Sefardíes: características e historia de esta variedad del
pueblo judío
Castilla y Aragón tuvieron muy grandes
comunidades judías, hasta que en 1492, bajo el reinado de los Reyes Católicos,
se realizó una violenta limpieza religiosa, expulsando a todos aquellos que
creyeran en Yahvé.
Estos judíos fueron vagando por diversos
países de Europa, África y Asia, sin olvidar de dónde venían, conservando el
castellano medieval como vehículo de comunicación y añorando la Península
Ibérica, su Sefarad.
Estos son los sefardíes, pueblo
hebreo que sigue existiendo a día de hoy, con una extensa diáspora por todo el
mundo y del que vamos a hablar a continuación, viendo su
historia, lengua y cultura.
¿Quienes son los sefardíes?
Los sefardíes, también llamados sefarditas,
sefaradíes o sefaraditas (del hebreo ספרדים, “Sefaraddim”, literalmente
‘los judíos de Sefarad’) son
los descendientes de los judíos que vivieron en la Corona de Castilla y la
Corona de Aragón hasta su expulsión en 1492 por los Reyes Católicos.
La palabra “sefardí” viene de “Sefarad”, un término bíblico con el que los
hebreos se referían a la Península Ibérica.
Aunque hoy en día los sefardíes viven en
muchos países, especialmente Francia, Argentina, Estados Unidos, Canadá y,
sobre todo, en Israel, no olvidan su pasado español, habiendo solicitado el
recibir la nacionalidad española como compensación por los siglos de
persecución religiosa vivida. Esta diáspora sefardí cuenta con, por lo menos,
dos millones de integrantes, pudiéndose encontrar, además de los países
mencionados, en muchos países latinoamericanos, el norte de África y Turquía.
Cuando vivían en la Península Ibérica este pueblo desarrolló importantes y prósperas
comunidades en la mayoría de las ciudades de la Corona de Castilla,
destacando comunidades tales como Ávila, Burgos, León, Segovia, Soria, Tudela,
Toledo, Vitoria, Córdoba, Granada, Jaén, Málaga y Calahorra. También las hubo
en la Corona de Aragón, encontrándose comunidades o “calls” en ciudades como
Girona, Barcelona, Tarragona, Palma, Valencia y Zaragoza, y en Portugal, en
ciudades como Lisboa, Évora y Beja y una importante comunidad en la región de
Trás-os-Montes.
Historia de este grupo de judíos
Aunque no podemos considerarlos
sefardíes, se tiene constancia de
presencia judía en la Península Ibérica y las Islas Baleares en la Antigüedad
Clásica, dado que se han encontrado restos arqueológicos de
ajuar semítico en Ibiza y varios rincones de la Iberia. Si bien podría tratarse
de restos importados por los púnicos, sí que podría tratarse de una comunidad
hebrea muy primigenia en España.
Visigodos y Al-Ándalus
La comunidad judía, todavía no sefardí
propiamente dicha, fue en aumento con el paso de los siglos. Tras la caída de
Roma y la creación de reinos cristianos por toda Europa, en Iberia se funda el
reino visigodo, que acaba adoptando al catolicismo como fe durante el reinado
de Recaredo (587 d. C.). Es en esta época en la que se da la primera gran
persecución, aislamiento y rechazo a los hebreos en la península, quienes
habían formado las primeras juderías y aljamas en territorio español.
Dadas las difíciles condiciones en las que se
encontraban los judíos durante el reino visigótico de Toledo, cuando este estado colapsó ante la invasión
musulmana los hebreos vieron a los nuevos dominadores como una fuerza
liberadora. Los judíos y musulmanes tenían buenas relaciones en
la época, pues sus dos religiones eran consideradas como merecedoras de las
mismas condiciones al tratarse al tener como fundamento de sus doctrinas
libros, el Talmud y el Corán respectivamente.
A partir del año 711 las
juderías van aumentando por toda la península. La
victoria del conquistador musulmán Táriq ibn Ziyad se traduce en una mejora de
las condiciones de vida de los judíos, pues se da un mejor ambiente de
convivencia en la Península Ibérica. Los musulmanes toleran la presencia de
este pueblo, siempre y cuando paguen el dhimmi,
un impuesto aplicado a judíos y cristianos para que pudieran seguir viviendo en
territorios musulmanes.
Durante los siglos de esplendor andalusí la
comunidad hebrea ibérica era la más grande, organizada y avanzada culturalmente
hablando. Muchos judíos procedentes de otras partes de Europa y de los
territorios árabes se trasladaron al Al-Ándalus, integrándose en la comunidad
existente y enriqueciéndola extensamente. Estos judíos aprendieron el idioma árabe y ocuparon puestos
en el gobierno o se dedicaron a actividades comerciales y financieras.
Uno de los motivos por los que fueron tan
bien recibidos y se adaptaron tan bien en los territorios musulmanes fue el
hecho de que se dedicaran a profesiones que manejaban aspectos económicos. En
el Islam estaba prohibido dedicarse a actividades financieras, mientras que
entre los cristianos estas eran consideradas como impías. Así pues los judíos,
que no tenían reparos en dedicarse a ellas, ocuparon este sector ejerciendo de
tesoreros, recolectores de impuestos, prestamistas y cambistas, llegando a
amasar fortunas.
Pese a la relativa tolerancia
de la cultura islámica de la época, los judíos no se salvaron de varias
limpiezas étnicas, perpetradas tanto por la población muladí
como por los gobernantes árabes. Se realizaron varias durante la dominación
almorávide y, sobre todo, durante la almohade. Entre las grandes matanzas
destaca la Masacre de Granada de 1066. Esto provocó la huida de numerosas
familias judías hacia territorios cristianos recién conquistados,
principalmente al Reino de Toledo.
La expulsión de los judíos
En 1492 los Reyes Católicos
promulgan la expulsión de los judíos en las coronas de Castilla y de Aragón. Los
exiliados se instalaron en las cercanas Navarra, todavía semiindependiente, y
Portugal.
No obstante, esta tendencia a realizar una
limpieza religiosa se extendió al resto de reinos ibéricos, haciendo que los
sefardíes tuvieran que irse al norte de África y los Estados Italianos. Una importante comunidad se trasladó al norte
de Europa, yendo a Inglaterra y Flandes.
Sin embargo, los que mejor suerte corrieron
fueron los que se instalaron en tierras otomanas, como Oriente Próximo, el
norte de África y los Balcanes.El
sultán Bayaceto II dio órdenes de que se trataran bien a los sefardíes.
Este líder otomano exclamó que los judíos eran una gran fuente de riqueza
cultural y económica, y que no podía entender como Fernando II de Aragón podía
ser considerado un buen rey haciendo de sus reinos países más pobres.
Es realmente en esta época en la que los
judíos ibéricos empiezan a ser conocidos como sefardíes, pues en su exilio
veían a España como su tierra madre, aquella que añoraban y que deseaban
volver. Como en la Biblia el Sefarad es
entendido originalmente como una tierra lejana, los judíos empezaron a hacer
uso de esta palabra para referirse a España. Conservaron muchas
tradiciones propias de la Península Ibérica, usaban el castellano medieval como
vehículo de comunicación y recordaban sus ciudades de nacimiento.
Los sefardíes en el Imperio otomano
En el Imperio Otomano los
sefardíes formaron cuatro comunidades muy grandes, mayores que las que se
habían formado en España: Salónica, Estambul, Esmirna y Safed. Aún
así, hubo una importante población en todas las ciudades importantes del
Imperio, fundando comunidades en Sarajevo, Belgrado, Sofía, Bucharest,
Alejandría, Tekirdağ y Bursa.
Muy raras veces se mezclaban con la población
autóctona, puesto que disponían de un nivel cultural mayor que el de los
habitantes de sus nuevas ciudades de residencia. Esto hizo que conservaran su
cultura, tradiciones e idiomas prácticamente intactos, con muy pocas
influencias de las culturas locales. Durante casi cinco siglos continuaron
hablando el judeoespañol. Esta tendencia no fue la seguida por los sefardíes
que se fueron a Holanda e Inglaterra.
Sus habilidades con las
finanzas permitieron a muchos a alcanzar niveles de vida altos e, incluso,
conservar un estatus de privilegio en las cortes otomanas. Algunas
de las familias sefardíes más ricas de Estambul financiaban las campañas del
ejército otomano, y muchos de los miembros de la judería de esa ciudad ganaron
posiciones privilegiadas como oficiales de alto rango.
Son centenares de barrios judíos construidos
por los sefardíes durante su estancia en el Imperio Otomano. Tan solo en la ciudad de Salónica, actual
Grecia, construyeron todo tipo de comunidades y sinagogas que
bautizaron con nombres que les recordaba su vida en las Coronas de Castilla y
Aragón y en el Reino de Portugal: Kal de Kastiya, Kal Aragon, Otranto, Palma,
Siçilia, Kasseres, Kuriat, Albukerk, Evora y Kal.
Siglo XX: Guerras mundiales y Holocausto
Pasados unos 400 años desde que los judíos
fueran expulsados de la Península Ibérica, el principal país de recepción de
este pueblo, el Imperio
Otomano, empieza a colapsar para dejar paso a estados nacionales como Grecia.
Al ser derrotado el imperio en la Primera Guerra Mundial Grecia logra la
independencia y va recuperando territorios históricamente atribuidos al país
helénico.
El movimiento nacionalista griego, como
cualquier otro, tenía marcados tintes de pureza étnica. Esta ideología acabó desarrollando un fuerte
movimiento antisemita en la ciudad de Salónica, viendo a
los sefardíes como contaminadores de la civilizada y prestigiosa identidad
griega. Así pues, los sefardíes volvían a vivir el traumático recuerdo de ver
como la tierra en la que vivían se convertía en una tierra hostil para su
identidad.
Así pues estos sefardíes huyeron a Francia, debido a la influencia
francesa que ejerció la Alianza Israelita Universal sobre los sefardíes cultos,
mientras que otros se fueron a Estados Unidos. Muchos de estos
judíos no tenían ninguna nacionalidad, pues al momento de nacer estaban
registrados como ciudadanos del Imperio Otomano, estado que dejó de existir en
1923. En algunos casos Grecia concedió pasaportes y garantías a los sefardíes
como ciudadanos del reino, aunque no estuvieran muy ligados a su nueva
“patria”.
En Estambul y Esmirna las juderías no
sufrieron grandes cambios pues al pasar el Imperio Otomano a la República de
Turquía todos los ciudadanos, fueran musulmanes, cristianos o judíos, eran
ciudadanos turcos protegidos. El Estado se secularizó, anulando el impuesto del
dhimmi a los súbditos no musulmanes que el califato había impuesto en siglos
anteriores. Los judíos estuvieron a salvo
durante casi todo el siglo XX y sólo fue cuando se fundó el Estado de Israel
cuando comienza a sufrir una desintegración paulatina.
Llegada la Segunda Guerra Mundial la
comunidad sefardí sufre un dramático descenso. El holocausto se ceba con los
judíos; las políticas de exterminio
implementadas por Alemania Nazi y sus países ocupados hacen que la cultura
sefardí casi desaparezca. Muchos murieron, y los que pudieron
huir fueron a parar mayormente a Latinoamérica, especialmente Argentina,
Brasil, Venezuela, México, Paraguay o Chile.
Tras el final del conflicto y habiéndose
fundado el Estado de Israel los sefardíes no perdieron la esperanza. La
creación de este país implicó la fundación de un estado en el que ser judío no
era un delito, en el que se podía hablar hebreo libremente y que se podía
considerar como su hogar. Por este motivo un extenso grupo de sefardíes fue a
parar a este estado, viendo que, si bien no era España, al menos era un lugar
seguro. La creación de este estado no estuvo exenta de controversia, pues
darles esas tierras a los judíos implicaba arrebatárselas a quienes ya vivían
ahí, los palestinos.
Los sefardíes en la actualidad
En la actualidad la comunidad
sefardí reside mayormente en el Estado de Israel, siendo destacable su
presencia en Tel Aviv, Haifa y Jerusalén. Tienen su propia
representación en la Knesset (parlamento israelí) e incluso un rabino que actúa
como líder entre los sefardíes, Yitzhak Yosef (desde 2013). El partido
religioso sefardí Shas es una de las principales fuerzas políticas del Estado
de Israel.
Las relaciones entre España y la comunidad
sefardí se han ido fortaleciendo, en un intento por enmendar las persecuciones
que vivieron durante el siglo XV. Desde 1982 España establece el reconocimiento
de la nacionalidad a los sefardíes, siempre y cuando demuestren que tienen una
clara vinculación con el país.
Sefardíes, asquenazis y mizrahim
Durante el siglo XIX el término
"sefardí" se usaba para designar a todo judío que no era de origen
asquenazí (de origen alemán, centroeuropeo o ruso). Asi pues,
en esta clasificación no solo se incluían a los judíos descendientes de los de
la Península Ibérica, sino que también se incluían a los de origen árabe, de
Persia, Georgia, Armenia, Yemen e, incluso, la India.
Estos judíos no ibéricos poco tenían en común
con los sefardíes auténticos, más allá de pronunciar de forma similar el hebreo
y tener algunos ritos muy diferentes a los de los judíos asquenazis.
Sin embargo, una vez fundado el Estado de
Israel se decidió crear una
nueva clasificación para referirse a los judíos que no procedían de la
Península Ibérica ni Europa Central y eslava, llamándolos "mizrahim".
De esta forma, el término "sefardí" se refería únicamente al grupo
humano antiguamente vinculado a la península ibérica, con lengua mayormente
judeoespañola y con rasgos raciales propios de la Europa Mediterránea.
El judeoespañol
La lengua propia de los
sefardíes es el judeoespañol, también llamado ladino o djudezmo (su
autoglotónimo ג'ודיאו-איספאניול
transcrito como “djudeo-espanyol”). Esta habla es una mezcla entre el
castellano medieval, que hablaban los judíos cuando fueron expulsados de
España, y términos procedentes del hebreo, aunque también se puede un amplio
vocabulario procedente de otras lenguas: el árabe, el turco, el griego, el
italiano y el francés. Esto se debe a que, tras su expulsión los sefardíes
fueron a parar a muchos países y se impregnaron de sus culturas.
Aunque es reconocida como una lengua aparte
del castellano, esta clasificación es un tanto controvertida. En esencia, se
trata de castellano medieval escrito de forma más o menos fonética, pudiéndose
usar para representarlo tanto el alfabeto latino, como el alefato, es decir, el alfabeto propio de la lengua hebrea, y el
cirílico (alfabeto eslavo). Hay
quienes lo consideran un dialecto del español moderno y,
de hecho, la Real Academia de la Lengua Española tiene una sección dedicada a
su estudio y promoción.
En la actualidad esta habla contiene una
comunidad bastante reducida, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta cuál
ha sido la historia de los judíos en general y los sefardíes en particular
durante el siglo XX. Pese a que hace varias décadas que existen publicaciones
escritas en esta lengua, tanto en alfabeto latino como en alefato, el órgano que lo regula, la Academia Nasionala
del Ladino en Israel, solo tiene dos años de existencia, habiéndose fundado en
2018.
Pese a que durante el Holocausto se perdió
gran cantidad de hablantes de judeoespañol, hoy en día siguen perviviendo
algunos, esforzándose en que esta habla no se pierda. La diáspora sefardí,
tanto en Israel como en el resto del mundo, promueve actividades científicas y
culturales en esta lengua. Existen publicaciones en este idioma como "Aki
Yerushalayim" totalmente impresa en judeoespañol, que contiene artículos
de interés para la comunidad sefardí. En España existe una revista de tendencia
similar, la "Sefarad", publicada por el Instituto Benito Arias
Montano.
A continuación vamos a ver unos cuantos ejemplos de esta lengua, el judeoespañol.
·
"El amigo ke no ayuda y el kuçiyo que no
korta, ke se piedran poco emporta" (el amigo que no ayuda y el cuchillo
que no corta, que se pierdan poco importaE.
·
"Kien kome i suda, no tiene
kalyentura" (quien come y suda, no tiene calentura)
·
"El peşe esta en la mar i eyos ya
fizieron bazar" (el pez está en la mar y ellos ya hicieron bazar)
·
"Fyero ke da al vidro, ¡guay del vidro!
Vidro ke da al fyero, ¡guay del vidro!" (hierro que golpea al vidrio, ¡ay
del vidrio! Vidrio que golpea al hierro, ¡ay del vidrio!)
Referencias bibliográficas:
·
Ashtor, Eliyahu (1979) The Jews of Moslem Spain, Vol. 2, Philadelphia:
Jewish Publication Society of America.
·
Assis, Yom Tov (1988) The Jews of Spain: From Settlement to Expulsion,
Jerusalem: Hebrew University of Jerusalem|The Hebrew University of Jerusalem
·
Baer, Yitzhak (1966). A History of the Jews of Christian Spain. 2 vols.
Jewish Publication Society of America.
·
Bowers, W. P. (1975) Jewish Communities in Spain in the Time of Paul the
Apostle in Journal of Theological Studies Vol. 26 Part 2, 395–402
·
Carasso, Lucienne (2014). Growing Up Jewish in Alexandria: The Story of
a Sephardic Family's Exodus from Egypt. New York. ISBN
1500446351.
·
Dan, Joseph, (1992) The Epic of a Millennium: Judeo-Spanish Culture's
Confrontation. Judaism Vol. 41, No. 2
Nahum Montagud Rubio.
(2020, Julio 1). Sefardíes: características e
historia de esta variedad del pueblo judío. Portal
Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/sefardies
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