lunes, 1 de febrero de 2021

 

FRANCISCO DE GOYA EN LA


 COLECCIÓN


 DE CARTELES DE LA GOYESCA

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Una obra de Francisco de Goya fue el motivo escogido por la Real Maestranza para ilustrar el cartel de la LVII Tradicional Corrida Goyesca y Feria de Pedro Romero de 2013. La tarde del 7 de septiembre estuvo protagonizada por un único diestro, Morante de la Puebla, frente a seis toros de Juan Pedro Domecq.


Cartel LVII Corrida Goyesca y Feria de Pedro Romero 2013. Francisco de Goya

 

“Lance de capa en un encierro”, título de la obra de Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746 – Burdeos, 1828), permaneció expuesta en una de las salas del Museo de la Real Maestranza entre 2013 y 2018, en calidad de depósito temporal cedida por una colección particular. Se trata de un óleo sobre hojalata fechado en 1793 de 43×31 cm.

El texto informativo que acompañaba a la pieza fue elaborado por el profesor Pedro Romero de Solís, que por su interés reproducimos a continuación:

A comienzos de 1794 Goya remite a la Academia de San Fernando de Madrid una colección de once pequeños cuadros de gabinete, todos ellos pintados sobre hojalata y de similares dimensiones, para que sus profesores pudieran comprobar cómo el artista, recién superada la gravísima enfermedad -casi mortal- que sufrió en Andalucía, de resultas de la cual quedó sordo, conservaba todavía sus plenas facultades para seguir desempeñando dignamente el empleo de pintor de cámara del rey de España.

Acompañaba a estas pinturas una expresiva carta de Goya a don Bernardo de Iriarte, Viceprotector de dicha Academia, en la cual el artista explicaba que había realizado estas obras no sólo para intentar resarcirse de los grandes gastos generados por la curación de sus males, sino también para distraer su espíritu, lo cual había seguido su propio capricho e inventiva, tanto en la elección de los temas como en su ejecución, por lo que había gozado de una libertad que no tenía habitualmente en las obras de encargo.

En San Fernando consta que los cuadros remitidos por Goya tenían como tema varias escenas de diversiones nacionales, así las hay dedicadas al teatro ambulante, a la venta de marionetas y a diversas faenas relacionadas con las fiestas de toros, siendo éstas últimas las más numerosas. Hay ocho de tema taurino, cinco situadas en plazas estables y otras tres en espacios exteriores –afueras de Zaragoza, un cortijo y una dehesa-, repartidas por diversos museos y colecciones españolas e internacionales. A principios del siglo XX, la mayor parte de las taurinas pertenecían al marqués de la Torrecilla, por lo cual aparecen citadas como la “Serie Torrecilla” (Cossío II, 751 y ss).

La pintura que aquí contemplamos pertenece a esta decisiva serie goyesca y representa una escena previa a la corrida, cuando se encerraban los astados en los toriles desde la arena de la plaza, al igual que ahora sigue sucediendo en Pamplona durante los sanfermines. La piara de toros colorados es guiada por un picador, un subalterno con la guindaleta –o lazo- y un capeador, que ejecuta un lance de capa por detrás en el primer plano de la composición. Por la riqueza de su atuendo, aquí la está realizando un matador. Dado que José Delgado, “Pepe-Illo”, afirmó categóricamente en su célebre “Tauromaquia o Arte de Torear” (1ª. ed. Cádiz 1796), que está suerte la había inventado él, es muy posible que Goya haya querido retratar en esta pintura al famoso torero sevillano en acción.

https://plazaymuseormr.wordpress.com/2020/11/17/francisco-de-goya-en-la-coleccion-de-carteles-de-la-goyesca/

 

TRES ROMERO EN MADRID

 

En la sala de la plaza de toros dedicada a la historia de la Tauromaquia se encuentra este cartel de 1792, que anuncia funciones en las que intervienen los hermanos rondeños Pedro, José (Josef) y Antonio Romero en la plaza  de Madrid. Ese año, dos meses después de estas funciones taurinas iba a cristalizar la Revolución Francesa iniciada en 1789 con el asalto a las Tullerías, la abolición de la monarquía y la proclamación de la Primera República en el vecino país. Europa entera experimentaba sacudidas de consecuencias históricas. En España, bajo el reinado de Carlos IV, por la dirección de los asuntos de Estado se suceden el conde de Floridablanca, el conde de Aranda y Manuel Godoy. Es también el año en el que se acuña por primera vez el dólar.

