John
McCrae fue un médico de origen canariense que
sirvió como cirujano en un hospital de campaña durante la Primera Guerra Mundial. Además de su
vocación por la medicina, McCrae era un gran amante de la poesía y siempre que
podía (o era visitado por las musas de la inspiración) escribía algún poema.
Esto le pasó el
3 de mayo de 1915, cuando tras acudir al funeral de su compañero Alexis Helmer,
fallecido en el campo de batalla, el acto fúnebre le inspiró para escribir un
poema que tituló «En los campos de Flandes» y en el que hacía mención a las amapolas que brotaban de las tumbas de los soldados que habían muerto en
aquella guerra.
El poema fue
publicado poco tiempo después en la revista británica Punch (muy de moda
en aquel tiempo gracias a la feroz crítica que hacía del conflicto bélico).
Meses después, Moina Michael, una de las secretarias de la oficina de la YMCA en Nueva York quedó emocionada por las letras escritas por John
McCrae y el 9 de noviembre de 1918 (dos días antes del armisticio de la Primera
Guerra Mundial) decidió comprar unas amapolas y repartirlas entre los
asistentes en la conferencia que celebró la YMCA.
La
francesa Anna Guérin (también voluntaria de la organización) quedó conmovida por el
gesto de su compañera Moina y cuando volvió a Europa decidió hacer lo mismo en
su país, coincidiendo con el final de la Gran Guerra el 11 de noviembre. Desde entonces, coincidiendo con el aniversario y todas las
conmemoraciones que se realizan durante el mes de noviembre, son
infinidad las personas que cada año lucen una amapola (colocada en
la solapa o en el pelo) como homenaje a los
soldados caídos.
Este día es
conocido internacionalmente como el ‘Poppy
Day’ (Día de la Amapola o Día del Recuerdo).
El poema «En
los campos de Flandes» dice así:
«En los campos de Flandes
crecen las amapolas.
Fila tras fila
entre las cruces que señalan
nuestras tumbas.
Y en el cielo aún vuela y canta
la valiente alondra,
escasamente oída por el ruido
de los cañones.
Somos los muertos.
Hace pocos días vivíamos,
cantábamos, amábamos y éramos
amados.
Ahora yacemos en los campos de
Flandes.
Contra el enemigo continuad
nuestra lucha,
tomad la antorcha que os
arrojan nuestras manos agotadas.
Mantenerla en alto.
Si faltáis a la fe de nosotros
muertos,
jamás descansaremos,
aunque florezcan
en los campos de Flandes,
las amapolas».
Cabe destacar
que el hecho de lucir una amapola en la solapa (u otras partes del cuerpo) se
realiza prácticamente durante todo el mes de noviembre, siendo el día álgido de
esta tradición el 11 de noviembre (Poppy Day), al ser la efeméride del Día del
Armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial.
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