LA CONSTRUCCIÓN
DE UNA SEDE
REGIA:
LEÓN Y LA IDENTIDAD
POLÍTICA DE LOS REYES
ASTURLEONESES EN LA CRÓNICA DE SAMPIRO Y EN
LOS
DOCUMENTOS
1La
fijación de León como sede del reino asturleonés se ha situado tradicionalmente
en el periodo inmediatamente posterior al reinado de Alfonso III. La
aparición de García I como regnante en
León en el año 9111 ha llevado a
distintos historiadores a retrotraer la fijación de la ciudad como sede regia
al inicio de su reinado, en el año 910. Se ha tendido, además, a llevar a
cabo una identificación metonímica entre la ciudad y el reino, lo que ha
propiciado que la ciudad haya sido en ocasiones concebida como espejo de la
sociedad asturleonesa2 y, ya desde la
Plena Edad Media, como corazón de aquellos procesos que, como el de la
Reconquista, han sido considerados por una larga tradición historiográfica como
definitorios de la historia del reino asturleonés3.
2Sin
embargo, el proceso de emergencia de León como sede regia y las fuerzas que
impulsaron la identificación política entre el dominio sobre la ciudad y el
dominio del reino no son ni mucho menos evidentes. Las razones que han sido
esgrimidas hasta el momento desvelan algunos de los posibles factores, pero no
proporcionan una explicación suficiente. Se ha argumentado, por ejemplo, que el
avance de la expansión militar hacia el sur impuso a los poderes astures la
necesidad de asentar su poder en una plaza fuerte en la meseta4. León, efectivamente,
se cuenta entre los primeros núcleos integrados en el ámbito de poder astur5, pero esto no implica
necesariamente que tuviera por destino convertirse en el principal centro
político y militar del reino. La situación a finales del siglo IX y
principios del siglo X era mucho más compleja, ya que además de León
existían otros centros políticos que figuran en las fuentes como lugares importantes
dentro de las dinámicas políticas de la época. Astorga, que en el año 854
aparece ya como lugar de asiento del poder regio6 y que se
convertiría en una importante sede episcopal, constituyó la base desde la que,
de acuerdo con la crónica de Sampiro, Vermudo Ordóñez lanzó y sostuvo una
rebelión contra su hermano Alfonso III7. Algo similar ocurre
con Zamora, que, como veremos, jugó un papel muy importante a lo largo de la
primera mitad del siglo X. Desde el punto de vista militar y en el
contexto de expansión territorial del reino cabría pensar que esta ciudad
constituía una punta de lanza más apropiada que León. Además, el territorio
zamorano se encontraba ya a principios del siglo X dentro del ámbito de la
acción regia. En el año 907 Alfonso III donó la villa de Valdeperdices al
monasterio de San Pedro de Tunis (San Pedro de la Nave)8. Zamora fue, además,
el lugar en el que se apoyó García I cuando se rebeló contra su padre.
Tampoco debemos olvidar que mientras García I reinaba en León, su hermano
Fruela II lo hacía en Oviedo. En esa época, pues, los miembros del grupo
familiar regio no disponían de una, sino de varias ciudades que podían servir
como base de apoyo para sus ambiciones políticas.
3De
entre todas ellas León terminaría por emerger, eso es cierto, como el principal
centro político asturleonés. Ahora bien, la ciudad no era una realidad
estática, sino dinámica, sometida a diversos procesos de transformación social
y económica9. Así pues, hay que
pensar que si finalmente se consolidó como sede regia y, por tanto, como
símbolo de un particular proyecto político10, fue debido a un
proceso característico que es necesario analizar. Lo ocurrido en Asturias en
los siglos anteriores es una buena muestra de que la fijación de una sede
regia podía ser un proceso complejo en el que podían influir factores muy
diferentes. Entre ellos se podrían contar el apoyo social o la base patrimonial
de los que gozara el grupo dominante en cada momento; factores que posiblemente
determinaron la sucesiva aparición de distintas sedes regias –Cangas, Pravia y
Oviedo– en el espacio asturiano11. Tampoco está claro
por qué uno de estos tres lugares, el de Oviedo, se consolidó finalmente como
sede regia en un momento en el que, curiosamente, era una facción aristocrática
radicada en Galicia la que ostentaba la hegemonía en el conjunto de la monarquía12. Probablemente sea
un indicio de que el control de la ciudad era un recurso fundamental para el
ejercicio del poder regio y, por lo tanto, del dominio del reino, aunque nada
sabemos sobre los mecanismos que habrían posibilitado el ejercicio de tal
poder.
4En el
caso de León ocurre lo mismo. Las fuentes no son ni mucho menos claras con
respecto a los mecanismos administrativos y a los recursos de poder que podrían
contribuir a que quien gozara del dominio de la ciudad pudiera reclamar, de
manera efectiva, el dominio del reino. Existen, sin embargo, una serie de
indicios que muestran que a lo largo del siglo X y durante las primeras
décadas del XI tuvo lugar una creciente vinculación entre el poder regio y
León, que se convirtió así en expresión de la identidad política de los reyes
asturleoneses. En ese sentido, el objetivo de este artículo, es estudiar el
proceso de construcción de la sede regia desde el punto de vista de la actividad
de los reyes. Para ello, se plantea una doble vía. En primer lugar, este
trabajo propone avanzar en la deconstrucción historiográfica de la imagen de
León a través de un análisis de la primera crónica en la que la ciudad figura
de manera prominente como sede regia: la de Sampiro. En segundo lugar,
desarrolla un estudio dinámico de los elementos que caracterizan la relación
entre los reyes y la ciudad a lo largo del tiempo a partir de las noticias
documentales que se han conservado.
La crónica de Sampiro y la
construcción de la sede regia
5La
crónica de Sampiro es la primera obra historiográfica en la que León figura de
manera prominente como un centro político de gran relevancia para la monarquía
asturleonesa13. Esto es
significativo en tanto en cuanto la crónica está caracterizada por una lógica
espacial característica; diferente, incluso, de la lógica que rige la geografía
de la Historia
legionensis (HL) –hasta ahora llamada silensis14–, dentro de la
cual se nos ha transmitido15. Cabe pensar, por
tanto, que en la crónica de Sampiro la ciudad de León se construye como un
espacio geográfico y político particular.
