HISTORIA DE LA SEXUALIDAD 4
Sexualidad
y Edad Media
El papel de la Iglesia ha sido
totalmente represor con la sexualidad, siendo una forma de control social por
el temor a Dios y de paso, servir bien a las elites gobernantes,
fundamentalmente reyes y nobleza.
La Edad Media es
el periodo histórico que se desarrolla entre el año 476 que es el fin del
Imperio Romano y el descubrimiento de América en el año 1492.
Muchos
historiadores definen la Edad Media en la
Europa cristiana, como una época de retroceso y retraimiento
cultural, social y económico. Mientras que en otras culturas como la musulmana
alcanzaban un gran esplendor incluida la Córdoba califal.
La Edad Media en
la Europa cristiana es la época donde se desarrolla el feudalismo, que da forma
a las relaciones de poder y servidumbre entre los señores y sus vasallos. En
todas estas concepciones, están presentes las doctrinas cristianas que inundan
en aquellos momentos todos los ámbitos de la vida.
La Iglesia impone
una visión teocéntrica del mundo, lo que le lleva a un control total de la vida
cotidiana. Marca una época muy retrógrada y en consecuencia represiva de todo
lo que signifique sexualidad, de ahí que ésta tenga unas características muy
particulares. La sexualidad en el Medievo se veía como algo pecaminoso,
reprobable y peligroso; pero también, como lo más soñado, meditado y,
secretamente, deseado.
El cristianismo
separaba el sexo de dos formas, la primera en actos naturales y la segunda en
actos contra la naturaleza.
EL MATRIMONIO
La Iglesia impone
a la sociedad medieval que el sexo sólo es posible dentro del matrimonio y éste
debe tener una finalidad exclusivamente reproductiva. Utilizan dos
términos: “dialetio” que es el amor honesto y comprometido en el
matrimonio y el segundo término “honesta copulatio” que es la
práctica del sexo con el casto motivo de la reproducción.
El pensamiento
medieval está influido como vemos por la Iglesia, que considera el deseo sexual como una
especie de enfermedad. Por ello, se
fomenta la castidad, porque aporta un valor intrínseco y trascendente, que nos
guiará a salvar nuestras almas.
La virginidad era
para la Iglesia el estado ideal para volver a la situación prelapsaria, es
decir, antes del pecado original, por la que cuando no quería sexo ni pareja,
era porque habían sido agraciados por Dios y habían transcendido su naturaleza
pecadora.
Por el contrario, la fornicación suponía la
práctica del sexo fuera del matrimonio. Para calmar el ansia sexual de los hombres se
les proponía que se practicaran sangrías en las venas superficiales de los
muslos, y a las mujeres que estuvieran excitadas se les recomendaba lavativas
de incienso en la vagina.
Los actos contra
la naturaleza abarcan para la Iglesia todas las acciones sexuales que no tengan
como objetivo la reproducción, destacando entre los más reprobados, la
zoofilia, la homosexualidad y la masturbación. También se condenaba el sexo
entre los muslos, que se usaba como control de natalidad.
Se pensaba, que el
coitus interruptus podría provocar la ulceración del pene. Se creía que una de
las posibles enfermedades del pene era acostarse con una mujer que tiene la
matriz sucia, llena de veneno, es decir, la regla.
Si seguimos el
libro “De Secretis Mulierum” se asegura “que los
actos sexuales reproductivos indebidos son causa de defectos de nacimiento,
alguna monstruosidad es causada por una forma irregular de coito. Porque si un
hombre yace de manera inusual cuando está teniendo sexo con una mujer, él crea
un monstruo en la naturaleza”.
Alberto Magno
consideraba que los gemelos era el resultado de una mujer que había disfrutado
mucho en la copulación.
El incesto era
considerado grave, pero no se consideraba contra natura. El sexo tradicional
realizado cuando ya tenía la menopausia la mujer no se consideraba un pecado
pues afirmaba que existía la posibilidad de que obrase el milagro de procrear.
