el Real Sitio disfrutó de una serie de
mejoras, tanto en los trabajos de caminos y puentes como en edificios de
carácter público. Ya se ha hablado de la magnitud de la obra realizada sobre el
Tajo con la construcción del Puente Largo o de Piedra. Se hicieron también,
bajo la dirección de Sabatini, el convento de San Pascual Bailón, el Hospicio y
el Hospital de San Carlos Borromeo.
El convento de San Pascual Bailón pertenecía a los
religiosos descalzos de San Pedro de Alcántara y, siendo fundación real, era un
ejemplo de respeto a las normas de la Academia y a los decretos que el mismo
rey había promulgado para defensa de las artes. Sin utilizar la madera más que
en puertas y ventanas, como era lo deseable, hasta los retablos hubieron de ser
de mármoles y bronces. Presidía el altar un cuadro de Mengs e igualmente se distribuyeron
por el convento obras de Tiépolo, Maella y Francisco Bayeu.
El mismo palacio se vio transformado por las dos alas que el
rey mandó levantar a Sabatini y que formaron la plaza de armas. A estas obras
se uniría la casa de Infantes de Juan de Villanueva, el Teatro de Jaime Marquet
y las Caballerizas.
Algunos de estos edificios respondían al deseo de
experimentación unido al concepto de progreso de la época. Así se levantó la
fábrica de Lencería y Pintados, proyectada por el arquitecto del Real Sitio,
Manuel Serrano, en 1784, que estaba ubicada junto al convento de San Pascual.
Sería de destacar en estos años la construcción de la Plaza
de Toros, fiesta muy poco apreciada, y hasta denostada por la monarquía
reinante, pero que conoció unos años de apogeo bajo Carlos III. Ni él ni nadie
de la familia real acudía a los toros, no obstante mandó levantar esta plaza
para sus cortesanos. Cuenta Twiss que era de ladrillo con asientos de madera y
que la arena medía 168 pies de diámetro. Tenía un aforo de seis mil
espectadores y contaba con más de doscientos palcos.
Hechos
históricos
A principios del siglo XVIII, siendo todavía el Sitio de
Aranjuez solamente residencia real, fue escenario del asentamiento de las
tropas inglesas y portuguesas que, bajo el mando del Marqués de las Minas, se
habían apoderado de la Corte en 1706.
Sesenta años más tarde, en 1766, Aranjuez fue también
refugio, esta vez para el rey Carlos III, asustado por la inesperada y violenta
reacción del pueblo de Madrid contra su ministro Esquilache. Por lo demás son
habitualmente efemérides relacionadas con las propias personas reales que allí
residieron.
Nacimientos y muertes sobre todo. Allí nació la infanta
Carlota, hija de Carlos III; los infantes don Carlos y don Felipe, gemelos,
hijos de Carlos IV y hermanos del rey Fernando VII, así como el hermano pequeño
Francisco de Paula. Y allí murieron dos reinas: Isabel de Farnesio, mujer de
Felipe V y doña Bárbara de Braganza que tanto había disfrutado el Real Sitio.
Ya en el siglo XIX, el nombre de Aranjuez va unido a dos
hechos trascendentales para la historia, por una parte el Tratado de Aranjuez,
que Carlos IV ratificó en esta ciudad en enero de 1805 y que le comprometía a
una alianza con Napoleón para declarar la guerra a Inglaterra, y por otra el
famoso Motín de Aranjuez, ocurrido en marzo de 1808 que preludió la guerra de
la Independencia.
El Motín de Aranjuez acabó con Godoy, a quien se acusó de
querer secuestrar a la familia real, y forzó la abdicación de Carlos IV en su
hijo el príncipe de Asturias D. Fernando, que reinaría más tarde con el nombre
de Fernando VII. Los hechos tuvieron lugar en Aranjuez porque Godoy había
trasladado allí las tropas con la finalidad de ayudar a los reyes a huir a
Andalucía ante el avance de Napoleón.
Desde mediados del siglo XIX, Aranjuez obtuvo notables
mejoras, fue la primera ciudad española comunicada por ferrocarril con Madrid,
en 1851, en un primer tramo de lo que luego sería la línea férrea de
Madrid-Alicante. También a mediados de este siglo XIX se fundó la primera
Escuela de Agricultura del país.
ARANJUEZ, UNA INSTANTÁNEA ACTUAL
SOBRE
LA VIDA DE SUS GENTES
Pero Aranjuez no sólo es un lugar al que se acude para
visitar uno de los conjuntos palaciegos más hermosos de Europa. También es una
localidad en la que sus gentes trabajan con entusiasmo y dedicación para
encontrar el punto de unión entre el legado de un pasado monumental que les ha
proyectado universalmente y un futuro que exige la adaptación de todos los
agentes sociales del municipio a las nuevas formas de concebir el bienestar
social, el desarrollo económico, la cultura, las relaciones con otros pueblos y
la promoción del rico patrimonio histórico y medioambiental que tan bien ha
sabido conservar esta villa ribereña del Tajo.
Las siguientes páginas no pretenden otra cosa que llegar a
ser unas instantáneas «fotográficas» sobre el Aranjuez de hoy; unas sencillas
crónicas sobre el devenir de los últimos años de unos vecinos que aun teniendo
el privilegio de contar con un excepcional patrimonio histórico-artístico,
nunca han dado la espalda ni al resto de las localidades que constituyen la
Comarca de las Vegas del Sur de la Comunidad Autónoma de Madrid, con las que
tanto pasado y presente comparten, ni a la capital del reino que es Madrid, a
la que tanto deben y también agradecen.
LA
COMARCA DE LAS VEGAS
El municipio de Aranjuez forma parte de la denominada
Comarca de las Vegas, al sureste de la Comunidad de Madrid. También forman
parte de esta entidad administrativa (727,63 krn2) Belmonte de Tajo, Brea de
Tajo, Colmenar de Oreja, Estremera, Valdaracete, Villamanrique de Tajo y
Villarejo de Salvanes.
El recorrido por la Comarca pondrá en evidencia grandes
contrastes paisajísticos propios de páramos y vegas, lo que consecuentemente
desde hace siglos ha venido conformando una rica variedad de prácticas
agrícolas, componiendo un tapiz, en ocasiones continuo en otros alterno, de
amplias superficies de tierras de cultivo; unas veces de secano (cereales,
viñedos, olivos), otras de regadío (horticultura, frutales, sotos, almendras).
Con carácter general, podemos indicar que las bases económicas de la Comarca
son la agricultura de secano, los productos de huerta, la ganadería, la caza,
la extracción de piedra caliza y algunas pequeñas fábricas.
En cuanto al hábitat hay que señalar que la mayor parte de
la población de la Comarca reside en los núcleos principales de cada municipio;
sin embargo, este territorio cuenta con gran número de pequeños caseríos
de explotación agropecuaria irregularmente diseminados por las tierras más
fértiles de la vega.
CABECERA
DE COMARCA
No cabe duda que tanto el pasado, el presente como el futuro
del Real Sitio de Aranjuez están estrechamente vinculados a su privilegiada
ubicación geoestratégica: al norte de Castilla la Mancha, al sur de la
Comunidad de Madrid; antaño cabecera de comarca, hoy intentando volver a serlo.
Pero las gentes de Aranjuez saben que el poder de Madrid
(tan sólo a media hora) es difícil de superar salvo que se consoliden
férreamente las estructuras comerciales, las de hostelería y las de ocio,
apostando todas ellas, conjuntamente, por ofrecer productos que en calidad y
variedad sean lo suficientemente competitivas como para que los vecinos no
tengan que trasladarse a Madrid para adquirirlos.
