ESPAÑA DE SUR A NORTE
TRUJILLO:
CUNA DE DESCUBRIDORES
En 1929 se
inaugura la enorme estatua ecuestre de Pizarro en Trujillo en
una pomposa ceremonia a la que asistió el entonces presidente del gobierno
Miguel Primo de Rivera. Con ella la Plaza Mayor completaba su
aspecto actual. El encaje entre la estatua y la plaza fue perfecto. El Conquistador
del Perú parece contemplar su ciudad natal como si estuviera
asistiendo a una gran ceremonia. Quizás por eso al entrar en la Plaza cualquier
visitante se siente trasladado a otra época.
Bajo la vigilante
mirada de Francisco Pizarro se extiende un gran escenario teatral. Arriba
la villa medieval, de la que se observan sus torres entre las casas
de piedra. En los puntos cardinales de la plaza los grandes edificios
renacentistas construidos con el dinero procedente de los
descubrimientos al otro lado del Atlántico. Destacan el Palacio de la
Conquista, la Iglesia de San Martín y el Palacio
de San Carlos. Entre ellos la plaza se cierra con bellos soportales bautizados
con los nombres de los gremios que en ellos se asentaban y que
revelan que la plaza era en realidad un gran mercado. Sin duda
una de las plazas más bonitas del mundo.
Pizarro e Iglesia de San Martín
Plaza Mayor
La ciudad medieval
se había enriquecido durante el siglo XV. Su carácter de ciudad
mercado la había convertido en uno de los lugares más
prósperos de Extremadura. Los hijos de la nobleza buscaban destacar y, como
muchos otros en Castilla, se alistaron para participar en las grandes empresas
del Descubrimiento de América. Lo que sorprende es que aquí la
nómina de descubridores llegó a ser especialmente numerosa. No sólo fue Francisco
Pizarro, conquistador del Perú, y Francisco de Orellana,
descubridor y primer navegante del Amazonas. La lista es extensa e incluye, por
citar a algunos de los más importantes personajes, a Francisco Becerra, el
arquitecto del Renacimiento en América, Fernando de Alarcón,
descubridor del Río Colorado, Francisco de las Casas, uno de los
grandes capitanes de Hernán Cortés, Gabriel de Ávila, fundador de
Caracas, María de Escobar e Inés Suarez, mujeres
que participaron en la conquista del Perú e introdujeron en América los
cultivos del trigo y la cebada, Gaspar de Rodas, gobernador de
Antioquía y Alonso de Sotomayor, Gobernador de Chile.
Lo curioso es que
la gloria de la ciudad fue efímera. Todos los personajes célebres
nacieron entre finales del siglo XV y el siglo XVI. Luego Trujillo
se sumió en el olvido y no volvió a contar para la historia. Sin embargo, el
esplendor de aquellos tiempos quedó escrito en la villa medieval, en los
grandes palacios e iglesias renacentistas y, sobre todo, en esa Plaza Mayor.
Hoy Trujillo es uno de los “Pueblos Más Bonitos de España” y
aspira a convertirse en “Patrimonio de la Humanidad”.
“Hasta 25 lugares
se conocen hoy en día con el nombre de Trujillo. El Trujillo del Perú es
el más importante, pero hay Trujillos en Venezuela, Colombia, México,
Guatemala, Honduras, Cuba, Puerto Rico y hasta en Filipinas.
No se puede decir que esta ciudad no haya dejado huella en el mundo”
Trujillo está
dividido en dos grandes partes que confluyen en la impresionante Plaza
Mayor. En la colina se alza el recinto
amurallado que envuelve la villa medieval.
A los restantes lados de la plaza se extiende la ciudad
moderna, si por moderno entendemos el desarrollo de la urbe a
partir del siglo XV.
La Plaza Mayor. Un
Escenario Teatral Renacentista
Hay que llegar a
la Plaza Mayor a primera hora de la mañana, cuando todavía la sombra de Pizarro
es muy alargada y la mayoría de las terrazas están vacías. Será fácil elegir un
buen sitio para desayunar y empezar a contemplar con calma la plaza. Hay mucho
por descubrir.
La plaza comenzó
siendo el arrabal de San Martín,
un gran espacio extramuros que albergó durante siglos una de las juderías más pobladas
y prósperas de Extremadura. La expulsión de los judíos dejó el espacio vacío y
comoquiera que Trujillo acababa de recibir el privilegio de ser una ciudad
mercado, aquel espacio se convirtió en el lugar más apropiado para organizar
cada semana la mejor feria de Extremadura.
Los gremios crecieron alrededor de la
plaza y con ellos el poderío económico de la ciudad.
Casa del Concejo
Plaza Mayor de noche
Cuando el dinero
comenzó a llegar a raudales procedente de los vecinos que se habían destacado
en el descubrimiento de América, los protagonistas de aquellas empresas
hicieron construir allí sus grandes palacios. Así la plaza terminó
convirtiéndose en una de las mejores muestras del renacimiento
español sin olvidar su papel de mercado.
