La insólita paz que se declaró en Madrid al año de estallar la Guerra
Civil
Un descanso de las tropas del sector
del puente de los franceses, en el frente
Nada contaron ni el ABC
de Madrid (republicano), ni el ABC
de Sevilla (nacional) al día siguiente sobre la
insólita escena que se vivió el 1 de junio de 1937 en plena Casa de Campo,
junto al puente de los Franceses. Reflejo, ambos, de la Guerra
Civil que enfrentaba a los españoles, informaron de
los ataques y contraataques de uno y otro bando. Cada uno según su beligerante
punto de vista. Sin embargo, en ese emblemático lugar del frente madrileño se
declaró aquel día una efímera paz, dos años antes de que acabara la contienda.
El mayor Alipio Díez, jefe de la 4.ª Brigada
Mixta, lo relató en el parte que envió al mando republicano: «Aproximadamente a
las 14 horas de hoy se recibió aviso telefónico de esa División de que desde el
Puesto de observación de la misma se veía a nuestros soldados saltar de sus
trincheras y avanzar hacia el campo enemigo a la vez que aquel efectuaba igual
operación dirigiéndose a nuestras líneas y que al encontrarse se abrazaban,
formando corrillos y conversaban entre sí».
Milicianos republicanos al lado de una placa
propagandística en la que pone «No pasarán»
En el mismo escenario en que seis meses antes
se había forjado la leyenda del «¡No
pasarán!» por los durísimos combates que impidieron la
entrada de los franquistas en la capital de España en noviembre de 1936, unos
cuatrocientos combatientes de uno y otro bando, incluidos oficiales, confraternizaron
en un campo de fútbol ante la mirada atónita de sus respectivos mandos. El
periodista y escritor Pedro
Corral, experto en la Guerra Civil, lo explica en un reportaje
que escribió
en ABC en el 80 aniversario de esta «paz del Manzanares».
«La iniciativa había partido de tres dinamiteros, los
cabos Ángel Carrillo Ramírez y Eustaquio Giménez Palomares y el soldado
Fernando Cordero Marín, que la noche anterior habían propuesto, a voces, un
intercambio de prensa a los franquistas», indica Corral.
Según el teniente republicano Amador Rodríguez, «el
primero en saltar el parapeto en dirección al campo enemigo fue un dinamitero
que sacando un pañuelo blanco hizo señales al adversario, el que le contestó de
igual forma, saliendo ambos al centro del referido campo de fútbol y clavando
en un círculo hecho en el suelo el cuchillo del primero y machete del segundo,
poniéndose a conversar amigablemente, y después poco a poco fueron saliendo de
sus parapetos, tanto de unos como de los otros, gran cantidad de hombres que se
unieron formando grupos».
Esos primeros efectivos que salieron al
encuentro del enemigo pertenecían a la cuarta compañía del primer batallón de
la 4.ª Brigada que dirigía el capitán Jesús Salas Lirola. Este militar almeriense, de 37
años, llegó a estrechar la mano de un capitán y un alférez en las posiciones
franquistas. «Su sorpresa fue mayúscula al advertir que el alférez había sido
compañero suyo en la guarnición de Larache antes de la guerra», relata Corral.
Declaración del capitán republicano Jesús
Salas
El capitán franquista, que ofreció coñac,
cerveza y puros al republicano, le aseguró «que era una pena que siendo todos
españoles, nos estuviéramos matando unos a otros» y «que se
fijara en la emoción que se había apoderado del personal de ambos bandos al
verse reunidos», según la declaración de Salas Lirola, que se conserva en el
Archivo de la Guerra Civil de Salamanca.
Ante el cariz que estaban tomando los
acontecimientos, el jefe de la 6.ª División republicana, el teniente coronel
Carlos Romero, acudió urgentemente al lugar y, junto con otros mandos, conminó
a sus hombres a regresar a sus posiciones. «Rápidamente llegamos allá y pudimos
comprobar el
caso bochornoso de que ambos bandos se abrazaban y se besaban»,
contó el comisario político de la 6.ª División, Isidro Hernández Tortosa.
También desde la tapia de la Casa de Campo un comandante franquista hizo lo
propio.
Corral recordaba en 2007 que en la causa
abierta por la justicia militar republicana se conserva una nota que un soldado
franquista entregó a otro del Ejército Popular para que se la hiciera llegar a
su novia: «Querida Rosa: Hoy
en este frente somos todos hermanos, bebiendo una botella de
cognac con los camaradas que tan buenos son. Espero vernos pronto. Abrazos.
José Gómez».