En la misma línea ya se ha comenzado a actuar y se están
ejecutando obras de remodelación en el Mercado de Abastos, una iniciativa de
modernización de las instalaciones promovida por la propia Asociación de
Comerciantes y que ha contado con el apoyo institucional del Ayuntamiento.
Con el objetivo de convertir Aranjuez en centro de
referencia comarcal, desde hace varios años la Corporación Municipal, en
colaboración con las pequeñas y medianas empresas y con todas aquellas
entidades que en cada evento han querido participar, ha puesto en marcha
encuentros feriales y de muestras que poco a poco van consolidando el gran
interés que en las primeras ediciones de los mismos ya se intuía que podrían
tener. Así podemos resaltar, entre otros, la Muestra del Automóvil Usado y de
Ocasión, Pasarela Aranjuez, los Mercadillos de Artesanía, las jornadas
Gastronómicas y el Salón del Automóvil.
En este sentido, y por voluntad de otros veintidós
municipios de las comarcas de las vegas, se decidió hace pocos años constituir
la Asociación para el Desarrollo rural de los pueblos de las Vegas (ARACOVE).
El objetivo era desarrollar la Iniciativa Comunitaria LEADER 11 (objetivo 5 b
de la Unión Europea); el programa es un importante instrumento de intervención
socioeconómica que está permitiendo poner en marcha proyectos, cofinanciados
por la Unión Europea que, con subvenciones a fondo perdido contribuyen a
consolidar, a ampliar, o bien aportan alguna innovación, en el entramado
socioeconómico comarcal.
EL
MUNICIPIO DE ARANJUEZ
Aranjuez se encuentra a 47 kilómetros de Madrid. Por el
término municipal discurren dos de los más importantes ríos de la Comunidad de
Madrid: el Jarama, en su recorrido previo a su desembocadura en el Tajo, y el
propio río Tajo; ambos configuran a su paso por este municipio unos
excepcionales entornos naturales que desde hace décadas dotan a estas tierras
de unas posibilidades agrícolas, turísticas y deportivas de significada
importancia no sólo para Aranjuez y su Comarca sino también para el resto de la
región.
Desde tiempos de los Reyes Católicos el municipio ostenta la
denominación de Real Sitio; esto ha determinado que lo que hoy conocemos de
Aranjuez sea desde entonces el resultado de la concepción estética y
urbanística que en cada momento tuvieron los diferentes monarcas españoles que
sucesivamente decidieron reservar estos parajes como lugares de recreo y
retiro. Estas circunstancias histórico-culturales poco a poco han proporcionado
a la localidad una estructura y calidad urbanas caracterizadas por contar con una
variada y excelente propuesta recreativa en un entorno natural, adecuadamente
conservado desde hace siglos hasta nuestros días; y unas gentes (40.200 hab.)
acostumbradas por tradición a tratar con hospitalidad al visitante.
PARTICIPACIÓN
CIUDADANA
Poco a poco, y en aumento, las gentes de Aranjuez han ido
tomando conciencia de la importancia que tiene el participar en todos los
ámbitos de la vida del municipio- especialmente si lo que se desea es conseguir
un específico modelo de sociedad acorde con los valores y formas de entender
las relaciones humanas propias de los vecinos de este territorio.
Esta realidad socio-cultural se vive intensamente en la
localidad, y sus efectos han ido quedando reflejados en el día a día de las
páginas de la prensa local de los últimos años. Valgan algunos datos de
interés: en el municipio de Aranjuez hay registradas más de 150 entidades
colectivas, sus actividades se centran en los más variados aspectos de la vida
cotidiana local siendo el deporte, los eventos culturales de todo tipo y las
acciones en pro de la solidaridad y el desarrollo de los pueblos más deprimidos
del mundo los ámbitos objeto de interés de los vecinos.
Por otra parte, queremos destacar que el pueblo de Aranjuez
siempre ha respondido a las llamadas que desde múltiples instituciones públicas
y privadas se vienen haciendo en favor de los más desfavorecidos de cualquier
parte del mundo. Entre los compromisos adquiridos por la Corporación Municipal
para apoyar los programas de Cooperación al desarrollo en países del Tercer
Mundo hay que citar de manera relevante la consolidación de una partida
presupuestaria del 0,7, gestionada por el Consejo local de Cooperación al
desarrollo en colaboración con diversas Organizaciones no Gubernamentales. Esta
medida ha permitido la intervención directa en proyectos concretos en Zaire,
Argentina, Brasil, Guatemala, Nicaragua y Perú.
Además de éstas y de otras muchas acciones no mencionadas,
se aprecia un masivo y continuo seguimiento por parte de los vecinos de la
localidad de todos los actos culturales, que, promovidos por diferentes agentes
sociales, se vienen desarrollando en los múltiples espacios habilitados por la
Corporación Municipal para su celebración. Entre los múltiples tipos de
actividades socioculturales programadas citamos las exposiciones, cursos,
ciclos de cine, sesiones de teatro y poesía, jornadas, seminarios, congresos,
ferias, presentaciones de libros, conciertos y ciclos musicales; cerca de 1500
actividades programadas por las casi ciento cincuenta instituciones públicas y
privadas que han encontrado en Aranjuez un marco idóneo de acogida popular en
el que convocar y exponer sus trabajos, reflexiones y logros.
Entre los muchos mecanismos puestos en marcha desde la
administración local para fomentar dicha participación durante los últimos
años, destacaremos los siguientes el convenio de colaboración firmado entre el
Ayuntamiento y el Comité interpuso de empresas para la realización de
actividades con motivo de las fiestas patronales de Mayo y del Motín. Especialmente
participativas lo son también las fiestas populares de carnaval; el
Ayuntamiento convoca un concurso de comparsas con dos modalidades: adultos e
infantil. Los vecinos se encargan de dar vida al evento.
Por último, otro de los importantes acontecimientos que ya
han enraizado en la cultura participativa de la localidad es el Pleno
extraordinario municipal. Durante un día los escolares toman los papeles de los
políticos y por boca de sus representantes los más pequeños hacen oír a los
adultos sus inquietudes y las soluciones que, a su entender, tienen los
problemas que más afectan a sus colectivos escolares, sus barrios y a la ciudad
en general.
DESARROLLO SOCIO-ECONÓMICO
Formación
para el empleo
Tras varias décadas en las que las cifras del desempleo se
habían mantenido estables, se observa que en los últimos años este inmovilismo
ha comenzado a quebrarse. Una de las razones importantes de este hecho es que
la población en general ya es consciente de que la competitividad en el mundo
laboral pasa por estar en continuo proceso personal de actualización
profesional.
Ante esta realidad el Ayuntamiento de Aranjuez, como agente
dinamizador en pro del desarrollo, decidió hace tiempo establecer como línea
estratégica prioritaria el fomentar y coordinar todas las acciones que en el
campo de la formación para el empleo fueran posibles.
Entre las medidas más importantes ejecutadas en este sentido
hay que señalar la construcción, en colaboración con la Comunidad de Madrid,
del Centro de Nuevas Tecnologías; un área con aulas, despachos y espacios
múltiples a disposición de la formación y cualificación profesional, que
también acoge diversos servicios de las administraciones locales y autonómicas.
El Centro de Formación no Reglada diseña y coordina todas
las acciones formativas que en el ámbito de la cualificación profesional para
el empleo ofertan diversas instituciones en la localidad. Las instalaciones'
están reconocidas y homologadas como centro colaborador del INEM y del
Instituto Madrileño para la Formación (IMAF), con cuyas instituciones se
trabaja conjuntamente en la realización de cursos, tanto para personas
desempleadas como para aquellos trabajadores que necesiten someterse a un
proceso de reciclaje profesional.