A las mujeres
medievales se las educaba para desempeñar papeles eminentemente pasivos:
casamiento, sexualidad, gestación, parto y lactancia. La mujer en el matrimonio
nunca buscaba al hombre y era raro que se iniciara la relación con juegos
eróticos o que la mujer respondiera de manera activa. La mujer medieval debía
solo recibir y aceptar.
El adulterio era
considerado un delito, pero dependía del sexo que lo provocase. Era considerado
una deshonra de tipo religioso, puesto que atentaba contra la santa institución
del matrimonio y alteraba el normal funcionamiento del orden social al aparecer
la figura del bastardo.
El adulterio no
era igual si lo realizaba el hombre que la mujer, siendo peor visto en la
mujer. Si el adultero era el hombre, se decía que habían caído en el
amancebamiento, mientras que si lo realizaba la mujer eran directamente
adúlteras.
El marido estaba
facultado al principio de la Edad Media a matar a los adúlteros y para disponer
de sus bienes como quisiera. Posteriormente, la figura del adulterio sería
regulada por el Derecho Castellano antiguo.
Si seguimos a
Burcardo de Worms (965-1025) y su obra “Item de fornicationes” nos permite
conocer las penas impuestas por los pecados cometidos. Veamos:
“¿Has fornicado con un hombre contra las caderas, como hacen ciertos
hombres, es decir, has situado el miembro viril entre las caderas de otro, y
por tanto producido semen? Si lo has hecho, haz cuarenta días de penitencia con
pan y agua.
¿Has fornicado como ciertos hombres están en el hábito de hacer, es
decir, has tomado el pene de otro en tu mano y el tuyo en la suya, y por tanto
frotado el otro pene en tus manos, y a través de este placer proyectar semen?
Si lo has hecho, treinta días de penitencia.
¿Has fornicado como lo hacen los sodomitas, es decir has insertado tu
pene en las nalgas y por lo tanto tenido sexo a la manera de los sodomitas? Si
tienes esposa, e hiciste esto una o dos veces, diez años de penitencia. Si lo
has hecho habitualmente doce años de penitencia”.
La barraganía era un
contrato de amistad y compañía entre un soltero o clérigo con una mujer soltera
y cuyas principales características se basaba en la permanencia y la fidelidad.
Se denomina barragana a la amiga o prostituta que vive con el hombre en casa.
Si seguimos muchas crónicas, nos señalan la existencia de esta figura en muchos
casos del clero, que vivían de forma secreta en la misma casa. Era una figura
similar a la que conoceremos como la ama de cura del pueblo.
LA PROSTITUCIÓN
La prostitución
era un pecado para la Iglesia, puesto que significaba la fornicación, pero
acabó siendo reconocida por la Iglesia y por otros sectores como un mal
necesario. Se argumentaba que los hombres buscasen relaciones sexuales con
prostitutas, servía para proteger a las mujeres respetables de la seducción o
de la violación.
El Gran Consejo de
Venecia, en el año 1358, declaró que la prostitución era absolutamente
imprescindible para el mundo, a pesar de que la Iglesia la calificó como una
práctica moralmente equivocada. Si seguimos a San Agustín nos encontramos con
la sorpresa cuando dice que “si se expulsa la prostitución de la sociedad, se
trastorna todo a causa de las pasiones”.
Era habitual, que
los prostíbulos y las mancebías estuvieran situados en los extramuros de las
ciudades. Las autoridades los controlaban totalmente y se procuraba que un
médico visitara cada ocho días a las prostitutas, para así conseguir evitar las
enfermedades de transmisión sexual y se les recomendaban que nunca estuvieran
con más de tres hombres en el mismo día. En aquellos momentos históricos, había
mucho miedo a la extensión de pandemias.
Algunas ciudades
medievales regulaban, que las prostitutas fueran vestidas con algún distintivo
que las diferenciara del resto de mujeres, con prendas de ropa como mantillas
cortas, faldas de púrpura, cintas rojas en la cabeza… En Florencia se les
obligaba a llevar guantes y campanas en sus sombreros.