Cartel horizontal, tipográfico, sin ilustración alguna, se compone con tipos romanos en la parte superior, con la particularidad de mayúsculas perladas (unos círculos pequeños) para resaltar la zona de la autoridad real, enmarcado el conjunto con orlas de líneas paralelas con un ligero adorno floral en las esquinas, mientras que los campos de información están separados por sencillos filetes. Se caracteriza por la apariencia habitual del “cartel primitivo” del siglo XVIII,  modelo que se mantendrá sin muchas variaciones hasta bien entrado el siglo XIX.


Cartel corrida de toros. (Madrid, 1792). Archivo-RMR.

 

Su estructura piramidal, propia del Antiguo Régimen, refleja el orden social de la época. En orden superior El Rey, apoyado en la fecha que se “ha servido señalar” y el motivo benéfico que anima a la celebración del festejo “por su real piedad”; a continuación la autoridad competente que presidirá la función, el Corregidor de la Villa, por encima de la relación de ganaderos y sus divisas, habitualmente emparentados con la nobleza. A continuación se menciona el gremio profesional de los protagonistas, en primer lugar los picadores o varilargueros, reminiscencia de la preeminencia que tenían los caballeros o jinetes en otros tiempos, y que anteceden a los que ya eran las principales figuras de la función, los toreros a pie para los que estaba reservada la suerte suprema y el fervor popular.

Por último, las habituales recomendaciones y advertencias dirigidas al pueblo llano, público  tumultuoso y levantisco que podía enredarse en refriegas violentas o en el lanzamiento de todo tipo de objetos a la arena. En el caso que nos ocupa, las indicaciones están dirigidas a mantener el orden en las localidades, por las que se aconseja a los que tengan asientos reservados custodiarlos por criados o sujetos de confianza “siempre que no sean muchachos desconocidos”, medida orientada para que la gente no invada zonas que no les corresponden. Finaliza el impreso con el lugar donde estará el ganado antes del encierro y el horario de las corridas de mañana y tarde.

El escenario es la antigua plaza de la puerta de Alcalá, edificada y costeada por Fernando VI en 1754 y que fue entregada a los Reales Hospitales Generales para la obtención de fondos para obras de beneficencia. Las fiestas de toros eran ya un negocio floreciente como fuente de ingresos para diversos fines de interés general. Es la segunda de la tanda de corridas que Pedro Romero protagonizaría ininterrumpidamente en Madrid alternando con sus hermanos o con Pepe Hillo desde 1791 a 1799, año de su retirada.


Vista de la Plaza y corrida de toros en Madrid de Antonio Carnicero. “El siglo de oro de las tauromaquias. Estampas taurinas 1750-1868” (Madrid, 1989). Biblioteca-RMR

El cartel anuncia que los seis toros de la mañana los picarán el renombrado Juan López, del que ya nos ocupamos en entrada anterior, presente en la cogida mortal de Pepe Hillo en 1801, y el notable Miguel Pérez, del que cuenta una crónica del año siguiente, también con Pedro Romero, que al caer del caballo quedando al descubierto agarró un capote y “le dio tres verónicas y una navarra que no solo pararon al toro sino que lo hicieron hocicar”. Para la tarde figura Bartolomé Carmona, al que se llegó a considerar hijo de Ronda por su amistad con los Romero, especialmente con José, y que moriría dos años después en la misma plaza al desnucarse derribado de un caballo. Junto a él, Alfonso García Colmillo, habitual con los Romero, y otros dos varilargueros de nombradía como Pablo Ortega y Manuel Cañete. De los 18 toros que se lidiaron, dos serían estoqueados por Vicente Estrada, banderillero de larga trayectoria siempre con los mejores, que en algunas fechas actuó de media espada, y Estevan Pérez, del que no abundan referencias.

