domingo, 7 de junio de 2020


Un  nuevo  Madrid  sin  moverte  de  tu  barrio:       curiosidades  a  un  kilómetro  de  distancia



El otro día, mi amigo Pablo me llamó alarmado: “Pensaba que conocía mi zona, pero corriendo estoy viendo nuevos lugares. Aquí cerca hay hasta chalets. ¡Chalets! ¡En Lucero!”. Valga este ejemplo para describir un fenómeno propio de estas fechas: el confinamiento nos hace descubrir rincones desconocidos en nuestra propia ciudad, en Madrid.
Ahora, que tenemos el radio de acción acotado y descargamos aplicaciones para calcular el diámetro donde, resulta interesante ampliar la mirada y encontrar lugares en los que no hace falta entrar ni pagar. Peculiaridades que se pueden evocar con distanciamiento social y sin detenerse, normas básicas de este encierro por pandemia.
Porque, pese al “aquí hay de todo” que esgrimimos los madrileños a la mínima oportunidad, seamos sinceros: pocos disfrutamos las supuestas opciones infinitas que ofrece la ciudad. Gregarios como somos, nos confinamos en las mismas calles, los mismos bares y los mismos trayectos cada semana. Quedamos en un sitio y pasamos las horas sin percibir, a veces, ni qué hay en el local contiguo. También ocurre que nos acostumbramos a un desplazamiento autómata, fiel al trasbordo de turno, y generamos un conocimiento parcial, incompleto.

Levanta la vista, busca lo diferente© Photo by levi sun on Unsplash

Creo que era en Sangre a borbotones, la novela de Rafael Reig, donde se planteaba este Madrid-archipiélago. Cada barrio era una isla y entre ellos, el agua. Me parece haber escuchado cómo justificaba el autor la inventiva señalando esa costumbre tan común de mandar inmediatamente al metro a cualquier caminante: si alguien te pregunta cómo ir de un punto a otro, aunque sean cercanos, lo normal es responder: “Muy fácil: coges el metro en (ponga el nombre que le apetezca) y en dos paradas estás".
Así pues, con la premisa de aprovechar el devaneo a las horas marcadas y antes de que pase de fase, ahí va una lista de curiosidades en cinco áreas de Madrid. Para poder fardar en el futuro (con razón) cuando digamos “aquí hay de todo”. Y para no extrañarnos al ver mansiones en Carabanchel.

ARGÜELLES: FIJARSE EN LAS FACHADAS

La celebración del año Galdós por el centenario de su fallecimiento ha quedado a medias: el coronavirus ha anulado homenajes y actos dedicados al autor. Sin embargo, rememorar la figura de este escritor es fácil. En la calle Hilarión Eslava, número 7, hay una placa que recuerda su estancia en el edificio el último periodo de su vida. Hasta que murió el 4 de enero de 1920, a los 76 años.
Antes de mudarse a este inmueble, propiedad de su sobrino José Hurtado de Mendoza, había vivido en varias localizaciones de Madrid. A la capital llegó en 1876 desde Gran Canaria, donde nació en 1843, para estudiar Derecho. Terminó ejerciendo de periodista, dramaturgo o novelista, dejando en sus páginas cantos de amor a su ciudad de adopción.

La casa de las flores de Madrid© Wikimedia Commons

Caminando hasta la desembocadura con Princesa se llega a una esquina mítica. En esta manzana está La Casa de las Flores. No es un escenario de telenovela, sino un edificio levantado entre 1930 y 1932 por el arquitecto Secundino Zuazo Ugalde (de los más importantes de la época). Fue un prototipo de lo denominado como “vivienda racional” que se ha convertido en icono del gremio y en una mina de leyendas sobre la Guerra Civil: sirvió de barricada y hospedaba cerca un cuartel para munición o una cárcel.

En una de sus puertas vivió el poeta chileno Pablo Neruda cuando fue nombrado cónsul en Madrid en el año 1934. Allí organizó grandes tertulias con amigos intelectuales como Lorca, Villa y Cernuda. Le dedicó hasta un poema. Empieza así:

“Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores,
porque por todas partes
estallaban geranios; era
una bella casa
con perros y chiquillos”.

También residió en este edifico Severo Ochoa, Premio Nobel de Fisiología y Medicina, entre 1931 y 1936. Y en el año 1981 fue declarado Monumento Nacional.

MALASAÑA, CRÍMENES E IGLESIAS

Siguiendo la estela de Pérez Galdós, podemos rememorar el suceso de El crimen de la calle Fuencarral. El título se refiere al asesinato de una viuda, Luciana Borcino, en extrañas circunstancias.