Lo que primero
sorprende es la Estatua Ecuestre de Pizarro presidiendo
la plaza. Lleva ahí casi un siglo. La obra más famosa del escultor
norteamericano Charles Cary Rumsey tiene dos
copias, de menor tamaño, en Lima y Buffalo (la
ciudad natal de su escultor en EE.UU.). El hijo más ilustre de la villa
impresiona con su armadura y su pose de conquistador.
Iglesia de San
Martín, Palacios y Pórticos
En la plaza
confluyen todos los caminos. Allí se muestra la esencia de la ciudad. Una
ciudad que siempre fue mercado. Gracias al comercio alcanzó el poderío
económico y cuando perdió importancia la ciudad se arruinó y ya sólo fue un
fantasma de sí misma. En medio, durante la segunda mitad del siglo XV y el
siglo XVI, la gloria. La Iglesia de San Martín y los grandes Palacios nos
hablan de aventuras transcurridas al otro lado del Atlántico, de imperios que
suenan míticos, de riquezas que parecían no tener fin.
La renacentista y
sobria Iglesia de San Martín se alza tras la estatua
de Pizarro. El templo, dedicado a San Martín de Tours, se construyó sobre la
primitiva iglesia que daba nombre al barrio. El interior, que alberga
bellos sepulcros renacentistas de los
nobles trujillanos, deja ver sus esbeltas nervaduras góticas.
En el extremo
opuesto a la iglesia, la impresionante mole del Palacio
de la Conquista. Otra vez Pizarro como protagonista. Carlos V
había concedido a Francisco Pizarro el título de Marqués
de la Conquista. Tras la muerte del conquistador el título fue
heredado por su hija, Francisca Pizarro Yupanqui, que se
había casado con el hermanastro de Francisco, Hernando
Pizarro. Francisca era la hija que el conquistador había tenido
con la princesa inca Inés Huaylas Yupanqui,
considerada la primera mestiza del Perú. Felipe
II temía que el poderoso matrimonio pudiera intentar quedarse con las
conquistas en Perú y los hizo volver a la corte. Ellos impulsaron la
construcción del palacio para memoria de la familia. La primera planta está
porticada para conservar ese carácter de mercado de la plaza. Los bajos
sirvieron, nada más inaugurarse en el siglo XVI, como oficina
de reclutamiento que animaba a los pobladores a probar
fortuna en el Perú. Pero lo más llamativo del palacio es su ostentoso balcón
de esquina coronado por el escudo
imperial y rodeado por escenas
alusivas a la conquista del Perú. Curiosas
escenas entre las que se distingue, tocada con un sombrero, a Francisca
Pizarro.
Palacio de la Conquista y Casa del Concejo
Palacio de la Conquista, balcón
Entre los
palacios, las casas del siglo XIX siguen manteniendo sus bajos porticados con
nombres procedentes de los productos que en ellos se comerciaban como Portal
del Pan, del Paño, de la Verdura o
de la Carne. El conjunto compone una plaza irregular
pero muy armónica en la que no se dejan de apreciar nuevos detalles a cada
paso.
Los Barrios Gremiales y la Expansión de la Ciudad en el
Siglo XVI
En el siglo XVI el
dinero no paraba de llegar a Trujillo. Los antiguos barrios
gremiales desarrollados alrededor de la plaza comenzaron a crecer y se llenaron
de palacios, conventos e iglesias. Una auténtica fiebre
constructiva. Todos los grandes edificios de esta parte de la ciudad se
levantaron en el espacio de unas pocas decenas de años. De ahí la homogeneidad
de estilos. La lista es larga pero algunos son lugares imprescindibles.
El Convento
de Santa Clara, edificado en el antiguo arrabal
de San Clemente, se convirtió en 1984 en un flamante Parador.
Las habitaciones se distribuyen alrededor de los dos claustros del convento.
Aún quedan unas pocas monjas en una pequeña dependencia del convento.
En el otro extremo
de la ciudad el Convento de San Francisco que
alberga hoy el Museo del Traje, donde se exponen
las creaciones del modisto Enrique Elías para las grandes artistas españolas
del siglo XX.
Palacio de San Carlos
Entre ambos conventos
la Iglesia de San Lorenzo y el Hospital
de la Caridad, el Convento de las
Franciscanas de San Pedro y así hasta una docena de
templos construidos con el dinero de los nuevos ricos que llegaban de América.
Los nombres de las calles reflejan el carácter gremial de los barrios. En ellas
se descubren algunos edificios renacentistas más modestos que
han conservado sus fachadas de piedra.
La
Ciudad Medieval
Antes de subir a
la ciudad medieval toca reponer fuerzas con alguna contundente tapa extremeña regada
con un vino de la tierra. Imprescindible probar sus quesos y embutidos.
La villa
intramuros es un típico emplazamiento medieval. Se fundó sobre un promontorio
que domina la comarca. Los árabes la dotaron
durante el periodo califal de recias
murallas y una alcazaba cuyos perfiles no han variado
mucho desde el siglo X.
En la muralla,
conservada en casi todo su perímetro, se abren hasta siete
puertas. La del Triunfo, en el extremo oeste, debe
su nombre a que por allí entraron las tropas cristianas el 25 de
enero de 1232. Cuenta la leyenda que fue la Virgen
de la Victoria la que les franqueó el paso por la puerta y
por eso fue adoptada como patrona de la ciudad. Aquí rodó Ridley Scott la
escena de la toma de Granada para su película “1492, la Conquista del Paraíso”.
Las puertas de Coria, Santiago y San
Andrés son más sencillas. La más bonita es la del Arco
de la Sangre que marca el límite entre la ciudad medieval
y la renacentista.
Puerta del Sol o de Santiago
Escudo de los Pizarro
Torre de la Casa Fuerte de Luis Chaves el
Viejo
Dentro de las
murallas el trazado urbano es de calles angostas, de trazado
irregular, con pequeñas plazuelas frente
a las iglesias góticas. Cada poco tiempo
recios edificios blasonados, muchos de los
cuales aún exhiben grandes torres, símbolos de un
poder que se medía por su altura y majestuosidad. Paseando por el laberinto de
callejuelas descubriremos las casas fuertes de los grandes y
enfrentados linajes de la villa. La de
los Escobar, la de los Altamirano,
la de Luis Chaves el Viejo, que hospedó
varias veces a los Reyes Católicos, o la de los Bejarano.
Todas exhiben torres desmochadas desde el
decreto dictado por los Reyes Católicos para evitar
las luchas fratricidas nobiliarias. En algunas, junto a los escudos, todavía se
leen leyendas que eran también símbolos de poder.
En el alcázar de
los Bejarano una leyenda reza junto al escudo:
”Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus
alas”.
Viejas Iglesias.
Nuevos Museos
Un templo destaca
sobre todos en la ciudad medieval, la Iglesia de Santa María la
Mayor. Una de las iglesias góticas más impresionantes de
Extremadura. En su interior el magnífico retablo mayor del
siglo XV pintado por Fernando Gallego. La subida a las
torres depara una de las mejores vistas sobre Trujillo y una
sorpresa peculiar. Entre las piedras de la supuesta torre gótica es posible
descubrir el escudo del Athletic Club. La explicación es sencilla. Cuando la
torre se rehabilitó en los años 70, el cantero, forofo del club bilbaíno quiso
dejar su impronta en la piedra.
Frente a la
Iglesia de Santa María se extienden los restos del Monasterio
de San Francisco el Real de la Coria que tomo el nombre de la
cercana puerta de la muralla. La ruina le llegó con el terremoto de Lisboa. Sus
restos fueron rehabilitados hace pocos años para albergar el Museo
de la Coria que explora las prolíficas relaciones entre
Extremadura y América.
Murallas y Puerta de San Andrés
Casa de Hidalgo
Torres de la Colegiata de Santa María La
Mayor
Interior de la Colegiata
También cerca de
allí está la Casa Museo de Pizarro, en la que parece que fue la
casa de Gonzalo Pizarro, el padre del Conquistador. En realidad,
Francisco nunca residió en ella porque era hijo ilegítimo.
Más al oeste,
camino del bucólico cementerio, nos topamos con una de las construcciones más
singulares de Trujillo, la alberca. Se trata de un gran depósito
de agua (14 metros de profundidad) que fue excavado en la roca en
tiempos de la dominación árabe. Junto a la alberca, la Iglesia
de la Vera Cruz o de San Andrés, que acabó convertida en
el siglo XIX en fábrica de sombreros.
Saliendo por la
Puerta de San Andrés podemos rodear la muralla en un bello paseo para
desembocar junto al Palacio Juan Pizarro de Orellana, reformado por
otro de los hermanos Pizarro en el siglo XVI, que exhibe un precioso balcón
renacentista. El pasadizo del Cañón de la Cárcel une
directamente el palacio con la Plaza Mayor.
Torre románica
Mejor subir por la
Cuesta de la Sangre hasta la Iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo convertida
en el pequeño y entretenido Museo de los Conquistadores. Junto a la
iglesia la bella logia renacentista del Palacio de los Chaves Sotomayor.
Si seguimos
subiendo nuevamente hasta el Arco de la Sangre, dejando al lado el enorme Palacio
con la torre desmochada de Luis Chaves el Viejo, podremos descender hasta
la plaza por la calle Ballesteros y visitar en la esbelta Torre del
Alfiler el Museo de la Historia de la Ciudad. La torre
tiene una historia curiosa pues comenzó siendo parte de la muralla para pasar a
ser parte, tras la conquista cristiana, de un palacio de una familia noble que
como tantas acabo desmochada. Su nombre proviene de la aguja que corona la
actual cúpula, sobre cerámica talaverana. Todo un símbolo para una ciudad cargada
de historia.
Volvemos a la plaza
justo a tiempo para contemplar las luces del atardecer. Las sombras de Pizarro
se agrandan sobre el gran espacio central. Y uno se pregunta cómo una ciudad
tan pequeña pudo engendrar tantos descubridores y jugar un papel tan relevante
en el recién descubierto Nuevo Mundo. La respuesta está en estas piedras que
esconden muchos más historias de los que podríamos imaginar.
Casa museo Pizarro
Torres del alfiler y San Martín
EL PALACIO
DE ELSEDO: BARROCO Y ARTE
CONTEMPORÁNEO
Palacio de los condes de Torre-Hermosa o
Palacio de Elsedo
El Palacio
de los Condes de Torrehermosa, quizá mas conocido como Palacio de
Elsedo, está situado a los pies de la Sierra de Peña Cabarga en
su vertiente sur. Ocupa un llano con un pequeño lago perteneciente al pueblo
de Pámanes (barrio de Elsedo) y está a muy corta distancia de
la entrada del Parque Natural de Cabárceno.
