LA VIDA
MONÁSTICA
(El mundo
espiritual de Gonzalo de Berceo)
La vida monástica aparecerá como la
forma de existencia más perfecta. Idea que será ampliamente divulgada por la
literatura espiritual de la época, que parte del texto neotestamentario de lo
que produce la simiente en la parábola del sembrador y afirma la superioridad
de la vida monástica (ciento por uno), sobre el estado clerical (setenta por
uno) y el de los laicos (treinta por uno)
A. LA VIDA MONÁSTICA.
VALORACIÓN
En el
siglo VI Gregorio Magno, inspirándose en un pasaje del profeta Ezequiel l506, había dividido a
los cristianos en tres categorías en función de las instituciones
eclesiásticas: conjugatis (Ios esposos), continentes (Ios religiosos) y predicatores
(Ios clérigos seculares). Poco antes del año 1000, el abad Abbon de
Fleury en Apologeticus ad Hugonem et Rodbertum regem francorum escribirá:
"Entre los cristianos de ambos sexos, sabemos que existen tres órdenes,
mejor dicho, tres grados. El primero es el de los laicos, el segundo el
de los clérigos y el tercero el de
los monjes. Aunque ninguno de los
tres está libre de pecado, el primero es bueno, el segundo mejor y el tercero
excelente"1507.
Esta división social recuerda a la que en el siglo XI hace el obispo Adalberón
de Laón, quien establece un esquema tripartito en el que distingue: oratores, bellatores y laboratores.
Clasificación que consagra la utilización social de la plegaria, indispensable
para asegurar la supervivencia y la salvación del mundo. El esquema debía
favorecer sobre todo a los monjes que, a los ojos de los hombres de esta época,
eran quienes oraban más y mejor l508.
La vida monástica aparecerá como la forma de
existencia más perfecta. Idea que será ampliamente divulgada por la literatura
espiritual de la época, que parte del texto neotestamentario de lo que produce
la simiente en la parábola del sembradorl509 y afirma la superioridad de la vida monástica (ciento
por uno), sobre el estado clerical (setenta por uno) y el de los laicos
(treinta por uno). Esta escala de valores no es universal y existirán a lo
largo de toda la Edad Media controversias entre los clérigos y los monjes a
propósito del primer puesto. Todos estaban de acuerdo en atribuir a los laicos
el último lugar 1510.
En la obra de Gonzalo de Berceo está clara la
preeminencia de la vida monástica, tal vez por la propia formación de nuestro
autor y porque él se encuentra ligado por estrechos lazos con el monasterio de
San Millán. Hay que tener presente que en tres de sus cuatro hagiografías los
santos escogen una vida monástica o eremítica, ese es el caso de San
Millán, Santo Domingo y Santa Oria. Es en la obra del santo silense donde
esta importancia del monacato aparece de un modo más visible, en dos pasajes
que a nosotros nos parecen claves. El primero será en la reflexión que realiza
Fernando I de Castilla, que es una amplificación del clérigo riojano 1511: "Es por un
monesterio un regno captenido,/ ca es días e noches Dios en élli servido; / as
sí puede seer un regno maltraído / pora un lugar bono, si es esperdecido".
Obsérvese cómo se nos dice que es el monasterio el que dirige el reino y si el
monasterio está despreciado, arruinado, el reino es maltraído. Gonzalo de
Berceo exalta la eficacia de la vida monástica para atraer las bendiciones sobre
el reino1S12.No debemos olvidar que Fernando I será el que nombre abad de Silos
a Santo Domingo, monasterio que restaurará y transformará, y que el monarca
realizará una gran labor a favor del monacato siendo muy beneficiada la orden
de Cluny.
La preeminencia de la vida monástica, frente a
los otros estados del cristiano, también está perfectamente documentada en el
discurso que dice Santo Domingo a su congregación antes de morir. Escribe
Berceo1513:
"De la obedïencia que a Dios prometiestes, / que por salvar las almas el
mundo aburriestes, / e de las dos partidas la mejor escogiestes".
Obsérvese cómo se encuentra un claro desprecio del mundo y cómo la vida
religiosa es mejor que la vida mundana. Ambas constituyen las dos partidas,
opuestas para la mentalidad medieval. Hay que tener presente que en un
principio la palabra monje (del griego monos, solitario)
significaba alguien que vive apartado de los demás y en un primer momento se
limitaba su uso aplicado a los anacoretas o eremitas, pero inmediatamente
después se utiliza para todos los que abandonaban el mundo, tanto si vivían
solos como en comunidad1514.
El ideal sacerdotal de la primera generación
estaba todavía muy caracterizado por el clima de la reforma gregoriana, con una
insistencia particular en la castidad y en la separación del mundo. Después del
año 1130 se observa que numerosas congregaciones ponen el acento en la cura
animarum, que no se limita ya al servicio litúrgico de las iglesias, sino
que se extiende al misterio de la caridad y de la palabra1515. En este contexto
se encuadra la obra de Berceo, quien quiere realizar una profunda labor
catequética. Los monjes, en el mester poético de nuestro autor, no viven
encerrados en la comunidad sino que se relacionan con las personas que van al
monasterio, en busca de caridad e intercesión, recibiendo y otorgando bienes. A
partir del 1200, el monacato europeo se quedará rezagado apareciendo un nuevo
tipo, ante el auge del mundo urbano, a través de las órdenes mendicantes.
La vida comunitaria contribuye a la edificación
de la Iglesia. El monasterio se convierte en primer lugar en la sede de la
oración colectiva y pública, de la que los hombres y la sociedad están
necesitados para su misma supervivencia. El monasterio realiza así la función
considerada como fundamental para el interés colectivo: adorar a Dios, obtener
su favor y su gracia, combatir la permanente presencia entre los hombres del
"antiguo enemigo", del diablo1516.
El monje medieval está animado por el deseo de
Dios y de la patria celestial 1517.
Mediante la plegaria litúrgica trata de unir su
voz al coro de los ángeles; mediante la práctica de la ascesis y de la
mortificación trata de llevar una vida angelical, lejos de los placeres y de
las tentaciones de este mundo. El monasterio, donde se practica la observancia
de la regla, se convierte en la antecámara del Paraíso, en un reducto del Cielo
en la Tierra. La espera escatológica se concretó también para los monjes en un
propósito de purificación espiritual y colectiva. Esto explica que el hecho de
morir con el hábito monástico asegurara una total participación de los
sufragios, las oraciones y los méritos de los religiosos, con la sola condición
de renunciar al matrimonio y despojarse de sus "prerrogativas" y de
sus bienes 1518.
La costumbre de vestir el hábito monástico al aproximarse a la muerte
manifiesta, por tanto, con toda evidencia la búsqueda de una doble garantía en
orden al propio destino ultraterreno: la ofrecida por el hábito y por la
sepultura monástica, y la que deriva de las oraciones de los monjes 1519.
El hecho anterior se debe completar con la
mentalidad de algunos monjes medievales, como Santo Domingo de Silos o San
Bernardo de Claraval, quienes no se conforman con su elección individual. San
Bernardo trabaja, presiona e insiste para que le sigan todos los suyos: padres,
tías, hermanos y primos, y también para sus hermanas el claustro es la meta
fijada. Trata como una diabólica embaucadora a la única ya casada, que se le
resiste, hasta que la pliega a su voluntad, convenciéndola para que se conduzca
de modo que pueda arrancar a su marido el consentimiento que le permita hacerse
monja 1520.
Similar es el caso del santo silense, quien,
según Berceo, consigue que su padre ingrese en el monasterio de Santa María de Cañas regido por el propio Santo Domingo, siendo
infructuosos los intentos para que la madre abrace la vida religiosa. Nuestro
autor escribirá unas palabras muy duras contra ella1521: "Convertió
a su padre, fíçolo fradrear / ovo ennas sus manos en cabo a finar; / soterrólo
el fijo en es mismo fossar, /.../ La madre que non quiso la orden recebir, /
non la quiso el fijo a casa aducir, / ovo en su porfidia la vieja a morir; /
Dios aya la su alma si lo quiere oír". Obsérvese cómo el padre descansará
en el monasterio y, sin embargo, sólo se hará referencia al alma de la madre.
