lunes, 15 de noviembre de 2021

 

BASÍLICA DE SAN JUAN DE DIOS

 

« Tened siempre caridad, que donde no hay caridad, no hay Dios, aunque en todo lugar está. »

(Carta 1ª de San Juan de Dios)


En una época que no pretende abstraer la imagen o hacer de ella un concepto, sino dar la representación intelectual hecha imagen, nos encontramos con un lenguaje que intenta, dentro de sus complicadas formas, dar expresión a esta idea: el Barroco. “Theatrum mundi”:

 

La existencia como obra de arte total. Nadie ha caracterizado con más acierto el sentimiento vital de barroco que el dramaturgo español Calderón de la Barca, en su obra El gran teatro del mundo. La vida un teatro donde cada uno representa su propio papel.

 

Las artes tanto las plásticas como las representativas, desempeñaban una doble función; servían para impresionar e incluso “ofuscar” a los súbditos y al mismo tiempo para “transmitir“contenidos ideológicos. Frente a la ostentación material desbordante está la seriedad profunda de la fe.

 

El barroco se dirige siempre a los sentidos del espectador. Su teatralidad, su ilusionismo y el dinamismo de sus formas, pretenden impresionar, convencer, provocar un movimiento interior. Así se explica que se perciba como algo exaltado, efectista y hasta ampuloso. Pero dentro de toda esta abigarrada realidad, existe una idea rectora, un orden lógico, que la Basílica de san Juan de Dios, como el mejor exponente del barroco andaluz, nos transmite con toda claridad. El templo tiene una unidad ideada por D. José de Bada y Navajas, que se ve acrecentada por los retablos del también lucentino José Francisco Guerrero, cuya carrera se desarrolló casi por entero en su pueblo natal Lucena (Córdoba), bajo la estela de Hurtado. Con el acabado esquema, poco frecuente en Andalucía, de una fachada entre dos torres de un solo cuerpo de campanas, Bada supo crear un frontispicio que se inserta muy bien en el contexto urbano de una calle, la de San Juan de Dios, de gran tráfico ya en la época. Con su eje de dos pisos de columnas corintias y sus hornacinas para santos, que tiene una conmensuración que enlaza con la tradición renacentista a la vez que con las obras del madrileño Pedro de Rivera.

 

Muy urbano también en su interior, que a manera de salón es apto para las funciones religiosas y para expresar la idea teológica del otro lucentino e ideólogo fundamental de la obra: el P. Alonso de Jesús y Ortega, General perpetuo de la Congregación española de la Orden de San Juan de Dios, durante treinta y tres años consecutivos, con residencia en esta ciudad de Granada en el Hospital de San Juan de Dios, anexo a la Basílica y sin el cual no se puede entender la Basílica ya que forma un todo con él. La idea rectora fue la de construir un panteón glorioso que guardara los restos del padre de los pobres y Patriarca de la Caridad San Juan de Dios, hoy compatrono de la Ciudad, en recuerdo de aquel humilde siervo de la caridad que se desvencijó por hacer el bien a sus hermanos y prójimos. En realidad se quiso hacer un monumento a la Caridad, al Amor de Dios y para ello utilizando el lenguaje barroco se usaron las palabras del Dogma, la Sagrada Escritura y la Hagiografía cristiana.

 

La Basílica de San Juan de Dios alcanza el significado de su ejecución en el retablo mayor, que ocupa todo el testero del presbiterio de estilo barroco, que no deja de ser atrevido y de singular inspiración, obra del tallista lucentino José Francisco Guerrero. Realizada en madera dorada se estructura según una idea central marcada por estípites que custodian la arcada del camarín y que dan lugar a la imagen de una vela o cirio ardiendo que servirá de soporte a la idea teológica que prevalece en la Iglesia: El triunfo del Amor o de la Caridad.