En este cartel, en el que los que los hijos de Ronda se enseñoreaban de la plaza de Madrid, no figuran los componentes de las cuadrillas pero se sabe que este año se presentó como banderillero el gran Jerónimo José Cándido, cuñado de Pedro Romero, y que en la corrida del año siguiente ya lo hizo como sobresaliente; también actuaron Manuel Rodríguez Nona Nonilla, de larguísima y aplaudida trayectoria, subalterno habitual de Costillares; Antonio de los Santos, que llegó a ser matador y que al principio de su carrera se hacía llamar Ojos grandes;  Cristóbal Díaz el Manchego o Mancheguillo, lidiador habitual de la cuadrilla de Pepe Hillo o los Romero, que pasado el tiempo actuó en 1811 en alguna mojiganga en la que ofrecía cantar y tocar la guitarra montado en un toro mientras le ponían banderillas de fuego; y los menos conocidos Esteban Herrera el Cerrajero y Nicolás de Ugartemendia.

Pedro Romero se retiraría en 1799, al final de esta serie de actuaciones, compartiendo cartel con Pepe Hillo y su hermano Antonio Romero, muerto en 1802 en la plaza de Granada por cornada del toro Ollero de la ganadería del marqués de Tous. José Romero, que rivalizaba con su hermano Pedro y llegó a enemistarse con él (ambos retratados por Goya) intervino en la corrida en la que murió Pepe Hillo en 1801 y se retiraría al decretarse la prohibición de las corridas de toros de Godoy. En 1818 volvería a salir al ruedo en Madrid, invitado con 73 años a torear un toro. 

 

 Bibliografía

 

Rafael Cabrera Bonet. Orígenes y evolución del cartel taurino en EspañaConsejería de Gobernación y Justicia, Sevilla, 2010.

Begoña Torres González. El cartel taurino. Quites entre sol y sombra. Ministerio de Educación y Cultura, Madrid, 1998.

J. M. Cossío. Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III. Espasa Calpe, Madrid, 1943.

J. Sánchez de Neira. Los toreros de antaño y los de hogaño, 1884. Ed. Fundación de Estudios Taurinos, Real Maestranza de Caballería de Sevilla, 2014. Introducción de Pedro Romero de Solís.

Velázquez y Sánchez.  Anales del toreo.  Imprenta y ed. Juan Moyano, Sevilla, 1868.

J. Sánchez de Neira. El Toreo. Gran diccionario tauromáquico. Imprenta de Miguel Guijarro, Madrid, 1879 (Turner, Madrid, 1988).

Josef Daza, Precisos manejos y progresos del arte del toreo, 1778. Ed. Rogelio Reyes/ P. Romero de Solís, Fundación de Estudios Taurinos, Real Maestranza de Caballería de Sevilla, 1999. Introducción de A. González Troyano.

 

https://plazaymuseormr.wordpress.com/2020/12/01/tres-romero-en-madrid/

 

SALA DE HISTORIA DE LA


 TAUROMAQUIA DE LA REAL


 MAESTRANZA DE CABALLERÍA DE


 RONDA. VESTIDO DE LUTO DE


 JOSELITO EL GALLO.

 

Este año se cumple el centenario de la muerte de Joselito el Gallo en Talavera de la Reina, el 16 de mayo de 1920. Los actos para celebrar esta triste efeméride en numerosos sitios de España se han visto afectados o modificados por las circunstancias que impone la pandemia del Covid-19.

