EL HOSTAL DE SAN
MARCOS,
EL PARADOR DE LEÓN
Pocos edificios españoles han
pasado por tantas vicisitudes a lo largo de su vida. Y lo que queda. Siete
siglos no son nada para una historia que acaba de (volver a) empezar.
Historia, arte, cultura, gastronomía y
buen hacer. Es bastante posible que el Hostal de San Marcos, hoy
convertido en el Parador de León, sea una de las apuestas hoteleras más arriesgadas de
los últimos tiempos y, a tenor del resultado, el establecimiento va ganando la
partida. Tras tres años de obras y 15 millones de euros de
inversión, el emblema de la ciudad de León (con permiso de su catedral) y la
joya de la corona de la red de Paradores, por fin incorporan el
de San Marcos a su red y abre al 100% al público.
HOSPEDERÍA DE PEREGRINOS, CAMPO
DE CONCENTRACIÓN, HOTELAZO...
Este es el principio de una nueva etapa, aunque definitivamente no la
última, para un conjunto monumental que ha sido de todo: Hospedería
de la Orden de Santiago (Hospital de peregrinos), Instituto de Segunda
Enseñanza, Casa de Misioneros, Hospital penitenciario, cuartel de Caballería y
hasta un campo de concentración franquista, uno de los usos del
pasado de los que más se está hablando en el presente. Diciembre 2020 acuña
otro de los capítulos más importantes de la historia del Hostal en sus más de
siete siglos de vida.
¿QUÉ HA PASADO PARA LLEGAR HASTA
AQUÍ?
Es muy importante el contexto para entender el contenido. Y
es que antes de su cierre por reforma, el Parador se dividía en dos espacios
diferenciados: el Parador histórico, conocido como Hostal de San Marcos, y el
edificio “moderno”, de los años 70, anexo al conjunto. Debido a
la magnificencia de la obra, a algunas vicisitudes políticas y a otros
contratiempos, Paradores decidió en 2017 dividir la reforma en dos fases. La
fase I trabajaría sobre la reforma del edificio histórico y, en la fase II, se
construiría un nuevo edificio, para lo que se derribó el edificio moderno
existente adjunto al histórico. “La fase II aún no tiene fecha prevista”
confirma a Viajes National Geographic el director del Parador, Alberto San
Sebastián, “de ahí que hoy por hoy el Parador se haya abierto con
51 habitaciones en más de 14.000 metros cuadrados de espacio, todas situadas en
el Parador histórico”.
LA RECUPERACIÓN DEL CORAZÓN
La idea central del proyecto de rehabilitación del Hostal de San
Marcos, tal y como explica Mina Bringas, la arquitecta encargada
de llevar a cabo la reforma, adjudicada por concurso, ha sido “recuperar la
volumetría original del edificio, entorno a un patio. Se recupera
ese espacio como corazón del edificio. Lo hemos denominado atrio en referencia
a la domus romana que era el centro de la vivienda desde
donde se distribuían todos los usos”.
Para ello, se ha construido un atrio interior cerrado, pero
con entrada de luz natural. Bringas explica que “la intervención que
se hizo en los años 60 fue una intervención muy dura con el edificio”, ya que
destruyó el patio central, forjando plantas para darles uso hotelero. Ahora,
este nuevo espacio recuperado acoge la cafetería del Parador y, sobre él,
colgado a gran altura, el techo de Lucio Muñoz, que ha sido restaurado. Lucio
Muñoz es el artista más importante de la planta baja del hotel, y toda la obra
expositiva que cuelga de las paredes de esta planta tiene relación con él;
desde un Antonio López, que fue coetáneo de Muñoz, hasta una obra de Amalia
Avia, su ex mujer.
UNA OBRA TITÁNICA
La magnitud e importancia de la obra se percibe mejor desde fuera,
observándolo desde Google Maps, donde en la silueta del edificio
aparecen dos claustros, el antiguo y el nuevo. Este nuevo fue el claustro
cegado en el año 63, cuando Paradores tomó el control del Hostal y techa cada
planta del claustro, que deja de existir, y abajo, se pone el techo de Lucio
Muñoz, que apenas se aprecia porque no hay perspectiva para apreciarlo. Esta es
la dureza a la que se refiere Bringas y que la obra actual ha consistido en
rescatar creando “un interior sobrio, con pocos materiales, que no compite con
el exterior”.
UNA CALIDEZ NATURAL
La arquitecta añade que se han empleado “principalmente la
piedra natural, las maderas naturales y luego un color oscuro que a mí me trae
un poco el aire monacal de un edificio de este tipo, con claustro, que ha
tenido muchos usos, que ha sido convento u hospital”. El factor
sorpresa puede que, a priori, nos de una sensación de estar en interior frío y
duro, casi brutalista, pero la realidad es que, superada esa primera impresión,
no resulta difícil caer en la cuenta de por qué el establecimiento se ha
convertido, en su corta nueva vida, en uno de los hoteles más carismáticos de
nuestro país desde que los Reyes Católicos enviaran los 300.000 maravedíes
necesarios para que este antiguo hospital de Peregrinos comenzara a funcionar.
Y sin duda, estarían orgullosos.