 

En la base de la vela, y formando el primer cuerpo de ésta, el Sacramento del amor representado por el magnífico Sagrario de plata, obra del orfebre Granadino. D. Miguel. Moreno del año 1947 que sustituyó al anterior de madera, y el manifestador, oculto normalmente por el lienzo de Sarabia que representa el Buen Pastor, y que es el sitio donde se expone la Eucaristía. En el centro de esta simbólica vela, formando el segundo cuerpo, se abren las puertas del camarín donde está la urna de quien hizo presente el amor entre los hombres en Granada: san Juan de Dios.

 

Y en la llama de la vela, formando el tercer cuerpo, quien dio a luz al Amor, la Inmaculada Concepción, también de Sarabia, sobre peana de nubes y ángeles, como iluminando toda la Iglesia con la obra de sus entrañas, la Palabra encarnada, El Amor de Dios. Y sobre ella el Espíritu Santo fecundándola.

 

El título con el que fue dedicada en 1756 y que Fray Alonso Parra y Cote, cronista oficial de la Orden, en el libro que publicó con motivo de estas fiestas, llama: “Templo de la Purísima Concepción de Nuestra Señora del Sagrado Orden de la Hospitalidad de nuestro padre San Juan de Dios”. Puesto que el templo estaba bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, su intención no era otra que la de cobijar las sagradas reliquias del santo fundador de la caridad, bajo la protección de la que iba a ser la Madre del Amor, exaltando su pureza virginal: la práctica de la caridad a través de una vida pura y sin mancilla, a imitación de la Madre de Dios.

 

Una idea clara dentro de una confusa maraña. Esto es el Barroco. La práctica de la Caridad ideal de siempre en la vida cristiana representada para impresionar, ofuscar, pero sobre todo, para convencer y provocar su ejercicio. Esta es la bella contradicción del barroco, representada en la Basílica de san Juan de Dios de manera armónica pero teatral, clara pero efectista, llena de sublime ostentación y a un tiempo desbordante de humilde fe.

 

Comenzaron la obra del Templo en el año 1734, para terminar sin interrupción en el 1757, construida de nueva planta, y decorada completamente sin añadidos posteriores lo que la convierten en un conjunto único. Durante su corta historia sufrió importantes expolios durante la invasión francesa, la Desamortización de Mendizábal, la ausencia de la Orden desde 1835 a 1876 y las dos repúblicas españolas.

 

 

Sacristía

La sacristía está dividida en tres cuerpos y cubierta por bóvedas pintadas al óleo por Sánchez Sarabia. En ella encontramos unas llamativas cajoneras de tapadera de caoba y cajones en nogal tallados con bajorrelieves y tiradores de bronce. Los grandes espejos aumentan la luz y la espacialidad de la estancia, dando un aspecto acogedor y majestuoso.


Destacan también los enchapados de cerámica sevillana con motivos de cacería, paisajes campestres y figuras guerreras. En el centro de la sala podemos encontrar la llamada mesa “calicera” formada por dos columnas de mármol de Sierra Elvira y un gran talero de mármol de Macael, donde se preparan los cálices y útiles para la misa. Dos escaleras dan acceso a los laterales del Retablo Mayor, conectando así la sacristía con la Capilla Mayor de la Basílica.



Capilla San Rafael

Esta capilla es, junto a la de San Juan de Dios, una de las más destacadas de la Basílica. Los retablos de ambas capillas son gemelos en cuanto a forma y están rematados por una corona imperial terminada en una cruz.

Esta Capilla está presidida por una imagen del Arcángel San Rafael. A sus pies podemos contemplar una talla de Bernardo de Mora representando a la Virgen niña. En los fondos del muro se observan dos conseguidos lienzos con bastidores ricamente tallados. Uno representa a San Ildefonso recibiendo la casulla de Nuestra Señora, obra de Sánchez Sarabia. El otro indica la apoteosis de San Juan de Dios de Cámara, pintado por Carlos Morata. También se pueden apreciar en el retablo, sobre esbeltos recibimientos, las esculturas de San Jerónimo y San Ambrosio, perfecto remate para el conjunto del retablo.

