Todo sobre los masones españoles:
¿por qué son tan odiados?
Actualmente sólo hay
una observancia histórica y oficial que es el Gran Oriente Español o la Gran
Logia de España
Una Marianne con un
gorro frigio y el colgante donde aparecen dibujados un ojo
que todo lo ve y una escuadra entrelazada con un compás preside el principal
templo de la francmasonería en Francia. No es coincidencia que los principios
de la República y de la organización se repitan: liberté, égalité, fraternité. Tampoco que el autor de la Marsellesa, Rouget de Lisle, perteneció a
les Frères Discrets de Charleville. En la sede de la Francmasonería de París,
situada en el número 16 de la Rue Cadet, a un lado un museo despliega cientos
de objetos de todo tipo –pinturas, banderas, incluso menaje de cocina– que
exhiben los símbolos más representativos de la organización, la mayoría
relacionados con los oficios y las ciencias: al igual que en la Marianne, la
escuadra (cuyo significado es la virtud), el compás (la representación de los
límites) y el ojo que todo lo ve (alegoría de la omnipresencia y del Gran Arquitecto del Universo). Al otro lado, se suceden los templos francmasónicos, a los que sólo pueden
acceder los miembros de esta organización semisecreta que desde su nacimiento
en Inglaterra entre finales del siglo XVII y principios del XVIII –sus orígenes
no fueron bien documentados– convive entre el misterio y la polémica.
George Washington representado
como un 'freemason', litografía de 1866. (Biblioteca Nacional Australiana en
Camberra)
Recientemente, las redes sociales han vuelto a poner de
actualidad las
supersticiones sobre la masonería y
su relación con el poder, con algunos periodistas cercanos a Vox tildando
el funeral
de Estado por las víctimas del covid como
un "fraude masónico-propagandístico". Pero, ¿qué es exactamente la
masonería? ¿Y cómo llegó ésta a España? No es una religión. Tampoco una
filosofía. Es, más bien, "una forma de socializar propia de la época
moderna", regida por un sistema de valores en los que el masón se
considera dentro de la logia como "un hermano más, en absoluta igualdad al
resto de miembros, con derechos y deberes establecidos estatutaria y
constitucionalmente, con derecho a elegir y ser elegido a los cargos". Es,
según sus propias palabra, "una Institución universal, ética, filosófica
e iniciática, que
persigue un ideal realizable fundado sobre la razón, la educación, y el trabajo
constante y paciente", que además cree en la existencia de un ser
supremo, conocido como el Gran Arquitecto del Universo. Además, han mostrado
posturas bastante vanguardistas respecto a temas como los derechos laborales o
el aborto–en 1974 ya sentenciaron que "la palabra la tiene la mujer".
La mística relaciona sus orígenes con
los albañiles constructores de catedrales en la Edad Media, por eso su
simbología. En España, la sede de la Gran Logia se encuentra en la calle José
Lázaro Galdiano 4, cerca del Santiago Bernabeu, cuya
puerta aparece flanqueada por dos columnas con las siglas "G.L.E"
grabadas bajo el símbolo de la escuadra y el compás entrelazados.
Pero, ¿cómo saltó este culto el Canal
de La Mancha? ¿Cómo llegó y se extendió por la Europa continental? "Vector
de las luces del siglo XVIII, sostén de las ideas vanguardistas del XIX, el
Gran Oriente de Francia ha jugado un papel importante en la historia de nuestro
país [refiriéndose al vecino, claro]", explica el libro ' Dos siglos y
medio de historia del Gran Oriente de Francia' (Éditions Internationales du Patrimoine). "Todavía
hoy, las logias son un lugar de intercambio y de reflexión sobre los retos de
nuestro tiempo. Acogiendo diversas sensibilidades políticas y filosóficas, el
Gran Oriente de Francia hace que hombres y mujeres de buena voluntad se
encuentren y trabajen juntos". Porque, el Gran Oriente de Francia es la
observancia masónica más antigua de Europa y contaba hace dos años con 53.000
miembros repartidos en más de 1.300 logias.
Cartera con simbología francmasona.