En esto Berceo da muchos menos datos que su fuente, la Vita Dominici Siliensis
de Grimaldo. Según Grimaldo los hermanos y el padre de Santo Domingo entran en
el monasterio, pero la madre se niega a hacerlo, por lo que el santo no la
visitará en su enfermedad pero una vez muerta la lleva al monasterio, ofrece la
Eucaristía para la salvación de su alma y le da honrosa sepultura 1522: "At dum
migrasset et ad cenobium Sancte Marie ad tumulandum perlata fuisset, pro
absolucione anime eius hostiam salutarem et religiose obtulit et hanc
honorifice sepulture tradidit".
Como vemos, es bastante importante el hecho de
recibir la sepultura monástica. La comunidad de vida terrenal estrecha lazos
con la comunidad de los hermanos ya difuntos. No olvidemos que, para el
cristiano, la communio sanctorum se prolonga más allá de la
muerte 1523 y
que durante toda la Edad Media la liturgia se preocupa por los difuntos así, en
Cluny, la primera de las dos misas conventuales es siempre oficiada por
ellos 1524.
Por eso no debe extrañarnos el mandato de la Gloriosa, en Milagros1525, a los monjes de
un monasterio para que entierren con los demás a aquel religioso que habían
sepultado fuera de la villa, al haberse encontrado su cadáver lejos del
convento y percatarse de su sospechosa muerte -en realidad había sido asesinado
por sus enemigos -: "Los omnes de la villa e los sus compañeros /... /
defuera de la villa entre unos riberos / allá lo soterraron, non entre los
dezmeros./ Peso'l a la Gloriosa con est enterramiento, / que yazié el su siervo
fuera de su conviento; /... / dísso'l Sancta María: Fiziestes desguissado, /
que yaz el mi notario de vós tan apartado. / Mándote que lo digas: que el mi
cancellario / non merecié seer echado del sagrario /... / métanlo con los otros
en el buen fossalario". Adviértase cómo se nos dice que todos los
cristianos (para los que se emplea el término "dezmeros", pues los
fieles deben pagar el diezmo a la Iglesia), deben ser enterrados en sagrado, en
la fosa del cementerio del monasterio. La misma idea es la que subyace en el
entierro de San Millán 1526: "Fue el cuerpo bañado, de sos paños vestido, /
encerrado en tablas, de clavos bien cosido; / fue con grand reverencia en la
fuessa metido, / de todo so misterio lealmientre servido".
El cementerio se encuentra a la entrada del
convento formando ya parte del mismo. Será por lo tanto el primer lugar que
pise Santo Domingo al llegar a Silos 1527: "El abad beneíto vino al monesterio; / sólo que de
los piedes primió el ciminterio, / oblidaron los monges el pasado
lacerio".
La vida monástica es muy valorada por la sociedad
medieval, coincidiendo en el monasterio personas provenientes de todos los
órdines. Los laboratores ven en él la posible salida a una situación de
penuria, aunque muchas veces también se vive ésta dentro del mismo. Los
bellatores lo convierten en refugio para sus hijos menores, encontrando los
linajes aristocráticos una solución a sus problemas sucesorios. La Iglesia, en
fin, considera que la nobleza de sangre confiere un prestigio social y crea una
predisposición natural a la santidad, escribiendo un cronista monástico del
siglo XI lo siguiente 1528: "Existen pocas posibilidades de que, aquellos que son
de noble origen, degeneren en la vida religiosa". En el propio siglo XI,
Grimaldo escribirá su Vita Dominici Siliensis, en la que también destacará el
origen noble del santo, aspecto que será recogido por Berceo 1529: "Señor
Sancto Domingo, dizlo la escriptura, / natural fue de Cañas, non de bassa
natura, /... / Juhanes avié nomne el su padre ondrado, / de liñage de Mansos,
un omne señalado".
Este contacto entre la nobleza y el monasterio
ilustra la consistencia de los vínculos existentes entre el medio señorial y el
mundo de los claustros. De esta unión ha nacido una espiritualidad, a la vez
monástica y feudal, que ha caracterizado la vida religiosa de la sociedad
occidental de manera exclusiva hasta principios del siglo XII, y cuyos efectos
se harán sentir hasta finales de la Edad Media 1530.
Los monasterios son lugares venerados por la
sociedad medieval que se anuncian, sin embargo, terribles para sus
profanadores. Las agresiones, con daño para la vida y los bienes monásticos,
por señores ambiciosos y sin escrúpulos, son juzgadas siempre por la cultura
monástica como fruto de ciega violencia y de maldad diabólica. Tales hechos
acarrean para el culpable, en las crónicas monásticas, desgracias y
castigos 1531.
Muy significativo será, ejemplificando este punto, el enfrentamiento entre
Santo Domingo y el rey Don García III de Nájera1532. El monarca
reclama los tesoros que sus antepasados donaron al monasterio de San Millán.
Berceo nos dice que en su acción está directamente inspirado por el diablo1533: "Vino a
Sant Millán moviólo el pecado, / .../ Reï, por Dios que oyas esto que yo te
digo: / en cadena te tiene el mortal enemigo, / por esso te enciende que
barages comigo". Si el rey ha sido hostigado por el demonio, según Berceo,
el abad que cede ante las presiones del soberano será excluído del Paraíso como
se nos dice en Santa Oria1534: "El obispo don Gómez non es aquí, hermana/ pero que
traxo mitra fue cosa mucho llana, / tal fue como el árbol que florez e non
grana".
El monasterio no está libre de los peligros
terrenales. En Milagros se nos cuenta un incendio que afecta a
San Miguel de la Tumba1535:
"Cadió rayo del cielo por los graves pecados, / encendió la eglesia de
todos cuatro cabos; / quemó todos los libros e los paños sagrados, / por poco
fue los monges que non foron quemados". Además sufre las presiones de los
señores ambiciosos, como García III. Pero tampoco está a salvo de los poderes
sobrenaturales (el diablo hostigará continuamente a San Millán, a Santa Oria
Silense, ..., y también a otros monjes anónimos de Milagros,
consiguiendo que éstos caigan en vicios como el de la fornicación, la bebida,
etc.); es por lo que Berceo en Loores1536 pedirá a la
Gloriosa protección para todos aquéllos que pertenecen a una orden monástica:
"Madre, contién´ las órdenes, salva las clerecías, / alarga la credencia,
defiende las mongías".
B. EL MONACATO EREMÍTICO
1. Eremitas
El estado
eremítico es de perfección. Encontramos los primeros, en el Oriente
mediterráneo, en el siglo III, son los llamados padres del desierto1537 o monjes de
Egipto, con San Antonio Abad a la cabeza. Esta vida ya fue practicada por
Jesucristo quien se retiró al desierto y, antes que él, por San Juan Bautista e
incluso por Elías.
La vida eremítica la encontrarnos documentada en
España en época visigoda; en el siglo V la practica el propio San Millán de la
Cogolla. La postura doctrinal y canónica de la Iglesia ante ella fue
ambivalente. San Isidoro, en el siglo VIl, distingue los buenos, ermitaños o
anacoretas, según que hubiesen abrazado directamente la soledad o pasado a ella
después de un aprendizaje cenobítico, y los indeseables1538.
En el eremita existe un menosprecio del mundo. A
fin de cuentas la existencia terrenal es sólo el status viae pero, además, se
rehuye de la compañía de los otros. Ése es el caso de San Millán l539: "Entendió
qe el mundo era pleno d'engaño, / qerié partirse d'elli e ferse ermitaño; / de
levar non asmava nin conducho nin paño, / .../ metióse por los montes por más
se esconder, / .../ levava dura vida, fazié fuert' abstinencia, / .../ Andava
por los montes, por los fuertes logares, / por las cuestas enfiestas e por los
espinares". También en Santo Domingo I540: "El sacerdot precioso, en qui todos fiavan, /
desamparó a Cañas, do mucho lo amavan, / parientes e amigos, que mucho li
costavan; / alçóse a los yermos, do omnes non moravan. / Quando se vido solo,
del pueblo apartado, / folgó como si fuesse de fiebre terminado; / rendié
gracias a Christo que lo avié guiado".
