BASÍLICA DE SAN JUAN DE DIOS
« Tened siempre
caridad, que donde no hay caridad, no hay Dios, aunque en todo lugar está. »
(Carta 1ª de San
Juan de Dios)
En una época que no pretende abstraer la imagen o hacer
de ella un concepto, sino dar la representación intelectual hecha imagen, nos
encontramos con un lenguaje que intenta, dentro de sus complicadas formas, dar
expresión a esta idea: el Barroco.
“Theatrum mundi”:
La existencia como obra de arte total. Nadie ha
caracterizado con más acierto el sentimiento vital de barroco que el dramaturgo
español Calderón de la Barca, en su obra El
gran teatro del mundo. La vida un teatro donde cada uno representa su
propio papel.
Las artes tanto las plásticas como las representativas,
desempeñaban una doble función; servían para impresionar e incluso “ofuscar” a
los súbditos y al mismo tiempo para “transmitir“contenidos ideológicos. Frente
a la ostentación material desbordante está la seriedad profunda de la fe.
El barroco se dirige siempre a los sentidos del
espectador. Su teatralidad, su ilusionismo y el dinamismo de sus formas,
pretenden impresionar, convencer, provocar un movimiento interior. Así se explica
que se perciba como algo exaltado, efectista y hasta ampuloso. Pero dentro de
toda esta abigarrada realidad, existe una idea rectora, un orden lógico, que la
Basílica de san Juan de Dios, como el mejor exponente del barroco andaluz, nos
transmite con toda claridad. El templo tiene una unidad ideada por D. José de
Bada y Navajas, que se ve acrecentada por los retablos del también lucentino
José Francisco Guerrero, cuya carrera se desarrolló casi por entero en su
pueblo natal Lucena (Córdoba), bajo la estela de Hurtado. Con el acabado
esquema, poco frecuente en Andalucía, de una fachada entre dos torres de un
solo cuerpo de campanas, Bada supo crear un frontispicio que se inserta muy
bien en el contexto urbano de una calle, la de San Juan de Dios, de gran tráfico
ya en la época. Con su eje de dos pisos de columnas corintias y sus hornacinas
para santos, que tiene una conmensuración que enlaza con la tradición
renacentista a la vez que con las obras del madrileño Pedro de Rivera.
Muy urbano también en su interior, que a manera de salón
es apto para las funciones religiosas y para expresar la idea teológica del
otro lucentino e ideólogo fundamental de la obra: el P. Alonso de Jesús y
Ortega, General perpetuo de la Congregación española de la Orden de San Juan de
Dios, durante treinta y tres años consecutivos, con residencia en esta ciudad
de Granada en el Hospital de San Juan de Dios, anexo a la Basílica y sin el
cual no se puede entender la Basílica ya que forma un todo con él. La idea
rectora fue la de construir un panteón glorioso que guardara los restos del
padre de los pobres y Patriarca de la Caridad San Juan de Dios, hoy compatrono
de la Ciudad, en recuerdo de aquel humilde siervo de la caridad que se
desvencijó por hacer el bien a sus hermanos y prójimos. En realidad se quiso
hacer un monumento a la Caridad, al Amor de Dios y para ello utilizando el
lenguaje barroco se usaron las palabras del Dogma, la Sagrada Escritura y la
Hagiografía cristiana.
La Basílica de San Juan de Dios alcanza el significado de
su ejecución en el retablo mayor, que ocupa todo el testero del presbiterio de
estilo barroco, que no deja de ser atrevido y de singular inspiración, obra del
tallista lucentino José Francisco Guerrero. Realizada en madera dorada se
estructura según una idea central marcada por estípites que custodian la arcada
del camarín y que dan lugar a la imagen de una vela o cirio ardiendo que
servirá de soporte a la idea teológica que prevalece en la Iglesia: El triunfo del Amor o de la Caridad.