Junto a la capilla resalta el imponente púlpito, en madera dorada tallada con cantidad de incrustaciones de espejos. Es obra, al igual de que los retablos de las capillas, de José Francisco Guerrero.



Capilla San Juan de Dios

En esta capilla se puede contemplar una imagen policromada del copatrón de Granada, esculpida por Bernardo de Mora. Se trata de una escultura policromada de vestir que porta la cruz patriarcal con la bandera de la orden de San Juan de Dios en una mano y en la otra un crucificado que enseña sin mirar, dando la misma importancia al enfermo y a Cristo.

Resaltan en la escultura también la corona de espinas y el nimbo sobre la cabeza, así como su expresión benevolente y tierna que invita a la devoción y al amor, tema en torno al que gira elmensaje de toda la Basílica.

En el cuerpo superior se observa un lienzo de la Virgen María con el Niño, al igual que en el retablo de San Rafael, representando la aparición de la Virgen a San Juan de Dios en Guadalupe. Flanquean en los extremos de la capilla las figuras de San Gregorio y San Agustín.


Recientemente se han añadido en las esquinas del crucero las imágenes de los Santos Ricardo Pampuri y Juan Grande, así como la del Beato Benito Menni, obras del escultor granadino Zúñiga.



Otras capillas

Capilla de Nuestra Señora de Belén

En esta capilla resalta la bóveda pintada por Tomás Ferrer y los lienzos de los laterales del fondo, representando a San Agustín y San Romualdo de Abad, pintados por Guiaquinto.

Capilla de San Miguel

Se trata de la primera Capilla que encontramos en el lado del Evangelio. Está dedicada al Arcángel San Miguel, obra que se atribuye a los hermanos Mora. Su bóveda está pintada por Ferrer y en los laterales, al estilo de las demás capillas, encontramos flanqueando la imagen dos lienzos pintados por Guiaquinto: San Pedro y San Felipe Neri.

Capilla de San José

En la capilla dedicada a San José encontramos una talla del santo tallada por Sánchez Sarabia. Al igual que en la capilla de Nuestra Señora de Belén, la bóveda está pintada por Tomás Ferrer y los laterales están decorados con lienzos de Guiaquinto.

Capilla del Cristo de las Penas

En ella contemplamos una magnífica talla del Cristo de las Penas que data del siglo XVII y cuyo autor es desconocido. Bajo el Cristo se encuentra una Dolorosa obra de Sánchez Sarabia. Los lienzos, de Guiaquinto que lo custodian representan a San Pablo y San Antonio.






Bóveda y cúpula

Las magníficas bóvedas que se elevan sobre la nave central fueron pintadas al óleo por Sánchez Sarabia y representan la Asunción de la Virgen María, el nacimiento del Santo, San Juan de Dios auxiliado por la Virgen, el triunfo de la Virginidad y un coro de vírgenes que siguen al cordero.

La cúpula destaca por su altura de 52 metros y se levanta sobre el crucero de la Basílica. Se divide en tres partes: el anillo, el cuerpo de luces y cúpula propiamente dicha. El anillo, de diez metros y medio de diámetro, descansa sobre cuatro arcos, en los que destacan las pinturas al óleo de Sánchez Sarabia sobre los cuatro evangelistas y los escudos con el emblema de la Orden. El cuerpo de luces es de orden corintio y se divide en dieciséis nichos. En la cúpula se aprecian las pinturas de los santos fundadores de las Órdenes religiosas.




Retablo Mayor

El retablo está realizado por José Francisco Guerrero y las esculturas que alberga en su interior fueron talladas por Sánchez Sarabia. En el centro de este imponente retablo dorado se abre un arco que deja ver el camarín, donde se encuentran los restos de San Juan de Dios. La cúpula de éste, sus tallas, dorados y espejos, dan una insólita sensación de profundidad al retablo.


En la base del retablo, formando el primer cuerpo de vela, encontramos la representación del sacramento del Amor a través del Sagrario de Plata, obra de Miguel Moreno.