Cuando la masonería llegó a Francia en
1728 lo hizo a través de ingleses inmigrados, que constituyeron las primeras
logias fuera del mundo anglosajón. Entonces, la orden estaba limitada a Gran
Bretaña y Norteamérica: George Washington, que se unió a la logia de
Fredericksburg, en Virginia, en 1752, con apenas veinte años, fue, por ejemplo,
una de las primeras grandes figuras de la francmasonería, creando nuevas logias
dentro del ejército y posteriormente llegando a jurar su cargo como presidente
en una biblia de la logia de St. John de
Nueva York.
Los primeros años de la masonería en Francia son
complejos y oscuros, sin demasiada documentación y sin una
estructura clara separada de las ramificaciones inglesas. Un desorden que
desaparece en 1799 con la integración obligada por Napoleón de todas las logias
francesas en el Gran Oriente, que había sido creada en 1773 por Luis Felipe
José de Orleans, duque de Chartres, elegido Gran Maestre.
Pero son "la élite administrativa y la burguesía local" el sustrato
principal de la masonería después de la Revolución y los principales cargos los
ostentará gente del círculo de confianza del primer cónsul, como Luis
Bonaparte, los mariscales Massena y Murat o el Canciller del Imperio
Jean-Jacques Regis de Cambaceres.
Francmasones
con sus vestimentas.
Durante estos dos siglos y medio es
difícil enumerar todos los artistas, científicos y políticos que han
pertenecido a alguna logia dentro del Gran Oriente de Francia: desde Stendhal y Casanova hasta Ignace Joseph Guillotin, médico, diputado e
impulsor del uso de la guillotina y el arquitecto y escultor Auguste Bartholdi,
padre de la Estatua de la Libertad. Y también Juan Gris, que se inició en la
logia de Voltaire de Gran Oriente, y permaneció en activo hasta su muerte. Y,
por supuesto, José Bonaparte, que fue nombrado Gran Maestro del Gran Oriente en 1804
y fundador de la Gran Logia Nacional de España en 1809. Queda
claro que la historia de la Europa Occidental moderna ha estado íntimamente
ligada con la francmasonería.
La masonería ya había aparecido en
España a principios del siglo XVIII, pero de la misma manera desordenada que en
sus primeros pasos franceses: algunos ingleses inmigrados a Madrid fundaron una
pequeña ramificación llamada 'La Matritense', adscrita a Inglaterra, pero poco
efectiva. La persecución por parte de la Iglesia y la monarquía –en 1751 Fernando VI
emitió una Real Cédula que la prohibía– y la precariedad
hicieron que las logias primigenias tuviesen una vida corta e irrelevante. No
fue hasta la llegada de Bonaparte cuando la masonería realmente se asentó en
nuestro país.
Interior de la Gran Logia de España
"Yo tengo para mí que antes de 1809,
época en que los franceses establecieron formalmente la masonería, en España
ser masón y no ser nada eran una misma cosa. Y no me digan que
Carlos III, el conde de Aranda, el de Campomanes y otros célebres personajes
eran masones, pues como nunca los he tenido por tontos, presumo que esta
afirmación es hija del celo excesivo de aquellos buscadores de prosélitos que,
no hallándolos en torno a sí, llevan su banderín de recluta por los campos de
la Historia, para echar mano del mismo padre Adán, si le cogen
descuidado", escribió Galdós en la cuarta
novela de la segunda serie de sus Episodios Nacionales, titulada, precisamente
'El Grande Oriente'. Con la caída de Bonaparte en 1814 y la Restauración, la
francmasonería vuelve a la oscuridad de la que, durante algunos años, había
conseguido salir y la Inquisición instiga una persecución como nunca antes se
había visto: la mayor parte de los afrancesados masones tuvieron
que exiliarse del país. Primero, por haberse puesto de parte de un gobierno
extranjero. Y segundo, por propugnar la existencia de un dios, el Gran
Arquitecto del Universo, que no era del gusto de la Iglesia católica.