6León
se presenta conforme a un modelo ideal de ciudad caracterizado por distintos
elementos: es el lugar de celebración de actos solemnes de afirmación del poder
regio tales como los regresos triunfales tras las campañas victoriosas; es
también un lugar de enterramiento privilegiado para al menos una parte del
grupo familiar regio; y se convierte en un lugar de atracción espiritual16. La ciudad aparece
en numerosas ocasiones asociada el regnum17, un concepto tan
esquivamente territorial como manifiestamente político. Ahora bien, esa
asociación no es algo dado. Como veremos, se forja a lo largo del relato. A lo
largo de los siguientes párrafos me voy a centrar en el discurso de la crónica
con el fin de profundizar en la dimensión histórica de la lógica espacial y
política del texto.
7En
primer lugar, hay que destacar que León no es la única ciudad que figura de
manera prominente en la crónica. Zamora aparece también en un número muy
importante de ocasiones, si lo comparamos con el número de menciones a otras
ciudades18. Lo hace, además,
con unas cualidades similares a las que se atribuyen a León; esto es, conforme
a las características de ese modelo ideal de ciudad que se ha expuesto
anteriormente19. Ahora bien, las
menciones a León y a Zamora no se recogen de manera uniforme a lo largo de todo
el texto. Como se observa en los Gráficos 1 y 2, Zamora aparece a lo largo de
la primera mitad del texto y hasta el reinado de Ordoño III, es decir, en
aquella parte que se corresponde con la primera mitad del siglo X. Por el
contrario, el número de menciones a León es sensiblemente superior a lo largo
de toda la segunda mitad de la crónica, particularmente a partir del ascenso al
trono de Ramiro II. La parte que se corresponde con su reinado es
precisamente la que acumula el mayor número de menciones, lo que a primera vista
podría indicar que este periodo constituye un punto de inflexión en el
desarrollo narrativo del relato.
Gráfico 1. Número de menciones a León y Zamora en la
crónica de Sampiro por reinado.
Gráfico 2. Número de menciones a León y Zamora en la
crónica de Sampiro por parágrafo (según la edición de J. Pérez de Urbel20).
8En el
discurso de la crónica, Zamora se presenta con una serie de cualidades que la
vinculan de manera especial a los reyes. En el relato de Sampiro, la
ciudad es integrada en la monarquía en el año 899, aunque es probable que este
hecho tuviera lugar unos años antes21. Zamora aparece como
una plaza militar importante en varias ocasiones. La crónica narra que en el
año 901 se produjo el ataque de un contingente musulmán, que fue derrotado por
las tropas de Alfonso III en la que se conoce como la “Jornada del Foso”22. Más adelante Zamora
se convierte en el escenario que acoge el regreso triunfal de Ordoño II después
de una exitosa campaña en tierras musulmanas23. Durante el reinado
de Ramiro II es la base desde la que se lanzan diversas acciones
militares, entre ellas la integración de las ciudades del valle del Tormes24. En Zamora tienen
lugar las muertes de Alfonso III, García I, Ordoño II y
Ordoño III25, si bien lo cierto
es que ninguno de estos reyes es enterrado allí. Finalmente, Zamora destaca
como una ciudad de gran relevancia para García I, quien la utiliza como
plataforma para rebelarse contra su padre, Alfonso III26.
9La
crónica de Sampiro sumerge a Zamora en el silencio a partir del reinado de
Ordoño III sin que quepa explicar muy bien por qué. Sabemos, por otras
fuentes, que en el año 986 la ciudad fue objeto de un ataque musulmán que la
desvinculó de manera efectiva del ámbito político de la monarquía asturleonesa,
pero la crónica ni siquiera recoge este hecho27. No obstante, Zamora
empieza a quedar relegada a un segundo plano, antes de desaparecer por
completo, precisamente, en el momento en el que las menciones de León son más
abundantes.
10Las
primeras menciones a León, contenidas en la parte del relato que se corresponde
con el reinado de Alfonso III, son equiparables a las que se recogen en
las Crónicas
asturianas: denotan una cierta importancia, pero no la centralidad
que la ciudad adquiriría para la monarquía más adelante. León se presenta como
la base desde la que se produce la toma de Sollanzo28 y figura, en el
resto de ocasiones, como objetivo de distintas campañas militares andalusíes29, algunas de las
cuales se dirigen también a Astorga30.
11A
partir del reinado de Ordoño II el texto recoge una serie de elementos que
potencian la vinculación entre los reyes y la ciudad. Entre ellos se encuentran
narraciones que atribuyen a Ramiro II una serie de actividades edilicias
paradigmáticamente plasmadas en la construcción de San Salvador de Palat del
Rey31; en la celebración
de regresos triunfales tras campañas militares victoriosas como la de Simancas32; o en actos de
afirmación regia como el encarcelamiento de uno de los dos condes, Diego Muñoz
o Fernán González, que se levantan contra él en el año 94433. Ahora bien, existen
dos elementos que destacan sobre todos los demás: los enterramientos regios y
los conflictos por el control de León.
12Los
enterramientos eran actos especialmente significativos en la construcción de la
memoria del grupo familiar regio34. Por ello es
importante destacar, en relación con León, que la crónica tan solo narra el
enterramiento en León de unos pocos reyes. El primer rey que es enterrado en
León, en la catedral de Santa María, aunque muere en Zamora, es Ordoño II35. Aunque el hecho es
en sí mismo muy significativo, debemos abordarlo con cuidado. La relación entre
Ordoño II y la catedral de León es uno de los topoi habituales
en el relato de la relación entre los reyes y la ciudad, tal y como se ha
plasmado en distintos momentos. Existen diversos indicios que ponen de
manifiesto que, independientemente de su realidad histórica, la vinculación
entre Ordoño II y la sede leonesa, tal y como se transmite en muchas fuentes
y se recoge en una parte de la historiografía tradicional es, en gran medida,
una elaboración historiográfica producida con posterioridad. Por un lado, se
trata de un relato magnificado en la redacción pelagiana de la crónica de
Sampiro36; un relato que
encontramos también recogido en un documento falso que atribuye a
Ordoño II la donación del palacio regio al obispo para que lo transformara
en la nueva catedral37. De hecho, se ha
conservado toda una serie de documentos falsos cuya redacción parece responder
a un interés por construir una memoria que resaltara la vinculación entre este
rey y la sede episcopal leonesa38. Esta memoria no
sólo se plasmó por escrito, sino que se integró en la construcción del templo
gótico durante los siglos XII y XIII39. Debemos ser cautos,
pues, a la hora de atribuir una excesiva importancia a la relación entre
Ordoño II y la sede episcopal leonesa.