Ante la exitosa experiencia acumulada en otros municipios
con los programas formativos «Escuela Taller» y «Casas de Oficios», el
Ayuntamiento de Aranjuez decidió poner en marcha, en colaboración con el INEM,
dos programas de larga duración basados en el principio pedagógico ya
generalizado de aprender «a trabajar trabajando». El método basa su eficiencia
en que los alumnos son los verdaderos protagonistas del proceso docente, la
gran ventaja añadida es que mientras los cursos se van desarrollando los
alumnos van comprobando que su esfuerzo en el aprendizaje queda reflejado en la
realización de obras de utilidad social que al final del proceso serán bien
reconocidas por ellos mismos y por toda su colectividad. En Aranjuez estos
programas recibieron el nombre de «Escuela Taller Casa de la Monta» y «Casa de
Oficios Recuperación de la Biodiversidad de Aranjuez» y están especialmente
diseñados para jóvenes menores de 25 años que deseen aprender algún oficio.
En el proyecto «Casa de la Monta» (de dos años de duración)
se impartieron especialidades de albañilería, carpintería, fontanería y
electricidad, asistieron como alumnos cuarenta chicas y chicos. El objetivo de
la intervención era, además de formativo, realizar obras de mantenimiento y
conservación en la Casa de la Monta, las caballerizas del siglo XVIII
destinadas a albergar la Real Yeguada en la finca Sotomayor.
Teniendo Aranjuez un patrimonio natural de tan relevante
trascendencia, se pensó que su conservación debía ponerse en manos de personal
adecuadamente cualificado; por ello también en el programa de La Casa de
Oficios «Recuperación de la biodiversidad de Aranjuez» el objetivo es doble:
formar profesionales capacitados para integrarse sociolaboralmente en tareas
relacionadas con el medioambiente, y que el proceso formativo repercutiera en
la mejora de ciertos espacios urbanos de relevante interés para la
colectividad; desde 1998 la intervención se está llevando a cabo en el jardín
Narváez y en el Tridente Occidental (Raso de la Estrella).
Por otro lado, la necesidad que el mundo empresarial tiene
de contar con personal laboral permanentemente preparado para la nuevas
exigencias que el mercado demanda ha llevado al Ayuntamiento a firmar un
convenio con la Asociación «Círculos de Empresarios de La Comarca de Aranjuez»;
su finalidad no es otra que la promoción profesional de los trabajadores de las
pequeñas y medianas empresas poniendo en marcha diversas acciones formativas.
Colectivos
desfavorecidos
Todas las Administraciones Públicas son conscientes de que
en el difícil camino de la inserción laboral ciertos colectivos de población
son más vulnerables que otros y por ello tienen más probabilidades de fracasar
en el intento. Seguidamente, citamos algunas de las medidas que el Ayuntamiento
ha tomado a favor de algunos de ellos.
Convenio con la Asociación de Padres y Tutores de
Deficientes Mentales. Se encargarán del mantenimiento de zonas verdes de
Aranjuez (más de 2 5 - 000 m) .
Exposición «El trabajo de la Mujer a través de la Historia»
(1997), estudio que incluye acciones concretas para su plena incorporación al
mercado de trabajo.
Convenio de colaboración con la Consejería de Sanidad y
Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma de Madrid para la integración
laboral de discapacitados; incluye la realización de un estudio para conocer el
colectivo con minusvalías y su situación sociolaboral, evaluar sus necesidades
fórmativas para el empleo y el análisis del entramado empresarial en relación
con la contratación de minusválidos con la pretensión de elaborar el «Catálogo
de Empresas Sensibles» con este tema.
Jóvenes preceptores del Ingreso Madrileño de integración
(1.998): el objetivo es lograr que en una primera fase reciban formación de
jardineros, actuando directamente en las zonas verdes de la localidad;
posteriormente, se espera poder afrontar la integración laboral de los
participantes.
URBANISMO
No será difícil para el lector considerar la enorme
complejidad que conlleva la planificación urbanística de una ciudad que cuenta
con algunos de los más relevantes monumentos del patrimonio histórico y
artístico del país. Edificios y espacios naturales cuyo uso y disfrute hay que
compatibilizar no sólo con su conservación sino también con el desarrollo
socioeconómico solicitado por una colectividad cada vez más participativa y
sensibilizada con estos temas.
Tras la revisión del Plan de Ordenación Urbana de 1996 se
consiguió sentar las bases que marcarían las líneas municipales de intervención
en el área de urbanismo e infraestructuras de la localidad. Pasamos a describir
las actuaciones más importantes realizadas desde la aprobación del citado Plan.
Debido a que gran parte del casco urbano del municipio forma
parte del conjunto histórico-artístico gestionado por Patrimonio Nacional, el
censo de viviendas del municipio había permanecido inmóvil durante décadas. Con
el nuevo Plan se pudo enajenar el antiguo campo de fútbol; esta intervención ha
permitido afrontar la construcción de cuatrocientas cincuenta viviendas de
protección oficial. Gracias al Plan, también ha sido posible empezar a afrontar
un programa de acondicionamiento y rehabilitación de las más de 2.000 viviendas
ubicadas en el casco histórico y que en 1994 se encontraban en lamentable
estado de conservación.
Durante los últimos años, en el marco del Plan Regional de
Inversión y Servicios de la Comunidad de Madrid (PRISMA), se han iniciado y
concluido muchas y variadas obras de acondicionamiento en el casco urbano de
Aranjuez. En lo que a acondicionamiento de vías públicas se refiere, citamos
las obras en las calles Florida, Morera-Foso, desdoblamiento del Paseo de
Deleite y calle de la Reina; además se han programado actuaciones de
rehabilitación y remodelación en algunos edificios singulares de la ciudad como
el Ayuntamiento, el antiguo Hospital de San Carlos o el Gran Teatro de
Aranjuez.
Otras actuaciones urbanísticas han tenido una repercusión
importante en la vida de los vecinos de Aranjuez al haber mejorado algunos de
los puntos más emblemáticos de la ciudad (Plaza de Rusiñol), ampliado la oferta
deportiva y educativa del municipio (Pabellón del Colegio San José de Calasanz,
el Polideportivo del Instituto Domenico Scarlatti, Auditorio del Instituto
Alpajés), o incorporado nuevas instalaciones inexistentes en la localidad
(parques infantiles en el Pozo de las Nieves y en la Glorieta del Primero de
Mayo, Centro de Tercera edad de las Aves, Parque de Educación vial o el Punto
Limpio). Muy recientemente, el Ayuntamiento ha adquirido dos edificios
pertenecientes anteriormente al Ministerio de Defensa: el Cuartel de Pavía, que
se convertirá en un Centro Universitario, y la antigua Comandancia, destinada
en un futuro próximo a convertirse en un hotel.
Y todo este esfuerzo, conjuntamente sostenido por el
Ayuntamiento y sus vecinos, ha sido grata y públicamente recompensado
recientemente. La ciudad de Aranjuez ha sido galardonada con el premio «Ciudad,
Urbanismo y Ecología» gracias al programa LIFE de la Comisión Europea, cuyo
desarrollo tiene lugar en el Real Sitio y Villa; el premio posee carácter
nacional y según el dictamen del jurado este proyecto fue elegido, entre otros
muchos, por la recuperación de la ciudad en relación con su entorno natural e
histórico, sobre la base de una red de paseos, arboledas y huertas.
En este bloque temático del texto queremos hacer especial
mención a la reciente aprobación del Plan de Señalización del Tráfico en el
entorno de los Centros Escolares de la ciudad. El proyecto ha comenzado ya a
desarrollarse con el aumento de todo tipo de señalización, advirtiendo más
claramente a los conductores sobre la existencia cercana de un colegio, lo que
les obliga a circular extremando las precauciones. Paralelamente al desarrollo
del Plan, se están realizando campañas de educación vial dirigidas a diferentes
sectores de la población.