Por eso, el Gran Oriente
Nacional de España tuvo que nacer en el exilio, en Lisboa, en 1834, y
toda la actividad intramuros siguió siendo completamente clandestina. Los
francmasones tuvieron que esperar más de tres décadas hasta que, en 1869, la
revolución Septembrina bajó del trono a Isabel II y la masonería consiguió la
legalización. Pero nunca sin controversia y sin luchas de poder entre unas
observancias y otras. Como si de un 'sketch' de Monty Python se tratase, las
nuevas organizaciones que surgieron, el Gran Oriente de España y el Gran
Oriente Nacional de España, anduvieron enfrentados hasta que en 1889 el
periodista e historiador Miguel Morayta dio un golpe en la mesa y las unió en
la que hoy es heredera de aquel Gran Oriente Francés: el Gran
Oriente Español, la única oficial e histórica que sigue hoy operando después
del paréntesis durante el Franquismo. Porque, durante la Dictadura, el discurso
oficial del régimen echaba pestes de la masonería, tildándola como un nido de
rojos dedicados permanentemente a conspirar contra España.
Oscar de Alfonso Ortega es el actual Gran Maestro de la
Logia de España.
"Aún no sabíamos que Franco, hijo
y hermano de masones, había sido rechazo dos veces como aspirante. Una, siendo
teniente coronel, en la logia 'Lukus' de Larache", escribió en este mismo diario el periodista Antonio Casado. "Y otra, ya en tiempos de la República, por el
veto de su propio padre, Nicolás Franco. Eso explica su odio africano a la
masonería y una de sus primeras decisiones como general de todas las fuerzas
sublevadas en 1936: 'La francmasonería y otras asociaciones clandestinas son
declaradas contrarias a la ley. Todo activista que permanezca en ellas tras la
publicación del presente edicto será considerado como reo del crimen de
rebelión'. Más conocida es la Ley para la represión de la Masonería y el
Comunismo, promulgada en marzo de 1940".
Hoy, el Gran Oriente Nacional no se esconde. Su supuesto secretismo
es tal que cuentan con una página web en la que informan periódicamente de sus
actividades, explican sus diferentes ritos y enumeran los requisitos para
convertirse en miembro de la logia abierto a todo el que quiera y que sea
"una persona libre", "de buenas costumbres" y
"creyentes en un principio superior", es decir, en un Dios, que
responde al nombre del Gran Arquitecto del Universo. Los periódicos cubren sus
cumbres mundiales (en 2016 se reunieron en Madrid) y los Grandes Maestres posan
a cara descubierta y con amplia sonrisa. Muy atrás quedan las persecuciones y
el misticismo de una asociación de la que queda poco más misterio que aquel de
la leyenda, por mucho que las redes se empeñen en buscar rituales masónicos y códigos secretos hasta debajo de las piedras.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-07-23/francmasones-masones-espana-historia_2692083/
Recientemente, las redes sociales han vuelto a poner de
actualidad las
supersticiones sobre la masonería y
su relación con el poder, con algunos periodistas cercanos a Vox tildando
el funeral
de Estado por las víctimas del covid como
un "fraude masónico-propagandístico". Pero, ¿qué es exactamente la
masonería? ¿Y cómo llegó ésta a España? No es una religión. Tampoco una
filosofía. Es, más bien, "una forma de socializar propia de la época
moderna", regida por un sistema de valores en los que el masón se
considera dentro de la logia como "un hermano más, en absoluta igualdad al
resto de miembros, con derechos y deberes establecidos estatutaria y
constitucionalmente, con derecho a elegir y ser elegido a los cargos". Es,
según sus propias palabra, "una Institución universal, ética, filosófica
e iniciática, que
persigue un ideal realizable fundado sobre la razón, la educación, y el trabajo
constante y paciente", que además cree en la existencia de un ser
supremo, conocido como el Gran Arquitecto del Universo. Además, han mostrado
posturas bastante vanguardistas respecto a temas como los derechos laborales o
el aborto–en 1974 ya sentenciaron que "la palabra la tiene la mujer".
