MECENAZGO EN LAS CORTES
Ausías March y Joanot Martorell
MARCH , AUSIAS. ESCRITOR ESPAÑOL. GANDIA 1397 - 1459. EL TEMA PRINCIPAL DE SU OBRA ES EL AMOR. MONUMENTO EN SU MEMORIA EXISTENTE EN GANDIA.
Leemos en la anónima novela de caballerías Curial e Güelfa, una de las obras más
importantes de la prosa catalana del siglo XV, que cuando su protagonista entra
al servicio de la corte del marqués de Monferrato, “aprés sonar esturments (de qué devench molt famós), axí mateix
cavalcar, trovar, dançar, júnyer e totes altres abteses que a noble jove e
valerós se pertanyia” (“aprendió a
tocar instrumentos –lo que le hizo muy famoso- así como a cabalgar, trovar,
danzar, justar y todas las demás artes que a noble y valeroso joven
pertenecían”). Con esta breve descripción nuestro sutil autor nos informa de
una realidad: las cortes medievales eran un núcleo aglutinador básico e
imprescindible de la cultura; en ellas se marcaban las pautas literarias a
seguir, actuando así como activos centros de mecenazgo.
CONSUMIDOR DE CULTURA
Miniatura que representa la derrota de Roncesvalles en la
Canción de Roldán
https://historiaeuropa.wordpress.com/2011/12/27/tema-1-principios-de-la-edad-media/
La
monarquía era uno de los más destacados clientes y promotores de las diversas
manifestaciones artísticas del momento; los reyes gozaban con la posesión de
manuscritos ricamente iluminados, algunos de ellos auténticamente obras de
arte, y se dejaban seducir por el lujo
de preciosas piezas de orfebrería. También marcaban las conductas a seguir:
así, las reinas se convirtieron en espejos para las mujeres de su época; podían
ver en ellas el ejemplo de dama discreta, silenciosa y obediente, aceptado en
aquel tiempo; una persona que encajaba con el ideal de mujer noble. Muchas
princesas recibían una completa educación en los conventos, que abandonaban
sólo en ocasión de su matrimonio; algunas llegaron a ser bibliófilas
apasionadas.
Por
todo ello, la corte era el lugar ideal donde las familias nobles enviaban a sus
hijos para que recibieran una formación adecuada a su estamento; allí se
sometían a un riguroso entrenamiento militar que les permitía alcanzar los
rasgos del caballero ideal, y una educación cortés: aprendían a jugar pelota, a
vestirse adecuadamente, a danzar, a tocar instrumentos musicales y a componer
canciones. En estas cortes crecían y establecían fuertes e indisolubles lazos
de amistad y compañerismo con los príncipes e infantes que después reinarían.
MONARCAS Y
LITERATOS
Sin
duda, la dinastía de los condes de Barcelona y futuros monarcas de la corona
catalanoaragonesa representa un caso único en la historia de la Europa
medieval, porque ningún otro linaje fue capaz de transmitir y conservar el
poder durante tanto tiempo y demostrar, asimismo, un vivo e inconstante interés
por las letras, ejerciendo de esta manera un auténtico mecenazgo cultural.
Sin
embargo, la implantación de la monarquía castellana des los Trastámaras
(1412-1516) implicó un distanciamiento de los nuevos monarcas hacia la
literatura escrita en lengua autóctona, y la ausencia de una corte en los
reinos de Valencia y Cataluña durante el reinado de Alfonso el Magnánimo es una
realidad. A su muerte, acaecida en 1458, las cosas cambian.
El
28 de marzo de 1460, el príncipe de Viana llega a Barcelona procedente de
Nápoles, donde residía junto a su tío el Magnánimo desde 1457. Lo acompañaban
numerosos caballeros, poetas, copistas, humanistas y cortesanos. Nuevamente,
Barcelona acogía una corte que en su periplo había asimilado multitud de
estímulos, llegando con nuevas e interesantes propuestas literarias, entre las
que destacan dos de las plumas más importantes de la Valencia del siglo XV:
Ausiás March, convertido en ya todo un clásico de la mano de Pere Torroella, y
Joanot Martortell, quien, bajo los estímulos de esta nueva corte, escribió su
gran novela Tirant lo Blanc.
Ausiás
March, nacido en Valencia entre el 9 de enero de 1400 y el 7 de enero de 1401,
era miembro de una familia que configura el ejemplo característico de la
constitución de una pequeña nobleza militar que progresa desde la ciudadanía,
concretamente el notariado, siempre al amparo de la casa real. Hijo de Pere
March Beniarjó, sirvió a Alfonso el Magnánimo en campañas militares como la de
1420, que lo llevó a Córcega y Cerdeña, donde coincidió con otros poetas del
momento, como Andreu Febrer y Jordi de Sant Jordi. Su actuación fue
recompensada con la ampliación de los privilegios que se habían concedido a su
padre, y con la concesión, en 1426, de un cargo palatino, el de halconero real
en el reino de Valencia.
