sábado, 12 de noviembre de 2022

 

EL CONDADO DE CASTILLA

OBISPADOS


Obispado de Amaya

 Amaya era una de las plazas fuertes del condado original de Castilla desde su toma por el conde Rodrigo en el año 860 y, previamente, fue una de las poblaciones más importantes del ducado visigodo de Cantabria.

A pesar de su importancia para la historia del condado de Castilla, no es demasiado bien conocido su discurrir histórico. Y uno de los enigmas que se plantea es si, en algún momento, fue la sede de un obispado.

¿Existió un obispado en Amaya en época visigoda?

 

No existe una completa seguridad sobre si Amaya ya tuvo sede episcopal en época visigoda. Las actas de los concilios toledanos celebrados hasta el año 693 no la mencionan.

Sin embargo, Amaya aparece (dentro de la provincia Tarraconense) en la versión ovetense (Códice Ovetense de la Biblioteca de El Escorial, códice R-II-18, fo. 65) de las Nominae sedium episcopalium, un documento datado en el siglo VIII1, aunque no se cita en versiones más tardías del mismo. Claudio Sánchez-Albornoz abogó por su existencia con anterioridad a las campañas de Leovigildo2, mientras que L. Serrano3, A. Barbero y M. Vigil4 ha defendido la inexistencia de este obispado.

Llegados a este punto, se antoja difícil llegar a alguna conclusión. Pero, dado que se considera que el documento más antiguo de las Nominae posee un alto grado de fiabilidad, es posible que de haber existido, la sede de Amaya apareciera después del 693.

Quizás la sede se creó después de la invasión musulmana y representara la diócesis de los restos del ducado de Cantabria que no fueron invadidos por los musulmanes. Por desgracia, de momento, es una hipótesis que no se puede demostrar.

El obispado de Amaya en los siglos IX y X

 

El panorama de las sedes episcopales en el condado de Castilla entre los siglos IX y XI es sumamente confuso. Existen varias diócesis, algunas de nueva creación como Valpuesta; otros de corto recorrido como Muñó, y Sasamón; otras de larga tradición como Oca, y una serie de obispos sin una sede conocida a los que se ha denominado obispos errantes.

Sobre Amaya solo conocemos dos menciones y también muy inseguras. La primera es un documento, muy sospechoso de haber sido interpolado, que cita a un Natalis Amatensis seis episcopus. Procede de la catedral de León y podría ser del 27 de agosto del 916.5

La segunda es un documento del 5 de noviembre del 927, en época de Alfonso IV, también de la catedral de León6 y dice así:

Regnante glorioso principe nostro domno Adefonso, cum coniuge sua Onnega regina, anno regni sui secundo, in ciuitate Legione… Na(ta)lis, episcopus Amatense sedis.

El obispo Nalis o Natalis sería el obispo de la sede Amatense Amaiensis, que se ha identificado con Amaya. Para el editor del documento, Amatense sería una mala lectura de Aucense y dice que sería el mismo Natalis Aucense sedis episcopus de un diploma de Ordoño II el 24 de abril del 918. Para Gonzalo Martínez Diez este Amatense debería leerse como Amaiense.

Este mismo autor supone que un obispo llamado Gustremido, que aparece en un documento del 23 de mayo de 932 (Gustremidus episcopus rb.) del cartulario de San pedro de Cardeña, sería el titular de la sede de Amaya, pero sin aportar ninguna otra prueba.7

Se puede plantear que, una vez que Amaya es incorporada de forma efectiva al reino de León dentro del condado castellano se convierte en un núcleo de poder territorial y que el nombramiento de un obispo ayudaría en cierto modo a organizar los territorios cercanos.

Se ha supuesto también que el obispado de Amaya se desplazaría luego a la fortaleza de Muñó, ya sobre el río Arlanzón. Su primer obispo conocido es Basilio en el 932.


Bibliografía

Organización episcopal y poder entre la Antigüedad tardía y el Medievo (siglosV-XI) : las sedes de Calahorra, Oca y Osma | Martín Viso | Iberia. Revista de la Antigüedad (unirioja.es)

La Tarraconense occidental, de la reforma de Diocleciano a la reforma gregoriana (openedition.org)


1.      Sánchez-Albornoz, Claudio: Fuentes para el estudio de las divisiones eclesiásticas visigodas, en Investigaciones y documentos sobre las instituciones hispanas, Santiago de Chile, 1970, pp. 66-107.