Y DE REPENTE, EL SIGLO XI
Tres años se ha tardado en devolver a la vida -a otra vida dentro de las
muchas que ha vivido- al Parador de León. Y a pesar de que se trata de más
tiempo del pensado de forma original, los retrasos fueron ocasionados
por una buena causa: el hallazgo del que se cree que es el edificio
original, del siglo XI, justo la época de Doña Urraca. Los
restos de esta construcción primitiva son hoy visibles a lo largo de
toda la recepción del Parador. “Esto lo comparo siempre con el símil de alguien
que se viste con muchas capas, pues estos restos serían la camiseta, el
principio, que ha ido creciendo hasta lo que vemos ahora que es el siglo XVI,
lo que representaría el jersey” asegura Alberto San Sebastián. Paradores
costeó la prueba del Carbono 14 y envió unos restos de dos mujeres que
encontró en estas ruinas, es por eso que saben que la fecha del conjunto data
del siglo XI. También aquí se encontró un alquerque, hoy expuesto
junto a los restos del edificio original, un juego medieval, precursor de las
damas, del que hasta el mismísimo Alfonso X el Sabio habla en
el Libro de los Juegos. El último guiño actual a esta época
es la moderna lámpara que cuelga del techo marcando el trazado del
muro de antaño.
En este rincón, que se cree que fue el origen de todo lo demás, se han
ido encontrando diferentes clases de restos, desde basura hasta cerámica
leonesa y, aunque no existe ningún documento que lo pruebe, es posible
que también es donde pudo estar preso Quevedo entre 1639 y 1643, ya
que él realiza en sus escritos una descripción muy aproximada del lugar donde
hasta escucha el sonido del río Bernesga, cuyo cauce está justo al lado del
Parador.
EL MICROMUSEO DE VELA ZANETTI
Con un discurso artístico ejemplar, Paradores se enorgullece de poblar
de arte la mayoría de sus establecimientos, aunque posiblemente en León doblen
la apuesta. La zona históricamente más importante está ilustrada por
los 33 cuadros de Vela Zanetti encargados por Manuel Fraga. El
artista burgalés, que atravesaba un momento económico complicado, aceptó el
encargo, pero puso como condición que esta serie jamás saliera de León.
Cumpliendo su palabra, durante la reforma los cuadros se distribuyeron entre el
Ayuntamiento de León y la Fundación Vela Zanetti para que pudiesen seguir
siendo visitados el tiempo que duró el cierre del Parador, tres años.
UN ALFARJE ÚNICO
Dentro del conjunto monumental, y con entrada directa desde la
planta calle, se accede a mano derecha a la Sala Capitular, lo que representaba
la zona laica dentro del antiguo monasterio. En este espacio, donde
“llamaban a capítulo” el techo está ocupado por un precioso alfarje del siglo
XVI (una especie de artesonado) construido por madera llamada de alerje, una conífera dura pero fácil de
trabajar que al parecer poblaba los bosques cercanos a León.
Al precioso artesonado del techo le acompañan los tres tapices, hoy
restaurados y limpios, que cuelgan de sus históricas paredes, y que hoy por hoy
son, junto al coro de Juan de Juni y el techo de Lucio Muñoz, las
obras más importantes del Parador. Esta sala, abierta a la ciudad
sin necesidad de estar alojado, es hoy un espacio que cualquiera puede visitar,
ponerse cómodo o hasta leer un libro.
UNA PIEZA EMBLEMÁTICA DEL
RENACIMIENTO ESPAÑOL
Una de las piezas del Renacimiento Español más valiosas
es la creada por el artista Juan de Juni en el siglo XVI y ubicada en el
claustro antiguo. En su actualización, bajo los criterios de mínima intervención, se han
llevado a cabo trabajos de limpieza, consolidación y ligeras reintegraciones
que permiten disfrutar en todo su esplendor de esta pieza única.
OTRAS RESTAURACIONES
El atrio, o techo, de Lucio Muñoz, la Inmaculada de Antonio de Pereda y
Salgado o piezas emblemáticas como los espejos del siglo XVIII que presiden la
escalera principal, además de los cuadros de los Reyes Católicos, han sido
sometidos a trabajos de restauración que les han devuelto su aspecto original.
PLATERESCO POR FUERA, SOBRIO POR
DENTRO
Y si por fuera la espectacular fachada Plateresca acapara toda la
atención del viandante, por dentro la cosa cambia. Sobriedad,
sencillez y austeridad son los tres adjetivos que mejor definen un interior que
resulta casi monacal y que cede todo el protagonismo al contexto histórico y
al simbolismo artístico. Un discurso que pudiera parecer casual pero que no lo
es.
No resulta baladí rellenar 14.000 metros cuadrados de espacio único
donde tan solo hay 51 habitaciones y, el resto, es historia. Alfonso
Merry del Val, del estudio Merry, ha sido el encargado del proyecto de
interiorismo del Hostal, que ha llevado a cabo cumpliendo a rajatabla la
filosofía de su reforma donde la máxima es que el interior no
debe competir con el exterior. Y así es.
LA NUEVA VIDA DE LOS OBJETOS
Al despliegue artístico que cuelga de sus paredes hay que sumarle las
600 piezas del mobiliario existente en el Parador se han
recuperado para, incluso, darles un nuevo uso, como las puertas del restaurante
que antes pertenecían a la suite, y que alimentan con solo mirarlas. O los
cabeceros de las camas, antiguas puertas, de unas habitaciones donde
no existe nada de plástico de un solo uso.
Y, POR SUPUESTO, 'MADE IN SPAIN'
Al buen hacer por parte de Paradores en su permanente búsqueda por la
excelencia, y por la sostenibilidad, se suma su apuesta por la
artesanía y la producción local, de ahí que los plaids de
cama estén elaborados en la localidad de Val de San Lorenzo, en la vajilla del
restaurante haya piezas de barro de Jiménez de Jamuz, un artesano de la
localidad de La Bañeza, las alfombras sean de Paul Heredia, y las telas de los
cortinajes las firme Gastón y Daniela.
Y esto es solo un capítulo más, uno de 5 estrellas Gran Lujo, dentro
de la extensa cronología de esta joya renacentista convertida en
el ejemplar modelo de hotelería sostenible de Paradores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario