LA
CATEDRAL
DE MÉXICO
Y EL
SAGRARIO METROPOLITANO,
SU HISTORIA, SU TESORO, SU ARTE
HISTORIA
DE LA FÁBRICA MATERIAL
DE LA
CATEDRAL DE MÉXICO
La primitiva catedral de México no fue edificio
construido ex profeso para ese fin. Fue una iglesia levantada por Hernán Cortés
en la plaza mayor de México, utilizando para sus cimientos y para las basas de
sus pilares, monolitos del antiguo teocali indígena. Esta iglesia, conocida con
el nombre de iglesia mayor y edificada de 1524 a 1532, parece haber sido ocupada
por los frailes franciscanos que llegaron a México en 1523 y 1524.
Se ha
discutido, sin llegar a un acuerdo, si
la primera catedral de México fue también la primera iglesia de San Francisco.
El señor García Icazbalceta se inclina a negar tal especie, pero sus argumentos no alcanzan a convencernos de que
no existió alguna relación entre dicha iglesia y los frailes franciscanos. Se
sabe que estos religiosos ocuparon a su llegada una casa de por la calle que
hoy llamamos de Guatemala y don Joaquín deduce que en ese lugar se levantaría
la primera iglesia franciscana, antes de
pasar en 1525 a la iglesia nueva de los franciscanos, en tanto que la iglesia mayor edificada en la plaza
resultaba independiente. Es indudable que los frailes franciscos no tuvieran
necesidad de construir iglesia en la casa que habitaron: cualquiera estancia
podía servirles para ello si sabían que más tarde se iban a trasladar a otro
sitio. Además, en el corto espacio de un año que deben haber habitado allí, mal
pudieron construir una iglesia de la cual no conservamos el menor rastro en
nuestra historia. Que ocuparon la iglesia mayor, es evidente, por las citas de
los cronistas franciscanos y aun de los que no lo eran. Que se confunden las
dos iglesias en una, lo sabemos hasta por el hecho de que al hablar de las honras fúnebres de
Hernán Cortés cuando se propaló en México la falsa noticia de su muerte, unos
dicen que se hicieron en San Francisco y otros en la iglesia mayor.
Es lógico
pensar con Vetancourt y los cronista que hacen una de ambas iglesias, que la
iglesia mayor albergó a los frailes franciscos mientras ellos edificaban su
propio convento; que habitarían en la casa que les dio hospedaje en una
estancia de la cual improvisarían iglesia para su culto conventual, que
administrarían los sacramentos en la iglesia mayor, puesto que no existía
todavía ningún obispo y fray Martín de Valencia podía ser considerado el jefe
de la religión en aquellos años. El cronista más antiguo de nuestra Catedral,
Sariñana, lo afirma con toda certeza diciendo que al consagrar a Dios “este nuevo y suntuoso templo” cuyo
sitio ocuparon estos insignes primitivos religiosos y lo cedieron humildes
religiosos de la observancia para que en él se edificase la santa iglesia
catedral. (1)
Concluido el convento de San Francisco en 1525, los
franciscanos se pasan a él y dejan la vieja iglesia a los clérigos que
habitaban en la ciudad, a fin de que ellos la tengan a su cargo.
Sea como
fuere, debemos reseñar la historia
de este edificio.
Entre los
cargos que los enemigos de Cortés le hicieron cuando se confabularon con Nuño
de Guzmán para residenciarlo, uno de los más graves fue que no había levantado
iglesias. El cronista Herrera afirma que el conquistador fue quien edificó la
iglesia mayor, poniendo como basas de los pilares las piedras esculpidas del
adoratorio indígena. (2)
Cortés, verdadero hombre del Renacimiento que llegó a
proponer que no se destruyesen los tempos indígenas para conservar memoria de
sus antigüedades, puede haber descuidado por el momento la construcción del
templo, pero en la repartición de solares demuestra que entre sus proyectos
figuraba el de levantar un gran templo para la capital de la Nueva España.. No
sólo trazó el primer templo de la ciudad, sino que lo construyó. Consta que el
arquitecto de la obra fue maese Martín de Sepúlveda, que era alarife de la
ciudad de México, el 31 de marzo de 1530, y que trabajó así en la obra de la
Audiencia para traer el agua a la ciudad. (3)
La obra fue terminada por el señor Zumárraga con
bastantes dificultades, hacia 1532. (4)
Todavía en 1534 el obispo pide a la Corona dinero de sus
diezmos para poder hacer el coro en su Catedral. La solicitud le fue aprobada
con fecha 20 de febrero de 1534. (5) Poseemos ahora noticia de otro arquitecto: “En 1540 el
maestro de cantería, natural de Azpeitia, Francisco de Chávez, se
comprometió en Sevilla a marchar a
Méjico para hacer trazas y realizar las obras que le ordenase el Obispo fray Juan de Zumárraga, aunque no se precisa en el
contrato si esas obras se referían a la Catedral.” (6)
Don Joaquín García Icazbalceta, fundándose únicamente en
documentos escritos, determino el lugar preciso en que estaba situada esta
iglesia, o sea en el ángulo noroeste de lo que hoy llamamos atrio de la nueva iglesia; todavía
pueden verse allí algunas de las rudas
basas de los pilares ochavados con restos de relieves indígenas en la parte
baja. Las excavaciones realizadas en la plaza para nivelar el piso permitieron
a don Antonio Gracia Cubas verificar por medio de la sonda el sitio exacto en
que existen aún los cimientos y reconstruir la planta. Es asombrosa la
seguridad de don Joaquín para precisar, simplemente con datos, la ubicación del templo.
Si te fijas, la ubicación de esa catedral es exactamente
donde ahora están las ventanas arqueológicas. Si te asomas por ellas, puedes
ver los pisos de mosaico de esa catedral antigua.
Los cimientos de la primera catedral son los mismos de la
nueva, es decir, las construcciones de Tenochtitlan. Debajo de la catedral
actual está exactamente lo mismo que de la primera.
La primera se tiró
porque más que catedral, era una pequeña iglesia, no acorde al tamaño e
importancia de la ciudad.
Esa primera Catedral
estaba ubicada donde ahora es el atrio de la nueva y su acceso principal no
daba al sur, hacia la plaza, el Zocalo, como la nueva, sino al poniente justo
enfrente de donde estaba la casa de Hernán Cortés. Solamente tenía que caminar
unos metros para entrar a misa.
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La iglesia
ofrecía planta basilical, con tres naves separadas por dos lanzas de pilares
ochavados de orden toscano, con el techo central de dos aguas y los laterales
de vigas planas, lo que permitía abrir
ventanas para la nave mayor.
