sábado, 12 de diciembre de 2020

 

LA MALVASÍA

EL HOTEL DEL ROCÍO

 

A medio camino entre la inmensidad de Doñana y el Salvaje Oeste, la aldea del Rocío es como ningún otro lugar en el mundo.

 

No hace falta ser un ferviente religioso para visitar el Rocío, aunque para quienes profesan la fe católica esto sea lo más parecido al Nirvana, pero con mucho más arte. Este pequeño pueblo de Huelva es un imán para los andaluces, sobre todo durante los fines de semana, atraídos por un estilo de vida relajado y cañas perfectamente tiradas al atardecer. En el Rocío no hay calles, hay pistas de arena, y tampoco hay ni un metro cuadrado de asfalto, así que los pocos coches que acceden hasta la aldea quedan relegados por caballos y carretas, el medio de transporte predilecto por los visitantes quienes, convertidos en auténticos jinetes, no se bajan del caballo ni para ir al bar.


EL ROCÍO MÁS RELAJADO

Atento a todos los movimientos que suceden en la aldea y formando parte activa de su vida social y cultural se encuentra el La Malvasía, un espacio que podría denominarse como el hotel más emblemático de El Rocío, pero es que realmente es EL HOTEL de El Rocío. Y aquí, ubicado en una estratégica posición con vistas a la marisma justo en el límite del Parque Nacional de Doñana, este edificio blanco de arquitectura típica andaluza es el alojamiento ideal para disfrutar del movimiento slow que gobierna esta aldea (salvo en tiempos de romería), ideal para ornitólogos, amantes de la naturaleza en general y para todos aquellos que buscan un descanso y una relajación total.



WILD ANDALUCÍA

La Malvasía, que debe su nombre a un pato de pico azul en peligro de extinción, consta de dos casas contiguas construidas y decoradas a la imagen y semejanza de una característica hacienda del pueblo, aunque aportándole cierto aire de sofisticación que no desentona, y que incluso se agradece. La decoración, sencilla y de buen gusto, recuerda más a la de un cortijo andaluz que a la de un hotel. Todo aquí resulta cálido. Tal vez sea por las viejas vigas de madera que limitan sus techos, los cómodos sofás o los suelos de terracota, o tal vez por el espíritu acogedor de todo su personal quienes, verdaderamente, hacen que el huésped se sienta como en su propia casa. O mejor. A nivel arquitectónico, lo mejor de este hotel es su terraza frente al lago de la marisma, un espacio tan versátil que permite desde desayunar hasta empuñar una copa de vino al atardecer. Con suerte, y si la época lo permite, una manada de flamencos campando a sus anchas por la marisma acompañarán al huésped en sus quehaceres formando la perfecta imagen de postal al finalizar el día.



SOSTENIBILIDAD ARQUITECTÓNICA

El patio interior, alegre, colorido y con el constante circular del agua de la fuente como banda sonora permanente, es el lugar perfecto donde sentarse a charlar y dejar que las horas pasen hasta que llegue, por ejemplo, la hora de cenar. Este patio típicamente andaluz es el nexo de unión entre los dos edificios, un lugar de paso de los huéspedes que van desde sus habitaciones, el restaurante o el acogedor salón interior que cuenta hasta con chimenea porque aquí el frío, a veces, también apremia.



CON VISTAS A LAS MARISMAS

El ambiente que se respira en La Malvasía es relajado y amigable, y todo aquí es tan natural que parece como si no estuviera pensado. Pero vaya si lo está. Como también lo están sus 16 acogedoras habitaciones que si bien no son grandes, cuentan con un tamaño suficiente y todo tipo de comodidades recogidas entre armarios de madera perfectamente integrados y telas con estampados floridos que aportan una mayor, si cabe, calidez al alojamiento. En la planta superior el hotel tiene una amplia suite que incluye una terraza con vistas a la marisma además de un sofá vestido con telas nobles. Las zapatillas y los albornoces personalizados están presentes en todas las habitaciones, además de televisor, aire acondicionado y caja fuerte.



DOÑANA EN EL PLATO

Abierto a todo el público y no solo a los huéspedes, hay que estar atento para reservar una de las codiciadas, y recientemente redoradas magistralmente por Alejandra Pombo, mesas del restaurante del hotel, Laboca. Este templo del producto local sirve algunos de los mejores favoritos regionales, como la sabrosa ensalada de pulpo y langostinos, la tabla de quesos de la región y platos principales que incluyen la gamba blanca de Huelva o pescados como la corvina, siempre presentes aunque sea fuera de carta. Los carnívoros colmarán su deseo de buen producto local con el solomillo de vaca marismeña y salsa de foie. Y aunque cueste, resulta obligado dejar sitio para el postre si es que este se trata de la versión de tarta de queso que elaboran en la casa.

 

Cualquiera de los platos de su menú son una sabrosa muestra de que la cocina de Aurelio Carretero es una mezcla de sabores, aromas y sentires, una minuciosamente cuidada oferta gastronómica en mitad de una aldea de menos de 2.000 habitantes.



DESAYUNO CON VISTAS

Cada mañana el hotel sirve un desayuno continental, que está disponible de 8 a 11.30am. La comida más importante del día es también aquí un evento relajado que se puede disfrutar bien en la mesa del restaurante Laboca o en la terraza contigua con vistas al lago. Además de zumo de naranja y la bollería hecha en casa, resulta notable la selección de embutidos y quesos que ofrece el hotel, que junto con un mollete recién tostado y bien empapado en aceite rozan el colmo de la perfección para arrancar el día o lo que haga falta.



PEREGRINOS DE FE Y NATURALEZA

Que el Rocío cuenta con dos atractivos fundamentales es algo innegable, uno es su virgen y el otro es Doñana. Y mientras que resulta tremendamente recomendable acudir a la aldea durante la animada romería religiosa anual el fin de semana anterior al lunes de Pentecostés, también lo es contratar cualquiera de las excursiones a caballo o en todoterreno para adentrarse en las entrañas del Parque Natural de Doñana. El hotel pone a disposición del cliente todos los enseres necesarios para conocer la fauna y la flora del lugar, ya sean prismáticos, guías, etc. Y quien quiera ir un poco más allá, y esto es literal, la playa más cercana a la aldea es la de Matalascañas, situada a solo 19 kilómetros del hotel.

https://viajes.nationalgeographic.com.es/lifestyle/malvasia-hotel-para-disfrutar-rocio-modo-slow_16243/7















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