Las
Saturnales, descubre el verdadero origen de la navidad
Hoy en día se acepta de forma general que la
navidad tuvo origen hace 2017 años y que se celebra para conmemorar el supuesto
nacimiento, la noche entre el 24 y el 25 de diciembre, de un hombre, llamado
Jesús de Nazaret, que para el Cristianismo era hijo de Dios y el mismo Dios a
un tiempo.
Esto no es cierto claro, y la realidad es mucho más
compleja e interesante y os invitamos a descubrirla.
El Solsticio de Invierno, el Sol renace.
Todo este lío de la navidad de repartir amor y
comprar y comer como si no hubiera un mañana, parte del fenómeno
astronómico del solsticio, del latín sol (‘Sol’) y sístere (‘permanecer
quieto’), de invierno, importantísimo para todas las culturas agrícolas y
que corresponde al instante en que la posición del Sol en el cielo se
encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste y que,
dependiendo de la correspondencia con el calendario, tiene lugar entre el 20 y
el 23 de diciembre. La noche del 24 de diciembre al 25 de diciembre en el
hemisferio norte, fue considerado como el solsticio de invierno desde la creación
del calendario juliano, introducido por Julio César en el año 46 a.C.
En este periodo las noches dejan de acortarse y los
días comienzan a ser cada vez un poco más largos. El Rey Sol ha renacido.
El significado o interpretación de este evento
astronómico ha variado en las distintas culturas del mundo, pero la mayoría de
ellas lo reconoce como un período de renovación y renacimiento, que conlleva
festivales, ferias, reuniones, rituales u otras celebraciones. ¿Por qué ocurría
esto?
El solsticio de invierno resultaba
inmensamente importante porque las comunidades humanas basadas en la
agricultura iban a ser privadas de muchas cosas durante el invierno para el que
se habían preparado durante los nueves meses anteriores. El hambre era común en
invierno, entre enero y abril, también conocida como «meses de la hambruna».
En los climas templados como el nuestro, el
festival de pleno invierno fue la última fiesta de celebración, antes del
comienzo del invierno. La mayoría de los animales eran sacrificados para no tener
que alimentarlos durante el invierno, por lo que prácticamente era el único
momento del año para el suministro de carne fresca disponible. La mayoría de
vino y cerveza durante la cosecha anual estaba finalmente fermentada y lista
para beber en este momento. ¡La fiesta estaba servida!
Las Saturnales, navidad y carnaval a un tiempo.
Las Saturnales (en latín Saturnalia) son unas
importantes fiestas romanas en honor Saturno, dios de la agricultura para
los romanos, y una figura que en la Roma primitiva era tan importante como
Júpiter. Como vimos anteriormente la raíz de la festividad es el Sosticio y el
calendario agrícola, por lo que las primeras se celebraban del 17 al 23 de
diciembre, a la luz de velas y antorchas, por el fin del período más oscuro del
año y el nacimiento del nuevo período de luz, o nacimiento del Sol Invictus, 25
de diciembre, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio
(solsticio de invierno). Probablemente las Saturnales fueran las fiestas de la
finalización de los trabajos del campo, celebrada tras la conclusión de la
siembra de invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia
campesina, incluidos los esclavos domésticos, tiempo para descansar del
esfuerzo cotidiano.
Restos del templo de Saturno en el foro romano
Finalmente, los romanos “oficializaron” las
Saturnalias alrededor del 217 a. C. para elevar la moral de los ciudadanos
después de una derrota militar sufrida ante los cartagineses en el lago
Trasimeno. Y oficialmente se
celebraba el día de la consagración del templo de
Saturno en el Foro romano, el 17 de diciembre, al pie de la colina del
Capitolio, la zona más sagrada de Roma, mediante sacrificios rituales, seguido
de un banquete público al que estaba invitado todo el mundo (lectisternium)
al grito multitudinario de «¡¡Io, Saturnalia!!».
Como decíamos, la fiesta comenzaba con un
sacrificio en el Templo de Saturno, en el Foro Romano, y un banquete público,
seguido por el intercambio de regalos, continuos festejos, y un ambiente de
carnaval en el que se producía una relajación de las normas sociales. El poeta
Catulo la llamó “el mejor de los días.”
Aunque oficialmente la fiesta era el 17, la
tradición (y las proverbiales ganas de cachondeo del romano medio) seguía
marcando la duración de los festejos del 17 al 23 de diciembre. Cesar incluso
las aumento dos días más, Calígula (gran fiestero) lo aumento otro al que llamo
día de la juventud y Domiciano lo estableció finalmente en un ciclo de
siete días constituyendo desde entonces hasta su prohibición con la llegada del
cristianismo en una de las feriae más importantes de Roma.
Eran Navidad y Carnaval a un mismo tiempo, siete
días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos. Los
romanos asociaban a Saturno, dios agrícola protector de sembrados y garante de
cosechas con el dios prehelénico Crono, que estuvo en activo durante la mítica
edad de oro de la tierra, cuando los hombres vivían felices, sin separaciones
sociales. Durante las Saturnales, los esclavos eran frecuentemente liberados de
sus obligaciones y sus papeles, en algunos casos, cambiados con los de sus
dueños.
En
las fiestas Saturnales, se decoraban las casas con plantas y se encendían velas
para celebrar la nueva venida de la luz (¿Nos suena todo esto?). Los romanos
amigos y familiares, se hacían regalos (en un principio, recordando a antiguos
rituales, velas o figurillas de barro) como los que se hacen en la fiesta de la
Navidad.
Posteriormente,
el nacimiento del Sol y su nuevo período de luz fueron sustituidos por la
Iglesia, quien hizo coincidir en esas fechas el nacimiento de Jesús de Nazaret
con el objetivo de acabar con las antiguas celebraciones. Gradualmente las
costumbres paganas pasaron al Día de Año Nuevo, siendo asimiladas finalmente
por la fiesta cristiana que hoy en día se conoce universalmente como el Día de
Navidad.
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El
origen pagano de la Navidad
¿Corresponde la Navidad a un hecho histórico?
¿Nació Jesucristo un 25 de diciembre? ¿Existieron los Reyes Magos? Estos y
otros enigmas rodean las fiestas más entrañables, cuyos orígenes, para mayor
paradoja, estarían en las festividades paganas que rendían culto al sol y en
los ritos de fecundidad
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/origenes-navidad_6901
El origen pagano de la navidad: culto
al sol y la fecundidad
La celebración
de la Navidad el 25
de diciembre es la cristianización de las fiestas paganas que conmemoraban el
solsticio de invierno en el hemisferio norte; como es el caso del Yule, de los celtas y nórdicos,
una fiesta invernal del norte de Europa que celebraba el nuevo ciclo quemando
troncos adornados con cintas. En el Yule o Jul se celebraba la Rueda del Año,
el comienzo del nuevo año. La rueda es un símbolo solar al que se pedía que
alejara el invierno, la muerte y trajera el sol, la vida.
En Persia el culto
al Dios Mitra, la
divinidad de la luz y los contratos sagrados, se celebraba el 25 de diciembre, ya que dicho Dios nació de una piedra en esa fecha
según cuenta la leyenda. El mitrísmo tenía
cosas en común con el cristianismo como el bautismo, la festividad del domingo, el agua bendita o la adoración de los pastores en el
nacimiento de su Dios.
Los griegos
identificaron a Mitra con el Dios solar Helio y fueron los responsables de la
expansión de su culto. En la religión
romana, el sol era una antigua divinidad cuyo culto era muy modesto y que
protegía a los agricultores, se celebraba el día 9 de agosto. Pero fue tomando importancia por la influencia de las
religiones orientales como el citado culto a Mitra. Pero es en la época de los emperadores Heliogábalo (c.
204-222) y Aureliano (c. 212-275) cuando estos cultos fueron asumiendo a otras
divinidades y adquirieron mayor relevancia, no en vano Heliogábalo fue sacerdote del Dios Sol en
Emesa, la actual Homs, al oeste de Siria. Fueron estos emperadores los que fijaron el 25 de
diciembre como Natalis Solis
Invicti, nacimiento del
Sol Invicto.
En Egipto, el 6 de
enero se honraba el nacimiento de Osiris, Dios de la
vegetación y que muere y renace constantemente y rige en el inframundo de los
muertos. Pero como padre de Horus Dios de la luz, tiene una simbología de
renacimiento. La fiesta pagana
más cercana a las celebraciones navideñas occidentales fueron las Saturnales
romanas dedicadas al Dios Saturno. Aunque
comenzó durando un sólo
día, los sucesivos emperadores fueron añadiendo días hasta que, con Domiciano
(51-96), se unieron con los Sigilaría y duraban del 17 al 23 de diciembre. Se daba la libertad a algunos esclavos que se sentaban
a la mesa de sus señores, se aplazaban ejecuciones y operaciones militares y se
realizaban banquetes públicos donde se intercambiaban regalos.
Poco a poco la fiesta
se fue desenfrenando y en nuestros días la palabra saturnal se aplica a orgías
y fiestas sin control. En la primera
mitad del siglo IV, la Natividad y la Epifanía se celebraban juntas, el 6 de
enero en las iglesias Orientales y el 25 de diciembre en la iglesia de Roma.
Asimiladas estas fiestas por la navidad cristiana, empezaron a celebrarse por
separado.
Los Reyes Magos y la navidad
La fiesta de la
Epifanía del 6 de enero es más antigua que la propia Navidad. Aunque no es el
objeto de este trabajo profundizar en sus orígenes, si que vamos a tratar sobre
los Reyes Magos y el rito de las ofrendas convertido hoy en la tradición de los
regalos de Navidad. Personajes que reparten regalos en Navidad y Año Nuevo, los
encontramos en diversas culturas y leyendas locales, son el caso de Tomte, el
espíritu nórdico que reparte regalos entre los niños. La bruja Befana que hace
lo propio con los niños italianos; los gnomos; el Sinter Klaas holandés; el
Father Christmas británico; el Rey Sagrado; el Dios céltico del Año Viejo…
Sobre los Magos de Oriente, sólo en el Evangelio canónico de san Mateo se habla
de ellos: “Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes,
llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos…” (Mt. 2,1). Es desde los
Evangelios apócrifos de donde nos llega a la tradición cristiana de la
adoración de los reyes y otros aspectos del nacimiento de Jesús. Pero en el
citado Evangelio, como en el apócrifo Proto-Evangelio de Santiago, no se dicen
los nombres, ni el número ni de qué territorios eran reyes.
Durante los
primeros siglos estos personajes sólo eran magos, el término griego magoi se
aplicaba en aquellos tiempos a ocultistas, astrólogos o a los augures
sacerdotales de la religión zoroástrica. Precisamente en el apócrifo Evangelio
Árabe de la Infancia se habla de las profecías de Zoroastro (Zaratustra) sobre
el nacimiento de un Mesías nacido de una virgen. El creciente desprestigio del
concepto de mago en aquellas épocas, la magia está prohibida en los textos
bíblicos, hizo que se cambiara lo de mago por Reyes de Oriente y, sus gorros
frigios de astrólogos y sacerdotes de Mitra, se tornaran coronas. Tertuliano
(c.160-220) ya les da el apelativo de reyes en uno de sus textos de la forma
siguiente: “Nam et Mago reges habuit fere Oriens”. Aquí se nos plantea otro de
los misterios que rodean a estos personajes, su lugar de origen. El vocablo
mogu es persa y significa astrólogo y es en Persia donde se fundó el
zoroastrismo. Otros comentaristas bíblicos los sitúan en Babilonia donde la
astrología tenía gran predicamento y la presencia de una numerosa colonia judía
podrían haber enseñado a estos nobles los vaticinios mesiánicos. Más antigua es
la hipótesis de que procedían de Arabia o el desierto de Siria; esta teoría se
apoya en los presentes que eran propios de Arabia, y en los dromedarios o
camellos que utilizaban las caravanas árabes.
En la cuestión de
los nombres de los Reyes Magos tampoco hay unanimidad. Los griegos los llamaban
Apellicon, Amerim y Serakin; los sirios Kagpha, Badalilma y Badadakharida; los
etíopes Ator, Sater y Paratoras, etcétera. Los nombres con los que los
conocemos en España, aparecen por vez primera en el siglo VI en un mosaico
bizantino encontrado en Rávena (Italia) con la leyenda: “Veneradísimos,
Balthassar, Melchior y Gaspar”. Se nos presentan con la imagen con la que han
llegado a nuestros días salvo en una cosa, Baltasar no es negro. El Santo
inglés Beda el Venerable (c.673-735) hace una descripción de los reyes y el
significado de sus presentes y describe a Baltasar como de tez morena pero no
negro. Baltasar no fue negro hasta el siglo XVI, las necesidades ecuménicas de
la iglesia así lo marcaron. Para ello se identificó a los Reyes Magos con los
tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet que, según el Antiguo Testamento,
representaban a las razas humanas que poblaban el mundo, los europeos, los
asiáticos y los africanos. La iconografía popular siguió añadiendo rasgos
distintos a los reyes y los hay chinos, japoneses… En Portugal se representa a
Baltasar como un indio amazónico.
Sobre el número de
los magos tampoco se dice nada en los Evangelios Canónicos, aunque Mateo sólo
cita tres presentes. En la iglesia copta de Egipto llegaron a ser sesenta, en
Siria y Armenia eran doce como los apóstoles y las doce tribus de Israel. En
las catacumbas romanas en los siglos III y IV se les representaban como dos o
cuatro. Orígenes (c.185- c. 254) cita tres y este número es el que ha
prevalecido hasta hoy. Desde el siglo V, en occidente, se celebra la adoración
de los Magos el 6 de enero, cuyas supuestas reliquias se conservan en la
catedral de Colonia (Alemania). La costumbre de traer juguetes a los niños es
reciente, del siglo XIX.
La
estrella de Belén
“Después de oír al
rey, se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente les precedía, hasta
que, llegada encima del lugar en que estaba el niño, se detuvo.” (Mt. 2,9). De
esta forma nos indica san Mateo la aparición de la estrella de Belén en su
Evangelio, en el de san Lucas no hay ninguna referencia a dicho fenómeno. Los
comentaristas de la Biblia dicen que Dios hizo uso de las creencias
supersticiosas (la astrología) de los Magos para guiarlos a Belén y son muchos
los que buscan un hecho histórico que explique y sustente el mito. En aquella
época, las creencias populares daban a los fenómenos astronómicos un poder
profético que auguraba acontecimientos como guerras, cambios sucesorios,
nacimientos de reyes o catástrofes. Quizá los textos bíblicos se refieren a las
creencias de los Magos en las profecías que hablaban de la llegada de un mesías
más que a un fenómeno concreto, ya que es muy raro que un fenómeno tan
espectacular, sólo fuera recogido por uno de los evangelistas.
Los chinos y los
babilonios tenían registros de cometas y novas y ninguno coincide con los años
8 a. C. y el 4 a. C. La diferencia de calendarios de unos y otros, el de Roma y
el nuestro basado en el nacimiento de Jesús, hace el asunto harto difícil. El pintor
Giotto representó la estrella con una gran cola de cometa, los chinos sí tenían
registrado el paso del cometa Halley en el año 11 a. C., pero esto es muy
anterior a los hechos que nos ocupan. El astrónomo Johanes Kepler, en 1606,
propuso una teoría al observar una supernova, coincidiendo con la conjunción de
los planetas Marte, Júpiter y Saturno; entre estos dos últimos, apareció la
supernova. Después de complicados cálculos, Kepler constató que la conjunción
de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por
Piscis, sucedió en febrero del año 7 a. C., un fenómeno que los astrólogos
babilonios conocían y que quizá inspiró al escritor bíblico para enfatizar la
profecía sobre la llegada del nuevo Rey. La era y la constelación de Piscis
están relacionadas con acontecimientos bíblicos como el rescate de las aguas de
Moisés y, el pez, es un símbolo cristiano. El dibujo de un esquemático pez era
una forma secreta de reconocerse entre los primitivos cristianos. Pez es Ichtus en
griego, cuyas iniciales forman Iesous Christos Theou Uios Soter (Jesús
Cristo, de Dios hijo, Salvador).
El pesebre de la navidad
Es en la Edad
Media, cuando se incorporan a la fiesta de la Navidad tradiciones como los
banquetes, los villancicos y la confección de belenes o pesebres. La
iconografía popular que representa la adoración del niño Jesús en un establo
con su pesebre, la mula y el buey, los pastores…, es consecuencia de las
pinturas y tallas de unos artistas que se inspiraron en las descripciones de los
Evangelios apócrifos, principalmente en el conocido como Pseudo Mateo. La
iglesia se limita a seguir la tradición popular a pesar que la Biblia no dice
nada sobre la mayoría de los elementos y símbolos que forman los pesebres que
se montan en estas fiestas. Aunque el asno y el buey se citan en Isaías (1,3) y
en Habacuc (3,2 versión “Itala”). En el año de 1223, san Francisco de Asís
escenificó el nacimiento de Cristo en una cueva de la pequeña población de
Rieti (Italia) con campesinos del lugar y el permiso del Papa Honorio III. Las
figuritas de Belén más antiguas que se conocen, datan de 1252 y estaban en el
monasterio alemán de Fussen. Aunque otros autores creen que el primer pesebre
realizado con figuritas de barro, se hizo en Nápoles a finales del siglo XV.
Fue Carlos III quién importó de Italia la costumbre de construir belenes con
figuritas de porcelana que se hacía traer desde Nápoles. Pronto se extendió por
España esta tradición que los franciscanos exportaron a América. Durante el
siglo XVIII, los pesebres realizados con figuritas de porcelana napolitana,
fueron un objeto de lujo entre la burguesía.
Curiosidades
de la navidad
Navidad prohibida
Que en su origen
la Navidad estuviera asociada a ritos paganos con dioses, héroes y sus
historias de nacimiento, muerte y resurrección, hizo que los más ortodoxos
rechazaran estas celebraciones, unos por sus aspectos paganos y otros por sus
aspectos católicos, también estaban los simples aguafiestas. Los puritanos
ingleses que colonizaron la ciudad de Boston en 1630, llegaron a declarar
ilegal la Navidad. En el mismo sentido, el parlamento inglés prohibió por
decreto las navidades en 1644 por su carácter de “regodeo carnal”. Se llegaron
a requisar banquetes “ilícitos” que, seguramente, iban destinados a aumentar la
gula de las autoridades confiscadoras. Bajo la regencia de Carlos II, en 1660
se restauraron. En ese mismo siglo y por espacio de dieciséis años, era una
circunstancia agravante cometer un delito durante dichas fechas.
Los druidas, con el muérdago y la iglesia, con acebo
El muérdago es una
planta semiparásita siempre verde que vive en los troncos de los árboles. Es un
elemento presente en la ornamentación navideña y, en algunos países, tiene sus
propias tradiciones. En Inglaterra preside la mesa de Año Nuevo, se cuelga del
techo y según la tradición, la dama que se sitúa debajo puede ser besada por el
galán que este presto y atento. En muchos países, entre ellos España, el
muérdago se regala para desear buena suerte. Según la tradición debe situarse
cerca de la puerta para alejar el mal fario y quemarse al año siguiente y
sustituirlo por otro nuevo que debe ser siempre regalado y nunca comprado para
uno mismo. El muérdago fue objeto de culto entre los antiguos galos y celtas y
se le atribuían poderes mágicos y propiedades curativas, sobre todo la parte
carnosa de sus bayas que era utilizada para emplastos y para cazar pájaros,
cerrando así un ciclo porque, los pájaros, se alimentan de él y sus excrementos
lo ayudan a crecer. Los druidas los recolectaban en diciembre para utilizarlo
en sus ritos de fertilidad ya que representaba la regeneración, la masculinidad
y la restauración del hogar. Para recoger el muérdago del roble sagrado,
primero había que pedir permiso a la planta, hacerlo cuando la luna tenía seis
días y cortarlo de un sólo tajo con una hoz de oro, era imprescindible que la
planta no cayera al suelo. Su origen legendario la sitúa fuera del cielo y de
la tierra, ya que sus raíces no tocan tierra y necesita ayuda para sostenerse
en el aire. El color amarillo de sus ramas secas, se creía que era un catalizador
para la búsqueda de tesoros ocultos.
Al contrario que
el muérdago, el acebo es un símbolo de feminidad y su uso como planta
ornamental navideña se atribuye a la iglesia católica, en un intento de
contrarrestar la tradición del muérdago, demasiado asociado a los cultos
paganos. Pero como en el caso del muérdago, el verdor de las hojas del acebo y
sus bayas rojas, eran símbolo de fertilidad en la parte oscura y fría del año.
El verde simboliza la tierra y el rojo el nacimiento y, junto con el blanco, son
los colores druídicos por excelencia, por ello esta planta también fue
utilizada por los celtas en sus rituales del solsticio.
La imagen de San José
Las primitivas
representaciones de san José, lo mostraban como un joven fuerte y sin barba. El
creciente culto a la Virgen María, no sólo le dio un papel secundario en la
iconografía, sino que lo fue envejeciendo paulatinamente hasta presentarlo como
un anciano venerable. De esta forma se pretendía disipar cualquier sospecha
sobre la virginidad de María, “virgen antes, durante y después del parto”, como
señalan los dogmas marianos.
El cuarto Rey Mago
Esta es una
leyenda muy antigua que se difundió por Europa y que narra las peripecias de
Artabán, el cuarto Rey Mago. Al parecer, este personaje tenía la particularidad
de llegar tarde a sus citas. Así lo hizo a la que tenía con los otros tres
magos en el templo de Borsippa en Babilonia, problemas con su cabalgadura y su
sentido de buen samaritano, le hicieron entretenerse para ayudar a un caminante
que se había topado con unos bandoleros y sus compañeros partieron sin él. Su
mala suerte le hizo llegar a Belén cuando la Sagrada Familia ya había partido
hacía Egipto y los siguió incluso hasta Matarich sin encontrarlos. Durante
treinta y tres años estuvo este hombre buscando al Mesías cuando por fin lo
localizó en Jerusalén iniciado el Vía Crucis, pero un soldado romano le impidió
el paso al Calvario. No obstante esta leyenda tiene un final feliz, como premio
a sus esfuerzos por encontrarse con Jesús, se le apareció después de la
resurrección. ¿Quizá este mago portaba el cuarto y misterioso presente que se
cita en apócrifo Evangelio Armenio de la Infancia como el Libro de Seth?
Fecha del nacimiento de Jesús
El 25 de diciembre
se celebra la natividad de Jesucristo, pero… ¿nació Jesús un 25 de diciembre
del año 1 de nuestra era? Todo parece apuntar a que no, y que la fijación del
25 de diciembre es una convención que no corresponde a ningún hecho histórico,
la propia iglesia católica asume que dicha fecha es simbólica. Es en el primer
Concilio de Nicea del año 325 donde se declara oficialmente la divinidad de
Cristo ya que el Padre y el Hijo son lo mismo, fijándose el natalicio de Jesús
durante el solsticio de invierno. Es en el calendario litúrgico conocido como
Cronógrafo del 354 y compilado por Firius Dionisius Philocalus donde aparece
por vez primera el 25 de diciembre como fecha del Natalis
Invicti. Al principio se celebraban la Navidad y la Epifanía
juntas, ya que se consideraba que Jesús nació y fue bautizado el 6 de enero,
tradición que aún se conserva en algunas culturas. Luego se hizo coincidir la
celebración del nacimiento de Jesús con los ritos paganos de adoración del Sol
y de la luz que se realizaban en diciembre. Como recoge Pepe Rodríguez en su
libro, en el siglo II, los cristianos sólo celebraban la Pascua de
Resurrección, desconocían la fecha del nacimiento de Cristo y les parecía irrelevante.
Durante el papado (del 236 al 250) de san Fabián, fue sacrílego intentar
siquiera determinar dicha fecha, en aquellas épocas los teólogos se afanaban
por celebrar el natalicio de Jesús totalmente diferenciado de otras fiestas
paganas. Para ello, y basándose en los Evangelios, propusieron fechas tan
dispares como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril…, el Papa
Fabián terminó con tanta especulación de una forma expeditiva.
Pero entonces…
¿cuándo nació Jesús? Pues los datos nos indican que Jesucristo no nació el año
1 de la Era Cristiana, y que si seguimos el calendario cristiano, Jesús nació
“antes de Cristo”. El error es el resultado de los cálculos hechos en el siglo
VI por el monje Dionisio el Exiguo. Al hacer el cómputo del año primero de
nuestra era, no tuvo en cuenta el número cero e hizo coincidir el nacimiento de
Cristo con el año de la fundación de Roma en el 754. El historiador Flavio
Josefo nos dice que Herodes murió después de un eclipse en la noche del 12 al
13 de marzo, un mes antes de la Pascua Judía. En el año 750 hubo un eclipse que
coincide punto por punto con el relato de Josefo, por lo que, de momento, ya
hay cuatro años de diferencia. De los cuatro Evangelios Canónicos, sólo los de
san Mateo y san Lucas nos hablan muy someramente del nacimiento del Mesías.
Como apunte, recordemos que Jesús no fue ni el primero ni el último en recibir
el nombre de mesías, ya que este nombre se daba a algunos líderes de los
zelotes que se oponían a la dominación romana y tenía un componente político,
religioso y militar. Pero siguiendo en el asunto que nos ocupa, los otros dos
Evangelios, los de san Marcos y san Juan, nos presentan a un Jesús ya adulto.
Mateo sitúa el nacimiento de Jesús en los días del rey Herodes el Grande y,
como citamos más arriba, dicho rey ya había muerto cuando se dice que nació
Cristo en el calendario occidental.
Lucas nos habla
del edicto de César Augusto para que se empadronasen todos los judíos en su
ciudad natal y de que Cirino era gobernador de Siria. Los censos tributarios
realizados por Augusto fueron tres, uno en el año 28 a. C., otro en el 8 a. C.
y el último en el 14 d. C. Por otra parte sabemos que Cirino fue gobernador no
antes del 6 d. C., aunque desempeñó cargos desde los años 6 y 5 a. C. y quizá
sea a estos cargos a los que se refiere Lucas. En definitiva, vemos que Mateo
nos da una fecha para la natividad entre el 7 a. C. y el 5 a. C. Lucas da un
margen más grande, del 8 a. C. al 14 d. C. El investigador del Instituto de
Astrofísica de Canarias, Mark Kidger, cree posible la fecha del 5 a. C., como
año del nacimiento de Jesús. Otros sitúan el margen entre el año 8 y 6 de
nuestra era. En lo que sí coinciden muchos investigadores es que esto ocurrió
en la primavera o el verano, y no en una fría noche de diciembre cuando los
pastores no realizaban sus labores en el campo y, según el Talmud, era el
periodo del parto de las ovejas y los corrales estaban cerrados.
Papá Noel
La figura de Papá
Noel es mucho más reciente y entronca con el acusado sentido comercial que hoy
tienen estas fiestas. Aunque el mito se asienta en la figura medieval de san
Nicolás de Bari (c. 305-345) y en diferentes tradiciones locales de origen
multicultural, la figura de Papá Noel tal y como la conocemos data del siglo
XIX y XX. De la vida de san Nicolás se conoce poco y los relatos de sus hazañas
no tienen base histórica y se mueven en el campo de la leyenda, se cree que
nació en Patara, antiguo distrito de Licia en la actual Turquía. Posiblemente
asistió al Concilio de Nicea, pero su leyenda se acrecentó cuando unos
marineros robaron sus restos de Myra (Asia Menor) y los trasladaron a la ciudad
italiana de Bari donde las reliquias adquirieron fama de milagrosas. Una de las
leyendas, nos cuenta como el santo ayudó a tres hermanas cuyo padre, arruinado,
no podía darles su dote para casarse. San Nicolás, a escondidas, depositaba
monedas de oro en los calcetines que las jóvenes ponían en la chimenea para
secarse. Una noche fue sorprendido por la más pequeña y de ahí se extendió la
fama de benefactor del santo. Los vikingos lo tenían como su santo protector y
es el patrón de Rusia, Grecia y Turquía. Es en el siglo XIII cuando la
tradición de san Nicolás se extendió por los Países Bajos y fue nombrado
protector de Ámsterdam. En el siglo XVII se instauró la tradición de que el
santo llegaba en un barco llamado Spanje (España) acompañado por Zwarte Piet
(Pedro el negro) con unos sacos llenos de regalos para los niños holandeses.
Una vez vaciados los sacos eran llenados con los niños malos que eran traídos a
España, en aquella época, un destino terrible dado la enemistad que existía
entre los dos países.
Fueron los colonos
holandeses los que llevaron estas tradiciones a Nueva Ámsterdam (la actual
Nueva York). Las descripciones de Washington Irving en su Historia de Nueva
York de 1809 y las de un poema de 1823 debido a la pluma del profesor de
estudios bíblicos Clement C. Moore fueron perfilando la imagen del gordinflón
barbudo y vestido de rojo con los que Papá Noel o Santa Claus es conocido. El dibujante
de la revista Harper’s, Yule,
le añadió varios detalles al mito como su taller en el Polo Norte y el traje de
pieles, rojo y blanco. Sería en 1931 cuando la Coca-Cola adaptaría el personaje
para su campaña de Navidad de aquel año. El dibujante Habdon Sundblon le dio la
definitiva imagen que hoy conocemos. Curiosamente, la tradición de san Nicolás
volvió a la vieja Europa desde la que había partido.
El árbol de navidad
En centroeuropea y
norte de España existió desde muy antiguo un culto al árbol y al bosque en
general. La dendrología tiene diversos orígenes, uno de ellos de clara
influencia celta, pero su culto no era sólo religioso, también tenía un
significado en la vida social, política y legal. El roble era el árbol sagrado
entre los celtas, el “Árbol del Solsticio” por excelencia que era adornado con
manzanas y otras ofrendas. Y sus troncos eran quemados en diciembre para que
cuidara los hogares con su fuego sagrado y guiara a los espíritus de los
familiares fallecidos en su vuelta a casa. Este rito se conserva hoy día en los
Pirineos aragoneses con la tradición de La Tronca, El Tió catalán o El Cepo de
Nadal gallego, por citar sólo unos cuantos. Sus cenizas servían para fertilizar
los campos, curar heridas del ganado y como talismán benéfico contra toda clase
de sortilegios. En el Antiguo Testamento también se habla de los árboles
sagrados que eran utilizados para celebrar juicios y reuniones bajo sus copas.
Los romanos colgaban máscaras del Dios Baco en los pinos en sus ritos de
fertilidad.
Curiosamente, son
muchos los que creen que la tradición de adornar los árboles en Navidad es una
costumbre moderna y lejana de nuestras tradiciones populares, lejos de ello,
los ritos y tradiciones botánicas navideñas se pierden en la noche de los
tiempos de la vieja Europa y son más antiguos que la propia tradición del
pesebre. Lo que pasa es que, aunque los ritos son ancestrales, la documentación
sobre el árbol de Navidad es mucho más reciente que la que se refiere al
pesebre. En Alemania y Suecia son los protestantes los que potencian el árbol
en contra del Belén, incluso se llegaron a inventar leyendas sobre el árbol con
el propio Martín Lutero como protagonista. Aunque en la propia Alemania
coexistieron el árbol de Navidad y el Belén durante mucho tiempo.
En obras
literarias como las que conforman el círculo artúrico y en romances bretones
muy antiguos se describen árboles adornados con luminarias, estrellas y
coronados con un niño Jesús simbolizando el Sol. Charles Dickens en su primera
novela Las Aventuras de Pickwick de 1837 no habla del árbol en su descripción
de una Navidad campesina, pero en 1869 en sus Nuevas Historias de Navidad hace
un prólogo con un ensayo sobre esta tradición. Goethe en Werther habla de un
árbol adornado con golosinas y las figuras del pesebre colgando que el
protagonista vio en 1765 en la ciudad alemana de Leipzig.
Los primeros
documentos que nos hablan del árbol de Navidad están fechados en los siglos XVI
y XVII en Alsacia como nos indica Néstor Luján en un trabajo sobre este
particular. Pero será en el siglo XVIII cuando la tradición se consolide en
Estrasburgo y se extienda por Alemania. A Inglaterra llegó el árbol al palacio
de Buckingham de mano de la reina Carlota, esposa de Jorge III. Desde entonces,
aún se conserva la tradición en la que la ciudad de Oslo envía un abeto
navideño a Londres para plantarlo en Trafalgar Square. Según nos sigue contando
Luján, aunque en Alsacia el árbol navideño era una tradición muy antigua, en
París no se conocía hasta que una española, la emperatriz Eugenia de Montijo y
su esposo Napoleón III, lo pusieron de moda.
El árbol de las
tradiciones germánicas y escandinavas se popularizó en el siglo XIX en
Inglaterra, los inmigrantes protestantes llevaron la tradición a Estados Unidos
y luego, como tantas otras cosas, volvieron estas costumbres a la vieja Europa
aumentadas. En España es relativamente moderna la tradición del árbol, como lo
son los adornos que los guarnecen, antiguamente estos adornos eran ofrendas
como manzanas, galletas con forma de figuras, flores, lazos y velas como
símbolo de la luz del solsticio para unos, o de la luz divina para otros.
https://www.revistarambla.com/el-origen-pagano-de-la-navidad/
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!
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