INFRAESTRUCTURAS
Por su cercanía a Madrid miles de personas, diariamente,
hacen el trayecto de ida y vuelta entre la capital y el Real Sitio y Villa de
Aranjuez; debido a esta realidad cotidiana las sucesivas corporaciones
municipales siempre han intentado acercar Madrid a la localidad; una aproximación
«psicológica» que poco a poco va convirtiéndose en realidad. Para facilitar
estos traslados entre ambas localidades tan cercanas, en los últimos años se
han afrontado varios proyectos: desde el verano de 1997 RENFE ha aumentado la
frecuencia de los trenes de cercanías, los viajeros cuentan desde entonces con
un tren cada veinte minutos en las horas punta del día, y desde principios de
1998 con tres unidades que hacen el recorrido directamente sin paradas
intermedias. Además, los que emplean la red viaria ya cuentan con un tramo más
de iluminación de la antigua Nacional IV, desde la Cuesta de la Reina hasta el
Real Sitio. Se espera que con ambas medidas también los vecinos de Madrid
encuentren más cerca los encantos que ofrece esta ciudad ribereña del Tajo.
Otro importante proyecto que comienza a consolidarse es la
llegada del Gas Natural a la localidad, las consecuencias del convenio firmado
entre el Ayuntamiento y Gas Natural no se harán esperar: una nueva fuente de
energía más barata, menos contaminante y más cómoda puesta a disposición de los
vecinos y del entramado empresarial instalado en el municipio.
Áreas
industriales
Aunque en el primer tercio del siglo XX en Aranjuez se ubicó
un importante número de instalaciones fabriles apoyadas en la carretera de
Andalucía y el ferrocarril, este proceso no continuó como en otras áreas de
expansión de la Comunidad de Madrid. Es curioso observar cómo alguno de los
espacios destinados a uso industrial fueron ocupados, cada uno de ellos, tan
sólo por una empresa. En estos momentos la localización y el grado de
desarrollo de estas áreas son los siguientes:
Interior del casco urbano: ENOSA.
Eje antigua A-4 Carretera Aranjuez Toledo: RENFE, Robert
Bosch, FYSE y Azucarera.
Al este: AGFA, complejo urbanístico que incluye fábrica,
viviendas, jardines y espacios de ocio privado. El Montecillo (2990m2):
totalmente ocupado y consolidado, en él se mezclan viviendas, naves
industriales, comercio, una iglesia y un albergue de transeúntes.
Gonzalo Chacón (392.500 M2), de reciente y excelente
urbanización, promovido por SEPES y al sur del casco urbano.
Polígono del automóvil (200.000 M2) en la antigua A-4, a las
afueras del casco urbano; podemos decir que en él se da una cierta
especialización de servicios del automóvil.
Polígono Pirelli, en el interior del casco urbano, se espera
una próxima recalificación del mismo para destinarlo a uso residencial.
MEDIOAMBIENTE
Las crónicas históricas dejan constancia de la importancia
que tuvieron antaño las características medioambientales y paisajísticas del
lugar que hoy ocupa Aranjuez; ya en aquellos momentos los monarcas valoraron
especialmente la caza, la calidad de los productos hortofrutícolas y la
frescura de los sotos que pueblan las riberas del Tajo y del Tajuña. Pero lo
más importante de todo es que hoy, como hace siglos, podemos continuar
disfrutando de las bonanzas del lugar gracias a los esfuerzos de los vecinos
que ha ido teniendo Aranjuez.
Por ello, y siendo respetuosos con el legado recibido,
entidades públicas y privadas trabajan unidas para conservar y aprovechar las
riquezas de este patrimonio natural que es de todos y que hay que preservar
para generaciones venideras.
Muchas han sido las actuaciones que en este sentido se han
desarrollado en el municipio, además de los clásicos tratamientos de
conservación y mantenimiento efectuados en los parques y jardines de la ciudad.
Entre las más destacadas citaremos que se han recuperado los espacios de la
calle de la Reina y se han aprobado las ordenanzas municipales que regulan el
uso y disfrute de los espacios de alto valor ecológico.
Otras medidas municipales abanderadas por el Ayuntamiento en
los últimos años han sido: la construcción de una nueva planta de
pre-tratamiento de aguas residuales (1997); también se decidió que la ciudad de
Aranjuez fuera pionera en la ejecución del Plan de Gestión de Residuos Sólidos
Urbanos promovido por la Comunidad de Madrid (1998) y hoy los ochocientos
contenedores amarillos de aquel primer momento ya forman parte del paisaje
urbano de Aranjuez; en ellos, los vecinos depositan los envases de metal,
plástico y tetra brik de uso doméstico; además se han realizado campañas
masivas de distribución de bolsas de basura amarillas para la recogida
selectiva de los residuos 'domésticos.
Una de las iniciativas más relevantes puesta en marcha en
los últimos años en pro de la biodiversidad y la conservación medioambiental de
Aranjuez es el proyecto LIFE, que promovido por el Ayuntamiento de Aranjuez y
cofinanciado por la Comunidad Europea está siendo desarrollado entre la
Asociación de Agricultores LIFE y la Escuela Superior de Ingenieros Técnicos de
la Universidad Europea. La iniciativa tiene un doble objetivo: recuperar la
gran variedad de los tradicionales productos hortofrutícolas de los campos del
municipio generando un modelo de agricultura integral en el que, sin utilizar
fertilizantes contaminantes, se consoliden producciones sostenibles, y poner en
marcha unas redes de distribución comercial que faciliten al consumidor el
poder recibir en su domicilio el producto, sin conservantes y sin tratamientos
en menos de veinticuatro horas tras la recolección.
Al amparo de esta ambiciosa iniciativa en pro de la mejora
del patrimonio natural de Aranjuez y ante la necesidad de aglutinar intereses
por esta causa común para que el proyecto perdure más allá del programa europeo
se constituyó la Fundación Aranjuez Natural, en cuyo patronato están
representadas instituciones públicas y privadas de singular relevancia local:
Ilustrísimo Ayuntamiento de Aranjuez, Asociación de Agricultores LIFE,
Patrimonio Nacional, Confederación Hidrográfica del Tajo, RENFE y Caja de
Madrid.
Pero en Aranjuez las medidas tomadas en pro del
medioambiente no se quedan en grandes proyectos institucionales; desde hace
años se vienen programando otras muchas acciones que contribuyen a consolidar
la sensibilidad y hábitos de los vecinos en este ámbito de la concienciación
ciudadana.
En este sentido, se han montado exposiciones públicas y
actividades educativas para conocer la importancia que tiene Aranjuez en el
conjunto de la gran variedad paisajìstica de la C.A.M.; se han realizado
monográficos sobre los jardines y su relación con las obras mitológicas que
albergan; regularmente en Aranjuez, en colaboración con importantes instituciones
del país, se organizan cursos, seminarios y conferencias especializados en
temas medioambientales y su conservación (jornadas Nacionales de Medioambiente
y Urbanismo en ciudades históricas, Seminario de reflexión urbana «Aranjuez en
el territorio regional», jornadas de arboricultura urbana...).
Esta generalizada sensibilización por el patrimonio natural
que se da en la población de Aranjuez también ha quedado reflejada en los
últimos años en algunas publicaciones de alto interés científico como Ecología
de la ribera del río Tajo (1995), y Flora y vegetación del sur de la Comunidad
Autónoma de Madrid (1997).