En la base de la vela, y formando el primer cuerpo de
ésta, el Sacramento del amor representado por el magnífico Sagrario de plata,
obra del orfebre Granadino. D. Miguel. Moreno del año 1947 que sustituyó al
anterior de madera, y el manifestador, oculto normalmente por el lienzo de
Sarabia que representa el Buen Pastor, y que es el sitio donde se expone la
Eucaristía. En el centro de esta simbólica vela, formando el segundo cuerpo, se
abren las puertas del camarín donde está la urna de quien hizo presente el amor
entre los hombres en Granada: san Juan de Dios.
Y en la llama de la vela, formando el tercer cuerpo,
quien dio a luz al Amor, la Inmaculada Concepción, también de Sarabia, sobre
peana de nubes y ángeles, como iluminando toda la Iglesia con la obra de sus
entrañas, la Palabra encarnada, El Amor de Dios. Y sobre ella el Espíritu Santo
fecundándola.
El título con el que fue dedicada en 1756 y que Fray
Alonso Parra y Cote, cronista oficial de la Orden, en el libro que publicó con
motivo de estas fiestas, llama: “Templo
de la Purísima Concepción de Nuestra Señora del Sagrado Orden de la
Hospitalidad de nuestro padre San Juan de Dios”. Puesto que el templo
estaba bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, su intención no era otra
que la de cobijar las sagradas reliquias del santo fundador de la caridad, bajo
la protección de la que iba a ser la Madre del Amor, exaltando su pureza
virginal: la práctica de la caridad a través de una vida pura y sin mancilla, a
imitación de la Madre de Dios.
Una idea clara dentro de una confusa maraña. Esto es el
Barroco. La práctica de la Caridad ideal de siempre en la vida cristiana
representada para impresionar, ofuscar, pero sobre todo, para convencer y
provocar su ejercicio. Esta es la bella contradicción del barroco, representada
en la Basílica de san Juan de Dios de manera armónica pero teatral, clara pero
efectista, llena de sublime ostentación y a un tiempo desbordante de humilde
fe.
Comenzaron la obra del Templo en el año 1734, para
terminar sin interrupción en el 1757, construida de nueva planta, y decorada
completamente sin añadidos posteriores lo que la convierten en un conjunto
único. Durante su corta historia sufrió importantes expolios durante la
invasión francesa, la Desamortización de Mendizábal, la ausencia de la Orden
desde 1835 a 1876 y las dos repúblicas españolas.
Sacristía
La
sacristía está dividida en tres cuerpos y cubierta por bóvedas pintadas al óleo
por Sánchez Sarabia. En ella encontramos unas llamativas cajoneras de tapadera
de caoba y cajones en nogal tallados con bajorrelieves y tiradores de bronce.
Los grandes espejos aumentan la luz y la espacialidad de la estancia, dando un
aspecto acogedor y majestuoso.
Destacan también los enchapados de cerámica sevillana con motivos de cacería,
paisajes campestres y figuras guerreras. En el centro de la sala podemos
encontrar la llamada mesa “calicera” formada por dos columnas de mármol de
Sierra Elvira y un gran talero de mármol de Macael, donde se preparan los
cálices y útiles para la misa. Dos escaleras dan acceso a los laterales del
Retablo Mayor, conectando así la sacristía con la Capilla Mayor de la Basílica.
Capilla
San Rafael
Esta
capilla es, junto a la de San Juan de Dios, una de las más destacadas de la
Basílica. Los retablos de ambas capillas son gemelos en cuanto a forma y están
rematados por una corona imperial terminada en una cruz.
Esta
Capilla está presidida por una imagen del Arcángel San Rafael. A sus pies
podemos contemplar una talla de Bernardo de Mora representando a la Virgen
niña. En los fondos del muro se observan dos conseguidos lienzos con bastidores
ricamente tallados. Uno representa a San Ildefonso recibiendo la casulla de
Nuestra Señora, obra de Sánchez Sarabia. El otro indica la apoteosis de San
Juan de Dios de Cámara, pintado por Carlos Morata. También se pueden apreciar
en el retablo, sobre esbeltos recibimientos, las esculturas de San Jerónimo y
San Ambrosio, perfecto remate para el conjunto del retablo.