13El
segundo rey que es enterrado en León es Ramiro II. La narración de su
muerte constituye uno de los pasajes más destacados de la crónica:
14En
este fragmento, ejemplo de una “buena muerte”41, se conjugan una
serie de elementos que resaltan la centralidad de León en el relato y, en
último término, en el espacio político que el cronista construye a lo largo del
texto. En primer lugar, es el propio Ramiro II quien, al saberse enfermo,
manifiesta su intención de ir a León. Los otros dos reyes de los que se narra su
enterramiento en la ciudad, Ordoño II y Ordoño III, son trasladados
allí tras su muerte. Sólo de Sancho I se nos dice que intenta alcanzar
León tras ser envenenado, pero no logra llegar con vida. A diferencia, pues, de
lo que ocurre con otros reyes, la muerte de Ramiro II se presenta como un
acto que nace de la propia voluntad del monarca, al menos parcialmente.
Parcialmente, porque el motivo que mueve a Ramiro II a trasladarse a León
es su enfermedad, una enfermedad que enlaza con una importante cadena de acontecimientos.
Ramiro II llega a la ciudad en la víspera de la Epifanía. Es entonces
cuando renuncia al regnum y
se presenta ante Dios como un mero hombre, sin distinción alguna. En el orden
cronológico y narrativo del relato, la Epifanía se celebra tras la muerte del
rey y antes del ascenso al trono de Ordoño III. En la crónica, Dios se
hace presente en la tierra en la ciudad de León en ausencia de un rey. Ocupa la
ciudad –y, podríamos decir, reina– durante un breve espacio de tiempo, forjando
así un fuerte vínculo con ella, pero también con Ramiro II y con su
sucesor, Ordoño III. Se establece así una conexión entre la ciudad y lo
sagrado que se refuerza luego mediante, por ejemplo, la narración del traslado
de las reliquias de San Pelayo42.
15Ramiro II
es enterrado en el monasterio de San Salvador de Palat del Rey, que él mismo
manda construir para su hermana Elvira43. El cuidado de la
memoria regia queda así en manos del propio grupo familiar. Lo mismo ocurre más
adelante con Ordoño III, que tras su muerte es trasladado desde Zamora
para ser enterrado en ese mismo lugar. Ordoño II, Ramiro II y Ordoño III,
todos miembros de una misma rama familiar dentro del grupo regio, destacan por
cuanto son los únicos de quienes la crónica nos dice que son enterrados en
León. Esto es importante por cuanto refleja una parte de las aspiraciones
políticas que, como veremos más adelante, contiene el texto.
16El
segundo elemento que destaca en la construcción del vínculo entre los reyes y
León es la serie de conflictos que se suceden entre distintos miembros del
grupo familiar regio por el control de la ciudad44. Lo significativo,
en el contexto de la crónica, es que a partir del reinado de Ramiro II las
pugnas por el control de la ciudad se asocian, además, al dominio del regnum. De
García I tan sólo se dice que sucedió a su padre “in regno”45. De Ordoño II
se dice “aceptus est
regnum”, pero no se indica dónde tuvo lugar este hecho46. Lo mismo ocurre en
el caso de Fruela II47 y de
Alfonso IV, de quien no se explicita que se hiciera con el dominio
del regnum48, aunque sí se
precisa que lo abandona49. Es más, cuando
Ramiro II ocupó el trono por primera vez, lo hizo mediante un movimiento
armado sobre Zamora, ciudad que en ese momento se asocia al regnum50. Esto indica que,
dentro de la lógica histórica de la crónica, el control de León no es, en
principio, un elemento necesario para el ejercicio del dominio político sobre
el regnum.
Este parece más íntimamente asociado a la persona que lo ostenta que al control
de un lugar concreto.
17A
partir del reinado de Ramiro II el control de la ciudad y el dominio sobre
el regnum comienzan
a asociarse de forma cada vez más estrecha a través de esa serie de
enfrentamientos que tienen por objeto la ciudad. La primera asociación
explícita entre León y el regnum tiene
lugar durante el relato de la rebelión de Alfonso IV: “Adefonsus ex monasterio
progressus, Legionis regnum esset iterum adeptus”51. Ramiro II sale
entonces hacia León con su ejército. Después de asediarla, se hace con la
ciudad, encarcela a Alfonso IV y castiga a quienes le habían ayudado.
Entonces sí, el cronista dice: “Ramiro securus
regnans”52. Después de este
episodio se suceden las disputas entre distintos miembros del grupo familiar
regio por el control de León y del regnum.
Sancho I ataca León e intenta expulsar a Ordoño III del regnum53, pero Ordoño se
mantiene en el poder en la ciudad54. Sancho I
sucede finalmente a su hermano55, pero es expulsado
de León y del regnum por
Ordoño IV56. Sancho I
recaba el apoyo de navarros y musulmanes y se dirige entonces de nuevo hacia
León. Cuando Ordoño IV se entera, decide abandonar la ciudad y el regnum, que
entonces Sancho I recupera57. Ramiro III
simplemente sucede a su padre en el regnum58. Vermudo II,
por su parte, fracasa en su intento de derrotar a Ramiro III y obtener el
control del reino, pero a pesar de todo consigue, al decir del cronista,
hacerse pacíficamente con la ciudad y dominar el regnum59. El cronista evita
así presentar la llegada de Vermudo II a León como un acto violento. Esto
podría parecer sorprendente a la vista de los medios mediante los que obtiene
el regnum Ramiro II,
a quien se presenta como un hito en el proceso de construcción del vínculo
entre los reyes y la ciudad. Sin embargo, cobra sentido si tenemos en cuenta
que la crónica se redactó durante el reinado de Alfonso V, hijo de
Vermudo II, en un momento en el que el rey debía de tener una mayor
necesidad de consenso en torno a su figura, aunque retuviera también una cierta
capacidad de iniciativa60. En este sentido,
quizá podríamos decir que Vermudo II se presenta como un modelo de
consenso para el conjunto de la aristocracia61, mientras que
Ramiro II representa las aspiraciones de un grupo más reducido que
ambicionaba un mayor protagonismo regio.
