domingo, 7 de junio de 2020



ESPAÑA  DE  SUR  A  NORTE

 

  TRUJILLO:


  CUNA  DE  DESCUBRIDORES


En 1929 se inaugura la enorme estatua ecuestre de Pizarro en Trujillo en una pomposa ceremonia a la que asistió el entonces presidente del gobierno Miguel Primo de Rivera. Con ella la Plaza Mayor completaba su aspecto actual. El encaje entre la estatua y la plaza fue perfecto. El Conquistador del Perú parece contemplar su ciudad natal como si estuviera asistiendo a una gran ceremonia. Quizás por eso al entrar en la Plaza cualquier visitante se siente trasladado a otra época.
Bajo la vigilante mirada de Francisco Pizarro se extiende un gran escenario teatral. Arriba la villa medieval, de la que se observan sus torres entre las casas de piedra. En los puntos cardinales de la plaza los grandes edificios renacentistas construidos con el dinero procedente de los descubrimientos al otro lado del Atlántico. Destacan el Palacio de la Conquista, la Iglesia de San Martín y el Palacio de San Carlos. Entre ellos la plaza se cierra con bellos soportales bautizados con los nombres de los gremios que en ellos se asentaban y que revelan que la plaza era en realidad un gran mercado. Sin duda una de las plazas más bonitas del mundo.
Pizarro e Iglesia de San Martín

Plaza Mayor


La ciudad medieval se había enriquecido durante el siglo XV. Su carácter de ciudad mercado la había convertido en uno de los lugares más prósperos de Extremadura. Los hijos de la nobleza buscaban destacar y, como muchos otros en Castilla, se alistaron para participar en las grandes empresas del Descubrimiento de América. Lo que sorprende es que aquí la nómina de descubridores llegó a ser especialmente numerosa. No sólo fue Francisco Pizarro, conquistador del Perú, y Francisco de Orellana, descubridor y primer navegante del Amazonas. La lista es extensa e incluye, por citar a algunos de los más importantes personajes, a Francisco Becerra, el arquitecto del Renacimiento en América, Fernando de Alarcón, descubridor del Río Colorado, Francisco de las Casas, uno de los grandes capitanes de Hernán Cortés, Gabriel de Ávila, fundador de Caracas, María de Escobar e Inés Suarez, mujeres que participaron en la conquista del Perú e introdujeron en América los cultivos del trigo y la cebada, Gaspar de Rodas, gobernador de Antioquía y Alonso de Sotomayor, Gobernador de Chile.
Lo curioso es que la gloria de la ciudad fue efímera. Todos los personajes célebres nacieron entre finales del siglo XV y el siglo XVI. Luego Trujillo se sumió en el olvido y no volvió a contar para la historia. Sin embargo, el esplendor de aquellos tiempos quedó escrito en la villa medieval, en los grandes palacios e iglesias renacentistas y, sobre todo, en esa Plaza Mayor. Hoy Trujillo es uno de los “Pueblos Más Bonitos de España” y aspira a convertirse en “Patrimonio de la Humanidad”.
“Hasta 25 lugares se conocen hoy en día con el nombre de Trujillo. El Trujillo del Perú es el más importante, pero hay Trujillos en Venezuela, Colombia, México, Guatemala, Honduras, Cuba, Puerto Rico y hasta en Filipinas. No se puede decir que esta ciudad no haya dejado huella en el mundo”
Trujillo está dividido en dos grandes partes que confluyen en la impresionante Plaza Mayor. En la colina se alza el recinto amurallado que envuelve la villa medieval. A los restantes lados de la plaza se extiende la ciudad moderna, si por moderno entendemos el desarrollo de la urbe a partir del siglo XV.

La Plaza Mayor. Un Escenario Teatral Renacentista

Hay que llegar a la Plaza Mayor a primera hora de la mañana, cuando todavía la sombra de Pizarro es muy alargada y la mayoría de las terrazas están vacías. Será fácil elegir un buen sitio para desayunar y empezar a contemplar con calma la plaza. Hay mucho por descubrir.
La plaza comenzó siendo el arrabal de San Martín, un gran espacio extramuros que albergó durante siglos una de las juderías más pobladas y prósperas de Extremadura. La expulsión de los judíos dejó el espacio vacío y comoquiera que Trujillo acababa de recibir el privilegio de ser una ciudad mercado, aquel espacio se convirtió en el lugar más apropiado para organizar cada semana la mejor feria de Extremadura. Los gremios crecieron alrededor de la plaza y con ellos el poderío económico de la ciudad.
Casa del Concejo

Plaza Mayor de noche

Cuando el dinero comenzó a llegar a raudales procedente de los vecinos que se habían destacado en el descubrimiento de América, los protagonistas de aquellas empresas hicieron construir allí sus grandes palacios. Así la plaza terminó convirtiéndose en una de las mejores muestras del renacimiento español sin olvidar su papel de mercado.
Lo que primero sorprende es la Estatua Ecuestre de Pizarro presidiendo la plaza. Lleva ahí casi un siglo. La obra más famosa del escultor norteamericano Charles Cary Rumsey tiene dos copias, de menor tamaño, en Lima y Buffalo (la ciudad natal de su escultor en EE.UU.). El hijo más ilustre de la villa impresiona con su armadura y su pose de conquistador.