En la soledad del agro castellano nuestros
santos eremitas viven con grandes privaciones, comiendo cualquier posible
alimento. Así, San Millán 1541: "Paciendo erbeçuelas, aguas frías beviendo".
También Santo Domingo 1542: "Non teníe, bien sepades, pora cena
pescado".
Las condiciones climatológicas son soportadas
con gran paciencia, siendo versos muy similares los de ambas obras tal vez
porque los del santo silense se inspiraron en los del santo emilianense. Nos
dice en San Millán l543: "Nin nieves nin eladas nin ventiscas mortales, / nin
cansedat nin famne nin malos temporales, / nin frío nin calura nin estas cosas
tales, / sacar no lo podieron d'entre los matarrales". En Santo
Domingo I544: "Porque
facié mal tiempo, cayé fría elada, / o facié viento malo oriella destemprada, /
o niebla percodida, o pedrisca irada, / él todo est lacerio no lo preciava
nada".
Durante el día realizan una vida de oración y de
sacrificios, descansando lo menos que puedan por la noche. Escribe Berceo
en San Millán l545: "Reçava bien sus oras, toda su salmodía, / los imnos
e los canticos, toda la ledanía; / rezava so salterio por uso cada día, /... /
por las montañas yermas las carnes martiriando, /... / allí dava a Dios de sus
carnes derecho, / martiriándolas mucho e dándolis mal lecho". En Santo
Domingo l546:
"El hermitaño nuevo diose a grand lacerio, / faciendo muchas prieces,
reçando su salterio, / diciendo bien sus oras, todo su ministerio, / dávalis a
las carnes poco de refrigerio. / Sufriendo vida dura, iaciendo en mal
lecho".
Similar será este tipo de vida con el que
llevarán los emparedados incluso el lecho es también bastante incómodo, como se
nos dice en Santa Oria1547: "Acostóse un poco, flaca e muy lazrada, / non era la
cameña de molsa ablentada. /... / Lecho quiero yo áspero de sedas aguijosas, /
non merescen mis carnes yazer tanto viciosas".
En la obra berceana se nos localizan una gran
cantidad de ermitaños. En Santo Domingo 1548 se nos
nombra a San Juan Bautista, San Antonio, Santa María Egipciaca, San Millán, San
Félix de Bilivio, los monjes de Egipto, ..., además del santo silense. En Santa
Oria se encuentran en el Paraíso un grupo de eremitas entre los que se
hallan Galindo y el propio padre de la santa, García l549: "Vido más
adelante, en un apartamiento, / de sanctos hermitaños un precioso conviento, /
que sufrieron por Christo mucho amargo viento, / por ganar a las almas vida e guarimiento.
/... / y vido a Galindo, en essa compañía, / ladrones lo mataron en la
hermitañía, / y vido a su padre que llamavan García, / aquelli que non quiso
seguir nulla follía".
Esta gran cantidad de eremitas, documentados
en Santa Oria, responde al hecho del auge que este tipo de vida
tuvo en el siglo XI, centuria en la que también vive Santo Domingo quien abrazó
este tipo de existencia.
Obsérvese cómo se nos dice que a Galindo lo
mataron ladrones pues la soledad y el aislamiento, en un mundo inseguro como el
medieval, llevan adheridos una multitud de peligros. En la obra berceana se nos
documentan otros ladrones o asesinos que mataron a un caballero que se refugió
en una iglesia, contado en Milagros, o que intentarán
robarla.
La soledad de la sierra llevará también a
encontrarse en medio de animales dañinos y peligrosos como serpientes y
culebras, que huirán ante San Millán 1550: "Era en es
si tiempo un fiero matarral, / serpientes e culuebras avién en él ostal. / .../
El omne benedicto, por seer escondido, / .../ metióse en las cuevas que avedes
oído. / Fueron las bestias fieras con él fuert' embargadas, / todas fuyén
ant'elli, las cabeças colgadas". Santa Oria Silense sentirá miedo ante las
serpientes al ser ésta la apariencia que toma el diablo, mandando llamar en su
ayuda a Santo Domingo 1551: "Prendié forma de sierpe el traidor provado, / .../
La reclusa con cueta non sopo ál que fer, / embió al buen padre férgelo
entender".
En Signos1552 se nos
nombra a San Jerónimo, quien tambien fue eremita: "Un sermón que fo priso
de un santo libriello / que fizo sant Jerónimo, un precioso cabdiello. /
Nuestro Padre Jerónimo, pastor de nos e tienda".
En Santa Oria encontramos un
grupo de eremitas que están rezando junto a la santa enferma 1553: "Avié
buenas compañas en essi passamiento, / .../ monges e hermitaños, un general
conviento".
En Milagros se nos nombra a un
ermitaño, al cual Santa María manda llevar al hijo de la abadesa 1554: "Oíssolis a
los ángeles: A bós ambos castigo: / levad esti niñuelo a fulán mi amigo; / .../
plógo'l al ermitaño más que con grand riqueza, / .../ trovaron al bon omne con
ábito estraño, / teniendo el niñuelo envuelto en un paño". Resulta curioso
el hecho de que en este texto se nos diga que el ermitaño considera al niño
mejor que cualquier riqueza, entre otras causas le ha sido entregado por los
ángeles y lo tendrá hasta los siete años, edad en la que será educado por
cuenta del obispo que se había enfrentado con la abadesa. Berceo nos dice que
el hábito es extraño porque con el tiempo y el uso estaría muy dañado. Esta
preocupación por el hábito también la recoge nuestro autor, en San
Millán l555,
cuando nos cuenta que éste baja a ver al obispo de Tarazona: "Con qual
ábito pudo pensóse de mover, / non vos lo sé dezir ónt'lo podió
aver".
2. Emparedados
El
estado del emparedarniento también fue muy frecuente en la España medieval,
siendo practicado por los santos berceanos. Se trata de una forma de vida
penitencial en la que el emparedado queda aislado del mundo, entre cuatro
paredes, haciendo multitud de sacrificios: ayuna, golpea su cuerpo, sufre todo
tipo de privaciones, duerme sobre el suelo o un mal lecho, ...Los versos
berceanos presentan una importancia excepcional pues nos permiten conocer, con
todo tipo de detalles, esta forma de vida, fundamentalmente los que hacen
referencias a Santa Oria emilianense, la cual hace
"jejunios y vigilias", es decir, ayuna y está rezando continuamente,
siendo el salterio uno de los libros esenciales que lee la santa.
Esta forma de existencia tendrá una gran
importancia en el siglo XI quedando bastante desvirtuada, en cuanto a la
correcta realización de la misma, al llegar al XV.
San Millán la practica
únicamente en Cuaresma, y sólo una pequeña abertura lo comunica con el mundo
exterior1556:
"Aviélo en costumne el santo confessor / toda la quadragésima, la que
dizen mayor, / non fablar con ninguno nin exir a labor, / fasta que fuess' el
término de la santa pascor. / Demás en est' comedio el buen emparedado / vivié
como recluso en sue cueva cerrado; / sirviéli un ministro santamient'
doctrinado, / que l'dava so conducho por un chico forado".
Las dos santas Orias, Silense y Emilianense1557, escogen este
estado de vida. En Santo Domingo, ella va a pedir que le permitan
elegir esta forma de existencia vinculándose a Silos1558: "Señor,
dixo, e padre, yo a ti so venida, / quiero con tu consejo prender forma de
vida, / de la vida del sieglo vengo vien espedida, / si más a ella tomo téngome
por perdida. / Señor, si Dios lo quiere, tal es mi voluntad, / prender orden e
velo, vevir en castidad, / en un rencón cerrada iazer en pobredad, / vevir de
lo que diere por Dios la christiandad". Pobreza, obediencia y castidad van
a ser los votos de la emparedada. Nuestro autor, en una amplificación
característica, pone en boca del santo palabras que muestran la dificultad de
este estado, pero viendo que nuestra protagonista tiene verdadera vocación la
ordena emparedada, otorgándole el hábito benedictino que va a ser
característico de todas las emparedadas berceanas1559: "Dixo el
padre sancto: Amiga, Dios lo quiera / que puedas mantenerla essa vida tan
fiera; / .../ Entendió el conféssor que era aspirada, / fízola con su mano
soror toca negrada".