18En la
crónica de Sampiro, pues, León se construye como sede regia a través de un
relato que enfatiza el progresivo afianzamiento de la relación entre un
particular grupo de reyes, la ciudad y el dominio político del regnum conforme
a una lógica argumental que no tiene solo una dimensión espacial, sino también
histórica y, por tanto, dinámica, y que podría representar los intereses de un
determinado sector de la aristocracia y del entorno regio a principios del
siglo XI en un contexto espacial y político particular. Ahora bien, ¿cómo
surgió ese contexto?
De las crónica a los documentos
19La
documentación del siglo X muestra también que León y Zamora conocieron una
actividad regia relativamente intensa y cambiante en el tiempo, aunque sobre
esto hay que hacer algunas precisiones. En primer lugar, la diferencia en
cuanto a la densidad de información sobre uno y otro centro es muy acusada, ya
que las noticias para Zamora son muy escasas si las comparamos con las que
disponemos para León. No obstante, los documentos que recogen información sobre
Zamora dejan entrever ciertas similitudes con León, aunque también una
diferencia significativa, y es que la penetración patrimonial de los reyes en
esta parece haber sido mucho más intensa que en aquella62.
20A
pesar de esto último, los documentos muestran que la actividad regia en Zamora
no se restringía a las acciones militares que narra la crónica de Sampiro.
Alfonso III y Ramiro II dieron sendos documentos en la ciudad63. Sabemos también,
por un documento del año 951, que los reyes poseían allí unos baños, es
decir, un edificio de prestigio64. Por otra parte, en
el año 960 Sancho I donó al monasterio de Sahagún la villa de Pensum, lo
que podría indicar que los reyes gozaban también del dominio sobre algunas de
las villas del
territorio de Zamora65. Zamora fue, además,
sede episcopal, al igual que León o que Astorga66.
21La
ciudad, por otra parte, reunía otros de los elementos que caracterizaban a
otras importantes ciudades asturleonesas de la época, como León o Cea. La
presencia en Zamora del monasterio de Sahagún, que adquirió allí una propiedad
en el año 97067, refleja una
política de adquisiciones monásticas que tanto el monasterio de Sahagún como
otros monasterios estaban desplegando entonces en otros centros urbanos68. Zamora albergaba
también varios centros monásticos como los de San Emiliano69, San Pedro y San
Pablo70 y San Miguel71. Este último estaba
vinculado a Piloti Gebúldiz, quien, como Ablavel Godeteoz, tenía intereses
patrimoniales en la ciudad72. La presencia de
ambos magnates indica que también algunos grandes grupos aristocráticos del
reino estaban vinculados a Zamora. Por otra parte, aunque no se menciona
explícitamente la existencia de un mercado, se documenta la existencia de
tiendas en el año 98373. Todos estos
elementos contribuyen a reforzar la idea de que Zamora era un centro importante
en el contexto asturleonés.
22Desde
el año 981 la ciudad fue víctima de varios ataques musulmanes, lo que
posiblemente refleje su importancia en el contexto asturleonés, así como el
interés andalusí por neutralizarla74. Un último ataque,
lanzado en el año 986, fue exitoso en este sentido, ya que parece haber logrado
truncar el desarrollo de la ciudad o, al menos, romper el vínculo político que
la unía con el reino. De hecho, Zamora no sería nuevamente integrada en la
monarquía de manera efectiva hasta el reinado de Fernando I75. La relación de la
ciudad con el resto de la estructura política de la monarquía se vio, pues, muy
seriamente afectada por los ataques musulmanes de finales de siglo, pero no hay
evidencia alguna de que hubiera experimentado ningún tipo de decadencia con
anterioridad. Por ello, no podemos afirmar que la regresión de Zamora fuera lo
que favoreció la emergencia de León como sede regia.
23En el
caso de León, la presencia y la actividad regia se documentan desde finales del
siglo IX, aunque se intensifican de manera notable a mediados de
siglo X, en un momento que coincide con un cierto estancamiento del avance
territorial hacia el sur y en un contexto en el que se suceden los conflictos
no sólo entre distintos miembros del grupo familiar regio, sino también las
turbulencias políticas en otras zonas del reino. La ciudad figura como lugar de
ejercicio de la justicia regia ya desde finales del siglo IX y a lo largo
de todo el periodo asturleonés76. El gobierno de
Alfonso III aparece ya asociado a la ciudad de León77, aunque las
cláusulas del tipo regnante
in Legione no se documentan hasta el periodo de García I78 ni se vuelven
comunes antes del de Ramiro II.
24Una
de las vías a través de las cuales se construye el vínculo entre los reyes y la
ciudad es la catedral. Se trata de una relación que se forja ya en el
siglo IX mediante diversas donaciones regias79 y que se
reproduce a lo largo de la primera mitad del siglo X mediante, por un
lado, sucesivas confirmaciones de donaciones regias anteriores, como las
realizadas por Ordoño II y Ramiro II80, así como mediante
la realización de nuevas donaciones, como las del propio Ordoño II81. Es, no obstante, a
partir del reinado de Ramiro II, aunque sobre todo de Ordoño III,
cuando la relación se vuelve más intensa. De este rey se han conservado hasta
cinco donaciones82, así como un
documento que le atribuye la donación de un importante número de villas a la
catedral83. Hasta aquí
podríamos pensar que se trata sólo de un mero azar en la conservación de los
documentos, pero existen algunos factores cualitativos que permiten sugerir una
auténtica intensificación en la relación entre los reyes y los obispos. En
primer lugar, tanto Ordoño III como Sancho I donaron a la catedral
sendas iglesias en León: la de San Claudio, cuya restauración –ejemplo de
actividad edilicia– se atribuye a Ramiro II; y la de San Marcelo84. En segundo lugar,
sabemos con certeza que uno de los obispos leoneses, Oveco Núñez, formaba parte
de una de las ramas familiares que nacían del tronco familiar regio –era
descendiente de Nuño Ordóñez, hermano de Alfonso III85. Es posible que
también el obispo Sisnando, que lo fue en tiempos de Ramiro III,
perteneciera al grupo familiar regio, aunque no hay ninguna prueba directa.