Carmen Maura en la película 'El crimen de la calle Fuencarral'© El crimen de la calle Fuencarral

Fue en 1888 y destacó por considerarse el primer suceso con una enorme repercusión mediática: dividió a la sociedad española entre quienes defendían a la criada o al hijo, posibles culpables. Ocurrió en el piso segundo izquierda del número 109 (ahora, 95) de dicha calle. Merece la pena leer la obra de Galdós -una suerte de crónica con tintes de novela negra o de la posterior A sangre fría de Capote- o ver la película protagonizada por Carmen Maura, de 1985.
Con la ayuda de Miguel Ángel Medina, periodista y autor de Madrid. Preguntas y Respuestas. 75 historias para descubrir la capital (Ediciones La Librería), acudimos a la llamada de dos iglesias singulares. La primera es la de San Antón. “Situada en la calle de Hortaleza, muy cerca de Gran Vía, conserva los restos de San Valentín. En el siglo XVII, el Papa le ofreció como regalo al rey Carlos IV la calavera y varios huesos del santo, que el monarca entregó a la Orden de los Pobres Clérigos Regulares de la Madre de Dios de las Escuelas Pías o Escolapios.
Desde 1984 esta pequeña iglesia muestra al público las reliquias, que permanecen en una urna de cristal con bordes de madera dorados”, comenta Medina, advirtiendo de que “no es el único lugar donde se pueden ver los restos del santo: también dicen tenerlos en Roma, Dublín, Praga y Chelmno (Polonia)”. “La iglesia siempre está abierta, incluso ahora, porque es donde el padre Ángel atiende a personas sin recursos”.

Calle Hortaleza, Madrid© Alamy

Después procedemos a la de San Antonio de los Alemanes. “En Madrid hay cientos de iglesias, antiguas, modernas, de diferentes estilos y con todo tipo de ornamentos. A todas se les pueden poner distintos adjetivos. Pero el de ‘lisérgica’ cuadra perfectamente con esta”, afirma Medina. “Al traspasar sus puertas y situarse bajo su sorprendente cúpula policromada invade una sensación de alucinación difícil de explicar. Se trata de una pequeña joya escondida en la calle Puebla, 22”, señala el periodista, que añade cómo “desde fuera no llama en absoluto la atención” y que ahora se puede entrar virtualmente en este enlace.

Iglesia de San Antonio de los Alemanes© Alamy

BARRIO DE LAS LETRAS: HUELLAS DEL SIGLO DE ORO

Vale: es muy obvio, pero el barrio de Las Letras se llama así por algo. Y no queda más remedio que arrodillarse ante sus dos insignias, olvidándonos de esos bares con licores de efectos dudosos. Por un lado, adoremos con nuestro zanqueo a Miguel de Cervantes, cuya vivienda ocupa el número dos de la calle en su honor. “Estuvo a punto de ser demolida en el siglo XIX, pero el también escritor Ramón Mesonero Romanos consiguió salvarla”, explica Medina.
“Acoge en la actualidad a la Sociedad Cervantina, una institución que preserva el legado de este escritor. Organizan actividades y representaciones de teatro. Además, mantienen una réplica de la imprenta de tipos móviles de Juan de la Cuesta con la que se imprimió El Quijote, así como otras del Siglo de Oro. En el número 87 de la calle Atocha se imprimió la primera parte de esta obra, en 1605, tal y como recuerda otra placa; y la segunda parte se imprimió en 1615 en el número 7 de la calle San Eugenio, a tan solo unos pasos", apostilla.

Imprenta Juan de la Cuesta en la calle Atocha número 87© Memoriademadrid.es

El otro personaje al que en cuestión es Lope de Vega, cuya casa se sitúa en el número 11 de la calle Cervantes, aunque en vida tuvieran un enfrentamiento literario. “El autor de Fuenteovejuna y El perro del hortelano compró, en 1610, un enorme espacio (que había sido construido en 1578) y vivió sus últimos 25 años”, comenta Medina. “En estos cuatro siglos, el edificio ha sufrido varias transformaciones, pero fue rehabilitado en 1935 y conserva estructuras y habitaciones originales, mientras que otras son recreaciones basadas en las descripciones del propio dramaturgo. El edificio se puede ver aquí.

Casa Museo de Lope de Vega en la calle Cervantes, 11© Memoria de Madrid

LAVAPIÉS, ESTANDARTE DE LAS CORRALAS

Antaño barrio multicultural y hoy reflejo del street art y la gentrificación, en Lavapiés aún se puede apreciar una seña de identidad patria: las corralas. “Son viviendas diseñadas en torno a un patio interior al que dan sus balcones y pasillos. Suelen tener una fachada estrecha y una puerta que da acceso al patio o corral, de ahí su nombre. Cada planta tiene un pasillo donde se hacinan los pisos, generalmente de 20 a 30 metros cuadrados de superficie, que en su origen solían compartir un único baño por pasillo”, analiza Medina.