Valencia disponía
del prostíbulo más grande de toda Europa en la Edad Media. Era la segunda
ciudad más grande de la Península Ibérica después de la Granada nazarí. Tenía
entonces 75.000 habitantes. Fue el rey Jaume II en el año 1321 el que ordena
constituir este barrio en los extramuros de la ciudad y cerca de la morería.
Valencia era una
ciudad en esa época, que se distinguía por su potente comercio y se daba la
convivencia de distintas culturas, siendo conocido el siglo XV como el siglo de
Oro de Valencia. Era uno de los principales puertos del Mediterráneo y formaba
parte del Reino de Aragón que era un Estado, que se distinguía por su
federalismo. Estaba en pleno proceso de expansión por el Mediterráneo tanto de
forma militar como comercial.
Se constituyó todo
un barrio, en el año 1325, para asentarse en el toda la prostitución de la
ciudad. Dicho barrio era conocido como “La Pobla de Bernat de Villa”, también
se le llamaba como “la Pobla de les femmes pecadrius” y
se encontraban todo tipo de prostíbulos, tabernas, hostales y tiendas.
Valencia alcanzó
fama por sus prostitutas, que eran las más caras de la Península Ibérica, y
ganaban auténticas fortunas y en muchos casos provocaban las envidias de las
damas de la alta sociedad valenciana.
El barrio está
formado por casas, que eran alquiladas a las prostitutas junto a tabernas y
hostales. Eran casas de un solo piso y sus exteriores estaban adornados de
flores y de farolillos de colores. Normalmente contaban en su interior con un
patio y era el lugar donde se celebraban las fiestas más subidas de tono. Las
prostitutas esperaban sentadas y bien vestidas y maquilladas a sus clientes.
En esta doble
moral que desarrollaba la Iglesia, cambiaba en Semana Santa donde todas las
prostitutas eran encerradas en el llamado convento de las Arrepentidas y se les
intentaba convencer para que dejaran la profesión con evidente poco éxito.
Los jurados de la
ciudad eran los encargados de cumplir la ordenanza sanitaria por la que se
intentaba por todos los medios evitar que surgieran enfermedades contagiosa.
Sigismundo Caval que era embajador de Venecia relata lo siguiente: “La
ciudad les paga cuatro médicos… y cada sábado ordinariamente las deben
visitar a todas y preocuparse de la salud de cada una y si encuentra alguna con
algo malo, la ponen en cierto lugar aparte y la cuidan con grandísima
diligencia”.
Fernando el
Católico, en el año 1488, dicta una Ordenanza que dice “Que las
mujeres que vivan de ganancias vergonzosas no puedan permanecer ni habitar en
ningún lugar de la ciudad, excepto en el lupanar. Y que ningún oficial pueda
darles o concederles licencia bajo las penas impuestas aquí”.
A pesar de esto,
la vida de las prostitutas no era sencilla y estaban totalmente expuestas. Si
en la Edad Media la media de vida de la población rondaba los treinta y cinco
años, el de las prostitutas era bastante más bajo.
Veamos tres textos
que describían el lupanar de Valencia. El primero es del alemán H Munzer “Es
también su costumbre el pasear por las calles, hasta bien entrada la noche,
hombres y mujeres en tal cantidad que parece una feria. Y sin embargo, nadie es
ofendido por otro. Si no lo hubiese visto con mis propios compañeros y en
compañía de los ilustres mercaderes de Revenburg, difícilmente lo hubiera
creído. Asimismo, las tiendas de comestibles están abiertas hasta media noche,
de forma que en cualquier hora puedes comprar todo”.
El segundo texto
es de Antoine de Laling, que era el cronista de Felipe el Hermoso y dice “Después
de cenar fueron los dos caballeros conducidos por algunos caballeros de la
ciudad a ver el lugar de las mujeres públicas, el cual es grande como un pueblo
pequeño y cerrado todo alrededor con muros y una sola puerta….. En este sitio
hay tres o cuatro calles llenas de pequeñas casas en cada una de las cuales hay
muchachas muy ricamente vestidas de terciopelo y de seda y habrá doscientas a
trescientas mujeres. Tienen sus casitas adornadas y provistas de buena ropa.