Y como la conservación de estos espacios es cosa de todos y
ha de ejercerse pensando en el futuro y en la programación docente de los
centros escolares del municipio, sistemáticamente se incorporan multitud de
actividades para que los niños y jóvenes de Aranjuez conozcan en profundidad
las riquezas y singularidades de estos espacios naturales locales; además, se
realizan campañas en colaboración con la asociación de pescadores para limpiar
los márgenes del río, una nueva perspectiva docente que pretende consolidar los
hábitos de respeto hacia estos espacios de reconocida importancia local,
nacional e internacional. Apoyando esta misma línea de actuación con los
jóvenes y aprovechando que en Aranjuez todo se encuentra «a un paseo», el
Ayuntamiento de Aranjuez ha habilitado espacios de aparcamiento para bicicletas
en diversos puntos estratégicos de la ciudad como el jardín de Pavía, el
Polideportivo, el Estadio de fútbol, en la Plaza de la Constitución y en el
Centro Cultural Isabel de Farnesio.
Toda esta densa labor de sensibilización y participación
ciudadana en pro de la conservación del privilegiado medio natural en el que se
circunscribe Aranjuez, ha sido reconocida institucionalmente a nivel nacional
en el 11 Concurso «El Barrendero ecológico» que organiza la Federación de
Usuarios y Consumidores Independientes; habiendo quedado esta localidad entre
los finalistas, lo que le otorgó el honor de poder enarbolar la banderola verde
de distinción medioambiental.
EDUCACIÓN
Durante el curso escolar 97/98 se matricularon unos 4900
alumnos.
Se han venido realizando algunas iniciativas educativas que
promovidas conjuntamente por varias delegaciones municipales (Cultura y
Educación, Seguridad Ciudadana, Tráfico y Transportes) han tenido una
importante aceptación por parte de los chavales. Una de ellas tiene como
objetivo formar a los niños de 60 de Educación Primaria en Seguridad Vial. Con
la impartición de estos cursos se esperaba poder incidir en la disminución de
accidentes y en potenciar el acercamiento de la Policía a este colectivo local.
Otro interesante programa ha sido el de formación para
usuarios de Bibliotecas; en su desarrollo se emplearon juegos, cuentos, etc.,
para enseñar a los alumnos el manejo de fondos bibliotecarios; este programa
está destinado a la mayor parte de los niños y jóvenes escolarizados del
municipio.
Pero el proceso educativo no es algo estático, y al igual
que los niños y jóvenes evolucionan curso a curso, se hace necesario estar
continuamente innovando, modificando los diseños curriculares escolares
adaptándolos a los nuevos tiempos y necesidades de los alumnos, hay que
reflexionar sobre estos cambios y sus influencias. El Ayuntamiento de Aranjuez
ha facilitado en diversas ocasiones la realización de jornadas al respecto: las
LV jornadas Provinciales de medios audiovisuales e informáticas en la escuela
(1998), organizadas por el centro de Profesores y Recursos de Aranjuez, contaron
con la participación de 80 responsables y técnicos educativos; se reunieron
para intercambiar experiencias relacionadas con la Formación del profesorado,
Atención a la diversidad, Formación profesional, Educación de Adultos y
programas institucionales.
También desde el Ayuntamiento se ha promovido la realización
de algunas herramientas didácticas que han servido de apoyo al proceso
formativo global de los alumnos del municipio; se editó la «Guía de Orientación
Escolar al término de la Educación Primaría», documento que además se puso a
libre disposición en la red INTERNET.
Pero la vida educativa del municipio se prolonga más allá de
los centros docentes infantiles, juveniles y de adultos de los centros
reglados. Otra importante actividad formativa de Aranjuez se desarrolla en el
marco de las denominadas Universidades de verano. Algunas entidades de
renombrado prestigio, como la UNED, la Escuela de Letras o la fundación General
Universidad Complutense entre otras, programan y desarrollan en el Real Sitio
cursos monográficos especializados en temas de la más diversa índole, contando
para su desarrollo con la presencia de eminentes expertos tanto nacionales como
extranjeros. Como muestra de ello, éstos son algunos de los cursos de los
últimos años: Gastronomía y Nutrición, Intervenciones para el desarrollo de las
habilidades del pensamiento en enseñanza primaria y secundaria, Didáctica de
las CC.SS. y la formación de personas adultas, Prospectiva del mundo del libro,
La Crítica literaria de la Biblia, La Novela del Siglo XX y su mundo, etc.
Asimismo, como se ha podido comprobar en otros apartados de
la obra, con gran frecuencia a lo largo del año se organizan jornadas y cursos
con el objeto de divulgar ciertos aspectos socio-históricos-culturales
referidos a la realidad local.
Para completar esta visión sobre el panorama educativo de
Aranjuez debemos hacer referencia a otros servicios dependientes del
Ayuntamiento, que también contribuyen a mejorar y diversificar la oferta
formativa puesta a disposición de los vecinos. La Universidad popular y el
Centro de Educación de Adultos son dos centros en los que además de poder
asistir a cursos de Formación General Básica y Graduado Escolar, también
facilitan el poder participar en los talleres de artes plásticas, lenguaje y
comunicación que se imparten en sus instalaciones.
Especial mención debemos hacer en este momento de la Escuela
de Música Joaquín Rodrigo; en ella se han formado la mayor parte de los
componentes de las distintas agrupaciones musicales de la localidad, como la
Orquesta de Flautas, el Conjunto Instrumental, el Coro de la Escuela o la ya
centenaria Banda Municipal.
Y para cerrar este capítulo, dedicado a los aspectos
educativos del municipio, hemos reservado un tema por el que han luchado
intensamente las gentes de Aranjuez, y que por fin comienza a ser realidad: la
Universidad de Aranjuez. La fundación Felipe II es la encargada de articular
los pasos por los que pasará el proyecto antes de que varios centros de la
Universidad Complutense se instalen definitivamente en el municipio. Por el
momento ya se han asignado tres sedes oficiales: la Casa del Gobernador
(Facultad de Traducción e interpretación); el Antiguo Cuartel de Pavía (Bellas
Artes y Turismo), que probablemente estará rehabilitado para el curso 2001-2002;
y el Centro Isabel de Farnesio (Informática de Sistemas, Ciencias Empresariales
y Ciencias de la Comunicación Audiovisual) en cuyas instalaciones ya comenzaron
a impartirse clases.
VIDA
CULTURAL
Como se ha podido constatar en las páginas precedentes a
este capítulo, la vida cultural de Aranjuez es intensa, y se puede afirmar que
el esfuerzo realizado por el Ayuntamiento en este sentido ha comenzado a dar
sus frutos convirtiendo la localidad en un referente de actividades en el marco
del amplio panorama lúdico-festivocultural de la Comunidad de Madrid. Creemos
que vale como muestra de lo expuesto un simple balance estadístico del número
de actividades programadas en el Centro Cultural Isabel de Farnesio en los
últimos años.
Si a estos datos añadimos los organizados a título
particular en las aulas del Centro por múltiples entidades, la cifra asciende a
1354 actos.
Las salas de exposiciones municipales han acogido
prácticamente todo tipo de obras de la más diversa índole artística, incluyendo
infinidad de autores y estilos. En las salas de exposiciones municipales han
estado representadas desde la fotografía histórica con una retrospectiva
titulada «Aquellos maravillosos años» o «El Tajo, un espacio cotidiano en
nuestras vidas», hasta los retratos fotográficos de Alberto Schommer; desde los
óleos y dibujos de Antonio Mingote a las obras realizadas por los alumnos y
alumnas de la Universidad Popular de Aranjuez; el «Sorolla pequeño formato», la
exposición antológica de julio Romero de Torres, la colectiva de Artistas de
Aranjuez y la primera exposición de obra gráfica del pintor Antonio Saura
después de su muerte.
En la programación cultural también han tenido su momento y
lugar otro tipo de obras que han complementado con su presencia el panorama expositivo
de Aranjuez: porcelana y azulejos, espejos, cerámicas, títeres, marionetas y
polichinelas, minerales y rocas de la Comunidad de Madrid, o los trabajos
escolares que, sucesivamente, se vienen realizando sobre el río Tajo.