El palacio
barroco es una de las joyas arquitectónicas de Cantabria. En su
interior alberga uno de los museos de arte privado más importantes de la
región, la Colección José Luis Santos de arte moderno.
Exterior del Palacio
Museo de arte contemporáneo
Palacio de Elsedo, Capilla, estatuas orantes
del conde y su esposa
El Palacio
de Elsedo es uno de los más bellos ejemplos de palacios
barrocos del norte de España. Fue mandado construir por Francisco
de Hermosa y Revilla, Caballero de la Orden de Calatrava y alto
dignatario de Felipe V, quien le otorgaría el título de Conde de
Torrehermosa. El primer conde mandó reedificar su casa
solariega, levantar una torre y una capilla que haría las veces de Panteón. El
encargo caería sobre Francisco Agüero, cantero y
arquitecto local que también participó en destacadas obras como el Panteón Real
de la Catedral de Oviedo, o la Capilla de Alfonso el Casto. Se erigió entre
1710 y 1715. En 1983 fue declarado monumento y bien de interés cultural.
Torre octogonal
Palacio de Elsedo, patio
El exterior
presidido por una elegante torre octogonal y capilla,
presenta una solemne portalada con el escudo de
su familia paterna, los «Hermosa y Avellano». Edificado en un estilo sobrio y
alejado de ornamentación exagerada, presenta un equilibrio muy elegante entre
sus diferentes elementos: capilla, torre y varios edificios de formas
irregulares que quedan enlazados con gran armonía a pesar de sus diferentes
volúmenes. Hay guiños claramente neoclásicos en el uso del almoadillado,
las columnas o los arcos de influencia vitruviana.
Jardines y lago
Los amplios
jardines que lo rodean, son deliciosos. Poseen árboles de gran tamaño, parecen
centenarios, además, el lago añade un toque pintoresco digno de los mejores
jardines nobiliarios. El conjunto palaciego reflejado en sus aguas es una de
las mejores vistas que se pueden disfrutar.
Capilla
La capilla cumple
las funciones de ilustre panteón para los sepulcros del
conde fundador y su hija, así como los de uno de sus sucesores, Agustín de
Hermosa y su hijo. Dos estatuas orantes coronan sus
sepulcros, enmarcadas por una portada neoclásica con semipilastras acanaladas y
arco de medio punto coronado con friso.
Fachada de la capilla
Museo de Arte – Colección José Luis Santos
Colección de arte
moderno, abstracto y contemporáneo español del siglo XX con más de 130
piezas distribuidas en diez salas y el patio del palacio. Posee
esculturas y pinturas de destacados artistas como Chillida, Jorge de Oteiza,
Miguel Berrocal; Joan Miró, Picasso, Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Lucio
Muñoz, Ramón Calderón, Manuel Viola, María Yturralde, etc. En la colección
también hay sitio para renombrados artistas montañeses como María Blanchard,
Casimiro Saínz o Pancho Cossío entre otros.
Sus fondos están
dividios en cuatro secciones:
o Naturaleza muerta, objeto, vida real.
o Paisaje, entorno, materia.
o Desnudo, cuerpo, acción.
o Historia, memoria, sociedad.
Pámanes:
Elsedo y Somarriba
La localidad
de Pámanes, de la que forma parte el barrio de Elsedo,
tiene otros tesoros artísticos e históricos que merece la pena descubrir. Un
agradable paseo desde Elsedo a Pámanes, nos dará la oportunidad de descubrir
varias casas solariegas con escudos. En el mismo antiguo camino que sigue la
carretera comarcal a Pámanes, se encuentra la Casa Agustín de la
Concha. Fue edificada en 1718, y entonces rivalizaba su torre en
altura con el propio Palacio de Elsedo, desmochada la torre, perdió parte de su
antigua prestancia, pero aún conserva las formas, y además está siendo
restaurada. Un poco más adelante, la Casona de la Vega, posee
un escudo del linaje emparentado con el Marqués de Santillana como prueban sus
armas.
En el centro de
Pámanes está la iglesia parroquial de San Lorenzo, que posee una
preciosa portada gótico-flamígera, junto a ella un precioso
ejemplo de casa de indiano y las Escuelas obra de 1913, son los edificios más
destacables.
Palacio y Valle de Pámanes
Iglesia parroquial de San Lorenzo
Portada de la Iglesia
Casa Agustín de la Concha
Cruz de Somarriba
El último apartado
de este artículo, me gustaría mencionar una curiosidad que me parece muy
reseñable por su importancia histórica. En lo más apartado del barrio de
Somarriba, donde ya limita con el vecino municipio de Penagos,
se alza una cruz de piedra que a priori no parece tener ninguna importancia.
Sin embargo, esa cruz delimita una frontera, un cambio cultural y unos límites
históricos que marcaron la historia y a los hombres y mujeres que de estas
tierras procedían.