Esta tregua fue singular por el escenario en que tuvo
lugar y el abultado número de soldados que la protagonizaron, pero estos
encuentros amistosos entre combatientes de ambos bandos se sucedieron a menudo,
pese a estar castigados como deserción ante el enemigo. Según el autor de
«Desertores» o «Esto no estaba en mi libro de la Guerra Civil», en el lenguaje
de las trincheras se conocía a estas confraternizaciones como «hacer una
paella».
Recuerdan a la famosa tregua de Navidad de la
Primera Guerra Mundial que tuvo su versión española en la Nochebuena de 1936 en
el monte Kalamua, entre milicianos republicanos y requetés.
El carlista Salvador Leyún preguntaría después a su superior: «Mi capitán,
después de esto, ¿no sería mejor que dejásemos esto y nos marcháramos todos,
ellos y nosotros, cada uno a su casa?». «Y me contestó: «pues sí, sería mejor… pero es
que estamos en guerra».
La otra
cara de la Guerra Civil
Fotografías de campesinos en
labores agrícolas durante la contienda
Madrid, agosto de 1936. Guerra Civil Española. Campesinos
realizando sus tareas en los pueblos de la Sierra, mientras los soldados
combaten alrededor
Guadix, agosto de 1936. Guerra Civil
Española. Grupo de campesinos de Venta Quemada entregados a sus faenas
ordinarias de la siega
Albacete, agosto de 1936. Guerra Civil Española. El trigo en una
de sus fases antes de que el gobierno del Frente Popular dispusiera de él
Albacete, agosto de 1936. Guerra Civil Española. Campesinos
durante la siega
Extremadura, septiembre de 1936. Guerra Civil
Española. Acarreamiento del producto de la cosecha extremeña
Córdoba, octubre de 1936. Guerra Civil
Española. Campesinos andaluces trabajando con normalidad en un pueblo de
Córdoba en la recolección del algodón
Guadalajara, marzo de 1937. Guerra Civil Española. Las familias
campesinas regresando a sus hogares después de haber sido reconquistados por
los republicanos
https://www.abc.es/archivo/abci-otra-cara-guerra-civil-401144564986-20200825170313_galeria.html
Los
primeros movimientos de la Guerra Civil
Imágenes tomadas en los
primeros días de la contienda
El patio del Cuartel de la Montaña en el momento de ser ocupado
por las fuerzas y milicias republicanas
Las fuerzas de asalto dispuestas a proteger
la sede del Gobierno Civil de Sevilla, en la que después sería la calle Pedro
Parias, primer gobernador civil tras el levantamiento
El General Gobernador de Cartagena Toribio
Martínez Cabrera, da un discurso contra la sublevación al Regimiento de
Infantería Sevilla Nº 34
El General Francisco Franco llega a Sevilla
procedente de Marruecos, en un Douglas DC-2 de las líneas aéreas postales de
España (LAPE), para ponerse al frente del Movimiento Nacional
Soldados armados en la actual avenida de la
Constitución de Sevilla, a los dos días de iniciarse la Guerra Civil
Grupo de los primeros falangistas de Sevilla,
que se sumaron al movimiento ante el cuartel de San Hermenegildo más conocido
en Sevilla por el cuartel del Duque, sede que fuera del Regimiento Soria 9 y
Granada 34
Las milicias saliendo de Alcalá de Henares
hacia Guadalajara, con un pan bajo el brazo y pobremente equipados
Una barricada protegida por un tanque del ejército
republicano en Toledo
Momento de ser izada la bandera bicolor en
Sevilla. En el balcón, el General Queipo de Llano
El Rastro
antes de la pandemia
El coronavirus ha logrado lo
que ni la Guerra Civil pudo, un domingo en Madrid sin su Rastro,
Una vendedora se peina ayudada de una vecina
para no descuidar su puesto en 1896
En la plaza de Cascorro a principios de siglo
XX
Ambiente de compra y venta en un domingo de
principios de siglo XX
Un organillero entretiene a los visitantes en
los años 40
Niños en el verano del 47, junto a los
puestos montados con barras y sábanas
Limpiabotas a pleno rendimiento con los
visitantes en diciembre de 1948
Un niño ojea el álbum de cromos de Bimbo
«Nuestro Mundo 3» en los 70
Un puesto de revistas lleno de curiosos en
los 70
Un vendedor ambulante de trozos de coco
atendiendo a un cliente en los 70
La Ribera de Curtidores y la plaza del
Cascorro sirviendo de aparcamiento provisional en los años 70
La plaza del Campillo en el clásico
intercambio de cromos en 1979
https://www.abc.es/archivo/abci-rastro-antes-cuarentena-40431369443-20200319021441_galeria.html
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