2.      Sánchez-Albornoz, Claudio: Sobre las Nominae Sedium Episcopalium visigodas, en Investigaciones y documentos, pp. 108-113

3.      Serrano, L.: El obispado de Burgos y Castilla Primitiva, vol. I, Madrid, 1935, Instituto de Valencia de Don Juan, pp. 31-32.

4.      Barbero, A.; Vigil, M.: Sobre los orígenes de la Reconquista, Ariel, 1984, pp. 78-79

5.      Sáez, E.: Colección documental del Archivo de la Catedral de León (775-1230) Vol I (775-952), Centro de Estudios e Inv. San Isidoro, 1987, doc. 62, pp. 103-105.

6.      Sáez, E.: Colección documental del Archivo de la Catedral de León (775-1230) Vol I (775-952), Centro de Estudios e Inv. San Isidoro, 1987, doc. 75, pp. 124-129.

7.      Martínez Diez, G: Colección documental del Monasterio de San Pedro de Cardeña, Caja de Ahorros y Monte de Piedad del Círculo Católico de Obreros de Burgos, 1998, doc. 23.

 

https://www.condadodecastilla.es/cultura-sociedad/religion/el-obispado-de-amaya/

 


SAN GARCÍA DE ARLANZA

 

[Quintanilla San García (Burgos), c. 1000 – San Pedro de Arlanza, 1071/73]
Abad de San Pedro de Arlanza (c. 1047 – 1071/73) y santo

 

Muy poco se sabe de la vida de San García, abad de San Pedro de Arlanza. Tampoco ha llegado a nosotros ninguna Vita con sus hechos.

La tradición dice que nació en el pueblo de Quintanilla, en La Bureba, lugar rebautizado como Quintanilla San García en su honor, seguramente a principios del siglo XI.

 

 


https://www.tripadvisor.com/Hotel_Review-g2102061-d2091142-Reviews-or15-El_palacete_del_obispo-Quintanilla_San_Garcia_Province_of_Burgos_Castile_and_Leo.html

 

Ingresó en el monasterio de San Pedro de Arlanza. Allí figura como abad (Garseanus abba), sucediendo al abad Aureolo, por primera vez en un documento datado el 30 de septiembre de 1047 en el cual los reyes Fernando y Sancha donan al monasterio diversas posesiones en Vallejimeno.1

Durante su período de mando del monasterio, el cenobio se enriqueció en gran medida gracias a donaciones reales de Fernando I y de Sancho II.

El 1 de julio de 1048 el rey Fernando anejó a Arlanza el monasterio de Santa María de Retortillo 2 y dos iglesias (en Villariezo y Javilla) 3; el 20 de abril de 1062 le da la villa de Santa Inés y otros privilegios 4; y el 21 de diciembre de 1063 el rey concede al monasterio el diezmo de los derechos reales en San Esteban de Gormaz y su distrito. 5

Reinando ya Sancho II, García sigue aconsejando al consejo real. Por ejemplo, un documento de 1068 registra una donación realizada por Sancho II destinada a restaurar la sede episcopal de Oca y en él aparecen las firmas de El Cid y San García, que fueron coetáneos. 6

El 22 de abril de 1069 Sancho II hizo una donación al monasterio de San Pedro de Arlanza de varias villas (Hortigüela, Guzmán…), apareciendo en el documento nuevamente como testigo firmante el Cid (Roderico Didaz), 7 quien vuelve a aparecer como testigo (Rodrigo Didaz) en otra donación del 26 de junio de 1070.8

Aparece por última vez en el Cartulario de Arlanza en 1071,9 aunque la tradición del monasterio afirmaba que su muerte había tenido lugar en 1073, siendo enterrado en la nave del Evangelio de la iglesia abacial. Su festividad se celebra el 25 de noviembre.

 

Las reliquias de los santos Vicente, Sabina y Cristeta de Ávila

                 

De Fernando I consiguió el permiso para el traslado de las reliquias de los santos Vicente, Sabina y Cristeta desde Ávila hasta su monasterio, lo cual se hizo realidad el 20 de abril de 1062. Este episodio es casi el único que conocemos con certeza pues es relatado por Grimaldo, el biógrafo de Santo Domingo de Silos en su Vita Dominici Silensis.

San García tuvo una revelación divina, tal y como recoge Berceo en una de sus estrofas, de la que le hizo partícipe a Santo Domingo abad del monasterio de Silos que era el más cercano al de Arlanza. Tomaron camino hacia Burgos para comunicárselo al rey Femando y al prelado, y en Cardeña se encontraron con el abad del monasterio, San Sisebuto, y los tres se presentaron ante el obispo, en Burgos, quien a su vez se unió a la comitiva y todos ellos se encaminaron al encuentro del rey.

Atravesaron la llanura palentina y llegando al Duero, en el lugar conocido por Santa Cristina, a dos kilómetros de Zamora, estaba el rey con el obispo de Palencia. Al conocer el rey la razón que había llevado a la comitiva llegar hasta allí, se unió a la misma, atravesaron el Duero y se encaminaron hacia Ávila. Buscaron entre las ruinas del principal templo de esta ciudad los restos de los tres mártires que perecieron en al año 304 en tiempos del emperador romano Diocleciano.

Fueron encontrados los cuerpos y, después, dejaron Ávila para llevar los restos al monasterio de Arlanza. Por el camino dejaron reliquias de los tres mártires en los pueblos que pasaban, y una vez llegados a Arlanza, donde fueron enterrados los restos, el abad de Silos, Santo Domingo, se volvió a su monasterio con las manos vacías, lo cual fue objeto de quejas por sus monjes.

Milagros de San García

 

Muy poco o nada se halla documentado en cuanto a los milagros del santo. Parece que un Viernes Santo celebrando la festividad con sus monjes reunidos en torno a la mesa al bendecir el agua ésta se convirtió en vino. De este hecho, hace mención un estandarte del Santo que posee su pueblo natal, Quintanilla, y en el cual se ha grabado la siguiente redondilla:

En Quintanilla nací.
Con el auxilio divino
El agua en vino
En Arlanza convertí.

Placa conmemorativa en Quintanilla San García

El anillo de San García

 

La muerte del santo no significó su olvido, ya que se le atribuyeron curaciones a su intercesión, por medio de las reliquias que dejó.

Concretamente el anillo de San García salía del monasterio de Arlanza a petición de los pueblos en los que había enfermos, y se dice que estaba fuera del monasterio hasta nueve meses.

Las reliquias de San García

 

El culto al Abad de San Pedro de Arlanza es muy tardío y no se remonta más allá del año 1620 cuando el Papa Urbano VIII, a petición del rey Felipe III de España, permitió el traslado de sus reliquias a la Capilla de los Mártires.

En 1724 una comisión municipal de Quintanilla San García acudió al monasterio de San Pedro de Arlanza y en presencia del abad fray Diego Martínez, se abrió la urna del Santo de la que se sacó un hueso grande de la cadera derecha. Todo ello consta en un documento fechado el 16 de enero de 1725 que quedó en el propio monasterio. Posteriormente la reliquia se colocó en el altar de la parroquia de la villa llamada Santa María de Aliende, lo cual se hizo por medio de Auto de fecha 20 de enero de 1725.

En 1813 para evitar saqueos por parte de los franceses la reliquia del santo, se sacó de la urna de plata en la que estaba depositada en el altar y se escondió detrás del propio altar donde estuvo, hasta que en los días 15 y 16 de junio pasaron en retirada soldados del ejército francés. Ese mismo año se ordenó certificar si el resto era efectivamente la reliquia del santo, para lo que dispuso como testigo al cirujano titular del pueblo.

El 24 de septiembre de 1813 en la iglesia de Quintanilla San García se reunió el tribunal que debía certificar la autenticidad de la reliquia, que se tuvo por auténtica.

En 1841, extinguido el Monasterio de San Pedro de Arlanza, los restos de San García fueron llevados a la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias, y su anillo abacial pasó al monasterio de Santo Domingo de Silos hasta que con motivo de la fiesta de su IX centenario, se trasladaron, restos y anillo, a su patria chica.

Noveno centenario

En 1973 se celebró el noveno centenario de muerte de San García. El día 23 de junio se trasladaron al pueblo las reliquias del Santo, la urna con los restos de San García desde la Colegiata de Covarrubias y el anillo abacial desde el Monasterio de Silos. Se encargó una talla de San García de piedra de Hontoria, al escultor burgalés Ismael Ortega y se colocó en la hornacina que hay en el pórtico de la iglesia.


1.      Serrano, LucianoCartulario de San Pedro de Arlanza, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios, 1925, pág. 99, doc. XLVIII.

2.      Op. cit., pp. 107-110, doc. LII

3.      Op. cit., pp. 110-111, doc. LIII

4.      Op. cit., pp. 126-128, doc. LXII

5.      Op. cit., pp. 136-137, doc. LXVI

6.      Vivancos Gómez, Miguel C.: Reinado y diplomas de Sancho II de Castilla y León, La Ergástula Ediciones, Madrid, 2014, pp. 119-123, doc. 6.

7.      Serrano, Luciano: Cartulario de San Pedro de Arlanza, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios, 1925, pp. 144-147, doc. LXXIII.

8.      Op. cit., pp. 149-150, doc. LXXVI

9.      Op. cit., pág. 153, doc. LXXIX

Bibliografía

§  Vivancos, Miguel C.: García de Arlanza: de abad a santo, en VV.AA. : El monasterio de San Pedro de Arlanza, cuna de Castilla. Burgos, Excma. Diputación de Burgos, 2015, pp. 123-137.

§  Gonzalo de Berceo: Vida de santo Domingo de Silos. Edición y notas de Teresa Labarta de Chaves. Madrid: Castalia, 1972.

§  San García, hijo y patrono de Quintanilla.

§  Flórez, Enrique: España sagrada […], vol. XXVII, Madrid, Antonio de Sancha, 1772, cols. 130-145.

§  Serrano, Luciano: Cartulario de San Pedro de Arlanza, Madrid, Junta para Ampliación de Estudios, 1925.

 

https://www.condadodecastilla.es/personajes/san-garcia-de-arlanza/


SANTA CASILDA

 

[Toledo p. s. XI – Briviesca (Burgos), 2ª mitad s. XI]
Santa y virgen

 

No es posible asegurar con certeza la
existencia de Santa Casilda. Las primeras menciones proceden del siglo XV a
pesar de que, según la tradición, era hija o hermana (según versiones) del rey
musulmán al-Ma’mún de Toledo.

Cuenta su hagiografía que Casilda era de natural
compasiva y que se ocupaba de atender a los prisioneros, muchos de ellos
cristianos, encarcelados en pésimas condiciones en Toledo. Un día fue
sorprendida por su padre, pero milagrosamente los panes que llevaba se
convirtieron en flores y no fue descubierta.

Pasó el tiempo y Casilda enfermó gravemente de un mal que
le provocaba grandes flujos de sangre o menstruaciones. Los médicos toledanos
no pudieron hacer nada por ella y, además, recibió noticias celestiales de que
solo se curaría si acudía a los pozos de San Vicente de Buezo, en las cercanías
de Briviesca (Burgos).

Al-Ma’mún accedió a que Casilda viajara
al santuario de San Vicente y por ello pidió permiso al rey de León, para
unos Fernando I y para otros Alfonso VI, quien recibió a la princesa toledana en el
castillo de Burgos. Además, al-Ma’mún concedió la libertad a los cristianos
presos en Toledo.

Incluso se fabricó una misiva de petición del rey
toledano a Fernando I:

Magnánimo y esclarecido Rey Don Femando,
quando la fama os ha dado el renombre de Magno, no dado le aveis adquirido a
fuerza del desempeño en las continuas lides, y obstentaciones bizarras, en cuyo
aplauso no es menos interessada la Corona de Toledo; y aunque parezca demasía
desfrutar tantos favores, y honras, me servirá de disculpa a tanto excesso el
afecto de una hija, prenda de mi corazón, que acosada (en medio de su tierna
edad de una continua, molesta y peligrosa enfermedad de sangre lluvia, que
marchitando su belleza, temo passe a mortal accidente) espera hallar alivio en
los Lagos de Vicente, que por noticias sé están en tierra de Bureva, parte de
vuestros dominios; para cuyo efecto, con vuestro beneplácito, saldrá en breve
de esta Corte. Espero lograrle, fiado en vuestra estrecha aliança, y que la
recibiréis como hija; y a darme lugar las precisas obligaciones de mi Corona,
fuera en compañía de Casilda, para lograr ver un amigo a quien tanto debo. Alá
os prospere siglos eternos.

Cantón Salazar y
Setién, Juan: El pasmo de caridad y prodigio de Toledo.
Vida y milagros de Santa Casilda Virgen,
Burgos, 1734, pág. 113

y su respuesta:

Hechas treguas entre las dos Coronas, con el
deseo de que se perpetúe nuestra amistad, estad cierto será para mi la mayor
felicidad se digne vuestra hija pisar estos Palacios; (pequeña estancia a tan
hermosa prenda) y espero respecto de la fama de sus heroicas virtudes, que
apiadado el Cielo de su molesta enfermedad, logrará el alivio, que deseáis, y
la veréis restituida a essa Corte para vuestro consuelo. Y en desempeño de mi
fina voluntad, me sacrificaré en obsequio de Casilda todo el tiempo, que
gustare honrar esta Corte, estimándola como a hija vuestra. El Cielo os guarde
por dilatados años.

Cantón
Salazar y Setién, Juan: El pasmo de caridad y prodigio de
Toledo. Vida y milagros de Santa Casilda Virgen,
Burgos, 1734, pág. 114

 


Santa Casilda por
Francisco de Zurbarán (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid)

Posteriormente se acercó a los lagos de San Vicente donde acabó sanando gracias, supuestamente, a las aguas milagrosas. Casilda entonces abjuró del Islam y se bautizó, pasando el resto de sus días en un santuario cercano como ermitaña. Pronto su fama de milagrera corrió por la zona, sobre todo por la curación de afecciones ginecológicas y como potenciadora de la fertilidad femenina.


Pozo de Santa Casilda

Murió centenaria en ese lugar, siendo enterrada en la iglesia de San Vicente.

El santuario de Santa Casilda

Las primeras
noticias ciertas del culto a Santa Casilda son del siglo XV, cuando el obispo
Pablo de Santa María de Burgos instituye su culto público.

Casi un siglo después comenzará la construcción del actual santuario de Santa Casilda. El
Cabildo de Burgos decide acometer la edificación de una nueva iglesia, debido a
la creciente devoción hacia la Santa, y encarga el proyecto y ejecución a los
hermanos Colonia, artistas que a la sazón trabajan en la catedral burgalesa.

El templo, de reducidas dimensiones y de estilo gótico florido (predominante en el momento)
es concluido en 1529, depositando las reliquias de la Santa en un nuevo
sepulcro presidido por la escultura yacente de la virgen Casilda realizado por
Diego de Siloé. De esta época es la portada, de un renacimiento temprano, obra
del maestro Nicolás de Vergara.


Santuario de Santa Casilda

En 1703 un
vendaval arrasó la iglesia provocando grandes desperfectos, hasta el punto que
fue necesario una remodelación a fondo del pequeño templo, y de ahí su actual
aspecto barroco que desplaza al primitivo estilo constructivo gótico a pesar de
conservar determinados elementos, como los arcos formeros. La portada se
enriquece y se levanta la espadaña actual de dos cuerpos.

Como curiosidad,
es posible observar en la cueva de la nave norte del templo, el primitivo
sepulcro de estilo gótico de Santa Casilda, que tan sólo estuvo en uso
alrededor de medio siglo, ya que el Cabildo burgalés encargó a Diego de Siloé
la ejecución de uno nuevo más artístico y elaborado.

Este sepulcro
primitivo, obra de Juan de Colonia, se caracteriza por narrar a través de
casetones los principales hitos de la vida de Santa Casilda, separados por
arcos lobulados a modo de dosel y que, en su origen, también conformó un grupo
escultórico junto a su imagen yacente.


Sepulcro de Santa Casilda

El 21 de agosto de 1750 sus reliquias fueron colocadas en
una nueva arca. Su fiesta se celebra el 9 de abril.


Bibliografía

§  Herradón Figueroa, Mª AntoniaAlgunas notas sobre Santa Casilda, pasmo de la caridad y prodigio de Toledo, Anales toledanos, ISSN 0538-1983, Nº. 40, 2004, págs. 9-38

§  Cantón Salazar y Setién, Juan: El pasmo de caridad y prodigio de Toledo. Vida y milagros de Santa Casilda Virgen, Burgos, 1734.

§  Web del Santuario de Santa Casilda.

 

https://www.condadodecastilla.es/personajes/santa-casilda/





 


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