Debe
considerarse esta iglesia, así en su estructura cuanto en sus detalles, como
una supervivencia del arte mudéjar; tales son las iglesias construidas en gran
parte de Andalucía hasta el siglo XV y
los pilares de sección octogonal revelan la misma ascendencia. (7)
Y arrumbadas en una esquina, están las bases de las columnas
que sostenían el techo de aquella extinta catedral.
https://desdelafe.mx/opinion-y-blogs/columna-invitada/historia-de-la-primera-catedral-de-mexico/
Esta iglesia fue considerada siempre como
pequeña e inadecuada para una ciudad tan opulenta como iba siendo la capital de la Nueva España. Cuando,
en 1554, Cervantes de Salazar nos describe cuidadosamente cómo era la ciudad,
no puede menos de asombrarse de una catedral
tan pobre, tan baja, tan húmeda: las iglesias de los conventos son mucho más suntuosas. Para esas
fechas se había expedido ya la cédula
que ordena construir una catedral nueva.
Hemos visto en trabajo
anterior y páginas anteriores que, para la celebración del tercer concilio, el
señor arzobispo y virrey don Pedro Moya de Contreras ordenó la restauración de
la catedral vieja. Tal medida se ve explicada en la carta que el prelado
escribió al rey, cuya parte
relativa dice así: “Por ser la Iglesia
Vieja de México ,muy antigua y de ruyn
mezcla acudiendo a su reparo como tengo avisado a Vuestra Majestad, forzó su
actual edificio a reedificarla de nuevo para escusar alguna gran ruyna que
visiblemente amenazaua y estando quasi acauada por descuido y ynaduertencia del
obrero mayor de no reconocer vn pilar de los viejos sobre cargaua la tixera de
la naue de en medio de tres que son, se
cayó y lleuó tras sí otros tres pilares y el edificio questaua sobre ellos y
fue milagro suceder a las doze de la noche por donde no peligró nadie ni se siguió
más daño de perderse la hechura; váse haciendo el reparo necesario y acauarse
a, la traza que se a comenzado, en dos meses, que aunque cuesta dineros, es tan
necesario lo hecho y tan a gusto del pueblo y ornato de la plaza y ciudad, que
aunque en ello se gastase lo que Vuestra Majestad tiene aplicado para la
Iglesia neua de dos y tres años, es muy bien empleado y Dios y Vuestra Majestad
son en ellos seruidos, y la fozarán los presentes, porque ellos ni sus hijos no
verán acauada la gran máchina de la Iglesia Nueva que se va haciendo, además de
que adelante podrá servir de parrochia de la catedral que será grandeza
necesaria según se va poblando y ampliando esta ciudad.” (8)
Esa reparación constituye un capítulo notable
en los anales de la historia de nuestro arte. Figuraron en ella los artífices
más notables que existían en el nuevo país y podemos así conocer los nombres de
todos los que colaboraron en una para que para esa época fue muy importante. El
jefe de la construcción, que también tenía un cargo importante en la obra
nueva, cayó de un andamio y el golpe le privó de la vida. LLamábase el capitán
Melchor de Ávila; su sobrino Rodrigo de Ávila le sucedió en sus puestos. La
noticia, tomada de archivos españoles, la consigna Llaguno y se halla confirmada en los anales indígenas:
en el llamado Códice Aubin: “1584 (1
Oedernal)… cuando cayó el mayordomo de la iglesia mayor, Melchior Dávila, era
martes, a las 7, del 12 de diciembre de 1584.”
La portada principal de la
iglesia la llama de estilo clásico, es decir, de ese estilo purista en que, al
lado de las obras platerescas, se edificaron tantas otras iglesias. Fue obra de
los oficiales de cantería Alonso Pablo, Juan de Arteaga y Hernán García de
Villaverde, auxiliados por el cantero Martín Casillas. Fue tasada por Claudio de Arciniega, maestro mayor de la obra,
y Sebastián López, aparejador, en
doscientos sesenta y cuatro pesos. A la entrada de la puerta se ve una reja de
hierro agrandada por Gaspar de los Reyes y dorada por Cristóbal de Almería. La
nave central estaba cubierta con un alfarje frabricado por el carpintero de lo
blanco Juan salcedo de Espinosa, y dorado por Andrés de la Concha y Francisco
de Zumaya.
Aparte de la capilla mayor existen la del
Bautisterio y la del sacramento, y,
además, la del Santo Crucifijo.
Ocupando dos intervalos
entre los pilares, a los pies del templo
se halla el coro. Su sillería es
muy suntuosa; goza de cuarenta y ocho asientos para los canónigos y aparte el del arzobispo.
Todos están tallados en madera de ayacahuite y fueron obra del ensamblador flamenco Adrián Suster y del
escultor Juan Montaño. Su estilo debe de haber sido renacentista, de
columnillas abalaustradas, y los motivos característicos de esa época.
El retablo mayor fue obra
de Andrés de la Concha y ostentaba seis lienzos de pintura debidos a Simón
Pereyns.
Además de este retablo
existían otros dos con cuadros importantes, algunos de los cuales pasaron a la
catedral nueva.
En 1601 y 1602 tenemos
otra reparación del vetusto templo: nuestros datos no son completos, pero sabemos que en el primero de dichos años fue
cambiado de lugar el coro, trasladando la sillería. Los artistas que
intervinieron en ello fueron el arquitecto
Alonso Arias y el ensamblador Adrián Suster que había sido, como hemos visto,
coautor con Juan Montaño de dicha sillería. El mismo Suster reparó el propio
año el altar mayor e hizo una serie de barandillas y escaleras, lo que nos hace
presumir que la obra consistió en quitar
el coro del sitio que ocupaba en la nave
mayor, con objeto de dar más capacidad al templo, y trasladarlo al
ábside, armonizándolo con el altar
mayor. En 1602 Nuño Vázquez trabajó los púlpitos. (9)
Cuando tratemos del tesoro de la catedral de México habremos de
referirnos a las joyas que ya desde entonces existían en este templo primitivo.
Con estas reparaciones la
catedral vieja continuó bien que mal prestando sus servicios durante largos
años, hasta que en 1626 fue derribada, acaso por creer que así se activaría la
obra de la catedral nueva. Tal cosa no tuvo lugar; la construcción marchó con
una lentitud acaso mayor y el lugar en que se celebraban los oficios divinos,
en improvisada catedral, que era la sacristía del templo nuevo, resultaba, a
todas luces, mucho más estrecho e incómodo: la destrucción del viejo monumento
había sido no sólo inútil, sino prematura,
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Vista parcial del Retablo de los Reyes o Altar de
los Reyes. Es un retablo de gran valor artístico y estético, que está en la
Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Indistintamente se le identifica
como altar o retablo debido a que, como el resto de los demás existentes en el
majestuoso templo, estaba destinado a servir para el culto oficiándose misas en
él.
Su autor es Jerónimo de Balbás y su construcción transcurrió de 1718 a
1725. Se ubica en el ábside, al fondo de la catedral, espacio denominado como
Capilla de los Reyes, aunque no posee reja alguna que delimite y cierre dicho
espacio a la manera de una capilla como todo el resto.
Tal es la calidad, riqueza y grandeza de ésta obra, que se le considera
una de las más bellas obras de arte creadas bajo el estilo barroco
churrigueresco en todo el continente Americano.
Éste magnífico retablo, mide 25 metros del altura, 13 metros de ancho y 7
metros de profundidad, por lo cual preside la nave principal del templo por
ubicarse detrás del presbiterio. Es de tres cuerpos verticales o calles
formados por altas pilastras estípites, entre las cuales quedan comprendidas
esculturas policromadas de reyes y reinas canonizados en medio de una profusión
de detalles como querubines, guirnaldas, ramilletes y follajes.
En el eje principal, resaltan dos lienzos de Juan Rodríguez Juárez con
los temas de La Adoración de los Reyes y La Asunción de la Virgen María. En la
parte superior se hayan ángeles portando los atributos de la virgen como la
Fuente Sellada, la Casa de Oro, el Pozo de Agua Viva y la Torre de David,
mientras que en la cumbre remata una efigie de El Padre Eterno sosteniendo al
mundo.
La efigies de reyes y reinas canonizados colocadas en este retablo son
las de Santa Margarita de Escocia, Santa Elena, Santa Isabel de Hungría, Santa
Isabel de Portugal, Santa Cunegunda y Santa Edita; y las de San Hermenegildo,
San Eduardo, San Casimiro, San Luis y San Fernando.
ORDENES
PARA CONSTRUIR
LA
NUEVA
IGLESIA
El primer documento en que se habla de la construcción de
la Catedral nueva es una cédula expedida por la reina en Valladolid, a 8 de octubre de 1536, en que ordena que vista
la solicitud presentada por el canónigo Cristóbal de Campaya en nombre del deán
y cabildo de la iglesia de México, se vea lo que es necesario para construir
una gran iglesia. El cabildo solicita
que sean los indios quienes la hagan, pues ellos edificaban sus adoratorios indígenas.
Reproducimos en el apéndice esta cédula, que es el más antiguo documento acerca
de nuestra catedral; pero su origen tuvo por causa un pleito iniciado por el
Cabildo de México contra el Ayuntamiento de la misma ciudad, que había tomado
para propio dos solares de los que se habían señalado para la construcción del
templo. El pleito acerca de dichos solares
duró mucho tiempo y los documentos originales se conservan en el Archivo
de Indias. El Ayuntamiento había labrado una hilera de tiendas en los dos
solares que quedaban en el extremo poniente del terreno en que debería
construirse la Catedral. Tales tiendas limitaban por este lado la plaza y se
encontraban enfrente precisamente de las casas de Cortés, actual Monte de
Piedad. Cuando fue trazada por primera vez la iglesia nueva, las tiendas no
estorbaron la traza puesto que ésta fue hecha de oriente a poniente, pero
cargada hacia el actual palacio; cuando
se formó la traza definitiva de norte a sur, dichas tiendas con sus portales
fueron demolidas. Por otra parte, la iglesia se quejaba de que en el sitio,
seguramente atrás de las tiendas, se hacía muladar y presentaba sucio aspecto. (10)
En el fondo existía un interés pecuniario porque las
tiendas producían buen dinero, y así vino
una transacción en que se permitía que el Ayuntamiento las continuase
explotando mediante el pago de mil pesos al año, que la Catedral recibiría como
reconocimiento de su derecho de propiedad. Con fecha 27 de diciembre de 1555 se
expidió una real cédula ordenando se hiciese justicia a las dos partes, de
manera que ninguno recibiere agravio.
La cédula
más antigua que ordena la construcción de la catedral nueva data de 1544 y fue dada en Valladolid, a 8 de agosto de dicho año.
Esta cédula fue obtenida por la solicitud del canónigo don Francisco Rodríguez
Santos, que iba por procurador de la
iglesia de México. En esa cédula se ordena al virrey que luego que la reciba mande
hacer la “traza del tamaño forma e manera que ello pareciese que conviene que
se haga e platiquéis con las personas que os pareciesen de que se podrá hacer
con la autotidadd que convenga guardando las leyes por su Majestad nuevamente
hechas.” (11)
No queda ningún dato que demuestre que dicha
cédula fue cumplida, pus ocho años después la Corona de España expidió las
famosas cédulas de 1551 y 1552.
Dice
la primera que la Corona ha sido informada que la iglesia de México es muy
pequeña; que aunque algunas veces se ha tratado de edificar una nueva y se ha
comenzado a traer piedra, no se ha hecho; que siendo una ciudad tan grande e insigne y cabeza de todas las provincias,
es cosa justa y necesaria que el edificio y ornato de la catedral sea conforme
a esta dignidad; que su capacidad sea
tan amplia que pueda recibir a sus parroquianos y a otros que a ella cudieren y
que, tomando en cuenta que la parte de diezmos aplicada por la erección a la
fábrica no es bastante, que se tomen fondos de lo que corresponde al arzobispo,
sede vacante, hasta que Su Santidad por presentación del rey proveyere dicha
dignidad, en dos tercios de loq que montaren, guardando el resto para el
sucesor y concluye: “Yo vos encargo y mando que luego que luego que la reciváys
se las agáys entregar y proueáys cómo con toda bruedad se entienda en lo que
por ella se manda, e que se de en el edificio de la dicha iglesia toda la
priessa que ser pueda, pues veys vuanto dello Dios Nuestro Señor será seruido:
e para mejor se haga y con más presteza daréis para ello todo el calor y fauor
que fuesse necesario, que ello seremos de vos muy seuidos.” (12)
Con el nombramiento del señor Montúfarpara el
arzobispado, el efecto de la cédula anteriorprácticamente se nulificaba.
Además, cualquiera puede darse cuenta de que los arbitios de dicha cédula
ordena se pongan al servicio de la fábrica nueva eran de todo punto
insuficientes. Por eso, un año más tarde, el 28 de agosto de 1552, fue expedida
en Monzón la famosa cédula que ordena edificar la catedral de México como
“convenga para que el culto divino sea en ella honrado y venerado como es
razón” y al mismo tiempo dispone que el costo de la catedral en su obra nueva
se divida en tres partes entre la
Corona, los encomenderos y los indios del arzobispado, en la inteligencia de
que el rey debería ser considerado como encomendero por aquellos pueblos que
estuviesen en la Corona. También deberían contribuir para la obra los españoles
acomodados, aunque no tuviesen indios, y lo que ellos dieren debería ser
descontado a los encomenderos y a los indios. Una posdata aclara que el monto
de llo que se recogiese en la forma indicada
debería ser lo que faltase de lo que se hubiese recogido de la sede
vacante conforme a la cédula de 1551 para
completar el costo de la nueva iglesia, teniendo en cuenta también lo
que por la erección estaba asignado a la fábrica. Es decir, no se
recaudaba el costo total, sino se completaba poder terminar el edificio. Por
otra parte, hay que pensar que si
no se tenía un presupuesto formado era
bien difícil calcular lo que debía colectarse. De hecho, esta colecta continuó
durante muchos años, aún después de concluída la fábrica, sobre todo por lo que
respecta a los indios.
En cumplimiento de tales órdenes el arzobispo
Montúfar, de acuerdo con e virrey, decidió dar principio a la obra: con fecha
15 de dicembre de 1554 el señor Montúfar escribía al Consejo dando cuenta de
sus propósitos: “Muy poderoso señor: Con el ayuda de Dios Nuestro Señor el
señor visorrey y yo queremos comenzar la iglesia. La traza que se ha elegido de
mejor parecer es la de Sevilla porque S.M. por su real cédula manda que se haga
muy suntuosa como a ciudad y iglesia metropolitana conviene. Yo envío la traza
allá para que V.M. la vea; tengo concertado que se comience por la cabecera un
pedazo que sepueda hacer en 10 o 12años, sin tocar a la iglesia que agora
tenemos.” (13) Dice que
puesto que la catedral quedará en una isleta que cercan cuatro calles
principales y en la tierra no hay fortaleza, pueden levantarse en las esquinas
cuatro torres para que el templo quede dentro de su claustro. Se trataba, pues,
de un proyecto semejante al del Escorial, aunque sin tantos departamentos que
en aquél son necesarios para el monasterio. A causa de esta idea del señor
Montúfar, ha habido quien supone que la
Catedral iba a tener cuatro torres. (14) En realidad las torres no iban a estar en los ´´angulos
del edificio, sino de una cerca que limitaría al monumento, a menra de
fortaleza.
Es
seguro que la primitiva traza de la catedral se hizo de acuerdo con este plan,
pues al efectuar las reparaciones recientemente, los arquitectos de la Dirección
de Bienes Nacionales encontraon los cimientos desplantados en forma que se
levantaban otras dos naves a los lados de las centrales, por lo que la iglesia
se asemejaba a la catedral de Sevilla que, como es bien sabido, consta de siete
naves.
Tan
esfuerzode levantar un templo que había de ser de los mayores del mudno,
fracasó. Poco a poco el señor Montúfar se dio cuenta de las dificultades que
habría de encontrar y así, cuatro años más tarde, el 18 de septiembre de 1558,
se dirige nuevamente al Consejo rectificando su carta anterior con razones muy
poderosas: “Como recién venido que no sabía las cosas desta tierra dí así mí
parecer conformándome con mi canildo (que la iglesia se hiciese como la de
Sevilla); después allá se ha visto que hay grandes incouenientes para facerse
así, lo uno porque la iglesia ha de yr fundada toda en agua a la rodilla, que
saben sale el agua de la laguna no puede haber cimiento muy fijo para que suba
la obra tantocomo la de Seuilla.” Con un proyecto tan excesivo, el gasto para la
cimentación sería elevadísimo. Con los veinte mil ducados de Castilla a que
según el arzobispo debería montar cada año lo que se recabase de fondos, no se
trabajaría en México en un año lo que con mil en Castilla, por la escasez de materiales y herramientas y la
inferioridad del peón idígena comparado con el español, y así concluye que una catedral como la de Sevilla
tardaría en acabarse cien o doscientos años. El final de la carta dice así:
“Por tanto me parece y asi lo he
consultado con vuestro visorrey que bastará para esta ciudad una iglesia como la de Segovia o
Salamanca que se podrá hacer en veinte o treinta años y son muy bastantes y de
harta auctoridad, y así ke paresse a vto. Visorrey, y de esta manera se dará
remedio al gasto tan excesivo, que, verdaderamente, si la traza de Seuilla se
ha de tomar, para solo los cimientos creo yo y todos no bastan las minas de
esta tierra yaxa de V.M. Si así parece a
V. Al. Mándenos enviar la traza que fuese servido y algún buen maestro que acá
no lo ay. Y mándese a nuestro solicitador y de nuestra iglesia, Juan Rubio, que
lo busque y envíe acá con las trazas que a V. Al. Pareciere y mandare.” (15)
No parece seguro que la Corte haya accedido a la petición
del señor Montúfar, pues la planta de la Catedral, aunque tiene semejanzas con
la de las catedrales que propone como modelo, se relaciona más cercanamente con
la de Jaén, según observa Angulo. (16) En cuanro al arquitecto de la obra está probado que fue
Claudio de Arciniega, que desde 1555 se encontraba en México y fue el autor, un
año más tarde, del famoso túmulo imperial, como se ve en el libro de Francisco
Cervantes de Salazar que lleva igual título.
La parte administrativa de la obra se
llevaba a cabo con cierta actividad: el
14 de octubre de 1556 nombró el Virrey a Juan de Cuenca para que averiguase
cuanto montaban los fondos recolectados. Es posible que haya habido rumores de
malversación, pues el 7 de septiembre anterior el Ayuntamiento dispuso “que se
tome en cuenta para la fábrica de la santa iglesia de México en especial de lo
que rrenta ordinariamente e lo que se dio en limosna e mandas para el edificio
della mandaren se pida y se de cuenta de todo.” (17)
Juan de Cuenca presentó un extenso memorial
dando cuenta de la cantidad a que debían montar los fondos, de lo que se había
recogido, suma muy inferior a la que la obra debía tener por derecho. Informa a
seguidas de los doce mil ducados que se repartieron por tercios en cumplimiento
de la cédula real. Este impuesto se comenzó a recoger desde el 1° de septiembre
de 1557. Y vienen a continuación los descargos por el dinero gastado, lo que
nos permite conocer el estado de la obra; habla en orimer lugar de diversas
compras: canpas para traer la piedra, herramientas,cal, madera, y después dice:
“Y hanse cercado la mayor parte de los solares de la iglesia como vuestra
Señoría Ilustrísima ha visto y en ello al cabo se hace una casa, desviada de
donde se ha de sacar los arriendos principales, la cual es para que en los
bajos estén a recaudo las herramientas y cal, y en los altos vivan los maestros
y gente y esclavos de la obra y en todo lo demás, cercado, haya obradores de
carpintería y cantería y esté guardada dentro de lo cercado la piedra menuda y…
cal y madera…” Hasta la fecha del informe, que es del 21 de septiembre de 1558,
se habían gastado en la obra cuatro mil ciento treinta y cuatro pesos cincuenta
granos de oro común. El informe termina dando cuenta de otra importante
providencia para facilitar la obra: se abrió una acequia desde Ixtapalapa a la
laguna que comunicaba dicho pueblo con la Plaza de México por agua. Así se
podía transportar fácilmente la piedra necesaria a menos costo. La paga a los naturales
por esta obra se ina a hacer, según allí
se dice, en la propia semana en que escribe, en se acabará del todo dicha
acequia.
CODICE
OSUNA, FOLIO 7
https://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/fotografia%3A280372
Parece que
dicha paga no se llevó a cabo, pues los indios de las parcialidades de México y
Santiago, que trabajaron durante cuatro meses en la obra de la acequia, se
quejaron por ello al Visitador Valderrama. Todas las quejas presentadas a este
funcionario, justas o injustas, constituyen un documento inapreciable para la
historia de esa época; la parte relativa a los indios de México ha sido
publicada con el título de Pintura del
gobernador y alcaldes de México; el libro se conoce generalmente con el
nombre Códice Osuna, dándole nombre
el apellido del poseedor del manuscrito original. (19) Puede verse en la
parte inferior del folio del Códice Osuna,
la representación de la acequia y sus leyendas en mexicano y español. Sentadoen
una silla de caderas aoarece en la parte baja Juan de Cuenca; ya veremos que
otras noticias se pueden obtener de tan interesante pieza.
La "Pintura del gobernador, alcaldes y
regidores de México", nombre con el que también se conoce al "Códice
Osuna", es un documento que tuvo su origen tras la llegada a la Nueva
España del licenciado Jerónimo de Valderrama, visitador general del rey Felipe
II en 1563 se encuentra en la
Biblioteca Nacional de España y que data de 1565. La pintura muestra al
gobernador, alcaldes y regidores de México y se encuentra escrita en
geroglíficos mexicanos, castellano y azteca.
El Códice Osuna también incluye quejas de la
población indígena, representadas mediante pictogramas y una breve descripción
en náhuatl.
El manuscrito, sin duda, perteneció a un
expediente más grande (hoy desaparecido) en el cual se levantó toda una serie
de quejas contra los abusos y atropellos cometidos por diversos funcionarios de
la Audiencia y el gobierno virreinal. Según muestra claramente el códice, tanto
el virrey Luis de Velasco (quien gobernó entre 1550 y 1564) como los oidores
Alonso de Zorita, Vasco de Puga, Francisco Zeinos y un Villalobos, entre otros,
incurrieron en actos de abuso de autoridad contra los indígenas de la ciudad de
México, Tlatelolco, Tula, Tetepango y otros pueblos. En concreto, se les
acusaba de no haber pagado los servicios por la reparación o construcción de
sus casas; las cargas de hierba y zacate que se llevaban para alimentar a sus
caballos; la limpieza y quehaceres del palacio de gobierno; la comida que se
les proporcionó durante sus viajes, e incluso están registradas las quejas por
falta de pago a los indígenas que participaron en la construcción de la
albarrada de San Lázaro y en la edificación de la iglesia mayor o Catedral de
México. Es interesante señalar que todo el proceso en contra del virrey y los
oidores se inscribe precisamente durante la visita de Valderrama, quien había
llegado a la Nueva España con el objetivo de subsanar y aumentar las rentas
reales, ya que existía la idea de que se estaba defraudando a la corona. En
efecto, Valderrama llegaba con amplios poderes para entrevistarse con el
virrey, oidores y otros funcionarios a fin de restructurar el tributo y tasar a
todos aquellos que no lo estaban pagando. Entre los mecanismos que Valderrama
aplicó para incrementar la recaudación estuvieron, por ejemplo, incorporar en
los padrones tributarios a los denominados 'mayeques'
o 'terrazgueros' (campesinos que
trabajaban las tierras de los señores), así como obligar al pago de tributos a
los señores principales de cada pueblo. Estas medidas implementadas por el
visitador real provocaron enfrentamientos y disensiones con el virrey Velasco,
los oidores y, sobre todo, con los frailes de las diversas órdenes religiosas,
quienes durante muchos años habían aplicado políticas en favor de reducir el
tributo que pagaban los indígenas a la corona o a los encomenderos. Margarita
Menegus, muy atinadamente, ha señalado que las medidas impuestas por Valderrama
marcaron una ruptura definitiva con el antiguo orden prehispánico, ya que la
restructuración del sistema tributario desarticuló definitivamente las
relaciones del señorío indígena hasta entonces existentes (Menegus, 1994, p.
117). Frailes franciscanos y dominicos se opusieron a las reformas tributarias;
argumentaban que las cargas eran excesivas para los indígenas, además de
desestabilizar al señorío indígena y menguar los recursos de los caciques y de
la nobleza en general. Curiosamente, quizá (pues no tenemos documentación que
lo compruebe) la estocada final que necesitaba Valderrama para implementar sus
reformas vino precisamente del 'Códice Osuna', el manuscrito que registraba con
detenimiento los abusos e injusticias del virrey y los oidores contra los
pueblos indígenas que ellos decían defender. El códice fue realizado en 1565,
un año después de la muerte de Luis de Velasco, y en él quedaba muy claramente
representado todo el trabajo que a los indígenas se les había obligado a hacer
sin paga alguna, pues con las disposiciones de Valderrama, ahora todo trabajo y
servicio debía ser remunerado. (20)
Por
disposición de la Corona, eran los virreyes quienes entendían en la
construcción de la catedral y así continuó hasta concluirse la obra. La única
protesta que contra tal disposición conocemos procede del señor Moya de
Contreras, qjue escribía así el 24 de marzo de 1574:El virrey tiene a cargo la
obra de la iglesia mayor por manadado de su majestad y debió ser la causa la mucha vejez y poca salus de nuestro predecesor y
aunque en todo el virrey procura servir aventajadamente y en esto hará lo
mismo, por sus muchas ocupaciones no lo puede gobernar sino por tercería y
relaciones, dando al obrero mayor que ahora es excesivo salario, que se escusaría si el prelado, de
quien se puede hacer confianza, tuviese a cargo la obra (que se puede decir de
su casa) viéndola y remirándola como cosa propia (que agora no puede pues en
nada es parte) encargando la continua
asistencia a un prebendado que hará de gracia, y pues los religiosos
sosn los asistentes de las obras de sus iglesias, suplico a vuestra señoría
ilustrísima que nos ea de peor condición el arzobispo, que con todo cuidado
acudirá a su obligación de manera que no haga
falta el mucho del señor visorrey y esto no lo digo con deseo de mandar
sino por descargo de mi conciencia.” (21)
APÉNDICE núm. 1
CÉDULA DE 1536
La
Reina. D. Antonio de Mendoza nuestro virrey i
gobernador de la Nueva España e Presidente de nuestra audiencia e chancillería
real que en ella reside, Cristóbal de Campaya en nombre del Deán e Cabildo de
la Iglesia Catedral de esa ciudad de México, me ha hecho relación que la dicha
iglesia que está al presente hecha de prestado e que por ser este obispado el
principal que hay en esa tierra es justo que la dicha iglesia fuese la más
insigne que en ella hubiese y me suplicó mandase que los naturales desa tierra
hiciesen y edificasen la de otra iglesia pues antes que fuese ganada su
tierra ellos solían hacer el edificio de
su gran CU, que tenían por su idolatría en esa ciudad o mandasen señalar y nombrar algunos pueblos
para ello como se había hecho con el monasterio de Santo Domingo desa ciudad o
como la mi md. (merced) fuese lo cual
visto por los de nuestro consejo de las
indias i conmigo consultado fue acordado que nos os debía remitir e mandar esta
mi cédula para vos por lo cual vos mando que veáis lo susodicho al comparecer
del reverendo padre fray Juan de Zumárraga procuréis en ello lo que viéredes
que más conviene. Fecha en Valladolid a ocho de octubre de mil i quinientos e
treinta e seis años.-Yo la Reina.-Una rúbrica-por mandato de su majestad Juan
de Sámano. Al Virrey de la Nueva España que con parecer del Obispo de México
provea lo que viere que más conviene sobre que el Deán e Cabildo de la Iglesia
catedral de aquel Obispado pide que los naturales de aquella tierra hagan la
dicha iglesia o señalen algunos pueblos para ello.
(*)
----------------------------------------------------------------
Núm. 2 – 1551
Carta en que se manda que las dos tercias partes que ha montado
este arzobispado en el tiempo que ha estado vaco se gaste
en el edificio
de la iglesia Cathedral de México y lo otro
se guarde para el perlado
Cedulario de Puga, II, pp. 105-106, 176
EL REY.- Nuestro Visorrey de la nueua España: no smos
informados que la iglesia catedral dessa ciudad es muy pequeña y que algunas
vezes se ha puesto en plática de la edificar y se ha comenzado a traer piedra
para ella, no se ha fecho e por que siendo esa ciudad tan insigne e cabeza de
todas esas prouincias, y la iglesia della cayhedral y la cabeza de arzobispado
y metropolitana, es cosa justa y necessaria que l edificio y ornato della sea
conforme a la dinidad, y de tal capacidad e que pueda recibir en sí sus
parrochianos ciudadanos e otros que a ella ocurrieren, y teniendo entendido que
la parte de los diezmos que por la ereción está aplicada para la fábrica della
no es bastante para la edificarcon la breuedad y de la manera que se requiere,
ha parescido que de lo que montare la parte
del arzobispado sede vacante primero perlado della, hasta el día que su
Santidad por presentación nuestra proueyere la dicha dinidad, se tomen las dos
tercias partes y se gasten en la dicha obra, y la otra tercia parte se quede y
reserue para el sucesor; y ansí escriuo al deán y cabildo dessa dicha iglesia
sede vacante, que proueancómo de lo que vuiere rentado y rentare esse dicho
arzobispado, perteneciente al perlado durante la sede vacante, prouean que se
gasten las dos tercias partes de todo ello en la obra y edificio de la dicha
iglesia, por la forma y orden y manera que a vos y a ella pareciere; y que la
otra tercia parte esté guardada para el perlado que succediere, o para aquel
que por nos fuere ordenado e mandado, como vereys por la cédula que se le
escriue, que con esta vos mando embiar: yo vos encargo y mando que luego que la
recibays se la agays entregar e proueays cómo con toda breuedad se entienda en
lo que por ella se manda, e que se de en el edificio de la dicha iglesia toda
la priessa que ser pueda, pues veys cuanto dello Dios nuestro señor será
seruido: e para que mejor se haga y con mas presteza dareys para ello todo el
calor y fauor que fuesse necesario, que en ello seremos de vos muy seruidos. De
Cigales a veynte y seis días del mes de Marzo de mil e quinientos e cinquenta y
un años.-La Reyna.-Por mandado de su
magestad, su alteza en su nombre, Juan de Sámano.
Núm. 3 - 1552
Yglesia Cathedral de México
Cedulario de Puga. II, pp. 176-177
EL PRÍNCIPE.- Presidente e oidores de la audiencia real de la nueva
España: por quanto desseamos que la iglesia catedral dessa ciudad de México se
haga como conuenga, para que el culto diuino sea en ella honrado y venerado
como es razón, y porque auinedo de gozar los españoles que essa tierra residen
y los naturales della desde beneficio es justo que también ayuden a la obra y
edificio de la dicha iglesia como el Emperador rey, mi Señor; por ende, yo vos
mando que proueais que la iglesia catedral dessa ciudad de México se haga como
conuenga, y que toda la costa que se hiziere en la obra y edificio della se
reparta desta manera: que deys orden que la tercia parte se pague de la
hazienda real de su magestad, y que con la otra tercia parte auyden los yndios desse arzobispado, y que
con la otra tercia parte los vecinos y moradores encomenderos que tienen
pueblos encomendados en él, y por la parte que cupiere a su magestad de los
pueblos que estuuieren en su real corona contribuya su magestad como cada vno
de los dichos encomenderos; y si en esse arzobispado moraren españoles que no
tengan encomienda de indios también les repartireys alguna cosa, atenta la
calidad de sus personas y haciendas, pues también ellos tienen obligación al
edificio de la iglesia catedral de la diócesi donde residieren, y lo que ansí a
estos repartiere descargarse a de las partes que cupiere a los indios e a los
encomenderos. Fecha en Monzón de Aragón a veynte e ocho días del mes de Agosto
de mil e quinientos e cinquenta e dos años.
El
repartimiento que hiziéredes aueys de tener aduertencia que ha de ser lo que
faltare sobre lo que vuiere valido y valiere la parte que de la sede uacante
desse arzobispado su magestad hizo merced y limosna para el edifico dessa
iglesia, e ansímesmolo que valiere la parte que conforme a la erección de la
fábrica della e cualquier otras mandas particulares que se ayan hecho o hiciern
para ello: fecho vt supra.-El Príncipe.-Por
mandado de su alteza, Francisco de
Ledesma.-Estaua señalada del presidente e oidores del consejo real de las
yndias.
Núm. 4
Cédula de 1555
EL REY.-Presidente e oidores de la nuestra Audiencia Real de la
Nueva España. Juan Ruiz Rubio, clérigo, el nombre del Arzobispo, Deán y Cabildo
de la ciudad de México me ha hecho relación que a causa que Vos el Virrey y
regidores desa ciudad les defendeis y queréis quitar muy gran parte del sitio de la dicha iglesia que se le dio
para que se hiziese y está bendecido por el primer Obispo de Tlaxcala la dicha
iglesia está por comenzar y por asentar la primera piedra diciendo que ellos
darán el sitio que la dicha iglesia hubiese menester y lo demás que sobrare ha
d quedar pa la dicha ciudad dando a entender que no le han de dar más suelo qie
pa el casco de la iglesia solamente sin le dar pa las oficinas qe la dicha iglesia
ha menester y pues a dicha iglesia se le dio y señaló el sitio que tiene
y se consagró xomo está señalado me suplicó en el real nombre madar que
libremente se dejase a la dicha iglesia el dicho sitio que le fue dado y
adjudicado y señalado y estaba
consagrado pa que se edificase la dicha iglesia y templo y se hiciese las demás
oficinas y pertrechos que convenía tener a la iglesia metropolitana, mandando
que entre tanto que se hiciese no se hiciese muladar en el dicho sitio ni se echaran otras
inmundicias ni que se encerrasen toros en él, porque dizque se matan y se
ensangrientan, estando el dicho sitio consagrado o como la mi md.(merced) fuese
lo cual visto por de mi Consejo de las Indias fue acordado que debía mandar dar
esta mi cédula pa vos e yo túvelo por
bien por lo que vos mando que veáis lo susodicho e oídas las partes a quien
tocare hagáis con brevedad cerca de ello lo que sea justicia por manera qe
ninguno reciba agravio de que tenga causa de se quejar y fágades ende al por
alguna manera. Hecha en la villa de Valladolid, veinte y siete días del mes de
diciembre de mil e quinientos cincuenta e cinco años.-Yo la Princesa-una
rúbrica.-Por mandato de su Majestad, Juan de Sámano.
Núm. 5
Cédula de 1569
(Al margen): Al
Presidente e oidores de México que en el nuevo edificio de aquella Iglesia
Catedral se gaste lo que está cobrado y ha corrido de lo rezagado, y en lo de
adelante guarden el capítulo aquí inserto, y lo que por otras cédulas está
acordado.
El Rey.-Presidente e oidores de la Nuestra
Audiencia Real que reside en la ciudad de México de la Nueva España, sabed: que
en una carta que el Emperador, mi
Señor, de gloriosa memoria, mandó escribir a D. Luis de Velasco, nuestro
Visorrey que fue de esa Nueva España, en ceintinueve
de junio del año pasado de mil y quinientos y cincuenta años, hay un
capítulo sobre la orden que se ha de tener en laobra y edificio de la Iglesia
Catedral de esa ciudad de México, su
tenor del cual es el que se sigue: Don Luis de Velasco, nuestro Visorrey de la
Nueva España y Presidente de la Audiencia Real que en ella reside, vi vuestra
letra de siete de febrero del año
pasado de quinientos y cincuenta y
cuatro, y cerca de lo que os envió a mandar sobre lo del edificio de la
Iglesia catedral de esa ciudad de México, y cédula que sobre ello mandamos dar,
para que la costa que se hiciese en la obra de ella, se repartiese la tercia
parte por nuestra Real Hacienda, y la otra tercia parte por los indios de ese
Arzobispado, y la otra tercia por los
vecinos y moradores que tuviesen pueblos encomendados en él, y que por la parte que cupiese a nos, de
los pueblos que estuviesen en nuestra Corona Real contibuyésemos como cada uno
de los encomenderos, y que si en ese Arzobispado morasen españoles que no
tuviesen encomiendas de indios, también se les repartiese alguan cosa atenta a
la caidad de sus personas y haciendas, porque con esto y con lo que se mandó
dar de la sede vacante y fábrica se podría hacer como conviniese, decís que
luego que llegó la dicha cédula, vos y
los oidoresde esa Audiencia tratastes del cumplimiento de ella, y se acordó que se tomasen de nuestra Real Hacienda
dieciocho mil ducados por el presente, y que al respecto se repartiese entre
los que tienen indios encomensados en ese Arzobispado y entre los indios de él
y vecinos, conformme a lo que por nos está mandado por la dicha cédula, y que en ello se quedaba entendiendo
y halláis muchas dificultades para que esa iglesia se pueda hacer tan suntuosa
como tenemos mandado, y que la primera es, ser los cimientos sobre agua y que
para quitarla y buscar la tierra firme se ha de hacer gran costa y que no hay
sitio en esa ciudad que no tenga ese defecto, y que la segunda es, quelos
temblores de esa tierra son ordinarios y que los edificios de bóvedas altos
corren riesgo como se ha visto en algunos monasterios de bóvedas que se han
caído parte de ellos, y se tornan a bajar y cobrir de maderam, y el tercero es
los muchos años que se tardará en hacer
si es de siete naves y tan grande y
suntuosa como la de Sevilla y lo mucho que
costará, que según lo que tenéis
entendido serán más de ciento y sesenta mil ducados, y que según el
repartimiento que nos mandamos hacer, cabe más de la mitad a nuestra Real
Hacienda, porque los más pueblos que hay
en ese arzobispado están en nuestra Real Corona, de manera que se porná de
nuestra haciennda en el dicho edificio cerca
de noventa mil ducados, e vimos todo lo demás que sobre ello decís, y
acá ha parecido que por causa de los temblores los edificios de bóvedas altos
corren riesgo que se debía cobrir de madera esa Iglesia catedral, platicarlo
eis allá con las personas expertas que os pareciere, y daréis orden que se haga
como más convenga, y en lo que toca la gasto fue bien avisar de lo que podrían gastarse y porque la suma es
mucha, parece que se deben gastar cada año en la dicha obra doce mil ducados
repartidos en la manera contnida en la dicha cédula, porque con esto y con lo
de la sede vacante y con las limosnas que se harán, se irá haciendo poco a poco, como convenga porque una obra
tan frande no conviene hacer se golpe, y agora el Dr. Muñón, maestrescuela de
la dicha Igllesia catedral me ha hecho relación que lo contenido en el dicho
capítulo suso incorporado no se guarda ni cumple, ni se gastan los doce mil
ducados en él contenidos, en la obra y
edificio de esa dicha iglesia, ni lo demás se ha cobrado hasta aquí para el
dicho efecto, y a esta causa había
cesado de algunos años a esta parte, y no se conseguía lo que en este caso por
nos está mandado, siendocosa tan conveniente para esa tierra, por ser
metropolitana la dicha iglesia mayormente habiendo dineros rezagados de lo que
se había repartido por tercias partes para
la obra de ella, conforme a lo
que por cédula nuestra está mandado, y me suplico en eldicho nombre
mandase que la dicha cantidad de los dichos doce mil ducados se entendiese en
cuanto a los años venideros, y en cuanto a lo corrido hasta aquí se gastase lo
que pareciese convenir sin limitación alguna, o como la mi merced fuese, lo
cual visto por lo del nuestro Consejo de las Indias, fue acordado que debía mandar dar esta mi cédula para vos, e
yo túvelo por bien, por ende yo vos mando que proveáis y deis orden que en la
obra y edificio de la Iglesia Catedral de esa ciudad de México, que nuevamente
se hace, se gaste todo lo que está cobrado y ha corrido de lo rezagado hasta el día de la data de
esta mi cédula, conforme a lo que por nos está mandado sin que entre en cuenta de los (destruidos en el original) que está por correr, y que se haga lo mesmo en lo rezagado de atrás que
estuviere por cobrar y gastar y en la cobranza de ello, daréis la orden que
convenga para que se cobre con la menos vejación de los vecinos indios y otras
personas que a ello fueren obligados, y para los de adelante haréis que se
gaste en la dicha obra lo que está mandado gastar, y se declara
por el dicho capítulo suso incorporado y guardando en todo la orden de él, y la
quepor cédulas nuestras está dada, poniendoen la dicha obra todo cuidado y
diligencia de manera que no se alce la mano de ella hasta que se acabe, porque
así es nuestra voluntad. Fecha en El
Pardo, a cuatro de mayo de mil y
quinientos y sesenta e nueve años. Yo el Rey. Por mandado de S.M.,
Antonio de Eraso.