Detalle
de una pintura de Macello Gogolino (siglo XV) en la que se representa una
justa.
http://www.sonusantiqva.org/i/M/CVocaleMadrid/2003OydOyd.html
CUESTIÓN DE CONFIANZA
A partir de este momento, se
encargó de organizar las cacerías del rey, así como de alimentar, adiestrar y
cuidar las aves de presa. Sin duda se trataba de un cargo de confianza, que
supuso para nuestro poeta un importante prestigio social e ingresos complementarios
a sus rentas señoriales. No es hasta 1437, cuando ya contaba cerca de cuarenta
años, que se compromete con Isabel Martorell, hermana de Joanot Martorell,
momento en el que firma unas capitulaciones matrimoniales por las que los
Martorell se obligaban a pagar a Ausiás, en concepto de dote, la suma de 3,000
florines. Dado que nuestro poeta no acababa de obtener suficientes garantías
para el cobro de dicha dote (por estas fechas los Martorell padecían
importantes dificultades económicas), fue dilatando los esponsales, lo que
enfureció a Galceran, hermano de Isabel y Joanot, quien le transmitió un cartell de deseiximents (cartel de
desafío), un escrito habitualmente utilizado entre caballeros, mediante el cual
se anunciaba la ruptura de la paz entre los implicados y en el que amenazaba
con dañarle en persona y en sus bienes.
March se casó, finalmente, a
mediados de 1439, después que pasaran a sus manos los lugares de Ràfol, Cuta,
Traella, Benibeder y el Rafalet de Famut, todos ellos en el Valle de Xaló, lo
que dejó a los Martorell sin una importante fuente de ingresos. En 1443, se
casó en segundas nupcias con Joana Escorna, con quien compartió su vida durante
once años.
En su casa de la calle de les
Avellanes de la ciudad de Valencia, el 29 de octubre de 1458, un Ausìas enfermo
dictó testamento al notario Berenguer Cardona, en presencia de diversos
testimonios. Pidió que lo enterrasen en el cementerio de la Seu de Valencia, en
la capilla de los March, expresando su deseo de descansar al lado de la que fue
su segunda esposa, y dictó diversas disposiciones referentes a sus hijos Pere,
Felip, Joana y Joan. En el inventario de sus bienes se hace constar, entre
otros volúmenes, la presencia de “dos
llibres, en paper, de forma de fulls desquërnats, ab cobles” “dos libros,
en papel, en forma de hojas desencuadernadas, con versos”), que contenían con
toda probabilidad los más de diez mil versos que constituyen su obra poética,
iniciada hacia el año 1426, coincidiendo con el retiro del poeta a sus dominios
valencianos.
Lo primero que conviene
destacar de su poesía es que nos hallamos ante el primer poeta que, en una
tradición de fuerte influencia provenzal, utilizó el catalán como lengua para
la lírica. Se trata de una poesía muy personal, que intenta dar respuesta a las
dudas, proyectos e inquietudes de un yo irrepetible, incapaz de utilizar como
medio de expresión una lengua altamente retorizada como la provenzal, y que no
busca el virtuosismo técnico ni la belleza formal.
Frontispicio de la edición
castellana, traducida por Baltasar da Romani y publicada en 1539, de las
“Obras” de Ausiàs March.
EL
AMOR COMO TEMA
No en vano March afirma que sus
versos se han escrito “sens algún art,
eixits d ´hom fora seny” (XXXIX, 6) (“sin ningún arte, nacidos de un hombre
insensato”). A pesar de esta firmación no encontramos en ninguna de sus
composiciones rastros de espontaneidad o desaliño.
Destaca la presencia de
palabras inusuales en rima que visten un mundo convulso, lleno de tensiones,
representado por personajes marginados o torturados. La característica más
destacada del estilo de March viene dada por la continua utilización de un
sistema discursivo basado en la comparación, y por el hecho de que la poesía ya
no es un mero complemento cortés, sino que se ha convertido en un espacio único
y esencial para la autoconfesión. De esta manera siguiendo muy probablemente a
Petrarca, entiende la poesía como una trayectoria vital e intelectual, en la
que el amor, tema central de reflexión, de acuerdo con la concepción de la
predicación mendicante y de las corrientes médicas del momento, se percibe como
una grave enfermedad psicosomática, y se analiza con instrumentos propios de la
ciencia universitaria: psicología, moral y medicina. Atrás ha quedado la
antigua convención cortés que presentaba el amor como un ejercicio de mejora
espiritual del individuo en la práctica de determinadas virtudes, en el que la
dama, convertida en símbolo, se convertía en pieza clave en la obtención de
dicha mejora. March dialoga con una mujer de carne y hueso, cómplice de la
pasión amorosa.
A pesar de todo, Ausìas March
pensaba en la corte cuando escribía. Juan de Navarra, y después el príncipe de
Viana, como duques de Gandía, eran sus señores naturales, por lo que
probablemente nuestro poeta fuera conocido y valorado entre los oficiales de la
cancillería navarra en los años 50. El primer documento que convierte Ausìas
March en un clásico es el cancionero catalán de Zaragoza, donde se agrupan obras
de poetas vinculados a la corte del príncipe de Viana, y donde, de la mano de
Pere Torroella nuestro poeta se convierte en un modelo a imitar.