La mística relaciona sus orígenes con
los albañiles constructores de catedrales en la Edad Media, por eso su
simbología. En España, la sede de la Gran Logia se encuentra en la calle José
Lázaro Galdiano 4, cerca del Santiago Bernabeu, cuya
puerta aparece flanqueada por dos columnas con las siglas "G.L.E"
grabadas bajo el símbolo de la escuadra y el compás entrelazados.
Pero, ¿cómo saltó este culto el Canal
de La Mancha? ¿Cómo llegó y se extendió por la Europa continental? "Vector
de las luces del siglo XVIII, sostén de las ideas vanguardistas del XIX, el
Gran Oriente de Francia ha jugado un papel importante en la historia de nuestro
país [refiriéndose al vecino, claro]", explica el libro ' Dos siglos y
medio de historia del Gran Oriente de Francia' (Éditions Internationales du Patrimoine). "Todavía
hoy, las logias son un lugar de intercambio y de reflexión sobre los retos de
nuestro tiempo. Acogiendo diversas sensibilidades políticas y filosóficas, el
Gran Oriente de Francia hace que hombres y mujeres de buena voluntad se
encuentren y trabajen juntos". Porque, el Gran Oriente de Francia es la
observancia masónica más antigua de Europa y contaba hace dos años con 53.000
miembros repartidos en más de 1.300 logias.
Cartera con simbología francmasona.
Cuando la masonería llegó a Francia en
1728 lo hizo a través de ingleses inmigrados, que constituyeron las primeras
logias fuera del mundo anglosajón. Entonces, la orden estaba limitada a Gran
Bretaña y Norteamérica: George Washington, que se unió a la logia de
Fredericksburg, en Virginia, en 1752, con apenas veinte años, fue, por ejemplo,
una de las primeras grandes figuras de la francmasonería, creando nuevas logias
dentro del ejército y posteriormente llegando a jurar su cargo como presidente
en una biblia de la logia de St. John de
Nueva York.
Los primeros años de la masonería en Francia son
complejos y oscuros, sin demasiada documentación y sin una
estructura clara separada de las ramificaciones inglesas. Un desorden que
desaparece en 1799 con la integración obligada por Napoleón de todas las logias
francesas en el Gran Oriente, que había sido creada en 1773 por Luis Felipe
José de Orleans, duque de Chartres, elegido Gran Maestre.
Pero son "la élite administrativa y la burguesía local" el sustrato
principal de la masonería después de la Revolución y los principales cargos los
ostentará gente del círculo de confianza del primer cónsul, como Luis
Bonaparte, los mariscales Massena y Murat o el Canciller del Imperio
Jean-Jacques Regis de Cambaceres.
Francmasones
con sus vestimentas.
Durante estos dos siglos y medio es
difícil enumerar todos los artistas, científicos y políticos que han
pertenecido a alguna logia dentro del Gran Oriente de Francia: desde Stendhal y Casanova hasta Ignace Joseph Guillotin, médico, diputado e
impulsor del uso de la guillotina y el arquitecto y escultor Auguste Bartholdi,
padre de la Estatua de la Libertad. Y también Juan Gris, que se inició en la
logia de Voltaire de Gran Oriente, y permaneció en activo hasta su muerte. Y,
por supuesto, José Bonaparte, que fue nombrado Gran Maestro del Gran Oriente en 1804
y fundador de la Gran Logia Nacional de España en 1809. Queda
claro que la historia de la Europa Occidental moderna ha estado íntimamente
ligada con la francmasonería.
La masonería ya había aparecido en
España a principios del siglo XVIII, pero de la misma manera desordenada que en
sus primeros pasos franceses: algunos ingleses inmigrados a Madrid fundaron una
pequeña ramificación llamada 'La Matritense', adscrita a Inglaterra, pero poco
efectiva. La persecución por parte de la Iglesia y la monarquía –en 1751 Fernando VI
emitió una Real Cédula que la prohibía– y la precariedad
hicieron que las logias primigenias tuviesen una vida corta e irrelevante. No
fue hasta la llegada de Bonaparte cuando la masonería realmente se asentó en
nuestro país.