En la
ciudad de México, veintiún días del mes de noviembre de mil y quinientos y
sesenta e nueve años, estando en el Acuerdo los señores
Presidente e oidores de la Audiencia Real de la Nueva España, por presencia de
mí Sancho López de Agurto, Escribano de Cámara de ella, por parte del
Deán y Cabildo de la Iglesia Catedral de esta ciudad de México, se presentó esta cédula de S.M., e
pidió cumplimiento de ella, y por los dichos señores Presidente e oidores
vista, la obedecieron con la reverencia y catamiento debido, y en cuanto al cumpliminto de ella,, dijeron que se cumplirá como S.M.
lo nada. Estaba señalado de las rúbricas y
señales de los dichos señores Presidente e oidores. Pasó ante mí. Sancho
López de Agurto. (**)
En
el Museo Nacional del Virreinato de México se exhibe el gremial del primer
obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, quien fue testigo del milagro
guadalupano.
https://x.com/ARTEC_RESTAURA/status/735534832407613440
NOTAS
Toussaint, Manuel, La
Catedral de México y El Sagrario Metropolitano, su historia, su tesoro, su
arte, México, Editorial Porrúa, S.A., 1973.
1.- Sariñana, Dr. Isidro, Llanto del Occidente en el ocaso del más claro sol de las Españas.
Fúnebres demostraciones que hizo, Pyra real que erigió en las excequias del
rey N. Sr. D. Felipe III el Grande, el Exmo. Señor D. Antonio Sebastián de
Toledo, marqués de mancera, Virrey de la Nueva España… México, 1666,
folio 35; Sariñana, Dr. Isidro, Noticia breve de la solemne deseada ultima
dedicación del templo Metropolitano de México. Celebrada el 22 de
Diciembre de 1668. 2.- Herrera, Antonio de, Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y tierra firme del mar océano, Madrid,
1726-30. Década III, lib. IV, cap.
8. 3.- Así lo dice la viuda del arquitecto Martín de
Sepúlveda, María de Guzmán, en las Relaciones de los Conquistadores y pobladores,
núm. 246. 4.- Sariñana, 3 y 4. 5.- DIVULGACIÓN HISTÓRICA, Revista Mensual Ilustrada.
Director Alberto María Carreño, México, 1939-1943, III, p. 78. 6.- Angulo Íñiguez, Diego, Las catedrales mejicanas del siglo XVI, Madrid, 1943. En el
“Boletín de la Real Academía de la Historia, p. 13. 7. - Angulo
Íñiguez, Diego, The Mudejar Style in
Mexican Architecture. Ars. Islámica, Vol. II Part. 2. Págs. 225-230. 8.- Carta al rey del arzobispo de México, gobernador de
Nueva España, don Pedro Moya de Contreras, sobre asuntos de gobierno, México,
22 de enero de 1585. Archivo de Indias, Papeles de Simancas. Est. Caj. 4.
Leg. 1. 9.- A.G.N., Tomo Historia I, Suster firmaba siempre
Adriano. Frecuentemente le castellanizan su nombre y así figura en cuentas y contratos como
Adrián. (*) Sandoval, Pablo de Jesús, Ordoñez, José, La Catedral Metropolitana de México, con
una introducción del Académico Alberto María Carreño, México, 1939, pp. 172 y
173, 174 y 175. 10.- DOCUMENTOS INÉDITOS O MUY RAROS PARA LA HISTORIA
DE MÉXICO, publicados por Genaro García. Tomo XV: “El clero de México durante la dominación española, según el archivo
inédito metropolitano, México, 1907, p. 119. 11.- Sandoval, Pablo de Jesús, Ordóñez, José.- Catedral Metropolitana de México, con
una introducción del Académico Alberto María Carreño, México, 1938, p. 177.. 12.-Es verdaderamente curiosos que el libro del señor
Sandoval, editado por el señor Ordoñez, no se mencione la cédula de 1551. (**) Archivo
General de la Nación, AGN.- Ramo Reales Cédulas. Duplicados. Vol. 47. Fjs.
408-409. 13.- Tanto esta carta como la que a continuación
citamos, proceden del Archivo de Indias. Allí las conoció el padre Cuevas,
S.J. Puede verse reproducida en: Paso y Troncoso, Franisco del, Epistolario de Nueva España (1505-1818). México,
1939-1942, 16 vols. Tomo VII, p. 307. 14.- Sandoval-Ordoñez, p.19. 15.- Epistolario
de Nueva España, XIII, pp. 32-33. 16.- Angulo, Las
catedrales mexicanas del siglo XVI, p. 18. 17.- Acta de Cabildo de la Ciudad de México del 7 de septiembre de 1556. 18.- “De Juan de Cuenca. Relación relativa a la iglesia
de México a 21 de septiembre de 1558.” Archivo de Indias, 97-2-21. Colección
Cuevas; Cuevas, S.J., Mariano, Historia
de la Iglesia en México, 1921. 19.- Códice Osuna, Pintura
del gobernador y alcaldes y regidores de México, Madrid, 1878. Ha sido
reimpreso este libro en 1947 con
algunos documentos de la misma época. 21.- Epistolario
de Nueva España, XI, p. 142. |
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CONTINUARÁ……
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