Iglesia de San Martín, Palacios y Pórticos

En la plaza confluyen todos los caminos. Allí se muestra la esencia de la ciudad. Una ciudad que siempre fue mercado. Gracias al comercio alcanzó el poderío económico y cuando perdió importancia la ciudad se arruinó y ya sólo fue un fantasma de sí misma. En medio, durante la segunda mitad del siglo XV y el siglo XVI, la gloria. La Iglesia de San Martín y los grandes Palacios nos hablan de aventuras transcurridas al otro lado del Atlántico, de imperios que suenan míticos, de riquezas que parecían no tener fin.
La renacentista y sobria Iglesia de San Martín se alza tras la estatua de Pizarro. El templo, dedicado a San Martín de Tours, se construyó sobre la primitiva iglesia que daba nombre al barrio. El interior, que alberga bellos sepulcros renacentistas de los nobles trujillanos, deja ver sus esbeltas nervaduras góticas.
En el extremo opuesto a la iglesia, la impresionante mole del Palacio de la Conquista. Otra vez Pizarro como protagonista. Carlos V había concedido a Francisco Pizarro el título de Marqués de la Conquista. Tras la muerte del conquistador el título fue heredado por su hija, Francisca Pizarro Yupanqui, que se había casado con el hermanastro de Francisco, Hernando Pizarro. Francisca era la hija que el conquistador había tenido con la princesa inca Inés Huaylas Yupanqui, considerada la primera mestiza del Perú. Felipe II temía que el poderoso matrimonio pudiera intentar quedarse con las conquistas en Perú y los hizo volver a la corte. Ellos impulsaron la construcción del palacio para memoria de la familia. La primera planta está porticada para conservar ese carácter de mercado de la plaza. Los bajos sirvieron, nada más inaugurarse en el siglo XVI, como oficina de reclutamiento que animaba a los pobladores a probar fortuna en el Perú. Pero lo más llamativo del palacio es su ostentoso balcón de esquina coronado por el escudo imperial y rodeado por escenas alusivas a la conquista del Perú. Curiosas escenas entre las que se distingue, tocada con un sombrero, a Francisca Pizarro.
Palacio de la Conquista y Casa del Concejo

Palacio de la Conquista, balcón

Entre los palacios, las casas del siglo XIX siguen manteniendo sus bajos porticados con nombres procedentes de los productos que en ellos se comerciaban como Portal del Pan, del Paño, de la Verdura o de la Carne. El conjunto compone una plaza irregular pero muy armónica en la que no se dejan de apreciar nuevos detalles a cada paso.

Los Barrios Gremiales y la Expansión de la Ciudad en el Siglo XVI

En el siglo XVI el dinero no paraba de llegar a Trujillo. Los antiguos barrios gremiales desarrollados alrededor de la plaza comenzaron a crecer y se llenaron de palacios, conventos e iglesias. Una auténtica fiebre constructiva. Todos los grandes edificios de esta parte de la ciudad se levantaron en el espacio de unas pocas decenas de años. De ahí la homogeneidad de estilos. La lista es larga pero algunos son lugares imprescindibles.
El Convento de Santa Clara, edificado en el antiguo arrabal de San Clemente, se convirtió en 1984 en un flamante Parador. Las habitaciones se distribuyen alrededor de los dos claustros del convento. Aún quedan unas pocas monjas en una pequeña dependencia del convento.
En el otro extremo de la ciudad el Convento de San Francisco que alberga hoy el Museo del Traje, donde se exponen las creaciones del modisto Enrique Elías para las grandes artistas españolas del siglo XX.
Palacio de San Carlos
Entre ambos conventos la Iglesia de San Lorenzo y el Hospital de la Caridad, el Convento de las Franciscanas de San Pedro y así hasta una docena de templos construidos con el dinero de los nuevos ricos que llegaban de América. Los nombres de las calles reflejan el carácter gremial de los barrios. En ellas se descubren algunos edificios renacentistas más modestos que han conservado sus fachadas de piedra.

La Ciudad Medieval

Antes de subir a la ciudad medieval toca reponer fuerzas con alguna contundente tapa extremeña regada con un vino de la tierra. Imprescindible probar sus quesos y embutidos.
La villa intramuros es un típico emplazamiento medieval. Se fundó sobre un promontorio que domina la comarca. Los árabes la dotaron durante el periodo califal de recias murallas y una alcazaba cuyos perfiles no han variado mucho desde el siglo X.
En la muralla, conservada en casi todo su perímetro, se abren hasta siete puertas. La del Triunfo, en el extremo oeste, debe su nombre a que por allí entraron las tropas cristianas el 25 de enero de 1232. Cuenta la leyenda que fue la Virgen de la Victoria la que les franqueó el paso por la puerta y por eso fue adoptada como patrona de la ciudad. Aquí rodó Ridley Scott la escena de la toma de Granada para su película “1492, la Conquista del Paraíso”. Las puertas de Coria, Santiago San Andrés son más sencillas. La más bonita es la del Arco de la Sangre que marca el límite entre la ciudad medieval y la renacentista.
Puerta del Sol o de Santiago