La sala dedicada a la historia de la Tauromaquia en la Real Maestranza conserva un vestido de Joselito, de color negro azabache, de los que llevó en varias ocasiones por el fallecimiento de su madre doña Gabriela Ortega Feria, bailaora gitana, en enero de 1919. Joselito estaba muy unido a su madre, que a la muerte de su padre, el torero Fernando el Gallo, había sacado a la familia adelante. La primera vez que Joselito vistió de luto por este motivo fue el domingo 16 de marzo de ese año en la plaza de toros de Barcelona, corrida en la que le daría la alternativa a su cuñado Ignacio Sánchez Mejías con Juan Belmonte de testigo. Este vestido que se conserva en Ronda es de una ocasión posterior, que lució durante la Feria de Abril de Sevilla.


Vestido de luto de Joselito el Gallo. Colección de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Foto: José Morón.

 

Considerado el torero más completo de la historia, de su carrera interrumpida a la edad de 25 años cabe destacar que fue el primer diestro de la historia en superar la barrera de los cien festejos por temporada, logrados en los años 1915, 1916 y 1917, con 102, 105 y 103 festejos respectivamente. Con su gran rival Juan Belmonte alternó en 275 tardes, construyendo entre ambos la llamada Edad de Oro del toreo.

https://plazaymuseormr.wordpress.com/2020/10/02/vestido-de-luto-de-joselito-el-gallo/

 

TOREROS HISTÓRICOS EN LA PLAZA DE


 TOROS DE RONDA (III). MANUEL LUCAS


 BLANCO, EL TORERO EJECUTADO

 

Le llamaban “el guapo Lucas”, no por su atractivo físico sino por su tendencia a la trifulca tabernaria. Es el tercer matador del cartel de toreros que actuaron en la plaza de Ronda el 21 y 22 de mayo de 1836, junto a Juan León y el caballero Pérez de Guzmán. Se desconoce la fecha de su nacimiento, se supone que en Sevilla o en algún pueblo de la provincia, ya que siendo casi un niño de humildísima procedencia, huérfano de padre, se tiene constancia de su presencia en el matadero de la ciudad trabajando de cortador en las tablas bajas, las de peor calidad.


Manuel Lucas Blanco, por Manuel Rodríguez de Guzmán. (“El Cossío ilustrado”. Espasa, 2003. P. 323)

 

En el matadero sevillano, auténtica escuela de adiestramiento para los aspirantes a hacer carrera en los ruedos, se daban cita algunos maestros que un día vieron a un mozalbete desconocido sometiendo a un toro de Vázquez con un dominio y agilidad insospechados en alguien sin experiencia previa. Antonio Ruiz “el Sombrerero”primera figura del momento, lo puso de inmediato bajo su protección y docencia.

Después de un período de formación como jefe de cuadrillas menores y banderillero en plazas andaluzas, en 1813, en el epílogo de la guerra de Independencia española, entra a formar parte de la cuadrilla de su protector. Al cabo de un tiempo cambiaría a la de otro discípulo de Ruiz, el cordobés Francisco González “Panchón”.

Este torero de poco arte, al que llamaron “el Hércules del toreo” por su fuerza y agilidad, merece un poco de atención. Con doce años lo llevó a la plaza de Ronda el mismísimo Pedro Romero, hacia 1796, y también José Romero lo contrataría como banderillero. Venía recomendado por el vizconde de Miranda, noble cordobés que alanceaba toros y era capaz de estoquearlos como un profesional contrastado, hasta el punto de que Pedro Romero lo admiraba. Personaje controvertido, llegó a criar un toro bravo en su inmenso palacio (del que sólo sobrevive su fachada). “Señorito” se movía por los salones como una mascota faldera, recibiendo caricias de familia y criados, aunque en ocasiones sacara a relucir su casta brava, como el día que se vio reflejado en un espejo y provocó un considerable estropicio.

Como media espada de “Panchón” y luego con otros (“los Sombrereros”, “Sentimientos” o “El Bolero”) Lucas Blanco fue ganando fama por su arrojo y temeridad, así como se acentuaba su propensión al enfrentamiento con otros hombres. Se cuenta que, desnudo de toda formación, su carácter rústico le llevaba a defender sus posturas de forma tan exagerada que las discusiones solían tener un bronco desenlace. De sus dificultades de expresión quedó constancia en un brindis en Sevilla a los infantes Francisco de Paula y María Carlota: “¡A mi señó infante don Francisco; va por la de usía, por la mujer, por la familia de aquí y por la de allá!”.

Muchas de sus arrebatadas controversias eran de carácter político en una España inflamada que salía de una guerra para precipitarse en otra, la Primera Guerra Carlista, trampantojo del enfrentamiento entre liberales y absolutistas. Lucas Blanco se declaró partidario de la facción absolutista en 1823, ingresando en las milicias realistas en una sección conocida como “la cáscara amarga”, los más duros. Su entrega a la política le llevó a torear muy poco hasta 1829. A partir de 1830, de vuelta a los ruedos para sacar adelante a la familia, vive sus mejores momentos, tanto en Madrid como en Sevilla; alterna a menudo con figuras como Montes, Roque Miranda y Juan León, que a pesar de sus diferencias políticas le profesó afecto, además de buenos consejos para mejorar su lidia, que seguía siendo deficiente.

En 1835 y 1836 no se presenta en Madrid debido a la guerra civil y al hostigamiento que padecían aquellos que defendían la causa carlista, que encarnaba la línea absolutista para sus partidarios. Lo hace en Ronda, como ya hemos dicho, junto a otros dos “guapos”. Al año siguiente es contratado de nuevo en Madrid para participar en varias funciones en carteles con los principales espadas y en compañía de grandes subalternos (picadores célebres como Juan Pinto y Francisco Sevilla, o peones de la categoría de Juan Yusto o “Cúchares”), cosechando éxitos por su toreo “cuerpo a cuerpo” y una cornada sin gravedad.

La crispación en la capital seguía en su más alto grado de ebullición, según las noticias que llegaban de los vaivenes del desarrollo de la guerra. En esas circunstancias, en una tienda de andaluces de la calle Fuencarral, Manuel Lucas se dejó llevar por su carácter vehemente en otra de sus habituales reyertas.  Esta vez con un desenlace trágico: un miliciano isabelino, Manuel Crespo de los Reyes, cae mortalmente herido. De nada sirvieron los ruegos y peticiones de clemencia de sus compañeros de gremio, alegando homicidio involuntario ya que ambos contendientes estaban bajo los efectos del vino. En el juicio posterior fue condenado a morir por garrote vil el 9 de noviembre de 1837. Se dice que se enfrentó a su última hora con la gallardía que había demostrado en las arenas. El bravo Juan León confesó que no había conocido hombre más duro.

Su muerte abrió la carrera taurina de su hijo Juan, al que su padre no quería ver vestido de luces: “Primero muerto que bregando en las plazas”, le amenazaba. Aquel bruto empecinado, consciente de su falta de educación, quería que su vástago se dedicara a una carrera de letras.

Bibliografía

 

M. Cossío. Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III. Espasa Calpe, Madrid, 1943.

Velázquez y Sánchez. Anales del toreo.  Imprenta y ed. Juan Moyano, Sevilla, 1868.

Sánchez de Neira. El Toreo. Gran diccionario tauromáquico. Imprenta de Miguel Guijarro, Madrid, 1879 (Turner, Madrid, 1988).

Rivas Santiago. Toreros del romanticismo (anecdotario taurino), pról. de J. Belmonte, Madrid, Aguilar, 1947 (Madrid, Aguilar, 1987).

M.ª Isabel Jiménez. Toros y Toreros en la literatura costumbrista del siglo XIX. Revista de Estudios Taurinos, nº6.  Sevilla, 1997.

Manuel Ramos Gil. El toro bravo que vivió en un palacio en Córdoba. ABC 09/04/2020.

 

https://plazaymuseormr.wordpress.com/2020/07/28/toreros-historicos-en-la-plaza-de-toros-de-ronda-iii-manuel-lucas-blanco-el-torero-ejecutado/

 

https://www.rmcr.org/es/plaza_museo.html

 











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