Sabemos que Sisnando era el nombre por el que se conocía a Sendino Puricélliz,
acaso hermano de Aznar Puricélliz, a quien en un documento se consigna como
tío de la infanta Elvira86. La relación se
estrechó aún más en época de Vermudo II, quien acaso por su relativa debilidad
política era más dependiente del apoyo episcopal87. Este rey realizó
varias donaciones a la catedral y le devolvió los bienes que le habían sido
arrebatados con anterioridad por magnates como Gómez Díaz88. El vínculo fue
particularmente importante en época de Alfonso V, quien fue ungido por el
obispo Froilán89. El rey intervino en
varias ocasiones para salvaguardar los intereses de la catedral90. Es probable que
esta relación no fuera tan simple y tan directa como puede parecer a primera
vista, de manera que este intercambio de favores podría entenderse como parte
de un juego político más complejo en el que reyes y obispos confluían.
25León
alcanzó, además, una dimensión económica importante para la familia regia, que
a finales del siglo X disponía de unos cilleros que parecen haber estado
radicados en León91. Además, un
documento del año 1035 recoge la existencia de un mercado del rey y de una
alhóndiga de la reina92. Por otra parte, la
aparición de delegados regios con funciones administrativas, a imagen de los
posteriores tenentes93, se documenta de
manera más temprana de lo que se puede ver en otros territorios, lo que quizá
sea en sí mismo un reflejo de la importancia que había adquirido León gracias a
la presencia regia94.
26Existen,
finalmente, otros indicadores que podrían reforzar la idea de que a finales del
siglo X, pero, sobre todo, a principios del siglo XI, la relación
entre los reyes, la monarquía y la ciudad; o dicho de otro modo, entre el
control de la ciudad y el dominio del reino, se estrechó aún más. El primero de
ellos es la promulgación del Fuero de León en el año 1017, un acto cuya
importancia trasciende el ámbito jurídico y pudo haber tenido profundas
resonancias en la cultura política de la época95. En esta línea
cabría interpretar el hecho de que a Alfonso V se le atribuyan luego las
obras de renovación de San Juan Bautista, acción que encuentra su continuación
en el relato que se construye en torno a Fernando I, Sancha y el traslado
de los reinos de San Isidoro a esa iglesia96. Por último, no
debemos olvidar que el primer tercio del siglo XI proporciona el contexto
en el que se escribió la crónica de Sampiro, que, como hemos visto, se puede
considerar como uno más de los factores más que contribuyeron a reforzar a
imagen de León como centro político de la monarquía.
27Los
esfuerzos o pretensiones de determinados actores o grupos por controlar la
ciudad constituyen una muestra de la importancia de León en la dinámica
política de la época de finales del siglo X y principios del XI. Tal
es el caso de García Gómez, a quien en el año 990, durante una de las
rebeliones contra Vermudo ◊II, se le atribuye el título de imperante en
León97. La presencia de
Menendo González y de Sancho García en la coronación, en la catedral de
León, de Alfonso V, del que serían tutores; y el hecho de que durante la
minoría de este rey, y a pesar de la influencia de Sancho García, León se
mantuviera como centro político del reino, se pueden interpretar en ese mismo
sentido98. Lo mismo cabe decir
de Fernando I, quien a pesar de ser inicialmente ajeno al ámbito leonés
mantuvo León como su sede regia. Es interesante, además, que se atribuyan a
este rey una serie de acciones destinadas legitimar su posición a través de su
vinculación con algunos de los principales elementos de la cultura política de
la monarquía asturleonesa, en la que la propia ciudad jugaba un papel
importante99.
Conclusión
28Estos
últimos ejemplos, así como el relato cronístico sobre las pugnas mantenidas
entre distintos miembros del grupo familiar y la importancia puntual del
recurso a la fuerza, reflejan que a finales del siglo X o principios
del XI León, lejos de ser un espacio neutro para la monarquía, era un
ámbito social y políticamente heterogéneo que formaba parte de un entramado de
relaciones entre grupos sociales diversos cuyo apoyo o subordinación resultaba
fundamental para garantizar el ejercicio del poder en la ciudad y su proyección
sobre el resto del reino. Ahora bien, en un principio, como hemos vimos, León
pudo no haber sido tan diferente de Zamora, en la que confluían muchos otros de
los elementos presentes en aquella. Fueron los conflictos y las diversas
acciones regias que se suceden a partir del reinado de Ramiro II los que
produjeron un progresivo cambio cualitativo en la relación entre los reyes y León.
Cada nueva acción habría generado nuevos vínculos sociales y simbólicos que a
su vez habrían condicionado las acciones futuras. Cabe así entender que el
control de León se convirtiera a finales del siglo X y principios
del XI en una condición necesaria, o al menos de gran importancia, para el
dominio del reino. El hecho de que la crónica de Sampiro presente la
vinculación entre la monarquía y la ciudad no como una realidad inmanente, sino
como un relato dotado de una lógica histórica en la que, además, se destaca a
un particular grupo de reyes frente a otros, se podría entender como un
esfuerzo por reivindicar no un vínculo esencial entre el reino y la ciudad de
León, sino un determinado modelo de relaciones entre el rey y el conjunto del
reino; una determinada identidad política que se presenta en contraposición –y
de ahí los conflictos– a la que otros grupos quisieran o hubieran podido
intentar construir.