Escudo de los Pizarro

Torre de la Casa Fuerte de Luis Chaves el Viejo

Dentro de las murallas el trazado urbano es de calles angostas, de trazado irregular, con pequeñas plazuelas frente a las iglesias góticas. Cada poco tiempo recios edificios blasonados, muchos de los cuales aún exhiben grandes torres, símbolos de un poder que se medía por su altura y majestuosidad. Paseando por el laberinto de callejuelas descubriremos las casas fuertes de los grandes y enfrentados linajes de la villa. La de los Escobar, la de los Altamirano, la de Luis Chaves el Viejo, que hospedó varias veces a los Reyes Católicos, o la de los Bejarano. Todas exhiben torres desmochadas desde el decreto dictado por los Reyes Católicos para evitar las luchas fratricidas nobiliarias. En algunas, junto a los escudos, todavía se leen leyendas que eran también símbolos de poder.
En el alcázar de los Bejarano una leyenda reza junto al escudo:
”Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas”.

Viejas Iglesias. Nuevos Museos

Un templo destaca sobre todos en la ciudad medieval, la Iglesia de Santa María la Mayor. Una de las iglesias góticas más impresionantes de Extremadura. En su interior el magnífico retablo mayor del siglo XV pintado por Fernando Gallego. La subida a las torres depara una de las mejores vistas sobre Trujillo y una sorpresa peculiar. Entre las piedras de la supuesta torre gótica es posible descubrir el escudo del Athletic Club. La explicación es sencilla. Cuando la torre se rehabilitó en los años 70, el cantero, forofo del club bilbaíno quiso dejar su impronta en la piedra.
Frente a la Iglesia de Santa María se extienden los restos del Monasterio de San Francisco el Real de la Coria que tomo el nombre de la cercana puerta de la muralla. La ruina le llegó con el terremoto de Lisboa. Sus restos fueron rehabilitados hace pocos años para albergar el Museo de la Coria que explora las prolíficas relaciones entre Extremadura y América.
Murallas y Puerta de San Andrés

Casa de Hidalgo


Torres de la Colegiata de Santa María La Mayor


Interior de la Colegiata
También cerca de allí está la Casa Museo de Pizarro, en la que parece que fue la casa de Gonzalo Pizarro, el padre del Conquistador. En realidad, Francisco nunca residió en ella porque era hijo ilegítimo.
Más al oeste, camino del bucólico cementerio, nos topamos con una de las construcciones más singulares de Trujillo, la alberca. Se trata de un gran depósito de agua (14 metros de profundidad) que fue excavado en la roca en tiempos de la dominación árabe. Junto a la alberca, la Iglesia de la Vera Cruz o de San Andrés, que acabó convertida en el siglo XIX en fábrica de sombreros.
Saliendo por la Puerta de San Andrés podemos rodear la muralla en un bello paseo para desembocar junto al Palacio Juan Pizarro de Orellana, reformado por otro de los hermanos Pizarro en el siglo XVI, que exhibe un precioso balcón renacentista. El pasadizo del Cañón de la Cárcel une directamente el palacio con la Plaza Mayor.
Torre románica

Mejor subir por la Cuesta de la Sangre hasta la Iglesia de la Preciosa Sangre de Cristo convertida en el pequeño y entretenido Museo de los Conquistadores. Junto a la iglesia la bella logia renacentista del Palacio de los Chaves Sotomayor.
Si seguimos subiendo nuevamente hasta el Arco de la Sangre, dejando al lado el enorme Palacio con la torre desmochada de Luis Chaves el Viejo, podremos descender hasta la plaza por la calle Ballesteros y visitar en la esbelta Torre del Alfiler el Museo de la Historia de la Ciudad. La torre tiene una historia curiosa pues comenzó siendo parte de la muralla para pasar a ser parte, tras la conquista cristiana, de un palacio de una familia noble que como tantas acabo desmochada. Su nombre proviene de la aguja que corona la actual cúpula, sobre cerámica talaverana. Todo un símbolo para una ciudad cargada de historia.
Volvemos a la plaza justo a tiempo para contemplar las luces del atardecer. Las sombras de Pizarro se agrandan sobre el gran espacio central. Y uno se pregunta cómo una ciudad tan pequeña pudo engendrar tantos descubridores y jugar un papel tan relevante en el recién descubierto Nuevo Mundo. La respuesta está en estas piedras que esconden muchos más historias de los que podríamos imaginar.

Casa museo Pizarro

Torres del alfiler y San Martín






EL PALACIO DE ELSEDO: BARROCO Y ARTE


CONTEMPORÁNEO

Palacio de los condes de Torre-Hermosa o Palacio de Elsedo

El Palacio de los Condes de Torrehermosa, quizá mas conocido como Palacio de Elsedo, está situado a los pies de la Sierra de Peña Cabarga en su vertiente sur. Ocupa un llano con un pequeño lago perteneciente al pueblo de Pámanes (barrio de Elsedo) y está a muy corta distancia de la entrada del Parque Natural de Cabárceno.
El palacio barroco es una de las joyas arquitectónicas de Cantabria. En su interior alberga uno de los museos de arte privado más importantes de la región, la Colección José Luis Santos de arte moderno.
Exterior del Palacio


Museo de arte contemporáneo

Palacio de Elsedo, Capilla, estatuas orantes del conde y su esposa

El Palacio de Elsedo es uno de los más bellos ejemplos de palacios barrocos del norte de España. Fue mandado construir por Francisco de Hermosa y Revilla, Caballero de la Orden de Calatrava y alto dignatario de Felipe V, quien le otorgaría el título de Conde de Torrehermosa. El primer conde mandó reedificar su casa solariega, levantar una torre y una capilla que haría las veces de Panteón. El encargo caería sobre Francisco Agüero, cantero y arquitecto local que también participó en destacadas obras como el Panteón Real de la Catedral de Oviedo, o la Capilla de Alfonso el Casto. Se erigió entre 1710 y 1715. En 1983 fue declarado monumento y bien de interés cultural.

Torre octogonal

Palacio de Elsedo, patio


El exterior presidido por una elegante torre octogonal y capilla, presenta una solemne portalada con el escudo de su familia paterna, los «Hermosa y Avellano». Edificado en un estilo sobrio y alejado de ornamentación exagerada, presenta un equilibrio muy elegante entre sus diferentes elementos: capilla, torre y varios edificios de formas irregulares que quedan enlazados con gran armonía a pesar de sus diferentes volúmenes.  Hay guiños claramente neoclásicos en el uso del almoadillado, las columnas o los arcos de influencia vitruviana.

Jardines y lago

Los amplios jardines que lo rodean, son deliciosos. Poseen árboles de gran tamaño, parecen centenarios, además, el lago añade un toque pintoresco digno de los mejores jardines nobiliarios. El conjunto palaciego reflejado en sus aguas es una de las mejores vistas que se pueden disfrutar.

Capilla

La capilla cumple las funciones de ilustre panteón para los sepulcros del conde fundador y su hija, así como los de uno de sus sucesores, Agustín de Hermosa y su hijo. Dos estatuas orantes coronan sus sepulcros, enmarcadas por una portada neoclásica con semipilastras acanaladas y arco de medio punto coronado con friso.
Fachada de la capilla
Museo de Arte – Colección José Luis Santos
Colección de arte moderno, abstracto y contemporáneo español del siglo XX con más de 130 piezas distribuidas en diez salas y el patio del palacio. Posee esculturas y pinturas de destacados artistas como Chillida, Jorge de Oteiza, Miguel Berrocal; Joan Miró, Picasso, Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Lucio Muñoz, Ramón Calderón, Manuel Viola, María Yturralde, etc. En la colección también hay sitio para renombrados artistas montañeses como María Blanchard, Casimiro Saínz o Pancho Cossío entre otros.
Sus fondos están dividios en cuatro secciones:
o    Naturaleza muerta, objeto, vida real.
o    Paisaje, entorno, materia.
o    Desnudo, cuerpo, acción.
o    Historia, memoria, sociedad.



Pámanes: Elsedo y Somarriba
La localidad de Pámanes, de la que forma parte el barrio de Elsedo, tiene otros tesoros artísticos e históricos que merece la pena descubrir. Un agradable paseo desde Elsedo a Pámanes, nos dará la oportunidad de descubrir varias casas solariegas con escudos. En el mismo antiguo camino que sigue la carretera comarcal a Pámanes, se encuentra la Casa Agustín de la Concha. Fue edificada en 1718, y entonces rivalizaba su torre en altura con el propio Palacio de Elsedo, desmochada la torre, perdió parte de su antigua prestancia, pero aún conserva las formas, y además está siendo restaurada. Un poco más adelante, la Casona de la Vega, posee un escudo del linaje emparentado con el Marqués de Santillana como prueban sus armas.
En el centro de Pámanes está la iglesia parroquial de San Lorenzo, que posee una preciosa portada gótico-flamígera, junto a ella un precioso ejemplo de casa de indiano y las Escuelas obra de 1913, son los edificios más destacables.
Palacio y Valle de Pámanes

Iglesia parroquial de San Lorenzo

Portada de la Iglesia

Casa Agustín de la Concha

Cruz de Somarriba

El último apartado de este artículo, me gustaría mencionar una curiosidad que me parece muy reseñable por su importancia histórica. En lo más apartado del barrio de Somarriba, donde ya limita con el vecino municipio de Penagos, se alza una cruz de piedra que a priori no parece tener ninguna importancia. Sin embargo, esa cruz delimita una frontera, un cambio cultural y unos límites históricos que marcaron la historia y a los hombres y mujeres que de estas tierras procedían.
Al oeste de esta cruz, las aguas fluyen hacia el Pisueña-Pas, al este de esta cruz, fluyen hacia el Miera. Al oeste de esta cruz, era Trasmiera, y sus habitantes conocidos en el resto de Castilla como Trasmeranos; al este de esta cruz, eran parte de los Valles Pasiegos. A un lado la Cantabria Occidental y al otro la Cantabria Oriental.


La Leyenda de la Cruz de Somarriba y la nobleza de Trasmiera

Dicen que hace mucho tiempo, el Rey de Castilla quiso recompensar los servicios prestados a la Corona por un tal Juan de Agüero. Prometióle el monarca, otorgar nobleza a todo pueblo de aquella tierra que él pudiera recorrer en su montura en un solo día. De sol a sol el de Agüero recorrió pueblo a pueblo su comarca, terminando a lomos de su caballo en Pámanes, cuando extenuado cayó.
Queriendo sus vecinos ser incluidos en tal trato, decidieron arrastrar al caballo hasta los límites vecinales, dejándolo caer donde hoy levanta esa cruz. Consiguieron su propósito, y los de Pámanes trasmeranos fueron, pero popularmente constó la forma en que su nobleza fue adquirida, y desde entonces por «arrastrados» son conocidos.
Tal cuenta la leyenda. Lo cierto es que históricamente si hay hechos que ilustran los privilegios de Trasmiera, que estuvo exenta de pagar impuestos sobre la sal, elevados en aquellos tiempos, y consiguió en el siglo XIV gracias a Pedro González de Agüero la exención para Trasmiera de la alcabala, una especie de IVA medieval.




LIÉRGANES Y EL VALLE DEL MIERA

Puente Mayor

Cuando paseando por el Paseo de Pereda de Santander miramos hacia su hermosa bahía, el paisaje esta dominado por montañas. En primer plano la famosa Peña Cabarga, con su repetidor de televisión y su Monumento al Indiano. Justo a su izquierda en un plano más lejano, se distinguen las paredes rocosas de una Peña Pelada, que así se llama, y el macizo de Riomiera. Son estas montañas las que marcan el nacimiento del río Miera, cuyo curso medio esta ocupado por el municipio de Liérganes, y que muere entre meandros amables en la propia bahía a la altura de Pedreña abriendo la pintoresca ría de Cubas.

Liérganes y su entorno es uno de los pueblos con más encanto de Cantabria, y su visita nos ayuda a conocer los rasgos generales de una tierruca cuyos habitantes han aportado al devenir de la historia común española, a través de numerosos personajes, que salieron de «La Montaña» a tierras mesetarias e incluso allende los mares al Nuevo Mundo para desempeñar labores y cargos de honor y oficio. Aquellos personajes históricos dejaron su legado en forma de monumentos civiles como palacios y casas solariegas, que hoy podemos disfrutar dando un paseo por esta y otras villas de la región.
Siendo el legado monumental uno de los aspectos más destacables de Liérganes, bueno es saber que además cuenta con un balneario de aguas medicinales decimonónico; que es cuna de una de las historias legendarias más famosas de Cantabria, «El Hombre-Pez«; y que su entorno natural montañoso, verde, amable y pintoresco, invita al senderismo para descubrir sus rincones más escondidos.
Casa Cañones
Escudo de Liérganes,  Eduardo Panizo Gómez

Liérganes

El casco histórico de Liérganes está declardo conjunto histórico-artístico, y cuenta con los siguientes monumentos inscritos en la lista de patrimonio cultural, tres de ellos están en distintos barrios de Liérganes  el último en la localidad de Pámanes:
1.      Iglesia de San Pedro Encadenado
2.      Palacio de La Rañada o de Cuesta Mercadillo
3.      Cruz de Rubalcaba
Como corresponde a las típicas localidades de Cantabria, su población se halla dispersa en diferentes barrios, y generalmente crecen flanqueando los antiguos Caminos Reales en sentido longitudinal. Liérganes no es una excepción, y cuenta con siete barrios diferentes, siendo los más importantes para la visita los del Mercadillo, la Costera, la Rañada y Rubalcaba.

Puente Mayor y monumento al Hombre-Pez


Puente Viejo y barrio del Mercadillo

El mejor lugar para comenzar o terminar una visita a Liérganes es el Puente Mayor, también llamado puente viejo o puente romano, aunque es de inicios del siglo XVII. Su construcción corresponden al amplio desarrollo de las comunicaciones terrestres que tuvo lugar en Cantabria en época renacentista. Su autor fue Bartolomé de Hermosa, oriundo de Liérganes que terminó su obra en 1606.
Junto al puente, un antiguo molino hidráulico alberga un pequeño centro de interpretación en el que se explican su funcionamiento y usos. También un panel explica la leyenda del Hombre-Pez, cuya estatua conmemorativa se encuentra bajo el vano del puente sobre una roca y mirando al río.
Caminando desde el puente entramos en el barrio de «El Mercadillo», que se define por una camino de norte a sur, con dos plazas muy pintorescas en cada extremo. La arquitectura tradicional conservada de forma excelente en todo el núcleo, nos llamará la atención. Casas de piedra con muros maestros laterales, balcones corridos de madera, que a menudo se presentan floridos. Las Casas de Rañada y Portilla, ambas del siglo XVII, nos dan la bienvenida.