Al oeste de esta
cruz, las aguas fluyen hacia el Pisueña-Pas, al este de esta cruz,
fluyen hacia el Miera. Al oeste de esta cruz,
era Trasmiera, y sus habitantes conocidos en el resto de
Castilla como Trasmeranos; al este de esta cruz, eran parte de los Valles
Pasiegos. A un lado la Cantabria Occidental y al otro la
Cantabria Oriental.
La Leyenda de la Cruz de Somarriba y la nobleza de
Trasmiera
Dicen que hace
mucho tiempo, el Rey de Castilla quiso
recompensar los servicios prestados a la Corona por un tal Juan de
Agüero. Prometióle el monarca, otorgar nobleza a
todo pueblo de aquella tierra que él pudiera recorrer en su montura en un solo
día. De sol a sol el de Agüero recorrió pueblo a pueblo
su comarca, terminando a lomos de su caballo en Pámanes,
cuando extenuado cayó.
Queriendo sus
vecinos ser incluidos en tal trato, decidieron arrastrar al caballo hasta
los límites vecinales, dejándolo caer donde hoy levanta esa cruz. Consiguieron
su propósito, y los de Pámanes trasmeranos fueron, pero popularmente constó la
forma en que su nobleza fue adquirida, y desde entonces por «arrastrados»
son conocidos.
Tal cuenta la
leyenda. Lo cierto es que históricamente si hay hechos que ilustran los
privilegios de Trasmiera, que estuvo exenta de pagar impuestos
sobre la sal, elevados en aquellos tiempos, y consiguió en el
siglo XIV gracias a Pedro González de Agüero la exención para Trasmiera de
la alcabala, una especie de IVA medieval.
LIÉRGANES Y
EL VALLE DEL MIERA
Puente Mayor
Cuando paseando
por el Paseo de Pereda de Santander miramos hacia su hermosa bahía, el paisaje
esta dominado por montañas. En primer plano la famosa Peña Cabarga,
con su repetidor de televisión y su Monumento al Indiano. Justo a su izquierda
en un plano más lejano, se distinguen las paredes rocosas de una Peña
Pelada, que así se llama, y el macizo de Riomiera. Son estas
montañas las que marcan el nacimiento del río Miera, cuyo curso medio esta
ocupado por el municipio de Liérganes, y que muere entre meandros
amables en la propia bahía a la altura de Pedreña abriendo la pintoresca ría de
Cubas.
Liérganes y su
entorno es uno de los pueblos con más encanto de Cantabria, y su
visita nos ayuda a conocer los rasgos generales de una tierruca cuyos
habitantes han aportado al devenir de la historia común española, a través de
numerosos personajes, que salieron de «La Montaña» a tierras mesetarias e
incluso allende los mares al Nuevo Mundo para desempeñar labores y cargos de
honor y oficio. Aquellos personajes históricos dejaron su legado en forma de
monumentos civiles como palacios y casas solariegas,
que hoy podemos disfrutar dando un paseo por esta y otras villas de la región.
Siendo el legado
monumental uno de los aspectos más destacables de Liérganes, bueno es saber que
además cuenta con un balneario de aguas medicinales decimonónico;
que es cuna de una de las historias legendarias más famosas de Cantabria, «El
Hombre-Pez«; y que su entorno natural montañoso, verde,
amable y pintoresco, invita al senderismo para descubrir sus rincones más
escondidos.
Casa Cañones
Escudo de
Liérganes, Eduardo Panizo Gómez
Liérganes
El casco histórico
de Liérganes está declardo conjunto histórico-artístico,
y cuenta con los siguientes monumentos inscritos en la lista de
patrimonio cultural, tres de ellos están en distintos barrios
de Liérganes el último en la localidad de Pámanes:
1.
Iglesia de San Pedro Encadenado
2.
Palacio de La Rañada o de Cuesta Mercadillo
3.
Cruz de Rubalcaba
Como corresponde a
las típicas localidades de Cantabria, su población se halla dispersa en
diferentes barrios, y generalmente crecen
flanqueando los antiguos Caminos Reales en sentido longitudinal. Liérganes no
es una excepción, y cuenta con siete barrios diferentes, siendo los más
importantes para la visita los del Mercadillo, la Costera,
la Rañada y Rubalcaba.
Puente Mayor y monumento al Hombre-Pez
Puente Viejo y barrio del Mercadillo
El mejor lugar
para comenzar o terminar una visita a Liérganes es el Puente
Mayor, también llamado puente viejo o puente romano, aunque es
de inicios del siglo XVII. Su construcción corresponden al amplio desarrollo de
las comunicaciones terrestres que tuvo lugar en Cantabria en época
renacentista. Su autor fue Bartolomé de Hermosa, oriundo de
Liérganes que terminó su obra en 1606.
Junto al puente,
un antiguo molino hidráulico alberga un pequeño centro
de interpretación en el que se explican su funcionamiento y usos.
También un panel explica la leyenda del Hombre-Pez, cuya estatua conmemorativa
se encuentra bajo el vano del puente sobre una roca y mirando al río.
Caminando desde el
puente entramos en el barrio de «El Mercadillo», que se define por una camino
de norte a sur, con dos plazas muy pintorescas en cada extremo. La arquitectura
tradicional conservada de forma excelente en todo el núcleo, nos llamará la
atención. Casas de piedra con muros maestros laterales, balcones corridos de
madera, que a menudo se presentan floridos. Las Casas de Rañada y
Portilla, ambas del siglo XVII, nos dan la bienvenida.
Plaza del Marqués de Valdecilla
Girando a la
derecha un poquito más al sur, en la Plaza del Marqués de
Valdecilla. Entre sus vecinos ilustres, la Casa
Palacio de Rañada Rubalcaba, obra del siglo XVII, ejemplo de
arquitectura clasicista, siempre abigarrada de hortensias de su cuidado jardín.
Y el otro, presidiendo la plaza, uno de los edificios más ilustres de la villa,
la Casa de los Cañones. Ejemplo de palacio barroco
madrileño, con un primer piso de sillares almohadillados, fue mandado construir
por la familia Cantolla y Miera, cuyas armas figuran en su fachada. Dos cañones
flanquean la entrada, guiño histórico a la importancia de la Fábrica de Cañones
que existió tanto aquí como en la vecina población de la Cavada, durante más de
300 años, que proporcionaron armamento a la Marina Española y a sus imponentes
defensas repartidas por medio mundo.
Precisamente la
calle principal lleva el nombre de Jan Curtius, el empresario de
Flandes que en 1622 inició aquí con su
fábrica de cañones, la historia de los altos hornos en España.
Plaza del Marqués de Valdecilla
Casa Palacio Rañada Rubalcaba
Balcón típico
Recomiendo caminar
con tranquilidad por esta calle para no perderse detalle de las bellas
mansiones y preciosa arquitectura tradicional. Siguiéndola hasta el final para
desembocar en el Balneario de Liérganes, ejemplo
histórico del veraneo de la Belle Epoque que aún hoy atrae a cientos de
visitantes en busca de la tranquilidad y los medios curativos de sus aguas
medicinales.
Las inmediaciones
del Balneario reúnen tiendas, cafeterías y restaurantes en los que uno no debe
dejar de pasar la oportunidad de tomar un típico chocolate a la taza y de
comprar «sacristanes«, el dulce típico local.
Barrio de la Costera
Su nombre viene de
cuesta, pues en cuesta está, aprovechando las lomas que se levantan flanqueando
el valle. En su cima la Iglesia de San Pantaleón posee
posiblemente las mejores vistas de la villa. Antes de llegar, se pasa por
la Casa del Intendente Riaño. Una de las Casas Palacio más
antiguas de Liérganes que data de finales del siglo XVI. Perteneció a la
familia Riaño-Gamboa como atestigua su escudo, pero su nombre lo toma en honor
a Juan Antonio de Riaño y Bárcena, Caballero de la Orden de Calatrava e Intendente
de Guanajuato (México).
Casa del Intendente Riaño, siglo XVI
Cruz e Iglesia de San Pantaleón
Iglesia de San Pantaleón, junto al roble
legendario.
Arquitectura tradicional montañesa
Barrio de la Rañada
Iglesia de San Pedro ad Vincola
En el mismo barrio
se puede visitar la Iglesia parroquial de San Pedro Advincola,
declarada monumento nacional, esta iglesia fue iniciada en 1591 y
terminada en 1627. En su construcción intervinieron los canteros y arquitectos
locales Bartolomé Hermosa y Juan de las Cavadas.
Barrio de la Rañada
Este barrio está
situado a unos dos kilómetros del centro urbano, se puede ir andando, o en
coche por la carretera que se dirige hacia el Alto Miera y el puerto de Lunada,
pero hay que prestar atención para no saltarse dos espléndidas casas
señoriales. El primero la Casa Cárcova Rubalcaba, casona que
data de la segunda mitad del siglo XVIII, (antes de 1764), aunque ha sufrido
transformaciones posteriores. Conserva la tapia circundante con portada
monumental adornada con escudo de armas.
Palacio de la Rañada
Palacio Cárcova Rubalcaba
El segundo
el Palacio de la Rañada, también conocido como Palacio
Cuesta Mercadillo por quien lo mandara construir a principios del siglo XVIII:
Juan Cuesta Mercadillo, oriundo de Liérganes, fue gobernador de las Villas de
Sombrerete y Nombre de Dios en el Virreinato de Nueva España (México). Es éste
un extraordinario ejemplo de casona cántabra barroca con blasón nobiliario.
(S.XVI-XVII). Uno de los monumentos más bellos de la Villa.
Barrio de Rubalcaba
Siguiendo en la
misma dirección por la carretera, llegaremos hasta el barrio de Rubalcaba. Esta
pequeña pedanía nos guarda uno de los tesoros artísticos más valorados de
Cantabria, la Cruz de Rubalcaba. Se trata
de un «humilladero» que bendecía el «Camino Real»
desde Liérganes a Castilla. Luce en su parte central el escudo nobiliario de
los Miera Rubalcaba y Velasco. Fue erigido en la esquina de la tapia que rodea
el solar de la Casona Miera-Rubalcaba.