Dos últimos apartados deben quedar reflejados en esta
descripción sobre la rica variedad temática desarrollada en las salas de
exposiciones locales. Por un lado las muestras monográficas relacionadas con la
cooperación para el desarrollo y la solidaridad con el Tercer Mundo: Artesanía
para cambiar el mundo (1995); Aranjuez, cooperación al desarrollo (1 997);
Àfrica más cerca; Exposición y venta de artesanía peruana. Y por otro, las de
temática musical: organizadas para difundir los instrumentos musicales
tradicionales (1995) y con motivo de la conmemoración del centenario de la
Banda Municipal bajo el título de «Bisabuelos de una Orquesta».
En esta visión general del reciente panorama cultural de
Aranjuez, podemos citar certámenes y festivales musicales perfectamente
consolidados en la ciudad: el Festival de Flamenco, el Certamen de música
plectro «Villa de Aranjuez», los actos programados por la Comunidad de Madrid
bajo el auspicio del Festival de Otoño, el encuentro de Polifonía Real Sitio de
Aranjuez, el Festival Internacional de Música Antigua, el programa Aranjuez
Música para una Corte Ilustrada, los Conciertos de Primavera a cargo de la
Banda Municipal de Música Joaquín Rodrigo, el Certamen de Música Clásica joven
de la Comunidad de Madrid, el Festival de Música Tradicional, Festival de Arte
Sacro o el Festival Madrid en Danza.
Otros muchos actos musicales dejaron buen recuerdo entre los
asistentes, y que sin duda, en su momento, también fueron un importante recurso
de turismo cultural. Podemos destacar: los conciertos ofrecidos por el Orfeón
Fernán Gurbingo de la ONCE, el de la Scola Gregoriana de Brujas en el marco del
VI Ciclo de Música Religiosa y Medieval de la Comunidad de Madrid, el concierto
de Sexteto de Acordeones, el Festival de Bandas, el concierto de Emsembles
Guitar en favor de UNICEF o el concierto organizado por Naciones Unidas para
conmemorar el cincuentenario de la ONU.
Pero las gentes de Aranjuez también han acogido muy
calurosamente otras muchas actividades desarrolladas en la localidad para
promover otras manifestaciones artísticas. Lo que en 1996 comenzó siendo
«Muestra de cine» hoy ya ha alcanzado el rango de «Festival de Cine Ciudad de
Aranjuez». Durante el desarrollo del mismo se vienen proyectando algunas de las
mejores producciones del panorama cinematográfico español.
Por otro lado debemos resaltar que en Aranjuez se organizan
a lo largo del año numerosos e importantes encuentros, seminarios, jornadas y
cursos de la más diversa índole temática, actos que aglutinan visitantes
venidos de los puntos más remotos y cuya estancia, sin lugar a dudas, también
repercute en la promoción de los valores turísticos locales. Citemos sin
extendernos algunos de los más relevantes: Congreso de la Iglesia Evangelista;
Congreso «Arte en el siglo XX en Madrid», promovido por la Asociación Mariela
de Críticos de Arte (1996); Congreso internacional sobre columna vertebral y
medio acuático (1998); jornadas Sanitarias sobre diversos temas (alcoholismo,
corazón, educación para la salud, drogodependencias, alzheirmer, etc.); además,
las jornadas organizadas por el Consejo de la juventud de España sobre «Empleo
y Dinamización Social» (1996), sobre «Escuelas Taller y Casas de Oficio»;
Congreso Internacional Felipe 11; Seminario Internacional de Conservación y
Restauración de Arte Contemporáneo (1998); II-Jornadas Nacionales de
Medioambiente y Urbanismo en Ciudades Históricas «Real Sitio de Aranjuez»
(1996) y el 1ª Congreso Internacional de Empleo juvenil, inaugurado por S.A.R.
el Príncipe de Asturias.
En otro orden de cosas, el Ayuntamiento de Aranjuez, en
ocasiones por iniciativa propia y en otra como colaborador, ha publicado obras
con el objeto de difundir en unos casos aspectos relacionados con la vida
cultural local, el patrimonio histórico-artístico o sobre los recursos
naturales del municipio; y en otros, obras de carácter técnico o narrativo.
Citamos algunos de los mismos: Aranjuez ruta turística, de Leías Torno (1995);
Aranjuez, de Francisco Nardo(1996); Carmelita de la Asunción, de Cristina
Higueras (1996); Ecologia de la ribera del río Tajo (1996), Aranjuez es una
fiesta. 200 años de una Plaza de toros, de Magdalena Merlos Romero (1997);
Aranjuez en las cartas de Felipe II, de Florencio Fernández (1998); Nuestra
Banda de música.
Cien años de historia, de José Luis Lindo Martínez (1998);
El mercado de abastos de Aranjuez, del cronista oficial de la Villa Angel Ortiz
Córdoba (1998).
El Ayuntamiento de Aranjuez es consciente de que el trabajo
de dinamización sociocultural requiere una continua dedicación, estimulando la
participación ciudadana también desde la competitividad. Por esta razón, en
1997 se instituyó el Certamen Nacional de Pintura «Real Sitio y Villa de
Aranjuez»; dada la calidad de los trabajos de los participantes en la muestra,
hoy cuenta con un bien ganado prestigio.
La poesía y el relato corto también han tenido un relevante
lugar en la vida cultural del municipio. El Ayuntamiento, en colaboración con
otras instituciones vinculadas a la creatividad literaria, ha convocado dos
importantes concursos: el premio de poesía «Real Sitio y Villa de Aranjuez» y
el certamen de poesía y relato corto «En torno a Aranjuez».
DEPORTE
Desde hace años, Aranjuez es un importante punto de
encuentro en el que se dan cita miles de personas para disfrutar de los
múltiples campeonatos deportivos de la más diversa índole y rango territorial
que se celebran en la localidad a lo largo de todo el año. Seguidamente,
intentaremos dar algunas razones del porqué de este importante fenómeno
sociocultural.
En primer lugar, la localidad cuenta con una relevante
infraestructura de carácter deportivo, continuamente ampliada y mejorada, que
además presta servicio a otras localidades de la comarca: El Polideportivo
Municipal cuenta con canchas al aire libre y cubiertas, así como un complejo de
piscinas de competición; a todas estas instalaciones hay que añadir también los
pabellones cubiertos del Colegio Público Santa Teresa y del Instituto Domenico
Scarlatti, los campos de El Rincón, el frontón y el rocódromo del Deleite. En
su conjunto todas estas instalaciones permiten la práctica de la mayor parte de
los deportes solicitados por la población.
Por otro lado, el inigualable marco natural del municipio ha
propiciado la realización de ciertas actividades enmarcadas en el concepto de
«turismo activo»; según las preferencias, claro está, se puede practicar el
cicloturismo, el senderismo, la equitación, globos aerostáticos o piragüismo,
entre otros. Con respecto a este último deporte, hay que señalar que a partir
del próximo verano la Escuela Náutica de la Comunidad de Madrid tendrá su sede
oficial en Aranjuez, en las instalaciones del Club Escuela de Piragüismo
Aranjuez, 8 kilómetros de ascenso y 8 de descenso por el río Tajo en un marco
inigualable compuesto por monumentos y vegetación.
Como razón última y más importante hay que indicar que
Aranjuez cuenta con un elemento indispensable para el correcto desarrollo de
estas actividades deportivas: una población entusiasta y masivamente vinculada
desde hace décadas a este tipo de competiciones y encuentros. Se estima que en
la actualidad hay en el municipio unas diez mil personas relacionadas de alguna
forma con alguno de los múltiples deportes que se practican en la ciudad, Es la
población infantil y juvenil quien, en mayor medida, protagoniza
apasionadamente todos los campeonatos, siendo durante las competiciones de los
Juegos Escolares donde los más de tres mil niños de la localidad vuelcan sus
energías animando a sus respectivos equipos.