Plaza del Marqués de Valdecilla

Girando a la derecha un poquito más al sur, en la Plaza del Marqués de Valdecilla. Entre sus vecinos ilustres, la Casa Palacio de Rañada Rubalcaba, obra del siglo XVII, ejemplo de arquitectura clasicista, siempre abigarrada de hortensias de su cuidado jardín. Y el otro, presidiendo la plaza, uno de los edificios más ilustres de la villa, la Casa de los Cañones. Ejemplo de palacio barroco madrileño, con un primer piso de sillares almohadillados, fue mandado construir por la familia Cantolla y Miera, cuyas armas figuran en su fachada. Dos cañones flanquean la entrada, guiño histórico a la importancia de la Fábrica de Cañones que existió tanto aquí como en la vecina población de la Cavada, durante más de 300 años, que proporcionaron armamento a la Marina Española y a sus imponentes defensas repartidas por medio mundo.
Precisamente la calle principal lleva el nombre de Jan Curtius, el empresario de Flandes que en 1622 inició aquí con su fábrica de cañones, la historia de los altos hornos en España.
Plaza del Marqués de Valdecilla

Casa Palacio Rañada Rubalcaba

Balcón típico

Recomiendo caminar con tranquilidad por esta calle para no perderse detalle de las bellas mansiones y preciosa arquitectura tradicional. Siguiéndola hasta el final para desembocar en el Balneario de Liérganes, ejemplo histórico del veraneo de la Belle Epoque que aún hoy atrae a cientos de visitantes en busca de la tranquilidad y los medios curativos de sus aguas medicinales.
Las inmediaciones del Balneario reúnen tiendas, cafeterías y restaurantes en los que uno no debe dejar de pasar la oportunidad de tomar un típico chocolate a la taza y de comprar «sacristanes«, el dulce típico local.

Barrio de la Costera

Su nombre viene de cuesta, pues en cuesta está, aprovechando las lomas que se levantan flanqueando el valle. En su cima la Iglesia de San Pantaleón posee posiblemente las mejores vistas de la villa. Antes de llegar, se pasa por la Casa del Intendente Riaño. Una de las Casas Palacio más antiguas de Liérganes que data de finales del siglo XVI. Perteneció a la familia Riaño-Gamboa como atestigua su escudo, pero su nombre lo toma en honor a Juan Antonio de Riaño y Bárcena, Caballero de la Orden de Calatrava e Intendente de Guanajuato (México).
Casa del Intendente Riaño, siglo XVI

Cruz e Iglesia de San Pantaleón

Iglesia de San Pantaleón, junto al roble legendario.

Arquitectura tradicional montañesa

Barrio de la Rañada

Iglesia de San Pedro ad Vincola

En el mismo barrio se puede visitar la Iglesia parroquial de San Pedro Advincola, declarada monumento nacional, esta iglesia fue iniciada en 1591 y terminada en 1627. En su construcción intervinieron los canteros y arquitectos locales Bartolomé Hermosa y Juan de las Cavadas.

Barrio de la Rañada

Este barrio está situado a unos dos kilómetros del centro urbano, se puede ir andando, o en coche por la carretera que se dirige hacia el Alto Miera y el puerto de Lunada, pero hay que prestar atención para no saltarse dos espléndidas casas señoriales. El primero la Casa Cárcova Rubalcaba, casona que data de la segunda mitad del siglo XVIII, (antes de 1764), aunque ha sufrido transformaciones posteriores. Conserva la tapia circundante con portada monumental adornada con escudo de armas.
Palacio de la Rañada

Palacio Cárcova Rubalcaba

El segundo el Palacio de la Rañada, también conocido como Palacio Cuesta Mercadillo por quien lo mandara construir a principios del siglo XVIII: Juan Cuesta Mercadillo, oriundo de Liérganes, fue gobernador de las Villas de Sombrerete y Nombre de Dios en el Virreinato de Nueva España (México). Es éste un extraordinario ejemplo de casona cántabra barroca con blasón nobiliario. (S.XVI-XVII). Uno de los monumentos más bellos de la Villa.

Barrio de Rubalcaba

Siguiendo en la misma dirección por la carretera, llegaremos hasta el barrio de Rubalcaba. Esta pequeña pedanía nos guarda uno de los tesoros artísticos más valorados de Cantabria,  la Cruz de Rubalcaba. Se trata de un «humilladero» que bendecía el «Camino Real» desde Liérganes a Castilla. Luce en su parte central el escudo nobiliario de los Miera Rubalcaba y Velasco. Fue erigido en la esquina de la tapia que rodea el solar de la Casona Miera-Rubalcaba.
Esta casa-palacio del siglo XVIII luce otro escudo del linaje, si bien éste más grande y hermoso aún. Flanqueado por leones rampantes, su desmesurado tamaño parece querer empequeñecer su fachada sur, y es uno de los escudos nobiliarios más espectaculares de la región. La casona fue edificada hacia 1780 por Felipe de Miera Rubalcaba y Velasco. Miembro destacado de dicha familia nobiliaria que medró en la carrera eclesiástica, llegando a ostentar uno de los más altos cargos de la época, capellán de la Capilla Real de Toledo (salvo el de Arzobispo de Toledo, pocos cargos le superaban en importancia, rentas y prestigio en la España de la época).
Cruz de Rubalcaba

Casona Miera-Rubalcaba, siglo XVIII

Ermita Santa María la Blanca

Visitando el alto Miera

A partir de Rubalcaba el valle del Miera se estrecha y se inicia una pronunciada subida hacia la cordillera Cantábrica. La carretera que comunica Liérganes con Castilla (Espinosa de los Monteros en Burgos) asciende por el valle frondoso, con los rayos de sol que se filtran entre la fronda de hayas y robles. En pocos kilómetros el paisaje se transforma en lomas de montaña, que ocupan algunos puebles desperdigados como La Cárcoba o Mirones. Aunque las cotas no tienen una elevación desmesurada, la naturaleza kárstica del paisaje acentúa su dramatismo al mostrar picos, riscos y peñas rocosas dignas de cadenas montañosas mucho más altas. Las paredes de piedra combinadas por el tapiz de pastos, allá donde las lomas de pendientes suaves lo permiten, convierten las vistas en postales relajantes.
San Roque de Ríomiera, Valle del Miera

Puente de Piedra, río Miera

Al llegar a San Roque de Riomiera, el valle se abre en un precioso circo de montañas. La carretera continua subiendo por rampas aún más empinadas o píndias (como se dice por aquí). En lo más alto, el Portillo de Lunada, a 1500 metros de altura, es el paso natural a las tierras burgalesas de Espinosa de los Monteros. La nieve del invierno permite la existencia de una pequeña estación de esquí, aunque su cota más alta que no supera los 2000 metros de altura, no permite la persistencia durante mucho tiempo de esa nieve, que sin embargo si causa el cierre de este puerto muchas veces.

Casa típica montañesa, Valle del Miera

Valle del Miera, Portillo de Lunada

Desde San Roque de Riomiera podemos emprender la subida por el Alto de Caracol hacia Selaya y el valle del Pisueña. Mencionar que los valles del Alto Miera, Pisueña y Pas conforman la comarca de los Valle Pasiegos… pero eso ya será tema para otro próximo artículo.

Peñas del Alto Miera





ALARCÓN Y EL INFANTE DON JUAN MANUEL


Encaramada en lo alto de un alargado cerro de áspera roca y escarpadas paredes, Alarcón se halla casi completamente rodeada por el profundo surco que el río Júcar ha tallado en la meseta castellana. Su silueta queda marcada por las torres y espadañas de sus iglesias en el centro de la villa, y en un extremo por el inconfundible Castillo del Infante Don Juan Manuel, y las defensas albarranas que fortificaban la plaza.
Alarcón posee un conjunto histórico muy bien conservado. Su riqueza monumental incluye: Iglesias con portadas platerescas meticulosamente labradas; casas blasonadas; una hermosa Plaza del Infante Don Juan Manuel en la que destaca el Ayuntamiento, bello ejemplo de arquitectura renacentista (S.XVI); las murallas medievales y el Castillo-Parador. Éste último, un excelente motivo para pasar la noche  y conocer este rincón tranquilo de la comarca de La Manchuela, nombre que recibe la parte más meridional de la provincia de Cuenca.
Además como destino de fin de semana, una visita prolongada os dará la oportunidad de realizar actividades como paseos a caballo, piragüismo, vela o senderismo, aprovechando los parajes naturales de las hoces del Júcar, y el cercano embalse de Alarcón.
Español: Escudo de Alarcón (España) : En campo de gules, castillo de oro de dos torres almenadas, surmontadas la de diestra de un creciente de plata vencida, la siniestra, de una estrella de ocho puntas, también de plata. Al timbre, corona real cerrada.

Conjunto Defensivo Medieval

Mirador de Alarcón es el lugar donde hacerse un selfie. Desde aquí en cualquier momento del día, pero especialmente al amanecer cuando los rayos de sol tiñen de rojo las paredes de las murallas y el castillo de Alarcón, la estampa es excepcional.
Torre de Armas. Defensa albarrana que protegía la única entrada que poseía la ciudad. Cuenta con su propio patio de armas y foso. Desde aquí las vistas de Alarcón son espectaculares. Superada la primera puerta, una segunda denominada Puerta del Calabozo, también llamada Puerta de En medio, se instala en el pequeño «istmo» que separa el cerro rodeado por el Júcar, del resto del territorio mesetario. Aun habrá que rebasar una tercera y última antes de entrar en el recinto medieval, la Puerta del Bodegón, que suele estar adornada con banderas.
Desde la Torre de Armas o el primer mirador, se distinguen dos construcciones defensivas más en la orilla opuesta de la villa, se trata de una curiosa construcción con cuatro torres esquineras cilíndricas y pequeña torre homenaje, la Torre de los Alarconcillos, y al más lejos en dirección a la presa, la Torre de Cañavate.
Panorama de Alarcón y el Júcar

Puerta de Armas

Puerta de Chinchilla

Conjunto Histórico-Artístico

La primero de los edificios notables que veremos al entrar en Alarcón es la Iglesia de la Santísima Trinidad.
Llama la atención su fachada plateresca (S.XVI) y su torre que se alza sobre el Arco de la Villa. Continuando la calle hasta el final, llegaremos a un aparcamiento junto a la Plaza Marqués de Villena. Aquí se situa la Oficina de Turismo, en donde obtener información sobre horarios de las visitas guiadas, planos, senderismo y otras actividades lúdicas.