Interior de la Gran Logia de España
"Yo tengo para mí que antes de 1809,
época en que los franceses establecieron formalmente la masonería, en España
ser masón y no ser nada eran una misma cosa. Y no me digan que
Carlos III, el conde de Aranda, el de Campomanes y otros célebres personajes
eran masones, pues como nunca los he tenido por tontos, presumo que esta
afirmación es hija del celo excesivo de aquellos buscadores de prosélitos que,
no hallándolos en torno a sí, llevan su banderín de recluta por los campos de
la Historia, para echar mano del mismo padre Adán, si le cogen
descuidado", escribió Galdós en la cuarta
novela de la segunda serie de sus Episodios Nacionales, titulada, precisamente
'El Grande Oriente'. Con la caída de Bonaparte en 1814 y la Restauración, la
francmasonería vuelve a la oscuridad de la que, durante algunos años, había
conseguido salir y la Inquisición instiga una persecución como nunca antes se
había visto: la mayor parte de los afrancesados masones tuvieron
que exiliarse del país. Primero, por haberse puesto de parte de un gobierno
extranjero. Y segundo, por propugnar la existencia de un dios, el Gran
Arquitecto del Universo, que no era del gusto de la Iglesia católica.
Por eso, el Gran Oriente
Nacional de España tuvo que nacer en el exilio, en Lisboa, en 1834, y
toda la actividad intramuros siguió siendo completamente clandestina. Los
francmasones tuvieron que esperar más de tres décadas hasta que, en 1869, la
revolución Septembrina bajó del trono a Isabel II y la masonería consiguió la
legalización. Pero nunca sin controversia y sin luchas de poder entre unas
observancias y otras. Como si de un 'sketch' de Monty Python se tratase, las
nuevas organizaciones que surgieron, el Gran Oriente de España y el Gran
Oriente Nacional de España, anduvieron enfrentados hasta que en 1889 el
periodista e historiador Miguel Morayta dio un golpe en la mesa y las unió en
la que hoy es heredera de aquel Gran Oriente Francés: el Gran
Oriente Español, la única oficial e histórica que sigue hoy operando después
del paréntesis durante el Franquismo. Porque, durante la Dictadura, el discurso
oficial del régimen echaba pestes de la masonería, tildándola como un nido de
rojos dedicados permanentemente a conspirar contra España.
Oscar de Alfonso Ortega es el actual Gran Maestro de la
Logia de España.
"Aún no sabíamos que Franco, hijo
y hermano de masones, había sido rechazo dos veces como aspirante. Una, siendo
teniente coronel, en la logia 'Lukus' de Larache", escribió en este mismo diario el periodista Antonio Casado. "Y otra, ya en tiempos de la República, por el
veto de su propio padre, Nicolás Franco. Eso explica su odio africano a la
masonería y una de sus primeras decisiones como general de todas las fuerzas
sublevadas en 1936: 'La francmasonería y otras asociaciones clandestinas son
declaradas contrarias a la ley. Todo activista que permanezca en ellas tras la
publicación del presente edicto será considerado como reo del crimen de
rebelión'. Más conocida es la Ley para la represión de la Masonería y el
Comunismo, promulgada en marzo de 1940".
Hoy, el Gran Oriente Nacional no se esconde. Su supuesto secretismo
es tal que cuentan con una página web en la que informan periódicamente de sus
actividades, explican sus diferentes ritos y enumeran los requisitos para
convertirse en miembro de la logia abierto a todo el que quiera y que sea
"una persona libre", "de buenas costumbres" y
"creyentes en un principio superior", es decir, en un Dios, que
responde al nombre del Gran Arquitecto del Universo. Los periódicos cubren sus
cumbres mundiales (en 2016 se reunieron en Madrid) y los Grandes Maestres posan
a cara descubierta y con amplia sonrisa. Muy atrás quedan las persecuciones y
el misticismo de una asociación de la que queda poco más misterio que aquel de
la leyenda, por mucho que las redes se empeñen en buscar rituales masónicos y códigos secretos hasta debajo de las piedras.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-07-23/francmasones-masones-espana-historia_2692083/
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