Por todo lo citado anteriormente, no es de extrañar que sean
muchos y relevantes los encuentros deportivos que desde hace años se vienen
desarrollando en Aranjuez. Como muestra de ello citaremos: el Open de
aeroestación «Ciudad de Aranjuez», el Raphel Nacional del Tajo, el Premio
Internacional de Piragüismo C.A.M., maratones de fútbol sala y baloncesto,
Campeonato de España de hockey sobre patines, final de la liga nacional de
atletismo y la final autonómica de Natación Infantil C.A.M.
También en este apartado, y aportando algún dato más sobre
la participación ciudadana, debemos destacar la masiva acogida que vienen
experimentando los eventos comúnmente denominados «populares» y que ya han
consolidado su celebración y el gran número de sus participantes, hacemos
referencia al Día de la Bicicleta (con más de dos mil inscripciones), a la
Milla Popular y a la Carrera Popular.
Pero también en Aranjuez se practican otras actividades
deportivas que, aunque no son de seguimiento mayoritario, ya tienen asegurado
un número suficiente de aficionados; los jugadores de ajedrez han conseguido convocar
desde su Club para fechas próximas la I Copa de España de este deporte; y los
que practican el deporte de la escalada desde hace unos meses ya cuentan con un
rocódromo en el que entrenarse.
SALUD
Y CALIDAD DE VIDA
El refranero español, sabio donde los haya, lo recuerda
constantemente: «más vale prevenir que curar». Siempre serán escasas, por
muchas que se organicen, las campañas para evitar que los niños y los jóvenes
caigan en las redes del consumo de cualquier tipo de drogas o del alcoholismo.
El Ayuntamiento de Aranjuez, preocupado por este tema, desarrolla una
sistemática labor en este sentido, y en colaboración con entidades
especializadas, ha realizado varios programas destinados a los más de cinco mil
niños de Educación General Básica y de Enseñanzas Medias del municipio,
implicando en la medida que ha sido posible a los padres y profesores de los
centros.
También, teniendo como colectivo a los chavales de la
ciudad, el Ayuntamiento ha diseñado y desarrollado varios programas de carácter
higiénico-sanitario: uno sobre conocimiento y prevención del VI.H., y otro de
higiene bucodental, consistente este último en una campaña de información y
exploración individual de cada chico con el objetivo de diagnosticar y
solucionar posibles anomalías bucales.
En colaboración con otras entidades especializadas en
determinadas problemáticas de colectivos específicos, se han organizado
campañas mucho más concretas, como las de detección y diagnóstico del cáncer de
mama y de próstata, y la puesta en marcha del servicio de atención
psíco-oncológica para enfermos de cáncer y familiares.
Muchas han sido las jornadas y conferencias que en ocasiones
con carácter generalizado, y monográficamente en otras, han completado el
panorama sociosanitario de la ciudad de los últimos años: jornadas de educación
para la salud, conferencias sobre sexualidad, adolescencia, etc; quizá una de
las que en su momento produjeron mayor expectación fueron las jornadas
Nacionales sobre «Drogas de Síntesis», punto de encuentro de profesionales con
el preciso objeto de tomar medidas asistenciales y preventivas en el campo del
consumo de drogas. Recientemente, se ha editado una guía de información y
prevención del alcoholismo.
Como en el resto de los aspectos de la vida cotidiana local,
también en lo referente a la «calidad de vida», la participación de los agentes
vecinal es notoria. A lo largo de los últimos años el Ayuntamiento ha firmado
convenios de colaboración con diversas instituciones con el objeto de intentar
cubrir mejor, con la colaboración de todos, las necesidades de algunos
colectivos locales. Así pues, para solventar las necesidades de asesoramiento
jurídico se firmó un convenio con el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid;
Cáritas Diocesana gestiona el albergue para transeúntes «San Vicente de Paúl»;
la Congregación de las Hijas de la Caridad desarrolla talleres profesionales
para mujeres con dificultades; como ya se indicó anteriormente, con la
Asociación de Padres o Tutores de Deficientes Mentales se firmó un convenio
para el mantenimiento de zonas verdes; y con Instituciones Penitenciarias se
firmó otro convenio para sustituir las condenas por prestación de servicios a
la comunidad.
Pero calidad de vida también es poder contar con las
instituciones públicas en cualquier momento, cuando se las necesite. En este
sentido, dos han sido las iniciativas que los vecinos de Aranjuez han visto
hacerse realidad: la Oficina de Atención al Ciudadano y la Policía de Barrio.
La primera de ellas comenzó a funcionar en 1995, y desde entonces se han hecho
muchos esfuerzos para dotarla de los medios necesarios para conseguir la
agilidad y comodidad necesarias y requeridas por los vecinos, tanto en las
tramitaciones burocráticas o informativas con respecto a la Administración o
con respecto a otros vecinos. La Policía de Barrio es de reciente constitución,
pero no por ello menos ambiciosa en su desarrollo; se trata de un sistema
permanente de vigilancia por barrios que facilitará, en muchos casos, la
detección y resolución de parte de los problemas que a diario surgen de la
propia convivencia vecinal.
Para finalizar con este bloque sobre la vida cotidiana en la
localidad hemos reservado un párrafo para citar alguna de las iniciativas
puestas en marcha por el Ayuntamiento en los últimos años en favor de un
colectivo al que tanto se le debe: los mayores. Recientemente se ha dotado a la
localidad de unos servicios específicos para ellos, habiéndose concluido la
rehabilitación del Centro de Día «Real Sitio» y estando a punto de finalizar la
construcción del nuevo Centro de Día «Las Aves». Además, en el marco del
Programa Familia, la Delegación de Servicios Sociales gestiona la ayuda a
domicilio para los más necesitados y un servicio de teleasistencia.
FIESTAS
Como se ha podido comprobar siguiendo la lectura de este
libro, en casi todas las épocas del año se celebran en Aranjuez actos
lúdico-festivos para todas las edades y gustos; pero es especialmente en
Navidad, en las fiestas patronales de San Fernando (30 de mayo), y con motivo
de las Fiestas del Motín (principios de septiembre) cuando los ribereños toman
las calles participando en los actos cuidadosamente preparados por el
Ayuntamiento y los colectivos vecinales. Son fiestas en las que los foráneos
son invitados a disfrutar de la alegría y del jolgorio, acompañados por la
cálida hospitalidad difícilmente superable de las gentes de Aranjuez.
Durante los últimos años las fiestas locales han sufrido
ciertas modificaciones, que han repercutido en una mayor participación de los
asistentes y en un mejor lucimiento de las actividades que cada año se
programan. Como ejemplo, baste mencionar que, gracias a la colaboración del
Patrimonio Nacional, se puede utilizar la Plaza de la Mariblanca para la
instalación de verbenas y celebración de actos musicales multitudinarios. Otra
innovación reciente ha sido la institucionalización de la elección de la Maja
Goyesca de Aranjuez.
El
Motín de Aranjuez
Debido a su trascendencia turística y cultural, consideramos
adecuado describir seguidamente en qué consisten las Ferias del Motín,
declaradas de Interés Turístico Nacional y a las que, según estimaciones
oficiales, en 1998 asistieron más de trescientas mil personas.
Estas fiestas comenzaron a celebrarse en 1982, y rememoran
los históricos hechos acaecidos entre los días 17 y 19 de marzo de 1808 en el
Real Sitio, y que popularmente se conocen como Motín de Aranjuez. El Motín
culminó con la caída del Ministro de Carlos IV, Manuel Godoy; la revuelta tuvo
como consecuencia la subida al trono de Fernando VII, hijo del monarca. Estos
acontecimientos fueron el preámbulo de lo que ocurriría meses después en
Madrid, el 2 y el 3 de mayo del mismo año, y la posterior invasión napoleónica.