Similar es el caso de Santa Oria emilianense,
la cual toma también el hábito benedictino y entra emparedada ligándose al
monasterio de la Cogolla1560: "Desemparó el mundo Orla, toca negrada, / en un
rencón angosto entró emparedada, / sufrié grant astinencia, vivié vida lazrada,
/ .../ Por que angosta era la emparedación, / teniéla por muy larga el su buen
coraçón". Su vida transcurre entre oración, meditación, lectura de las
Sagradas Escrituras y penitencia, siendo los versos berceanos de vital importancia
para conocer la vida de una emparedada1561: "Martiriava las carnes dándolis grant lazerio, /
cumplié días e noches todo su ministerio, / jejunios e vigilias e rezar el
salterio".
En Berceo tenemos otras emparedadas como Amuña,
la madre de Santa Oria emilianense, Justa (maestra de nuestra protagonista) y
Urraca. Escribe el clérigo riojano1562: "Quiso seer la madre de más áspera vida, / entró
emparedada, de celicio vestida, / martiriava sus carnes a la mayor medida, /
.../ Una maestra ovo de mucha sancta vida, / Urraca li dixieron, mujer buena
complida, / emparedada vísco una buena partida, / .../ con Justa su discípula,
sierva del Criador".
En Milagros encontramos una
emparedada en la localidad vallisoletana de Ceínos del Campo, la cual no posee
absolutamente nada excepto un paño litúrgico de valor. Cuando
dos ladrones, uno lego y otro clérigo, tratan de robar la iglesia cercana
a su celda, es ella la que da la voz de alarma, lográndose la detención de los
delincuentes 1563:
"LLegaron en Çohinos, guïólos el Pecado, /... / sedié una eglesia non
mucho aredrada; / cerca de la eglesia una ciella poblada: / morava en la ciella
una toca negrada. /... / Pobre era la freira que mantenié la ciella, /... /
pero avié un paño, era cosa boniella, / pora mugier de orden cubierta
apostiella. /... / La freira con la pérdida que avié recibida / issió como que
pudo ont yazié escondida; / metió voces e gritos, fue luego acorrida, /la gente
más liviana adiesso fue venida".
....
E. COMPORTAMIENTO DE LOS MONJES. VIDA
MONÁSTICA
Es el
momento de abordar el siguiente tema: ¿Cómo es el comportamiento de los monjes?
Antes de responder a esta cuestión debemos de tener presente que los
comportamientos monásticos en Berceo no pueden ser generalizados, ni sirven
como modelo objetivo, puesto que nuestro autor trata de ensalzar, en sus
hagiografías, determinadas virtudes, pero paralelamente, en otras obras,
como Milagros, lo que subyace es un afán didáctico y moralizante
por lo que no debemos de exagerar hasta límites insospechados el hecho de que
existan monjes borrachos o fomicarios pero tampoco pensar que todos serían
como Santo Domingo, el cual pasa horas y horas en la iglesia 1700: "Quiquiere
que en cierto lo quisiesse buscar, / fosse a la eglesia, acerca del
altar".
En San Millán1701 encontramos
a toda la comunidad monástica dando gracias a Dios, ante los diversos hechos
milagrosos que se suceden, por ejemplo ante la provisión del óleo:
"Entendió qe no era de buhones comprado, / mas qe lo avié Dios del Cielo
enviado. / Tansieron las campanas, tovieron grant clamor, / rendieron los
calonges laudes al Criador".
La actitud de agradecer al Señor todo lo
que de él proviene se encuentra también en otros escritos de nuestro autor,
como Santo Domingo, donde los monjes ante la curación de
la mujer de Palencia 1702: "Ovieron del miraclo las yentes gran plazer, / non
podién de grand goço las lágremas tener; / empeçaron los monges las campanas
tañer / a cantar el "Te Deum laudamus" a poder".
Obsérvese cómo la reacción es la misma, tocar
las campanas, las cuales anuncian a todos los vecinos que algo ha sucedido, el
repique de ellas es signo de alegría. A continuación, la oración de unos
hombres felices porque ven cómo la gracia de Dios se manifiesta junto a
ellos.
Similar es el caso de Milagros1703: "Rendieron
todos gracias a la Madre gloriosa, /... / fueron a la eglesia cantando rica
prosa".
En San Millán y en
Santo Domingo vemos la actitud de los monjes ante la muerte de éstos.
Nos dice Berceo, en San Millán1704: "Non podién de grand cueita nin leer nin orar. / .../
castigó sos discípulos, un conviento ondrado / cómo se mantoviessen quando él
fuess' pasado. / .../ Aguisaron el cuerpo del precioso varón, / por darli
sepultura e ferli processión". En Santo Domingo1705: "Fraires,
díxolis, muérome, poca es la mi vida, / .../ Quando fuese passado luego me
soterrad, / como manda la regla alçad luego abad; / aved unos con otros amor e
caridad, / servir al Criador de toda voluntad. / Mientre el padre sancto lis
facié el sermón, / plorava el convento e muy grand missïón".
Como vemos, los monjes lloran, no pueden rezar
ni orar. Debemos fijarnos en el hecho de que los santos insisten en que los
monjes se lleven bien unos con otros. La convivencia es casi siempre difícil, y
una comunidad monástica no va a ser la excepción. Berceo, con gran realismo,
nos cuenta cómo siempre hay un grupo de monjes que se encuentra descontento,
que critica, con causa justificada o, en la mayoría de las ocasiones, sin
ella.
En Santo Domingo encontramos
abundantes citas que pueden demostrar lo que acabamos de afirmar. Sobre el buen
ejemplo del santo en el convento de la Cogolla escribe Berceo1706: "Por padre
lo catavan, essi sancto concejo, / foras algún maliello que valié
poquellejo". Cuando nuestro protagonista es abad en Silos los monjes se
encuentran decepcionados porque, en la traslación de las reliquias de los
santos mártires de Ávila, éstos no estuvieron en su monasterio antes de llegar
a Arlanza1707:
"Mas por una cosiella murmurante estamos. / De las sanctas reliquias que a
cuestas trasquiestes / a quantos las pidieren dellas a todos diestes; / a
vuestro monesterio dellas non aduxiestes".
Los monjes también estarán en contra del abad
ante la posibilidad de que les falte a todos el alimento, encontrándose el
santo en una situación de angustia y de soledad que le mueve a orar1708: "Dixo:
"Veyo, amigos, que traedes mormorio / porque es tan vazío el nuestro
refitorio / .../ Tú vees est conviento de qual guisa mormura, / contra mí toman
todos, yo so en angostura".
No es éste el único caso en el que la mayoría de
los miembros del convento están en contra del abad. Podemos recordar el caso de
la abadesa en cinta, cuyo estado hace que las monjas se dividan1709: "Pesava a
las unas que era mal caída, / mas placiélis sobejo a la otra
partida".
Nuestro autor nos indica la antipatía que siente
la comunidad hacia la abadesa1710: "Querrién veerla muerta las locas malfadadas, / cunte
a los prelados esto a las vegadas". Obsérvense los epítetos que emplea
Berceo para las monjas: locas, desventuradas (malfadadas). Su opinión sobre
este convento femenino no puede ser más dura, ¿o tal vez es un rasgo
humorístico? Lo que más nos llama la atención es el hecho de que el odiar al
superior ocurre a veces entre los monjes, como se nos dice en el último verso.
Hay que tener presente que los monjes tienen voto de obediencia, que es duro de
cumplir sobre todo si el convento no es el lugar en el que uno ingresa por
vocación, sino que muchas veces es, en el medievo, la única posibilidad para
muchas personas. Además, esta abadesa era muy estricta y a nadie le gusta
cumplir duras directrices1711: "Apremiávalas mucho, teniélas encerradas / e non les
consintié fer las cosas vedadas".
El comportamiento de estas monjas, alocadas
y a la vez controladas, puede ser considerado la antítesis del de Santo
Domingo, al que todos toman como ejemplo1712: "A él catavan todos como a un espejo". Berceo,
en su descripción de las actitudes del santo, nos indica el arquetipo del monje
medieval1713:
"Manso e abenido, sabroso compañero, / homilloso en fechos, en dichos
verdadero. / .../ los ojos apremidos, el capiello tirado, / la color amariella
como omne lazrado". El santo es humilde, lleva siempre su capucha echada
sobre los ojos y el hecho de tener un aspecto pálido indica la vida de
privaciones y sufrimientos que lleva: ayunos, vigilias, ...El monje no sólo
debe cumplir los tres votos por antonomasia de obediencia, pobreza y castidad,
sino que debe llevar una vida de penitencia.
El tipo de existencia de Santo Domingo
contrasta con la de un monje del monasterio de San Pedro en Colonia que se
cuida muchísimo, episodio narrado en Milagros1714: "Avié en él
un monge asaz mal ordenado: / .../ Por salud de su cuerpo e por vevir más sano,
/ usava lectüarios apriessa e cutiano, / en iviemo calientes, e fríos en
verano; / devrié andar devoto e andava lozano". Los electuarios consisten
en una bebida realizada de consistencia de miel. El monje la utiliza con objeto
de encontrarse sano y, además, tiene en cuenta la climatología para beberlos
adecuadamente. También se empleaban para controlar el apetito sexual de la
clerecía1715,
aunque en realidad en este caso no había servido de mucho porque el monje había
tenido un hijo1716:
"Parió una bagassa d'él una creatura".
En Santo Domingo se nos
insiste bastante en la importancia del trabajo monástico. El santo lo realiza
con toda seriedad1717:
"Si ad opera manum los mandavan exir, / bien sabié el bon omne en ello
abenir, / por nulla jonglería non lo farién reir". Los días los dedica a
trabajar, las noches a rezar, en una auténtica simbiosis del "ora et
labora" benedictino1718: "Las noches e los días lazrava el barón, / días en
porcalçando, noches en oración" (porcalçando significa trabajando).
Hay que tener presente que las
disposiciones de San Benito establecían un equilibrio entre los diversos
aspectos de la vida monástica: cuatro horas para la lectura de textos sagrados
y de autores eclesiásticos (lectio divina), tres horas y media para la liturgia
y seis horas para el trabajo.
En los monasterios cluniacienses el trabajo se
acabó reduciendo a algunas actividades simbólicas y bastante limitadas, ya que
la mayor parte del tiempo se consagraba a la plegaria litúrgica y a la lectura
meditada de la Escritura 1719. Para Santo Domingo es importante la
oración y el trabajo. Este último aspecto queda perfectamente definido en el
momento en el que el santo llega a Santa María de Cañas. Allí no hay
absolutamente de nada y no tiene más remedio que pedir 1720: "Non falló
pan en ella nin otro ningún victo; / demandava almosna como romero fito, /
todos li davan algo, qui media, qui çatico / .../ de noche era pobre, rico a la
mañana, / bien partié la ganancia con essa yent christiana"1721.
Para el santo es muy vergonzoso el tener que
pedir, siendo de vital importancia estos versos berceanos1722: "El barón
de buen seso por la lel complir, / queriendo de lacerio de sus manos vevir, /
empeçó a labrar por dexar al pedir, / que era grave cosa, pora él, de
sofrir". Nuestro autor vuelve a hacer referencias a la regla benedictina
que afirma que los monjes pueden vivir de su trabajo1723: "Quia tunc
vere monachi sunt si labore manum suarum vivunt, sicut et patres nostri et
Apostoli". En cualquier caso Berceo lo que hace es seguir fielmente su
fuente, la Vita Dominici Siliensis de Grimaldo pero, en esta
ocasión, sintetiza la información en ella contenida puesto que Grimaldo habla
de la importancia del trabajo manual, citando textos escriturísticos,
concretamente los Salmos1724 y las cartas de San Pablo1725. Tanto Grimaldo
como Berceo escriben en un contexto en el que aún las órdenes mendicantes no
han tenido su auge.
El rezo monástico está bastante documentado en
la obra del clérigo riojano. En Santo Domingo en toda
situación incluso en las más adversas, como la hambruna del 1043, los monjes
oran con gran devoción 1726: "Más era de meidía, nona querié estar, / tañó el
sacristano, fóronla a reçar; / díxola el conviento de muy grande vagar / maguer
eran en mengua non se querrién cuetar".
En Milagros se valora mucho que
un monje del monasterio de San Salvador de Pavía rece las horas devotamente y
las dedicadas a María sin sentarse 1727: "Pero dicié sus oras en manera temprada. / Avié una
costumne que li ovo provecho, / dizié todas sus oras como monge derecho, / a
las de la Gloriosa siempre sedié erecho". Para estimar esta templanza en
la voz y este permanecer derecho habría que trasladarse a aquellos monasterios
donde el vozarrón de los monjes atronaba las bóvedas de las iglesias, y las
costumbres en el coro iban relajándose cada día más1728.
Precisamente nuestro autor es consciente de esta
relajación en el coro y en Loores el propio Gonzalo de Berceo
dice1729:
"Quand' era en la glesia, las horas m'enojavan; / los pensamientos vanos
de seso me sacavan; / todas las vanidades alli me remembraban". Palabras
que más que encerrar un hecho autobiográfico están dichas con un claro afán catequético,
preparando a su público monacal para el momento del Juicio. Intentando que
recen no sólo con la boca sino que sientan en su corazón lo que están
pronunciando. El clérigo riojano está realizando una glosa del "quid sum
miser tunc dicturus?" del Dies Irae1730.
La plegaria monástica es un arma. El monje se
sirve de ella para combatir las tentaciones pudiendo hacer fracasar las
insidias que le tiende el demonio. Según la Regla de San Benito los monjes
debían recitar cada día cuarenta salmos y leer un salterio por semana 1731. La reforma
cluniaciense hará que a fines del siglo XI se reciten doscientos quince salmos
diarios y que se lea la Biblia entera en el transcurso del año1732.
En Santo Domingo encontramos a
los monjes orando por la curación de los romeros que acuden allí en
peregrinación 1733:
.'El padre cordojoso diose a grand lacerio, / velava e orava, reçava el
salterio; / avié ayudadores fraires del monesterio, / todos eran devotos en
esti ministerio / .../ Doliénse de la femna los monges del conviento, / fueron
aparejados por fer su complimiento, / metiéronse a ello mucho de buen taliento,
/ rogar a Dios quel diesse salud e guarimiento. / .../ fazién por el vigilias e
clamores cutianos, / .../ facién ant el sepulcro prieces e oraciones".
La celebración del capítulo y la bendición del
abad a la comunidad, se encuentran perfectamente documentadas en Santo
Domingo y en Milagros.
En Santo Domingo, nuestro
protagonista regresa al monasterio de la Cogolla tras su estancia en Santa
María de Cañas y, después de orar, sube a recibir el favor del abad1734: "Desend
subió al coro prender la bendición".
Cuando es abad de Silos, y retorna de Arlanza,
lo primero que hace es bendecir a sus monjes 1735: "Fo a su
monesterio el bon abad venido, / fo de sus compañeros mucho bien recebido, /
dixo él: "Benedícite", en voz muy bien sabrido, / dixieron ellos:
"Dominus", en son bono complido".
Es en Milagros donde la
celebración del capítulo se encuentra de una manera más completa. Nos dice
Berceo 1736:
"Los matines cantados, esclareció el día, / dissieron luego prima, desend
la ledanía, / fueron a su capítulo la sancta compañía, / ca esto es derecho,
costumne de mongía. / Estando en capítulo, leída la lectión, / fizo el sacristano
su genuflexlón; / contólis el conviento toda la vislón".
Como vemos, tras el rezo de prima y la letanía,
los monjes acuden al capítulo. Éste comienza con una lectura litúrgica y los
que tienen algo que decir lo exponen pidiendo, con gran respeto en este caso
con una genuflexión, actitud típicamente medieval, el hablar en el
capítulo.
Finalizaremos este apartado señalando que todos
los actos positivos y negativos que hacen los monjes repercuten en la honra del
convento (no olvidemos la importancia que la honra tiene en estos momentos).
Así, en Milagros aparecen abundantes ejemplos que muestran el
aumento y la disminución de ésta1737: "Avié un sacristano en essa abadía /... / valié más
ca non menos por elli la mongía /... / ca cadié en mal precio por elli
ellogar". La preñez de la abadesa es motivo de deshonra para el convento y
simultáneamente de felicidad para el diablo 1738: "Vidieron
que non era cosa de encobrir, / si non podrié de todas el diablo
reir".
Los monjes, para que aumente esta honra,
deben cumplir los votos de obediencia, pobreza, castidad y residir en el
convento de por vida. Resulta interesante el señalar que en Berceo aparece la
palabra "travado" para designar a aquél que tiene los votos; así
en Santo Domingo1739: "Legista semejades ca non monge travado"1740.
El voto de obediencia es siempre cumplido
en la obra del clérigo riojano, aunque exista un sector que critica la
autoridad del abad. El propio Santo Domingo deberá de
acatarlo, aunque le cueste bastante, abandonando la Cogolla para irse a
Cañas 1741:
"/xo del monesterio el Señor a amidos". Obsérvese cómo se dice que se
va de mala gana pero, como es lógico, sigue el mandato de su superior.
El voto de pobreza es fácil de seguir en
unos monasterios en los que no hay casi nada. La descripción que nuestro autor
realiza del de San Sebastián de Silos no puede ser más clarificadora 1742: "Pero avié
en casa aún monges yaquantos, / que facién bona vida e eran omnes sanctos; /
éstos eran bien pobres de sayas e de mantos, / quando avién comidos fincavan
non muy fartos".
El voto de castidad es el que menos se
cumple recordemos, en Milagros, los diversos monjes que fomican,
entre ellos la abadesa que queda en cinta. Como resultado de estas actividades
nacerán dos niños, uno de la abadesa, que llegará a ser obispo, y el otro del
monje de San Pedro de Colonia.
El castigo para el monje que no guarda la
castidad es la expulsión de la orden, como se afirma en Milagros 1743: "Toda monja
que face tan grand desonestat, / que non guarda so cuerpo nin tiene castidat, /
devié seer echada de la socïedat".
A Santo Domingo también se
le entregará en la otra vida, como recompensa, una corona por haber sido
casto 1744:
"La una porque fuste casto e buen claustrero". En esta misma obra
vemos cómo el mantenerse siempre virgen será uno de los principales deseos de
Santa Oria Silense1745:
"Más querrié seer ciega que veerse casada"1746.
El
ejercicio de la caridad fue algo regular e institucionalizado en los
monasterios europeos. Muchos de los donantes destinaban parte de su donación a
la limosna que normalmente realizaba el monasterio. Los monjes deberán
practicar la caridad en obediencia no sólo del Evangelio sino de sus propias
Reglas, asi lo prescriben los cluniacienses entre otros. Vestir y dar de comer
cada día, o en días señalados, a los pobres, asistir a los enfermos, practicar
la hospitalidad, y en el plano espiritual, orar por los difuntos, son prácticas
corrientes en los monasterios1747.
Además, a partir del siglo XII, el espíritu de
beneficencia se transformó. Se empieza a pensar que los alimentos y los bienes
objeto de privación sólamente eran agradables a Dios cuando eran ofrecidos a
los demás. En escritos y en sermones, los clérigos, incluidos los canonistas,
presentan la caridad más como un deber de justicia que como un acto meritorio o
un gesto de purificación. Haciéndose intérprete de los necesitados de su
tiempo, san Bernardo lo expuso crudamente dirigiéndose a los prelados: "Lo
que para vosotros es superfluo, es nuestra vida. Todo lo que concurre a
vuestras vanidades es un robo a nuestras necesidades". De esta forma, el
cristianismo medieval enlazaba con la tradición patrística y sobre todo con San
Juan Crisóstomo, para quien todo lo que los ricos poseían de superfluo
pertenecía a los pobres1748.
¿Cuál es el concepto que Gonzalo de Berceo tiene
sobre la caridad? Para él la caridad es algo dinámico que incita al hombre a
preocuparse por su prójimo, realizando en San Millán1749 una de las
más bellas estrofas que existen sobre ella: "¡O madre sanctas Cáritas,
cóm´eres tan preciosa! / tan dulçes el tu nomne, tue gracia tan donosa; / nunqa
cierras tu puerta nin popas nulla cosa, / nunqa tuerces el rostro por fazienda
costosa".
El tema de la caridad monástica se encuentra
perfectamente documentado en San Millán y en Santo
Domingo, obras en las que, además de los santos, los monjes y los
peregrinos, aparece toda una cohorte de pobres que continuamente piden
alimentos, vestidos, ...
En San Millán1750 nos dice
nuestro autor: "Creciéli al sant'omne cutiano la missión, / siguiélo la
gent' pobre por prender la ración; / qerié alzar un orrio por essa entención, /
.../ Movióse la gent' pobre, quisque de so logar, / ivan al omne bueno por con
él se morar; / .../ Escaeció un día no lis tenié que dar". Una cantidad
ingente de pobres siguen al santo y éste se preocupa de ellos, hasta que llega
el momento en que no tiene de nada. Afortunadamente, en esta difícil coyuntura,
vendrá una donación que permitirá atender a todas las necesidades1751: "Vinoli
grand conducho al precioso varón; / so amigo Onorio gelo dava en
don".
El convento recibe donaciones de los fieles más
pudientes. Por lo que se refiere a las motivaciones expresas de éstas son, casi
en su totalidad, espirituales: remedio de la propia alma, perdón de los
pecados, tener parte en los beneficios espirituales; también las hay de índole
caritativa (como en este caso): sustento de los frailes, ayuda a los pobres;
litúrgicas: luces de la iglesia1752.
En la obra de Berceo encontramos que se realizan
diversas donaciones, así en San Millán tenemos la que realiza
Honorio. En Santo Domingo se nos nombran las que habían
realizado a la Cogolla los antepasados de García III de Nájera l753: "Tus
avuelos ficieron est sancto ospital/ .../ Los qui lo levantaron a la Orden lo
dieron, / .../ por dar a Dios servicio por esso lo ficieron". Estas
donaciones las habían realizado García Sánchez I, Sancho II, ...y el
nuevo monarca las reclamará, probablemente porque las necesita como
consecuencia de sus inmensos gastos militares 1754. También destaca
las donaciones que Fernando I de Castilla realiza a Silos como el alimento en
un año de hambre 1755:
"Díxolis él: "Señores, el bon rey vos saluda, /... / davos tres vent
medidas de farina cernuda",
En Misa se nos indica cómo el
monasterio pide por todos aquellos benefactores, que aportan algún bien al
convento 1756:
"Ruega por los que ufren al altar su ofrenda, /.../ por qui a la Iglesia
aduz alguna renda",
En Santo Domingo se nos señala
cómo hay muchas personas que dependen del monasterio para su subsistencia:
monjes, siervos, ..., mendigos. Nos dice Berceo 1757: "Entró al
cuerpo sancto, dixo a Samillán: / Oi, padre de muchos que comen el tu
pan". El último verso puede ser una fórmula épica que exprese la relación
de vasallaje 1758,
pero también hace referencia a esta conexión que hay entre el monasterio y la
población dependiente. La idea se completa con la frase metafórica que expresa
nuestro protagonista cuando abandona la Cogolla 1759: "Que avié a
comer pan de otro molino".
La mención genérica del alimento se realiza en
esta misma obra 1760:
"Quando fue a la puerta de Sancto Sabastián, / non quiso el mesquino pedir
vino ni pan".
Además de alimento, los mendigos piden ropas en
los monasterios, como se nos dice en San Millán el cual les
dará sus propias vestiduras siguiendo el ejemplo de San Martín1761: "Vinieron
muchos pobres un día por ventura /.../ pidiéndoli al buen ornne ropa a grand
pressura, / él non tenié qe darlis, era en grand ardura, / Príso quand' ál non
pudo el manto qe cubrié, / las mangas de la saya qe al cuerpo vistié, / diólo a
los mezquinos quando ál non tenié /... / demás el buen exiemplo con sant Martín
eguava, / qe partió con el pobre el manto qe levava".
Para auxiliar a los pobres el santo emilianense
venderá la acémila que poseía el convento 1762: "Millán
vendió la bestia, no la qiso tener; / fue luego empleado en pobres el aver, /
en coxos e en mancos qe lo avién mester". Obsérvese cómo Berceo nos dice
que se ayudan a todos los necesitados pero especialmente a aquéllos que, por
estar afectados de alguna deficiencia física, no son aptos para el trabajo.
A veces existe la picaresca a la hora de hacerse
pasar por pobres y pedir. Nuestro autor, en Santo Domingo, nos pone
un ejemplo que es un claro antecedente de nuestra literatura del Siglo de Oro.
Nos cuenta cómo unos romeros dejan sus ropas en el cercano monasterio de San
Pedro de Canónigos, una de las iglesias de Silos 1763, y le piden al
santo que les provea de alguna ropa 1764: "Asmaron un trabuco las cosas fadeduras, / desaron en
San Pedro todas sus vestiduras; / vinieron al buen padre cargados de rencuras,
/ pidieron que lis diese algunas mudaduras", Afortunadamente Santo Domingo
descubrirá el engaño y mientras que los romeros
"arteros", epíteto que emplea Berceo 1765, están comiendo,
manda traer las ropas y, a la hora de practicar la caridad,entrega a cada uno
la suya I766:
"Diz el uno: "Aquélla la mi saya semeja" / diz el otro:
"Conosco yo la mi capilleja". / .../ los paños que trasquieron essos
mismos levaron".
El monasterio no está a salvo de aquéllos que
tratan de engañar, como tampoco está resguardado de los ladrones, contándosenos
cómo los delincuentes tratan de robar la huerta de Silos sin lograr su objetivo1767: "Avié un
uerto bueno el varón acabado, / .../ ladrones de la tierra, moviélos el Pecado,
/ vinieron a furtarlos, el pueblo aquedado. / .../ cavaron en el uerto de la
sancta mongía, / mas rancar non pudieron puerro nin chirivía".
Es tanta la bondad que los mendigos reciben del
monasterio que cuando muere el santo silense, éstos no dejan de gritar por
todas partes, de manera desconsolada l768: "Davan por los corrales los pobres
apellidos".
G. CLUNY
Dedicamos
un apartado de este capítulo a las menciones que sobre la orden de Cluny
existen en la obra de nuestro autor, tema que presenta una excepcional
importancia, si tenemos presente que muchos elementos de la mentalidad del
clérigo riojano, como, por ejemplo, el interés por la liturgia de los difuntos
y la preocupación por las ánimas del Purgatorio, provienen de esta reforma de
la orden benedictina.
Incluso, ya hemos visto cómo en Santo
Domingo aparecen elementos que pueden vincular al monasterio de Silos
a Cluny. Así, por ejemplo, la restauración que del convento de San Sebastián de
Silos hace Fernando I, monarca que nombra abad al santo silense, que devuelve
el esplendor perdido al monasterio haciendo posible que profesen muchos monjes.
Fernando I instituirá un generoso censo a favor de Cluny de mil áureos anuales
y, a su muerte, se celebrarían muchos sufragios por él en la abadía francesa1769 y en todas
las casas de la Orden.
En la obra berceana vemos cómo Fernando I hará
una donación de alimentos a Silos en un momento de gran hambre, e incluso el
monarca insiste en que nunca los monjes de este monasterio pasarán
necesidad 1770:
"Nunqua mengua avredes segundo mi sentido, / nin combredes conducho que
non sea condido". Incluso, se mantiene la tesis de que aquéllos que
madrugan y llevan una vida tan dura no deben practicar un riguroso ayuno l771: "Los monges
que madurgan a los gallos primeros, / trasayunar non pueden como los
tercianeros".
Berceo compone una serie de versos que hacen
referencias a Fernando I y a la reforma de Silos l772: "El reï don
Fernando, de Dios sea amado, / .../ Fo luego a las primas la Orden reformada, /
.../ El reï don Fernando, sea en paradiso". Incluso las fórmulas "de
Dios sea amado", "sea en paradiso", podrían estar en conexión
con los sufragios que se hicieron por el alma del monarca. Aunque también se
podría estar realzando al rey castellano, y contrastando la bondad de él y del
santo en contraposición con la maldad del monarca navarro García III.
No debemos olvidar que las relaciones de Cluny
con los reyes navarros fueron buenas en tiempos de Sancho III el Mayor, quien
conoció a Cluny a través de Oliba en el 1023, del duque de Aquitania y de los
condes de Poitiers y Gascuña. Las relaciones de Odilón con García III fueron
frías, aunque García fundó Santa María de Nájera1773, rasgo que lo
honraría si no fuera porque Berceo nos lo coloca reclamando las riquezas de San
Millán.
En Milagros se documentan dos
pasajes que debemos citar. El primero hace referencia al hecho de que el romero
de Santiago, una vez que ha concluido su peregrinación a Compostela decide
entrar en Cluny y el abad, San Hugo, es quien escribe el episodio1774: "Desemparó
el mundo, amigos e parientes, / metióse en Gruniego, vistió paños punientes. /
Don Ugo, omne bueno, de Gruniego abbat, / varón religioso, de muy grand
santidat, / contava est miraclo que cuntió en verdat; / metiólo en escripso, fizo
grand onestat. / Guirald finó en orden, vida buena faciendo".
El texto nos habla de San Hugo. Bajo su mandato
Cluny pasó de tener sesenta monjes a poseer trescientos. Reedificó la iglesia
conventual, que era la culminación en esplendor y magnitud de la basílica
románica1775.
En esta mención de Hugo, Berceo lo que está es siguiendo fielmente su fuente1776: "Hugo,
abbas cluniacensis eclesie, solet narrare de quodam fratre sui
monasterii".
El último texto que vamos a citar es también
de Milagros1777. Nuestro autor atribuye a un monje la fuente de un milagro,
concretamente el del niño judío, dándonos el dato que ese monje estaba en el
convento de Borges, aunque ahora está destinado en San Miguel de la Clusa:
"Un monge la escripso, omne bien verdadero, / de Sant Migael era de la
Clusa claustero, / era en es si tiempo en Borges ostalero". El dato sería
del todo marginal, se están nombrando monasterios benedictinos, en cuya
localización los autores no se ponen de acuerdo, pues San Miguel de la Clusa
podría ser el de Bergerac en Dordogne, o el de Susa, en el Piamonte1778. Sin embargo,
¿por qué sabe Berceo que este Pedro fue hostalero en Borges si no está en su
fuente? (La fuente sólo afirma: "In civitate Bituricensi, quam solet
narrare quidam monachus Sancti Michaelis de Clausa, nomine Petrus, dicens se eo
tempore illic fuisse")1779. ¿Se trata de una invención de nuestro autor, o tal vez ha
habido una información oral porque son conventos vinculados a la misma orden?
H. CUESTIONES RELATIVAS A LA VIDA
CULTURAL EN TIEMPOS DE BERCEO
Abordamos dentro de este último capítulo sobre la Iglesia el tema de la cultura
y la educación, puesto que, a lo largo del medievo, el orden de los oratores
fue no sólo el depositario sino el transmisor de este acervo del
conocimiento.
La mayoría de las grandes obras de la
literatura o la historia de aquel momento fueron clericales. Todos estos
escritos no sólo suponen la existencia de clérigos dotados de buenas cualidades
para versificar, sino el conocimiento de la teología, moral, el latín, el
castellano y de la historia pasada que han investigado1780. Un buen ejemplo podría ser el propio Gonzalo de Berceo, un
hombre con grandes conocimientos, y con un alto nivel de lectura,
fundamentalmente de obras de contenido litúrgico-teológico.
Los oratores educan al pueblo y a la
nobleza, siendo el medio más antiguo y tradicional de la enseñanza de la
doctrina cristiana la predicación y la catequesis. Las artes plásticas también
contribuyen a que el pueblo recuerde y amplíe sus conocimientos. El románico y
el gótico se recrearán en temas como el pecado original, la anunciación, el
nacimiento y muerte de Cristo, el juicio final, ...
Refiriéndonos en concreto a la España
plenomedieval, el concilio de Coyanza (León) del 1055 ordena en su canon
tercero: "Et los clerigos ensiñen a los fillos della yglesia e a los
infantes el Credo in Deum e el Pater Noster, assi que losaban de cor"1781. Pero esta actividad no se despierta hasta la presencia en
España del legado Juan de Abbeville, y sus concilios de Valladolid, 1228 y
Lérida, 1229, frutos del Lateranense IV. Precisamente en estos concilios se
establece la obligación, para el clero parroquial, de aprender latín,
prohibiendo la concesión de beneficios a los que lo ignorasen y permiten que se
puedan ausentar a las escuelas para aprender gramática, gozando de sus
beneficios1782.
Hay que tener presente que, desde comienzos
del siglo XII, los capitulares de los diferentes cabildos catedrales hispanos
comenzaron a salir a estudiar a los estudios franceses e italianos; con la
fundación de nuevos estudios generales hispanos a lo largo del siglo XII,
partieron también para éstos. Los desplazamientos no se podían realizar sin una
base económica adecuada, de la que carecían en la mayoría de los casos los
capitulares estudiantes;y, por otra parte, daban lugar, consecuentemente, a
unas ausencias del cumplimiento del propio deber capitular, lo que normalmente
era sancionado con la pérdida de parte de sus ingresos. Para legalizar estas
ausencias y permitir que, a pesar de ellas, el capitular estudiante ausente
siguiera gozando de una suficiente situación económica, los cabildos comienzan
a legislar en este Sentido, pudiéndonos remontar, como más antigua, a la
Constitución de Santiago de Compostela de 1169 1783.
Respecto al mundo monástico, el panorama es
algo distinto, pues las Reglas, como la Regula Magistri, preveen generalmente,
para todos los monjes, la obligación de aprender a leer -al menos hasta los
cincuenta años-. Este imperativo se encuentra estrechamente ligado a la vida
religiosa del monje. Las Reglas de la tradición occidental destinan, por lo
general, de dos a tres horas a las lecturas espirituales como premisa necesaria
para la meditación. Esto traía consigo que el monasterio se dotase de
instrumentos- bibliotecas, escuelas, scriptorium-, que hacían de él un lugar
exclusivo y culturalmente protegido1784.
En la obra de Gonzalo de Berceo,
concretamente en San Millán. Santo Domingo, Milagros y Duelo encontramos
documentada esta preocupación por la enseñanza, por la cultura, aunque
realmente todos sus escritos pretenden catequizar a su público
lector-oyente.
En San Millán, el propio santo
emilianense es plenamente consciente de su analfabetismo y desconocimiento de
los fundamentos teológicos del cristianismo, por lo que se dirige a San Félix
de Bilivio, con objeto de que sea su maestro y lo instruya1785: "Non sé nada de letras, vásmele entendiendo, / de la
sancta creencia la raíz non entiendo; / padre, mercet te clamo a tos piedes
yaziendo, / que en esti lazerio vayas mano metiendo. / .../ demostrólis los
psalmos por fer su oración; / .../ Fue en poco de tiempo el pastor psalteriado,
/ de imnos e de cánticos sobre bien decorado, / en todo la doctrina maestro
profundado".
El caso de Santo Domingo es
distinto pues, cuando expresa su deseo de ser clérigo, sus padres se preocupan
por la instrucción del niño y lo llevan a la iglesia como monaguillo u oblato
en una escuela eclesiástica1786: "Buscáronli maestro, el mejor
que pudieron, / leváronlo a glesia, a Dios lo ofrecieron. / Diéronli su
cartiella, a ley de monaciello, / assentósse en tierra, tóllose el capiello, /
en la mano derecha priso su estaquiello / apriso fasta'l títol en poco de ratiello".
Nuestro protagonista acude voluntariamente
y con agrado a esta escuela y aprende con gran rapidez1787: "Vinié a su escuela el infant grand mañana, / non
avié e decírgelo nin padre nin ermana; / .../ Fue en poco de tiempo el infant
salteriado, / de imnos e de cánticos bien i gent decorado; / evangelios,
epístolas aprísolas privado; / algún mayor levaba el tiempo más
baldado".
El salterio se consideraba el libro de
lectura elemental y el maestro obligaba a recopilar los versículos sobre unas
tablillas, debiendo el joven monje aprenderlos de memoria. Para conocer los
salmos por orden del 1 al 150 se precisaba entre seis meses y tres años1788, según la capacidad intelectual y el esfuerzo.
¿Dónde realizó el santo este aprendizaje? La
verdad es que Berceo no nos lo dice, aunque probablemente fuera en Cañas,
llegándose a afirmar que pudo haber sido en la escuela monástica de Santa María
de Cañas1789. Nos llama la atención el hecho de que este monasterio
decayera en poco tiempo, pues cuando Santo Domingo es enviado allí no encuentra
absolutamente nada 1790: "Fue a Sancta María el barón benedicto, / non falló
pan en ella nin otro ningún victo".
Hicimos antes mención a que, en el siglo
XI, el concilio de Coyanza había ordenado que se enseñase el Padre Nuestro y el
Credo. Precisamente, aunque en cierta manera es un tópico hagiográfico, ésas
son las oraciones que el santo dice, cuando es niño, continuamente1791: "Dicié el Pater Noster sobre muchas vegadas, / e el
Credo in Deum con todas sus posadas". En Milagros se nos
dice que en la ciudad de Bourges, departamento de Cher, Francia, existe una
escuela monástica1792, en lo que se trata una amplificación de nuestro autor1793."Enna villa de Borges, una cibdat estraña, / .../
Tenié en essa villa, ca era menester, / un clérigo escuela de cantar e leer; /
tenié muchos criados a letras aprender, / fijos de bonos omnes que querién más
valer". Como podemos ver nuestro autor nos dice que en esta escuela se
aprende a "cantar y leer", es decir se les instruye en todo lo
necesario para ayudar a la liturgia, enseñándoles el conocimiento de las
primeras letras y se les inicia en el canto litúrgico. Incluso se observa la
posibilidad de ascender socialmente mediante la educación.
¿A qué edad se inicia este aprendizaje? A los
siete años como se nos dice en Milagros1794: "Cuando
vino el término, lo siet años passados, / .../ mandó'l poner a letras con
maestro letrado".
En Duelo1795 se nos afirma la preponderancia de los maestros de
Francia sobre los demás: "Que non renuncian todos los maestros de
Francia". Hay que tener presente que la universidad de París es desde el
punto de vista teológico una de las más importantes del mundo.
En Berceo aparecen clérigos analfabetos, como el
ignorante de Milagros, pero nuestro autor, también nos indica, cómo
los sacerdotes tienen una cierta cultura, ése es el caso del clérigo ladrón.
Nos dice el escritor riojano 1796: "Assaz era
el lego omne de mal sentido, / mas de peor el clérigo, que más avié leido".
Otros poseerán una gran erudición, como es el caso de Muño, autor del Poema que
sirvió como fuente para Santa Oria1797: "Muño era
su nombre, omne fue bien letrado, / sopo bien su fazienda, él fizo el
dictado".
I.
CONCLUSIÓN
http://www.vallenajerilla.com/berceo/ruizdominguez/vidamonastica.htm
http://www.vallenajerilla.com/berceo/index.htm
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