Un nuevo Madrid
sin moverte de tu barrio: curiosidades a un kilómetro de distancia
El otro día, mi amigo Pablo me llamó
alarmado: “Pensaba que conocía mi zona, pero corriendo estoy
viendo nuevos lugares. Aquí cerca
hay hasta chalets. ¡Chalets! ¡En
Lucero!”. Valga este ejemplo para describir
un fenómeno propio de estas fechas: el confinamiento nos hace descubrir rincones
desconocidos en nuestra propia ciudad, en Madrid.
Ahora, que tenemos el radio de acción
acotado y descargamos
aplicaciones para calcular el diámetro
donde, resulta interesante ampliar la mirada y encontrar lugares en los que no hace falta entrar ni pagar. Peculiaridades que se pueden evocar con distanciamiento
social y sin detenerse, normas básicas de este encierro por pandemia.
Porque, pese al “aquí hay de todo” que esgrimimos los madrileños a la
mínima oportunidad, seamos
sinceros: pocos disfrutamos las supuestas
opciones infinitas que ofrece la ciudad. Gregarios como somos, nos confinamos en las mismas calles, los mismos bares y los mismos trayectos cada semana. Quedamos en un sitio y pasamos las
horas sin percibir, a veces, ni qué hay en el local contiguo. También ocurre
que nos acostumbramos a un desplazamiento autómata, fiel al trasbordo de turno,
y generamos un conocimiento parcial, incompleto.
Levanta la vista, busca lo diferente© Photo by levi sun on Unsplash
Creo que era en Sangre a borbotones, la novela de Rafael
Reig, donde se planteaba este Madrid-archipiélago.
Cada barrio era una isla y entre ellos, el agua. Me parece haber escuchado cómo
justificaba el autor la inventiva señalando esa costumbre tan común de mandar
inmediatamente al metro a cualquier caminante: si alguien te pregunta cómo ir
de un punto a otro, aunque sean cercanos, lo normal es responder: “Muy fácil:
coges el metro en (ponga el nombre que le apetezca) y en dos paradas
estás".
Así pues, con la premisa de
aprovechar el devaneo a las horas marcadas y antes de que pase de fase, ahí va
una lista de curiosidades en cinco áreas de Madrid. Para poder fardar en el
futuro (con razón) cuando digamos “aquí hay de todo”. Y para no extrañarnos al ver mansiones en Carabanchel.
ARGÜELLES: FIJARSE EN LAS
FACHADAS
La celebración del año Galdós por el centenario de su fallecimiento ha quedado a
medias: el coronavirus ha anulado
homenajes y actos dedicados al autor. Sin embargo, rememorar la figura de este escritor es fácil. En
la calle Hilarión Eslava, número 7, hay una placa que recuerda su estancia en el edificio el
último periodo de su vida. Hasta
que murió el 4 de enero de 1920, a los 76 años.
Antes de mudarse a este inmueble,
propiedad de su sobrino José
Hurtado de Mendoza, había
vivido en varias localizaciones de Madrid. A la capital llegó en 1876 desde
Gran Canaria, donde nació en 1843, para estudiar Derecho. Terminó ejerciendo de
periodista, dramaturgo o novelista, dejando en sus páginas cantos de amor a su
ciudad de adopción.
La casa de las flores de Madrid© Wikimedia Commons
Caminando hasta la desembocadura
con Princesa se llega a una esquina mítica. En esta manzana
está La Casa de las Flores. No es un escenario de telenovela, sino un edificio
levantado entre 1930 y 1932 por el arquitecto Secundino Zuazo Ugalde (de
los más importantes de la época). Fue un prototipo de lo denominado como
“vivienda racional” que se ha convertido en icono del gremio y en una mina de
leyendas sobre la Guerra Civil: sirvió
de barricada y hospedaba cerca un cuartel para munición o una cárcel.
En una de sus puertas vivió el poeta chileno Pablo Neruda cuando fue nombrado cónsul en Madrid en el año 1934. Allí
organizó grandes tertulias con amigos intelectuales como Lorca, Villa y Cernuda.
Le dedicó hasta un poema. Empieza así:
“Yo
vivía en un barrio
de
Madrid, con campanas,
con
relojes, con árboles.
Desde
allí se veía
el
rostro seco de Castilla
como
un océano de cuero.
Mi
casa era llamada
la
casa de las flores,
porque
por todas partes
estallaban
geranios; era
una
bella casa
con
perros y chiquillos”.
También residió en este edifico Severo Ochoa, Premio Nobel de Fisiología y Medicina, entre 1931 y 1936. Y en el año 1981 fue declarado
Monumento Nacional.
MALASAÑA, CRÍMENES E IGLESIAS
Siguiendo la estela de Pérez Galdós, podemos rememorar el
suceso de El crimen de la calle Fuencarral. El título se
refiere al asesinato de una viuda, Luciana Borcino, en extrañas circunstancias.