BIBLIOGRAFIA
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León: Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1987
Castañeda =
Ángel RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, El
tumbo del monasterio de San Martín de Castañeda, León: Centro
de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1973
Celanova =
Emilio SÁEZ y Carlos SÁEZ, Colección
diplomática del monasterio de Celanova (842-1230), 2 (943-988),
Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2000
Otero =
José Antonio FERNÁNDEZ FLÓREZ y Marta HERRERO DE LA FUENTE, Colección documental del
monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, vol. 1 (854-1108),
León: Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1999
SahI - José
María MÍNGUEZ, Colección
Diplomática del Monasterio de Sahagún (siglos IX y XI), León:
Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1976
NOTAS
* Este
trabajo ha sido elaborado en el marco del proyecto HAR2010-21950-C03-02: Territorios e identidades
locales en el centro de la Península Ibérica: Análisis espacial de las tumbas
excavadas en roca, financiado por el Ministerio de Economía y
Competitividad. Se ha beneficiado de las críticas y aportaciones que hicieron
tanto al borrador como a una versión previa de este trabajo Isaac Martín Nieto,
Iñaki Martín Viso, José María Mínguez, Carlos Tejerizo y Clara Hernández. Por
supuesto, cualquier error es de mi exclusiva responsabilidad.
1 “Regnante principe nostro domno
Garsea in Legione”, Emilio SÁEZ, Colección documental del archivo de la Catedral de
León (775-1230), I (775-952), León: Centro de Estudios e
Investigación “San Isidoro”, 1987, 26 (911.04.01), a continuación como CatLeónI. Aparece
antes en la donación de García I al monasterio de Dueñas, cf. José
Antonio FERNÁNDEZ FLÓREZ y Marta HERRERO DE LA FUENTE, Colección documental del
monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas, vol. 1 (854-1108),
León: Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1999, 1 (911.02.15), a
continuación como Otero. En
ambos casos se trata de copias y no se conservan los originales. Para el primer
documento original que recoge esta fórmula, hay que esperar hasta el año 917,
ya en época de Ordoño II (CatLeónI-43).
2 Claudio
SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Una
ciudad de la España cristiana hace mil años, Madrid: RIALP, 1965.
3 José María
MONSALVO ANTÓN, “Construyendo discursos medievales sobre lo urbano: episodios
de la ciudad de León bajo la monarquía asturiana según la cronística
cristiana”, en: Gregorio DEL SER QUIJANO e Iñaki MARTÍN VISO (coords.), Espacios de poder y formas
sociales en la Edad Media. Estudios dedicados a Ángel Barrios,
Salamanca: Universidad, 2007, p. 225-226.
4 Por citar tan
sólo un ejemplo significativo, véase C. SÁNCHEZ-ALBORNOZ, “Sede regia y solio
regio en el reino astur-leonés”, Asturiensia
medievalia, 3, 1979, p. 81.
5 Juan GIL
FERNÁNDEZ, José L. MORALEJO y Juan Ignacio RUIZ DE LA PEÑA (ed.), Crónicas asturianas: crónica de
Alfonso III (Rotense y "A Sebastián"), Crónica albeldense (y
"profética"), Oviedo: Universidad, 1985, p. 144-145
y 175. También se recoge la noticia en los Anales Castellanos, cf José Carlos
MARTÍN, “Los Annales
Castellani Antiquiores y Annales Castellani Recentiores:
edición y traducción anotada”, Territorio,
Sociedad y Poder, 4, 2009, p. 208.
6 Otero-1.
7 Justo PÉREZ DE
URBEL, Sampiro:
su crónica y la monarquía leonesa en el siglo X, Madrid: CSIC,
1952, §3. A continuación Sampiro.
8 E. SÁEZ y Carlos
SÁEZ, Colección
diplomática del monasterio de Celanova (842-1230), 2 (943-988),
Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá, 2000, 9. A continuación como Celanova.
9 Carlos ESTEPA
DÍEZ, Estructura
social de la ciudad de León (siglos XI-XIII), León: Centro de
Estudios e Investigación “San Isidoro” de León, 1977; Armando REPRESA RODRÍGUEZ, “Evolución urbana de
León en los siglos XI-XIII”, Archivos
Leoneses, 33 (45-46), 1969, p. 243-282; CésarÁLVAREZ
ÁLVAREZ, La
ciudad de León en la baja edad media. El espacio urbano, Madrid:
Hullera Vasco-Leonesa, 1992.
10 Thomas
DESWARTE, De la
destructuration à la restauration. L´idéologie du royaume d´Oviedo-León (VIIIe-XIe siècles),
Turnhout: Brepols, 2003, p. 169-170.
11 Isabel TORRENTE
FERNÁNDEZ, “Sedes regias de la monarquía asturiana”, en: María Isabel LORING
García (ed.), Historia
social, pensamiento historiográfico y Edad Media. Homenaje al Prof. Abilio
Barbero de Aguilera, Madrid: Ediciones del Orto, 1997.
12 Robert PORTASS,
“All quiet on the western front? Royal politics in Galicia from c.800 to
c.950”, Early
Medieval Europe, 21(3), 2013, p. 303.
13 J. Mª. MONSAVO
ANTÓN, “Construyendo discursos medievales sobre lo urbano”, p. 221.
14 Georges MARTIN,
“Ordoño Sisnández, autor de la Historia
legionensis (llamada silensis).
Notas histórico-filológicas sobre un ego fundador”, e-Spania [En
línea], 14 |décembre 2012, Puesto en línea el 29 noviembre 2013,
consultado el 05 diciembre 2013. URL: http://e-spania.revues.org/21711; DOI:
10.4000/e-spania.21711.
15 Julio ESCALONA,
“La geografía de la Historia
Legionensis (antes llamada Silensis). Ensayo de análisis”, e-Spania [En
línea], 14 | décembre 2012, Puesto en línea el 18 enero 2013,
consultado el 05 diciembre 2013. URL: http://e-spania.revues.org/21620; DOI:
10.4000/e-spania.21620.
16 J. Mª. MONSALVO ANTÓN, “La
imagen de las ciudades y regiones altomedievales de León y de Castilla en las
Crónicas Generales (de Sampiro a la Estoria de España)”, Studia Historica. Historia
Medieval, 28, 2010, p. 85-95.
17 G. MARTIN,
“Toponimia y “avidez de los reyes”: doble lexicalización de los territorios
hispanos en la Historia
legionensis (llamada silensis)”, e-Spania [En
línea], 13 | juin 2012, Puesto en línea el 22 diciembre 2012,
consultado el 05 diciembre 2013. URL: http://e-spania.revues.org/21070; DOI: 10.4000/e-spania.21070
18 J. ESCALONA,
“La geografía de la Historia
Legionensis…”.
19 J. Mª. MONSALVO
ANTÓN, “Zamora y Salamanca en la Alta Edad Media según la cronística cristina
(de Sampiro a la Estoria de España)”, en Beatriz ARÍZAGA BOLUMBURU (ed.), Mundos medievales. Espacios,
sociedades y poder. Homenaje al profesor J. A. García de Cortázar,
Santander: Universidad de Cantabria, 2012, p. 770-778.
20 He realizado la
cuantificación por parágrafos de acuerdo con las divisiones establecidas en la
edición de la crónica de Sampiro realizada por J. PÉREZ DE URBEL. He omitido
aquellos parágrafos dedicados íntegramente a la versión pelagiana.
21 Sobre la
integración de Zamora en la monarquía asturleonesa, me remito a Iñaki MARTÍN
VISO, Fragmentos
del Leviatán: la articulación política del espacio zamorano en la alta edad
media, Zamora: Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo,
2002, p. 68-69. Véase también María Luis BUENO DOMÍNGUEZ, Historia de Zamora. Zamora en
el siglo X, Zamora: Fundación Ramos de Castro para el Estudio
y Promoción del Hombre, 1983.
22 Sampiro, §14. Véase
José María MÍNGUEZ FERNÁNDEZ, “La “Jornada del Foso” y la frontera del Duero”,
en 893-1993.
Zamora 1.100 años de historia, Zamora: Ayuntamiento de Zamora,
1995, p. 23-33.
23 Sampiro, §18. Véase
J.Mª. MONSALVO ANTÓN, “Zamora y Salamanca …”, p. 773-774.
24 Sampiro, §18 y 21.
25 Ibid., §15, 16, 19
y 25.
26 Ibid., §15.
27 J. Mª. MONSALVO
ANTÓN, “Zamora y Salamanca …”, p. 770-775.
28 Sampiro, §1.
29 Ibid.
30 Ibid., §4.
Sobre estos ataques: J. Mª. MONSALVO ANTÓN, “Construyendo discursos sobre
lo urbano…”, p. 225. C. SÁNCHEZ-ALBORNOZ, “Las campañas del 882 y 883
que Alfonso III esperó en León”, Archivos
Leoneses, 33 (45-46), 1969, p. 169-182.
31 Sampiro, §24.
32 Ibid., §22.
33 Ibid., §22 y
23.
34 Amancio ISLA
FREZ, Memoria,
culto y monarquía hispánica entre los siglos X y XII, Jaén:
Universidad de Jaén, 2006, p. 29-64; Raquel ALONSO ÁLVAREZ, “Los
enterramientos de los reyes de León y Castilla hasta Sancho IV”, e-Spania [En
línea], 3 | juin 2007, Puesto en línea el 20 noviembre 2013,
consultado el 05 diciembre 2013. URL: http://e-spania.revues.org/109; DOI: 10.4000/e-spania.109
35 Sampiro, §19.
36 “Tunc temporis episcopalis sedes
in honorem sanctorum apostolorum Petri et Pauli, extra muros memorate erat
urbis; et intus municione muri erant tres domos que terme fuerant paganorum, et
in tempore christianitatis facte sunt aula regalis. Sed predictus rex Ordonius
misericordi a motus iussit Legionensi episcopo Frunimio, cum comprouincialibus
episcopis, transalcionem facere iam dicte sedis in domos illas, que eran aula
regalis” (ibid.,Redacción
pelagiana, §17).
37 CatLeónI-39.
38 Sobre la
producción de documentos falsos, en relación con la catedral, véase Carlos
REGLERO DE LA FUENTE, “Restauración diocesana y memoria regia en León y
Castilla”, en Pascual MARTÍNEZ SOPENA y Ana RODRÍGUEZ (ed.), La construcción medieval de la
memoria regia, Valencia: Publicaciones de la Universidad de
Valencia, 2011, p. 91-92.
39 BOTO VARELA,
Gerardo, “Sobre reyes y tumbas en la catedral de León. Discursos visuales de
poder político y honra sacra”, en JoaquínYARZA LUACES, María VictoriaHERRÁEZ
ORTEGA y Gerardo BOTO VARELA (coord.), Congreso
Internacional “La Catedral de León en la Edad Media”, León:
Universidad de León, 2004, p. 305-365; id., La memoria perdida: la Catedral
de León (917-1255), León: Diputación Provincial de León, 1995.
40 Sampiro, §24.
41 Sobre la muerte
de Ramiro II como paradigma de la buena muerte en Sampiro, cuyo relato
comparable al de la muerte de Fernando I en la Historia Silense,
véase Ariel GUIANCE, Los
discursos sobre la muerte en la Castilla Medieval (siglos VII-XV),
Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998, p. 289-308, esp. 294.
42 Sampiro, §26 y 27.
43 Ibid., §25.
44 Para una visión
más amplia de estos enfrentamientos, en referencia tanto a este periodo como al
siglo XI, véase T. Deswarte, De la destructuration a la
restauration …, p. 169-176.
45 Sampiro, §16.
46 Ibid., §17.
47 “[…] successit in regno […]”
(ibid., §20).
48 “[…] adeptus est sceptra paterna […]”
(ibid., §21).
49 “Huic consistenti in regno
voluntas euenit arripiendi uiam confessionis […]” (ibid., §21).
50 “Venit […] in Cemoram cum omni exercitu
magnatum suorum et suscepit regnum” (ibid., §21).
51 Ibid., §21.
52 Ibid., §22.
53 “Ordonium a regno expellerent”
(ibid., §25).
54 “Ordonius satis exercitatus
steti suaque ciuitates defensuit et regni sceptra vindicauit” (Sampiro, §25).
55 “[…] regni sui suscepit […]”
(Sampiro,
§26).
56 “Annoque idem regni sui explote
quale exercitus coniuracione, ex Legione egressus” (Sampiro, §26).
57 “[…] et regno caruit: Sancius
suscepit. Ingressus Legionem, edomuit omne regnum patrum suorum” (Sampiro, §27).
58 “[…] suscepit regnum patris suis […]”
(Sampiro,
§28).