Esta casa-palacio
del siglo XVIII luce otro escudo del linaje, si bien éste más grande y hermoso
aún. Flanqueado por leones rampantes, su desmesurado tamaño parece querer
empequeñecer su fachada sur, y es uno de los escudos
nobiliarios más espectaculares de la región. La casona fue
edificada hacia 1780 por Felipe de Miera Rubalcaba y Velasco. Miembro
destacado de dicha familia nobiliaria que medró en la carrera eclesiástica,
llegando a ostentar uno de los más altos cargos de la época, capellán
de la Capilla Real de Toledo (salvo el de Arzobispo de
Toledo, pocos cargos le superaban en importancia, rentas y prestigio en la
España de la época).
Cruz de Rubalcaba
Casona Miera-Rubalcaba, siglo XVIII
Ermita Santa María la Blanca
Visitando el alto Miera
A partir de
Rubalcaba el valle del Miera se estrecha y se inicia una pronunciada subida
hacia la cordillera Cantábrica. La carretera que comunica Liérganes con
Castilla (Espinosa de los Monteros en Burgos) asciende por el valle
frondoso, con los rayos de sol que se filtran entre la fronda de hayas y
robles. En pocos kilómetros el paisaje se transforma en lomas de montaña, que
ocupan algunos puebles desperdigados como La
Cárcoba o Mirones. Aunque las cotas no tienen una
elevación desmesurada, la naturaleza kárstica del paisaje acentúa su dramatismo
al mostrar picos, riscos y peñas rocosas dignas de cadenas
montañosas mucho más altas. Las paredes de piedra combinadas por el tapiz de
pastos, allá donde las lomas de pendientes suaves lo permiten, convierten las
vistas en postales relajantes.
San Roque de Ríomiera, Valle del Miera
Puente de Piedra, río Miera
Al llegar a San Roque
de Riomiera, el valle se abre en un precioso circo de
montañas. La carretera continua subiendo por rampas aún más empinadas o píndias
(como se dice por aquí). En lo más alto, el Portillo
de Lunada, a 1500 metros de altura, es el paso natural a las
tierras burgalesas de Espinosa de los Monteros. La nieve del
invierno permite la existencia de una pequeña estación
de esquí, aunque su cota más alta que no supera los 2000 metros
de altura, no permite la persistencia durante mucho tiempo de esa nieve, que
sin embargo si causa el cierre de este puerto muchas veces.
Casa típica montañesa, Valle del Miera
Valle del Miera, Portillo de Lunada
Desde San Roque
de Riomiera podemos emprender la subida por el Alto de
Caracol hacia Selaya y el valle del Pisueña. Mencionar que
los valles del Alto Miera, Pisueña y Pas conforman la comarca de los Valle
Pasiegos… pero eso ya será tema para otro próximo artículo.
Peñas del Alto Miera
ALARCÓN Y EL INFANTE DON JUAN MANUEL
Encaramada en lo
alto de un alargado cerro de áspera roca y escarpadas paredes, Alarcón se
halla casi completamente rodeada por el profundo surco que el río Júcar ha
tallado en la meseta castellana. Su silueta queda marcada por las torres y
espadañas de sus iglesias en el centro de la villa, y en un extremo por el
inconfundible Castillo del Infante Don Juan Manuel, y las defensas albarranas
que fortificaban la plaza.
Alarcón posee
un conjunto histórico muy bien conservado. Su riqueza
monumental incluye: Iglesias con portadas platerescas meticulosamente labradas;
casas blasonadas; una hermosa Plaza del Infante Don Juan Manuel en
la que destaca el Ayuntamiento, bello ejemplo de arquitectura
renacentista (S.XVI); las murallas medievales y el Castillo-Parador.
Éste último, un excelente motivo para pasar la noche y conocer este
rincón tranquilo de la comarca de La Manchuela, nombre que recibe
la parte más meridional de la provincia de Cuenca.
Además como
destino de fin de semana, una visita prolongada os dará la oportunidad de
realizar actividades como paseos a caballo, piragüismo, vela o senderismo,
aprovechando los parajes naturales de las hoces del Júcar, y el cercano embalse
de Alarcón.
Español: Escudo de Alarcón (España) : En campo de gules, castillo
de oro de dos torres almenadas, surmontadas la de diestra de un creciente de
plata vencida, la siniestra, de una estrella de ocho puntas, también de
plata. Al timbre, corona real cerrada.
Conjunto Defensivo
Medieval
Mirador de
Alarcón es el lugar donde
hacerse un selfie. Desde aquí en cualquier momento del día, pero
especialmente al amanecer cuando los rayos de sol tiñen de rojo las paredes de
las murallas y el castillo de Alarcón, la estampa es excepcional.
Torre de
Armas. Defensa albarrana
que protegía la única entrada que poseía la ciudad. Cuenta con su propio patio
de armas y foso. Desde aquí las vistas de Alarcón son espectaculares. Superada
la primera puerta, una segunda denominada Puerta del Calabozo, también
llamada Puerta de En medio, se instala en el pequeño «istmo» que separa el
cerro rodeado por el Júcar, del resto del territorio mesetario. Aun habrá que
rebasar una tercera y última antes de entrar en el recinto medieval, la Puerta
del Bodegón, que suele estar adornada con banderas.