Carmen
Maura en la película 'El crimen de la calle Fuencarral'©
El crimen de la calle Fuencarral
Fue en 1888 y destacó por considerarse el
primer suceso con una enorme repercusión mediática: dividió a la sociedad española entre quienes
defendían a la criada o al hijo, posibles culpables. Ocurrió en el piso segundo izquierda del
número 109 (ahora, 95) de dicha calle. Merece la pena leer la obra de Galdós -una suerte
de crónica con tintes de novela negra o de la posterior A
sangre fría de Capote- o ver la película protagonizada
por Carmen Maura, de 1985.
Con la ayuda de
Miguel Ángel Medina, periodista y autor de Madrid. Preguntas y Respuestas.
75 historias para descubrir la capital (Ediciones La Librería), acudimos
a la llamada de dos
iglesias singulares. La primera es la de San Antón. “Situada en la calle de Hortaleza, muy cerca de Gran Vía, conserva los restos de San Valentín. En el siglo XVII, el Papa le ofreció
como regalo al rey Carlos IV la calavera y varios huesos del santo, que el
monarca entregó a la Orden de los Pobres Clérigos Regulares de la Madre de Dios de las
Escuelas Pías o Escolapios.
Desde 1984 esta
pequeña iglesia muestra al público las reliquias, que permanecen en una urna de cristal con bordes de
madera dorados”, comenta Medina, advirtiendo de que “no es el único lugar donde
se pueden ver los restos del santo: también dicen tenerlos en Roma, Dublín,
Praga y Chelmno (Polonia)”. “La iglesia siempre está abierta, incluso ahora,
porque es donde el padre Ángel atiende a personas sin recursos”.
Calle
Hortaleza, Madrid© Alamy
Después procedemos a la de San Antonio de los Alemanes. “En Madrid hay cientos de iglesias, antiguas, modernas, de
diferentes estilos y con todo tipo de ornamentos. A todas se les pueden poner
distintos adjetivos. Pero el de ‘lisérgica’ cuadra perfectamente con esta”, afirma Medina. “Al
traspasar sus puertas y situarse bajo su sorprendente cúpula policromada invade
una sensación de alucinación difícil de explicar. Se trata de una pequeña joya escondida en la calle Puebla, 22”, señala el periodista, que añade cómo “desde fuera no
llama en absoluto la atención” y que ahora se puede entrar
virtualmente en este enlace.
Iglesia
de San Antonio de los Alemanes© Alamy
BARRIO DE LAS LETRAS: HUELLAS DEL SIGLO DE ORO
Vale: es muy obvio, pero el barrio de
Las Letras se llama así por algo. Y no queda más remedio que arrodillarse ante
sus dos insignias, olvidándonos de esos bares con licores de efectos dudosos.
Por un lado, adoremos con nuestro zanqueo a Miguel de Cervantes,
cuya vivienda ocupa el número
dos de la calle en su honor.
“Estuvo a punto de ser demolida en el siglo XIX, pero el también escritor Ramón
Mesonero Romanos consiguió salvarla”, explica Medina.
“Acoge en la actualidad a la Sociedad Cervantina, una institución que preserva el legado de este escritor.
Organizan actividades y representaciones de teatro. Además, mantienen una
réplica de la imprenta de tipos móviles de Juan de la Cuesta con
la que se imprimió El Quijote, así como otras del Siglo de Oro. En el número 87 de la calle Atocha se imprimió la primera parte de
esta obra, en 1605, tal y como recuerda otra
placa; y la segunda parte se imprimió en 1615 en el número 7 de la calle San Eugenio, a tan solo unos pasos", apostilla.
Imprenta
Juan de la Cuesta en la calle Atocha número 87©
Memoriademadrid.es
El otro personaje al que en cuestión
es Lope de Vega, cuya casa se sitúa en el número 11 de la calle Cervantes, aunque en vida tuvieran un enfrentamiento literario. “El
autor de Fuenteovejuna y El
perro del hortelano compró, en 1610, un enorme espacio
(que había sido construido en 1578) y vivió sus últimos 25 años”, comenta
Medina. “En estos cuatro siglos, el edificio ha sufrido varias
transformaciones, pero fue rehabilitado en 1935 y conserva estructuras y
habitaciones originales, mientras que otras son recreaciones basadas en las
descripciones del propio dramaturgo. El edificio se puede ver aquí.
Casa
Museo de Lope de Vega en la calle Cervantes, 11©
Memoria de Madrid
LAVAPIÉS, ESTANDARTE DE LAS CORRALAS
Antaño barrio multicultural y hoy
reflejo del street art y la gentrificación,
en Lavapiés aún se puede apreciar una seña de identidad
patria: las corralas. “Son viviendas diseñadas en torno a un patio interior al
que dan sus balcones y pasillos. Suelen tener una fachada estrecha y una puerta
que da acceso al patio o corral, de ahí su nombre. Cada planta tiene un pasillo donde se hacinan los pisos,
generalmente de 20 a 30 metros cuadrados de superficie, que en su origen solían compartir un único baño por
pasillo”, analiza Medina.
Corrala
en Lavapiés© Getty Images
“Se levantaron entre los siglos XVII y XIX para alojar a las
distintas oleadas de inmigrantes con precios asequibles, tal y como nos cuenta, por ejemplo, la novela Fortunata
y Jacinta", reseña Medina, aludiendo –de nuevo- a Pérez
Galdós. “La más interesante es la que está en la calle Tribulete, esquina con Mesón de Paredes, de 1839. Lo es porque el edificio que tapaba su patio interior ha
desaparecido y, en lugar de construir otro, se apostó por dejarlo vacío y
convertir el espacio en una plaza. Eso nos permite contemplarlo desde la calle,
con sus viviendas aglutinadas, sus ropas tendidas y sus macetas llenas de
plantas”, describe el periodista.
Medina apunta otro punto clave: las Escuelas Pías de San Fernando, en la plaza
de Arturo Barea. Están enfrente de la corrala
indicada y mezclan lo antiguo con lo moderno: “Aquel proyecto educativo religioso se inició en 1729 y se dedicó siempre a la educación de los niños
pobres, como vemos en la novela La forja de un rebelde, de Arturo Barea. La
iglesia de aquel recinto, finalizada en 1791, fue incendiada por los
anarquistas en 1936, al inicio de la Guerra Civil, y permaneció muchos años en
ruinas. La renovación llegaría en 2004 gracias a la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que apostó por convertir el recinto en una biblioteca
pública”.
Las
Escuelas Pías de San Fernando© Alamy
LA LATINA, ALABANZA POPULAR E INQUISICIÓN
Detrás del teatro La Latina -en
la calle de Don Pedro, 4- nació María
de los Ángeles López Segovia,
popularmente conocida como Lina
Morgan. La actriz, fallecida en 2015 a los
89 años, colonizó las pantallas de todo un país como protagonista de comedias o
series de televisión. Fue propietaria del mencionado teatro durante 27 años,
dirigiendo la programación y representando producciones propias.
Tirando hacia el Viaducto, las calles
de la Villa, del Rollo y de Segovia confluyen en la Plaza de la Cruz Verde.
Tranquila y hermética, esta explanada
presidida por la Fuente de Diana Cazadora esconde años
de terror y sufrimiento:
era uno de los espacios elegidos por la Inquisición para
llevar a cabo las ejecuciones públicas, señalados con una cruz de madera pintada de verde.
Y DE PROPINA, UNA VALLECAS 'HEAVY' Y
REPUBLICANA
Cada vez más atractivo para una
población atosigada por el precio del alquiler, este barrio de las afueras aún
mantiene esencias ‘heavies’ y republicanas. No hace falta internarse en sus garitos o embadurnarse
de su deje para darse cuenta. La avenida
Peña Gorbea, el denominado Bulevar, está
coronada por el busto en bronce de Ángeles
Rodríguez Hidalgo, una
vecina de base obrera que acogió con entusiasmo las corrientes musicales de los
70. Madre de cinco hijos y viuda desde los 41 años, esta asistenta acompañó a
uno de estos vástagos a un concierto de ‘melenudos’ cuando languidecía la
dictadura y amanecía el ‘rollo’.
Pronto se volcó en este estilo
musical, a pesar de su
devoción por la copla, y se calzó la chupa y gorra de cuero. Con esta imagen asistía a espectáculos o participaba en
programas de radio. Incluso tuvo una columna, La consulta de la abuela, en la revista Heavy Rock. Su busto saluda a los viandantes con
los cuernos del ‘heavy’ erguidos y reproduce la estampa que se utilizó como
portada en el disco ‘Toca madera’, de Los Panzer. La recaudación de fondos para
su estatua se logró con un concierto en la sala Canciller el 25 de mayo de 1994, uno después de su muerte a los 93. Tocaron Esturión, Ñu, Asfalto y Sobredosis.
La
vida secreta de las estatuas populares de Madrid©
Dani Keral
La cara republicana está un
pelín más alejada. Cruzando
Entrevías, en el número 10 de la calle
Peironcely, se alza un inmueble retratado por Robert Capa en la Guerra Civil española. El fotógrafo tomó una instantánea en noviembre 1936
donde se ve su fachada agujereada por la
metralla. Pertenece a un conjunto de nueve
imágenes que viajaron desde España a Reino Unido en un buque inglés al término
del conflicto.
En 2017, el propietario de este inmueble de 12 viviendas y una parcela de 495 metros
cuadrados estuvo a punto de echarlo
abajo. Se salvó y, ahora, la plataforma #SalvaPeironcely10 pide a la Comunidad de Madrid su designación como Bien de
Interés Patrimonial y al Ayuntamiento su inclusión en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos.
Mural de
recuerdo a la imagen que Capa captó en Peironcely 10
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