Corrala en Lavapiés© Getty Images

Se levantaron entre los siglos XVII y XIX para alojar a las distintas oleadas de inmigrantes con precios asequibles, tal y como nos cuenta, por ejemplo, la novela Fortunata y Jacinta", reseña Medina, aludiendo –de nuevo- a Pérez Galdós. “La más interesante es la que está en la calle Tribulete, esquina con Mesón de Paredes, de 1839. Lo es porque el edificio que tapaba su patio interior ha desaparecido y, en lugar de construir otro, se apostó por dejarlo vacío y convertir el espacio en una plaza. Eso nos permite contemplarlo desde la calle, con sus viviendas aglutinadas, sus ropas tendidas y sus macetas llenas de plantas”, describe el periodista.
Medina apunta otro punto clave: las Escuelas Pías de San Fernando, en la plaza de Arturo Barea. Están enfrente de la corrala indicada y mezclan lo antiguo con lo moderno: “Aquel proyecto educativo religioso se inició en 1729 y se dedicó siempre a la educación de los niños pobres, como vemos en la novela La forja de un rebelde, de Arturo Barea. La iglesia de aquel recinto, finalizada en 1791, fue incendiada por los anarquistas en 1936, al inicio de la Guerra Civil, y permaneció muchos años en ruinas. La renovación llegaría en 2004 gracias a la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que apostó por convertir el recinto en una biblioteca pública”.

Las Escuelas Pías de San Fernando© Alamy

LA LATINA, ALABANZA POPULAR E INQUISICIÓN

Detrás del teatro La Latina -en la calle de Don Pedro, 4- nació María de los Ángeles López Segovia, popularmente conocida como Lina Morgan. La actriz, fallecida en 2015 a los 89 años, colonizó las pantallas de todo un país como protagonista de comedias o series de televisión. Fue propietaria del mencionado teatro durante 27 años, dirigiendo la programación y representando producciones propias.
Tirando hacia el Viaducto, las calles de la Villa, del Rollo y de Segovia confluyen en la Plaza de la Cruz Verde.


Tranquila y hermética, esta explanada presidida por la Fuente de Diana Cazadora esconde años de terror y sufrimiento: era uno de los espacios elegidos por la Inquisición para llevar a cabo las ejecuciones públicas, señalados con una cruz de madera pintada de verde.

Y DE PROPINA, UNA VALLECAS 'HEAVY' Y REPUBLICANA

Cada vez más atractivo para una población atosigada por el precio del alquiler, este barrio de las afueras aún mantiene esencias ‘heavies’ y republicanas. No hace falta internarse en sus garitos o embadurnarse de su deje para darse cuenta. La avenida Peña Gorbea, el denominado Bulevar, está coronada por el busto en bronce de Ángeles Rodríguez Hidalgo, una vecina de base obrera que acogió con entusiasmo las corrientes musicales de los 70. Madre de cinco hijos y viuda desde los 41 años, esta asistenta acompañó a uno de estos vástagos a un concierto de ‘melenudos’ cuando languidecía la dictadura y amanecía el ‘rollo’.
Pronto se volcó en este estilo musical, a pesar de su devoción por la copla, y se calzó la chupa y gorra de cuero. Con esta imagen asistía a espectáculos o participaba en programas de radio. Incluso tuvo una columna, La consulta de la abuela, en la revista Heavy Rock. Su busto saluda a los viandantes con los cuernos del ‘heavy’ erguidos y reproduce la estampa que se utilizó como portada en el disco ‘Toca madera’, de Los Panzer. La recaudación de fondos para su estatua se logró con un concierto en la sala Canciller el 25 de mayo de 1994, uno después de su muerte a los 93. Tocaron Esturión, Ñu, Asfalto y Sobredosis.

La vida secreta de las estatuas populares de Madrid© Dani Keral

La cara republicana está un pelín más alejada. Cruzando Entrevías, en el número 10 de la calle Peironcely, se alza un inmueble retratado por Robert Capa en la Guerra Civil española. El fotógrafo tomó una instantánea en noviembre 1936 donde se ve su fachada agujereada por la metralla. Pertenece a un conjunto de nueve imágenes que viajaron desde España a Reino Unido en un buque inglés al término del conflicto.
En 2017, el propietario de este inmueble de 12 viviendas y una parcela de 495 metros cuadrados estuvo a punto de echarlo abajo. Se salvó y, ahora, la plataforma #SalvaPeironcely10 pide a la Comunidad de Madrid su designación como Bien de Interés Patrimonial y al Ayuntamiento su inclusión en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos.

Mural de recuerdo a la imagen que Capa captó en Peironcely 10















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