Junto a
la capilla resalta el imponente púlpito, en madera dorada tallada con cantidad
de incrustaciones de espejos. Es obra, al igual de que los retablos de las
capillas, de José Francisco Guerrero.
Capilla
San Juan de Dios
En esta capilla se puede contemplar una imagen
policromada del copatrón de Granada, esculpida por Bernardo de Mora. Se trata
de una escultura policromada de vestir que porta la cruz patriarcal con la
bandera de la orden de San Juan de Dios en una mano y en la otra un crucificado
que enseña sin mirar, dando la misma importancia al enfermo y a Cristo.
Resaltan en la escultura también la corona de espinas y
el nimbo sobre la cabeza, así como su expresión benevolente y tierna que invita
a la devoción y al amor, tema en torno al que gira elmensaje de toda la
Basílica.
En el cuerpo superior se observa un lienzo de la Virgen
María con el Niño, al igual que en el retablo de San Rafael, representando la
aparición de la Virgen a San Juan de Dios en Guadalupe. Flanquean en los
extremos de la capilla las figuras de San Gregorio y San Agustín.
Recientemente se han añadido en las esquinas del crucero las imágenes de los
Santos Ricardo Pampuri y Juan Grande, así como la del Beato Benito Menni, obras
del escultor granadino Zúñiga.
Otras
capillas
Capilla de Nuestra Señora de Belén
En esta capilla resalta la bóveda pintada por Tomás
Ferrer y los lienzos de los laterales del fondo, representando a San Agustín y
San Romualdo de Abad, pintados por Guiaquinto.
Capilla de San Miguel
Se
trata de la primera Capilla que encontramos en el lado del Evangelio. Está
dedicada al Arcángel San Miguel, obra que se atribuye a los hermanos Mora. Su
bóveda está pintada por Ferrer y en los laterales, al estilo de las demás
capillas, encontramos flanqueando la imagen dos lienzos pintados por
Guiaquinto: San Pedro y San Felipe Neri.
Capilla de San José
En la capilla dedicada a San José encontramos una talla
del santo tallada por Sánchez Sarabia. Al igual que en la capilla de Nuestra
Señora de Belén, la bóveda está pintada por Tomás Ferrer y los laterales están
decorados con lienzos de Guiaquinto.
Capilla del Cristo de
las Penas
En ella contemplamos una magnífica talla del Cristo de
las Penas que data del siglo XVII y cuyo autor es desconocido. Bajo el Cristo
se encuentra una Dolorosa obra de Sánchez Sarabia. Los lienzos, de Guiaquinto
que lo custodian representan a San Pablo y San Antonio.
Bóveda
y cúpula
Las magníficas bóvedas que se elevan sobre la nave
central fueron pintadas al óleo por Sánchez Sarabia y representan la Asunción
de la Virgen María, el nacimiento del Santo, San Juan de Dios auxiliado por la
Virgen, el triunfo de la Virginidad y un coro de vírgenes que siguen al
cordero.
La cúpula destaca por su altura de 52 metros y se levanta
sobre el crucero de la Basílica. Se divide en tres partes: el anillo, el cuerpo
de luces y cúpula propiamente dicha. El anillo, de diez metros y medio de
diámetro, descansa sobre cuatro arcos, en los que destacan las pinturas al óleo
de Sánchez Sarabia sobre los cuatro evangelistas y los escudos con el emblema
de la Orden. El cuerpo de luces es de orden corintio y se divide en dieciséis
nichos. En la cúpula se aprecian las pinturas de los santos fundadores de las
Órdenes religiosas.
Retablo
Mayor
El retablo está realizado por José Francisco Guerrero y
las esculturas que alberga en su interior fueron talladas por Sánchez Sarabia.
En el centro de este imponente retablo dorado se abre un arco que deja ver el
camarín, donde se encuentran los restos de San Juan de Dios. La cúpula de éste,
sus tallas, dorados y espejos, dan una insólita sensación de profundidad al
retablo.
En la base del retablo, formando el primer cuerpo de vela, encontramos la
representación del sacramento del Amor a través del Sagrario de Plata, obra de
Miguel Moreno.