Desde la Torre de
Armas o el primer mirador, se distinguen dos construcciones defensivas más en
la orilla opuesta de la villa, se trata de una curiosa construcción con cuatro
torres esquineras cilíndricas y pequeña torre homenaje, la Torre de
los Alarconcillos, y al más lejos en dirección a la presa,
la Torre de Cañavate.
Panorama de Alarcón y el Júcar
Puerta de Armas
Puerta de Chinchilla
Conjunto Histórico-Artístico
La primero de los edificios notables que veremos al entrar en Alarcón es
la Iglesia de la Santísima Trinidad.
Llama la atención su fachada plateresca (S.XVI) y su torre que se alza
sobre el Arco de la Villa. Continuando la calle hasta el final,
llegaremos a un aparcamiento junto a la Plaza Marqués de Villena. Aquí
se situa la Oficina de Turismo, en donde obtener información sobre horarios de
las visitas guiadas, planos, senderismo y otras actividades lúdicas.
Iglesia de Santisima Trinidad
Plaza del Infante Don Juan Manuel
Situada un poquito
más arriba de la anterior, es la plaza principal de la villa. Al norte la
antigua iglesia de San Juan Bautista coronada por una espadaña. Hoy alberga el
excepcional Museo de Pintura Mural Jesús Mateo.
Autor que desde 1994 ha ido cubriendo todo su interior con preciosos frescos
contemporáneos. Al oeste, el Palacio Renacentista del Ayuntamiento con galería
de arcos carpaneles, uno de los edificios emblemáticos de Alarcón. Hacia el
este, dos calles nacen desde la plaza atravesando el pueblo hasta el
Castillo-Parador.
Plaza Mayor Infante Don Juan Manuel y
Ayuntamiento siglo XVI
Desde aquí dos calles
paralelas llevan hasta el Castillo del Infante. Se recorren en unos 5′ a pie, y
cuentan con algunos ejemplos de bella arquitectura monumental y tradicional:
algunas casas blasonadas; un Palacio renacentista; la iglesias de Santo Domingo
de Silos, gótica de estilo y rehabilitada como centro de exposiciones; y
la Iglesia de Santa María, actual Parroquia de
Alarcón, que contiene una preciosa portada plateresca realizada por Esteban
Jamete de Orléans (S.XVI).
Iglesia de Santa María
Calle Doctor Tortosa
Castillo-Parador
En el extremo
oriental de Alarcón, como si fuese la proa de un barco, se levanta El Castillo
del Infante don Juan Manuel fue rehabilitado como Parador
de Turismo en 1966. Desde entonces ha revitalizado la economía y la vida
cultural de Alarcón. Se puede realizar una visita guiada.
Castillo desde la Torre de Armas
Sendero Hoz de Alarcón
El punto de inicio
del sendero de la Hoz de Alarcón (PPR-Cu/071) está junto al Parking donde hemos
dejado el coche. En aproximadamente 2h15′ puedes dar la vuelta a los cerros
colindantes para tener las mejores vistas del conjunto histórico y de su hoz
natural. El itinerario parte desde este aparcamiento, atraviesa el pinar
hasta la Puerta de Chinchilla, por donde
sale a la hoz del Júcar, antes de alcanzar el Puente de
Picazo y remontar la otra orilla del río. Llamado puente
romano, es de origen medieval, y permitía atravesar el Júcar a viajeros y
comerciantes que se dirigían hacia el sur por el camino de Chinchilla. Un
poco más adelante, cobrando altura, se divisan muy bonitas vistas de Alarcón y
sus defensas con las cárcavas de la Hoz del Júcar y su pequeña vega arbolada en
primer término. El sendero se puede recorrer entero, es circular, o bien
regresar sobre nuestros pasos y completar las mejores vistas del lado norte
accediendo a través del puente hasta la Torre de los Alarconcillos y
la Torre de Cañavate.
Murallas, puente de Picazo y sendero
El Infante Don
Juan Manuel y el Conde Lucanor
Hijo, hermano y
tío de Reyes de Castilla. Su hermano, Alfonso X el Sabio, le otorgó en
propiedad la villa. Como hijo menor de Fernando III el Santo, recibió títulos y
posesiones y fue tutor de su sobrino Alfonso XI durante los últimos años de su
minoría de edad.
Ostentó los títulos
simultáneos de señor, duque y príncipe de Villena,
siendo señor de Escalona, Peñafiel, Cuéllar,
Elche, Cartagena, Lorca, Alcocer, Salmerón, Valdeolivas y Almenara.
Fue además mayordomo mayor de los reyes Fernando IV.
Escudo del Infante Don Juan Manuel
La obra más famosa del Infante Don Juan Manuel es»El Conde Lucanor«. Una obra
moralizante que reúne sabiduría y humor. Sus personajes principales son el
propio Conde Lucanor y Patronio.
Los textos guardan diálogos y narraciones
repletas de consejos y avisos fundados en las experiencias vividas y/o narradas
por sus protagonistas, con un toque de humor y el objetivo de trasmitir la
sabiduría a todas las clases.C
El Conde Lucanor,
una de las cientos de ediciones que se han sacado a lo largo de la historia, y
una de las decenas de posibilidades que hay de adquirirla en las librerías hoy
en día.
En las
calles de Alarcón está presente el Infante a través de las muchas frases que
recuerdan su sabiduría a través de sus escritos.
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