Allí hay tabernas y casas de comidas. Por el calor no se puede allí ver de día
y hacen de la noche día: porque están sentadas en sus entradas con una hermosa
lámpara colgada encima de ellas para verlas con más facilidad”.
Siguiendo a
Antoine de Laling dice “Y delante de la puerta de entrada al barrio hay
una horca para los malhechores que pudieran entrar dentro. En la puerta hay un
hombre encargado de ellos quita los bastones de los que vayan a entrar dentro y
les dice si les quieren entregar su dinero, si lo tienen, que se los devolverá
a su salida, sin pérdida alguna. Por casualidad, si teniéndolo no lo entregan y
se lo roban durante la noche, el portero no es responsable de ello”.
LA HOMOSEXUALIDAD
Santo Tomás de
Aquino consideraba que el único acto sexual que no era sodomía, era el coito
vaginal. La homosexualidad podía ser castigada con la muerte y otras
consecuencias podrían provocar mutilaciones, arder en la hoguera. Si la
homosexualidad se daba en el sacerdocio y eran descubiertos en el momento, eran
colgados de una jaula suspendida y les hacían morir por hambre.
La homosexualidad
tuvo cierta tolerancia en los siglos X a XII, pero la situación cambio
radicalmente a partir de los inicios del siglo XIII.
Si seguimos a
Elredo de Rieval (1110-1167) condena a los homosexuales y dice “es un
crimen que detestar, por el cual un hombre se vuelve loco por otro hombre, o
una mujer por otra mujer; debe juzgarse más dañino que todos los demás vicios.
Se condenó a morir
ahogada en el año 1477 a Katherina Hetzeldorfer en el río Rin a su paso por la
ciudad de Espira por ser declarada lesbiana.
LA MASTURBACIÓN
Siempre ha sido
clasificada como uno de los pecados más graves y se considera como anti natura pues pensaban
que se desperdiciaba la semilla procreadora. En el libro de Ancrene Wissse del
siglo XIII compara la masturbación con la lascivia “con otro o sin
otro” y “tocándole.
También existe la
masturbación femenina, pero ésta procura ser ocultada y los traductores de
textos omitían los pasajes que hacían referencia a la misma. A pesar de esto,
sí había un cierto morbo en conocer las relaciones lésbicas en los conventos.
Las mujeres monásticas se escribían consejos entre ellas, aunque no se
publicaron nunca por no ser consideradas de valor literario o teológico.
LA POSICIÓN DEL MISIONERO
El poder de la
Iglesia era tal en la Edad Media que imponía a sus feligreses como debían
practicar el sexo. La única posición natural para el sexo era la del misionero,
en la que el hombre se situaba encima de la mujer. Las otras posiciones
sexuales como que la mujer se colocara arriba del hombre o la llamada coito a
tergo, donde el hombre se sitúa detrás de la mujer, no era permitido, porque
según ellos se altera el rol de la pareja.
Por supuesto, el
coito anal y el sexo oral eran pecados porque su única finalidad era el placer
y no la reproducción.
LOS CONDONES Y
CONSOLADORES
Eran de lino o de
intestinos y vejigas de animales a los cuales se amarraban con un cordel y
podían ser usados muchas veces. Su finalidad no era tanto evitar los embarazos
sino como forma de protección contra las enfermedades sexuales,
fundamentalmente la sífilis, que hacía estragos en aquella época.
Como se puede
observar en la foto, era frecuente el uso de consoladores para uso femenino, e
incluso era usado por hombres cuando a estos les faltaba respuesta sexual en su
relación con sus esposas.
Las mujeres, que
utilizaran consoladores en forma de miembro viril, tendrían una penitencia de
un año a pan y agua. Si era el hombre el que usaba un instrumento para la
masturbación era condenado a cuarenta días de penitencia.
Cinturón de castidad
LA IMPOTENCIA
Cuando un hombre
no podía cumplir con sus obligaciones matrimoniales, un grupo de médicos le
examinaban el pene para evaluarlo y determinar sí será capaz de procrear. Si el
informe era negativo por encontrarse algún defecto y en consecuencia no podía
consumar el matrimonio, la pareja podía separarse legalmente.
EL CINTURÓN DE CASTIDAD
Era una especie de
calzón de hierro, que se cerraba con llave. Era colocado a mujeres para evitar
caer en tentaciones de infidelidad. A veces también se usaba por padres para
mantener vírgenes a sus hijas antes de casarse, pues cuando se cerraba el
candado era imposible que el hombre pudiera realizar el acto sexual.
Se dice que el
cinturón de castidad tenía dos llaves, una la tenía el padre o el marido y la
segunda un sacerdote, por si acaso le pasaba algo al marido o padre, la abriría
el sacerdote. Debemos decir que sobre el cinturón de castidad hay grandes
leyendas pero era un instrumento que impedía llevar una vida normal, pues
impedía andar y no se podía sentar. Además los metales producían con el tiempo
heridas profundas en la epidermis de la mujer que provocaba infecciones
vaginales y anales, las cuales podían provocar septicemias.
Además, desde el
punto de vista higiénico resultaba muy complicado. Se piensa que algunas veces
se utilizaron como defensa de la mujer para que no pudieran ser violadas.
EL DERECHO DE PERNADA
El derecho de
pernada es el derecho de los señores a tomar a sus siervas el día en que se
casaban. La vigencia, de esta ley no escrita, estuvo presente en España durante
la Edad Media. Era una práctica que no estaba recogida en ningún código legal,
pero estaba socialmente admitida, siendo una forma de imponer su poder a las
familias que eran dependientes de ellos. Aunque se desconoce su origen,
diversos estudios estiman que el derecho de pernada es una tradición de origen
germánico, donde el señor se reservaba el desflorar a la novia.
En la Península
Ibérica la “Prima Nocte” tiene su origen en la época goda,
convirtiéndose en habitual en la época de la reconquista. Alfonso II
incluyó en sus Fueros una ley, por la que estipulaba que las siervas se
encontraban fuera del derecho del señor. Alfonso X aprobó igualmente una multa
de 500 sueldos y la privación de cargos a quien osara a desflorar a la novia
antes del casamiento.
Existen teorías,
que indican que el derecho de pernada era algo simbólico, pero lo que no se
puede negar es que el abuso sexual sobre mujeres de escalas inferiores en la
sociedad era algo común. Este abuso no se daba únicamente en la noche de bodas,
sino que podía ser un abuso continuado, ante el cual los súbditos miraban hacia
otro lado debido a la superioridad del señor y al temor hacia el mismo. Había
casos en el que los padres o maridos ponían a disposición de su señor a su
mujer o hija, con el objetivo de conseguir algo a cambio.
En otros casos,
los siervos no tenían manera alguna de denunciar el abuso y la mujer debía
convivir con la deshonra. La situación se degradó hasta el punto, en el que los
soldados de las fortalezas, apoyados en el poder de su posición y la
representación del señor que ostentaban, violaban a las mujeres con total
impunidad.
Uno de los
factores que provocaban la ambigüedad legal del derecho de pernada fue que la
unión entre siervos no estuvo reconocida hasta el siglo XII, basándose esas
uniones en la conformidad de los padres y de la sociedad.
La importancia del
matrimonio radica en que éste es bendecido por Dios, tomando conciencia de su
significado los siervos, a la vez que un halo de dignidad nacía en ellos. Esa
dignidad hizo que se fueran oponiendo poco a poco a los que abusaban de
ellos. Algunas de estas rebeliones campesinas fueron de gran importancia,
como la de los Campesinos de Remesa en Cataluña en el siglo XV o en Castilla en
el XIV.
Como vemos, el
papel de la Iglesia ha sido totalmente represor con la sexualidad, siendo una
forma de control social por el temor a Dios y de paso, servir bien a las elites
gobernantes, fundamentalmente reyes y nobleza, dándose una simbiosis perfecta
entre poder e Iglesia.













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