Iglesia de Santisima Trinidad

Plaza del Infante Don Juan Manuel

Situada un poquito más arriba de la anterior, es la plaza principal de la villa. Al norte la antigua iglesia de San Juan Bautista coronada por una espadaña. Hoy alberga el excepcional Museo de Pintura Mural Jesús Mateo. Autor que desde 1994 ha ido cubriendo todo su interior con preciosos frescos contemporáneos. Al oeste, el Palacio Renacentista del Ayuntamiento con galería de arcos carpaneles, uno de los edificios emblemáticos de Alarcón. Hacia el este, dos calles nacen desde la plaza atravesando el pueblo hasta el Castillo-Parador.
Plaza Mayor Infante Don Juan Manuel y Ayuntamiento siglo XVI


Desde aquí dos calles paralelas llevan hasta el Castillo del Infante. Se recorren en unos 5′ a pie, y cuentan con algunos ejemplos de bella arquitectura monumental y tradicional: algunas casas blasonadas; un Palacio renacentista; la iglesias de Santo Domingo de Silos, gótica de estilo y rehabilitada como centro de exposiciones; y la Iglesia de Santa María, actual Parroquia de Alarcón, que contiene una preciosa portada plateresca realizada por Esteban Jamete de Orléans (S.XVI).

Iglesia de Santa María

Calle Doctor Tortosa

Castillo-Parador

En el extremo oriental de Alarcón, como si fuese la proa de un barco, se levanta El Castillo del Infante don Juan Manuel fue rehabilitado como Parador de Turismo en 1966. Desde entonces ha revitalizado la economía y la vida cultural de Alarcón. Se puede realizar una visita guiada.
Castillo desde la Torre de Armas

Sendero Hoz de Alarcón

El punto de inicio del sendero de la Hoz de Alarcón (PPR-Cu/071) está junto al Parking donde hemos dejado el coche. En aproximadamente 2h15′ puedes dar la vuelta a los cerros colindantes para tener las mejores vistas del conjunto histórico y de su hoz natural. El itinerario parte desde este aparcamiento, atraviesa el pinar hasta la Puerta de Chinchilla, por donde sale a la hoz del Júcar, antes de alcanzar el Puente de Picazo y remontar la otra orilla del río. Llamado puente romano, es de origen medieval, y permitía atravesar el Júcar a viajeros y comerciantes que se dirigían hacia el sur por el  camino de Chinchilla. Un poco más adelante, cobrando altura, se divisan muy bonitas vistas de Alarcón y sus defensas con las cárcavas de la Hoz del Júcar y su pequeña vega arbolada en primer término. El sendero se puede recorrer entero, es circular, o bien regresar sobre nuestros pasos y completar las mejores vistas del lado norte accediendo a través del puente hasta la Torre de los Alarconcillos y la Torre de Cañavate.
Murallas, puente de Picazo y sendero

El Infante Don Juan Manuel y el Conde Lucanor

Hijo, hermano y tío de Reyes de Castilla. Su hermano, Alfonso X el Sabio, le otorgó en propiedad la villa. Como hijo menor de Fernando III el Santo, recibió títulos y posesiones y fue tutor de su sobrino Alfonso XI durante los últimos años de su minoría de edad.
Ostentó los títulos simultáneos de señor, duque y príncipe de Villena, siendo señor de EscalonaPeñafiel, Cuéllar, Elche, Cartagena, Lorca, Alcocer, Salmerón, Valdeolivas y Almenara. Fue además mayordomo mayor de los reyes Fernando IV.

Escudo del Infante Don Juan Manuel

La obra más famosa del Infante Don Juan Manuel es»El Conde Lucanor«. Una obra moralizante que reúne sabiduría y humor. Sus personajes principales son el propio Conde Lucanor y Patronio.
Los textos guardan diálogos y narraciones repletas de consejos y avisos fundados en las experiencias vividas y/o narradas por sus protagonistas, con un toque de humor y el objetivo de trasmitir la sabiduría a todas las clases.C
Citas del autor escritas en muros y tapias adornan las calles de Alarcón. 


El Conde Lucanor, una de las cientos de ediciones que se han sacado a lo largo de la historia, y una de las decenas de posibilidades que hay de adquirirla en las librerías hoy en día.
 En las calles de Alarcón está presente el Infante a través de las muchas frases que recuerdan su sabiduría a través de sus escritos.






































































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