La representación del Motín se realiza en el Patio de Armas
del Palacio Real, lugar en el que se desarrollaron los hechos; participan cerca
de doscientos vecinos, ataviados con trajes de época. También se representa la
«torna y asalto» del antiguo Palacio de Godoy, culminando con la quema
simbólica de sus enseres y encerrándole en los calabozos municipales.
En el marco de las Ferias del Motín también se celebran
otros actos de singular y pintoresco interés, como son el nombramiento del
«Amotinado Mayor» y la Corrida Goyesca en la que, vestidos como reflejara en
sus cuadros el genial pintor, matadores y cuadrillas desarrollan la lidia
empleando los lances toreros a la antigua usanza.
Asimismo, coincidiendo con estas fechas, desde no hace
muchos años las gentes de Aranjuez han logrado popularizar el que ya es
conocido como «Descenso Pirata del Tajo». A lo largo de tres kilómetros
centenares de vecinos, a bordo de cualquier tipo de imaginativa embarcación, se
atreven a realizar el descenso animados por los miles de espectadores que desde
muchas partes de la región acuden a presenciar el acto desde las orillas del
río.
Pero hay otros muchos momentos con actos programados para
que, cualquiera que visite Aranjuez en esas fechas, pueda disfrutar de la
ciudad y del trato de sus gentes. Ya han arraigado plenamente los conciertos
que ofrece la banda Municipal, los desfiles de carrozas y de amotinados y el
Concurso Hípico Nacional.
Consecuentemente, las Fiestas del Motín, se han convertido
en un motivo más para acercarse al Real Sitio en una época del año en la que la
localidad muestra, con gran esplendor, sus peculiaridades más hermosas.
TURISMO
Sin lugar a dudas, es esta actividad turística uno de los
motores económicos de la localidad: cientos de miles de personas llegan cada
año a Aranjuez con la expectativa de encontrar el clima, el patrimonio histórico,
cultural y natural y la hospitalidad que con tanto detalle han quedado
descritos en los millares de páginas que desde hace siglos se vienen
publicando, citando las peculiaridades de la ciudad.
Muchas y muy variadas han sido las medidas que, desde el Ayuntamiento
y en colaboración con otras entidades públicas y privadas, se vienen
desarrollando con el objetivo de consolidar y mejorar esta actividad económica
en la que está involucrada una importante parte de la población de Aranjuez.
En 1996 la Oficina de Turismo pasó a ser gestionada por el
Ayuntamiento de Aranjuez, lo que permitió poder ampliar considerablemente los
períodos y horarios de atención al público (en 1997 pasaron 34.048 personas por
la Oficina Municipal de Turismo).
Otra medida, de considerable importancia para el sector
turístico local, ha sido la consolidación del programa «El tren de la fresa»,
una iniciativa del Ayuntamiento de Aranjuez en colaboración con el Museo de
Ferrocarril de RENFE y Patrimonio Nacional. Este producto turístico permite
viajar durante un recorrido de algo más de una hora en un tren de época
impulsado por una máquina de vapor que se inauguró el 10 de febrero de 1851 y
que tira de tres vagones de madera. El éxito y popularidad del programa es un
hecho que se constata temporada tras temporada, desde que en 1984 comenzara su
nueva andadura (en 1996 fue utilizado por 14.562 personas).
El programa «Descubre Aranjuez» (1996), puesto en marcha en
colaboración con RENFE y la Comunidad de Madrid, es otra iniciativa de difusión
turística de Aranjuez. Está destinado especialmente a los colectivos escolares
y asociaciones que, empleando la red de cercanías de RENFE, deciden acercarse a
conocer el Real Sitio. El programa ofrece diferentes alternativas para conocer
el patrimonio histórico-artístico y natural de la localidad.
Sin embargo, aunque el Real Sitio de Aranjuez es
sobradamente conocido dentro y fuera de nuestras fronteras, hay que unir
fuerzas para continuar ampliando mercados turísticos como estrategia principal
para luchar contra el denominado «mal del turismo» español: la estacionalidad.
Por ello el Ayuntamiento de Aranjuez ha acudido en los últimos años a las más
importantes ferias nacionales e internacionales de turismo (FITUR, FERIA DE
TURISMO INTERIOR, FERIA INTERNACIONAL DE LAS AMÉRICAS Y EL MUNDO, etc.). En
ellas se promocionan las diversas alternativas turísticas y actividades
culturales que el visitante puede encontrar y practicar en su visita a la
localidad.
En los últimos meses, tras la restauración de la bicentenaria
Plaza de toros, el Ayuntamiento ha puesto en marcha una iniciativa que amplía
la oferta turística local, se ha abierto al público un museo taurino, que
constituye un atractivo más para conocer mejor la realidad de un pueblo que,
enraizado en su más pura tradición, también mira hacia el futuro.
Plan
de dinamización turística
La preocupación municipal por ejecutar un plan integral de
desarrollo de la actividad turística en el municipio ha quedado reflejado en la
que es la más importante iniciativa puesta en marcha en Aranjuez en los últimos
años para este importante sector productivo: el Plan de Dinamización Turística.
En 1998 se aprobó este Plan en el qué están implicados,
junto al Ayuntamiento de Aranjuez, la Secretaría General de Turismo del Ministerio
de Economía, la Consejería de Economía y Empleo de la Comunidad de Madrid y la
Agrupación de Hostelería de Aranjuez; la inversión prevista hasta el año 2000
es de 450 millones de pesetas, 150 millones anuales. Para todas las
instituciones implicadas en el Plan el objetivo no puede estar más claro:
aprovechar todas las potencialidades turísticas de Aranjuez, mejorando el medio
urbano y natural, articulando recursos y ofertas turísticas a partir de la
creación de órganos de coordinación y participación en el diseño de estrategias
de producto, precio, promoción y comercialización.
Asimismo, en otra línea de actuación estratégica, el Plan
tiene como objetivo primordial fortalecer el tejido empresarial del sector. Se
espera que sea la Agrupación de Hostelería de Aranjuez quien lidere este
proceso consiguiendo en un breve período de tiempo modernizar los
establecimientos actuales y ampliar la oferta existente, lo que repercutirá en
una mejor calidad de servicios y un mejor posicionamiento comercial en los mercados
regionales, nacionales e internacionales.
En este breve repaso por la vida contemporánea del Real
Sitio de Aranjuez no podemos olvidar que la intensísima actividad cultural que
en los últimos años se viene desarrollando en la localidad, ha permitido, en
parte, consolidar un turismo alternativo y complementario al que
tradicionalmente venía acudiendo a conocer el rico -patrimonio
histórico-artístico y natural de la ciudad. Ahora, este marco histórico, recoge
infinidad de actos de la más diversa índole y elevado nivel artístico, lo que
ha configurado un panorama cultural de referencia no sólo para la población
local, sino también para muchos vecinos de Madrid y de otras Comunidades
Autónomas.
Aranjuez cuenta con una oferta de hoteles, hostales,
pensiones y restaurantes muy variada; pero es el Camping Municipal Soto de
Aranjuez (la categoría) el que, por su magnífica ubicación junto al río Tajo,
en estos momentos nos obliga a detallar sus características. El lugar es casi
salvaje, paradisíaco; entre tilos, chopos y álamos se levantan las instalaciones
recientemente renovadas del complejo recreativo; el camping está abierto todo
el año, ofreciendo a campistas y visitantes bungalows, piscinas, cafetería,
restaurante, lavandería, parque infantil, zona deportiva... y la posibilidad de
alquilar bicicletas y canoas.
PAISAJE NATURAL
PATRIMONIO DE LA
HUMANIDAD
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