60 A. ISLA FREZ,
“La construcción de la monarquía en León, siglos X y XI: historias y
leyes”, en: P. MARTÍNEZ SOPENA y A. RODRÍGUEZ (ed.), La construcción medieval de la
memoria regia …, p. 33.
61 Id., “La
monarquía leonesa según Sampiro”, en: M.I. LORING GARCIA, Historia social …,
p. 56; Id., Memoria, culto…,
p. 315-316.
62 I. MARTÍN
VISO, Fragmentos
del Leviatán …, p. 86-89.
63 Celanova-9
(907.?.27); Ángel RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, El
tumbo del monasterio de San Martín de Castañeda, León: Centro
de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1973, 2 (940.10.19), a continuación
como Castañeda.
64 Celanova-90
(951.02.19).
65 José María
MÍNGUEZ, Colección
Diplomática del Monasterio de Sahagún (siglos IX y XI), León:
Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1976, 175 (960.04.26). A
continuación como SahI.
66 Fernando LUIS
CORRAL “En busca de hombres santos: Atila, Ildefonso y el obispado de Zamora”,
en: I. MARTÍN VISO (ed.), ¿Tiempos
Oscuros? Territorios y sociedad en el centro de la Península Ibérica
(siglos VII-X), Madrid: Sílex, 2009, p. 202-227.
67 SahI-258
(970.06.20).
68 En
León: SahI-215
(963.10.03); en Cea (SahI-64)
(937.01.31).
69 SahI-258
(970.06.02).
70 Celanova-194
(983.09.31)
71 E. SÁEZ y C.
SÁEZ, Colección
documental del archivo de la Catedral de León (775-1230), II (935-985),
León: Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1987, 274 (954.08.27),
a continuación como CatLeónII.
72 SahI-333
(986.11.27).
73 Celanova-194
(983.08.31). En León se documenta ya en el año 950 (CatLeónI-230) (950).
74 I. MARTÍN
VISO, Fragmentos
del Leviatán … , p. 92-93 y 105-107.
75 Ibid., p. 131-132.
76 Por citar tan
sólo algunos ejemplos: Gregoria CAVERO DOMÍNGUEZ y Encarnación MARTÍN
LÓPEZ, Colección
documental de la catedral de Astorga, León: Centro de Estudios e
Investigación “San Isidoro”, 1999, 5
(878.06.06), a continuación como Astorga; CatLeónI-34
(915.01.30); CatLeónI-144
(941.07.16)
77 “[…] in Dei nomine commorantes in
civitate legionensi residentes troni solium in sede Oveto […]”
(SahI-9)
(909.04.28).
78 CatLeónI-26
(911.04.11).
79 CatLeónI-2
(860.06.28);
80 CatLeónI-2 (860.06.28); CatLeónI-16)
(878-904.?.?). El documento de confirmación de Ordoño II es CatLeónI-40
(916.12.14).
81 CatLeónI-44
(918.01.08); CatLeónI-102
(935.07.03).
82 CatLeónII-300
(951-959); CatLeónI-248
(952.03.17); CatLeónI-257
(952.10.12); CatLeónII-260
(953.07.11); CatLeónII-270
(954.07.08).
83 Se trata de la
relación de las villas que
integraban el commiso de
Santa María CatLeónII-301
(952.10.12).
84 CatLeónII-270
(954.06.08); CatLeónII-368
(963.11.08).
85 Margarita
TORRES SEVILLA-QUIÑONES, El
Reino de León en el siglo X: el Condado de Cea, León:
Ediciones Universidad de León, p. 204.
86 CatLeónII-432
(974.07.21); CatLeónII-411
(969.02.19).
87 Carlos de AYALA
MARTÍNEZ, Sacerdocio
y Reino en la España Altomedieval. Iglesia y poder político en el Occidente
peninsular, siglos VII-XII. Madrid: Sílex,
2008,p. 233-234.
88 CatLeónII-508)
(985.11.16); José Manuel RUIZ ASENCIO, Colección
documental del archivo de la Catedral de León (775-1230), III (986-1031),
León: Centro de Estudios “San Isidoro”, 1987, 548 (991.07.21), a continuación
como CatLeónIII; CatLeónIII-549
(991.11.26); CatLeónIII-550
(991.11.26).
89 CatLeónIII-589
(999.10.13).
90 CatLeónIII-589
(999.10.13). CatLeónIII-599
(1000.11.12); CatLeónIII-707
(1012.09.19).
91 CatLeónIII-737
(1015.03.13).
92 J. M. RUIZ
ASENCIO, Colección
documental del archivo de la Catedral de León (775-1230), IV (1032-1109),
León: Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, 1987, 940 (1035.06.01),
a continuación como CatLeónIV.
93 C. ESTEPA
DÍEZ, Estructura
social de la ciudad de León, p. 435-436.
94 Julia
MONTENEGRO VALENTÍN, “Merinos y Tenentes en el “territorium” legionense. Una
aportación al estudio de la organización territorial de los reinos
occidentales”, Anales
de la Universidad de Alicante. Historia medieval, 12, 1999,
p. 153-169.
95 De acuerdo con
la interpretación que se hace de este tipo de cuerpos de leyes en Patrick
WORMALD, “Lex Scripta
and Verbum Regis:
Legislation and Germanic Kingship, from Euric to Cnut”, en: Paul H. SAWYER e
Ian N. WOOD, Early
Medieval Kingship, Leeds: University of Leeds, 1977,
p. 105-138.
96 A. ISLA
FREZ, Memoria,
cultoy monarquía …, p. 41 y 53.
97 SahI-340; SahI-340. Sobre la
rebelión de García Gómez: J. M. RUIZ ASENCIO, “Rebeliones leonesas contra
Vermudo II”, Archivos
Leoneses 45-46, 1969, p. 12.
98 CatLeónIII-589
(999.10.13).
99 G. MARTIN,
“Linaje y legitimidad en la historiografía regia hispana de los siglos IX
al XIII”, e-Spania [En
línea], 11 | juin 2011, Puesto en línea el 06 junio 2011, consultado
el 06 diciembre 2013. URL “: http://e-spania.revues.org/20335; DOI:
10.4000/e-spania.20335.
Álvaro CARVAJAL CASTRO
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