El manifestador se encuentra normalmente oculto por un lienzo de Sarabia que
representa al Buen Pastor. Tras él, se guarda la custodia realizada para el V
centenario del nacimiento de San Juan de Dios.
En la parte superior, sobre el camarín, se forma el
tercer cuerpo con la imagen de la Inmaculada Concepción, de Sarabia, sobre
peana de nubes y ángeles, recordando la idea central de la Basílica: el Amor de
Dios.
Destaca su imponente Retablo Mayor que se
abre en arco al camarín donde descansan los restos de San Juan de Dios.
Antecamarín
Tras
subir una escalera de cuatro tramos, se llega a la tribuna del presbiterio,
donde resaltan los entrepaños de cerámica sevillana divididos por pilastras de
jaspe rosa de la Sierra de Cabra y mármol negro de Sierra Nevada. El
antecamarín está adornado por zócalos de plinto rosa y pardo, enchapados de
jaspe y mármol con relieves de bronce dorado; antesala de la solemnidad del
camarín.
Camarín
Nos adentramos en una estancia que impresiona por sus
tonos dorados y sus barrocas formas cargadas con una decoración que envuelve el
trono en el que se alzan las reliquias de San Juan de Dios.
El nacimiento y la muerte están representados en la
soberbia urna que custodia sus restos. En los cuatro frentes de dicha Urna se
encuentran cuatro medallones en los que se representan las imágenes del
nacimiento del Santo Padre: la forma del hábito que le dio el Obispo de Tuy,
Sebastián Ramírez de Fuenleal; el momento en el que el Santo lavó los pies de
Cristo en traje de pobre, y la caída de la yegua y el consuelo que recibió de
la Virgen María.
Dentro de la urna hay un pequeño cofre de madera forrado
por dentro y por fuera en damasco carmesí, donde se guardan las sagradas
reliquias envueltas en ricos encajes bordados. El conjunto de la sala conjuga
armónicamente multitud de espejos y relicarios que suman un total de ciento
noventa. Entre estas reliquias destacan el crucifijo que San Juan de Dios
sostuvo en sus manos al morir, el Lignum crucis (la cruz de Cristo),
una corona de espinas que fue ceñida a sus sienes tras la flagelación y un
diente de San Lorenzo. Tras la urna, destaca la Inmaculada del siglo XVIII de
Vera Moreno, con unas facciones delicadas que enfatizan la dulzura del rostro
de María.
Postcamarín
En la sala contigua al camarín destacan los lienzos de la
Visitación y Asunción de Nuestra Señora, de Sánchez Sarabia, la Piedad de
Francisco de Lendines y la Aparición de María a San Juan de Dios entregándole
al Niño Jesús en Guadalupe. En la cómoda charolada con relieves chinescos se
conservan ornamentos del siglo XVIII y, sobre ella, se puede contemplar una
imagen del santo, tallada por Bernardo de Mora. Merece una mención especial el
lienzo de San Juan Bautista atribuido a Tiziano y el Cristo de Marfil con cruz
de caoba, realizado en el siglo XVI.
NOTAS
BIBL.: ISLA MINGORANCE, Encarnación,
Hospital y Basílica de San Juan de Dios en Granada, León 1979. PARRA Y COTE,
Alonso, Fiestas de San Juan de Dios en Granada. Desempeño el más honroso de la
obligación más fina, y relación histórico-panegyrica de las fiestas de dedicación
del magnífico templo de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, del Sagrado
Orden de Hospitalidad de N. P. San Juan de Dios de la nobilísima, e ilustre,
siempre fiel ciudad de Granada. Dase noticias de la fundación, fábrica nueva, y
aumentos de su Convento Hospital; de sus Hijos insignes en virtud, y Prelados
que ha tenido, como assimismo de la plausible authorizada Procession General
para la colocación del Santísimo Sacramento en ella, adornos de la estación, y
otros particulares. Historiada por..., Madrid 1759.
http://sanjuandedios-fjc-org.b.iwith.org/mm/file/Portal%20Juandediano/4.6.1.pdf
https://basilicasanjuandedios.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario