LA BATALLA DE LOS ALPORCHONES
A finales del año 1451 el rey
moro de Granada envió una fuerza de unos 2.400 hombres para hacer una incursión
por el Reino de Murcia, con el objetivo habitual de estas
incursiones; Robar, matar, quemar y secuestrar cristianos (especialmente
mujeres y niños). La horda musulmana irrumpió en Murcia aprovechando las tensiones existentes en el
reino castellano en aquel momento, en la navidad de 1451. Era una incursión de
las tantas que frecuentemente el reino nazarí enviaba por la región, la
anterior había sido tan solo unos meses atrás, en septiembre. Pero en esta
ocasión, era algo más que una breve y rápida incursión, la osadía y ambición de
los moros no parecía tener límites y durante tres meses estuvieron sembrando el
terror en el Reino castellano de Murcia.
Los moros habían arrasado las
poblaciones de Pulpí, Puerto de los Peines, Corvera, El
Escobar, Campo Nubla, Rincón de San Ginés, Pinatar, Cartagena y Orihuela.
A principios de marzo decidieron poner fin a su exitosa campaña de rapiña y
regresar a Granada, llevando entre su botín
unas 40.000 cabezas de ganado y un centenar de cautivos cristianos para ser
vendidos como esclavos en Granada y África.
Uno de los caballeros más
importantes del Reino de Murcia era por aquel
entonces Alonso Fajardo, El Bravo. Señor
de Caravaca de la Cruz y alcalde de Lorca, población que
el mismo había reconquistado a los moros encabezando una arriesgada escalada a
los muros del imponente castillo y una cruenta batalla calle por calle a
posterior. También había encabezado otras reconquistas, siendo las de Cartagena y Mojácar las más
importantes y en las que más se destacó, ganándose el sobrenombre de El Bravo. Era pues, un auténtico hombre de
frontera, un hombre de armas valiente que en vez de hacerse vasallo del rey
moro de Granada, prefería presentar batalla aun en inferioridad.
Además, era un hombre que no solo destacaba en las armas, también manejaba con
soltura la pluma, prueba de ello son algunas cartas enviadas a los reyes de
Castilla Juan II y Enrique IV,
conservadas en el Archivo de Simancas.
Yo, Yo señor, combatí a Lorca y la entré por fuerza de
armas, y la gané y tuve; adonde se prendieron doscientos moros, y hube gran
cabalgada, ropa, bestias y ganado... Yo gané a Mojácar, donde se
hicieron tan grandes hechos de armas que las calles corrían sangre... Yo descerqué el castillo de Cartagena,
que vos tenían en toda perdición.
Carta de Fajardo el Bravo al Rey de
Castilla Enrique IV. 20 de Agosto de 1458
Para muchos historiadores
locales y nacionales, anteriores y actuales, Fajardo el Bravo es
un caballero de la Baja Edad Media pero uno de los primeros hombres del
Renacimiento. No vamos a ahondar en ese tema ahora, pero a colación, es este
punto idóneo para recordar el Romance de Fajardo y el juego
de Ajedrez, un eco literario de aquellos tan de moda durante la
llamada Guerra de Granada de mediados del siglo XV y que
servían a modo de crónica. En este, una imaginaria partida de ajedrez
entre Fajardo el Bravo y el rey moro de
Granada, relata parte de esa guerra que disputaron ambos:
Jugando estaba el rey moro / al ajedrez
un día
con aquel buen Fajardo / con amor que
le tenía.
Fajardo jugaba a Lorca / y el rey moro
a Almería.
Jaque le dio con el roque / el alférez
le prendía.
A grandes voces dice el moro / La villa
de Lorca es mía.
Allí hablara Fajardo / bien oiréis lo
que diría:
Cállese, cállese, señor rey / no toméis
la tal porfía
que aunque me la ganases / ella no se
te daría
caballeros tengo dentro / que la
defenderían
Literatura aparte, las crónicas
de la época, nos cuenta que enterado Fajardo el Bravo de
la incursión moruna pidió ayuda militar al rey de Castilla y a otros señores de Murcia. El rey castellano, enzarzado en otras disputas
interiores, no le envió ninguna y otros muchos del reino tampoco, pues
tenía Fajardo muchas enemistades dentro del reino. Si
recibió ayuda de la ciudad de Murcia; 70
caballeros y 500 soldados; de Caravaca acudieron
200 caballeros y 400 soldados; de Aledo 7 hombres
a caballo y 15 soldados. En total, según la Casa de Los Fajardo,
en Lorca se concentraron 270 hombres a caballo y
1.000 de a pie. Poco en comparación con los moros que sumaban 1.270 a caballo y
1.000 soldados, una importante inferioridad numérica en la caballería (tan
determinante en aquellos tiempos) que no restó determinación a El Bravo.
Al mismo tiempo que intentaba
reunir el ejército, Fajardo desplegó
por el territorio un discreto y eficaz servicio de información que le tenía al
tanto de los movimientos de los moros en su incursión por el Reino de Murcia y gracias a ello tuvo noticias que
en el camino de regreso a Granada, los moros
iban a pasar por Lorca y, aunque sin intención de asaltar la ciudad debido a
que el imponente castillo era un hueso duro para el ejército moro, más
preparado para el ataque rápido y no para organizar un asedio, si querían los
moros pasar por allí con su botín ante las narices de Fajardo y de la población de Lorca a modo de desafío, chulería ó vacile, como
lo quiera interpretar el lector. Sin duda, aquel debió ser el único error de
los moros durante los tres meses de tropelías por Murcia.
Enterado de esto Fajardo, comprendió que la ocasión era perfecta para
esperar a las puertas de casa al enemigo y que no haría falta salir del pueblo
para encontrarse con los moros, pues en esta ocasión “Mahoma iba a la montaña”. Así pues, congregó a sus
fuerzas en Lorca y esperó. El lugar
elegido para el ataque inesperado sería en un lugar de las cercanías de Lorca
llamado Los Alporchones, un campo abierto en ligera inclinación
que favorecía la posición de los murcianos.
Castillo de Lorca
El 17 de marzo del año 1452
los moros llegaron a Lorca con la
idea de un paseo triunfal creyendo que a los asustados habitantes no les iba a
quedar más remedio que contemplar resignados desde las almenas la “comitiva”
que les iba a restregar impunidad y un gran botín de ganado y cautivos.
Los hombres de Fajardo atacaron; dos veces rompieron las líneas
de los moros y dos veces los moros se recuperaron y reorganizaron. No eran moco
de pavo, eran excelentes guerreros dirigidos por los mejores militares de Granada y con superioridad en la caballería. Fajardo, curtido en mil batallas, supo entonces
interpretar la situación y comprendió que la única posibilidad para la victoria
era descabezar aquel ejército, por lo que encomendó a sus más cercanos y
experimentados caballeros que tenían que abrirse camino entre los moriscos para
entablar lucha personal contra los principales mandos del enemigo. Parece el
guion de una película pero es historia. Fajardo el Bravo logró
llegar hasta Malik-Al abbed (que así se llamaba el capitán de los moros) y tras
un breve intercambio de espadazos, logró desequilibrar al moro que cayó con el
caballo enganchado a la silla de montar, Fajardo bajó de
su caballo y sujetó al moro, hasta que otros soldados murcianos llegaron y
sacaron preso de la batalla al moro principal… No es una película, es historia
real.
La batalla continuó pero los
moros ya habían perdido la capacidad de recomponerse que habían mostrado en las
dos anteriores ocasiones. En desorden comenzaron a retirarse dejando atrás a
sus principales capitanes, 800 muertos, 400 apresados, el botín y los
cristianos que habían apresado. Durante el apresurado camino de regreso a
Granada, fueron constantemente perseguidos por los murcianos y de los 2.400 que
habían entrado en el Reino de Murcia,
solo consiguieron volver a Granada 300. Las bajas castellanas fueron 40 muertos
y algo más de 200 heridos.
No fue una gran batalla
respecto al número total de combatientes pero tampoco fue pelea de cuatro y tuvo importantes consecuencias.
Ya no hubo más incursiones morunas en Murcia, aquella fue
la última. En Lorca los moros perdieron
importantes señores y guerreros, unos estaban presos y otros muertos. Con la
pérdida de aquellos hombres, conocedores de los caminos y posibilidades de las
poblaciones del Reino de Murcia, expertos en
incursiones y (seguramente) diseñadores de una red clandestina de información,
Granada perdió la capacidad organizativa para continuar sus embestidas contra
el Reino de Murcia. Lorca, justo en la frontera, quedaba
muy cerca pero a la vez muy lejos de Granada.
En la anteriormente mencionada
carta que Fajardo el Bravo escribió
al entonces rey de Castilla Enrique IV, años
después, en 1458, el propio Fajardo le recordaba al rey su victorioso ataque a
los moros:
En acrecentamiento de vuestra Corona
Real, yo señor peleé con la gente de la casa de Granada, que eran mil y
doscientos caballeros y seiscientos peones, y llevaba yo doscientos y setenta
de a caballo y mil peones, y con la ayuda de Dios y ventura vuestra los vencí,
murieron ochocientos caballeros, y entre ellos nueve caudillos, y fueron presos
cuatrocientos moros, de que la casa de Granada se destruyó; por cuya causa
están los moros en el trabajo que vuestra señoría sabe...
Yo, como el negocio era tan grande,
requerí, primero que fuese, a Murcia, Almería y otros lugares que me ayudasen y
no quisieron; y requerí a vuestra señoría que me mandase dar doscientos de a
caballo y no se me dieron; en fin, en aquel hecho hice lo que pude.
Carta
de Fajardo el Bravo a Enrique IV de Castilla. 20 de agosto de 1458
La que fue llamada Batalla de los Alporchones también tuvo su propio
Romance aunque en esta ocasión no se menciona a Fajardo el Bravo y si al señor
de Aledo, lo cual nos hace pensar que fue pagado por el. Dice así:
allá en Granada la rica / instrumentos oí tocar
en la calle de Gomeles / a la puerta de Abidbar
el cual es moro valiente / y muy fuerte capitán.
Manda juntar muchos moros / bien diestros en pelear
porque en el campo de Lorca / se determina de
entrar.
En campos de Cartagena / con furor fueron a entrar,
cautivan muchos cristianos / que era cosa de
espantar.
Todo lo corren los moros / sin nada se les quedar.
Al-Abbed , como es valiente / por Lorca quería
pasar,
por tenerla muy en poco / y por hacerle pesar.
Y así con toda su gente / comenzaron de marchar.
Lorca y Murcia lo supieron / luego los va a buscar
y el comendador de Aledo / que Lisón suele llamar,
Junto de los Alporchones / allí los van a alcanzar.
Otra consecuencia importante,
en el aspecto espiritual y cultural que tuvo la victoria en los Alporchones fue la construcción a posterior de un
gran templo para dar gracias por la victoria. Como el día de la batalla fue el
17 de marzo y ese día se conmemora a San Patricio, se
decidió que dicho templo estuviese dedicado a tan celebre santo. Casi cien años
después, en el año 1533, el Papa concedió una bula al concejo de Lorca para construir un templo con estructura
catedralicia. También se decidió nombrar patrono de Murcia a San Patricio.
Colegiata de
San Patricio. Lorca (Murcia)
De Alonso
Fajardo, El
Bravo, no hay retrato alguno y por esto adquiere su persona un
halo de magnificencia que le convierte en un héroe casi anónimo. Un hombre de
la frontera curtido en mil batallas, mil batallas que no fueron grandes
batallas de la Historia pero fueron batallas que ayudaron a construir la más
grande victoria que jamás ha librado España. La valentía y la determinación de Fajardo El Bravo en un momento
crucial en la historia de España,
merecen un justo recuerdo.
https://xn--laviejaespaa-khb.es/la-batalla-de-los-alporchones
No hay comentarios:
Publicar un comentario