El manifestador se encuentra normalmente oculto por un lienzo de Sarabia que representa al Buen Pastor. Tras él, se guarda la custodia realizada para el V centenario del nacimiento de San Juan de Dios.

En la parte superior, sobre el camarín, se forma el tercer cuerpo con la imagen de la Inmaculada Concepción, de Sarabia, sobre peana de nubes y ángeles, recordando la idea central de la Basílica: el Amor de Dios.

Destaca su imponente Retablo Mayor que se abre en arco al camarín donde descansan los restos de San Juan de Dios.










Antecamarín


Tras subir una escalera de cuatro tramos, se llega a la tribuna del presbiterio, donde resaltan los entrepaños de cerámica sevillana divididos por pilastras de jaspe rosa de la Sierra de Cabra y mármol negro de Sierra Nevada. El antecamarín está adornado por zócalos de plinto rosa y pardo, enchapados de jaspe y mármol con relieves de bronce dorado; antesala de la solemnidad del camarín.

 

 

Camarín

Nos adentramos en una estancia que impresiona por sus tonos dorados y sus barrocas formas cargadas con una decoración que envuelve el trono en el que se alzan las reliquias de San Juan de Dios.

El nacimiento y la muerte están representados en la soberbia urna que custodia sus restos. En los cuatro frentes de dicha Urna se encuentran cuatro medallones en los que se representan las imágenes del nacimiento del Santo Padre: la forma del hábito que le dio el Obispo de Tuy, Sebastián Ramírez de Fuenleal; el momento en el que el Santo lavó los pies de Cristo en traje de pobre, y la caída de la yegua y el consuelo que recibió de la Virgen María.

Dentro de la urna hay un pequeño cofre de madera forrado por dentro y por fuera en damasco carmesí, donde se guardan las sagradas reliquias envueltas en ricos encajes bordados. El conjunto de la sala conjuga armónicamente multitud de espejos y relicarios que suman un total de ciento noventa. Entre estas reliquias destacan el crucifijo que San Juan de Dios sostuvo en sus manos al morir, el Lignum crucis (la cruz de Cristo), una corona de espinas que fue ceñida a sus sienes tras la flagelación y un diente de San Lorenzo. Tras la urna, destaca la Inmaculada del siglo XVIII de Vera Moreno, con unas facciones delicadas que enfatizan la dulzura del rostro de María.



Postcamarín

En la sala contigua al camarín destacan los lienzos de la Visitación y Asunción de Nuestra Señora, de Sánchez Sarabia, la Piedad de Francisco de Lendines y la Aparición de María a San Juan de Dios entregándole al Niño Jesús en Guadalupe. En la cómoda charolada con relieves chinescos se conservan ornamentos del siglo XVIII y, sobre ella, se puede contemplar una imagen del santo, tallada por Bernardo de Mora. Merece una mención especial el lienzo de San Juan Bautista atribuido a Tiziano y el Cristo de Marfil con cruz de caoba, realizado en el siglo XVI.

 

NOTAS

 

BIBL.: ISLA MINGORANCE, Encarnación, Hospital y Basílica de San Juan de Dios en Granada, León 1979. PARRA Y COTE, Alonso, Fiestas de San Juan de Dios en Granada. Desempeño el más honroso de la obligación más fina, y relación histórico-panegyrica de las fiestas de dedicación del magnífico templo de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, del Sagrado Orden de Hospitalidad de N. P. San Juan de Dios de la nobilísima, e ilustre, siempre fiel ciudad de Granada. Dase noticias de la fundación, fábrica nueva, y aumentos de su Convento Hospital; de sus Hijos insignes en virtud, y Prelados que ha tenido, como assimismo de la plausible authorizada Procession General para la colocación del Santísimo Sacramento en ella, adornos de la estación, y otros particulares. Historiada por..., Madrid 1759.

 

http://sanjuandedios-fjc-org.b.iwith.org/mm/file/Portal%20Juandediano/4.6.1.pdf

https://basilicasanjuandedios.es/

 














































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