DE AUSÌAS A JOANOT
Joanot Martorell nació en
Valencia, en 1410, también en el seno de una familia de la pequeña nobleza,
relacionada desde tiempos de Guillem Martorell, abuelo de nuestro escritor con
la casa real de Aragón. La documentación conservada nos dibuja un personaje con
una trayectoria azarosa, de carácter orgulloso y socarrón, con una clara
conciencia de su status, hasta el punto de no tener ningún riesgo, ni siquiera
situarse al margen de la ley. Con el cambio de dinastía, los March perdieron el
favor real, y Joanot y sus hermanos dilapidaron en poco tiempo la fortuna
familiar. Por eso la mayor parte de los conflictos en los que se vio envuelto
el escritor estuvieron relacionados con cuestiones monetarias, y afectaron a
distinguidas personalidades del reino de Valencia. Pero el que sin duda influyó
más en su trayectoria vital fue motivado
por la defensa del honor familiar: Joan de Mompalau deshonró a Damiata, una de
las hermanas del novelista, y no cumplió su promesa de matrimonio. Joanot lo
desafió a batalla a ultranza. Las autoridades locales no aceptaron tal desafío,
por lo que se marchó a Inglaterra para conseguir que el rey Enrique VI de
Lancaster aceptara ser el juez de su batalla con Mompalau. Para financiar su
estancia en la corte inglesa Joanot tuvo que pedir unos préstamos monetarios
muy elevados. La batalla nunca se realizó, y entre 1435 y 1445, se arruinó
completamente.
https://www.artehistoria.com/es/personaje/martorell-joanot
CAMARERO DEL
REY
En
1450 Martorell aparece documentado en la corte napolitana de Alfonso el
Magnánimo, donde ocupó el cargo palatino del camarero hasta la muerte del rey
en 1458. A partir de entonces, pasó al servicio del príncipe de Viana, con
quien regresó a Barcelona en 1461, después de una breve estancia en Sicilia.
Muere en 1465, dejando escasos bienes y el manuscrito de su ambiciosa obra
empeñado a Martí Joan de Galba, quien apreció los valores del Tirant lo Blanc y lo llevó a la imprenta
del alemán Nicolás Spindeler. La obra se terminó de imprimir en 1490, 25 años
después de la muerte de su autor.
Nos
encontramos ante un escritor que entiende su composición literaria como una
especie de delicado y sutil ejercicio de marquetería. Estimulado por numerosas
lecturas, por sus viajes a Inglaterra y por su amplitud de conocimientos
literarios, y de acuerdo con las concepciones retóricas del momento, Martorell
construye un relato monumental, combinando con acierto estilístico las obras de
los autores más relevantes de su tiempo.
Martorell
se propone recordar las hazañas del caballero Tirant, para que no se olviden y
se conviertan de este modo en un modelo de comportamiento, en una época en que
los caballeros sufren una importante degradación.
Con
la caída de Constantinopla en 1453, Martorell ve la oportunidad de demostrar
que la caballería puede recuperar su función original, porque la amenaza infiel
es certera y cercana. Pero Tirant representa un distanciamiento de la
concepción del héroe arquetípico de los libros de caballerías, pues es un
personaje creíble, caballero ingenioso y técnico estratega, que posee las
cualidades de la astucia y de la disciplina, que a veces se muestra orgulloso,
cruel e impaciente, y que el amor por Carmesina lo convierte en un vulnerable y
a veces ridículo hombre débil e indeciso. Al mismo tiempo, junto con discursos
grandilocuentes sobre la caballería, Martorell nos ofrece deliciosos episodios
eróticos festivos, donde las mujeres toman la iniciativa con inusitada
frescura, y auténticas escenas cómicas sorprenden al lector, añadiendo un tono
irónico al discurso caballeresco inicial.
Muchos
de los personajes retratados son el trasunto de personas que conoció nuestro
escritor en Valencia, Londres, Nápoles y, sin duda, en la corte del príncipe de
Viana, de manera que algunas de las graves sentencias que habían convertido a
su cuñado Ausìas March en todo un clásico, gracias a su descarada y ágil pluma
se convierten en lamentaciones pronunciadas en situaciones cómicas y
disparatadas, haciendo del texto un “tesoro de contento”. No obstante, todo
ello debe interpretarse como fruto de una visión distanciada y escéptica de un
representante de aquel estamento caballeresco en declive, cuyo certificado de
defunción rubrica la propia novela.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/guerra-cien-anos-entre-francia-e-inglaterra_14691
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Sabaté,
Gloria, “Ausìas March y Joanot Martorell, Mecenazgo en las cortes”, en Revista El Mundo Medieval, un pasado por descubrir, Barcelona. Número 14, RBA Revistas, S.A.,
pp. 86-91.
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